The depth of guilt of that which betrays,
the strength of belief in each other,
the countless noons and nights--
I take these things into my heart before I go.
24.-
.- No lo entiendo, te juro que no lo entiendo...
.- Raph, trata de tranquilizarte ¿quieres?
.- ¡A tranquilizarme una mierda, carajo!
.- Oh, si, eso realmente va a ayudarnos...
.- Pues con ser sarcástica no vas a lograr un pomo tampoco...
.- Y el matarte tampoco ayudará, pero eso es lo que haré si no te quedas quieto un segundo...
Por toda respuesta, Raph se dejó caer pesadamente en una de las sillas del comedor de la cocina.
Muffy respiró algo aliviada y trató de calmarse ella misma para discutir el mismo tema por quinta vez esa semana.
.- ¿Sabes lo que me mata?.- siguió Raph.- Que un día me voy a descuidar, o voy a mirar para otra parte, o voy a parpadear un segundo y Leonardo va a terminar haciendo una estupidez...- Muffy estiró el brazo a través de la mesa hasta alcanzar la mano de Raphael. La sostuvo con fuerza.
.- Cálmate... Don y Miguel están con él ahora... además ¿qué crees que va a hacer que te tiene tan nervioso?- Raphael la miró profundamente, sin palabras. Muffy abrió grandes los ojos.
.- Ay, por favor... no creerás que... no, de ninguna manera...
.- Si crees que un tipo que se la pasa todo el día parado en las cornisas con la mirada fija en el piso metros más abajo no está pensando en saltar, no veo que otra mierda pueda ser...
.-¡Leonardo no va a quitarse la vida...!.- exclamó espantada la chica... Raph no se inquietó y continuó mirándola fijamente.
.- ¿Podrías jurarlo? Tu, que probablemente seas la única persona que sabe lo que le nada en las neuronas¿podrías asegurar que no lo ha pensado, al menos una vez?- Muffy no respondió y bajó la mirada hasta el suelo.
.- Eso no significa que vaya a hacerlo... si fuera así, no dejaría que ustedes se acercaran...- Raphael la miró sin entender.- Él sabe que lo vigilan... ustedes tratan de pasar desapercibidos, pero él sabe que están ahí, en todo momento...- continuó la chica.- Y aún así no hace nada.
.- Aún así no le quitaré los ojos de encima...
.- Dale tiempo...- dijo Muffy, suavemente.
.- Muff... ya lleva dos semanas... no dejó que le atendiésemos... no dejó que le curara nadie... anda por ahí con un brazo roto que sanará el día del juicio final y con unas heridas que necesitan sutura... ¡y tu me sugieres que no me preocupe!
Muffy no levantó la vista al responder.
.- Esa es su forma de sanar... ¿no lo entiendes? Se está castigando a sí mismo...
.- ¿Qué...?
.- No podría soportarlo de otra forma. Es lo único que lo mantiene de este lado... Tienes que confiar en mi... Déjalo sufrir.
.- Muff...- gruñó Raphael, escondiendo la cara entre las manos, haciendo esfuerzos sobrehumanos para no estallar. Muffy alzó la mirada hacia él...
.- Por favor... es lo que más necesita en este momento. Aunque no lo creas. Déjalo que sufra todo lo que deba...
Raph acabó desistiendo, con un bufido de frustración.
Ya tenía suficiente preocupación para el resto de su vida... parte de si quería creerle a la chica que todo iba a estar bien...
Parte de sí quería rendirse a lo que viniera.
Era la parte que estaba cansada de tener que cargar con un hermano como si fuese un bebé...
.- No sé si te creo, Muff...- dijo al fin, mirándola a los ojos.- pero de todas formas, no se me ocurre otra cosa que hacer... mierda, es sólo que si tengo que seguir viéndolo pasearse como fantasma de aquí para allá me volveré loco...
La chica asintió en silencio.
Raphael respiró profundo, buscando relajarse un rato.
Tenía que admitir que confiaba en ella.
Cosa rara en él.
Pero Muffy parecía saber mejor que nadie que demonios pasaba con su hermano...
Eso le daba algo de alivio...
Pero también le ponía de pésimo humor.
Mierda.
Había cosas que se negaba admitir.
Siquiera a pensar.
Pero venían a él, lo quisiera o no.
No quería admitirlo, pero esos ojos azules tenían mucho que ver en el asunto...
De pronto la chica se puso de pie.
Raph no se sentía especialmente valiente ese día.
Pero era ahí o nunca.
La retuvo por el brazo antes de que se alejara demasiado.
La chica lo miró un segundo y luego volvió a sentarse, esta vez más cerca de él.
En realidad, estaban a sólo unos centímetros.
Raph evitó mirarle a la cara; Muffy esperó paciente...
.- Escucha... hay cosas... que... hay cosas que...
