¡Hei jokainen!
¿Cuántos caps van? ¿Quince ya? Caray, no me había dado cuenta de cómo se nos pasa la vida o.o Lo bueno es que pronto entraré a sexto, área uno (físico-matemática). En este lapso me he desaparecido (de nuevo -.-U) y mientras tanto fueron los cumples de Zei, Oro-san y Bunny-san, mi amiga más vieja, así que les mando un abrazote enorme. Btw, hoy Kenae-chan sopla velitas por su sytymäpäivää número 16. Una gigantesca felicitación también n.n
Por cierto: Una enorme perdón a los lectores por no seguir la vieja tradición de contestar reviews. Mil disculpas. Últimamente he estado medio ocupada con los exámenes finales, repasos, revisión, entrega de documentos y demás majaderías. Anteeksi, les prometo que la próxima publicación los agradeceré por dos.
Gracias por comprenderme, y si no me comprenden, lo comprenderé.
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Understand that you're holding a bomb in your hands
Take control, hand in hand with yourself from now on
Take this advice aim to the skies, aim to the skies above
Capítulo 15: Vino tinto, vino blanco.
(Jueves, 6:30 pm. Industrias Mizuhara).
Con la revelación que hizo Max momentos antes acerca del fraude de Voltaire, y tomando en cuenta que (no importaba si era voluntaria o involuntariamente) Tala estaba involucrado, Adam se sentía decaído y con deseos de estar solo y pensar, pero Max se empeñaba en hacerle saber al checo el gran error que acaba de cometer, y de paso quería ponerlo en ridículo. Lamentablemente lo estaba logrando, y con mucha facilidad.
-En serio, Adam, ¿en qué estabas pensando?- decía Max por enésima vez-. Digo, porque si no sabías es Tala Ivanov, ¿me entiendes? Una de las personas más cercanas al idiota de Voltaire y el estafador más grande del mundo. Tú mismo lo acabas de ver.
-¿Cómo iba yo a saber si ni siquiera he salido de este estúpido laboratorio?
-Qué lástima. Siendo el investigador favorito de mi madre, deberías mostrar que tienes algo de interés e iniciativa.
-Deja de decir que soy el favorito, ¿quieres? Me desquicia.
-Como quieras. Sólo te estaba recordando la reputación que tienes aquí y lo bajo que caerías por meterte con Tala.
-Eso a ti no te incumbe. Es mi vida y yo hago lo que me plazca con ella. Además me tiene muy sin cuidado lo que tú o cualquiera de los de aquí puedan pensar de mí.
-Espero que mantengas tu postura, Adam- le advirtió Max-. Recuerda que estás jugando con fuego.
-Lo haré, y si se me olvida, pondré notitas adheribles. Gracias por los consejos, Max, ya te puedes ir- el castaño ya estaba harto de las palabras de Max, y no estaba dispuesto a tolerarlo ni un minuto más. El rubio salió silenciosamente del laboratorio, cerrando la puerta tras él.
Adam pensaba en lo que Max acababa de decirle. Era cierto que estaba corriendo directo a las llamas... Pero eso era divertido, y más porque se trataba de Tala, el atractivo ruso de cabello rojo. Inconscientemente, el muchacho checo pasó un dedo sobre sus labios, donde momentos antes había sentido el cálido aliento de Tala. Había sido tan placentero tenerlo así de cerca...
Adam maldijo por lo bajo. Lanzó un largo suspiro y con la cabeza apoyada en el suave respaldo, cerró los ojos, deseando que todo fuera una alucinación y que nada de eso (ni siquiera el beso) fuera real.
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(Jueves, 6:30 pm, Aeropuerto Internacional de Nueva York).
Contando, era el vuelo número nueve el que estaba a punto de partir. A Takao le dolían ya las piernas por estar tanto tiempo parado, pero trató de ignorarlo.
Desde que se fue del hotel, el japonés no había podido abandonar Nueva York, y como no podía (o más bien no quería) regresar con Kai, decidió pegar la nariz al vidrio de una ventana y contar el número de aviones que salían. Algo realmente estúpido, de no ser porque no tenía otra cosa que hacer, no tenía dónde regresar y no quería irse.
Afuera, el tiempo era espantoso. Llovía como si fuera la última vez, hacía un frío del demonio y el viento dificultaba las comunicaciones. Con todo, había gente afuera del aeropuerto que parecía que nunca iba a entrar. Entonces Takao dio un respingo y se alejó de la ventana. Acaba de ver algo (alguien) que no debería estar allí, sobretodo porque era todo lo contrario a lo que siempre fue.
