7.-

.- Mira, chico, las cosas nunca son fáciles, especialmente cuando hay tanto por considerar...

Leo abrió lentamente los ojos.

Tardó bastante en enfocar la vista, todo era tan brillante.

.- ¿Dónde estoy?.- preguntó.

Había mucho viento, parecían estar en algún lugar alto. Una azotea.

Frente a sí, un hombre de traje beige, con un pie en la cornisa y las manos en los bolsillos, miraba hacia abajo.

Desde donde estaba, Leo podía ver la escasa cantidad de cabello blanco que quedaba sobre su cráneo, su piel arrugada. Su corbata negra se agitaba nerviosa por el viento.

.- Dímelo tu chico.- contestó el viejo.- Es tu sueño. Te gustan las azoteas, ¿eh?. El aire fresco, el sol, la luz... eso está bien. Esperanza, a pesar de todo. Y deseos de libertad...

Sin embargo, me preocupa que hacia abajo se vea todo tan negro...

El hombre se inclinó hacia abajo, en forma casi peligrosa. Leo le imitó, casi inconscientemente. De inmediato sintió un vértigo abrumador. Por un momento creyó que caería. Se cubrió los ojos con la mano.

Él no sufría de vértigo, de eso estaba seguro, pero en ese momento, no se sentía capaz de dar un solo paso desde donde estaba, aún cuando todavía estaba a unos buenos metros de la cornisa.

.- Tienes miedo.- le dijo el anciano volviéndose hacia él. Entonces pudo notar que en la mano izquierda llevaba abrazado un pequeño perro, blanco, con los ojos cruzados por una mancha negra, como si fuese un antifaz.- Eso es comprensible...

Le resultó familiar, pero muy vagamente...

.- ¿Quién es usted?.- preguntó Leo. El viejo negó con la cabeza.

.- No puedo quedarme mucho, chico, así que haz sólo las preguntas pertinentes. Mi capacidad para responder es limitada...

.- ¿Preguntas? no entiendo que...

.- Eres duro, ¿eh? vamos, que debe haber algo que quieras o necesites saber...- Leo se quedó pensando un momento.

.- La espada...- dijo al fin. Era lo primero que había venido a su mente. El anciano sonrió.

.- Esa estuvo mejor. Sólo una persona la había esgrimido antes que tu. Por eso es que no puedo ayudarte gran cosa. Gran parte de ella, es como si tuviera vida propia... cambia y se adapta por sí misma, reacciona ante el mal que debe destruir, despierta al reconocer la razón de su existencia... pero necesita de un amo que la guíe...

.- ¿Servirá? ¿servirá para destruir al...?

.- ¿A la reencarnación? No lo sé. Ya lo hizo una vez, podría ser tu única oportunidad... si puedes dominarla... y no estoy seguro de que puedas, aunque... aunque ya la has usado... ¿quién sabe?

.- ¿Por qué han decidido no ayudar? ¿por qué han decidido que el mundo debe ser destruido?...

El anciano suspiró.

.- Burocracia... qué se yo. La decisión ya fue tomada, no hay nada que hacer... nadie piensa que tendrán éxito, por lo tanto,- el viejo soltó una carcajada.- nadie les está dando demasiada importancia. Pero yo tengo un poco más de visión... veo algo que los demás no. Veo una oportunidad más allá de las oportunidades, pero mejor no la digo, así no la quemo...

.- ¿Qué...?

.- No, muchacho. No te alcanza el sueño para tanto.

.- Pero...

.- Vamos, despierta de una vez.

Leo abrió los ojos de golpe, ahogando un grito de sorpresa.

Casi de inmediato se incorporó. De un salto, respirando agitado.

Sueño, un maldito sueño.

Pero, ¿dónde había visto a ese viejo antes?... no podía recordarlo.

Sin embargo...

Se levantó del piso, en el patio de entrenamiento.

Sacudió la cabeza...

Lo que importaba ahora era la espada.

Después de la cena relámpago que habían tomado, cada uno se desperdigó en distintas direcciones, tratando de aprovechar el rato libre para descansar. Aunque difícilmente hacían eso...

Miguel veía TV, las noticias mostraban un incendio que en ese momento se expandía sin control por una parte de la ciudad, además de varios hechos de violencia; Don se había sentado frente al computador, pero en vez de ocuparse de él, tenía la mirada clavada en el techo.

