5.-
Raphael se levantó temprano esa mañana., por alguna razón, no pudo seguir durmiendo, así que mejor simplemente se levantó.
Estaba de mal humor.
Pésimo humor.
Era tan malo que hasta él se daba cuenta de ello.
Ni él mismo se soportaba.
Ni siquiera intentó pensar en qué podía tenerlo de ese pésimo humor, a veces ni siquiera había una razón para ello, así que no valía la pena.
Se fue a la sala de prácticas; mejor emprenderlas desde ya con el saco o quemar algo de energías antes de que los demás se levantaran, o seguro que abrían problemas y tampoco estaba de humor para discutir con nadie.
Ya estaba parado en el umbral de la sala cuando se percató que alguien ya estaba ahí.
Por supuesto.
Como no lo pensó antes.
Debía ser Leo.
Como siempre se despertaba después que él, nunca se topaban en al sala de prácticas a la misma hora a menos que se tratara de una sesión de grupo.
Pero ahora, por lo visto, habían coincidido en la hora.
Podía oír claramente los golpes sordos en el saco que colgaba de la anilla en una de las esquinas.
Pensó en dar media vuelta e irse. Tampoco estaba de humor para ver a nadie, en especial a Leo. Por alguna razón, siempre lograba empeorar su humor justo cuando ya estaba suficientemente malo.
Además, siempre podría ir a descargarse frente a la Tv, gritándole a las tontas comentaristas de noticias por las estupideces que siempre decían. No era tan bueno como pegarle a algo, pero servía igual.
Sin embargo, cuando ya daba la vuelta, se detuvo.
El ultimo golpe no sonó como Leo, además, ahora que lo pensaba, él no era muy amigo de pegarle al saco; prefería las largas, complicadas y aburridas katas con el bokken.
Se quedó de pie y escuchó un poco más.
No, definitivamente, ese no era Leo. ¿Donatello tal vez, quizás.
Si, podría soportar compartir el dojo con Donatello. Mientras no hablase, ni le mirase ni le preguntase idioteces como "¿cómo dormiste?" o "¿cómo estás?" o esas estupideces.
Dios, de verdad estaba de mal humor.
Se decidió al fin y entró a la sala.
Se sorprendió bastante cuando en vez de encontrar a alguno de sus hermanos, se encontró a Muffy dándole de patadas al saco.
Estaba toda vestida de negro, como la noche anterior, con el pelo atado en un cola. Casi estaba como la ultima vez que se habían visto, excepto por que el pelo lo llevaba más largo ahora.
Aún no se había percatado que él estaba ahí, así que se cruzó de brazos y se apoyó contra la pared, cerca de la puerta y observó.
El sudor le perlaba la frente, debía llevar un buen rato ahí.
Ciertamente había mejorado. Sus golpes eran rápidos, tenía buen balance...
Quizás había algo que aún podía hacerse con la fuerza en los ataques, pero no estaba mal. Nada mal.
.- ¿Se te ofrece algo o sólo te me vas a quedar mirando todo el rato como un pervertido?.- la voz de la chica casi le hizo perder el equilibrio. Se volvió hacia ella boquiabierto, pero casi enseguida frunció el ceño.
.- Tiene todo al revés, señorita. Si estoy aquí es para entrenar, si quisiera mirar mujeres lo haría... y ciertamente no sería ti... .- dijo, desviando la mirada y avanzando hasta el saco. Muffy lo miró abriendo grandes los ojos y luego frunció el ceño con un bufido.
.- ¿Y yo que tengo de malo?.- Raphael se detuvo junto a ella en el saco y la miró de arriba abajo y luego alzó las cejas.
.- Nada... si te gustan las chicas sin muchos... atributos y que parecen chicotes...- casi involuntariamente, Muffy se dio una mirada así misma, pero luego sacudió la cabeza y se volvió a mirarlo aún más enojada, con la cara roja, avanzó hasta él con una especie de gruñido. Raphael se cruzó de brazos y miró en otra dirección, aún cuando la chica estaba casi encima de él.
.- ¿Qué quieres decir, que no soy femenina¿qué soy una especie de marimacho?...- Raphael volteó los ojos y luego se detuvo a mirarse las uñas como si tal cosa...
.- Si te parece femenino el estar dándole de golpes a las cosas... Ahora, si me disculpas, es mi turno de utilizar esto. .- Muffy alzó ambas mano y las dirigió directo hacia el cuello de Raphael, pero en el ultimo instante se detuvo, haciendo un gran esfuerzo.