.- Esta bien.- le interrumpió la chica, ahorrándole a Raph la horrible tarea de poner lo que sentía en palabras.- Yo lo diré por los dos¿vale?.- Raph asintió en silencio.- No es que me guste mi vida, muchas veces la detesto... pero es lo que debo hacer... no puedo darle la espalda a lo que soy. Por más que lo deteste. No hay nada que pueda hacer al respecto. Debo hacerme a la idea de una vez por todas que jamás volveré a ser la chica aburrida y absolutamente normal de antes... nunca más... es por eso que... que es mejor que no hablemos más de ciertos temas... que dejemos las cosas donde quedaron, las borremos y demos vuelta la página... no quería decir que pretendiésemos que jamás pasaron... pero creo es mucho mejor así... ¿no crees? Yo tengo mi camino, tu el tuyo... hay cosas que jamás serán fáciles, así que es mejor detenerlas antes de que se compliquen más...
Raph la escuchó atentamente durante todo su discurso, a ratos frunciendo con fuerza el ceño, haciendo evidentes esfuerzos por comprender. Finalmente asintió, cerrando los ojos.
.- Mm... ya veo... - dijo al fin, pensativamente.
.- ¿Me entiendes?.- exclamó la chica, algo sorprendida.
.- Claro... por supuesto que si...- dijo Raph con toda tranquilidad. De pronto abrió los ojos y se quedó mirándola, pensativo.- ¿Qué tal, mañana a la noche, como a las nueve, en la torre de agua?...
La chica se le quedó mirando perpleja por unos segundos.
.- Hecho.- Dijo finalmente, para su propia sorpresa.- Nos tomaremos unos helados... – Raph estaba por asentir cuando se volvió hacia ella con el ceño fruncido.
.- ¿Helados? Yo estaba pensando en algo más bien como un tequila...- la chica desvió la mirada, cruzándose de brazos.
.- No, señor. Nada de alcohol.
.- ¿Por qué no?- preguntó Raph divertido. Muffy se volvió a verlo de reojo.
.- A veces me hace perder el control...- Raph estuvo a punto de reír presa de oscuros pensamientos, pero finalmente logró evitarlo. Aún así, su reacción no escapó a los ojos de la chica. Se volvió de inmediato hacia él, apuntándole amenazadoramente con el dedo. Raph levantó ambas manos frente a sí en señal de protección.
.- Ok, ok, entendí. Será despacio si así lo quieres.
.- Pues así lo quiero.- afirmó Muffy, volviendo a cruzarse de brazos y a desviar la mirada, aunque en el fondo trataba de contener la risa.
Sin embargo...
No advirtió de inmediato que la mirada de Raph se había oscurecido.
Sólo lo supo por su tono de voz.
.- Aunque quizás...- comenzó.- Tal vez quieras quedarte con Leo... digo... esta seria tu oportunidad.
Muffy no supo si golpearlo o salir corriendo de ahí dando un portazo.
Pero la mirada de Raph le hizo quedarse exactamente donde estaba.
Hablaba en serio.
No había malicia en su sugerencia.
Y tal vez tenía razón, en cierta forma.
Era una oportunidad.
Tal vez la única...
Y esos sentimientos seguían ahí.
Y seguirían ahí...
Por un tiempo, no sabía cuánto.
Cerró los ojos.
.- Por supuesto que me quedaré junto a Leo...- dijo.- Siempre. No voy a dejarlo, menos ahora.- Raph desvió la mirada, tratando de no salir disparado en el acto, ni de golpear con los puños la mesa. Entonces Muffy se puso de pie y rodeó la mesa en dirección a la puerta.
Cuando estuvo en el umbral se detuvo, apoyándose contra el marco. No se volvió a verlo cuando habló.
.- Mañana a las nueve, en la torre de agua... no lo olvides. Y a ver que pasa...- dijo antes de dejar la habitación.
.-
Dolía tanto que casi le hacía perder el sentido.
A duras penas se mantenía en pie...
Y por increíble que pareciera..
Sólo eso le hacía sentir mejor.
Sólo eso le calmaba un poco.
Odiaba tener que preocupar a los demás.
Como quisiera que desaparecieran por un tiempo, no tener que verlos por un tiempo...
La verdad era que le avergonzaba un poco ser espiado así, como alguna clase de enfermo mental.
Pero si eso los hacia sentir más tranquilos...
Ellos tampoco la habían pasado bien últimamente...
Él hacía lo posible por tratar de ayudar... a que las cosas volvieran a la normalidad...
Pero no podía hacer más, no podía. No por el momento. Deseó que pudiesen comprenderlo...
El brazo le palpitaba furioso...
Apenas si sentía el rostro.
Pero estaba bien.
Cada oleada de dolor le hacía sentir un poco menos culpable.
No podría resistir el no haber quedado con secuelas.
Aún así...
Era un cobarde, lo admitía.
No se había atrevido a enfrentar a sus hermanos aún.
Todo lo que había hecho era escapar.
No entendía como aún no se lo echaban en cara...
Los había arriesgado a todos.
Estuvo a punto de perderlos a todos.
Y lo peor de todo era que...
Que en realidad, no se arrepentía ni un ápice.
No lo lamentaba...
Si tuviera que hacerlo nuevamente...
Lo haría.
Y eso sólo lo hacía odiarse a sí mismo aún más.
Porque a pesar de todo...
La había perdido.
A pesar de todo, todo había sido inútil.
Y podía ser eso aún más doloroso que cualquier herida.
