Olvidé mencionarlo antes: el titulo de la historia "El caos camina conmigo", lo saqué de un tema homónimo de Shogún, una grupo de música electrónica... Cada tema de "La rata", su disco, es adecuado a la historia... en cuanto lo oí supe que era perfecto, ojalá tengan oportunidad de hacerlo (que en internet es refácil encontrar de todo y no es que esté fomentando el pirateo, jejeje).
3-
Su respiración era tranquila, a pesar de la ansiedad, seguía de cerca el ritmo de su corazón. Sus oídos eran capaces de captar cualquier sonido: a sus hermanos, el pavimento varios metros más abajo, los autos que pasaban por la calle...
Ni siquiera necesitaba de sus ojos para ver a su alrededor.
No era algo que se propusiera, simplemente se activaba, automáticamente, cada vez que sentía peligro.
Su cuerpo se movió incluso antes de que sus atacantes tocaran el piso, incluso antes de percatarse que se estaba moviendo.
Los extraños que aterrizaron sobre la azotea comenzaron a atacarlos en el acto.
No sabían de dónde habían salido, si habían saltado desde la torre de agua, si habían escalado hasta la azotea...
Sin embargo, todos pensaban que, de haber sido alguna de esas alternativas, tendrían que haberlos visto llegar desde hacía mucho antes.
Parecía como si se hubiesen materializado justo enfrente de ellos.
Pero eso no podía ser... ¿o si?.
Los atacantes vestían de negro, pero se movían tan rápido que apenas podía reparar en sus vestimentas...
Sintió a sus hermanos ponerse en guardia al segundo siguiente. Afortunadamente, el ser tomados por sorpresa no había afectado su velocidad.
Aun así... los tipos eran muy rápidos. Demasiado. No era normal. No portaban armas, pero era escasamente una ventaja: las suyas parecían no servir de mucho, podían esquivarlas con facilidad, saltaban y se movían como gatos, en dos y hasta en las cuatro extremidades, caminando por los muros a su alrededor como arañas.
Leo acababa de esquivar un puñetazo y luego otro cuando de repente tenía una patada frente a su cara, que apenas había alcanzado a evitar, y luego Donatello pasó volando junto a él. Pudo verlo por el rabillo del ojo, cayó al suelo y permaneció ahí, aturdido.
Su enemigo no iba a darle tiempo de ponerse de pie.
Leo se inclinó y barrió los pies de su oponente, logrando tirarlo al piso y corrió hacia Don, quien era atacado en el suelo por una lluvia de patadas.
Llegó por un costado y golpeó a los extraños de negro tan rápido como era capaz, en tres puntos distintos de sus cuerpos, a cada uno de ellos, primero la cabeza, luego el cuello, luego el costado, tan rápido que parecía que fuese un solo golpe.
Los atacantes de Donatello cayeron al suelo, pero casi al instante se recuperaron, poniéndose de pie y dispersándose. Leo los miró asombrado: creía que después de unos golpes así, no podrían ponerse de pie otra vez.
Ayudó a Don a levantarse, estaba bien, sólo algo aturdido, lo cubrió mientras lograba recuperarse.
Miguel lo estaba haciendo bien, les había encontrado el ritmo y los seguía con facilidad, pasando de un movimiento a otro sin pausa.
Sin embargo, era muy confiado, nunca se cuidaba la retaguardia y se distraía con facilidad, aunque su capacidad de recuperación compensaba esa debilidad.
Raph tenía problemas, confiaba en la fuerza de sus golpes más que en la estrategia.
Sólo que la fuerza no sirve de mucho cuando tu enemigo se mueve tan rápido que no puedes pegarle.
Dejó a Don con Miguel ni bien este ultimo se hubo recuperado y corrió junto a Raph, quien estaba rodeado.
La pelea se volvía cada vez más intensa, los obligaba a concentrarse al máximo, ni siquiera les permitía cruzar palabras entre ellos.
Leo había creído que eran como unos veinte de ellos, pero después creía haber contado sólo diez, pero ahora podían ser incluso treinta.
Su número cambiaba constantemente.
Parecía imposible, sobre todo porque nadie salía ni entraba de esa azotea.
Tampoco quería pensar en que la forma en que se estiraban y extendían era tan poco natural que ningún humano podría moverse así sin romperse los huesos, o en el hecho de que había golpeado a uno de ellos en la cabeza y ésta había dado una vuelta completa sobre su cuello, y aún estaba peleando con él...