.- Esta bien. Después de todo, es sólo tu opinión. ¿a quien le importa tu opinión, de todas formas?.- dijo retrocediendo, Raph quedó congelado en medio de un golpe que pensaba darle al saco. Muffy sonrió sarcástica.- Además, no necesitamos ser amigos¿verdad?.
Raphael se volteó hacia ella repentinamente.
.- ¿A qué demonios has vuelto de todas formas?.- le preguntó en un tono que le resultó más hostil de lo que tenía planeado. La sonrisa se borró de la cara de Muffy y fue reemplazada por una mirada fría.
.- Leo y yo les explicaremos en el desayuno.- contestó monótona, tras lo cual dio media vuelta dejando a Raphael a solas.
Este comenzó a golpear el saco con furia ni bien se vio solo.
.- Si, claro... "Leo y yo"...- repitió, imitando la voz de la chica. Luego se detuvo de repente, apoyando la frente en le saco. Se quedó así un buen rato antes de comenzar a golpearlo de nuevo. - Si... Leo y tu... ¡las pelotas!... ¿y que me importa a mi!.
Siguió golpeando y gruñendo incoherencias un buen rato más hasta que por fin comenzó a relajarse.
Muffy salió de la ducha y con la cabeza envuelta en una toalla y con la bata puesta, entró hecha una furia a la cocina.
Leo ya estaba ahí, tomándose un té junto a la mesada.
Le dio los buenos días con una sonrisa, pero ésta le respondió dejándose caer junto a él contra el mesón.
Leo la miró de reojo.
.- ¿Qué te ...?
.- ¡Nada!.- contestó ésta con un bufido, pero casi enseguida respiró profundo y dejó escapar un suspiro.- Lo siento, no es nada contra ti.
.- Que suerte.- le contestó éste con una sonrisa, sorbiendo más de su taza.
Muffy fijó su vista en el suelo, retorciéndose las manos.
.- Oye, Leo...
.- ¿Si?
.- Tu.. tu crees que... tu piensas que.., bueno... que yo... .- Leo alzó una ceja y se volvió levemente hacia ella.
.- Yo creo que tu ¿qué?...- le preguntó. Muffy desvió la mirada a una parte más alejada del suelo, sintiendo como la cara se le ponía roja.
.- Nada.- murmuró. Leo la miraba extrañado aún cuando entró Donatello, bostezando a tomar su lugar en la mesa.
Casi unos segundos después entró corriendo Miguelangel, de un solo tirón apartó la silla y se sentó, inclinándose hacia delante, con las piernas dándole de saltitos bajo la mesa, sin poder estarse quieto.
.- Muy bien, .- Dijo.- ¿de que se trata¿para dónde hay que ir¿cuál es la hazaña imposible de cumplir que de alguna forma, y en el ultimo minuto, podremos lograr antes de que todo se destruya¡¿cuánto tiempo tenemos para salvar al mundo!.- preguntó casi gritando.
.- Por lo que puedo ver, hoy no te tomaste tus medicamentos, Miguel... – Comentó Don, mirándolo de soslayo como su hermano no podía estarse un segundo quieto. Todos lo miraron extrañados.
.- Vamos¿qué más va a ser? por algo está Muffy aquí, algo terrible, malo y monstruoso va a pasar¿verdad?...
.- Bueno...- meditó Muffy volviendo los ojos al cielo.- La verdad es que sí..- Dijo finalmente.
.- ¿Vieron?.- exclamó Miguel, casi entusiasmado.- Así que¿a quien nos cargamos esta vez?.- preguntó, Leo se acercó a la mesa, respirando profundo, corrió la silla y se sentó.
.- Y supongo, que como siempre, no había nadie más para el trabajo¿por qué siempre nosotros, eh?.- Sintieron una voz a sus espaldas.
Raphael acababa de entrar en la habitación, aún secándose con una toalla. Muffy lo vio y volteó la cara para otra parte.
Leo respiró profundo.
.- Bien, si ya estamos todos, vamos a trazar el plan de acción. Aparentemente todos nuestros recientes problemas están conectados...
.- Bien.- exclamó Miguel, dando un palmetazo a la mesa.- ¿Quién será poseído esta vez?...- Ni bien hubo dicho eso, la mano de Don apareció tras su nuca y le asestó un sonoro sopapo.
.- Estate quieto¿quieres?.
