La mayoría de los personajes pertenecen a J. K. Rowling y a Warnner Bros.
12. Entre sueños, insomnios y descubrimientos
Vernon estaba sentado en el fondo del corredor, esperando a que Harry llegara, quería echarle una buena reprimenda por lo que había hecho por la mañana, todavía no sabía que le iba a hacer, no sabía como lo iba a castigar, sólo sabía que lo iba a hacer, porque eso definitivamente no se podía quedar así. Estaba maquinando su maquiavélico plan de venganza, cuando vio como la puerta de la casa se abría para darle paso a Harry. Inmediatamente se paró de donde estaba y se dirigió hacía donde estaba su poco apreciado sobrino. Este apenas lo vio se quedo inmóvil, ya sabía lo que le venía y no le importó porque su cabeza en ese momento estaba tan llena de cosas, que un regaño más, un problema más y sobretodo un problema relacionado con su tortura de vida en Privet Drive no significaría mucho y no haría ninguna diferencia respecto a todo los sentimientos que ahora tenía encima. Vernon se acercó peligrosamente a Harry con una sonrisa macabra en el rostro, lo observó inquisidoramente por un momento sin decir nada, notó que estaba mojado y que tenía una expresión rara en la cara, cosa a la que no le dio importancia porque terminó gritándole en la cara.
–¿cómo te atreves a largarte dejando a Dudley sólo con el caos que tu creaste¿cómo es que puedes ser tan cínico para hacerlo sabiendo que todo fue culpa de tu anormalidad¿cómo es que puedes ser tan desagradecido para ponernos a tu tía, a Dudley y a mi en peligro luego de todo lo que hemos hecho por ti?–terminó de gritar, mientras cogía a Harry intempestivamente del cuello de la camiseta y lo empezaba a sacudir. Harry por su parte no hacía nada, simplemente se limitaba a mirarlo directamente a los ojos, impasible, sin temor, sin odio, sin nada; desde hacía mucho pero mucho tiempo que había dejado de sentir ese miedo, ese temor que la estupidez de su tío le impartía cuando era más pequeño, cuando era más inocente, cuando era más indefenso, cuando aún no sabía nada de su destino, ni de Voldemort y mucho menos de la profecía. ¿Por qué ahora que sabía todo eso, ahora qué sabía que le esperaba, ahora que sabía su destino debía preocuparse por un regaño más de tío Vernon, por un reproche, por un insulto, por una humillación¿por qué debía preocuparse ahora por algo que era normal en su vida, si tenía muchas más cosas a las cuales temer¿en realidad debía preocuparse, debía temer, debía seguirle el juego, debía darle ese gusto, si, porque en realidad eso era lo que él quería, rebajar a Harry a su mínima expresión tal y como siempre se ha preocupado por hacerlo, entonces ¿valdría la pena seguirle el juego esta vez? No, definitivamente no valía la pena gastar energía en esa batalla, en ese juego que tenía perdido desde el preciso instante en el que él había aparecido en esa casa, en esa maldita casa, en ese maldito infierno que la que decía ser su tía, la que decía ser la hermana de su mamá, su esposo y su hijo, lo habían obligado a vivir sin uno sólo instante de tregua por quince años.
De repente y cómo si la mirada de Harry o el contacto con su camiseta mojada electrocutara, tío Vernon deja de sacudir y de gritar a su sobrino. Parece que se ha cansado, pero conociéndolo bien, esa actitud sólo es el ojo del huracán, es sólo un descanso de la tormenta que se acerca, Harry lo sabe, porque conoce a su tío mejor de lo que él cree. Ahora, luego de los gritos iniciales está tratando de recobrar fuerza, de recobrar el aliento para comenzar con la misma retahíla de siempre; esa retahíla que dice lo mucho que odia a Harry, lo mucho que este se parece a los vagos y degenerados de sus padres, lo mucho que generosamente su tía y él han hecho por Harry y lo muy poco agradecido que este se muestra ante los "sacrificios" que estos han hecho para mantenerlo en casa.
