HOLA!

Ya sé que dije que actualizaría una vez a la semana, pero me entusiasme!

Otra vez gracias por los reviews y los cálidos comentarios.

Si, ya sé que fui un poco cruel con los chicos en el cap. anterior.

Pero recuerden que en el anime y el manga Yahiko también es golpeado por una turba de maleantes y no sale mal erido.

El ideal continúa

Cap. 3.- Desencuentros

En el camino a lo que Kiriko sabía que sería la experiencia más dolorosa de su vida, ella comenzó a pensar en cuales eran sus posibilidades. Seguramente en cuanto combate ella no tendía una chance. No porque no fuera buena, Kiriko estaba segura de sus habilidades, pero si su hermano, que ella, aunque no le gustara admitirlo, era mejor (SOLO POR SU EDAD; se repitió la niña), había sido brutalmente golpeado.

Seguramente no tendré una chance contra tantos al mismo tiempo, pensó Kiriko.

Al final, se enfrentó al capitán. Kiriko es una niña muy orgullosa, de esas que se caen, y aunque se raspen la rodilla no lloran, se levantan y siguen adelante. Por eso, su plan le avergonzaba un poco, pero era lo único que podía pensar.

El capitán le dio charla similar que su hermano, diciendo lo buena que ella era y como sus tropas se tenían que entretener.

Le ofrecieron el shinai, que ella deseaba con fervor. Lo miró y lo miró. Respiró hondo. El show comenzó.

Primero su labio inferior comenzó a temblar. Después sus ojos se agrandaron y se tornaron brillantes con lágrimas. Se arrodilló en el piso y empezó a gritar

"OTOU-CHAN! KAA-CHAN! Quiero a mis padres!" los gritos hacían eco en el barco. Lágrimas gordas y gruesas caían por las mejillas ruborizadas de la niña.

"Mmmm... jefe" dijo uno de los hombres

"CAPITAN; AHOU! CAPITAN, cuantas veces debo decirlo" dijo exasperadamente el hombre alto y robusto que llevaba parche.

"Mmmh... capitán... no es un poco... bajo? Incluso para nosotros pegarle a una niñita?" dijo uno de los hombres de la turba. Se escucharon voces asintiendo.

"Che... estúpidos" susurró el capitán. Mientras la niña lloraba y lloraba, cada vez mas fuerte.

"Además, si no se va a resistir y a demostrar su supuesto nivel... que gracia tiene?" se animó a decir otro hombre, que personalmente le parecía desagradable golpear a una niñita.

Otros hombres asintieron, incluso los más borrachos y revoltosos tenían pensamientos encontrados. Como le podían pegar a eso? La niña era demasiado bonita y tierna como para golpear. Cabello rojo y brillante llevado atado bien arriba con un brillante moño azul. Ojos grandes y lilas en una carita redondita con cachetes rozaditos. Kiriko lo sabía, luchó la urgencia de sonreírse y en cambio siguió llorando.

Los gritos de la niña por sus padres ponían incómodos a todos
"Llévense eso de mi vista, me esta provocando dolor de cabeza!" gritó el capitán. "Y denle algo de comer a ver si se calla de una vez!"

Kenshin miró el sol por décima vez ese día. Las horas pasaban y el barco en el que iban sus hijos se alejaba más y más. A este paso no lo alcanzarían. Sin importar lo directa que fuera la ruta que tomaron, cortando por un bosque, pero aún así no era suficiente.-

En esta ruta no había trenes todavía, lo único que podía pensar era en alquilar algún carro cuando llegaran al próximo pueblo.

Para sorpresa de Kenji, Kiriko retornó sana y salva, con una bandeja de comida variada para los dos.

'Pequeña enana calculadora' pensó Kenji luego de escuchar el relato de su hermana de cómo se había escapado de su cruel destino.

Similar técnica funcionaba muy bien con su padre, Kiriko había escapado de unos cuantos castigos gracias a ello.

Bueno, pensó Kenji, con otou-chan funciona cualquier cosa, Kaa-chan es mas difícil de engañar! De pronto extrañó mucho su hogar.

Dos días mas pasaron, afortunadamente nadie les había venido a buscar. Una ración de comida les llegaba al medio día. Y los chicos se mantenían distraídos entrenando. Kenji, aunque llevaba algún moretón que otro, no estaba adolorido y se había recuperado por completo.

Dos veces al día, les iban a buscar para llevarles al baño para asearse y los demás hechos biológicos. En la breve excursión que esta actividad tomaba, Kenji aprovechó a estudiar cada rincón, cada puesto.

