16.-

Fue del todo sorpresivo.

Un segundo hablaba con la chica y al segundo siguiente se desplomaba en sus brazos.

Esperaba que cayera rendida ante él, pero no de esa forma.

Se río de su propia broma, puesto que no había nadie más para hacerlo.

Rodeó la cintura de la chica y se la colgó al hombro, manteniéndola ahí rodeada por su brazo, mientras saltaba para esquivar la garra de una de las criaturas peludas...

Eran como las del parque el otro día; grandes, peludas, feas con caras de murciélago, babeantes.

De todas las criaturas demoníacas con las que había peleado, eran las que menos le gustaban... aunque no se le ocurría ninguna que le gustara realmente.

Por el rabillo del ojos tenía a Casey y a Abril.

Maldita mujer...

La quería mucho, pero tenía un talento para meterse en problemas...

En ese mismo instante, se cubría la cabeza mientras Casey y Miguel se cargaban al monstruo que se le había tirado encima...

No sabía en que estaban pensando cuando la dejaron ir.

Le hubiera gustado ir a ayudar, pero justo en ese instante, tenía las manos llenas...

Una reunión de criaturas se había concentrado únicamente en él...

Tal vez debía sentirse honrado por recibir tanta atención.

Recordaría mandarles una tarjeta...

Cuando los mandara de vuelta al infierno.

Tener a la chica sobre su hombro sólo le dejaba un brazo libre.

Podía haberla dejado en el piso, pero no quería correr el riesgo de perderla de vista y que le pasara algo...

Si, le importaba, ¿Ok?...

Además...

Con una sola mano era una buena práctica.

.-

Involuntariamente, Abril cerró los ojos de golpe, como si eso fuese a protegerla de la criatura que rugía en su rostro.

Para cuando los abrió, la criatura estaba tirada en el piso, con Casey y Miguel sobre ella.

El corazón amenazaba con salírsele del pecho... eso había estado cerca.

¿De quién había sido la estúpida idea de ir a una pelea como esa?

Oh, si.

De ella.

¿y porque diablos había tenido la ocurrencia de ponerse ese abrigo?

Bien, ahora no se sentía tan valiente como cuando había insistido.

El brazo de Casey acudió a rodearla.

.- Ey, Abril, corazón, ¿porque no buscas un buen lugar para esconderte mientras?

¿Esconderse? Buena idea... ¿dónde?.

¿En un lugar agradable, en un cómodo sofá frente a la tele, comiéndose un enorme helado de chocolate con más... chocolate?.

Pues le iba a resultar difícil encontrar algo así, pero vería que podía hacer...

De pronto alzó la vista... casi accidentalmente sus ojos se posaron en la ciudad que se extendía en el horizonte, contra el cielo negro y rojizo.

Antes había obligado a su mente a no interpretar lo que veía a su alrededor...

Pero las copas de los rascacielos dobladas como si el metal se hubiese derretido, el mortal silencio que casi se tragaba los rugidos...

Las criaturas.

De un golpe apartó el brazo de Casey que le protegía y dio un paso alejándose de él, con la mirada perdida.

.- Dios... es verdad...- dijo en un murmullo, cubriéndose la boca con la mano.- ya... ya no hay ciudad...

Se quedó observando a su alrededor, respirando agitada...

Su mirada volvió a bajar a lo que ocurría frente a sí.

Todos luchaban.

Una pelea interminable, sin un sentido, sin una estrategia... sólo la desesperación de golpear antes de ser golpeado...

Caos y pánico, entre las volutas que levantaba el aire caliente del piso...

Los había visto una docena de veces hacer lo mismo, una y otra vez...

Una pelea tras otra, tras otra...

Esa era una más, si llegaban a sobrevivir, entonces vendría otra y luego otra más...

Sacudió la cabeza.

De pronto el pasado le golpeaba con fuerza.

Tal vez fuera el calor, pero los recuerdos le pegaron con fuerza, haciéndole olvidar por un momento dónde estaba.

No podía negarlo...

Cuando se dio cuenta de que los chicos habían llegado a su vida para quedarse...

Sintió pánico... temor, algo de angustia... pero también rabia.

Su vida parecía perfecta sólo un segundo antes de conocerlos.

El trabajo perfecto, un departamento, toda una carrera por delante...

