EL CAMINO DE LA VENGANZA - MUERTE Y DOLOR- (Capítulo Dos - Porque un mortífago ama-)
-Venganza...- dulce y clara. Diáfana y despótica. ¿Era acaso justo depender de una sencilla palabra para sobrevivir? ¿Era acaso justo que una vida pendiera de esa promesa hacia un frío lecho escondido en ese extraño lugar llamado alma? ¿O una promesa hacia aquella conciencia propia? ¿Justicia era esa? ¿Justicia era ver a aquel asesino suelto, siendo alabado por sus honores y logros? Suena irónico que un mortífago llame asesino a alguien - quien sea -; pero, ¿no era acaso peor un asesino que se niega como tal? ¿No es peor un asesino que 'protege' a la comunidad, que aquel asesino que 'atenta' contra ella?
-Niño...- en el umbral la figura recortada de un altivo y desolado hombre hacia gala de su fineza con una copa de vino en su mano derecha.
-No me digas niño, Lucius... yo no soy...
-¡¡NO SUPISTE DEFENDER A TU ESPOSA COMO UN HOMBRE!! ¡¡NO LA SUPISTE DEFENDER NI COMO HOMBRE, NI COMO MAGO, NI COMO UN APESTOSO Y DÉBIL NIÑO, RABASTAN!! ¡¡ME QUITASTE A ALICE, RABASTAN!!- el rojo del delicado vino esparcida cual sangre luego de un asesinato. Cual sangre luego de su asesinato.
-Lucius... yo no te la quité... yo no la maté... Lucius, yo no, yo no... Lucius...- ver aquella frágil pero a la vez retórica imagen no podía sino sonreir en una sutil mezcla de dolor, placer y, por qué no, afecto. No, porque un Malfoy no amaba. Una Malfoy no debía amar.
-¿Llorarás ahora, Rabastan? ¿Llorarás? ¿Te revolcarás sobre tu lecho, cerdo traidor? ¿O admirarás la trémula y pálida imagen de quien una vez fue tu mujer, fría y cálida? ¿Admirarás esa belleza que fue toda para ti? ¡¡¿¿Amarás cada parte del cuerpo que te pertenecía a ti, y sólo a ti??!! ¡¡Pues deberías hacerlo!! ¡¡Deberías amarla como yo lo hice!! ¡¡Darle todo el amor que no pude darle sólo por ser su...!!
-...hermano? Lucius, ¿te enamoraste de Alice?- su voz, un suave murmullo, tría consigo una trémula nota acusadora, como perforando el corazón del heredero de la gran fortuna Malfoy; como si ese susurro hubiese sido mil veces más doloroso que si lo hubiesen gritado a viva voz. Porque era verdad, y nunca podría mentirle a alguien tan parecido a él. Aunque costase admitirlo, Lucius Malfoy y Rabastan Lestrange sentían lo mismo, pensaban lo mismo, amaban... porque un mortífago sí ama. Aunque el orgullo prevalezca sobre el amor, un mortífago ama.
El aristocrático rubio cerró los ojos en un vano intento de acallar el rugido feroz de su corazón. En vano intento de abandonarse a su lujosa vida. En vano intento de ser él. Y de nuevo aquel dolor.
Dolor que carcome la piel, que destroza el alma a cada instante; dolor que recuerda tus lealtades; frío y delirante dolor, excitante y funesto. El dolor de una marca de vida. El dolor de una marca que los sellaba como suyos. Suyos, y de nadie más. Corrompiendo y quebrando el ser, encerrado en una jaula de cristal; tan propio y ajeno. Como el Dark Lord. Como Alice.
-Es hora de irnos. Está enojado.
-Vamos.- era sinceramente sorprendente la capacidad de dominio que tenía Lord Voldemort sobre sus siervos, aún estando lejos de ellos.
Mientras caminaban hacia la salida de la mansión, Rabastan se aventuró a preguntar:
-¿Con quién estabas en tu habitación?- el rubio esbozó una mueca de sonrisa, que cualquiera que no le conociese la hubiera interpretado como inocente, mas era todo lo contrario.
