":.No Me Enseñaste.:"
Disclaimer
Shaman King no me pertenece, es propiedad de Hiroyuki Takei.
Capitulo 4:
Me Enseñaste a Huir y Evadir.
"¡Rápido, papá!" Hanna lo jalo por la camisa tratando de arrastrarlo al interior del edificio, mientras el no hacia otra cosa que poner en su rostro una sonrisa nerviosa y arquear las cejas de vez en cuando. Estaba considerando la idea de simplemente dejar a Hanna ahí unos momentos y volver por él más tarde, haciendo de esta manera obvio que quería evitar a Anna a toda costa. ¿Por qué quería evitarla? Ni siquiera Asakura lo sabia, quizás por miedo a enterarse qué era lo que había hecho mal...
Subió los escalones, tan lentamente que no iba ni a la mitad cuando su hijo ya había terminado de ascender, y lo miraba con reproche en señal de apuro.
"¡Papá!" le gruñía constantemente cada vez que se paraba en seco, pensando en dar marcha atrás y decirle a su hijo que fuera y que lo recogería más tarde. Pero se contuvo, y en pocos minutos estuvo frente a la puerta del numero 204-B de la calle Sengoku. Dudo un poco, y toco el timbre una sola vez. Se escucharon ruidos dentro, y luego una rubia de menos de treinta años acudió a abrir la puerta.
"Hola" saludo Yoh, fingiendo que su animo era estable, mientras la rubia hacia una especie de expresión de resignación, se quedo pensando, y le respondió poco después.
"Hola" dijo seca e inexpresivamente, viendo al niño pequeño de reojo. "Hola, Hanna".
El pequeño sonrió, se acerco a ella y la abrazo por la cintura, ya que ese era el lugar que alcanzaba debido a su estatura. Asakura podría jurar que vio una fugaz mirada de ternura en el rostro de la chica, antes de que ella se volviera hacia él con su habitual cara de indiferencia.
"¿A qué hora recogerás al niño?" le pregunto, y el hombre sintió una punzada en el pecho de sólo oír nuevamente aquel tono frió que le había resonado en la cabeza durante los últimos meses, una y otra vez, como una especie de canción que no se puede sacar de la mente una vez que se escucha.
"... Como a las siete" respondió, con un patético intento de sonrisa, "Me voy. Tengo cosas que hacer" agrego, y elevo la mano en señal de despedida.
Camino por el pasillo, bajo las escaleras, y se le fue el alma a los pies; ese tono de voz siempre le dejaba un hueco extraño y difícil de llenar, como si le faltará algo. Claro, sabia que era ese "algo". Anna.
Jamás había sido una persona que se dejará querer, esta por demás decir que todo lo que estuviera relacionado con demostraciones de cariño le dejaba un sabor a miel en la boca y la empalagaba a sobre manera¿no?. Siempre fue sido así.
Se dio media vuelta para ver por ultima vez el edificio antes de cruzar la calle transitada, y se pregunto qué planeaba hacer con Hanna y con Kousuke. Era cierto, ni siquiera paso a ver a Kousuke... tan nervioso estaba que incluso se le olvido, se sintió un completo idiota y pensó en volver al edificio... pero nada de lo que pudiera hacer o decir le iba a quitar de la garganta lo que parecía ser una especie de animal peludo y redondo, como si trajera ahí una especie de ratón agitándose. Se resigno, y cruzo la calle. Ya vería a su hijo después, cuando fuera por el otro.
El sol brillaba en toda su intensidad, mientras soplaba con agradable viento fresco; el parque estaba plagado de personas, parejas, familias, grupos de amistades.. Ah, si, sus amistades. ¿Hacia cuando que no las veía, fue descuidado a sus propios amigos por los tramites de un divorcio que, para él, no tenia motivos suficientes.
Tenia todo el día libre.
¿Qué más podía hacer?
"¿Yoh?" el hombre de baja estatura pregunto al abrir la puerta. Era rubio, con ojos grandes y cabello en un desagradable corte militar, que ciertamente, no favorecía a la forma redonda de su cabeza.