Raphael y April estaban sentados en la mesa de la cocina, marcando una y otra vez el número de Casey en el celular, mientras April se comía las uñas y Raphael no paraba de maldecir.

.- ¿Dónde cresta está este pastel?.- gruñía Raphael mientras esperaba el tono del teléfono.

.- ¿No contesta?.- preguntó temerosa April, inclinándose más hacia el teléfono que sostenía Raphael contra su oreja.

.- No está en casa, a esta hora fijo que no está en casa...- respondió éste volviendo a marcar.- Y a menos que todavía no sepa usar un teléfono celular...

.- ¿Crees que le pasó algo? tal vez, tal vez...- comenzó a decir April abriendo grandes los ojos.

.- No. Nos habría llamado, cálmate... que no anda por ahí haciéndose el héroe, si tiene problemas, nos llama..- Intentó tranquilizarla Raph, mientras seguía marcando y echándole puteadas al teléfono.

.-

Muffy sacó la espada de su funda y la puso en el piso, en el patio de entrenamiento.

Ella y Leo, sentados cada uno a un lado de ésta, con la piernas cruzadas, la observaron con detención.

Había vuelto a cambiar de forma. Ahora era aserrada por un lado, con largos dientes, curvos en la punta; y por el otro, el filo era liso, aunque no del todo: podían apreciarse pequeños dientes, muy pequeños y afilados.

Además de eso, seguía brillando como siempre.

.- ¿Recuerdas cuando la usamos?.- preguntó Muffy sin apartar los ojos de la espada; el brillo azul de ésta se reflejaba en su rostro, dándole un aspecto fantasmagórico. Leo la miró algo extrañado, luego clavó los ojos en el piso, recordando.

.- Si... era...- Nunca se había detenido a pensar en ello. Tal vez fuera porque, inconscientemente, siempre estaba tratando de olvidar todo lo que tuviera que ver con lo que había pasado en aquella ocasión. Su espíritu y el de Muffy se habían unido en un solo cuerpo y juntos habían utilizado la espada para acabar con el demonio que había usurpado el cuerpo de Leo.

En ese momento, él creyó que moriría: para destruir al demonio, debía acabar con su propio cuerpo...

Pero, finalmente, el Arcángel, había intercedido para salvarlo y volver todo a la normalidad, como si nada hubiese ocurrido.

Aunque no fue por mucho tiempo, el sostener la espada había sido algo abrumador. Todavía recordaba las llamas, el filo ardiente... jamás había sentido un poder así, ni siquiera la espada de Tengu...

.- Tengo la impresión de que ni siquiera ocupamos una parte de su poder...- terminó diciendo, más para sí mismo que para Muffy. Ésta asintió. Había sentido exactamente lo mismo.

En aquel entonces era poco más que una novata, completamente sobrepasada por los eventos fuera de su control o capacidad...

Sin embargo, al sostener la espada, por primera vez había sentido que era capaz de manejar la situación, que a pesar del poder que encerraba, podía manejarlo...

Por primera vez en su vida se había sentido capaz de cualquier cosa...

Muffy se puso de pie de un golpe, Leo la miró sorprendido.

Sin previo aviso, la chica alzó la espada del suelo...

Casi de inmediato, estuvo a punto de caer.

Ni bien la había tomado por la empuñadura, la espada pareció aumentar varias veces su tamaño, se volvió tan grande que casi llegaba a la altura de la chica.

Ésta miró el trozo de metal espantada, con los ojos desmesuradamente abiertos.

.- Muffy...- comenzó Leo con preocupación, poniéndose de pie.

.- N-no lo entiendo...- comenzó a decir ésta.- No... no puedo manejarla... me está quemando...

.- Muffy que...

.- No puedo soltarla... Leo, ¡no puedo soltarla!.

Leonardo corrió a su lado. De una patada, envió la espada repicando por el suelo.

Lentamente, el filo volvió a su tamaño anterior.

Muffy cayó de rodillas, agarrándose la muñeca de la mano con la que había estado sosteniendo la espada. Estaba roja y humeante.

La chica tenía los ojos de par en par.

.- ¿Estás bien?.- preguntó Leo. La chica no contestó, todavía miraba anonadada, Leo tuvo que repetir la pregunta.

.- Si estoy... bien...

.- ¿Qué pasó?.- la chica comenzó a negar con la cabeza.

.- N-no lo sé... sólo que era demasiado... no podía...

