12.-
Al verlos llegar, Raph se hizo a un lado, sin mirarles a la cara.
Después de un rato, desapareció de la vista, simplemente no soportaba verlos juntos.
Durante todo ese día, la guarida pareció estar sumida en el más profundo silencio. Todos se paseaban de una habitación a otra desanimados y desganados, ni siquiera Miguel dijo mucho.
Trataban de entender que había pasado con Leo, Raphael se negó a darles demasiada información, omitió muchas cosas, pero lo importante quedó dicho.
Se sintió muy incómodo a revelarles a los demás el lío de la mujer esa y su hermano.
Incluso mientras lo decía sentía que no era correcto, que violaba su privacidad.
Pero dadas las circunstancias y la preocupación de los demás, creyó que era justo que supiesen, al menos lo importante...
Al menos lo general.
Pero no les contó todo. No les contó nada sobre lo que sabía de la noche en la iglesia, ni sobre lo que pasó con Muffy.
Nada de eso era necesario revelar.
Aún así, los demás le llenaron de preguntas.
¿Qué como había pasado todo eso sin que nadie se diese cuenta?
Raphael les contó lo que Leo le había contado a él, sabía que su hermano no querría volver a hablar del asunto así que no le quedó otra que ser él quien se los explicara a los demás.
Pero no pudo hacer mucho para sacudirles la confusión.
Él mismo estaba todo confundido¿qué querían que hiciera?
Aprovechó un momento de descuido y se escabulló de los demás.
Estaba harto de las preguntas que no podía o no quería responder.
No quería ver a Muffy con Leo.
No quería nada más.
Le hubiese encantado abrir la puerta y perderse lo más lejos posible...
Pero afuera estaba quedando la cagada.
La voz de la comentarista en la televisión reflejaba el miedo que sentían todos ante lo caótico de una situación que nadie comprendía: incendios, destrozos, muertes...
La ciudad estaba en llamas, la gente se apiñaba en las carreteras tratando de escapar... algunos creían que podía ser un ataque terrorista, o alguna especie de experimento gubernamental salido de control...
Pero nadie hallaba una explicación para los monstruos que corrían sueltos por todas partes.
Salir a las calles parecía tan malo como quedarse dentro.
Muffy le había explicado todo.
Cómo todos, los buenos y los malos, Dios y Satán, se habían confabulado para destruirlo todo, empezando por esa ciudad...
Cómo la chica aquella esperaba silenciosa hasta el día en que la transformación quedaría completa y la tierra se transformaría en un infierno.
Literalmente.
Faltaba menos de una semana para el día veintiuno.
Leo estaba decidido a detener a la mujer, podía verlo en sus ojos...
Le dolía hasta el ultimo hueso, pero lo haría...
La pregunta era ¿qué tan lejos llegaría para detenerla?
¿Porqué tenía que ser así, maldita sea?
Una maldita coincidencia tras otra...
Si Leo peleaba, no tendría más opción que matarla...
Muffy lo había dicho.
Si no lo hacía, la chica destruía el mundo.
Difícil elección.
¿Es que no habían más opciones?
Leo había tirado la toalla muy pronto, tal vez hubiese alguna forma...
Alguna forma de que todos, por un vez, salieran ganando.
Debía creer realmente que todo estaba perdido para no tratar de buscar una solución.
Pero Leo había visto más que él de todo el asunto...
Sabía cosas que él no tenía como saber...
Sin embargo...
¿No fue eso lo que habían dicho todos la primera vez?
Cuando Leo estaba poseído por ese ser, todos dijeron que la única solución era la muerte...
Él siempre creyó que había otra opción y finalmente la encontraron.
Muffy la encontró.
En verdad, le daba lo mismo si la chica vivía o moría.
No era eso lo que le preocupaba...
Sino el imaginar cómo sería la vida de su hermano una vez que tuviera que matarla...
.-
Muffy trató de concentrarse sólo en la tarea que tenían entre manos.
La espada volvía a estar en el centro del patio de ejercicios, ambos sentados nuevamente uno a cada lado de ella; uno frente al otro.
Leo tenía la vista fija en la espada pero ella sabía de sobra que su cabeza no estaba ahí, estaba lejos, muy lejos, en otra parte.
Con ella...
Cerró los ojos de golpe, apretándolos firme.
Rabia, dolor... sentía ganas de destruir algo.
De pronto la idea de matar a la mujer no sonaba tan mal como al principio.
Una vez que ella no estuviera...
Una vez que no estuviera, Leo ya no tendría que pensar en ella...
Sacudió la cabeza.
¿Cómo podía pensar algo así?
Además... incluso si ella desaparecía, los sentimientos de Leo no cambiarían.
La amaba.
¿Por qué?
¿Por qué ella?
¿Qué demonios tenía ella?
Era hermosa, extraña y demoníaca...
Si.
Era difícil competir con eso...
De pronto pensó...
Alzó levemente la vista hasta Leo.
Su rostro no decía nada.
Estaba completamente inexpresivo.
Vacío.
Pero era sólo una máscara.
