Disclaimer: Los personajes de Digimon no me pertenecen, son propiedad de la Toei. Tampoco me pertenecen la "idea original" de esta historia, sino que esta basada en el libro "Engaños" de Francine Pascal. Estoy utilizando ambas cosas sin fines de lucro.
ENGAÑOS
CAPÍTULO 7: Cita con el Director
Esa tarde, mucho después, Sora sacó un suéter del cajón de su cómoda, y lo observó unas instantes, antes de menear la cabeza y dejarlo prolijamente doblado sobre su cama. Justo en ese momento, su hermanastra entró como una tromba.
¡Oh, So¡A que no adivinas!
Mmmm… ¿te han elegido Reina Suprema de Todo Japón? Por la expresión de tu cara, digo.
Nop. Prueba de nuevo.
¿Te sacaste diez en todo ?- aventuró la pelirroja.
Tibio, tibio.
¿Es algo humanamente posible?
No.
Entonces… entonces… ¡entonces diría que aprobaste matemática!
¡Correcto!
Pellízcame. Supongo que esto es un sueño- pidió Takenouchi con una sonrisa en la cara.- ¿Cómo sucedió eso?
Quizás algún ángel cibernético acudió en mi ayuda…
Sora arqueó una ceja, disgustada. No entendía del todo lo que Mimi quiso decir, pero creía captar la esencia. Suspirando, decidió olvidarse de su hermana y volver a su placard. Cuando levanto la vista, luego de estar examinando una pollera, vio que la pelirrosada estaba frente al espejo grande y se observaba con gesto sombrío.
So- inquirió- ¿hay algo malo en mi?
Muchas cosas- la fastidio su hermanastra- Pero si te las arreglaste para aprobar matemática, no sé de que te estás preocupando.
No es eso- respondió la otra joven- ¿Crees que me estoy volviendo vieja¿Tengo arrugas?- sacudió seductoramente su larga cabellera rosada- ¿Me han salido canas o he perdido el encanto?
Sora dejó caer suavemente sobre la cama la ropa que tenía en brazos y se acercó a su hermana. Afectuosamente, le apoyó las manos en los hombros y la observó detenidamente.
A mi me parece que estás igual que siempre. Aunque, claro está, te estás volviendo mayor.
¡Sora Takenouchi¡Que cosa tan terrible para decir a alguien?
La pelirroja hizo un gesto como quitándole importancia a la declaración, mientras murmuraba un débil "Nunca cambiará, adiós a tus sueños de maduración" para si misma.
¿Acaso no nos sucede a todos?- interrogó.
Si, pero hay momentos en que pienso que no le importo a nadie en el mundo.
¿A nadie¿O a una persona en particular?- pregunto la mayor, sabiendo para donde enfilaba la pregunta.
A Yamato.- suspiro- Ane¿piensas que no es humano?
¿Por?- Sora no le estaba prestando demasiada atención al asunto.
¿No crees que es terriblemente cruel y duro?
No- respondió Sora, planeando el hermoso bolso que se haría con ese jean hecho harapos- Fue muy amistoso en la fiesta y cuando nos lo encontramos en el centro.
Entonces…¿Por qué no me ha llamado? Le he dado a entender de mil maneras que estoy disponible cuando quiera.
La pelirroja se sintió atravesada por una oleada de culpa al notar la angustia en el tono de la menor. Trató de ocultarla y dijo:
Vamos imouto, dale tiempo.
Justo entonces sonó el teléfono.
Mimi, creyendo en la bendición de un ente divino, corrió a atender
¿Hola?- respondió, ansiosa.
Sora se dio vuelta para guardar un par de botas y, desde lo profundo del armario, le llegó la voz de su hermanastra, mitad remordimiento, mitad decepción.
Ah, hola, Kou. No, lo siento.- la pelirrosada se mordió el labio inferior y retorció el cable del teléfono con el dedo, mientras la mayor la miraba con el ceño fruncido- De en serio, no puedo, me encantaría, pero no. Bien. Cuídate. Adiós.