Harry sigue sin decir nada, sigue sin defenderse y parece que esto enfurece aún más a Vernon, porque al parecer el ritmo de los gritos y el compás de los insultos se hacen cada vez más intensos tanto en decibeles como en contenido, mientras que el morado de la cara de morsa de Vernon se hacía, sí era posible más y más intenso. Tío Vernon estaba peleando sólo porque la cabeza, la conciencia y los sentidos de Harry estaban ausentes, estaban en otro mundo, estaban ajenos a los insultos y los gritos, y estaban absortos y completamente concentrados en los recuerdos y más específicamente en Clarissa; en su voz; en sus ojos; en sus manos; en el sabor de sus labios, pero sobretodo en su huida y en el miedo, en ese terror y melancolía que había visto reflejado en sus ojos luego de haberle dicho que la necesitaba de la misma manera que necesitaba el aire para respirar; era por esto , además de no tener ganas, que no podía responderle a tío Vernon, era por esto que notaba muy difusamente cómo éste se enfurecía cada vez un poco más, porque en ese momento tenía cosas más importantes en las que pensar.
Vernon parecía no entender la actitud del muchacho; él estaba ahí insultando a los locos padres de Harry, afirmando que su madre era un fenómeno digno de exposición en un circo, mientras que su padre era un degenerado bueno para nada, incapaz de hacer algo útil o digno, y este ni siquiera parecía inmutarse ante esto, no mostraba signos de quererse defender, o si acaso responder de alguna forma a los insultos y las sacudidas que le estaba profiriendo. Tal vez fue por esto que decidió soltarlo, mientras intentaba descifrar la punzada que se le formaba en el estomago por la extraña actitud del muchacho; no sabía si era frustración al ver fallido su típico plan de venganza, o si era desilusión al ver cómo Harry se había rendido antes siquiera de haber empezado la pelea, porque él, aunque no quería para nada al muchacho, siempre había notado que por lo menos era valiente, si, definitivamente de eso se había dado cuenta en las muchas peleas que había tenido con él. Su sobrino no se vencía tan fácilmente, peleaba, se defendía y no permitía que nadie insultara ni a su padre ni a su madre y muy extrañamente, definitivamente muy extrañamente, ésta vez no se había defendido, no había peleado, es más, le había permitido insultar a sus padres, no había hecho nada para detener las sandeces que salían de su boca. Sandeces que siempre llevaban al mismo resultado, que llegaban hasta el punto que siempre lo hacían, a descontrolarlo a un grado tal que llegaba a cometer alguna estupidez con su magia; un resultado, un producto predecible y algo glorioso para tío Vernon porque permitía un castigo mucho mayor del que él tenía pensado en un principio y por lo tanto un placer algo mayor, una superioridad mayor. Tal vez era por eso que sentía esa punzada de frustración y de desilusión justo en la mitad del estómago, porque definitivamente en ese momento, en esa pelea, su sobrino, le había ganado muy inteligentemente, al negarle sutilmente ese sádico poder de superioridad que usualmente experimentaba, aunque fuera por unos pocos y efímeros momentos, ante el miedo y el temor que su sobrino y su magia le infundaban. Porque y no podía negar que aunque el hacer enfadar a Harry implicaba un riesgo muy alto, el placer que experimentaba al verlo rendido, amedrentado por haberse descontrolado era mucho mayor que el riesgo, o por lo menos eso era lo que la cabeza de Vernon parecía concluir. Harto y rendido luego de haber peleado sólo, Vernon soltó bruscamente a Harry directo contra el suelo, el cual cayó produciendo un ruido seco para luego fulminar con la mirada a su tío. Vernon al ver esto se entusiasmo porque creyó que la pelea por fin iba a dar comienzo conclusión que dio a entender con una cínica y fría sonrisa dirigida a Harry, el cual siguió sin hacer nada más aparte de sostenerle una mirada llena de odio. Estuvieron así por pequeñas fracciones de tiempo, hasta que Harry se levantó, todavía mirando a su tío con odio, se dio la vuelta y se fue, dejando a un Vernon enfurecido y confundido al pie de las escaleras.
