17.-
.- Bien... ya estamos aquí. ¿ahora que?
.- Como que qué... la cosa salta a la vista ¿no te parece...?
.- No sé, viejo... hace años que no me metía en una pelea...
.- Oke, despreciable saco de indecisión... de todas formas ya estamos aquí, no te iras a echar para atrás ahora ¿no?
.- Pues...
El gigante dirigió una mirada a la batalla campal que se desarrollaba a unos metros. Nabú tenía razón... pero había prometido mantenerse al margen de cualquier conflicto entre los grandes poderes, después de todo, para un demonio que ha sido expulsado de los infiernos, la cosa no se ve fácil: no lo querían allá abajo, pero tampoco allá arriba...
"Mejor reinar en el infierno que servir en el cielo..." decían. Bueno, pues él estaba parado exactamente en la mitad, sin poder hacer ni lo uno ni lo otro...
Tal vez eso lo había unido a Nabú: ambos se habían relegado, uno voluntariamente; el otro porque no le quedaba más opción después de desertar del inframundo.
Un demonio bueno... ¿dónde se había visto eso?. Era tan extraño que no había un lugar donde sitiarlo, por ende, no pertenecía a nada... en cambio Nabú, quien tenía su lugar bien señalado en el cielo, se esforzaba por no pertenecer.
Era cierto lo que los humanos decían...
"Dios le da carne a los que no tienen dientes"
Aún así, pensaba quedarse en ese sitial de indiferencia por mucho tiempo más... y ahora estaba a punto de romper su neutralidad...
Partiendo algunos demonios por la mitad.
Hacía años que no sentía la sangre cantando por sus venas al son de los huesos quebrándose.
Agarró a uno de los demonios y los atrajo hacía sí.
.- Hola hermano¿me recuerdas?...- la criatura sólo alcanzó a abrir los ojos como platos antes de prácticamente deshacerse entre los gruesos y sobredimensionados dedos de Oke.
Al verlo caer en pedazos soltó una sonora carcajada.
Nabú se quedó tras él, vestido con su mismo traje beige de siempre, mirándolo ceñudo.
.- Ten cuidado...- le dijo de pronto, cortando la estridente risa del gigante. Éste se volvió bruscamente hacía él.
.- ¿Por qué...?
.- Porque te puede empezar a gustar de nuevo. Tu sabes... eso de matar.- a pesar del tono ligero del viejo, la expresión dura de su rostro hizo que a Oke le corriera un escalofrío por la espalda. Finalmente asintió.
.- Está bien...- dijo en un susurro. Nabú asintió a su vez y se volvió a ver la pelea que se desarrollaba a su alrededor.
.- Quédate aquí a ayudarlos...- dijo distraído, comenzando a volverse.
.- ¿Y tu que harás...?
.- Entrar, por supuesto.- dijo tranquilamente, dándole la espalda.
.-
.- Perra.- murmuró Raphael a la sombra negra que pasó junto a él.
.- Te salvé la vida.- respondió la sombra, aterrizando junto a él, sin dejar de batirse con la criatura frente a ella.
.- Pues hubiese preferido morirme antes que debértela.
.- Orgulloso pedazo de imbécil, arrogante y despreciable...
.- Gracias.- respondió Raph con una media sonrisa, sin volverse a mirarla, demasiado ocupado en abrirle el estomago a una de las bestias y en equilibrar el peso de la chica en sus hombros.
Karai acababa de quitarle a dos de los demonios que se le habían tirado encima, sujetándolo mientras un tercero le buscaba el cuello para hundirle los colmillos.
En una pasada, la mujer había hecho llover trozos de demonio frente a sus narices.
Ah, si... y estaba el pequeño detalle de que, de paso, le había salvado la vida...
Del grupo de hombres que había traído Karai, sólo le quedaban dos...
En cuanto a ella...
El brillo en sus ojos indicaba que todo eso de cortar y destajar no le estaba resultando tan desagradable después de todo.
.- Deberías preocuparte más por el grupo de desgraciados que trajiste contigo...- volvió a hablar Raphael después de rebanarles los pies a dos bestias y clavarle un sai en medio de los ojos a otra, sin necesidad de volverse a mirarla.
.- Son guerreros. Saben que la muerte pende sobre ellos desde el día en que nacieron... además...- Karai se deshizo rápidamente de las criaturas con las que estaba peleando y se volvió hacia Raphael, sonriendo y blandiendo sus katanas en el aire para liberarlas del liquido oscuro que chorreaba por ellas.- No hay mayor honor para ellos que morir por su ama...
Raphael se volvió a verla, olvidando por un minuto la debacle a su alrededor. La odiaba.
Cada palabra que salía de ese orificio que llamaba boca la hacía odiar aún más. Y el desprecio era mutuo, ambos lo sabían: de no ser por Leonardo, ambos habrían saltado a por el cuello del otro hacía mucho.