-¿Conoces a Kingsley Shacklebolt?
-¿El auror novato?- Lucius pronunció aún más su sonrisa.
*****************************************************************************
Ver su rostro contorsionándose ante una deliciosa maniobra que aumentaba la palidez era sencilla y llanamente estimulante.
Pero más, y créeme, mucho más estimulante era ver a la puta ladrona de nombre llorando por el niño. Tan sólo ver su rostro redondo e infantil daba tal coraje al recordar los finos, estirados y aristocráticos rasgos de su Alice, que incitaba más y más a mover la varilla de aquí, para allá. Y luego por aquí. ¿Le sigues? Ver sus ojos vidriosos como lágrimas... oh, sí, eran lágrimas. Tal vez lloraba por dolor. Tal vez lloraba por el dolor de Frank, el asesino. No, no lloraba por ellos. Lágrimas llenas de miedo manaban de sus ojos redondos al divisar la pequeña figura borrosa que lloraba sin prestar más atención que al miedo que su progenitora parecía profesar.
Rabastan miró excitado al suelo. Era como hacer el amor con Alice. Embriagante, poderoso, y jodidamente sádico. Pero poco a poco, los sentimientos de Rabastan fueron mezclándose en una interminable espiral de sensaciones, gritos, jadeos, gemidos, llantos, risas, hasta quedar uniformemente sólo una palabra: poder.
Poder, como venganza. Poder, como amor. Poder, como Alice. Pero simplemente poder. Como siempre debió ser.
Las manos de la mujer, aferrando un corazón inexistente sobre su pecho, comenzaron a suavizarse paulatinamente, mientras los gritos de su hijo y sus lágrimas iban en creces. Regocijante.
Miró a su alrededor. Su hermano y cuñada parecían estar en un estado parecido al suyo. Pero su amor no era otro que el propio. Y tal vez al Lord. De hecho, él también tenía amor por el Lord. Vida y muerte.
La boca de la esposa del asesino yacía entreabierta en una sonrisa inocente. Rabastan casi podría haber dicho que le causaba ternura. Excepto por el hecho de haber robado el nombre a algo tan bello como Alice. Bueno, tal vez sí le daba ternura. Esa ternura que tienes cuando destrozas una muñeca de trapo, o entrecierras tan lentamente tus dedos en un blanco cuello que lastimas tu piel. En el blanco cuello de un niño. Sangre sucia, para ser precisos. Sí, la ladrona era ternura.
Su cabello rubio estaba sucio, sudado, manchado con sangre - de ella, de su hijo y del asesino -. Pero por más limpio que hubiese estado, jamás se compararía con el de Alice. La madre del niño que lloraba tenía firmes y gruesas hebras doradas, muy comunes. En cambio ella, sus delicados y muy frágiles cabellos que ante diversas luces eran plateados, blancos e imposiblemente rubios. Ver su cabello era sentir el éxtasis del Imperio en cada parte de tu cuerpo: incitante.
¿Cómo describir el 'maleficio' Cruciatus sin caer el placer de experimentarlo? El Crucio era sentir tu piel ardiendo cual fuego dentro de sí, era tu piel carcomida lentamente por las fauces del ser que más amas: tú mismo. El Cruciatus era experimentar las locuras más rebuscadas en tus gritos de dolor, por momentos al borde del placer y la sensualidad, era verte a ti mismo en el espejo de tus ojos y ver la realidad. El Cruciatus era poder. Poder, dolor y sufrimiento. Y no, no físico, irónicamente. El poder, el dolor y el sufrimiento de verte a ti mismo como en realidad eres: un débil ser en busca de amor y muerte.
¿Era el mismo poder el que experimentaban Bellatrix, tan hermosa y distante, y Rodolphus, prueba viva de la inteligencia y la cultura? Bellatrix, y su amor al borde por el Lord, desesperada por poseer a la estrella negra, deseando odiarlo, y amándolo cada día más. Bellatrix, y su cabello negro, fiel a todo principio. Bellatrix, y su necesidad de amor propio. ¿Qué motivó a Bellatrix a seguirlo?