Esa mañana se alegraron cuando escucharon gaviotas y descubrieron que el barco había parado. Sonidos típicos de un puerto llenaron sus oídos.

Pronto, fueron a buscarles y los llevaron a cubierta. Kenji miró hacia tierra firme y descubrió que era un simple pueblo pescador. No lo conocía.

Rodeados por muchos hombres, fueron bajados del barco y escoltados hasta una carreta.

"...no te preocupes, haré la entrega, como siempre" dijo un hombre que tenía un sombrero de paja, mientras encendía un cigarrillo.

"Esta vez es especial estúpido" dijo el Capitan imponiendo la voz "tienes que tener especial cuidado, estos chicos son peligrosos, no son mocosos comunes"

El hombre del parche hizo un gesto y dos hombres prosiguieron a atar a Kenji y Kiriko. Las apretadas cuerdas lastimaban un poco las muñecas atadas en sus espaldas.
Fueron cargados a una carreta como si fueran bolsas de papas y luego les cubrieron con telas.

Los gritos de protesta de Kenji no importaron en lo más mínimo. En la carreta también colocaron el shinai de Kenji.

La carreta se alejó, perdiéndose en un camino que iba hacia el medio del campo, destino incierto.

Luego de un día entero de viaje en una modesta carreta, llegaron al primero de los puntos que Kenshin había marcado en el mapa.

Era un pequeño pueblo pesquero, y algunos barcos paraban allí para abastecerse. Descubrieron el navío que venían siguiendo.

Cuidadosamente, ya que en los pueblos pequeños las noticias vuelan, decidieron ir hacia el barco tratando de pasar desapercibidos.

Inconscientemente, Yahiko tocó su sakabatou, lo que más deseaba en el mundo era lanzárse dentro del barco, patear traseros y rescatar a sus 'hermanitos'. Una mano en el hombro le recordó que tuviera paciencia. Kenshin le conocía muy bien.

"Esperemos a que caiga la noche... y entonces nos infiltraremos" A la hitokiri, pensó Kenshin.

"Kaoru"

"Si Kenshin?"

"Tu te quedarás aquí mientras tanto"

La expresión de Kaoru pasó de calma a enfadada, quería golpear a su esposo con su bokken, pero la mirada seria de Kenshin le detuvo.

Mientras el kenshin-gumi hacía planes de rescate, los chicos a ser rescatados estaban a varios kilómetros de allí.

Acababan de llegar a una gran mansión, rodeada con un muro muy alto alrededor.

El porqué había una mansión de tres pisos en el medio del campo escapaba de la lógica de Kenji.

Fueron descargados de la carreta con la misma gentileza con la que fueron colocados en ella; ninguna.

En el hall enorme y decorado con ornamentados candelabros y muebles occidentales había una escalera en el medio que subía al primer piso.

Allí parado estaba un hombre, utilizando zapatos, pensó con un poco de horror Kenji. Dicho hombre tenía un traje de negocios gris y un habano en la boca. Era el típico gordo bastardo.

"Ohh, veo que han llegado!" dijo casi emocionado.

"QUIEN ERES Y QUE DIABLOS QUIERES DE NOSOTROS!" dijo Kenji, paciencia cero.

"Mira muchacho, esta bien, te lo explicaré. Todo esto que ves lo he logrado gracias a mi bien organizado negocio.

Mi negocio, cuyos detalles no importan por ahora, esta bien protegido por talentos que he recogido alrededor de japón. Siendo visionario, no me importa que seas algo joven para empezar, cualquiera me viene bien si tiene el talento"

A Kiriko le importaba un bledo el discurso del tipo, se estaba cansando de escucharlo y no entendía a que iba con todo esto.

"Tu hermana es otra historia, que uso es una kendoka de 8 años? Pero para ella tengo otros propósitos, por ahora" Haciendo un gesto con la mano un hombre cargó a Kiriko cual saco de arroz y se la llevó desapareciendo por una puerta de atrás.

Los gritos y pataleos de ambos hermanos hicieron poco para evitarlo.

"Mira, es simple muchacho, o trabajas para mi, o te traeré dedito por dedito en una bandeja de plata hasta que me hagas caso" dijo el hombre con tan simplicidad que parecía que hablaba del clima.

Kenji bajó la cabeza, sus ojos escondidos detrás de su cabello rojo obscuro. Un par de gotas cayeron al piso, pero el hombre no le vio llorar.

"Y no pienses en rescatarla, estará vigilada las 24 horas y al mas mínimo movimiento tuyo, bueno, ya sabes, en lugar de un dedito te traeré su corazón en una charola, que te parece?" el gordo comenzó a reír y Kenji se puso furioso, tanto, que las cuerdas en sus manos comenzaron a cortarle la piel y sus muñecas sangraban. Su mirada feroz.

