Traído de vuelta a la conciencia por una débil luz, por la memoria de un efímero sueño y el vestigio de tu voz que se desvanece...°
14.-
Tenía los ojos cerrados pero no dormía.
Ángela se movía a su alrededor, muy cerca, podía sentir su perfume.
La luz de la mañana se filtraba bajo sus párpados.
Nuevamente había dormido la noche fuera, aunque con la chica ahí no hizo mucho de dormir.
Ella puso una mano sobre sus ojos. Era su forma de despertarlo.
.- No estoy dormido.- le dijo en un susurro.
.- Lo sé.- abrió los ojos y se encontró con su sonrisa.
Sus hermanos debían de estarse preguntando que diablos hacía en las noches en que se escapaba...
Tal vez les habría dicho, pero ella le había pedido que no le contase a nadie que la conocía...
No lo entendía, como tampoco entendía porque insistía en quedarse ahí y no venir con él a la guarida...
Ella decía que era mejor de esa forma.
Había pasado casi un mes ya... ya había pasado de todo...
Pero casi no sabía quien era la persona que estaba sentada frente a él.
Se puso de pie, demasiado bruscamente tal vez.
Ella le miró consternada.
.- ¿Ya te vas?- preguntó con una vocecita
.- Sabes... tu podrías venir conmigo si quisieras.- dijo en un tono frío.
Eso había sido cruel y lo sabía.
Entendía con bastante claridad que de poder hacerlo, la chica habría ido feliz.
Pero por alguna razón no podía.
Una razón que obstinadamente se negaba a revelar.
No podía negarlo, estaba perdiendo la paciencia.
Adivinaba la tristeza en sus ojos, la angustia de algo malo que ocurría...
Pero ella no le decía nada, maldita sea.
¿Es que aún no le quedaba claro que le importaba?
Ángela bajó la cabeza.
Leo lanzó un bufido de frustración.
Con suerte había logrado arrancarle el nombre hacía unas semanas.
Todo a su alrededor era un completo misterio y lo odiaba.
.- Ángela...- dijo, volviéndose a ella.
No hacía falta decir nada más, la chica conocía de sobra qué era lo que le molestaba.
Pero no podía hacer nada al respecto.
Se puso de pie también, sonriendo, tratando de empujar las lagrimas de vuelta.
Llegó junto a él y le abrazó, enterrando la cara en su hombro.
Por unos segundos, Leo no hizo el menor movimiento.
Trataba de entenderla, pero no podía...
¿por qué no confiaba en él?
No soportaba verla así, sin que le dejase hacer nada para ayudar.
Abrió la boca, pero se encontró con la mano de la chica sobre sus labios.
.- Shhh... – dijo suavemente.- Déjame un segundo más así... un segundo más...
Abrió los ojos de súbito, siendo golpeado al instante por los ruidos del mundo real, Muffy estaba sentada junto a él y le miraba con preocupación.
.- No estoy dormido.- dijo de inmediato.
.- ¿Qué...?.- Leo se volvió lentamente hacia la chica, mirándola extrañado, como si recién la hubiese visto. Extrañado advirtió que su cabello no era negro ni sus ojos de un miel intenso. Después de unos segundos relajó el rostro.
.- Oh... eh... nada. Olvídalo.
Muffy no dijo nada.
Se le quedó mirando.
El nudo en la garganta se había ido a vivir permanentemente a su garganta.
Estaba pensando en ella.
De pronto su voz la sobresaltó.
.- Vete a descansar...- le dijo, sin apartar la vista del piso.- Llevamos unas veinte horas en esto, debes estar agotada.
.- Estoy bien...- respondió débilmente, Leo no se volvió a verla.
.- Mañana será un día muy pesado... te necesito en tu mejor condición.- insistió él.
Muffy le miró en silencio.
Mañana era el día.
Llevaban toda la semana encerrados en la guarida, hacía unos días que la televisión había dejado de transmitir y no tenían la menor idea de lo que estaba ocurriendo allá arriba y a todos comenzaba a afectar el encierro.
Se puso de pie sin decir nada más.
Leo no hablaba más palabras de las necesarias, cuando estaban juntos apenas si notaba que estaba ahí...