Hermosa, joven y despreocupada...

Tenía la vida para sentarse en los cafés del centro a conversar con las amigas de novios, zapatos y ropa...

Y en un abrir y cerrar de ojos, había cambiado todas aquellas placenteras posibilidades por unos pasillos de alcantarilla, por unas misiones mortales, por arriesgar su vida al punto que había noches que no podía dormir pensando que algún grupo de ninjas vengativos entrarían en silencio para dejarles un mensaje a las tortugas con su sangre...

No podía negar, por mucho que los amara, que los odiaba un poco por eso... Era una pequeña manchita en su corazón...

Un pequeño rencor porque, de alguna forma, ellos le habían arrebatado la vida que tenía...

Y el daño se extendía mucho más: jamás podría recuperar esa vida que había perdido... no sólo había dado un giro drástico, además era irreversible; jamás volvería al punto dónde lo que más importaba era conversar con las amigas o la cita del sábado, o a la peluquería o la ropa linda...

Que estúpida se sentía al pensar que alguna vez algo de eso le importó.

Después de todo lo que había visto, después de todo lo que había pasado y sufrido con ellos...

Las cosas ya no importaban lo mismo, el mundo simplemente no era igual ni volvería a serlo.

Tenía veinticinco años y no estaba preocupada de encontrar al chico perfecto, de formar una familia o de completar una carrera...

Y aún si pudiera volver a retomar su vida, alejarse de ellas, olvidarlas para siempre y tratar de hacerse de una vida normal...

Ninguna de esas cosas que antes parecían tan importantes, tendrían ningún sentido ni valdrían la pena...

Ahora sonaban vacías y huecas... vanas.

Simplemente, ya no la llenaban.

¿Debía odiarlos? ¿Por arrastrarla, aunque fuese involuntariamente a ese infierno, por arrastrarla en todas sus correrías locas y peligrosas y potencialmente mortales?

A pesar del calor que le quemaba la piel, de que a sus espaldas algo gruñía y se acercaba al galope...

Se quedó de pie mirándolos.

Don, Miguel... Raph...

Leo, quien siempre parecía destinado a caminar solo...

Casey, la (¿feliz?) coincidencia de todo ese encuentro...

A pesar de todo...

No era odio lo que sentía al final, ni resentimiento, ni rencor...

Todo lo que había era un profundo amor.

Y tal vez fuera por no saber el final de todo eso...

O quizás por sentirlo demasiado cerca...

Pero si tuviera que elegir un lugar en la tierra para estar en ese momento...

No hubiese elegido ningún otro, sino aquel en donde estaba parada.

Las lagrimas se deslizaron por sus mejillas.

No quería morir.

No quería pelear para siempre.

Pero por sobre todo...

No quería abandonarlos.

Los gritos llegaban amortiguados a sus espaldas...

Algunos eran de Casey... otros eran rugidos bestiales.

Los escuchaba apenas.

Su brazo se movió por si solo...

Sacó la katana de entre el forro del abrigo, donde la traía guardada.

Había tomado una de las que Leo había dejado abandonadas en la guarida.

Había sido un acto reflejo... no supo para que, sólo la tomó...

De alguna forma, después de todos esos años, ya había aprendido a pensar como ellos...

Ni siquiera tuvo que volver la cabeza para saber que estaba hundiendo la katana en el pecho mismo de la criatura...

El calor era tan intenso que sus lagrimas se evaporaron casi al instante...

La sangre de la bestia que le salpicó encima le quemó la cara.

Siguió hundiendo la hoja hasta que estuvo parte de la empuñadura dentro...

Luego la arrancó de un tirón, recuperándola con un rugido de jubilo.

Un extraño placer recorrió su cuerpo al sentir el cuerpo de la bestia caer a tierra.

Estaba peleando, como los otros...

Nadie se volvió a verla, nadie se detuvo un segundo de su propia pelea...

Pero todos supieron que estaba ahí.

Era la lucha lo que marcaba sus vidas, le gustase o no...

Y, de alguna forma, al impregnarse de esa lucha ella también...

Se daba cuenta a dónde pertenecía realmente.

Una silenciosa comunión en ese baile de muerte...

Danzando la misma música, una y otra vez..

Ella sólo era una parte más del todo...

El ultimo compás.