La amaba pero debía destruirla.
¿Cómo podía soportarlo?
No lo hacia...
Tal vez ella fuese la única que pudiese notarlo...
Él jamás lo diría, jamás lo dejaría ver.
Pero por dentro estaba hecho pelota...
Destruido.
.- No tienes que hacerlo...- dijo de pronto. Leo alzó la vista sobresaltado.- No creo que debas ser tu quien deba hacerlo.- repitió, Leo bajó la cabeza.
.- Está decidida a hacerlo... ya no tiene el control, se ha rendido, se ha dejado dominar completamente... – Leo hizo una mueca de dolor.- Vi su rostro... ya no era ella...
.- Eso no lo hace más fácil.
.- No puedo dejar que continúe..
.- ¿Te das cuenta de que la única solución es que ella muera?
.- ¡Lo sé!... lo sé... Por eso tengo que ser yo... sólo yo puedo hacerlo... – Muffy lo miró sin comprender.- Si dejo que alguien más lo haga, si permito que alguien más le haga daño, jamás podría perdonarme no ayudarla... si vive, mis hermanos, tu, el resto de las personas estarán perdidos... tal vez haya gente que merezca morir en este mundo, pero esa no es su decisión... tampoco puedo dejar que mis sentimientos condenen a muerte a gente inocente que no tiene idea de nada... si no fuera por lo que siento por ella, no me estaría cuestionando los pasos a seguir... si no fuera por lo que siento por ella, la decisión sería clara... ella debe morir. Y debo hacerlo yo... no puedo permitir que nadie más la toque...
Muffy sintió como si le hubiesen vertido un balde de agua fría encima.
Hubiera hecho cualquier cosa para no tener que verlo sufrir así.
Incluso a costa de sí misma.
Pero no sabía qué...
No se le ocurría nada más cruel.
Podía preguntar por qué una docena de veces y jamás obtendría una respuesta.
Sólo porque Dios era un puto con un retorcido sentido del humor.
De pronto descubrió que le estaba mirando.
Le tomó la mano entre la suya. Estaba frío. Intentó sonreír, pero no lo consiguió.
"¿Recuerdas cómo lo hicimos la ultima vez?"
"Leo..."
"Por favor... no digas nada más. La espada. Eso es de lo único que quiero saber ahora."
Muffy se le quedó mirando por largos segundos, finalmente asintió, cerrando los ojos.
La primera vez que separó el alma de su cuerpo había requerido un complicado ritual.
Ahora podía hacerlo fácilmente, sólo le bastaba desearlo.
La ultima vez que habían usado la espada, estaban juntos, sus almas fusionadas en un solo cuerpo...
Sintió una sensación de vértigo en el estomago...
Luego una sensación de nada, de no sentir nada en absoluto.
De pronto abrió los ojos de golpe.
Miró a su alrededor.
Se vio a sí misma sentada frente a sí.
"Muffy" escuchó la voz de Leonardo.
Bajó la mirada.
Ya no estaba en su cuerpo.
.-
Leo supo de inmediato cuando ella estuvo en su interior.
Sentía su presencia, a la vez que ella podía ver y oír lo que él.
Miró sus brazos, manos y el resto de su cuerpo.
"Dios, mío..." escuchó la voz de la chica en su cabeza. "Soy una tortuga"
"Pues ya sabes como me sentí yo cuando ocupé tu cuerpo..."
"¿Cómo te sientes?"
Leo lo pensó un segundo.
Sentía la energía de la chica corriendo por su cuerpo... tal como lo recordaba.
Era algo cálido, reconfortante...
Por un minuto pensó...
Si el destino fuese sabio, se habría enamorado de ella...
Estar juntos era tan fácil.
Sacudió la cabeza.
"Bien" respondió.
Cerró los ojos.
La forma en que lograban unir sus pensamientos era sorprendente...
No necesitaban hablarse...
Las palabras eran innecesarias.
Sus pensamientos eran uno...
Tomaron la espada, de un tirón la retiraron de la funda.
De inmediato sintieron su poder.
Llenándoles, traspasándoles...
Ya no les rechazaba.
La blandieron, la espada brilló azul...
Estaba intranquila... sabía que era momento de probar la carne de un demonio... esperaba impaciente su turno... pero haría exactamente lo que ellos desearan...
.-
Muffy abrió los ojos de golpe, boqueando.
Estaba sentada en el piso... sus ojos lentamente enfocaron la figura de Leo frente a sí, quien lentamente abría los ojos.
Ambos se miraron simplemente, sin palabras.
La espada estaba de nuevo en su funda.
.- Creo que lo logramos...- dijo al fin la chica. Leo sólo asintió, desviando la mirada.
Lo habían logrado.
Estaban juntos de nuevo.
Y la espada estaba ahora lista para matar.
.-
Fin del capitulo.
Seguimos con el cuento.
Espero sus comentarios, dudas, consultas, declaraciones de principios, etc.
Nos vemos pronto.(a que pensaron que seguiría con la tontería de los pantalones, jeje)
