HOLA MINNA!
Este capi demoró mas pero creo que vale la pena porque es mas largo que los anteriores, me esmeré mucho con las peleas y espero que les guste!
Ya les voy diciendo que este es el capitulo final, pero falta el epílogo.
Otra vez quiero agradecer a mis amorosos lectores que dejaron reviews, MUCHAS GRACIAS, su apoyo me motiva a escribir más.
Bueno, mejor me voy despidiendo porque seguro ya quieren empezar a leer!
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El ideal continúa: RevelacionesKenji analizó la situación, y no era buena. Todos sus cálculos le decían que iban a perder. Sentía una impotencia tremenda, se suponía que Kamiya Kashyin Ryu era la espada que protege, en ese momento, Kenji pensó, apenas podré protegerme a mi mismo, mucho menos a Kiriko.
Recordó algo que le dijo Yahiko un día "No olvides Kenji-chan, que Kashyin Ryu es la espada que protege, y por esto tienes una doble responsabilidad. Porque si pierdes, no sólo serás tú el que pierda la vida, también la persona que proteges".
Kenji tragó saliva y miró de reojo a su hermana "KIRIKO! QUEDATE DETRÁS DE MI Y OCUPATE DE TU DEFENSA!"
"HAI" dijo la pequeña.
Finalmente el primer golpe conectó, Kenji bloqueó, desvió, utilizó la fuerza de su oponente en su favor y lo derribó.
Adrenalina corría por sus venas y sentía una energía increíble. Sería esto Kenki? Por supuesto Kenji sabía lo que era, pero era la primera vez que lo experimentaba.
Por momentos veía a sus enemigos como si ellos se movieran lentamente, podía ver perfectamente el arco de sus golpes, esquivarlos y golpearlos otra vez.
Finalmente, cuando estuvo ocupado con dos al mismo tiempo, con horror vio como un tercero se hacía camino detrás de él.
"GOLPE PROHIBIDO!" se escuchó la voz de Kiriko. Y un grito agonizante rompió en la noche. Kenji sintió un poco de pena por su enemigo, vamos, él era hombre, y ese tipo de dolor no se le desea a nadie.
En total iban cuatro pero faltaban unos tantos más. Los silbatos hacían eco en el perímetro de la mansión y las luces se encendían en varias ventanas.
Cada vez quedaba menos tiempo para escapar. Kenji miró la altura del muro, era muy muy alto, pero tal vez... tal vez podía hacer el intento. Proyectando su nuevo kenki para saltar. Claro, nunca lo había echo, pero sabía que podía hacerse, había visto a Yahiko y a su padre hacerlo muchas veces. Pero con Kiriko...
Por supuesto él quería sobrevivir y salir de esa situación, pero nunca se perdonaría si le sucedía algo a su hermana. Y si así fuera, como podría mirar a la cara a su padre nuevamente, o a su madre?.
NO; perder, no era algo que podía permitirse, iba contra todos los ideales que le habían enseñado.
Kiriko vio la situación, sabía que Kenji se estaba sacrificando por ella, y deseó con todas sus fuerzas no ser tan pequeña e indefensa.
Cuando esto terminara, iba a entrenar el doble, iba a ser mas fuerte. Pensó en los chicos que estaban prisioneros, 'algún día podré protegerlos'.
De pronto los CLANG, CLANG, de metal chocando contra metal se podían escuchar, uno de los hombres que peleaba con Kenji tenía una espada de verdad. Las cosas se habían complicado aún más.
Tres... tres contra Kenji, no importa lo bueno que fuera su hermano, eso era definitivamente no justo, pensó Kiriko. Dos de los hombres tenían simples varas, y uno de ellos una espada fina y algo corta.
Kiriko conocía a su hermano a la perfección y vio que estaba teniendo dificultad para bloquear a los tres hombres. Antes de que una de las varas de madera lo golpeara, el shinai de Kiriko interceptó.
Ya no podía quedarse detrás mirando.