Pero se aguantaban las ganas homicidas y se conformaban con las miradas asesinas.
.- ¿Y a que debo tanta atención de su majestad, entonces¿desde cuando acá te interesa lo que me pase?.- preguntó sarcástico. La mujer lo miró fríamente.
.- No me interesa. Si fuera por mi, estarías muerto desde hace mucho, lo sabes... – Raphael le gruñó en respuesta.- Es sólo que no puedo dejar que mueras ahora, eso afectaría la moral de Leonardo... Y no puedo dejar que nada le afecte, todavía tenemos una pelea pendiente.
Así que eso era. Maldita perra obsesiva, pensó. Llevaba años esperando la revancha con Leo, desde la ultima vez que pelearon y éste le había pateado el culo de vuelta a Japón.
La mujer no había terminado de hablar cuando un grupo de cinco bestias se le había tirado encima nuevamente.
La mujer blandió ambas espadas a su alrededor, tan rápido que por un instante no fue más que un borrón ante sus ojos.
Para cuando se detuvo, tres criaturas estaban en el piso descabezadas, una cuarta aullaba a un lado con un brazo y una pierna menos... la quinta había retrocedido fuera de la vista.
Raph se acercó a ella, lo suficiente como para hablarle sin tener que alzar la voz, pero todavía lejos del alcance de sus espadas.
.- ¿Y porqué no te aprovechas ahora? Si me matas ya, Leo estará lo suficientemente abatido como para volverse descuidado... sólo así serías capaz de vencerlo... – Karai le miró con desprecio.
.- ¿Por quien me tomas¿por un perro sin honor? No habrá gloria si lo venzo de esa manera.- guardó silencio y una sonrisa apareció en sus labios.- Ten paciencia, Baka kame, la victoria será mía, también el honor...
Para sorpresa de la mujer, Raphael le sonrió en respuesta.
.- Lo que es yo...- estaba a medio camino de la oración cuando repentinamente alzó su brazo, sai apuntando hacia el rostro de Karai. Por un segundo, ésta estuvo segura de no poder esquivar el golpe.
Se odió a sí misma por ser tan descuidada.
Se odió a sí misma por olvidar que ese de ahí no era Leonardo, que ese de ahí no le daría la ventaja de un juego limpio.
Se estaba odiando a sí misma, cuando el brazo de Raph pasó silbando por su lado, rebanando un mechón de cabello al pasar.
Karai se quedó mirando a Raph con las pupilas dilatadas...
Casi al instante sintió la hoja del sai incrustarse en algo semisólido a sus espaldas, muy cerca, sumergirse con un chapoteo y luego salir con un desagradable golpe liquido.
Raphael mantuvo la hoja bañada en esa sustancia negra y espesa frente a su cara.
.- Prefiero no deberle favores a la gente. Date por pagada, Karai y más te vale mantener nuestros caminos separados porque el próximo va para ti... ¡ah! A propósito... – Raph extendió el brazo a Karai y esta instintivamente alargó su mano para recibir lo que se le ofrecía.
Un mechón de su cabello.
.- Recuérdalo, Karai. En la advertencia no hay engaño.
Cuando Raphael dio media vuelta, la mujer mantuvo sus fríos ojos pegados en su nuca... una que desearía poder rebanar a gusto.
Ya tendría tiempo, se dijo.
Hasta entonces...
Dando media vuelta clavó ambas katanas en el pecho de la bestia que se aproximaba tras ella, una vez dentro, tiró de ellas, una en cada dirección, hasta que el pecho de la criatura se partió en dos con un sonoro crack.
.-
Donatello estrelló su puño contra la cabeza de la siguiente criatura y esta se deshizo antes de que pudiera retirar su mano.
Sin siquiera voltear, estiró el brazo libre hacia atrás, encontrándose con el pecho de otro más...
La mano atravesó el cuerpo hasta que volvió a sentir el aire del otro lado.
La sangre de las bestias quemaba, pero trató de ignorarlo.
¿Qué le pasaba?
Estaba ardiendo por dentro.
La piel le escocía, desde dentro... algo mordisqueaba sus entrañas...
La única forma de aliviar un poco esa sensación, era moverse, correr, lo más rápido posible... tomar a alguna criatura y destrozarla entre sus manos, una y otra vez...
Pegó un salto sin ninguna preparación...
Llegó a elevarse unos tres metros...
¿De dónde había salido toda esa fuerza?
No importaba, si se detenía a pensar volvía el ardor por dentro...
Aterrizó entre los monstruos, se agachó y barrió el piso con una patada, tomando a tres criaturas con él, arrojándolas al piso... aun estaban ahí cuando aplastó sus cabezas con el pie...
Dios...
Iba a tener pesadillas con eso por el resto de sus días, de eso era de lo único que estaba seguro.