Su mente estaba la mayoría de las veces en un lugar muy lejano y cuando hacían la fusión para sostener la espada...
Todo lo que había en su interior era tristeza.
No soportaba verlo así.
Para bien o para mal, deseaba que todo acabase pronto.
Los demás deambulaban por ahí, como fantasmas...
Abril se la pasaba retorciéndose las manos, con Casey tratando de tranquilizarla, pero él mismo estaba con los nervios de punta.
El día anterior habían logrado evitar a duras penas que él y Raphael salieran a resolver la situación por su cuenta.
Pero ahora, cuando la conclusión se veía tan cerca, los ánimos estaban por los suelos, ni siquiera a Raph se le veía rondar de aquí para allá inquieto como había sido su costumbre durante esos días.
Muffy lo buscó con la mirada pero sabía que no estaría cerca: cada vez que ella y Leo se reunían a entrenar, él se perdía de vista.
Quería verlo...
Sabía a la perfección todos los sermones sobre tratar de sacar un clavo con otro, pero no podía evitarlo, no quería estar sola...
Y Leo no quería estar con ella.
Se encaminó a su cuarto.
La hostilidad entre ellos había cedido completamente, pero lejos de la amistad que ella pretendía, la noche aquella en la azotea había dejado lugar a una nueva y extraña tensión entre ambos.
Su corazón se aceleraba si llegaban a encontrarse a solas en una habitación, se encontraba rehuyendo inconscientemente su mirada... sentía la ansiedad emanar del cuerpo de Raphael cuando lograba acercarse lo suficiente a ella, como se las arreglaba para tomar accidentalmente su mano...
Sabía lo que quería, sabía lo que buscaba y sabía que cualquier gesto de su parte podría incitarlo a dar un paso más...
Y teniendo todo eso en mente, no parecía muy sabio meterse en su cuarto.
Pero lo hizo de todas formas.
Dentro estaba oscuro...
A lo que sus ojos se acostumbraron a la oscuridad, descubrió la figura de Raph sentado sobre la cama, mirándole.
.- Raphael...- dijo vacilante, se daba cuenta que no tenía ninguna excusa para estar ahí.- Te estaba buscando... n-no sabía, es decir, quería saber si estabas bien, yo...- Raphael le dedicó una media sonrisa y se puso de pie, en dirección a ella.
Muffy no se movió, esperó paralizada hasta que él estuvo frente a ella.
Sintió sus ojos traspasándole. Bajó la mirada.
De pronto se sintió increíblemente indefensa, su cuerpo se veía tan pequeño junto a los anchos hombros de Raphael...
Una ola de temor le recorrió... si él quisiera forzarla, no sabía si podría resistirse...
Retrocedió unos pasos.
.- Tranquila... -le susurró éste, sonriendo- Que no te voy a hacer nada... nada que no quieras.
De pronto pensó.
Tenía veinte años y jamás había estado con un hombre.
Ni novios ni nada...
Ni una cosa furtiva metida en el asiento trasero del auto de alguien...
Nada.
Su mente no le pidió permiso para preguntarse como sería su primera vez con una tortuga.
Se avergonzó de su pensamiento y volvió a retroceder, decidida a salir de esa habitación.
Pero las manos de Raph en torno a sus hombros se lo impidieron.
No pudo evitar mirarle a la cara.
Estaba conciente de su expresión de temor y estaba conciente de que esa era la razón por la que Raphael estaba sonriendo.
Le sujetaba con fuerza, pero sin hacerle daño.
.- ¿A qué has venido?.- le preguntó en su susurro, sin apartar sus ojos de su boca.
.- Yo...- pero no le dio tiempo de responder.
Esta vez el beso fue mucho más suave, de una delicadeza que no hubiese esperado de él...
Esta vez no hizo ningún intento por rechazarlo.
Se daba cuenta de que era eso exactamente lo que había ido a buscar.
Cerró los ojos...
Sintió sus brazos rodeándole, asiendo su cintura, envolviéndola por completo.
Se vio transportada suavemente hasta uno de los muros, su espalda recostándose contra él, el cuerpo de Raph cubriendo la única salida.