Con un grito se lanzó contra siguiente monstruo.

.-

El golpe fue excelente.

La técnica, perfecta; el giro controlado...

Lo único malo...

El resultado había sido un desastre.

La vara cayó al suelo partida en dos...

Don se le quedó mirando unos minutos paralogizado, como si no pudiese creérselo.

El golpe que debía quebrarle el cráneo a la criatura lo había dejado desarmado e indefenso.

Apenas si alcanzó a esquivar la garra de la criatura, inclinando el cuerpo hacia atrás, mientras los filos pasaron silbando junto a su cara.

Se agachó y lanzó una patada a las piernas de la bestia.

Lo hizo tambalear un poco, pero juraría que el más das dañado resultó ser él...

Había sido como pegarle a un muro de concreto.

Se puso de pie de un salto.

Golpeó en el estomago, en los muslos, en todas las partes blandas con una conexión de golpes rápidos...

Y nada.

Retrocedió, con los puños apretados.

Debía aceptarlo.

Ni siquiera con el bo estaba presentando una batalla decente.

Velozmente miró a su alrededor.

Sus hermanos estaban lejos...

Y aún si no lo estuvieran... estaban teniendo sus propios problemas, no podía esperar ayuda.

Tal vez si...

De pronto sus pensamientos fueron interrumpidos por un puñetazo en medio de la cara.

Fue tan fuerte que le tiró al piso.

Permaneció con los ojos cerrados lo que le pareció eternidades.

Su mano fue a posarse sobre el rostro.

Era una suerte no tener nariz, a esas alturas ya no le quedaría un hueso entero.

Sentía el dolor al borde del aturdimiento.

Y algo más...

El cuerpo le ardía...

No era sólo el calor...

Le ardía por dentro...

En el preciso instante en que su cuerpo tocó el piso, su interior comenzó a escocerle...

Antes de volver a abrir los ojos, sintió la respiración de la bestia sobre la cara.

Al abrirlos, tenía su hocico pegado al rostro... sus brazos estaban posados en la tierra a cada lado de su cuerpo, para asegurarse de que no fuera a moverse y escapar.

Arrodillado frente a él, aguardaba...

Si no fuera por todo ese pelo y por los colmillos y los rasgos tan animalescos...

Hubiese jurado que sonreía.

Si hubiese perdido la calma y entrado en pánico, cualquiera lo habría entendido; la criatura era perfectamente capaz de arrancarle la cabeza de un bocado.

Pero no lo hizo.

Le devolvió la mirada con fastidio, mirándole con la cabeza baja.

.- Nunca, nunca jamás... me toques el rostro.

La bestia bufó, dejando escapar un vaho de sus narices. Don arrugó la cara con asco.

.- Quítate de encima mío...- le dijo monótono. La bestia gruñó enseñando los dientes.

Don volteó los ojos al cielo fastidiado.

Luego alzó su puño y lo dirigió veloz a la cara del monstruo.

La mano empuñada golpeó el objetivo, pasó limpiamente a través del rostro, se hundió en el cráneo, destrozó los huesos a su paso y vio la luz del otro lado de la cabeza de la criatura.

Don se quedó varios segundos mirando, sin quitar su mano, ahora ensartada, atravesando el hueso y la carne.

Ladeó su cabeza.

.- Interesante...- murmuró.

.-

Raph sólo buscaba un segundo para voltear su cabeza hacia la puerta de la iglesia.

Era difícil, no sólo por las múltiples distracciones; la sangre que le caía sobre los ojos producto de una cortada que no vio venir, no le dejaba ver bien.

Ya para entonces, Leonardo debía de haber podido entrar.

Mierda.

Ni siquiera había necesitado de su ayuda.

Ninguno de los monstruos le hizo el menor daño.

Creía saber porqué...

Lo estaban reservando para lo que había dentro.

Un grupo de cinco monstruos especialmente grandes le rodearon en circulo y se cerraron a su alrededor.

Sonrió cuando se le ocurrió qué hacer...

Tendría que disculparse con Muffy más tarde...

Aunque lo que ella no supiera, no podía hacerle daño.

Jeje.

Giró la mitad de su cuerpo hacia atrás, buscando crear impulso...

Luego estiró el brazo, lanzando el cuerpo de Muffy por los aires...

