15.-

El cielo parecía de fuego.

La negrura era total sobre sus cabezas, pero las lenguas de fuego que se elevaban sobre la ciudad teñían todo de rojo...

Por todas partes, la visión oscilaba a causa del calor quemante.

Arriba, en vez de una luna, sólo había un circulo negro grande, rodeado de una aureola luminosa.

El eclipse.

La ciudad en llamas.

La iglesia frente a ellos.

El escenario estaba preparado.

A medida que iban emergiendo del agujero en el suelo, se quedaban de pie frente a ella, mirándola, sin decidirse a moverse.

Un edificio negro y antiguo...

De pronto parecía extrañamente alargado, sus torres se perdían en la inmensidad del cielo, negro...

El sólo mirarlo les provocaba temor.

Un miedo increíble.

Apenas si podían soportarlo.

A Leo el corazón le dio un vuelco.

Ella estaba dentro.

En su mente no dejaba de ver esa expresión de terror en su rostro.

Estaba sola ahí dentro, perdida y sola en ese lugar...

Estuvo a punto de saltar hacia el edificio cuando una presencia le detuvo.

Se quedó inmóvil, husmeando el aire.

Los demás se percataron de que había notado algo raro en el ambiente y aguardaron expectantes y alertas.

Muffy le miró con preocupación, mientras los ojos Leo permanecían fijos en un punto en el espacio y sus sentidos escudriñaban los alrededores.

De pronto se echó a reír levemente, sacudiendo la cabeza.

.- De todas las personas, tu eras la ultima a la que esperaba encontrar aquí...- dijo al aire en voz alta.

El resto se volvió nervioso hacia todas partes, tratando de encontrar con quien estaba hablando Leo.

De pronto la vieron, saliendo de entre las sombras, seguida de otras sombras que se movían a su lado.

Ni siquiera habían notado que estaba ahí.

.- Leonardo...- dijo una voz profunda de mujer.

.- Karai...- respondió éste esbozando algo parecido a una sonrisa.

Karai continuó avanzando hacia ellos, quedando a sólo unos metros de distancia. Siguiéndola, aparecieron cuatro ninjas del Pie vestidos de púrpura, de pies a cabeza... Eran su escuadrón personal.

A pesar de que la Elite era el grupo más letal del Pie, Karai nunca había confiado en ellos: habían sido entrenados personalmente por Shredder al igual que ella y siempre habían competido entre sí por el amor del maestro... de forma que ella creo su propia elite, una fuerza propia que le fuera fiel.

Y sólo hombres verdaderamente leales la habrían seguido a ese infierno en que se había convertido la ciudad.

Raphael reaccionó al instante desenfundando. Karai se volvió hacía él con una mezcla de desprecio y diversión: entre que le odiaba y que era inútil ponerse a pelear entre ellos en ese momento.

"Baka kame"... la escucharon murmurar. Raphael gruñó.

Ni siquiera se dignó a dirigirle unas palabras. Se volvió hacia Leo.

.- Dile al estúpido de tu hermano que guarde sus armas... no vine a pelear. Tu lo sabes.

Leo asintió, luego se volvió a mirar a Raphael con elocuencia. A regañadientes, Raph volvió a guardar sus sais en el cinturón.

Jamás había confiado en la japonesa, jamás.

Seguía insistiéndole a Leo que en el momento que menos se lo esperase, le atacaría por la espalda, que debía atacar primero...

Pero él se negaba a escucharle.

"Karai tiene honor", decía...

Si, claro... un día se iba a encontrar con su honor atravesado en la garganta...

La mujer se cruzó de brazos.

Su exuberante cuerpo estaba enfundado en un apretado traje negro, las espadas cruzadas a su espalda, el cabello negro y corto, con la cinta roja de batalla ciñendo su frente.

Leo dejó escapar un bufido, mirándole con una sonrisa.

.- ¿Cómo supiste?.- preguntó. La mujer le miró con gravedad y el rostro ceñudo.

.- La ciudad es un caos. No entiendo las fuerzas que están detrás de todo esto... pero no hay que ser muy perspicaz para descubrir que no son humanas... Siento... algo muy extraño... lo presiento en mi meditación... y proviene de aquí... esta es la fuente de todo...

.- ¿Y viniste a ver que era?- Karai asintió.

.- No me sorprendió demasiado verte. Supuse que llegarías antes que yo.- Leo volvió a sonreír.- No entiendo del todo la magnitud de esto... pero la ciudad está destruida... si vas a pelear contra esto vas a necesitar ayuda.

.- Ni siquiera sabes contra qué me enfrento.

.- Es una desventaja. Lo admito. Pero eso jamás me ha detenido.

Leo se volvió a mirarla, traspasándola con la mirada. Ella la sostuvo con seriedad.

Por varios segundos ninguno de los dos dijo nada.

Finalmente Leo relajó la vista y asintió.

Muffy paseó la mirada de la mujer a Leo y de éste a la mujer.

Jamás la había visto.