Harry subió las escaleras rápidamente y se encerró en su cuarto, hoy al igual que anoche tenía que pensar en todo lo que le había pasado en el día. Sin saber muy bien porque se tumbó en su cama boca arriba y dirigiendo su mirada al techo, su mente volvió a enfrascarse en lo que estaba enfrascada desde que vio como Clarissa se alejaba corriendo de él. No entendía que era lo qué le había pasado, qué era lo que la había hecho huir si todo parecía tan bien; no entendía si había hecho algo mal o si se había apresurado mucho al decirle todas esas cosas, o quizás, había dicho precisamente lo que ella menos esperaba escuchar. Porque si lo pensaba bien era muy raro que llegara una persona de la noche a la mañana a decirle a alguien lo que él le había dicho a Clarissa.
Él era conciente de haber dicho esas cosas porque las sentía, no las había dicho simplemente porque sí y aunque las sintiera tampoco sabía bien porque las sentía tan profundas con tan sólo haber visto no más de dos veces a la persona que se las producía. Era increíble, era realmente increíble que la hubiera besado la segunda vez que la había visto en su vida, es decir, estuvo interesado en Cho por tres años y nunca, pero nunca se había atrevido ni siquiera a pensar algo así con ella y era tan así que al final ella fue la que lo besó sin que él siquiera se lo hubiera esperado. Pero, obviamente eso no era todo, su cabeza tampoco parecía encontrarle lógica a lo que de su boca había salido esa noche ¿qué era todo lo que había dicho¿de dónde lo había sacado¿cómo había encontrado esas palabras? y lo más importante ¿por qué, por qué esas habían sido sus palabras¿cómo era posible que las hubiera dicho, cómo se habían formado¿qué era exactamente lo que sentía por Clarissa¿por qué apenas podía respirar cuando la tenía cerca¿por qué se sintió aún más desgraciado y angustiado de lo que lo venia haciendo cuando la vio llorar¿por qué sentía que se le iba el alma con cada lagrima suya? Todo, absolutamente todo giraba entorno al por qué como pregunta y en cambio respuestas no encontraba y la verdad era que entre más le daba vuelta a alguna que otra respuesta menos entendía las razones. Se estaba empeñando demasiado en ponerle un nombre, una etiqueta a lo que sentía por ella, cuando era igual de extraño, de inexplicable, de inesperado, a lo que se había convertido su vida desde los once años y aunque él supiera que quizás eso había pasado porque sí, porque tenía que pasar, porque simplemente lo estaba sintiendo, porque simplemente lo necesitaba, quería encontrar una razón algo más allá de eso, algo más lógica, para tener la absoluta certeza de que había pasado de verdad, que había sido real y no simplemente un loco sueño de su imaginación; lo necesitaba para apropiarse completamente de ese sentimiento, para de alguna manera asegurarle una existencia para siempre.
Pensando y pensando en esto nuevamente, en todo lo que había pasado desde que la había visto ahí parada en la puerta de la casa, en la primera vez que la había abrazado, en la primera vez que había sentido su piel, en la primera vez que había visto sus ojos, en la primera vez que había escuchado su voz, en la primera vez que la había besado, la cual rogaba a los cielos que no fuera la última, Harry se encontró nuevamente invadido por esa extraña sensación que se producía en todo su interior cuando la tenía cerca; las mariposas volvieron a su estomago, los escalofríos volvieron a su espalda, sus piernas volvieron a temblar y su respiración volvió a salirse de control. Una sonrisa volvió a asomarse en su cara ante el descontrol al que estaba sometido su cuerpo por esos sentimientos; era increíble lo que había pasado, era increíble que se hubiera atrevido a tanto con ella, y lo mejor era que le hubiera funcionado, porque en parte y pensándolo bien, si Clarissa había permitido que eso pasara, era por algo o ¿no? y aunque lo de la huida era extraño y hasta un poco preocupante, definitivamente era algo que no podía empañar la felicidad que estaba sintiendo al haber llegado a la conclusión a la que había llegado; él era correspondido por Clarissa en ese sentimiento sin nombre que nacía en lo más profundo de su alma, en ese sentimiento con el que todos sus sentidos se embriagaban cuando la tenía cerca. En ese momento, y pensándolo bien, el por qué y el cómo que su cabeza buscaba desesperadamente no importaban tanto como él en un principio había creído, porque simplemente lo importante era esa sensación de felicidad absoluta, de esperanza y de vida que lo embargaba gracias a Clarissa; porque lo importante era saber que ese sentimiento estaba ahí presente en cada una de las células de su cuerpo; porque lo importante era sentir esa calidez indescifrable e indescriptible que le producían esos ojos, esa piel, esos labios y en cierto sentido esa tristeza, esa melancolía que sorpresivamente lo tenía maravillado hasta los huesos; porque lo importante era saber o mejor sentir eso que en él gritaba que aunque no supiera las razones y que aunque quizás nunca las supiera, Clarissa era justo esa razón, ese sentido necesario, ahora más que nada en el mundo, para dejar de tener miedo de si mismo y de su destino.