Al gordo no le importó "Llévenselo" dijo

Y Kenji fue arrastrado a la dirección contraria de su hermana.

Luego de salir por la puerta trasera de la mansión y caminar hasta un gran depósito a unos cientos de metros detrás de esta, Kiriko fue introducida a un horrible lugar, el piso de tierra, con varios futones viejos uno al lado de otro. La habitación era larga y las paredes de piedra estaban despintadas y mohosas. Al fondo pudo ver a un grupo de niñas y niños, kimonos grises y sucios, caras tristes cansadas, ojerosas. Delgados-

Algunos cortaban telas con tijeras, otros cocían.

Estaban fabricando kimonos de seda.

"Bienvenida a tu nuevo hogar, ahh, y si escapas, tu castigo será tan severo que desearás estar muerta" dijo el hombre desapareciendo por la puerta, luego de soltar a Kiriko. Las marcas de las ataduras le quedarían por un par de días.

Caminó hacia los niños pero ninguno le miró.

"A ver, niña nueva, tu nombre" dijo una mujer delgada con el pelo recogido de forma severa, su kimono era simple, de mujer pobre, su obi también.

Aunque sucio y roto en algunos lugares, kiriko miró su propio kimono, sus padres siempre la tenían vestida con lo mejor que podían pagar. Estos niños tal vez ni siquiera tuvieran padres, pensó Kiriko, o tal vez los habían secuestrado igual que a ella. Les iba a preguntar, pero se dio cuenta que la mujer seguía esperando respuesta.

"Himura... Himura Kiriko"

"Kiriko entonces, aquí no hay necesidad de apellidos" dijo. Tomó a kiriko del brazo y la llevó a un rincón, le arrancó su moña azul e ignorando los gritos de protesta de la niña le cortó el cabello.

A continuación le quitó el kimono y le colocó otro, igual de pobre y viejo que el que tenían los otros chicos.

"los apellidos son para quienes tienen familia, entendido!" dijo la mujer severamente, Kiriko no asintió, pero tampoco dijo nada.

Kiriko estaba avergonzada, dolida y enfadada que le hicieran esa brutalidad frente a los otros niños. Pero increíblemente, nadie había mirado en su dirección. Tenían mucho miedo como para hacerlo.

A pesar de estar en estado de shock, no pudo evitar sentir pena por los otros chicos. A ella, no le importaba lo que la brutal mujer le hiciera o dijese, ella era HIMURA KIRIKO, hija de Himura Kenshin el policía secreto! Hija de Himura Kaoru la dueña del Dojo en donde vivian. Y sabía que en cualquier momento sus padres entrarían por la puerta a salvarle, estaba segura de eso.

"Sabes bordar niña?" preguntó la mujer

"Nani?" dijo confundida Kiriko

"Bordar estúpida, por tu kimono vienes de una buena familia, que tus padres no te enseñaron nada!"

"CLARO QUE SI! Soy la mejor de mi clase!" dijo desafiante, por esto recibió un duro golpe en la mejilla

"Nunca me levantes la voz, entendido? Y me llamarás SEÑORA aquí, mi palabra es oro para ti si no quieres morir de hambre"

Kiriko se tomaba su enrojecida mejilla. No podía creer que los otros chicos soportaran esta brutalidad todos los días. Como heredera de kamiyaa kasshyin no podía perdonarlo. Pero ahora no era el momento de revelarse. Asintió con la cabeza

"Si señora" dijo manteniendo la mirada. A la fría mujer no le gustaba esa mirada, el espíritu de la niña estaba lejos de ser quebrantado.
Ya cambiaría eso pronto. Pensó sonriéndose.

El resto de la tarde, Kiriko la pasó en silencio mientras tímidamente alguno de los chicos le explicaba sus nuevas tareas.

Kenji fue encerrado en un cuarto en el sótano. Otra vez, desarmado y sin posibilidades de escape, y lo peor. Kiriko. Su hermana estaba en algún lugar y no podía arriesgar su seguridad. En rabia, golpeó una pared de concreto. Se lastimó un poco la mano, pero no le importó.

Llegó la noche. El guardia del barco ni supo lo que le sucedió cuando cayó inconsciente.-

Dos figuras se hicieron paso al interior del poco vigilado navío.

Los hombres iban cayendo silenciosamente.- Claro, la mayoría de ellos estaba borracho y además, no esperaban ataque de ningún tipo.

Abrirse camino fue mas que fácil. Pero sin importar donde buscaran no había rastro de los chicos.