Su mano acariciaba su rostro al besarla, bajaba por su cuello, apenas rozándole...
Lentamente, con una lentitud insoportable.
Pero sólo tuvo que pedirle más para que apurara el paso.
Su cuerpo se estremeció al sentirlo bajo su camisa, sus manos parecían quemar...
Supo que si pensaba detenerlo, ese era el momento...
Pero cada movimiento de Raphael le hacía desear el siguiente.
Su respiración se agitaba al descubrir que la chica no le rechazaba, incitándole a continuar con mayor intensidad, presionando un poco más...
Ella rodeó su brazo, atrayéndolo más hacía sí.
Deslizó su mano por su cintura, hasta sus caderas, tomando una de sus piernas y obligándola a rodearlo con ella, mientras presionaba su cuerpo contra el suyo...
Muffy dejó escapar un gemido, descubrió con sorpresa que la rudeza de Raph le gustaba casi más que su suavidad...
Sintió sus manos por todas partes, sorprendida y temerosa, pero sin desear que se detuviese...
Sin embargo...
Sin embargo había un problema.
Un gran problema.
Mantenía los ojos cerrados con fuerza, porque tras ellos, quien le besaba era Leo.
Los abrió de golpe.
Fue tan repentina su reacción que Raph tuvo que detenerse. Le miró extrañado.
Ella puso sus manos contra sus hombros, tratando de apartarlo de sí.
Raph no se movió.
.- Si continúo no será porque te quiero...- le dijo en un tono frío. El rostro de Raph se endureció.
.- Nadie dijo nada de amor aquí. ¿Eso creíste?
.- Ya déjame ir...- pero Raph no se movió.
La chica comenzó a empujarlo frenética, pero sin lograr apartarlo de sí.
Raphael tomó sus muñecas y las aplastó contra la pared, arrancándole un grito de dolor.
Hundió su boca en su cuello, besándola como un demente, sin importarle si le hacía daño.
Muffy no se movió.
.- Raph...- le llamó en una vocecita.- déjame ir, por favor...
Raphael no se detuvo al instante, a su mente le tomó unos segundos darse cuenta de lo que estaba haciendo... finalmente dejó caer su frente contra el hombro de la chica, tratando de calmar su respiración... al poco rato soltó sus manos y se separó unos centímetros de ella, dándole espacio para que se retirara.
La chica pasó junto a él, sin que éste se volviera a mirarla.
En silencio dejó la habitación, dejándolo a solas en la oscuridad.
.-
Tras la cena, sólo Miguel y Don se quedaron sentados en la mesa.
Ni Muffy, ni Raphael, ni Leo habían venido a comer; Casey y Abril se retiraron en cuanto terminaron.
Por tanto, sólo habían quedado ambos mirándose las caras.
.- Viejo, esta no es la primera vez que la desgracia se nos cierne sobre las cabezas... ¿por qué todos están tan bajoneados?.- preguntó Miguel con el rostro derritiéndosele por una mano.
Don suspiró profundamente, apoyando la cabeza en ambas manos.
.- Sabes qué pasa. – le dijo simplemente, lanzándole una significativa mirada.
.- Ah... si... Por una vez me gustaría correr a salvar el mundo y que sea una aventura loquísima...
.- Por una vez me gustaría que todo estuviese en paz... La verdad...- Don hizo una pausa y su mirada se dirigió en dirección a la sala de prácticas donde sabía que estaría Leo.- No me importaría estar metidos en el lío que fuese... mientras no tuviera que ver a uno de nosotros en ese estado.
No hacía falta que Don diese más explicaciones, estaba claro que se refería a Leo.
Miguel jamás había estado enamorado... jamás había conocido a alguien por el cual sentir un interés especial... todo lo que tenía era a sus hermanos, a Abril y a Casey, todos parte de su familia... le era un tanto difícil imaginar qué sentía Leo, sobre todo por una mujer a la que nunca había visto. Raphael dijo que la amaba, que no se lo había dicho Leo pero que era cuestión de mirar su rostro. Leo escasamente hablaba esos días y tratar de sacarle información al respecto habría sido imposible...
