La mayoría de los personajes pertenecen a J. K. Rowling y a Warnner Bros
3. De vuelta a la cruda realidad.
Harry empezó a caminar de vuelta hacia su casa. Obviamente iba pensando en lo que había acabado de hacer, lo curioso y lo que lo sorprendió fue el hecho de que no se arrepentía de nada, era la primera vez que se dejaba guiar por sus instintos y por sus impulsos en ese tipo de cosas y le resulto muy satisfactorio el ver que Clarissa no había reaccionado mal. Algo en su interior le decía que a Clarissa le había gustado. Cuando esa idea se poso sobre su cabeza se empezó a reír y una sensación extraña volvió a recorrer su cuerpo, era evidente que Clarissa le había gustado, eso se notaba.
-Ella me hizo feliz con solo unas cuantas palabras, sonrisas y miradas era increíble-. Pensó- me gusta..., no, no me gusta, me encanta...
De nuevo estaba absorto en sus pensamientos, caminaba por inercia, parecía que sus piernas y sus pies tuvieran conciencia y pensaran por si solos. Ya se encontraba cerca del parque, ya le faltaba poco para llegar cuando sintió que lo estaban siguiendo, se volteó y no vio a nadie, se imagino que los de la orden lo estarían siguiendo y sintió una punzada de rabia al imaginarse que esto era lo que estaba pasando. Ya no lo dejaban en paz, lo seguían y lo custodiaban en todas partes , era desesperante saber que no tenía un solo momento de tregua y de privacidad, lo más posible era que para cuando llegara a casa hubieran por lo menos unas 5 lechuzas con mensajes advirtiéndole y recordándole que no debía salir a esa horas y menos solo. La rabia y la desesperación volvieron a apoderarse de él; la rabia por saber que era un manejado y un títere, y la desesperación al recordar que no tenía el más mínimo control sobre su vida, porque ahora definitivamente no era su vida, no, era la vida de todosél era el arma, la salvación y el sacrificado, ya su vida no era propia, ya no era algo personal, no, ya su vida se había convertido en algo colectivo.
Una ira intensa se empezó a gestar en su cabeza y en su corazón¿por qué¿por qué su vida tenía que ser así?. Todo giraba en torno al ¿por qué, su cabeza era un mar de confusión y de sentimientos encontrados, no sabia que hacer, de nuevo la incertidumbre y el desasosiego estaban apareciendo. Meditando y pensando sobre esto iba cuando alguien lo empezó a llamar en el paseo Glicina
¡Harry, muchacho que haces acá a estas horas y solo, por merlín! Sabes el peligro que estas corriendo, sabes que no debes salir solo de tu casa, pero ¿en que estabas pensando- termino de decir con la respiración un poco agitada y la cara sudorosa.
- Estaba dando un paseo, nada importante, no se preocupe señora Arabella- dijo lo más calmado que pudo, estaba lleno de ira y lo único que quería hacer era gritarle a Arabella que lo dejara en paz, pero prefirió no hacerlo porque aunque últimamente tenía un genio de los mil demonios, optaba no demostrarlo para que no se preocuparan más por él ni para que le echaran reprimendas.
- Ahhhhhh.. bueno, no se si deba recordártelo, a Albus no le gusta que salgas solo y menos en las horas de la noche, recuerda que tu casa es el único lugar en el que puedes estar seguro... Harry, por favor no hagas estupideces y menos ahora que él que no debe ser nombrado ha regresado- Arabella decía esto con una mueca de terror en su cara, estaba desesperada y al parecer muy contrariada por lo que estaba haciendo Harry¡Qué irresponsable, muchacho insensatoél sabe que no puede hacer esto, sabe que lo necesitamos, sabe que él es nuestra única salvación- pensaba mirando a Harry severamente a los ojos.
- Si, señora ya sé que debo hacer ahora que Voldemort ha regresado- a Arabella se le revolvió todo cuando escuchó ese nombre- creo que no me lo tiene que recordar- le contesto Harry con cara de pocos amigos.
- Claro, claro te acompaño hasta tu casa-. Respondió fríamente.
Caminaron juntos y en silencio, Harry estaba un poco más delante de Arabella, no la quería tener cerca, ella lo había devuelto a la realidad, por culpa de ella habían regresado a su mente sus preocupaciones, sus recuerdos y sus miedos. Lo que más necesitaba en ese momento era llegar a su casa y tenderse a pensar en su cama y estar solo.
Cuando por fin su deseo se hizo realidad, le dio un adiós muy seco a Arabella, esta dio media vuelta y empezó a caminar. Entró y vio a los Dursley comiendo, no le apeteció comer nada, tenía el estomago revuelto. Ni tía Petunia ni tío Vernon le hicieron algun comentario, cosa que lo alivio un poco pues no quería escuchar un reproche más. La verdad era que desde que los de la orden habían amenazado a tío Vernon ellos habían cambiado un poco, por lo menos ya no lo molestaban tanto y aunque no fuera gran cosa lo trataban un poco mejor.
Abrió la puerta de su cuarto y lo primero que vio fueron los ojos ambarinos de Hedwig que estaba un poco adormilada; como la ventana estaba abierta fue a cerrarla y cuando lo estaba haciendo se acordo de cómo había visto a Clarissa alejándose por la acera y nuevamente tenía una pequeña sonrisa dibujaba en su cara. Cerró la ventana y se acostó en la cama dirigiendo la mirada al techo, ya estaba un poco más calmado, la rabia se había disipado un poco y ya podía pensar más objetivamente. Pensó en Hogwarts, en Dumbledore, en Ron, en Hermione, en los señores Wesley y en todos los que habían dejado una huella en él, se pregunto que sería de ellos y como estarían, ya se estaba calmando poco a poco, se estaba relajando cuando se acordó de Sirius y entonces lo empezó a embargar la tristeza. Sin embargo no era la misma tristeza que había sentido hasta esa tarde después de haber visto a Clarissa, no, esta era diferente e inexplicable, tenia más un dejo de melancolía, de recuerdo, de nostalgia; no sabia si era mayor o era menor y tampoco sabia porque había cambiado. Trato de desviar sus pensamientos hacia algo más y se acordó de Clarissa; se acordo de su sonrisa, de su cara, de sus ojos, de aquellos ojos que lo llenaban de esperanza y de alegría, de vida. Mientras pensaba poco a poco se fue quedando profundamente dormido.