La pelirrosada cortó la comunicación y suspiró.
Supongo que no era Yamato…- comenzó la conversación la pelirroja.
Era Koushiro Izzumi- dijo la menor sin rodeos.
Ah!- trató de hacerse la sorprendida Sora- ¿y qué quería?
Salir conmigo esta noche. Me dijo que teníamos algo muy importante de que hablar.
Y, por lo que veo, tú le dijiste que no.
Exacto-corroboró Tachikawa.
Creí que tú y él eran amigos…
Si… bueno, no… mas o menos. Es un amor de persona, So, pero, de en serio, no tengo ganas de hablar ahora de eso.
Como quieras- la pelirroja se volteó y siguió concentrada en su guardarropa mientras su hermanastra se balanceaba en el borde de la cama, evidentemente muy nerviosa.
Una vez más, sonó el teléfono, sólo que esta vez fue Sora quien contestó, pues Mimi estaba demasiado abstraída en sus pensamientos.
¿Diga? Ah, hola, Kou, ya te pa…
Pero el muchacho estaba desesperado y, en su atropellamiento, la confundió con su hermana.
Mimi…
Espera un segundo…
Pero él no podía detenerse.
Mimi¿tienes alguna idea de lo que hicimos?
Sora volvió a intentar interrumpirlo, pero él estaba demasiado alterado como para oírla.
Cuando cambié tu nota de matemática, como tú me lo pediste…
Sora se quedó sin aire y luego le lanzó una mirada de furia a la pelirrosada, quién solo la miraba interrogante.
Entrar en el sistema de la computadora, y cambiar tu nota… eso es un delito federal, Mimi. Puedo ir a la cárcel. Y aunque no vaya…- se le quebró la voz- si alguien lo descubre, nunca conseguiré un trabajo como programador de sistemas o alguna otra cosa.
La voz del pelirrojo volvió a interrumpirse. Sora se devanó los sesos, buscando en su amplio repertorio de consejos y recomendaciones algo que decirle, pero él prosiguió antes de que ella pudiera encontrar la frase adecuada.
Todo mi futuro esta en juego. ¿Te has dado cuenta de eso?. Así que lo estuve pensando, Mimi, y decidí lo que debo hacer. No vale la pena arriesgar toda mi vida por algo así. Intente cambiar de nuevo tu nota, pero cambiaron el código de acceso, lo cual quiere decir que nos han descubierto, y que, probablemente, ya nos andan buscando.
Sora jadeó, aterrada.
Así que voy a juntar valor y a hacer lo correcto.- había en su voz un tono tan amargo que la pelirroja se conmovió- Voy a ir con el director Kyuso y le contare toda la verdad- ahora su voz era temblorosa de emoción.- No te pido nada. Yo soy el único responsable. Pero creí que debías saberlo.
Cuando Izzumi por fin se callo, Takenouchi hizo lo mejor que pudo para calmarlo, pese a que estaba furiosa.
Ni hablar. Iré contigo- prometió- Te aseguro que voy a ir.
Antes de que él cortara la comunicación, corroboró, por él suspiro de alivio que él soltó que, a pesar de sus palabras, eso era exactamente lo que necesitaba. Entonces, ella cortó con tanta fuerza que luego debió preguntarse como era posible que el aparato no se hubiese roto. Y se lanzó, como un torbellino, hacia su hermanastra, quien la miraba con carita de perro apaleado debajo de la lluvia.
Él que llamó era Koushiro.
Lo sé- respondió la pelirrosada.
Creo que eres muy… pero muy…- Sora no encontraba la palabra precisa para describir lo que pensaba acerca de ella.
Sora¿qué te pasa?
¡Que Kou me contó lo que le hiciste hacer, eso me pasa!
Decir que Mimi se puso lívida ene se momento sería un desprecio a la coloración mortuoria que su rostro tomó en esos momentos.