-¿Kai?
Takao aguzó la vista para intentar ver a través de la intensa lluvia. Había visto al ruso de pie, mojándose, junto a un avión inactivo.
"No, no puede ser", se reprimió Takao. "Lo imaginé porque estaba pensando en él... Kai nunca vendría". Y sin embargo lo seguía buscando en la pista. Entonces sintió que alguien estaba junto a su espalda y rápidamente dio la media vuelta.
Y ahí, de pie frente a él, estaba Kai, tan mojado o más quizá, que como Takao había creído verlo hace unos segundos. Aún así no daba muestras de tener frío y no temblaba a pesar de que su piel estaba más pálida que de costumbre. El ruso miraba a Takao con eso mirada que lo obligaba a hacer lo que fuera y que el japonés tanto odiaba.
-¿Qué haces aquí?- inquirió Takao sin dejar de ver a Kai a los ojos.
-Creí que lo sabías.
Takao dejó de ver a Kai y se fijó en la alfombra.
-Estoy harto de pedirte disculpas, Kai- dijo el japonés con resentimiento-. Y siempre te apareces así, de la nada, con tu maldita mirada y no sé qué hacer. Haces que todo parezca mi culpa, y cuando lo logras cambias los papeles y después te haces el sufrido por estar bajo la lluvia y todo ese teatro.
Kai levantó una ceja.
-Bueno, no era mi intención, pero...
-Nunca es tu intención- interrumpió Takao. Seguía recargado en la ventada y decidido a no mirar al ruso.
-Mira, no lamento haberte dicho todo lo que dije en el hotel- Takao soltó un resoplido-, pero prefiero que te enteraras por mí y no por alguien más.
-Así que realmente piensas que soy un celoso fracasado, ¿no?
-Sí, tal vez, pero Tala lo es más. Y créeme, Takao, también te lo diré una vez, es lo único en la que Ivanov te gana, ¿me entiendes? Si tengo que estar con él es porque me obligan y porque no tengo la más mínima intención de discutir con Voltaire sobre eso. Y menos contigo, pero me molesta que le des valor a lo que no lo tiene.
Hubo un breve silencio en el que Takao dejó que Kai siguiera taladrándolo con la mirada. Ya no tenía energías para contestarle.
-¿Terminaste de sermonearme, Kai?
-Por ahora, sí- Takao gruñó-. De acuerdo, es todo. Ahora supongo que vendrás conmigo al hotel, ¿no?
-¿Y si no qué?- contestó el japonés mirando a Kai a los ojos de nuevo. Ya no estaba molesto, pero no se la iba a dejar al bicolor tan fácil.
-Tendré que llevarte arrastrando, porque no quiero dejarte aquí.
El ruso dio media vuelta y caminó hacia la salida. Takao lo siguió y miraba la espalda del ruso, quien aún estaba algo mojado por la lluvia, y en ese momento a Takao no le apetecía otra cosa que quitarle la ropa a Kai para dejarla secar.
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Azotó la puerta, tomó una figura de porcelana y la estrelló contra la pared, tiró la mesita con todo y teléfono, dio un puñetazo contra el sillón, pateó su cama y se dejó caer en ella.
Ese era más o menos en camino de Tala Ivanov desde la entrada de la suite hasta su habitación. Estaba enojado, no, furioso con Max. Tenía todas las intenciones de matarlo, y eso era algo que se le daba bastante bien, no por nada Voltaire lo elogiaba más de lo necesario...
-Maldito Max- murmuró el pelirrojo.
Le había echado a perder completamente su reunión con el checo. Tan bien que iba y entonces ¡tenía que llegar el descarado bastardo malnacido de Max! No podía creer que hacía menos de una hora les hubiera arruinado el momento a él, Tala, y a Adam.
Mientras Tala contemplaba el techo, con su lengua recorrió sus labios. Era agradable recordar el beso con Adam, muy agradable. Después de todo resultó que lo que él sentía por Adam era lo mismo que el castaño sentía por Tala. O al menos eso parecía hasta antes de que llegara Max.
"¡Mira por dónde!", pensó el ruso. "Me pregunto si Adam no estará molesto con Max... Idiota".
Tras lanzar unas cuantas palabras decentes contra Max, Tala se quedó dormido. Estaba tan cansado que no se molestó en desvestirse, simplemente se quedó así, tumbado sobre su cama, recostado sobre la cómoda y elegante colcha, pensando en cuál sería la mejor manera de asesinar a Max.