.-
Durante la media hora siguiente, Leonardo y Muffy le refirieron a los demás la conversación de la noche anterior.
.- Aún así, todavía no veo como es que de perseguir vendedores de armas saltamos a detener a la reencarnación del demonio... .- Preguntó Miguel rascándose la cabeza.
.- ¿Estas seguro que no es el guión de una telenovela, espero que no, porque apestaría más de lo usual..- Comentó Raphael.
.- La conexión aún no es clara, pero creo que existe... .- Intervino Leo.
.- Si el plan es destruir el mundo...- Continuó Muffy.- tiene sentido hacer que la gente se mate en las calles. Además, creo que esos tipos con los que nos topamos anoche no estaban ahí por casualidad. Y había mucha magia envuelta...
.- Esos no eran tipos comunes y corrientes...- dijo Don pensativamente.- ¿así que los delincuentes comunes se están mezclando con demonios y esas cosas? imagino que si pienso en alguna forma de que esto se ponga aún más raro, lo hará¿verdad?. Así que la pregunta es ¿qué hacemos ahora?.
Se produjo un silencio en la mesa.
"Aún estamos muy en blanco para proceder. Necesitamos información.", dijo Leo. Muffy asintió.
"Sé donde podemos conseguirla, es el lugar perfecto..."
"No irás a invocar a ese amiguito tuyo de nuevo¿no?" Muffy sonrió.
"¿Ponce?° su alma finalmente se fue al cielo... bueno, no sé si al cielo, pero a alguna parte se fue... de todas formas, lo único que hacía era regañarme"
Los otros tres los miraban sin comprender. Leo jugueteaba con un cubierto dejado sobre la mesa, mientras Muffy miraba fijamente su superficie, ninguno de los dos había dicho ninguna palabra, pero ambos sonreían.
Los tres intercambiaron miradas, encogiéndose de hombros.
Finalmente, Leo se volvió hacia ellos.
.- Bien, nos vamos a recolectar información, chicos.
.- ¿Lo acabas de decidir?.- preguntó Raphael de mal humor. Leo se volvió hacia Don.
.- Prepara la Van, nos vamos en diez minutos.
.- Oka.- dijo éste poniéndose de pie, y saliendo de la habitación.- Miguel, ve al baño antes de salir... .- gritó cuando ya se había perdido de vista.
.- ¡Ey!.- exclamó éste, poniéndose de pie y saliendo detrás de él.
Leo se quedó mirando a Raphael.
.- Si no tienes otro reparo que hacer...
.- Tengo miles, pero supongo que mi opinión no es la importante en este momento...- dijo, levantándose pesadamente.- Aaaahh, vámonos de una vez...- masculló con hastío antes de dejar la habitación.
Leo lo estaba siguiendo, pero entonces notó que Muffy aún no se había levantado.
.- ¿Qué ocurre?.- le preguntó, volviéndose a medias hacia ella.
"Raph tiene razón".- Leo la miró extrañado.
"¿En serio?... y em... ¿en que sería?..."
"Tiene razón al preguntar si no hay alguien más para el trabajo. Porque es cierto. No hay nadie más. Esta tarea no debería corresponderles a ustedes. Ni siquiera debería ser mi responsabilidad..."
Leo se volvió completamente hacia ella, ésta le miró con un dejo de angustia.
"Lo siento, no es que no aprecie lo que hacen, su ayuda... pero... estamos solos. Estamos solos contra la voluntad de todos los demás y francamente, me aterra pensar que pasará cuando las cosas comiencen a ponerse feas..."
Leo la miró en silencio por unos segundos antes de contestar.
.- Todo estará bien. De alguna forma u otra.
Muffy se puso de pie y se encaminó hacia la puerta, pasando junto a él.
Se detuvo a unos cuantos centímetros.
.- Ni siquiera puedo imaginar con que nos vamos a encontrar... Dios... Antes, no importaba lo malo que fuera, me sentía segura porque los grandes poderes me protegían, porque el Arcángel me guiaba, porque Dios estaba de mi parte, pero ahora... ahora...
"No estás sola."
"Lo sé, pero..."
"Es muy pronto aún para descorazonarse..."- le dijo finalmente Leo, volviéndose hacia ella sonriendo.
Muffy se volvió también, sus ojos estaban llenos de preocupación, sin embargo se esforzó por sonreírle de vuelta.
"Me alegra que estés conmigo al menos", le dijo, y girándose nuevamente dejó también la habitación.
Leo se quedó sólo, la sonrisa se había borrado de su cara, dejando una oscura expresión en su lugar.