Kenji se maldijo, pero qué podía hacer, ese golpe seguramente hubiera contactado con su hombro.
Habían llegado más hombres, pero simplemente estaban mirando, algo divertidos, como sus compañeros eran derribados por dos pequeñitos.
Pero pronto también se unieron a la batalla, seguramente ellos sí podrían contra los pequeños, pensaron.
Claro, siete hombres adultos contra dos niños de ocho y diez años, no era muy justo, pero esa no era una preocupación para ellos. Después de todo eran mal vivientes.
Mientras Kiriko bloqueaba a uno, otro logró golpearla con una vara en el hombro. Con un grito de dolor el shinai de Kiriko cayó al piso. La niña quedó de rodillas tomándose su hombro izquierdo, lágrimas escapando de sus ojos, los dientes apretados.
"KIRIKO!" gritó Kenji. En un instante saltó delante de su hermana. Volvió a sentir como aumentaba esa sensación que tenía en las venas. Delante de él había como seis hombres. Levantó la vara en modo de defensa absoluta y una mirada feroz salía de sus azules ojos.
Un grito feroz de combate escapó de sus labios en el momento en que los hombres se lanzaban hacia él.
Un grito aún mas fuerte hizo eco en la noche. Un grito salvaje de combate. En un segundo Kenji vio como su padre había aparecido de la nada delante de él.
"OTOUCHAN!" gritó Kiriko cuando lo vio. Kenji no habló, pero sus ojos estaban grandes, no podía creer lo que estaba viendo, y sintiendo.
Podía sentir una energía brutal provenir desde su padre, que estaba quieto delante de Kiriko y de él, bloqueándolos del camino de sus agresores.
Todo pasó muy muy rápido, Kenji apenas pudo verlo, los hombres gritaron uno tras otro, se escuchaba el horrible sonido de un golpe y un hueso rompiéndose, una y otra y otra vez.
Pronto, delante de Kenshin habían más de ocho hombres inconscientes, regados en el piso como si fuera una masacre.
A unos metros de allí guardias armados con rifles estaban apuntando a la recién reunida familia. Ni supieron lo que les pasó cuando el caño sus rifles de pronto se partió a la mitad.
Un muchacho con cabello algo puntiagudo y una sonrisa arrogante los miró "Ni lo piensen", dijo.
Kenji estaba paralizado, sus manos todavía apretando fuertemente la vara metálica que le hubiera servido a suerte de arma.
"Kenji-chan?" dijo su padre colocándole al muchacho una mano en el hombro. Kenji no respondió, su respiración dificultosa y acelerada, sus ojos algo desenfocados.
"Kenji... hijo, estas bien?" Kenshin se arrodilló frente a su hijo y puso sus manos en los hombros del niño. Kenji no respondió.
Con cuidado, Kenshin tomó el extremo de la vara metálica que su hijo sostenía y la bajó. En el siguiente movimiento abrazó a su hijo murmurándole en el oído "Shhh, está bien Kenji, ya puedes bajar la guardia... Yahiko y yo estamos aquí... se terminó"
Kenji soltó el aliento y su cuerpo perdió la rigidez que tenía, prácticamente cayó en los brazos de su padre, exhausto.
Kenshin levantó la vista y por primera vez vio a Kiriko con detenimiento. Su cabello estaba corto y desordenado, en su delicado rostro había una mancha negra en su mejilla derecha. Además, la niña estaba arrodillada en el piso tomándose del hombro. Sin soltar a su hijo mayor, en un movimiento rápido y con cuidado de no tocar el hombro aparentemente adolorido de su hija, la envolvió con su brazo libre. Kiriko comenzó a llorar, ahora fuerte y sin aguantarse.
Kenshin le susurraba palabras reconfortantes al oído, eso pareció calmarla un poco.
Estuvieron abrazados así un par de minutos. Detrás de ellos se pudo escuchar golpes en el gran portón de madera. La voz de Kaoru fuerte y clara "OIGAN, déjenme pasar, no es justo, saben que no puedo saltar muros como ustedes, KENSHIN, YAHIKO!".