¿De en serio?- preguntó en un susurro.
¡CLARO QUE SI¿Sabías que puede ir preso por eso?- la cara de Mimi, al escuchar estas palabras, palideció aún más, si eso era posible- ¡Y ahora, como es correcto, va a ir a contarle todo al director¡Y tú vas a ir con él!
Mimi agacho la cabeza, suspiro, y evaluó sus posibilidades: por un lado, quedarse cómoda en la tranquila seguridad de su casa, pero abandonar al pelirrojo que se había metido ene se lío solo por su culpa, y, claro esta, soportar la mirada de hierro y la voz inflexible de Sora durante largo tiempo; por el otro, poner su cabeza debajo de la cuchilla de la guillotina, pero complacer a su hermana, ayudar al pelirrojo y quedar a bien con su conciencia. Lo meditó unos segundos, para finalmente decir, en una voz apenas audible.
Esta bien. Iré.
No era una pregunta- aclaró la pelirroja mientras la arrastraba y la hacia subir a empujones a su auto.
Viajaron en estricto silencio. Mimi, arrebujada en su asiento, iba con los labios apretados y los ojos cerrados, como ya anticipándose al castigo que iba a sufrir. Sora manejaba rápida pero cautelosamente, y cada tanto le dirigía una mirada de completo reproche a su hermanastra.
Finalmente, llegaron al colegio y se dirigieron directamente a la oficina del director. Cuando, las atendió Kiyomi, la secretaria, Sora preguntó:
Konichi wa, Kiyomi- san, sumimasen¿estaría el sensei Kyuso?
La mujer deslizo los anteojos hasta la punta de su nariz para poder ver bien a la pelirroja y a su acompañante.
Hai, pero me pidió que nadie lo molestara. Está muy ocupado.
¿Por casualidad está con Koushiro Izzumi?
Kiyomi se asombró sobremanera.
¿Cómo adivinaste?
No tiene importancia- respondió la pelirroja- Avísele que Mimi y yo estamos aquí, por favor; él nos espera.
Bien, si tú lo dices- dijo la mujer mientras golpeaba la puerta del despacho del director.
Oniji Kyuso, director de la secundaria de Odaiba, respondió con un aullido.
¡Le dije que no quería que nadie me molestara!
Sora Takenouchi y Mimi Tachikawa están aquí, señor.
¿Takenouchi y Tachikawa- san? Dígales que pasen.
Kiyomi abrió la puerta a las muchachas y les hizo señas de que entraran. La habitación tenía un clima opresor, aunque esto quizás dependiera solo de la situación. Koushiro se encontraba sentado en una silla, con el semblante pálido como un muerto, y un semblante de tan evidente alivio se pinto en su rostro cuando entraron las jóvenes, que sería imposible describirlo con palabras. El director Kyuso, en cambio, se encontraba de pie y de espaldas, mirando por la ventana que daba al patio.
Shitsureishimasu, Sr. Kyuso.
El hombre solo hizo un gesto con la mano, permitiéndoles la entrada. Dos segundos después, giro 180º sobre sus talones y clavo en Mimi una mirada acusadora, mientras con un dedo severo le indicaba la silla de al lado del pelirrojo.
Bien, Mimi- san- dijo, enojado- ¿tienes algo que decir en tu favor?
Nada- dijo la pelirrosada, con su mejor carita de perrito apaleado debajo de la lluvia.
Pero nada de eso tuvo su efecto en el rígido y severo director, así como antes no lo había tenido en la pelirroja.
Explícame.
Nosotros no creímos que fuera algo malo…
¿Nosotros, Izzumi- san dice que él es el único responsable.
Mimi dudó. Por un instante, solo por un instante, pensó en confirmar lo que el hombre le estaba diciendo. Pero la mirada fulminante de su hermanastra clavada en su nuca, la mirada suplicante del pelirrojo agonizando sobre su mejilla izquierda, y esa nueva voz que empezaba a hablar en su cabeza la detuvieron. Por no mencionar esa voz, al principio apenas inaudible, pero ahora ya en un volumen bastante más que considerable que hacia rato había empezado a hablar en su corazón…
No, señor. El plural está correctamente empleado.