Sintió a sus espaldas el sisear de una de las criaturas, se volteó a una velocidad increíble...
Jamás, jamás había sido tan rápido.
Él lo sabía, sabía hasta dónde podía llegar, qué velocidad podía alcanzar, hasta donde podía saltar, con que fuerza podía pegar... su mente había calculado sus habilidades tomando en cuenta sus facultades, el calor, la presión del aire, la altitud...
Y por eso sabía perfectamente que lo que estaba haciendo en ese momento era físicamente imposible.
Y sin embargo...
Tomó las mandíbulas que se habrían ante él por ambos extremos y tiró de ellas, sintiendo el nauseabundo sonido de los huesos al romperse.
La criatura cayó al suelo con la parte derecha del rostro más arriba que la otra.
Le pareció cómico.
Como una pintura de Picasso.
Sacudió la cabeza y trató de concentrarse.
Miguel y Casey y Abril un poco más allá... estaban los tres muy cerca...
Desde donde estaba no podía ver a Raph, pero sospechaba que estaba cerca de Karai...
No se preocupaba mucho por ellos, sabía que serían los últimos en tener problemas...
y...
¿Y quien diablos era ese enorme sujeto que peleaba entre los árboles¿cuándo había llegado?
Era casi tan alto como las criaturas, pero era como tres de ellas de ancho.
Jamás lo había visto... pero le recordaba algo a Lotario...
De todas formas, por la forma en que destrozaba a los demonios, daba lo mismo...
Quienquiera que fuera, mientras siguiera así, era bienvenido.
Pensaba en esto cuando sintió la voz de Miguel.
Su cuerpo estaba a punto de perder el equilibrio mientras intentaba con las manos detener las mandíbulas de una criatura y con una pierna de alejar la cabeza de otra.
Payaso, siempre payaso.
Saltó junto a él y repitió lo que llevaba algún rato haciendo: perforó cabezas y esternones.
Cuando terminó, sus ojos se encontraron con los desenfocados de Miguel.
.- ¿Cómo demonios hiciste eso?.- preguntó Miguel con la boca abierta. Don se encogió de hombros y se rascó la cabeza.
.- La verdad, no tengo idea, pero creo que por las características, si no supiera que no es así, diría que estoy bajo los efectos de algún anabólico o de alguna anfetamina...
.- Es menos complicado que eso, chico...
Ambos se volvieron hacía la voz risueña a un costado.
.- ¡Tu?.- exclamó Don, parpadeando asombrado.
.- ¿Quién?.- preguntó Miguel, arrugando la frente, mirando alternativamente a Don y al extraño anciano barbón que sonreía sin muchos dientes.
.- Es el viejo del bar de Muffy... el viejo que me dio esa...- de pronto, una luz se encendió en el cerebro de Don. Se volvió a mirar al viejo, pero esta vez con una nueva expresión. El viejo le devolvió la mirada risueño, hasta que de pronto estalló en una sonora risotada.- ¿Qué fue lo que me dio ese día? esa cosa azul que me dio a beber...- le preguntó Don, el viejo se encogió de hombros y le sonrió.
.- Tenía la impresión de que te serviría de algo. Te lo dije, sólo los hombres de verdad... bueno, en tu caso, lo que seas tu, toman meados de Gorg... jejeje ¿qué te parece?
Miguel se echó a reír a su lado.
.- ¿Me estás diciendo que este vejete te drogó? No puedo creerlo...- Miguel siguió riéndose y Don lo miró molesto. De nuevo se volvió a mirar al viejo, pero descubrió que su expresión había cambiado totalmente: la sonrisa había desaparecido y en su lugar miraba seriamente a su alrededor.
.- Los efectos duraran lo suficiente, hijo... – le dijo sin mirarle.
.- ¿Qué hará usted?.- preguntó Don preocupado. El viejo siguió inspeccionando a su alrededor, con un extraño brillo en los ojos.
.- Me quedaré aquí y trataré de detener esto... – Don se le quedó mirando incrédulo... el viejo no tenía pinta de ser un guerrero, ni siquiera tenía pinta de poder sostenerse en pie.
Sin embargo, sus dudas se disiparon casi al instante.
El breve instante de paz fue interrumpido por una nueva estampida de seres: salieron de la nada y corrieron directo hacia ellos, Miguel y Don se pusieron en guardia pero no fue necesario un solo golpe...
Antes de que las criaturas estuviesen siquiera a metros, el cuerpo del anciano comenzó a brillar, a brillar intensamente, con una luz blanca cegadora.
Todo lo que Don alcanzó a ver antes de que el fulgor se hiciera insoportable, fueron los cuerpos de las criaturas desapareciendo lentamente, tragadas por la luz...
Para cuando el brillo desapareció, frente al anciano sólo quedaron unas pozas de un liquido negro.