No quería pensar en el escalofrío que recorría su espalda al entender que no tenía idea de contra quien estaban peleando en realidad.
De pronto, abrió los ojos de par en par, sin dejar de pelear en ningún momento.
Acababa de sentirlo.
Acababa de sentir su presencia.
Alguien más acababa de llegar a la azotea.
Alguien familiar.
No podía verla, pero lo supo de inmediato.
La sintió al instante, el lazo que los unía era demasiado fuerte...
.-
Un borrón dorado saltó frente a Raphael, separándolo de su oponente, dejándolo con el brazo listo para descargar un golpe que finalmente no daría...
.- ¡Maldita sea!.- gritó.- ¿Qué mierda...!
.- No irás a decirme que no quieres ayuda¿verdad? yo te veo bastante complicado cabeza hueca... – le respondió una voz clara y algo aguda.
.- ¿Qué¿tu?...¡ñoña! - exclamó Raphael, su rostro pareció querer sonreír al descubrir de quien se trataba, pero casi de inmediato, volvió a contraerse en una mueca de disgusto.
.- Maldita... – murmuró, arrastrando las palabras.
Una figura no más alta que las tortugas, pero mucho más estilizada, saltó entre los atacantes, dejando una estela dorada tras de sí, golpeando a las sombras moviéndose casi tan rápido como lo hacían ellas.
Raphael apenas si podía fijar la vista en ella, porque se movía tan rápido que nunca permanecía demasiado tiempo en un solo lugar.
No pudo evitar quedarse unos segundos inmóvil observándola. No podía creer que esa fuera la misma Muffy que habían conocido hacía unos seis meses atrás.
De ninguna forma. No podía ser ella.
Pero lo era, el cabello dorado que parecía una estela siguiéndola a todas partes la identificaba por completo.
Muffy abandonó el lado de Raphael y avanzó hacia el centro de la azotea.
"Si tan sólo hubiese una nube en el cielo", pensó, pero no.: la luz de la luna brillaba en todo su esplendor en un cielo completamente despejado.
Suspiró y continuó peleando.
Entre las sombras negras contra las que batallaba, podía ver a Raphael. Ocasionalmente se volvía hacia ella y le daba miradas de reojo.
Aunque sólo lo había visto por un instante y por el rabillo del ojo, se dio cuenta perfectamente de lo boquiabierto que lo había dejado.
No podía culparlo, incluso para ella era algo sorprendente.
Muchas cosas cambiaron aquella vez en que cruzaron sus caminos, varios meses atrás; y muchas cosas habían cambiado también desde entonces. Definitivamente, ya no era la misma chica débil y asustadiza que usaba gafas y un sweater con rombos y cargaba una montaña de libros en un enorme bolso.
Todo eso había quedado atrás. Ahora era más rápida, con más experiencia.
Se inclinó hacia delante, flectando las rodillas mientras sentía el silbido de un puño al pasar por sobre su cabeza. Una vez que hubo pasado, volvió a erguirse asestándole un golpe a su adversario en medio de la cara, luego, con un medio giro, calzó una patada en el pecho de otro.
No. Ya no era la misma. Había cambiado la pesada mochila por una funda de espada que llevaba cruzada en su espalda. Era lo más importante para ella en ese momento...
Su cuerpo respondía casi automáticamente en cuanto sentía la amenaza de un ataque cerca.
Y pensar que hubo un tiempo en el que corría a esconderse de esas peleas...
Ahora, en cambio, no podía evitar la euforia: le había tomado el gusto a la adrenalina, por así decirlo. Cada golpe que daba, cada golpe que esquivaba graciosa y velozmente, cada rápido y ágil movimiento, eran la prueba de que era más poderosa, mucho más que antes.
Había tomado el pequeño entrenamiento que Leo le había dado a su cuerpo y lo había explotado al máximo.
Leo.
A pesar de haber estado todos esos meses lejos, él siempre estuvo presente en su interior, conectados a pesar de la distancia.
Era bueno verlo de nuevo... tal vez fuera porque una vez sus almas se mezclaron en un solo cuerpo, pero desde que los había dejado, se había sentido... incompleta. Ahora que lo veía, por fin todo parecía estar en su lugar...
Lastima que la razón por la que lo había buscado nuevamente no presagiara nada bueno. Sabía que Leo estaría pensando en lo mismo.
"Muffy" sintió su voz en su cabeza. Hacía mucho que no necesitaban de palabras para comunicarse.