De pronto, alguien que venía de una ronda del pueblo, descubrió a sus compañeros inconscientes en cubierta y gritó en alarma.

El capitán y otros miembros se hicieron presentes.

La pelea fue fácil y pronto toda la tripulación fue derrotada, el capitán tenía una catana apuntada a la frente y un pelirrojo embravecido mirándole severamente.

"Que quieres con nosotros!" dijo jugando al inocente el capitán "Somos un pobre barco comercial"

"Ni siquiera lo intentes "Dijo Yahiko con la misma intensidad que kenshin en los ojos "Sabemos que tienen a dos chicos prisioneros aquí"

"che..." dijo el capitán "Demasiado tarde, a esos revoltosos los tiré por la borda, eran muy..."

El hombre vomitó cuando una empuñadura conectó con la base de su estómago.

Yahiko, sin bajar la guardia dijo "Ni siquiera lo intentes; quieres, DINOS LA VERDAD!"

Kenshin ni se inmutó por la violencia demostrada por su protegido, si Yahiko no lo hubiera hecho, el sí.

El capitán se repuso un poco, mientras se limpiaba la boca con el reverso de su mano se incorporó.

"Bien, digamos que ya los entregué... siguieron el camino noroeste en una carreta..." dijo respirando con dificultad.

"Con que destino?" preguntó Kenshin.

"No lo sé. Hice la entrega, ya no es mi problema".

Kenshin no pudo evitar sentir rabia, se estaban pasando a sus hijos entregándolos de un lado a otro como si fueran cargamento, y siempre, sin importar cuanto lo intentaran, estaban un paso atrás.

Enfundando sakabatou en un movimiento entrenado y seguro Kenshin se dio vuelta y comenzó a partir. Yahiko mantuvo la mirada de los hombres, retándolos a que les siguieran. Nadie se animó.

Kiriko lloró quietamente esa noche. Lloró porque extrañaba su hogar, sus padres, a Yahiko-nii y Tsubame-nii... a todos en realidad.

Pero también lloró por la cruel realidad en la que se encontraban los niños que le acompañaban en esa horrible situación.

La mañana llegó y le despertaron a las 5 de la madrugada. La llevaron a donde había una pequeña huerta y le hicieron trabajar la tierra.

En determinado momento, cuando se aseguró que nadie estuviera cerca como para escuchar, Kiriko se arrimó a un delgado niño que ella suponía tenia su misma edad y susurró "Hey... dime, sabes de alguna manera de escapar de aquí?" preguntó.

El chico abrió los ojos en pánico y dijo "SHhh, si te escuchan nos castigan a los dos". El chico siguió trabajando, ignorándola.

Kiriko no lo podía creer, toda la mañana estuvo intentando hablar con los chicos que tenía cerca pero ninguno le prestaba atención.

Cuando llegó el medio día no había logrado hablar con nadie. Le sirvieron una ración de arroz prácticamente crudo, y nada más. Ahora entendía porqué esos chicos estaban tan delgados.

La mirada de la cruel mujer a la que debía llamar SEÑORA, no le abandonaba ni un minuto, además kiriko sabía que cerca había guardias, sin contar el muro enorme que rodeaba la propiedad. Aún así, esa noche, haría el intento de escape.

Ese mismo día, también a altas horas de la madrugada, Kenji fue despertado y llevado a una habitación con varios individuos armados.

Le explicaron que le necesitaban para una misión muy importante.
Esa misma noche, mientras su hermana hacía planes para escapar, el se encontraba a unos cuantos kilómetros de la mansión.

Kenji maldijo silenciosamente a todos los tipos con los que estaba, mientras le empujaban por una ventana pequeña de un edificio de gobierno.-

'Perfecto', pensó Kenji, 'un día en la banda y ya me tienen robando para ellos'

Silenciosamente fue hasta un armario y extrajo todos los documentos que le habían indicado que tomara. Luego salió y fue recibido por los otros miembros de la banda, que lo felicitaron.

'Lo siento Otou-san' pensó Kenji 'lo que estoy haciendo es una deshonra, pero es por Kiriko-chan'

"MOU esto es INÚTIL!" dijo Kaoru en frustración, habían viajado todo el día, por lo que parecía ser el medio del campo. El camino indicado por el capitán del barco no llevaba a ningún lado. Miraron el mapa, pero como los pueblos pequeños no aparecen en el no sabían si seguir o no. Finalmente se encontraron con una granja, donde un amable anciano les explicó que no había nada más que campos y más campos en la dirección que ellos iban.

Kenshin se maldijo, el capitán les había mentido y ellos cayeron. Habían perdido ya un día entero, y seguro que si regresaban, para entonces el barco habría desaparecido.