Era alta y fuerte... cada músculo de su cuerpo estaba finamente trabajado... sin mencionar que debía tener casi cien centímetros de circunferencia a la altura del pecho.

Eso sólo bastaba para confundir al enemigo, pensó.

Era bonita, pero extremadamente seria.

De pronto la mujer se percató de su presencia y clavó sus ojos en ella, siguió las líneas de su cuerpo hasta detenerse en la mano que aún sostenía Leo.

Sus ojos se quedaron fijos en ese punto, sonriendo.

Luego se volvió a ver a Leo con gravedad.

.- No debiste traer a tu mujer aquí... te distraerá.

Leo le miró sin comprender, luego se fijó en su mano, descubriendo que aún sostenía la de Muffy. La soltó para desolación de la chica..

.- Es Muffy..- respondió seriamente.- No "mi mujer"...- Karai sólo sonrió.

.- Así que me estás ofreciendo ayuda...- Continuó Leo, más para cambiar el tema y borrar esa incomoda expresión con la que le miraba Karai.

.- La ciudad así como está no me sirve de nada, así que no es exactamente una ayuda.

.- ¿Acaso creíste que esta perra haría algo que no fuese en su propio beneficio...?- saltó de pronto Raphael desde su sitio. Karai se crispó al instante, volviéndose hacía él con una mirada de hielo. Raphael se volvió a mirarla con una sonrisa, con un brillo asesino en los ojos. Oh, si, verdaderamente disfrutaba provocándola.

Un horrible aullido rompió la tensión del momento.

Todos se paralizaron al instante, dirigiendo sus miradas en todas direcciones, girándose sobre sí mismos para tratar de encontrar el origen del sonido.

Antes de que pudieran descubrirlo, un nuevo rugido resonó en el aire.

El aire olía horriblemente.

Al principio no lo habían notado...

Pero el olor a azufre crecía a cada momento...

Del suelo se levantaban volutas de ceniza de cosas quemadas producto del creciente calor.

Desde el horizonte hacia el cielo, la atmósfera se teñía de un rojo intenso.

Desde el pequeño parque frente a la iglesia en el cual se encontraban, podía sentir con toda claridad como algo se movía por los alrededores, entre los árboles.

Cada uno de ellos puso su cuerpo en alerta.

Raphael se acercó inconscientemente a Leo.

Hora de dialogar.

.- Debemos entrar a la iglesia.- dijo Leo en un susurro.

.- Tu sabes que esas cosas están ahí aguardando a que nos movamos ¿verdad?.- respondió Raph con los dientes apretados, sin dejar de mirar a su alrededor. Leo asintió.

.- Lo mismo dará si nos quedamos de pie aquí. Ya no hay otro camino sino hacia delante. No hay posibilidad de una retirada estratégica... las ruedas ya está en movimiento, ya no hay marcha atrás.

.- Pues bien por mi...

.- Una cosa más... – Continuó Leo con una inusual gravedad que logró hacer que Raphael desviara su atención de la amenaza de los rugidos. Leo continuó.- Mufffy...

.- ¿Qué hay con ella?

.- Cuando hagamos la fusión, su cuerpo quedará vulnerable... quiero que te encargues de él. Protégela.

.- ¿Qué? ¿por qué yo?- Leo se volvió a mirarlo largamente.

.- Yo sé porqué hago las cosas...- le respondió con una seriedad que no admitía cuestionamientos.

Raphael guardó silencio por unos segundos.

.- Abriremos el paso hacia la iglesia...- dijo finalmente.- el resto se los dejamos a ustedes.- Por toda respuesta, Leo asintió.

Raph dio un par de pasos adelante, los gruñidos aumentaron.

Inconscientemente, todos los presentes se movilizaron hacia el centro, formando un apretado circulo de caras que miraban alrededor.

Las armas salieron de sus fundas.

Muffy se apretó junto a Leo.

Éste tenía la mirada fija en la puerta de la iglesia, una enorme puerta de madera...

No había emoción alguna en su rostro, sólo determinación.

.- Vamos...- dijo de pronto, sin desviar la vista de su objetivo, sin volverse a mirarla. Comenzó a avanzar y Muffy y los demás le siguieron.

Fue sólo cuestión de segundos.

El calor aumentó de manera insoportable...

El aire mismo quemaba...

Y el hedor a azufre...

Don hizo un par de arcadas, tratando de cubrirse la boca...

Miró a su alrededor.

.- Se están moviendo.- exclamó. Una advertencia inútil, pues todos ya estaban al tanto, sus ojos seguían las sombras que se revolvían a su alrededor, las sombras que los rodeaban, que comenzaban a aproximarse.

Hasta que de pronto dejaron de ser sombras.

Leo siguió avanzando...

Por el rabillo del ojo vio a las criaturas abalanzarse sobre sus hermanos, Muffy, Karai y sus hombres...

Y no le importó.

Su vista estaba clavada en la puerta de madera de la iglesia.

Tras de sí dejaba los gruñidos, los rugidos, los gritos de sorpresa de sus hermanos, de furia de Raphael...