Kenshin se levantó y con algo de esfuerzo logró quitar la pesada barra que mantenía el portón cerrado, revelando una iracunda Kaoru del otro lado, bokken en alto. "BIEN, DONDE ESTAN LOS COCHINOS!" dijo Kaoru mientras entraba. A Kenshin le apareció una pequeña gota en la cabeza y señalo a la pila de hombres inconscientes. Antes de que Kaoru pudiera quejarse de que no le habían dejado a nadie para que ella golpeara vio a sus hijos, y ellos a ella.
"OKAA-CHAN" "OKAA-SAN!" gritaron al unísono. Kaoru se lanzó sobre ellos y los abrazó con fuerza, lágrimas en sus ojos.
Luego los chicos gritaron "ITAI!"
los soltó y los observó. Kenji tenía unos cuantos cortes, algunos sangraban, pero no mucho. Kiriko tenía una mejilla negra y se tomaba el hombro.
Kaoru sentía que su sangre hervía de rabia.
Se escucharon aplausos. La familia levantó la vista y vio a un hombre gordo y bajo, calvo excepto por dos pompas de cabello a cada costado, nariz delgada pero con grandes narinas. Otro hombre le iluminaba con una lámpara. El gordo estaba rodeado por hombres, algunos armados con katanas, otros con armas.
"Ese es el jefe" dijo Kenji "Es quien está detrás de todo esto"
Kenshin no necesitó mas palabras, ojos en modo de combate, se levantó y dio unos pasos hacia el hombre, su familia detrás de él.
Yahiko también se enfrentó a la turba, una mirada severa y fría en su rostro.
"Ya veo que el rey león viene en busca de sus cachorros" dijo el hombre "Sin duda, chicos con tanto espíritu no podían ser hijos de alguien común".
"es una lástima, hubieran sido buenas adquisiciones" terminó el hombre. Hizo un gesto y los hombres con rifles apuntaron para disparar.
"DO RYU ZEN!" el grito feroz de Kenshin fue seguido por una avalancha de tierra que hizo que los hombres armados cayeran. La distracción le dio el tiempo suficiente a Yahiko para desarmarlos.
Solo quedaban el gordo, tres hombres con espadas y un hombre alto con un látigo.
Kenshin decidió saltar sobre el hombre con la singular arma. El duro material del látigo hacía un zumbido cuando su portador lo revoleaba por el aire. Utilizando su algo menguada pero aun súper velocidad, Kenshin fue esquivando la trayectoria circular del arma.
Mientras tanto, Yahiko se ocupaba de los hombres con katanas. Evidentemente estos tres eran superiores a los que atacó con anterioridad. Ya que ellos lograban mantener y bloquear los ataques de Yahiko.
Kenji y Kiriko no podían creer lo que veían. Toda su vida habían visto a su padre hacer sparring con su hermano adoptivo, sabían que kenshin era bueno, sabían que su padre trabajaba para la policía secreta.
Pero nunca le habían visto pelear así, nunca habían visto Hiten Mitzurugi en acción.
Prontó, todo terminó. El látigo quedó roto a la mitad y su portador temblando pidiendo piedad. Los tres hombres con espadas quedaron en el piso con un chorrito de baba cayendo de la comisura de sus labios.
El hombre gordo comenzó a temblar.
"No me cae bien la gente que le pone precio a la vida" dijo Kenshin acercándose al gordo, mirada feroz mientras enfundaba sakabatou. "mucho menos si son mis hijos".
"Por favor... no me mates!" dijo el hombre "Te daré lo que sea, cuanto dinero quieres!"
Kenshin comenzó a reír, pero era una risa fría. "Ustedes son todos iguales no? Cerdos revolcándose en la miseria de la gente para ganar dinero".
