Perdón por largo de los caps... a mi no me gustan así, pero espero que les gusten estos dos
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The one I love
(striking me down on my knees, drowning me in my dreams)
over and over again
Dragging me under...
Capítulo 11: Sabor a miel, sabor amargo
-¿De dónde sacaste todas las contraseñas?- preguntó Kai mientras tecleaba varios dígitos en su computadora portátil. Tala y él llevaban varias horas tratando de entrar al sistema de la corporación Mizuhara.
-Judy me las dio- contestó el pelirrojo mientras descifraba un código-. En verdad que es muy ingenua, de verdad confía en mí. Digo, porque tú ni siquiera te has aparecido una sola vez desde que viste a Max, así que realmente ella no te conoce.
-¿Y a mí que me importa?- dijo Kai restándole importancia-. No necesito ir a hacerle piruetas para que me crea, yo puedo hacer las cosas sin necesidad de estar allá.
-Sí, seguro. ¿Te ha llamado Vissari?
-Sí, dice que te ama con locura y pasión- dijo el bicolor sarcásticamente-. No habla más que de ti.
Tala puso los ojos en blanco. La actitud infantil de su coterráneo lo estaba hartando.
-¿Y aparte de eso?
-Que cuando termine esta semana ya debemos haber estado en el núcleo de la empresa. Ya sabes, tienen una enorme computadora en el sótano, pero está protegida. También dijo que va a mandar una carta falsificada para Judy, de un proveedor de acero, algo así. Que está en proceso de aprender su firma ajena número veintidós. Y que te manda muchos besos- terminó Kai con sátira.
-Gracias- dijo Tala en el mismo tono-. ¿Ya terminaste? Fíjate en la hora del reloj de la pantalla. ¿Qué hora dice?
-11:37 pm. ¿Qué tiene de especial? Ésa es la hora real- apuntó el bicolor
-Bravo, Einstein, ya sabes leer el reloj- dijo Tala-. Suma esos números al número de visitante de la página en la que estás. El resultado es el número de letras de la contraseña, cambia constantemente...
Takao escuchaba esta conversación desde la cama king-size de la habitación en la que había estado con Kai. Fingió estar dormido para que Tala no lo molestara y para estar un rato a solas.
Desde aquel día, no había vuelto a ver a Max. Se negaba rotundamente a encontrarse de nuevo con él. No obstante, sin darse cuenta había arrastrado también a Kai a comportarse como él. Sin querer lo había hecho faltar a todos sus compromisos laborales porque no quería que el bicolor se acercara al americano. Y ahora por su culpa Tala se llevaba todo el reconocimiento de sus superiores. Ante este pensamiento, el japonés se reprendió por caprichudo, pero odió más a Tala, el niño perfecto, el niño modelo que nunca fallaba en lo que le pedían.
-Maldito- murmuró Takao entre dientes. Momentos después y sin poder remediarlo (se había quedado todo el tiempo escuchando a Tala y a Kai), se quedó profundamente dormido.
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-¡Buenos días, Adam!
El aludido volteó a ver a Judy, quien estaba de pie en la puerta, con un montón de papeles cajo el brazo. Lucía cansada pero alegre, como si hubiera tenido el mejor día económicamente hablando.
-Hola, Judy. Te ves contenta hoy, ¿qué pasó?
-Tenemos una enorme donación de metal por parte de Voltaire. Casi dos toneladas de acero para hacer los mejores anillos de defensa y pesas de balance del mundo. El encargo llega hoy en la mañana. ¿Puedes creerlo? De verdad que cuando él quiere, puede ser una persona muy agradable. Este proyecto conjunto está yendo de maravilla.
-Ehm... vaya, qué bien- Adam no sabía qué decir. Sentía algo raro en todo eso. Pero entonces se acodó de algo-. Eso significa que vendrá Tala otra vez, ¿verdad?
-Sí, pero vendrá hasta mañana en la mañana. ¿Por qué tanto interés en él, eh? Desde hace tres días que está contigo te has comportando muy extraño...
El joven checo sintió cómo se ruborizaba.
-No... no es nada. Es sólo que...
"Piensa, piensa" se decía Adam para sus adentros. "Algo que suene convincente. No me gusta Tala, no me gusta Tala... Ah, condenada Judy, si no fuera tan intuitiva no tendría por qué preocuparme..."