Poco a poco su cuerpo y sus sentidos fueron recuperando la compostura; su corazón comenzó a recuperar su ritmo normal; lentamente su cuerpo y su mente volvieron a la pasividad habitual, más no a la tristeza a la que hace poco se habían acostumbrado y todo gracias a lo que había pasado esa noche, todo gracias a ese beso, a esa caricia profunda que los labios de Clarissa habían tatuado en su boca y en su corazón. Desvió su mirada del techo y la dirigió a Hedwig, la cual lo miraba con sus enormes ojos ambarinos atentamente, cómo si supiera o cómo si pudiera leer de la cara de Harry lo que éste estaba sintiendo en ese momento, o por lo menos esa fue la impresión que su mirada dejó en Harry, cosa que pudo confirmar cuando de repente Hedwig empezó a ulular y a batir sus alas sin ninguna razón aparente. Harry se levantó de su cama y se dirigió hacia la jaula de Hedwig, la cual movía emocionada las alas y la cabeza de arriba abajo haciendo un pequeño y disimulado alboroto. Por su parte él la veía atenta y tiernamente con sus verdes ojos, mientras sin saber bien porque asintió levemente con la cabeza al tiempo que su mascota se mostraba más emocionada, luego de esto Harry le sonrió y se dispuso a sacarla de la jaula para dejarla volar un rato, la pobre no había podido estirar mucho sus alas desde que había vuelto al Nº 4 de Privet Drive, Harry abrió la puerta de la jaula y ella salió rápidamente hacia el hombro de Harry como siempre lo hacía, le dio un suave picotazo en la oreja y salió volando por la ventana tan pronto Harry la abrió.
La noche ahora estaba calmada, ya no había rastros de la lluvia que hace unas horas había acompañado la angustia que Harry había sentido al estar buscando desesperadamente a Clarissa y al no encontrarla; ahora el cielo despejado dejaba al descubierto un maravilloso, brillante y profundo azul oscuro, adornado magistralmente por unas cuantas estrellas y por la luna llena, redonda, blanca, inmaculada y mágica. La brisa nocturna que corría lentamente y perezosamente en la calle, desordenaba el pelo de Harry y entraba directo a sus pulmones llenándolo de vida y por primera vez en mucho tiempo, de felicidad. Las pocas estrellas que iluminaban la noche se veían más brillantes que de costumbre; había algo raro en esa noche que no podía describir, es decir, la luna, la luz, la brisa, el silencio, producían esa noche en él algo que nunca antes habían producido, los veía y los sentía extraños y agradables, era como si los estuviera viendo y descubriendo por primera vez, porque lo tenían completamente maravillado. Se sentía tan raro, más liviano, más tranquilo; esa noche algo había alivianado su alma notablemente, algo había hecho más ligero el peso que tenía en los hombros, algo que él sabía perfectamente qué era, más bien quién era, porque no tenía que ser un genio para saber que la razón de esa ligereza tenía nombre propio y unos hermosos ojos verdes. La misma sonrisa que se formaba desde ayer en su rostro, pero esta vez un poco más definida se volvió a asomar en su cara; era extraño cómo las cosas que antes le parecían normales, cómo las cosas cotidianas, las cosas normales, las cosas a las que estaba acostumbrado, ahora le parecían encantadoras, mágicas, más luminosas y si era posible mucho más hermosas de lo que siempre le habían parecido.