El gordo tragó saliva, Kenshin continuó "Y no importa cuantos de ustedes haya eliminado en el correr de los años, la naturaleza humana es así"
"Hace más de veinte años, durante el Bakumatzu, con gusto te hubiera castigado bajo el AKU, SOKU, ZAN (eliminar el mal inmediatamente)"
bastó con que Kenshin dijera esto para que el avaro empresario sumara uno más uno. Cicatriz + pelo rojo + bakumatzu Hitokiri Battousai?.
'HABIA SECUETRADO A LOS HIJOS DE UN ASESINO LEGENDARIO!' El asustado hombre se desmayó. Kenshin sonrió, evidentemente su mirada no había perdido su toque, se decepcionó un poco de que el hombre se desmayase, ya que si bien no le gustaba infringir daño, le hubiera encantado enterrar la empuñadura de sakabatou en alguna zona sensible del desgraciado.
Kenshin respiró hondo y miró a su familia. Su mirada se suavizó y caminó hacia ellos. Yahiko mientras tanto miraba con atención cada movimiento, protegiendo a los demás.
Kaoru había ido hasta la carreta y sacó un paquete con primeros auxilios.
Con cuidado Kenshin examinó el hombro de su hija. Se había tornado morado pero aunque él no fuera médico supo que no estaba dislocado.
Los chicos estuvieron un rato en silencio mientras sus padres les curaban las heridas. El shock de lo sucedido apenas estaba pasando
Kaoru levantó a Kiriko en sus brazos, la niña se estaba quedando dormida. Se disponía llevarla a la carreta para abrigarla con unas mantas, pero de pronto los ojos de la niña se abrieron, alertas.
"Otou-chan! Los otros niños! Tenemos que sacar a los otros niños!"
Kaoru paró porque su hija se sacudía en sus brazos. Con cuidado la bajó y Kiriko corrió hasta su padre, tirándole de su hakama.
"Que niños Kiriko-chan?" preguntó Kenshin agachándose levemente para mirar a su hija a los ojos.
"Los que estaban conmigo prisioneros, es horrible papá! Los hacen trabajar todo el día, tenemos que sacarlos de aquí!"
"Bueno, tu quédate con tu madre y yo..."
"NO!" dijo Kiriko, una mueca determinada en su cara "Prometí que volvería a salvarlos, yo también quiero ir!" dijo, para aclarar su punto su piecito golpeó el piso con fuerza.
"Yo iré también" dijo Kenji determinado. Kenshin respiró hondo. Los enemigos estaban derrotados, hubiera preferido que sus hijos se quedaran en la carreta descansando pero como negarles?
"Está bien", dijo "pero quédense detrás de mi, y si hay una pelea NO interfieran"
"Hai" dijeron los dos.
Yahiko se quedó con Kaoru, habían encontrado unas cuerdas y estaban atando a todos los tipos, espalda con espalda y quitándole las armas. Algunos habían despertado pero nadie se animó a intentar nada.
Kenshin y sus dos hijos se hicieron camino a la parte trasera del edificio, donde Kiriko había estado apresada.
En el camino encontraron a un desafortunado guardia que no ofreció resistencia alguna.
Llegaron a la puerta del depósito donde dormían los niños, en la puerta una mujer con mirada severa los estaba esperando.
Como estaba oscuro, pensó que Kenshin era un guardia que había venido a traer a la fugitiva niña.
"Maldita mocosa" dijo la mujer "Te dije que si te encontraba fuera" la mujer fue interrumpida cuando sintió metal frío contra su garganta, tragó saliva.
"Otou-chan! Esa es SEÑORA, es quien castiga a todos los niños" dijo Kiriko con tono fuerte y reprobatorio.
"A si?" dijo Kenshin mirando a la mujer a los ojos.
"SI... y además... y además... me quitóelmoñoquemeregalasteymecortóel cabello" balbuceó la niña. Kenshin repitió mentalmente las palabras y logró traducirlas.
Apuntando sakabatou a la mujer le dijo, "AL PISO!"