Casi podía adivinar el cuerpo de Miguel siendo jalado en distintas direcciones por los monstruos peludos de casi dos metros que salían de entre los árboles... casi estaba viendo a Don debatirse entre sus garras, tratando de evitar sus colmillos, los cuernos como astas que buscaban hundirse en la carne...

Y sólo siguió avanzando...

Ninguno de los monstruos le atacaba, pasaba entre ellos sin que intentasen alcanzarle... se movía limpiamente entre el caos...

La puerta se acercaba más y más, la miraba con la cabeza baja, sintiéndola más grande aún de lo que era...

Pero dejando atrás un enorme peso.

Porque, por primera vez en su vida, no le importaba en absoluto lo que estaba pasando con sus hermanos, a sólo unos metros de distancia.

Muffy lo vio alejarse y de inmediato su cuerpo se movió hacía él.

Le gritó, pero Leo no se volvió a verla.

Por el rabillo del ojo vio los cientos de seres, salidos de la nada, el calor sofocándole a cada segundo...

Comenzó a correr, pero algo le sujetó del brazo.

Antes de que pudiera volverse, sintió una voz en su oído.

.- Quédate aquí...- oyó una voz grave y ruda.- Deja tu cuerpo aquí...

Muffy fue incapaz de moverse por algunos segundos, tratado de comprender las palabras mientras la mano que aferraba su brazo no le dejaba ir.

.- Yo te cuidaré...

Fue lo ultimo que alcanzó a decir Raph antes de que las cosas se salieran de control.

Los rugidos estaban en todas partes, las bocas se abrían aquí y allá... ante sus ojos desfilaban las criaturas bestiales... la mujer japonesa, pasando cuchillo a ellas, Don, Miguel...

Trató de concentrarse... pero no podía...

Pánico...

Era todo lo que sentía.

Leo no estaba, no podía verlo, y las criaturas seguían viniendo y viniendo.

Más de una vez creyó que acabarían con ella, las vio correr, saltar y atacar... pero en el ultimo instante, Raphael saltaba sobre ella y destajaba, haciendo llover la sangre...

Inconscientemente se cubrió la cabeza con las manos.

¿Qué estaba pasando?

.- El infierno acaba de abrirse...- dijo la voz de Raph en su oído.- Ve con Leo... ahora. Haz lo que se necesario, pero vuelvan vivos... ambos.

Muffy trató de controlar su respiración. Cerró los ojos.

Tras ellos, el clang del acero contra cuernos y dientes, el chapoteo de la sangre, el silbido de las garras...

Esos horribles rugidos...

El calor.

Todo ello se multiplicó.

Trató de ignorarlos.

De alguna forma, el dejar su cuerpo le hacía sentir una especie de alivio.

De ahora en más, abandonaba la zona de combate...

Pero sólo para adentrarse en algo que podía ser mucho peor.

Sin embargo...

Para cuando encontró el cuerpo de Leo, cuando sintió como éste le aceptaba en su interior, cuando sus almas se reunieron y se volvieron un solo pensamiento y una sola voz...

La calma volvió a ella.

No tenía miedo de morir, ya no...

No mientras pudiera estar con él.

Si alguna vez pensó que era por la suerte de todos en la tierra que era capaz de dar su vida... estaba muy equivocada.

Tenía un deber, una responsabilidad y se sentía obligada...

También quería pensar que había algo de amor envuelto en lo que hacía.

Sin embargo...

Sólo había una persona por la que sería capaz de morir.

Sólo uno por quien deseaba morir...

Y aunque esa convicción le llenaba de gloria...

También le crucificaba.

.-

Fin del cap.

Don't worry Samarita que me las cuido bien... trato al menos, jejeje. Vaya, te impresioné, que bien, que bien... me gusta cuando te quedas para adentro y no te aflijas Samara- san si recién empiezas a estudiar y la cosa se ve larga (pero que dices, si esa es la mejor parte de la vida, después uno termina de estudiar y te ves arrojado sin piedad al frío, oscuro y siempre ingrato mundo laboral, no, no, y que después que cuando te casas y que los hijos, y no hay quien aguante... así que ya sabes, no hay para que apurarse, jejeje, que las mejores cosas de la vida son esas que nombró Kskabell: escribir, dibujar, las amigas y el sexo... haciendo especial énfasis en la primera y en la ultima y cambiando las amigas por los amigos... jeje)

Pues si no, Raph es un arrebatado y violento, me gusta eso... da susto, eso también me gusta.

Y si, Ksky, que hay chicas expertas en preparar todo tipo de brebajes calientes y dejarlos servidos sin darles ni una probada (y otras que de pura golosas siempre acaban probando un poquito... jejeje)...

Y el ambiente seguirá caliente, pero esta vez no será un calorcillo muy agradable, sino el calor de la refriega y la lucha encarnizada buahahahahaha!

Ejem.

Y si, ya se me acabaron los caps que hice en un rapto de creatividad... así que las actualizaciones se tardaran un poquito más...

No estamos leyendo peques...

Y si, si...

Que la fuerza las acompañe.

Jjejejejeje.