Había pasado media hora o más y Hedwig aún no llegaba; Harry estaba empezando a ser llamado a los brazos de Morfeo, sus ojos empezaban a pesar y su cuerpo por fin estaba siendo dominado por el cansancio que las emociones del día habían dejado en el. Se alejó de la ventana todavía abierta, se sentó en su cama y sin darse cuenta se acostó para finalmente quedarse profundamente dormido.
Clarissa estaba nuevamente en el parque, sentada exactamente en la misma banca en la que Harry la había encontrado. Él estaba justo detrás de ella, listo para sorprenderla con un abrazo y con un pequeño y suave beso en el cuello. Lentamente y para que ella no sintiera sus pasos, comenzó a caminar sigilosamente. El silencio era absoluto, el murmullo de la brisa no corría, sólo se podía escuchar un sonido rítmico y calmado, un tic-tac parecido al producido por un reloj cuando marca el paso del tiempo. Harry seguía caminando sigilosamente y, sorpresivamente con cada paso que daba Clarissa parecía alejarse dos, por eso comenzó a caminar con pasos más decididos, largos y rápidos, pero todavía no lograba avanzar nada. El tic-tac se hacía más y más intenso, tanto que ahora producía un ruido casi ensordecedor; Clarissa seguía con la mirada dirigida al frente, parecía que no se había dado cuenta ni del ruido ni que Harry estaba justo detrás de ella. Él ahora estaba tan desesperado que había empezado a correr inútilmente porque Clarissa cada vez se alejaba más y más, mientras que la luz que iluminaba la noche se extinguía misteriosamente y de repente empezaba a correr una brisa tan fría cómo el hielo. El tic-tac, la brisa y la oscuridad parecían aumentar con cada paso que daba Harry al tiempo que un conocido sentimiento de desasosiego crecía en su pecho, sentimiento que lo obligó a parar para tomar aire, pues la presión que este producía en su pecho era tal que no lo dejaba respirar. Se detuvo, apoyó las manos en las rodillas, bajo la cabeza, tomo un poco de aire, trató de normalizar su respiración, se calmó un poco, subió la mirada hacia Clarissa para llenarse de la energía que lo ayudaría a seguir su camino y se volvió a encontrar su espalda, tomo un último respiro y justo cuando iba a volver a emprender su camino, ella volteó su cara y dirigió su mirada hacia los ojos verdes de Harry. La brisa se detuvo de repente mientras que la oscuridad seguía aumentando y el tic-tac empezaba debilitarse; Clarissa miró a Harry por unos segundos con un extraño brillo en la mirada y le dedicó una débil sonrisa, seguida por una pequeña, silenciosa y cristalina lágrima que bajó lenta y livianamente por su mejilla derecha hasta perderse en su cuello, dejando un rastro de cristal que la mano de Clarissa borro antes de desviar su mirada de Harry para darle la espalda nuevamente. Él al ver esto, sintió como su alma se inundaba de nuevo de incertidumbre y de miedo, de mucho miedo, por esto tomo todo el aire que fue capaz de contener en sus pulmones para volver a emprender el camino hacía Clarissa. La brisa helada volvió a aparecer pero esta vez con más y más fuerza, la oscuridad se hacía más y más grande y ahora Harry sólo podía ver la sombra de Clarissa y ya no podía oír ese tic-tac que extrañamente se asemejaba a un latido de corazón; siguió corriendo desesperado y ahora con una sensación de vacío infinita e insoportable; corrió y corrió al tiempo que Clarissa se alejaba más y más, y todo se hacía tan oscuro que al final no quedó nada. Ya no había luz, ya no había nada, ya todo era negro y frío y triste, Clarissa ya no estaba, ahora sólo estaba esa tristeza, ese vacío, ese temor y ese miedo que había estado en él antes de que ella llegara a iluminar su vida; ahí estaba ese sentimiento nuevamente en él, porque Clarissa había desaparecido.