La mujer cumplió y se arrodilló.
La conmoción había despertado a los otros niños. Se acercaron a ver que sucedía y no podían creer que SEÑORA estuviera arrodillada en el piso, cabeza inclinada.
Con un movimiento de muñeca de Kenshin, el rígido moño de la mujer se soltó, su negro y gris cabello calló como una cascada hacia delante.
"No puedo pensar en lo frío que debe ser el corazón de alguien para poder aprovecharse de los niños" dijo Kenshin "te mereces el peor de los castigos"
Kenshin levantó sakabatou y con un ligero movimiento la dio vuelta, el lado mortal de la espada brilló con la luna llena.
"NO POR FAVOR!" gritó la mujer al pensar que iba a ser ejecutada. Los niños soltaron un alarido cuando la espada cayó rápidamente.
Hubo un minuto de silencio y Kiriko hechó a reir "QUE TE SIRVA DE LECCIÓN! VIEJA BRUJA!" dijo la niña. El cabello de la aterrada mujer estaba en el piso. Los demás niños también echaron a reír cuando se dieron cuenta que les habían rescatado.
Kiriko entró en la casa y comenzó a buscar entre los cajones de la malvada mujer, con una sonrisa encontró su moño y su algo roto kimono.
También vio que había collares y otros objetos personales.
Llamó a los otros niños y algunos de ellos se regocijaron al descubrir sus pertenencias.
De pronto una niña con cabello del color del chocolate se acercó a Kenshin "Es usted Himura-san?" preguntó.
"Hai" respondió Kenshin.
"Arigatou gazaimazu" dijo la niña agachando la cabeza en respeto "Su hija nos ha salvado a todos". Los niños se miraron entre ellos y asintieron, todos se inclinaron ante un sorprendido Kenshin y Kiriko.
Kiriko se ruborizó, Kenshin se sintió el padre más orgulloso en la faz de la tierra.
"Si no fuera por mi hermano no hubiera escapado" dijo Kiriko señalando a Kenji que se había quedado atrás.
Los niños se inclinaron ante Kenji también.
Kenshin se sentía doblemente orgulloso.
Kaoru se sorprendió al ver que su esposo e hijos regresaban con más de diez niños detrás de ellos. El estado de los chicos le partió el corazón.
Decidieron encerrar a los malvivientes en el sótano, pero al jefe se lo llevaron con ellos. Encontraron otra carreta y caballos en el establo, en ella colocaron a los chicos. Kenshin manejaba una carreta y Yahiko la otra.
A la mitad de la tarde de ese día llegaron a la ciudad. Kenji y Kiriko habían dormido todo el viaje.
La policía se regocijó al ver la desbaratada banda. Una patrulla completa fue enviada a capturar a quienes habían quedado en la mansión. Se despidieron de los chicos, la mayoría de ellos tenían padres o parientes, pero habían sido capturados para saldar deudas. Otros eran huérfanos.
De todas maneras la policía aseguró que les buscarían un hogar a todos ellos, más tarde Kenshin se aseguraría de eso.
Los
chicos fueron atendidos por un médico local, ninguno de los
dos tenía heridas de gravedad, pero Kenshin y Kaoru decidieron
quedarse un día más en la ciudad para que los niños
descansaran.
Aprovecharon a enviarle otra carta a los Oniwabashu,
en ella les contaron que habían encontrado a los chicos y
además, les dieron la descripción del barco, para que
apresaran a esos hombres que evidentemente estaban involucrados en
toda esa de red de tráfico.
En la tarde del día en que se iban Kenji se acercó a su padre.
"Mmm Otou-san?" dijo Kenji acercándose a su padre. Kenshin estaba guardando la ropa y aprontando todo para el regreso a su hogar.
"Si?" dijo deteniéndose de su tarea.
"Mmmh" el muchacho titubeó un poco. Kenshin lo observó con atención pero esperó que hablase.