El viejo se volvió hacia ellos con una sonrisa.
.- Espero no haber sobre actuado...- murmuró, más para sí mismo que para los demás.
.-
Leo y Muffy avanzaban lentamente...
No tanto por precaución, sino por lo inefable del momento...
Lo que fuera que pasara, llegaría en su tiempo, inevitablemente...
No había necesidad de apresurarse.
Tampoco servía de nada el temor...
Ellos lo sabían... y lo que los esperaba al final de ese oscuro corredor lo sabía también.
El silencio era casi absoluto, excepto por el eco de sus pisadas, resonando en todo el lugar... y el ruido de agua en alguna parte del edificio... una gotera o quizás muchas... emitiendo distintas notas, como un instrumento musical...
Y el olor.
Un olor a húmedo, a madera podrida, a cosas viejas guardadas por mucho tiempo, polvo, agua sucia...
Y por debajo, muy por debajo, casi escondido...
Ella.
Muffy lo sintió al instante, sabía que él también.
Pero sus emociones no variaron en nada.
Sabía cuánto se había esforzado para llegar a eso.
A no sentir nada.
Pero no sabía cuánto podía durar.
Claro que estando juntos de esa manera no era posible para ninguno de los dos tener pensamientos individuales, y eso ayudaba mucho.
.- ¿Qué piensas hacer?
El sentir la voz quebrando el silencio del lugar no los alteró en lo absoluto. Lentamente volvieron su cabeza hacía la voz.
Se quedaron mirando al anciano vestido en el traje beige, salido de la nada de entre las sombras del corredor.
Ella no lo conocía; para él, era una figura familiar.
.- ¿Qué haces aquí?.- preguntaron ambas voces, la de Leo y la de la chica, mezcladas en una sola. El viejo abrió grandes los ojos.
.- Vaya. No esperaba eso. Realmente quieres pelear¿verdad?. De verdad quieres matarla...
No contestaron. Era el hombre de los sueños de Leo.
No sabía quien era realmente o qué lugar jugaba en todo eso.
Pero no le importaba, desde dónde estaba parado, era parte de todo el despelote...
Era suficiente para odiarlo.
.- ¿Ahora quieres detenerme?... pensé que esto era lo que querías... sino porque te apareciste en mis sueños...
.- Yo jamás quise nada de esto... pero lamentablemente no pude hacer mucho por ayudar.
Desviaron la mirada de él y volvieron a concentrarse en el frente, en el oscuro pasillo.
.- Vete a la mierda.- dijeron sus voces al unísono.- No nos importa lo que hayas querido o no hacer... estamos aquí para terminarlo.
.- ¿Vas a matarla¿sabiendo que es inocente?.
.- No sé hasta dónde llega su inocencia... de cualquier forma... la muerte es lo único que puede salvarla.
.- Pensé que el hacerte recordar...
.- ¡No sé para quien mierda trabajas, pero no me dejaré engañar por nadie esta vez! Al hacerme recordar no has hecho nada más que traer sufrimiento... ¿acaso crees que no sé cual es tu jueguito realmente? Pretendías que al recordar no vendría tras ella... que la dejaría terminar con este maldito plan suyo... eres astuto, pero no funcionará. Tu lo dijiste, aún si ella es inocente, si como yo no es más que un peón en todo esto, esta es la única forma... si la dejo vivir, servirá a sus propósitos, si muere, la liberaré... no los dejaré seguir adelante con esto... no permitiré que nadie más sea usado como una marioneta, nunca más... empezando desde hoy.
El viejo se les quedó mirando en silencio y tras unos segundos, Leo y Muffy continuaron avanzando por el corredor hasta dejarlo atrás.
El viejo se quedó de pie, mirándolos alejarse y desaparecer de su vista.
.- Salvarla...- repitió en voz baja.
Permaneció frente al corredor, la angustia dibujada en el rostro.- Dios...- murmuró.- sólo espero estar haciendo lo correcto..
.-
Fin del cap.
Gracias Samara (supongo) por la rima.
Y no, no tengo amigos esta semana (que crees que soy cargosa en balde?) así que me vale lo que digan...
No sé lo que es un bar de tapas, Ksky primor, pero espero que no incluya freír papas fritas... que es lo peor del universo...
Je.
Me disculpan si no escribo más.
El bajón me agarró firmeza estos días.
Creo ni los dedos puedo llevar al teclado...
... estoy en la semana de los para qué. (¿para qué me levanto¿para que estudio? Para que trabajo? Para que existo?) no, no, que así no se puede, pero al menos esta puta pagina se arregló.
La pagina ha estado como las huevas... si han tratado de subir caps se habrán dado cuenta.
Ahora me voy a leer los caps de ksk a ver si me levantan el ánimo
Nos vemos luego, de ahí...
Pronto en todo caso.
Bye.