De todas formas, regresaron al pueblo, tal vez allí encontrarían una pista.

Esa noche, mientras Kenji se infiltraba en el edificio de gobierno, Kiriko se levantaba y sigilosamente se hizo camino a la puerta. Miró a la cruel mujer que le cortó su hermosa cabellera y se aseguró que la misma estuviera dormida.

Antes de salir, miró a los chicos una vez más y se prometió a si misma que volvería a sacarlos, pero antes tenía que encontrar a Kenji.

La luna llena iluminaba la zona y Kiriko se sintió confiada, su pequeño tamaño la mantendría desapercibida si era cuidadosa.

Agachada y con mucho cuidado, haciendo zigzag en algunos árboles para cubrirse llegó hasta la pared de la casa. Vio un guardia, pero sabía que no podría noquearlo, se mantuvo escondida y el guardia pasó sin notarla.

Soltando la respiración que no sabía que estaba aguantando comenzó a seguir la pared en busca de alguna ventana abierta. Pronto encontró una.

Ingresó a lo que parecía una biblioteca. En un costado de la habitación había una gran chimenea rodeada de robustos sillones. Pero lo que le llamó la atención fue la vara metálica que se utiliza para atisbar la leña. Con una sonrisa, la tomó, ya no estaba desarmada.

Asomó con cuidado la cabeza a lo que parecía un pasillo con muchas puertas.
Se maldijo cuando su plan encontró esta terrible falla, no tenía ni idea donde estaba Kenji, y la casa era enorme.

Con mucho cuidado, decidió que lo mejor era ir puerta por puerta.

"Kaoru?" suspiró Kenshin sin sacar la mirada del camino, era su turno manejar la carreta ya que Yahiko lo había estado haciendo durante horas. Ahora el muchacho dormía en la parte de atrás, Kaoru había insistido en acompañarle en el asiendo de adelante.

"Nani Kenshin?"

"Crees que hicimos bien... en elegir el camino de la espada para nuestros hijos?" suspiró Kenshin

Kaoru pensó un momento, antes de poder decir nada Kenshin agregó.

"Si fueramos una familia normal, si nuestros hijos fueran normales y no tuvieran ninguna habilidad... nadie les habría tomado interés" dijo Kenshin apretando su puño.

"Eso no puedes saberlo Kenshin, si yo hubiera sido una niña normal, crees que hace once años hubiera salido a retar a Hitokiri Battousai solo con una espada de madera?"

Kenshin respiró hondo "Precisamente mi punto Kaoru, si tu padre no te hubiera enseñado... entonces..."

Kaoru lo cortó "Entonces nunca te hubiera conocido, nunca te hubiera amado, probablemente Yahiko seguiría con los Yakuza, yo hubiera perdido el Dojo y estaría casada con algún gordo viejo y sería infeliz" dijo Kaoru con una sonrisa. "Quieres que siga?" dijo Kaoru levantando una ceja, Kenshin entendió el punto, la imagen mental de su Kaoru con un hombre gordo y viejo le hizo hervir la sangre.

'Y yo... probablemente estaría muerto' pensó Kenshin.

"Aún así Kaoru, no puedo evitar pensar..."

"Kenshin, como padres, tenemos el deber de pasarle nuestros ideales a nuestros hijos. Pero fue decisión de ellos detener al hombre que robó aquel negocio".

Se quedaron en silencio unos minutos "Kenshin... tus padres eran granjeros... sin embargo te convertiste en el mejor guerrero de japón. No se puede controlar el destino."

"Ah..." dijo Kenshin.

Kaoru le puso una mano en el hombro, no eran necesarias más palabras.

Kiriko llegó hasta lo que reconoció como la cocina. Dos hombres asaltaban la despensa, parecían guardias.

"Y cuando dices que vuelven?" dijo el más alto.

"Mañana en la tarde, la ciudad queda lejos AHOU" el otro respondió

"Ya lo sé. Esa pequeña rata que adquirimos ayer vino al pelo. Al principio cuando vi al flacucho muchacho dudé que fuera de algún uso"

Mientras hablaban los hombres sacaban comida de la despensa.

Entonces Kenji no estaba en la mansión...

'QUE PORQUERíA!' pensó Kiriko utilizando la palabrota más fuerte que se le ocurrió.

Decidió volver, pero antes de ingresar al depósito donde ella y los otros chicos dormían escondió su nueva arma en un lugar donde lo pudiera encontrar fácilmente la siguiente noche.-

Justo antes de meterse en su cama, vio la mirada fría y cruel de SEÑORA, Kiriko tragó saliva.-