¡Nooooooooooo! Cla….rissa, no- gritó Harry desconsolado al tiempo que se incorporaba violentamente en su cama; estaba agitado muy agitado, le costaba respirar, el aire no le llegaba a los pulmones y el mensaje de que todo había sido un sueño, sólo un horrible y doloroso sueño tampoco parecía llegar a su cerebro. En un principio todo a su alrededor se veía borroso, pero poco a poco y a medida que fue recuperando la noción de dónde se encontraba, su respiración empezó a calmarse, ya veía su cuarto un poco más claro, pero el miedo todavía estaba ahí, muy presente en su interior. Se sentó en el borde de su cama apoyando los codos en las rodillas y tomando su cabeza entre sus manos, trato de calmarse diciéndose a si mismo que todo había sido un sueño, que nada de eso había pasado y que nada de eso iba a pasar; la ventana todavía estaba abierta, por lo que un poco más calmado se dirigió hacia ella para cerrarla, Hedwig ya había vuelto y ahora lo miraba preocupada desde su jaula. Harry se paró frente a la ventana, vio la acerca por la que Clarissa acostumbraba caminar y el corazón se le encogió violentamente haciendo que algo de la angustia que el sueño le había producido regresara a él. –No–, dijo en un susurro y negando con la cabeza –no lo voy a permitir, no, eso no puede pasar. No puedo alejarme de Clarissa, no puedo dejarla ir, no puedo, no puedo... simplemente no puedo, porque ya es demasiado tarde para hacerlo, porque ya está tan metida en mí que es imposible que viva sin ella–. Cerró los ojos tratando de organizar sus sentimientos, o mejor tratando de alejar esa angustia de él, cerró la ventana en un intento desesperado para alejar su mente de esos pensamientos y se dirigió nuevamente a su cama en donde se sentó fingiendo o pretendiendo estar más calmado, luego de un rato en el que su respiración pareció por fin calmarse por completo volvió a acostarse, repitiendo una y otra vez lo mismo en su cabeza, repitiendo que todo había sido un mal sueño y nada más, un sueño que no iba a permitir que se hiciera realidad por nada del mundo, porque nada, por absolutamente nada iba a permitirlo, por nada, aunque en ese momento no supiera bien que era capaz de hacer para no permitirlo, porque no podía, no, definitivamente no podía dejar que esa sueño, o más bien esa maldita pesadilla, se hiciera realidad, porque sería su fin si perdía a Clarissa.
El insomnio había vuelto a él, después de esa pesadilla no quería dormir por miedo a soñar fuera lo que fuera, no quería volver a soñar y si para eso era necesario no volver a dormir, lo iba a hacer, definitivamente lo iba a hacer, no quería volver ver el cementerio, no quería volver a ver el cuerpo sin vida de Cedric cayendo a su lado, no quería volver a ver como Voldemort renacía, no quería volver a ver el corredor iluminado por antorchas del departamento de misterios, pero sobretodo no quería volver a ver como Sirius caía por el velo ni como Clarissa desaparecía sin que él pudiera hacer nada. Se quedó ahí acostado en su cama pensando, recordando todo, pasando de la alegría a la tristeza, de la esperanza al desasosiego y a la incertidumbre, revolviéndose y acomodándose una y otra vez en su cama; la noche o lo que quedaba de ella pasaba lentamente y él iba a cumplir su promesa de no dormir ni un sólo segundo más lo que quedaba de oscuridad, lo que él no sabía y lo que nunca sospecharía era que no era él único en esa casa que había decidido que no podría dormir más esa noche.