-Es que él es un excelente compañero de trabajo, eso es todo.
-Hmmm, lo imaginé. Bien, te dejo trabajar. Hasta luego, que tengas un buen día- y se retiró.
Adam volvió a prender la máquina con la que había estado trabajando los últimos cuatro meses. Pero en cuanto se puso en marcha se olvidó de ella. Metió las manos a los bolsillos de su bata blanca y se sentó en una silla giratoria.
Cerró los ojos.
"Nunca había conocido a alguien como él", dijo recordando al ruso pelirrojo. "Parece una persona tan... cómo describirlo... no sé. Ya no sé nada. Max tenía razón también en esto, ya me hicieron algo parecido a lo que le pasó a Takao, una asquerosa traición", Adam estaba perdido en sus pensamientos. "No quiero enamorarme de ti, Tala. No quiero sufrir otra vez...".
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Suite 23, Rustic Palace, Nueva York. Jueves.
/Perfecto, Tala. Excelente trabajo. ¿Kai estuvo contigo?/
-Desde el principio, Vissari. Es algo despistado pero al final fue él quien entró primero al sistema.
/Ya era hora de que hiciera algo útil. ¿Ya sabes lo que vas a hacer estos días?/
-No muy bien.
/Se supone que ayer miércoles fuiste con Judy, y por la noche hiciste todo ese movimiento con las computadoras/
-Así es.
/Hoy jueves tú no te presentas ni de chiste por allá. Hoy van a llegar los supuestos encargados del proveedor de Judy. Según el plan, llevan una tonelada y tres cuartos de acero. Hasta mañana vas a ir a la empresa, ¿entendido?/
-Sí. ¿Y qué con Kai?
/Lo llevarás contigo también. No me importa si lo llevas arrastrando, pero ya fue suficiente de que esté de holgazán./
-Bien.
/Ah, Tala, dijiste que ya habían entrado al sistema./
-Eh... sí, pero sólo entramos. Tienen una vigilancia virtual por todos lados, pero estoy trabajando en eso.
/Bien. Pero dile a Kai que te ayude. ¿Está ahí?/
-No. Estoy yo solo. Estoy bien, así me concentro más.
-¡En serio! ¿Por qué no mejor vas y acusas a Kai con su abuelito y me dejas terminar? Necesito trabajar y esto es algo laborioso, sabes, tienen candados en cada acceso que me encuentro...
/Como digas. Ten cuidado, Tala/.
Y Vissari colgó. Tala dejó el teléfono a un lado y se concentró en la pantalla que tenía enfrente. Se trataba de descifrar una frase en código binario manualmente.
- Tres ceros, dos unos... Un momento, esto no es una contraseña... Es...
¡¿QUÉ DEMONIOS PRETENDE ESA LOCA DE JUDY?!
Era la base de datos de empleados de la compañía. Tala maldijo varias veces por tener datos menos útiles que las cuentas bancarias y demás, pero al final decidió echar una ojeada a lo que estaba en la pantalla.
-Bennington, Williams, Jones, Grant, Delson… puro asqueroso americano. No, aquí hay alguien distinto… ¿Baroshova?- este apellido le sonaba familiar-. Adam- dijo en voz alta-. ¡Maldición!
Un sinfín de pensamientos cruzaron la mente de Tala en ese momento.
Cuando dijo el nombre del joven checo, de lo primero que se acordó fueron sus ojos. Castaño claro, casi miel, pero con un ligero todo de caoba. Color claro y oscuro a la vez... Fascinantes. Tala sonrió al recordar esos ojos y al poseedor de ellos. Sí, definitivamente le gustaba Adam, tenía algo que lo hacía...
Pero también recordó su comisión, para lo que estaba detrás de esas computadoras, meditó sobre lo que debía hacer: destruir a la industria Mizuhara, y todo lo que había en ella, lo cual inevitablemente incluía su nuevo amigo. Tenía que hacer polvo a la compañía pero no a alguien que trabajaba en ella. ¿Sería posible?
-¡Maldición!- gritó otra vez. Pasó ambas manos por su cabello, frustrado y contrariado. Se quedó así durante algunos minutos, pensando en alguna solución para aquella ironía, pero no la encontró. Era su trabajo hacerlo-. Perdóname, Adam- dijo en voz alta, con un tono de angustia y desesperación-. Por favor, perdóname...