Muy bien- dijo el señor Kyuso, algo más satisfecho- quiero oír toda la historia.
Koushiro estaba por comenzar a hablar, pero la pelirrosada lo detuvo llevándose un dedo a la boca y sujetando con su mano libre la mano del pelirrojo.
Yo sólo le pedí a Kou que me enseñara a manejar las computadoras- se estremeció ante la mirada helada del director- Bien, en una de esas "clases", yo le pedí que cambiara mi nota de matemática. Él solo se dejo llevar.
El rostro del director estaba casi violeta.
¿Sabían que puedo suspenderlos a los dos por esto?
Los jóvenes palidecieron.
Yo soy la instigadora, así que, si debe haber algún culpable, esa soy yo- reclamó la culpa Mimi, con el rostro lleno de lágrimas.
No, señor, eso no es así- el pelirrojo se atragantaba con las palabras, tratando de ayudar a la joven-si nos remitimos estrictamente a los hechos, yo fui quien cambió la nota, por lo tanto yo soy quien debe ser castigado.
Sora llevó la mirada del uno al otro, sonriendo. Ahí había algo más que, acababa de nacer, y ya estaba floreciendo, se dijo la pelirroja. Ahí había amor, pero no el flechazo fugaz que Mimi sentía por Yamato, ni la admiración obnubilante que el pelirrojo siempre había sentido por su hermana, sino amor del bueno, amor puro, aunque el pelirrojo aún lo creyera algo vano y Mimi aún fuera demasiado ciega como para verlo. Y, recién consciente de esto, que cambiaba totalmente las cosas, decidió que no podía quedarse de brazos cruzados viendo tan desdichada a su hermana.
Oh, señor, por favor, déles otra oportunidad- pidió, con lágrimas en los ojos- Estoy segura de que no se daban plena cuenta de lo que estaban haciendo.
No lo creo. Ambos dos son lo bastante mayores como para tener conciencia sobre sus actos.
¡Pero todos cometemos errores! Esa suspensión podría arruinar la vida de ambos. Y estoy segura de que no volverán a hacerlo. Soy garante de ello.
El director contempló a su estudiante preferida durante unos segundos. Luego suspiró y, por último hablo.
Yo había planeado suspenderlos a los dos. Pero Sora me hizo cambiar de opinión. Ambos dos quedan absueltos. Pero sabe que solo lo hago por ti, Sora- san.
Los dos jóvenes comenzaron a inclinarse repetidamente y a deshacerse en agradecimientos, pero él los freno con un gesto.
Esta tarde cambiamos el código de acceso a nuestra computadora. E hice cambiar la calificación de Mimi a la primitiva y verdadera- luego se puso de pie-Eso es todo. Pueden irse.
Los jóvenes se retiraron aliviados; antes de cerrar la puerta, Sora dijo.
Arigato gozaimasu, sensei Kyuso.
Dou itashimashite, Sora-san, dou itashimashite.
Los pelirrojos y la pelirrosada caminaron en silencio hasta la puerta del colegio. Hasta que llego el momento de despedirse.
Si quieres, puedo acompañarte a tu casa…- ofreció el pelirrojo, emparejando el color de su cara con el de su cabello.
Mimi miro a su hermana interrogante.
Que casualidad, Kou, yo tengo que pasar por lo de Miya, y a Mi-chan le aburren tanto estas visitas…- dijo la pelirroja con tono casual, lo que le valió un gran abrazo de parte de su hermana.
ane cariñosamente, hermana mayor
imouto cariñosamente, hermana menor.
konichi wa buenas tardes
sumimasen discúlpeme, perdóneme
Shitsureishimasu con su permiso
arigato gozaimasu muchas gracias
dou itashimashite de nada