"Cuando estaba con la banda... y tenían a Kiriko..." Kenji pausó, y nervioso le escapaba de la mirada a su padre. "Me obligaron a trabajar para ellos".
Kenshin hizo una mueca, pero no desaprobatoria, más bien molesto con el gordo, que ahora sabía que se llamaba Kotsuro Hitso, el hombre era buscado pero nunca se habían reunido pruebas suficientes para arrestarlo.
"Era algo que podías evitar?" preguntó Kenshin, tono normal
"Iie" respondió su hijo.
"Entonces, no podías hacer nada, no es tu culpa, estabas protegiendo a tu hermana. Pero dime, que fue lo que te pidieron?"
"Entré a un edificio en esta ciudad y saqué unos papeles. No sé que eran"
Kenshin
había oído hablar de eso.
"Parece que era
evidencia, en poco tiempo iban a reunir pruebas suficientes para
arrestarlo".
"Ah" dijo Kenji. Antes de que pudieran seguir hablando apareció Kaoru y les dijo que el almuerzo estaba servido.
Ese mismo día después de almorzar comenzaron el viaje a Tokio.
X x x
Más de una semana había pasado del día que regresaron a su hogar. Kiriko recién se sentía lo suficientemente bien como para empezar a entrenar, y ponía el doble de esfuerzo que antes, aunque su hombro le molestara un poco.
Esa tarde, luego de la escuela Kenji se encontró con su padre lavando la ropa felizmente.
"Te ayudo?" ofreció el niño. Kenshin lo miró por un momento, y con una sonrisa asintió. Si al resto del mundo le parecía raro que padre e hijo lavaran la ropa juntos, a ellos no les importó.
Con una mueca desaprobatoria Kenji comenzó a castigar a un pobre kimono rosa "Kiriko siempre ensucia todo con barro y pasto" dijo murmurando. Kenshin sonrió "como otra persona que conozco" dijo.
Kenji se ruborizó un poco. Continuaron un rato en silencio.
"Otou-san?"
"mmm?" preguntó Kenshin.
"He estado pensando... acerca de Kamiya Kashyin..." Kenshin levantó la vista, seguro su hijo tenía algo muy serio para decirle.
"y creo... bueno, después de estudiar con Hiko, después de verte a ti el otro día"
"Dilo Kenji" dijo su padre, no impaciente, pero si interesado
"Creo que Kamiya Kashyin no sirve!" Kenshin un tanto horrorizado soltó el jabón. Se secó las manos con su Hakama y se levantó.
"Vamos a caminar" dijo. Su hijo asintió y le siguió. Ya fuera del dojo Kenji se mantuvo algo callado.
"Porqué dices eso hijo?" preguntó el pelirrojo mayor.
"es que... me sé todo el estilo excepto el ougi... y sé que tiene sus fallas papá. No intentes convencerme, he sostenido una espada desde los tres años, y estudié muchos estilos con Shishou"
Kenshin respiró hondo, sabía que algún día tendría esta conversación, no esperó que fuera tan pronto.
Su hijo continuó hablando "Si fuera tan bueno, porqué Yahiko utiliza movimientos que SE que no están incluidos? Porqué el abuelo Kamiya fue muerto en combate en la guerra? Porqué no pude proteger a Kiriko?"
"Kenji... claro que protegiste a tu hermana"
"NO otou-san! Si no hubieras llegado no sé que habría pasado! Y si Kiriko no hubiese encontrado esa vara metálica hoy no estaría hablando contigo. Las espadas de madera sólo son buenas dentro de un dojo" terminó el muchacho.
Kenshin estaba impresionado. Todos esos pensamientos habían pasado por su mente. Cuántas veces Kaoru estuvo en peligro mortal a causa de su indefensa espada? En un mundo ideal, nadie utilizaría katanas reales y Kamiya Kashyin realmente sería la espada que protege. Pero este no era un mundo ideal, y sus hijos estaban empapados en el ideal de proteger, proteger con una espada de madera, y con un estilo imperfecto? Era como enviar a sus hijos a una muerte segura.