La verdad, no sabía si sería capaz de entender sus sentimientos... sin embargo... pensaba en como se sentiría él si un día tuviese que enfrentarse con uno de sus hermanos... no se le ocurría a nadie que amara más que a sus hermanos... si algún día tuviese que hacerle daño a alguno de ellos...
Simplemente enloquecería.
Preferiría morir él primero.
Se volvió a mirar a Don.
Conocía a su hermano, sabía cuan sensible era él. Don era en extremo introvertido con sus propios sentimientos, pero entendía a la perfección los de los demás y los sufría como si fuesen propios..
Sabía que habría dado cualquier cosa por evitar que uno de sus hermanos sufriera. Sabía que estaba mortificado porque en esta ocasión no había nada que se pudiese hacer.
.- Es... triste...- Dijo al fin... hubiera deseado poder decir algo más, algo para poder levantarle el ánimo a Don, pero no se le ocurría nada.
.- Es más que triste...- respondió Don.- es increíble que no nos hayamos enterado de nada de esto...
.- Ya oíste a Rapha... alguien estuvo jugando con sus recuerdos...
.- A eso me refiero... no dejo de pensar que alguien en alguna parte está jugando con nosotros y no me gusta.
.- Tal vez... tal vez no sea el fin... tal vez algo se nos ocurra, en el ultimo momento... tal vez haya algo en lo que no hemos pensado y que nos salve el día...- Don se le quedó mirando, tratando de esbozar una sonrisa.
.- Quisiera ser tan optimista como tu... pero me alegro de que alguien lo sea.
.- No está todo perdido.- le respondió.- Ya sabes, esto no se acaba hasta que se acaba...
.- Tal vez debieras decirle eso a Leo.- Miguel suspiró.
.- Leonardo nunca se ha destacado por ser un dechado de optimismo...
.- De todas formas hará lo que cree que es su deber. Lo que me preocupa es que algo en su interior se destruya en el proceso...
.- Quieres decir, suponiendo que salgamos todos con vida de esta aventurita...
.- Creí que eras tu el optimista, señor "vamos que se puede"...- Miguel lanzó una carcajada.
.- Si, ese soy yo... – dijo, poniéndose de pie.
.- ¿a dónde vas?.- preguntó Don curioso.
.- A hablar con Leo...
.- Dijo que lo dejaran solo...
.- ¿Me ves preocupado?... ya esta bien de mirarlo y sentir pena por él... voy a ver si puedo hacer algo más.- diciendo esto se puso de pie y dio media vuelta.
.- Pues buena suerte.- murmuró Don cuando salía de la habitación.
.-
Irse al baño a llorar era una de las chiquilinadas más grandes que había hecho en mucho tiempo.
Pero de pronto no lo aguantó más...
El mundo se había cerrado sobre ella sin dejarle ni un espacio.
Se sintió de pronto muy sola, con ganas de escapar corriendo.
Pero, por supuesto, no podía hacerlo.
.- Por supuesto...- susurró, secándose las ultimas lagrimas. Se puso de pie y se encaminó hacía el espejo.
Una chica con la cara muy pálida y los ojos muy hinchados le devolvió la mirada.
A veces extrañaba a la boba de lentes y sweater a rombos que siempre tenía un grueso libro entre las manos...
.- Uno no sabe lo que tiene hasta que lo pierde...- se dijo a sí misma, intentando sonreír. Suspiró.- Ya déjate de llorar, tonta...- se regañó a sí misma, pero luego estalló en una carcajada, dejando caer los brazos sobre el lavabo.
¿De dónde había sacado que era lo suficientemente fuerte como para no echarse a llorar de vez en cuando?
No lo era.
Estaba aguantando apenas.
Cuando el mundo se le venía encima como ahora, solía acordarse de Leo...
El sólo saber que estaba ahí, en alguna parte, era capaz de hacerla sentir mejor y darle fuerzas para continuar.
Antes de conocerle no se sentía capaz de llevar adelante su vida, con todo lo extraña que se había vuelto; luego de encontrarlo, tenía la certeza de que, cualquier cosa que ocurriese, siempre podría recurrir a él...