"¡Hola, Manta!" saludo, agitando la mano y mostrando su peculiar y sobre todo conocida Sonrisa Asakura, "Vine de visita, espero que no te moleste".
"¡Para nada¡para nada!" le dijo el otro y lo dejo pasar, "Pasa, estas en tu casa". No cambio en nada, seguía siendo una persona educada, aunque sus tendencias a llamarle la atención a Yoh se habían rebajado a un nivel poco notorio. "Hace mucho que no tenia noticias de ti" le comento.
"Bueno, si... he estado algo ocupado" movió la mano en señal de despreocupación y fue a sentarse a uno de los cómodos sillones de piel. La casa de Manta Oyamada no era otra cosa que una lujosa mansión, llena de cuadros, esculturas y demás obras de arte; por otra parte, Yoh se dio cuenta de que la sola medida de la sala era el equivalente a su habitación, la de Hanna y el comedor de su misma casa. Claro, no se podía esperar menos de aquel que es el dueño de Oyamada Corp, la industria internacional de textiles.
"Lo supuse" la voz del chico se oía más bien algo triste, refiriéndose entonces al molesto papeleo. "¿Estas bien?"
"¿Eh¡claro!" Asakura fingió entusiasmo, pero sus actuaciones baratas no funcionaban con Manta. Siempre había sido así: el rubio podía oler las mentiras de su amigo a tres metros de distancia contra el viento, y en definitiva esa vez no sería la excepcion.
"¿Seguro?" inquirió.
"Aja".
"Mentiroso".
Yoh simplemente agacho la cabeza mirando a sus pies, mientras sus dos manos yacían juntas recargadas en sus piernas. Aunque sonreía, sus cejas de arquearon en señal de tristeza, mientras un silencio reinaba la sala. Por fin, miro a Manta con una sonrisa, esta vez sincera, y le dijo de verdad:
"Descuida, me estoy recuperando".
Oyamada sonrió ante esta respuesta, se sentó a su lado, y le dijo.
"Así debe ser, amigo".
Tenían tanto por hablar, por platicar. Entonces salió a la luz cierto tema de conversación, un poco desconcertante.
"¿Ya viste las fotos?" le pregunto Manta de repente, Yoh se quedo perplejo por que el tema de conversación era Lyserg.
"¿Cuales fotos?" a Manta le salto una ligera vena en la cabeza, mientras suspiraba resignado.
"¿No habíamos acordado que revisarías la cuenta de correo electrónico¿¿Entonces para que diablos pusiste Internet en tu casa, Yoh?" la desesperación de reflejaba en el rostro de su amigo.
"Por que Anna quiso. Lo que sea, lo que sea¿cuáles fotos?"
"Las de Lyserg"
"¿Qué fotos de Lyserg?" la vena en la frente de Manta de hizo más visible.
"¿Ni siquiera de eso estas enterado¡Idiota! ¡Lyserg tiene un hijo!" pensaba decir algo, pero la boca se le quedo abierta. Si, Lyserg Diethel se había casado hacia escasos dos años, había estado ahí en Londres y llevo a toda a su familia; la novia era excepcionalmente bella, parecia una princesa de cabello rubio y ojos azules. Algo había oído durante los últimos meses de que por fin Lyra había quedado embarazada, pero que se trataba de algo de alto riesgo. ¡Y ni siquiera lo había tomado en cuenta! Vaya amigo que resulto ser, con todo y que el ingles se había preocupado por su estado emocional respecto al divorcio.
"¿Ya nació?" Yoh esbozo una amplia sonrisa, una noticia buena para variar. "¿Fue niño?" Manta asintió.
"Su nombre es Liam" el rubio se puso de pie, subió las amplias escaleras y duro arriba unos diez minutos, mientras Yoh se preguntaba qué hacia el chico en una casa tan grande si vivía el solo. Todos sabemos que Manta no es un rompecorazones, y que se enfoca en cosas más importantes como el trabajo y el futuro asegurado. El chico bajo poco después, con unas hojas de papel en las manos, y se las deposito en las rodillas.