Tenía que hacer grandes esfuerzos por parecer optimista ante Muffy, para darle ánimos, pero lo cierto era que le estaba costando demasiado trabajo aparentar una confianza que no sentía.
Sabía que las cosas se pondrían peores.
Lo sabía desde antes de que apareciera la chica.
Había tenido esa sensación en la boca del estómago desde hacia meses ya y ahora todo estaba a punto de suceder.
La verdad era que él mismo se sentía descorazonado.
La sensación de final era demasiado fuerte, el vacío que sentía, el miedo a fallar, a no poder seguir adelante...
Cerró los ojos con fuerza.
.- Cálmate ahora.- se dijo a sí mismo en un susurro. Mentalmente contó hasta cinco y luego fue a reunirse con los otros.
.-
Cuando la puerta se hubo cerrado, la habitación a la que entraron se quedó por completo a oscuras.
Todos se revolvieron intranquilos.
A su alrededor, todo estaba negro, excepto por la ventana justo frente a ellos, un gran ventanal estilo gótico.
.- Nadie se mueva.
Se oyó una voz de mujer. De inmediato, todos saltaron en sus lugares. La voz era suave y tranquila, casi dulce, pero no pudieron evitar sentir escalofríos al escucharla.
Todos obedecieron y nadie se movió.
De pronto, la habitación entera se iluminó con una gran luz.
Una brillante luz dorada.
Su epicentro provenía de algún lugar cercano a la ventana, instintivamente todos volvieron sus cabezas hacia allá.
Una figura de negro, larga y estilizada estaba de pie, la luz le envolvía como si proviniese de ella, de su interior.
De pronto, la figura se sacudió producto de espasmódicos movimientos. La sombra se contorsionó, comenzando a lanzar largos y agudos gritos.
Ahora, era claro para ellos que se trataba de una mujer.
Todos se revolvieron nerviosos, algunos ya se habían vuelto en busca de la puerta.
.- ¡No se muevan!.- gritó una voz a sus espaldas que reconocieron como la del hombrecito que los había conducido hasta ahí..- Si se mueven ahora no la cuentan... sólo miren en silencio¡y no se muevan!.
Tras unos segundos, aún si lo hubieran deseado, no habrían podido moverse. Sus ojos estaban clavados en el espectáculo que tenían ante sí.
La luz parecía haber atrapado a la frágil figura y la había alzado en el aire, permaneciendo siempre de espaldas a ellos.
La luz se volvió aún más espesa, moviéndose como si tuviera vida propia.
De ella salieron unas formas como manos que se alzaron en el aire y luego se volvieron a toda velocidad hacia la figura suspendida en la nada.
Las manos hechas de luz tomaron a la mujer por los brazos y piernas, obligándola a permanecer inmóvil, justo frente a la ventana, completamente indefensa.
Desde el exterior, acercándose hacia la ventana, pudieron ver una sombra negra, una especie de nube que se aproximaba hacia la habitación en la que se encontraban, desde fuera de la ventana.
La nube no sólo era oscura, no sólo se trataba de su negrura, era más que eso, parecía absorber las otras luces a su alrededor, estás se apagaban o disminuían al pasar la sombra junto a ellas.
Finalmente estuvo frente a la ventana y la atravesó.
Se detuvo frente a la mujer inmovilizada en medio del aire y la observó, agazapada, como si se tratara de un animal.
Segundos después, de un salto, se abalanzaba sobre ella, introduciéndose en su interior.
El cuerpo de la mujer volvió a convulsionarse, y las paredes y el piso retumbaron con un horrible rugido que resonó en todo el lugar.
Finalmente, el eco del rugido se apagó, al igual que la luz dorada.
Tras unos segundos, sólo quedó el cuerpo de la mujer, nuevamente en el suelo, dónde permaneció temblando casi incontrolablemente, mientras una nube de humo negro salía de su interior, como si hubiese estado en llamas...
Lentamente, la vieron ponerse de pie.
.- Siento que hayan tenido que ver eso, señores...- les dijo, esta vez su voz no era dulce como antes, todos los presentes dieron un paso hacia atrás.
Su voz sonaba profunda, desfigurada y rasposa... Pero en la mitad de su oración, lentamente volvió al tono anterior.
.- ...Pero no se puede hacer esperar a un fragmento.
Dio la vuelta, enfrentándolos y, por primera vez, pudieron ver su rostro.
.-
Fin del cap