No se había dado cuenta de cuanto contaba con él.
No se había dado cuenta de lo importante que era para ella.
Y ahora...
Ahora no podía hacer nada para ayudarla, justo cuando más lo necesitaba.
Ahora no podía recurrir a él.
Leo estaba ahora demasiado ocupado tratando de bloquear sus propios sentimientos, tratando de que no le destruyeran antes de hacer lo que tenía que hacer...
Tal vez fuera egoísta de su parte, esperar a que fuese el mismo después de todo lo que estaba pasando.
Era sólo que no soportaba la idea de que hubiese alguien más importante que ella en su vida.
¿Era eso egoísta?
Odiar a la puta que no sólo era la culpable de todos sus problemas sino que además le había arrebatado a Leo...
Se río nuevamente.
No se puede arrebatar lo que no se ha tenido en primer lugar.
Pero no podía evitar pensar que si ella despareciera, se llevaría todos sus problemas con ella...
.- Dejando a Leo devastado... – terminó diciendo en voz alta.
Haría cualquier cosa para que él sintiese por ella lo que sentía por esa mujer...
Pero también haría cualquier cosa por verlo feliz, porque dejara de sufrir...
Incluso salvar la vida de esa mujer.
Si hubiese algo que ella pudiese hacer, lo haría, aún si se le fuese la vida con ello.
.- Leo...- las lagrimas amenazaron con volver a aparecer. De un manotazo las borró de su cara y se encaminó a la puerta del baño.
Al abrirla se encontró a Abril del otro lado.
.- Eh... Lo siento... estabas esperando, yo...- Abril le sonrió.
.- De hecho, estaba esperándote a ti.- le dijo, pasando un brazo sobre sus hombros y atrayéndola hacia sí con un gesto que tenía mucho de maternal.
A pesar de que Abril no tenía nada que hacer cuando de peleas y batallas se trataba, se había acostumbrado a verse a sí misma como la hermana mayor de todos ahí, incluido Casey... y en su sitial de hermana mayor, sabía casi por instinto cuando alguno de ellos necesitaba de un abrazo.
Y en ese momento eso era lo único que tenía y podía dar...
Abrazos.
Muffy dejó escapar involuntariamente un sollozo... no quería llorar más, pero no podía hacer nada al respecto...
No le sacaba el peso de encima, pero de pronto se sintió libre de dejar ir toda la angustia que tenía guardada...
Abril la abrazó aún más fuerte y le besó la cabeza.
.- Tal vez debieras ir a recostarte un rato...- le dijo.
.- No... no podría... me quedaría mirando el techo y sólo me preocuparía más...
.- Entonces me quedaré aquí y me preocuparé contigo...- Muffy le dirigió una mirada compungida.
.- Gracias...- susurró.
.-
Por alguna razón, cada vez que debía hablar con Leonardo, se sentía diez años menor.
De pronto se daba cuenta que ambos tenían la misma edad, que ambos habían sido criados de la misma forma, que entre ambos no habían grandes diferencias y sin embargo...
El hermano mayor.
De pronto sentía todo el peso de ese titulo.
Se daba cuenta que jamás tenía que preocuparse cuando Leo estaba ahí.
Que jamás se había preocupado cuando él estaba cerca.
Incluso cuando los desastres se sucedían unos a otros, incluso cuando tenían el agua hasta el cuello, cuando estaban más que cagados...
Aún en todas esas situaciones, jamás dudó que Leo los sacaría de apuros.
Jamás, ni una sola vez.
Era una fe ciega desarrollada por instinto.
Jamás se había detenido a pensar si es que había alguien que solucionara los problemas de Leo, así como él solucionaba los de los demás.
Jamás se había detenido a pensar en quién depositaba Leo su confianza cuando las cosas se salían de control...
Él se escudaba en su hermano¿en quién se escudaba Leo?.
Seguro que Leo pensaba que ninguno de ellos podía ayudarle, por eso guardaba silencio...
¿Cómo podía suponer que alguno de sus hermanos podía ayudarle cuando era él quien se encargaba de solucionar los problemas?
Eso incluía los suyos...
No había duda de que debía sentirse algo solo en ocasiones...