"¿Son estas?" pregunto, mirando a un hombre de cabello verde que sostenía un bultito en los brazos. "Lyserg parece muy feliz" agrego.
"Lógicamente" en la mirada de Oyamada se distinguía una cierta tristeza, decepción o algo por el estilo. Yoh comprendió a medias lo que quería decir.
Resultaba ser que de su grupo de amigos, el único que no tenia familia propia era Manta. Lyserg se había casado con una chica dos años más joven que él, llamada Lyra, hija de unos empresarios alemanes; Horo Horo fue el segundo en casarse, a los 20 años, aunque más bien fue una especie de accidente... su querida Sakura habia resultado embarazada, y podría jurar que le habrian dado un tiro si no acababan emparejados, de cualquier modo, salió todo bien y por aquellos momentos tenian dos hijas; Ren, extrañamente, habia ido a parar nada más y nada menos que con Tamao, lo cual habia resultado una relación de lento avance, pero que acabo bien dadas las circunstancias; de Ryuu, aunque no se tenian muchas noticias, se sabia que habia encontrado a su media naranja, pero que habian decidido vivir libremente. En resumen, Manta se sentía un poco mal por aquellos hechos, pero aun así le deseaba lo mejor a sus amigos.
"Debería llamarle para felicitarlo o algo así" comento Yoh, "o sí no se dará cuenta de que no me enteré antes". Miro el lujoso reloj pegado en la pared ¿Tanto tiempo había pasado? Ya eran las seis y media, debía ir saliendo de aquella casa. "Tengo que irme. Deje a Hanna en casa de Anna y quede de recogerlo a las siete" aclaro sonriente, y se puso de pie, caminando luego rumbo a la puerta.
"Suerte" agrego el rubio, cerrando la puerta tras despedirse. Ahora si, era el momento de la verdad¿no?. Asakura avanzo por las calles con unas hojas de maquina en las manos, con fotografías impresas en ellas. En una se podía ver a Lyserg y a Lyra abrazados cargando a su querido bebé, lo cual no hizo más que recordarle el momento en el que Kousuke había llegado el mundo.
Era una calurosa noche de verano, para ser exactos, una noche calurosa de un 11 de mayo, y Yoh yacía sentado en una banca de hospital, frente a una puerta que llevaba una lucecita prendida que decía "Ocupado". Suspiro resignado, mirando el bote de basura a su lado. Seis vasos de café no eran suficientes.
Entonces, salió el doctor con una expresión seria; él se puso de pie de inmediato y espero noticias.
"Felicidades, Asakura-san" le dijo, "es padre".
Lo siguiente a eso había sido un permiso para entrar a ver a su esposa y al bebé, el cual tenia un tono rosado en las mejillas y la piel suave y tersa; los miro a ambos con ternura, mientras Ren Tao entraba a la habitación cargando otro vaso mas de cafe que habia ido a comprar.
Y, ah, si, la foto del recuerdo, la que estaba en el álbum: Yoh rodeando a Anna con el brazo, mientras ella cargaba un bebé y él un vaso de cafe.
Se vio nuevamente frente al edificio de apartamento, teniendo en claro una cosa: no podía haberse divorciado sin conocer la razón.
Estoy divagando, estoy divagando. Siempre lo hago, acostúmbrense; sólo quiero darle vueltas y vueltas al asunto, pero para quienes quieren saber que le había faltado hacer a Yoh, le respuesta esta en uno de los párrafos de este capitulo. Al final se darán cuenta de que mi poca imaginación no alcanza más que para dar semejante razón estúpida, pero en fin. Ahora si, el capitulo que sigue será el final definitivo, el encuentro entre Anna y Yoh, un round del que uno de los dos saldrá ileso y el otro no.
... Mejor me callo, que parece anuncio de telenovela.
Madoushi Akai Kiri,
Mayo, 2005.