Fue por eso, que sin admitirlo le había enseñado a Yahiko.
Kenshin respiró hondo otra vez... sus hijos estaban creciendo tan rápido.
"Sabes Kenji, creo que hay algo que debo contarte" Kenji asintió. Para entonces ya habían llegado al río. Se sentaron en un tronco cerca de la orilla.
"Te conté alguna vez como conocí a Shishou?" Kenji sacudió la respuesta en negativa.
Al escuchar el relato de su padre, el rostro de Kenji pasaba de sorpresa a tristeza, a rabia, y varias emociones más. Durante todo momento escuchó a su padre con atención.
Él estuvo alejado de casa durante unos pocos días, y siempre tuvo la esperanza de escapar y reunirse con su familia. No podía imaginarse estando solo, sin padres que lo fueran a buscar, sin nadie a quien le importara; lo que había vivido su padre era horrible.
Cuando el relato llegó a la parte del Bakumatsu, Kenji no podía creer lo que estaba escuchando. Había oído hablar de Hitokiri Battousai como una leyenda del pasado, como un cuco que le cuentan los padres a sus hijos. Difícilmente podía creer que su amable padre fuera capaz de tales cosas.
El relato terminó cuando Kenshin llegó a la parte de Kaoru. De Tomoe no habló mucho, tal vez algún día. Kenshin simplemente dijo que conoció una persona especial que le hizo ver las cosas de manera distinta.
Kenji se quedó callado un largo rato, y a su padre se le encogió el corazón. En el fondo sabía que nada sería igual luego de esta historia, su hijo debía odiarle por ocultar semejante cosa.
"era la guerra papá... la gente moría todos los días" dijo Kenji quietamente.
"no se justifica" respondió el pelirrojo, mirada perdida en el río.
"Es como cuando yo robé esos papeles ne?" dijo Kenji, su padre lo miró "lo que yo hice, lo hice para proteger a Kiriko. Lo que tu hiciste, fue para salvar a Japón"
Kenshin entendía la lógica de su hijo, pero no podía igualar la situación "Es distinto hijo... lo que hice, no importa con cuantas palabras bonitas se decore. Fue asesinato"
Kenji paró a pensar un poco "Otou-san... si el Shogunate siguiera, no existiría esta vida pacífica... las cosas antes de la revolución, eran horribles!"
Kenshin
asintió con la cabeza.
Sorprendiendo a su padre, Kenji se
levantó y agachó la cabeza, inclinándose en
señal de respeto "Okaa-san, Yahiko-nii, Kiriko-chan... todos
vivimos en esta pacífica era... gracias a ti" Kenshin estaba
con los ojos ensanchados, no podía creer lo que estaba viendo
"Arigatou gozaimazu Otou-sama...Prometo proteger esta era, que tu
ayudaste a construir"
Desde ese día, nada cambió entre los pelirrojos, al contrario, el vínculo pareció volverse más fuerte. Kenshin compartió con su hijo todos sus sentimientos y en cambio su hijo le escuchó y comprendió.
Finalmente, una tarde en el patio trasero del dojo, Kenshin le dio la primera lección de Hiten Mitzurugi Ryu a su hijo.
FIN.-
COMO ESTUVO! LES GUSTÓ?
No se enojen conmigo por decir que Kamiya Kashiyn era inservible, no lo creo tan así, pero tenía que darle una excusa y un temor lo suficientemente fuerte a Kenshin como para que decidiera enseñar Hiten.
No
se vayan todavía que queda el epílogo!
Les tengo
una gran sorpresa.
Además, las aventuras de Kenji y Kiriko no se terminaron.
Se viene una gran saga que tengo pensada que es la secuela de este fic, así que por favor, síganme apoyando con sus amorosos reviews que me encantan!
Próximo
capítulo
Epílogo: Díganme TIO SANO!
Nos vemos!