La chica se desembarazó del lado de Leo y se puso de pie tambaleándose.

Había sido muy pretencioso de su parte.

La espada pertenecía a un arcángel. ¿cómo había podido pensar que ella tendría el mismo poder que ellos?.

Podía sostenerla antes, pero ahora estaba demasiado alterada... no le había dejado, le había repelido al instante.

Aún así, ¿cómo habían podido hacerlo la primera vez?.

Entonces recordó.

No estaba sola la primera vez.

Se volvió hacia Leo y lo descubrió dirigiéndose hacia la espada.

.- ¡No!.- le gritó. Éste de inmediato se detuvo y le observó.

.- Tenemos que hacerlo, alguien debe hacerlo, quizás no sea fácil al principio, no como la primera vez, pero alguien tiene que dominarla.

.- No puedo hacerlo yo. Ni tu tampoco. No puede ser ninguno de los dos.

.- Muffy... no hay nadie más...

.- No puede ser ninguno de nosotros dos por separado. Debe ser como la primera vez, juntos...

.- ¿Juntos...?.- Leo la miró alzando una ceja.- No irás a convertirme en mujer de nuevo, ¿verdad?°.

.-

Después de lo que debía ser el quincuagésimo intento, Raphael arrojó el celular sobre la mesa, donde se quedó dando vueltas.

Apoyando el mentón en la palma de la mano, evitó mirar la cara de preocupación de April.

.- Bien...- comenzó a decir, poniéndose de pie.- No nos queda más que ir a buscar al condenado éste...

No había terminado de hablar aún, cuando el celular comenzó a sonar furioso.

Raphael lo contestó.

.- ¡Al fin, maldita sea!.- salió una voz del otro lado.- Llevó más de media hora tratando de comunicarme, pero siempre ocupado, ocupado, ¿con quien hablabas tanto, cabeza hueca?.

.- Contigo...- respondió Raphael, sonriendo.

.- ¿Cómo...?

.- ¿Dónde estás?.- le preguntó.

.- ¿Y que ahora eres mi madre?

.- Contesta tarado.

.- Estoy cerca del Parque... deberían venir, chicos. Está quedando la cagada.

Raphael colgó el teléfono y salió corriendo hacia la sala, pasando de largo hacia el ascensor.

.- Muevan sus traseros verdes, hermanos. Casey nos necesita.- les dijo a los demás al pasar.

Don se puso de pie y fue hasta Miguelangel, quien ya se había puesto de pie también.

.- Seguro que ese tonto le metió camorra a un demonio que pasaba por ahí...- le dijo Miguel a Don.

.- ¡¡Vamos!.- les gritó de nuevo Raph desde el ascensor.

.- Pídelo por favor...- dijo Miguel, encaminándose ya hacia él.

.- ¡¡Muévete de una vez o te arrancaré la cabeza y jugaré fútbol con ella!

.- Bueno, estuvo cerca...

Leo y Muffy intercambiaron miradas y se pusieron de pie.

"Me parece que el experimento quedará para después", le dijo ella, reajustándose el pelo en una coleta a la pasada.

Leo le siguió y ambos se unieron a los demás en el ascensor, dejando a April detrás. Por mucho que le hubiese gustado ir, sabía que sería inútil...

Después de lo que había visto, sabía que no tenía nada que hacer allá. Sin embargo...

Miró a su alrededor.

De pronto la guarida parecía tan grande e inhóspita.

.- Vuelvan pronto... .- dijo a la nada en un susurro.

.-

Fin del cap.

Éste ha sido bastante más corto, porque los que vienen son bastante más densos.

° Leo se refiere a lo que pasó en Avatar I (Muffy y él intercambiaron cuerpos y por un breve lapso de tiempo, Leo ocupó el cuerpo de la chica)

Y pues si, pues si, los líos de amor, van a quedar revelados dentro de poco y las cosas se complican cuando junto con salvar al mundo hay que soportar dolores del corazón ¿no? Y tal vez Muffy no parezca la clase de chica para Raph (que nunca me he puesto ha pensar qué clase de chica podría gustarle, quizás alguien ruda, como una fisicoculturista, una mujer que haga pesas y tenga grandes músculos, jejeje, no sé) pero como siempre ocurre (porque la vida es así, la muy puta) no se puede elegir a la persona que te mueve el piso (y las hormonas) pero no digo más, ya se verá...