"Leo" respondió, sonriendo para sus adentros.
"Estos tipos. No son humanos¿verdad? llevamos un buen rato con ellos y no hemos logrado nada."
"Bueno... no del todo."
"¿Te importaría ponerme al corriente?"
Ambos se alegraban de verse, no era necesario mencionarlo.
"Están bajo un hechizo, los hace más fuertes, más resistentes..."
"¿Cómo nos deshacemos de ellos?" preguntó Leo mientras trataba de esquivar los golpes de cuatro de ellos a la vez y vigilaba cómo les estaba yendo a sus hermanos alrededor.
"Es la luz de la luna. Su energía proviene de ahí. Hay que encontrar la forma de que no la reciban."
Leo dio un salto hacia atrás, desembarazándose de sus oponentes y aterrizando cerca de Miguel.
.- ¡Miguel!.- le llamó. Éste le había escuchado, pero no volvió la cabeza, estaba demasiado ocupado con tres de los tipos de negro. Leo pegó su espalda a la de él, ayudándole con uno de sus oponentes.
.- ¿Crees que podrías reunir a los otros, en el centro de la azotea?.
.- Lo intentaré.
.- No habrás traído por casualidad bombas de humo¿verdad?.- Miguel asintió.
.- Donatello tiene otras cuantas en su bolsa¿para qué?
.- Haz que las tenga listas¿de acuerdo?.
.- Está bien. ¿algo más?.
.- No... pero gracias por preguntar.
Miguel se abrió paso hasta sus hermanos. Afortunadamente, no se encontraban muy separados el uno del otro.
.- ¡Don¡Raph¡Nos vamos!.- gritó, tratando de hacerse oír por encima de la trifulca.
Ambos volvieron sus cabezas hacia él, primero viendo a Miguel y luego a Leo tras él, con Muffy abriéndose paso hacia el centro.
Les siguieron.
Pronto estuvieron los cinco espalda contra espalda en el centro de la azotea.
.- ¿Y ahora que hacemos, valeroso líder? nos hemos acorralado en el centro a nosotros mismos... – gruñó Raphael, dándole la espalda a Leo, con Miguel y Don a cada lado, los tres repeliendo los diversos ataques de los oponentes que se congregaban ya a su alrededor.
.- ¡Miguel!.- gritó Leo, ignorando a Raph.- ya sabes...
.- ¡Si!.- Gritó Miguel de vuelta con entusiasmo.
.- ¡Don!...
.- Presente... .- dijo éste, haciendo girar su bo por sobre su cabeza para mantener a raya a los tipos a su alrededor.
.- Los dos, tiren todas las bombas de humo que tengan, en cuanto les diga...
"¿Muffy?..."
"Funcionará, en cuanto queden a oscuras, serán vulnerables como cualquier humano."
.-¡ Ahora!.- al grito de Leo, de los alrededores de las cuatro tortugas surgió una gruesa capa negra a ras del suelo que avanzaba rápida, devorando todo el espacio posible. En menos de unos minutos, toda la azotea estaba sumergida en una gran nube negra que se elevaba unos tres metros de altura.
En cuanto la oscuridad se hizo a su alrededor, los cuatro se movieron velozmente, sin que la nula visibilidad fuera un obstáculo.
Sus oponentes, en cambio, vacilaron, volteándose a cada lado confundidos. Los cuatro descubrieron que derribarlos resultaba mucho más fácil...
Esperando mayor resistencia, Miguel los atacó con extrema brutalidad, dejando tras de sí un grupo de cinco o seis enmascarados con brazos, piernas y mandíbulas rotas.
Se volvió sobre sí mismo algo extrañado...
.- ¿Qué les pasó¿se volvieron de plumavit?.- Se preguntó a sí mismo.
.- Ya no están dando tanta pelea...- comentó Raphael llegando a su lado después de barrer el piso con un par.- ¿qué les pasa!.- Les gritó.- ¿Se les acabaron las baterías!.- Agarró a uno que tenía cerca y alzándolo en el aire lo arrojó contra otro a unos metros de distancia. Ambos quedaron quietos en el piso.
Muffy no podía ver prácticamente nada. Se movía y avanzaba siguiendo a Leo, parándose tras su pasos.
Descubrió con sorpresa que no necesita verlo para saber dónde estaba.
Tras unos minutos, los que quedaban aún en pie dudaron entre si atacar o retirarse.
Se decidieron por lo ultimo.