La chica pasó por encima de las cabezas de los monstruos y estas se volvieron tontamente a seguir el trayecto del cuerpo por el espacio...

Mientras hacían eso, Raphael soportó el peso de su cuerpo sobre sus piernas y se dio impulso a si mismo, saltando por encima de sus cabezas...

Rápido, rápido, la cosa era hacerlo rápido...

Con ambas manos libres, fue cuestión de segundos pasar cuchillo a las gargantas de los monstruos...

No, que es difícil cargarte a un monstruo de mas de cien kilos y dos metros de altura con unos sais...

Pero no si los clavas en el sitio correcto, abriendo un boquete en medio del cuello, por ejemplo.

Llegó al piso, a unos metros de las criaturas, justo a tiempo para amortiguar la caída de la chica, segundos después, caían los cuerpos de las bestias.

.- Ya me perdonaras por esto...- le dijo con un suspiro de alivio.- Si es que te llego a contar que lo hice...

Se incorporó, volviendo a colocar a Muffy en su lugar en su hombro...

Por fin pudo volverse hacia la puerta...

Estaba abierta de par en par, completamente destruida...

Hecha añicos.

Dentro sólo se veía negrura.

.- Dios...

Ya estaban adentro.

.-

Leo jamás se detuvo, jamás disminuyó la velocidad...

Cuando la puerta llegó a obstaculizar su camino, simplemente sacó la espada y de un sablazo la partió en dos, en medio de una nube de astillas y destrozos...

Luego la guardó otra vez en su funda y siguió caminando.

Ni siquiera parpadeó.

El brillo azul de la espada relució unos instantes en la oscuridad, pero al guardarla nuevamente, la luz se apagó y se vieron tragados por el negro pasillo que se extendía frente a ellos.

Ya no eran ni Leo ni la chica.

Eran ambos.

Y los dos tenían ganas de desquitarse con alguien.

.-

Fin del cap.

Tengo frío.

Pero si me traen a Vincent D'onofrio... se me quita al tiro...

Jejejejeje

¡qué hubo peques!

(Que raro, me siento como si me hubiesen inyectado epinefrina... debe de ser el final del ultimo capitulo Ksk jejeje).

Así que ... camarera ¿eh?

Jum, jum...

¿Con pollerita corta, en esos lugares donde los tipos se juntan a chupar como esponjas... con la música a todo tarro, a media luz, con humo de cigarro entre rojos, azules y verdes...?

¡¿y tu madre te permite eso! Que si yo fuera ella, a estas alturas ya te habría amarrado a la pata de la cama...

jejejeje

¡Pero no lo soy, así que sírveme un caipirinha bien cargadito, con limón de pica y hielito picado y te sientas en mis rodillas mientras me lo tomo...

Uy...

¿Eso lo dije o lo pensé..?

Jejejejeje

Bien, bien... que el trabajo dignifica (dicen, me tinca que esos nunca han trabajado) sólo dos palabras para ti: zapatos cómodos.

Si, bueno, a lo nuestro...

La verdad, es que Muffy le está dando el síndrome del caracol y se está volviendo una arrastrada, habrá que hacer algo...

Y si, he querido juntar a todas las amiguitas, tu sabes, poder femenino... sin embargo, Karai no tiene nada de romántico que ver con Leo (no en esta historia todavía) aunque capaz que el pobre se desquicie entre tanta mujer (y luego dices que lo hago sufrir mucho, je...)

Y si, el final es una verdadera ensalada... (lo tengo en la cabeza, me falta escribirlo nomás, pequeño detalle).

Y lo de la pagina de reviews... pues la miré fijamente y le dije que si no se ponía cuadrada me iba a conocer...

No... no sé que pasó, se arregló solita, je.

Samarita...

¡órale, mi carnal!

Jejeje

Si, es que aquí nos llegan todas las teleseries... (que ni sé lo que digo, pero supongo que es amistoso)

Pues que Leo no ha querido ser malo al resaltar tan crudamente que entre ellos no había nada...

Bueno, quizás sí sonó un poco cruel...

Pero lo que quería decir era que Muffy era alguien, no "su mujer", como si fuese una cosa u objeto de su pertenencia, ¿viste?

Y vamos dándole a lo del redactorio con ese yaoi...

Jejeje

¿qué soy cargosa?

Siiiii!