Últimamente Dudley no estaba durmiendo bien, por lo general se levantaba varías veces en la noche, no sabía cómo ni porqué su sueño se había hecho tan liviano, cualquier pequeño e insignificante ruido lo despertaba. Tal vez la culpa de todo la tenía el fenómeno de Potter, que con sus gritos, sus quejas y sus suplicas sin sentido no lo dejaba dormir. Era increíble como a pesar que había noches en las que no gritaba o murmuraba estupideces, sobre un tal Sirius o Cedric o cualquiera de esos fenómenos iguales a él, Dudley tan sólo se despertaba con el ruido que producía Harry al revolverse en la cama como queriéndose librar de algo o de alguien o quien sabe con que motivo; el caso era que la lucha de cobijas que su primo parecía tener cada noche despertaba a Dudley y no lo dejaba dormir en paz. Esa noche no había sido diferente, todo había empezado porque Harry no dejaba de revolverse en su cama provocando un ruidito infernal, o más bien un murmullo infernal que terminó por despertar a Dudley. Desesperado y tratando de recobrar el sueño nuevamente él también empezó a dar vueltas en su cama, el idiota de su primo no parecía ser capaz de calmarse y justo cuando él estaba ya lo suficientemente desesperado y de mal genio como para ir y levantarlo de un puño, oyó algo que lo dejo completamente aturdido. "¡Nooooooooooo! Cla….rissa, no". Su pequeño y minúsculo cerebro pareció despertarse completamente al oír esto. ¿Clarissa, decía Clarissa o es qué acaso había entendido mal? se preguntó y ¿por qué demonios ese idiota está hablando de Clarissa en sus sueños? volvió a decirse a sí mismo mientras sentía una punzada indescriptible en toda la mitad de la barriga, punzada que nunca antes había sentido en su vida, era algo raro que se movía dentro de él y que de alguna manera le hacía sentir un calor intenso en toda la cara. Se sentó en la cama y sacudió la cabeza como tratando de recuperar la normalidad de su cuerpo y a la vez inconscientemente volvió a preguntarse ¿cómo era posible que el fenómeno ese, se atreviera a soñar con Clarissa¿por qué demonios sueña con ella, por qué¿qué es lo que le pasa al tarado ese con ella? porque el sabía que a ese le pasaba algo extraño con ella o sino¿por qué siempre salía de la casa justo al poco tiempo que ella se iba? o ¿por qué hacía aún más visible su cara de estúpido cuando la veía? y sobretodo ¿por qué había puesto esa cara de terror cuando ella preguntó por las ventanas o mejor por qué había procurado, exageradamente para su gusto aunque tal vez efectivamente, que Clarissa se diera por enterada de la verdad? Ahí había algo raro, él lo sabía, algo raro que iba a averiguar, porque tenía que hacerlo, algo en él decía que eso no estaba bien, algo en él gritaba que el cretino de su primo no tenía porque estar soñando con Clarissa, algo en él, algo que no sabía que era, no toleraba el haber escuchado lo que Harry acababa de gritar. El calor de su cara de cerdo parecía no querer desaparecer por lo que empezó a reprenderse mentalmente por eso; se sentía confundido, muy confundido, sin decir rabioso por no saber que demonios era lo que le estaba pasando. Volvió a tumbarse en su cama, diciéndose que iba a descubrir qué carajos era lo que Potter se traía con Clarissa, sí, había decidido que lo iba a descubrir; mañana, iba a seguir a Harry, y lo iba a descubrir. Finalmente vencido por el sueño, qué sin saber cómo lo volvió a atrapar y determinado en su decisión, Dudley se quedó dormido cuando los primeros y tímidos rayos del sol empezaban a anunciar que inevitablemente, un nuevo día había llegado.
Bueno, por fin después de mucha, pero mucha tardanza (de la cual me siento super apenada con ustedes), e aquí otro capitulo. Debo confesar que casi no lo logro hacer y qué además estaba a punto de abandonar el FF cuando milagrosamente, no sé cómo la verdad, mi musa inspiradora pareció volver a mí. Sé que este cap, al igual que algunos otros, me ha quedado un poco raro, pero que se le va a hacer, a la imaginación y sobretodo a la musa inspiradora muchas veces no se les puede replicar cuando milagrosamente vuelven a aparecer luego de semanas de ausencias; bueno en fin, espero que lo disfruten y que les guste... ahhh y que dejen reviews! Por favor!
Sobra decir nuevamente que les agradezco en el alma a los que me han dejado reviews y a los que no, también sobra decirles que deberían animarse a hacerlo!
Ahora si me despido, besos a todos
PD: espero que ahora que la señorita inspiración ha vuelto a mí, pueda actualizar pronto!