Rodolphus, hermano de sangre; todo menos eso. Erudito en artes. Inteligencia imposible de sobrepasar. Rodolphus y sus ansias locas de poder. El amor por el Lord, casi tan grande como el propio. El amor al poder del Lord. Rodolphus, cultura y libros; noches en vela y gemidos de frustración y placer. Hermano de furia reprimida. ¿Qué impulsó a Rodolphus a no seguir su propio camino de poder?
Y los amaba. Amaba al Lord, a Bellatrix, a Alice, a Rodolphus, a sí mismo. Hasta podría decirse que amaba a Lucius. Y también sentía ternura por la vil ladrona. Y odio por el asesino. Inclusive cierto afecto paternal por el estúpido niño que aún lloraba por el miedo de su madre.
Sí, Rabastan podía ahora asegurar que estaba vivo. Lo dudaba de Bellatrix, de Rodolphus, e incluso de la esposa del asesino. Casi podía ver a su Alice sonriendo.
Escuchó una puerta abrirse. ¿Era el Lord? No, él estaba muerto. Bueno, casi muerto. Descoronado por el niño Potter. A Rodolphus le hubiese apasionado investigar y desmenuzar - no, no al pequeño; bueno, tal vez también - cada punto oscuro. Y lo hubiese hecho, de no haber sido por esa furia oscura de estimulaba cada nervio de su cuerpo en ese momento. ¿Estaba loco? ¿Su gran erudito, su mente? No quería creerlo.
Bellatrix hubiera buscado una parte de su estrella negra en el pequeño. Y se la hubiese arrebatado. Físicamente. ¿Podía ella ahora siquiera mirar hacia el exterior? ¿Tan adentrada estaba en su poder y desesperación? ¿Estaba su fiel Bellatrix loca? No quería creerlo.
Y luego lo comprendió. Todos habían enloquecido. Y por segunda vez, a las dos mismas personas se les había arrebatado un trozo de su corazón. Y ahora estaba vacío. Porque al menos la ladrona tenía demasiado amor por darle a su hijo, a pesar de no saberlo. Todo funcionaría, porque la ladrona amaba. Y esa pequeña molestia sabía que por más pequeño que fuera su regalo, sería lo más importante para él, porque era de su madre: porque ese niño la amaría como a nadie. Su desesperada Bellatrix y su inteligente Rodolphus estaban vacíos. Siempre lo habían estado.
Sólo había dos sobrevivientes. La madre, su sonrisa inocente y sus ojos redondos brillantes y perdidos. El hijo, dormido ante la acompasada respiración de la vida. Y ambos con tanto amor...
¿Podrían alguna vez alguno de los mortífagos entender ese amor?
Tal vez.
Porque un mortífago ama.
(( **CONTINUARÁ** ))
NOTAS/ Al iniciar este fic, pensé en hacerlo de sólo una parte. Al iniciar este capítulo, creí terminarlo aquí. Sin embargo, me pareció interesante dedicar una capítulo a Azkaban. El tercero será el último, lo prometo. (espero)
Por cierto, los reviews:
Loony Daidouji: Oye, lo diré bajito: yo también creo eso ñ.ñ Creo que hay un poquito de eso en el capítulo. ¿Cosas geniales? ¡Me sonrojo!
Agus: Con respecto a la redacción, espero no haberte defraudado. Lo que pasa es que mi estilo cambió muchísimo desde que escribí el primer capítulo. Si te puso la piel de gallina, supongo (sólo supongo) que este también. ¡Nos leemos!
Deimos: Mirá, yo no sé si te lo dije (no creo haber mencionado mi pésima memoria en los que respecta a capítulos y frases ñ.ñ), pero yo creo que los mortífagos hacían lo que ellos pensaban estaba bien, o sea, limpiar la sangre. Pues, la verdad que me imagino a Frank un amor de persona, pero estaba pasando por un momento difícil cuando escribí el fic, y lo demás es historia U_U No sé si te quedó muy claro cómo lo (más bien 'la') tortura, pero la verdad es que quedé más que satisfecha con el segundo capi ^^ . ¡Nos vemos! (seguro que cuando leas esto ya vas a saber todo ¬¬U)