Corrieron hacia las cornisas, levantando a los caídos que encontraban en su camino y simplemente lanzándose al vacío.
Miguel se inclinó a observar, esperando ver encapuchaos vueltos tortillas en la calle, pero entre el humo y la oscuridad no pudo ver gran cosa.
.- Tal vez debimos retener a uno para interrogarlo...- comentó pensativo Donatello, una vez que el humo había comenzado a disiparse de la azotea y volvían a reencontrarse unos a otros sobre ésta.. Raphael lo miró sonriendo siniestramente.
.- ¿Te refieres a uno como éste?.- dijo, alzando la mano izquierda en el aire, de la cual colgaba uno de los atacantes de negro, agarrado por el pescuezo y oscilando como si fuera un trozo de trapo.
.- Si, ese parece bien...- respondió Don, frotándose el mentón.
Leo miró a su alrededor: los encapuchados habían desaparecido de la misma forma en que habían llegado; en unos cuantos segundos, no quedaba ninguno de ellos. Se cruzó de brazos y le dirigió una rápida mirada a Muffy, ésta se la devolvió y ambos se dirigieron a encontrarse con los demás. Por ahora podían relajarse un momento.
Los demás ya habían guardado sus armas y se dirigían hacia Raphael, formando un circulo a su alrededor, éste aún sostenía en su mano izquierda el cuello del único de los atacantes que aún permanecía en aquella azotea.
Lo presionaba de forma tal, que sólo dejaba pasar el aire necesario para que el tipo no se sofocare.
Con rudeza lo depositó en suelo, obligándolo a permanecer de rodillas, no permitiéndole ningún movimiento.
El tipo exhaló un quejido, que pudo haber sido tanto de dolor como de miedo, con las manos intentó separar los dedos de la mano de Raphael de su traquea, sin éxito, Raphael apenas si necesitaba esforzarse demasiado para retenerlo.
Leo y Muffy fueron los últimos en acercarse al corrillo. Leo se plantificó frente al encapuchado, aún con los brazos cruzados y le dirigió una larga mirada mientras éste se debatía a sus pies.
Luego alzó la mirada y se volvió hacia Raphael, asintiendo. Raphael sonrió levemente.
En un rápido movimiento, reacomodó su mano alrededor del cuello del extraño para sostenerlo mejor, casi elevarlo por los aires y tirarlo de espaldas en el pavimento. El tipo ahogó un quejido. Casi de inmediato, Raphael estaba de rodillas junto a él, sin soltar en ningún momento su cuello.
De un tirón le arrancó la máscara.
Del otro lado apareció el rostro de un muchacho muy joven, con los ojos abiertos de par en par y con el labio inferior caído.
Raphael se sorprendió; de alguna forma, no era lo que se esperaba encontrar. Entrecerró los ojos y bajó la vista hasta encontrar el rostro del joven.
Su expresión de terror, aunque comprensible, le pareció extraña. Parecía como si los estuviese viendo por primera vez.
Tirado de espaldas, sin la máscara y sin poder moverse, el muchacho no se veía en lo absoluto amenazador. Apenas si podían creer que esa criatura indefensa y vulnerable les estaba dando problemas un rato atrás.
Levantó la mirada y la pasó por los rostros que le miraban desde arriba. Intentó retroceder utilizando sus piernas, pero la mano de Raphael en torno a su cuello le impidió llegar muy lejos.
Leo se acercó aún más, mirándole con detención. Se inclinó sobre él. El muchacho intentó hasta el final evitar su mirada, pero luego no tuvo más remedio que enfrentarla pues el rostro de Leo estaba casi encima del suyo.
Además, el rostro ceñudo de Raphael a su izquierda no le daba mejores opciones.
Leo observó en silencio la cara sudorosa del chico, las pupilas dilatadas, el labio inferior temblando sin control... sus ojos reflejaban verdadero temor. Raphael podía ser aterrador a veces, pero tampoco era para tanto... aunque nunca se sabe, se dijo.
.- ¿Quién los envió?.- le preguntó, lenta y pausadamente, con voz monótona, sin emoción, con los ojos fijos en el muchacho.
Los demás se aproximaron aún más.
El joven abrió la boca, pero de ella no salió ningún sonido. Volvió a cerrarla y comenzó a negar frenéticamente con la cabeza, con los ojos apretados.
Leo aguardó unos segundos más, sin que su expresión variara un solo milímetro.