Bueno, eso no era muy admirable de su parte...
Debía tratar de confiar más en ellos de vez en cuando.
No se sentía superman, pero seguro que algo podría hacer por su hermano, no era justo que no confiase en él y le tratase siempre como un nene...
Vale, que se comportaba así las tres cuartas partes del día, pero aún así...
.- Leo...- susurró a la figura inclinada sobre sí misma en el piso de la sala de prácticas. Su voz sonó más débil y menos segura de lo que tenía planeado. Pero no fue sino hasta el tercer intento que Leo le escuchó.
.- Dime...- le respondió sin volverse hacía él. No era necesario que le mirase para saber que tenía los ojos inyectados en sangre. Seguro que no había dormido demasiado.
.- Venía hacerte compañía...- dijo Miguel simplemente, sonriendo inútilmente, porque Leo no le estaba mirando.
.- Gracias... pero realmente preferiría estar solo en este momento...
.- Eso dijiste.
.- Eso dije.
.- Pero no te pregunté si querías estar conmigo, dije que yo venía a estar contigo.
Leo arrugó la frente un segundo.
.- Miguelangel...
.- Leonardo.- le respondió, imitando su voz.
Sin esperar otra replica tomó asiento junto a él.
Puso una mano sobre su hombro.
.- ¿Recuerdas cuando estoy triste? Tu siempre me pones la mano en el hombro así... no sé lo que significa, o que pretendes decirme con eso, pero funciona. Me hace sentir mejor.
.- Tu nunca estás triste...- respondió Leo esbozando una leve sonrisa.- Quizás algo desanimado, pero triste no... nunca triste.
.- Así soy yo... "ríe cuando todos estén tristes, ríe con más fuerzas cada vez, si un mal paso das, que te haga sufrir, debes ignorarlo y vuelve a sonreíííír"- canturreó Miguel.
.- Tal vez debieras darnos la receta...- respondió Leo, sin apartar la vista del piso.
.- Te la daría, pero me temo que tu fuerte no es estar feliz...
.- Me temo que no...
Se produjo un largo silencio entre los dos.
Miguel quería decir algo, algo que pudiese hacerlo sentir mejor.
Pero nada venía a su cabeza.
Y tenía la impresión que de todas formas, nada de lo que dijera iba a funcionar.
Así que sólo se quedó junto a él.
.- Sabes...- comenzó de pronto.- Tu podrás decirme que no sé mucho y tal vez tengas razón... yo no tengo que estar preocupándome de tres hermanos y un montón de cosas más... yo no siento ninguna responsabilidad cuando salimos a pelear... pero... siempre he creído que por más... cagados que estemos... siempre es posible que... que algo pase, que algo pase que convierta lo malo en bueno y al final del día estemos todos en la mesa cenando, comiendo pizza, o en tu caso tofú, pero que estaremos bien, no importa lo que pase... no tengo que convencerme de eso, porque estoy seguro... sé que esto no será tan malo como piensas...
.- Miguel... de verdad te agradezco que trates de subirme el ánimo, pero no creo que entiendas que...
Miguel se volvió a verle bruscamente, con el rostro ceñudo.
.- No...- exclamó de pronto, alzando la voz, poniéndose frente a Leo, obligándole a mirarlo.- Eres tu el que no entiende... - dijo casi furioso. Respiró profundo y continuó.- Siempre crees que no entiendo nada, que no se qué está pasando a mi alrededor, que no tengo idea de nada... y créeme que entiendo porqué piensas eso, pero te equivocas... sé lo que está pasando, sé lo que te pasa... – Miguel lo tomó por los hombros con fuerza.- Entiendo que amas a esa persona más que a nada en el mundo, que no quieres perderla, que no tienes poder para cambiar lo que esta pasando y que no tienes más opción que enfrentarte a ella. Que sientes rabia porque no es justo, que tienes ganas de derribar un muro de un puño... que te encierras en este lugar porque no crees que ninguno de nosotros pueda ayudarte...
.- Miguel...