.- Te lo preguntaré una vez más.- dijo calmadamente.- ¿Quién te envió¿Cuál era el objetivo?.
El muchacho se volvió a verlo con una expresión patética, lívido, incapaz de proferir un sonido, poniéndose cada segundo más pálido, con los ojos cada vez más abiertos.
.- Por favor..- dijo al fin en una voz apenas audible.- déjeme ir... por favor...
De pronto Raphael lo sacudió violentamente por el cuello, el muchacho emitió unos grititos de alarma que hicieron que incluso Miguel y Don se sobresaltaran.
.- Responde de una vez o te parto la traquea.- siseó Raph con los dientes apretados. El muchacho volvió a abrir los ojos, de a poco y estos vacilaron entre los de Raphael y los de Leo.
Leo asintió levemente.
.- Lo hará.
El chico tragó saliva.
.- No...- balbuceó al fin.- no puedo decirles nada.. ella me matará...
.- No te estoy dando mejores opciones aquí...- le respondió Raphael. El muchacho cerró los ojos en cuanto escuchó su voz.
.- No... ella... ustedes no lo entienden...
.- ¡Deja de preocuparte por ella y comienza a preocuparte por mi!.- Gritó Raphael junto a su rostro.
El muchacho palideció aún más, si ello era posible.
.- Esta bien, Raphael,- dijo Leo, mirando al muchacho, atrayendo su atención.- Él hablará. ¿no es así?.
Raphael alzó una ceja.
.- ¿Qué esto¿la tortuga buena y la tortuga mala?
El chico se volvió a mirar a Leo, respirando tan agitadamente que éste temió que fuera a darle alguna especie de ataque.
Tenía miedo, eso era obvio. Estaba aterrado.
.- Los quería vivos...- dijo al fin, casi frenético, como si sólo tuviese unos minutos para hablar.- No quería hacerles daño..., quería que se los llevásemos, quería verlos, ella quería verlos...
.- ¿Quién es ella?
.- ¡No, por favor...- Gritó el chico, casi histérico. Raphael volvió a sacudirlo por el cuello.- ¡La Viuda!... así le llaman, la Viuda...
.- ¿La viuda?.- repitió Muffy algo sorprendida desde su lugar.
"¿Significa algo para ti?"
"Tal vez... He escuchado en las calles algo de ella, pero nada concreto. Es sólo un susurro en los bajos fondos... le llaman así porque siempre va de negro"
.- Se enojará...- continuó el muchacho.- Y sus ojos... sus ojos son amarillos... sus ojos...- De pronto, el joven se calló de golpe, comenzando a hacer arcadas, como si no pudiese respirar... su garganta emitió algo parecido a un chasquido.
Raphael aflojó de inmediato la presión en su cuello. Leo se volvió a verlo con gravedad, pero éste le devolvió la mirada sacudiendo la cabeza y soltando definitivamente la garganta del muchacho.
La cabeza de éste cayó sobre su pecho, su piel estaba poniéndose azul. Sus manos corrieron hasta su garganta dónde comenzó a arañar su piel, como si pretendiese abrir un canal directo para el aire, rasgando la piel...
Leo lo observó atónito por una fracción de segundo y luego se abalanzó sobre él, apartando las manos de su garganta, dejando su pecho libre y recostándolo completamente en el suelo. Se inclinó sobre él y lo puso de lado, con la cabeza sobre su brazo. El muchacho continuaba sin respirar.
.- Maldición...- murmuró.
Volvió a ponerlo de espaldas, cruzándose encima y comenzó a presionar su pecho con ambas palmas, dándole golpes acompasados, una vez, dos veces, cinco... pero el muchacho continuaba sin respirar, ahora había empezado a convulsionarse...
.- Leo...- sintió la voz de Miguel a sus espaldas.
.- ¿Que?...- respondió impaciente.
.- Aléjate de ahí...
Levantó la cabeza, estaba por preguntar cuando vio el rostro del chico. Su color era definitivamente azul pálido y de su boca comenzaba a emerger una especie de espuma, pero eso no era lo peor...
Leo se quedó petrificado ante él.
La piel de su rostro había comenzado a secársele, como si fuera succionada desde dentro, pegándosele al hueso...
El color pasó de azul al gris y unas profundas grietas comenzaron a dibujársele, no sólo en la cara, en todo el cuerpo...
.- Pero que mier...- exclamó Leo poniéndose de pie de un salto.
Ante los ojos atónitos de todos, la piel del muchacho comenzó a resquebrajarse y a caer en trozos al piso, dejando a la vista los blancos huesos del cráneo.
Raphael retrocedió violentamente... el resto del cuerpo del muchacho no tardó en comenzar a desintegrarse también.
En menos de un minuto, sólo tenían ante sí una pequeña pila de polvo y fragmentos.
"Muff"
"¿Si?"
"¿Que está pasando?"
"No querrás saberlo..."
"No quiero. Pero es malo¿verdad?"
"¿Tu qué crees?"
.-
La habitación estaba a oscuras, como siempre. Y olía incienso y a velas...
Su figura estaba de pie frente al gran ventanal estilo gótico; su silueta se recortaba contra la única luz que admitía esa habitación, la de la luna.
Desde esa distancia, sólo podía apreciar sus largos vestidos y el cabello largo también y liso que caía mucho más allá de los hombros. Su delgado brazo estaba estirado, su mano de largos y huesudos dedos estaba apoyada contra el cristal de la ventana, mientras miraba a través de ella.
Un simple sirviente como él no podía aspirar a que le mirase, lo cual era un alivio. No soportaba esos ojos amarillos...
.- ¿Señora...?.- balbuceó tímidamente. La mujer no se volvió, no se movió un ápice.
.- Han fallado.- dijo una voz femenina, clara, casi dulce.- Lo sé.
.- Los va a ... ¿castigar?.- preguntó el hombrecito de traje blanco, con temor.
.- No.- respondió la mujer simplemente.- Pero ya no tienen utilidad para mi. Me temo que ya no los necesito...
.- ¿Quiere decir que.. que los va a ...?
.- Ya está hecho.
El hombrecito retrocedió con una expresión de temor en el rostro.
.- Vete ahora. Te llamaré cuando te necesite...- le dijo finalmente. El hombrecito dio un respiro de alivio y tras una reverencia, dio media vuelta y se marchó.
"Al menos aún me necesita.", pensó.
La mujer continuó mirando por la ventana, aunque su mano se deslizó hacia abajo, lentamente, como si acariciase el cristal.
.- ¿Acaso conoces la razón de tu tristeza¿o por qué te despiertas por las noches?... sólo espera un poco más... .- dijo en un susurro a la nada.- Sólo un poco más.
.-
Fin del cap.
¡Hola!
Hoy estoy de muy buen humor...
A pesar de que me congelo en este frío invernal aquí en el culo del mundo... (que será culo, pero es mio, jejeje)
¡Hey! Que tal Kskabell... mmm... vaya, vaya, cada vez me gustas más chiquilla, jejejeje...
si, mi teclado ha estado echando humo todo el día el pobre... y sí, tengo la cabeza llena de historias, pero poco tiempo para trabajarlas (buuu)
Lamentablemente lo mío es crónico, pero aquí todas hacemos un grupito bieeen especial ¿o no? Jejejeje... me encanta, me encanta...
¡Samarita! Sigues por ahí, que felicidad...
Hace poco vi Constantine (y como no, si aparece Keanu Rives, imperdible...) y sí, se parece bastante... (ángel que se supone bueno, pero no lo es mucho, un personaje que se dedica a cazar a los demonios... psé, se parece ¿no?) pero quiero pensar que sólo hemos caído en lugares comunes, que si me hubiese basado en Constantine no habría dejado mencionarlo (que siempre doy crédito por todo lo que no es mío), pero sí, que se parecen, se parecen... vaya ¿no?
No temas, muñeca, ya tendrá sentido (eso espero, jejeje, que uno jura que va bien con la cosa y después, pues... )
Y si, me ha gustado el yaoi (no por ser yaoi, que no es de mis cosas favoritas, pero ¡que diablos! Mientras tenga sexo igual me gusta ¿les extraña? He leído todos lo que pueden leerse en la sección en ingles, y soy fanática del hentai... (bien, ahora sí que he terminado de revelar mi más oscuro secreto¡soy freak! jejeje Pero no se nota porque me veo normal buahahahaha... ejem... Y el de Ksk es simplemente genial (ya lo había dicho ¿no?) No lo escribo porque me da plancha (vergüenza) pero haré el intento esta vez, (si¡chan! los recuerdos...) eso si, será todo bastante más suave, con menos x que el de Kskabeliña, de acuerdo al hilo de la historia (porque como ese no es el tema central y no quiero desviarme...)
No temas que me tomaré con calma el ir poniendo los caps.
Nos estamos leyendo.