.- ¡Aún no termino!... no sé que podamos hacer nosotros... no sé que pueda hacer yo al respecto. Lo único que sé es que voy a ayudarte ¿crees que me importa salvar al mundo?... sólo me importan seis personas, y están todas en este lugar... por esas personas sería capaz de destrozar el mundo entero... ¿quieres salvar a esa mujer? Bien, eso haremos entonces... no te rindas aún... no tienes derecho teniéndonos a nosotros de tu lado...
Miguel aún respiraba agitado. Era la primera vez que le hablaba así a su hermano.
Leo se le quedó mirando, con la boca abierta.
De a poco, su impenetrable expresión comenzaba a caer a pedazos.
.- Yo...
Miguel le abrazó antes de que pudiera continuar hablando. Pensó que eso era lo mejor que podía hacer en ese momento...
A pesar de que el ver a su hermano derrumbarse así le producía un vacío en el estomago y temor...
Que le importaba si su hermano se echaba a llorar sobre su hombro.
Él ya lo había consolado muchas veces antes... era su turno esta vez.
Leo se aferró a él casi con desesperación, dejando ir todo lo que llevaba guardado por días...
Miguel no dijo nada, sólo se quedó junto a él... preguntándose cómo demonios iría a acabar todo...
.-
El día veinte llegaba lentamente a su fin...
Al dar las doce de la noche, todos ellos ya estaba listos para partir.
Abril y Casey insistieron en ir.
Si perdían, de todas formas iban a morir, más valía arriesgarse en la superficie.
Al dar las doce, la procesión por el drenaje en dirección a la vieja iglesia había comenzado su marcha.
Leo tenía la mente en blanco.
Dejó ambas katanas en la guarida, cruzando en su pecho sólo la funda de la espada de fuego.
Muffy le seguía de cerca... aprovechó un descuido de su parte y tomó su mano.
Para su sorpresa, Leo no le rechazó.
Estaba con ella.
A pesar de todo, supo que no le dejaría.
Al menos cumpliría su promesa de estar juntos... aún cuando no fuera de la forma en que a ella le gustaría...
Si podía seguir sosteniendo su mano, moriría feliz.
Y Raphael...
Raphael caminaba exactamente tras ellos, con los puños apretados...
.-
Desde esos recuerdos que se desvanecen,
Anhelo abrazarte sólo una vez más.
Al borde del dolor, sigo gritando tu nombre,
Hasta que mi voz se desgasta en el silencio...°
.-
Fin del capitulo.
.-
° También lyrics de Story de Gackt.
La pelea final ya se acerca.
Si, Ksky ese era el padre... y si, permaneció monja, (risas) hasta que llegó Leo, más que nada por el trauma de la niñez, porque siempre la han estado persiguiendo y eso no le ha dado tiempo de entablar otras relaciones y además le encuentro una cosa especial a eso del "primero y único" y blablabla... (¿no crees que pueda haber alguien que se guarde para alguien especial...¿ah? Ok, vale, que no puedo hablar de esto sin reírme, jejejeje...) Y antes de que me digas nada, porque sé que lo pensarás, es posible que haya una chica de 20 que todavía ná ni ná... jejeje, yo no conozco ninguna, pero debe haber ¿no? Sobre todo si se la pasan ocupadas en algo tan absorbente como cazar demonios...
Si, sexo, sexo... (que me gustas mucho cuando pones eso, jejeje, hablando de gritos de guerra...)... otra vez entibiando el ambiente pero sin llegar a calentarlo, no que eso no se hace, Muffy ha calentado el agua, pero no se ha querido tomar el té... no, no, a ver que pasa más adelante.
Si, la pagina estuvo por unos días en modalidad "solo lectura", a veces hace esas estupideces, que para mejorarla dicen, jum... no, que no hay bronca, jejejeje (no se vayan a enojar los webmasters, jejejeje).
Si alguna vez tienen problemas para publicar o para dejar un review, váyanse a la pagina principal de fanfiction y fíjense en las noticias (esas que aparecen debajo del directorio (cartón, anime, book, etc) si ahí dice que la pagina estará inhabilitada para esto o esto otro, pues ahí está la respuesta...
Escribí mi profile, por si quieren saber algo más de mi... no mucho, sólo un poco...
Nos vemos!