Hacía palidecer a las otras...
Se inclinó sobre el borde.
La salida fácil le tentaba una y otra vez.
Pero no podía.
No se la merecía.
Cerró los ojos y inclinó la cabeza hacía atrás.
Iba a llover...
Un par de gotas solitarias le cayeron en la frente.
.-
.- Viejo, lleva ahí como una hora mirando a la nada...- Reclamó Miguel. Don no respondió.
Llevaban toda la noche tras él, hasta que por fin se había detenido en ese edificio. Ellos permanecieron cerca, en la azotea del frente, lo suficientemente lejos para no ser vistos fácilmente y lo suficientemente cerca para saltar de inmediato ante cualquier imprevisto.
.- ¿Tu crees que se enoje si vamos a hablarle?.- preguntó inocentemente Miguel. Don se recostó a su lado contra el bordillo, dándole la espalda al edificio de Leo.
.- No creo. Estoy seguro que ya sabe que estamos aquí. Pero no te hablará demasiado. Dejémoslo solo... mejor así.
.- Me mata...- murmuró Miguel.
.- A mi también. Pero no se me ocurre nada mejor que hacer, que estar aquí... Nada de lo que le digamos va a hacer que se sienta mejor de todas formas...
.- Pues hay alguien que piensa distinto, viejo... ven acá a echar un vistazo, no acabo de decidirme si tenemos un problema o no...- Don abrió grandes los ojos y se incorporó.
.- Mierda.- dijo ni bien miró hacia la azotea de Leo.
.- ¿Vamos allá?
.- No... – Miguel se volvió hacía él extrañado.- No lo sé... Esperemos un poco.
.-
.- ¿Qué haces aquí?.- preguntó Leo, sin volverse. Hubo un largo instante de silencio antes de que la otra voz hablase. Las gotas de lluvia se multiplicaban de a poco.
.- Lamento lo de la chica..- dijo una voz profunda de mujer con marcado acento japonés.- De verdad que si.
Karai.
Leo no dijo nada, sólo asintió con la cabeza. Aceptaba y apreciaba su gesto, pero, de alguna forma, no era suficiente... de alguna forma, le provocaba...
Después de un rato sonrió con sarcasmo.
.- Sigues ahí. Ya dijiste lo que tenías que decir¿te falta algo más que quieras agregar¿o estás planeando hacer leña del árbol caído?...- era absolutamente injusto con ella, lo sabía, pero no quería detenerse... - ¿o tal vez habrás venido a decirme que me olvide de ella y que siga con mi vida y toda esa mierda? No sé porque todos creen que eso es lo que necesito escuchar... pero si es así, puedes irte marchando por donde viniste. No sé que mierda buscas aquí de todas formas...
Injusto, absolutamente injusto...
Pero ella no se movió de su lugar. Cerró los ojos, su expresión no varió para nada. No podía verla, pero hacía tiempo había aprendido a entender sus reacciones de sólo escuchar el sonido de su respiración.
Que tanto se conocían ya... apenas si podía creer que en el fondo fuesen enemigos.
No estaba molesta... no estaba herida por sus palabras.
Las aceptó y las dejó pasar.
.- No. no vine a decirte nada de eso. No vine a decirte nada que pueda ayudarte a sentirte mejor. No es eso lo que necesitas ahora. Te quedan muchas lagrimas todavía...
.- ¿Tu que sabes de eso!- Gritó Leo, repentinamente furioso. Era la conversación más larga que había tenido con otro ser humano en dos semanas y de pronto sentía ganas de desquitarse... de haberse sentido mejor ya habría sacado las espadas... aún sabiendo a la perfección que Karai, menos que nadie, tenía la culpa por lo ocurrido y que su presencia ahí sólo demostraba que de alguna forma, y a su manera, estaba muerta de preocupación... Pero era difícil razonar en esos momentos... y cuando lo hizo, las palabras ya habían escapado de sus labios. Respiró profundo y trató de calmarse. Meditaba unas palabras de disculpa cuando ella volvió a hablar.
.- Lagrimas y rabia... te queda demasiado de eso. Debes vaciarte de todo ello antes de pensar en sanar.- Karai hizo una leve pausa antes de continuar. - ¿Qué se yo de esto? Yo... yo una vez tuve una hija... - Su voz sonó levemente quebrada... era apenas detectable, pero a Leo no se le escapó.- ... era apenas una niña cuando murió... pero a los grupos disidentes del Pie no les importó cuando la mataron.
Leo abrió los ojos de par en par, pero no dijo nada.
Una hija...
Había perdido una hija.
No lo sabía.
Claro, no tenía cómo saberlo...
Cerró los ojos con fuerza.
Por varios segundos, ninguno de los dos dijo nada.
Fue mutuo...
Para ambos.
El sentir que el uno cargaba con el peso del otro.
Al menos por un instante.
.- Toma tiempo aceptar...- dijo ella finalmente, con un suspiro.
Leo respiró profundo.
De alguna forma...
El saber que su dolor no le era desconocido...
Que era compartido por alguien más.
Le hizo sentir menos solo.
Que extraño que fuese ella, de entre todos los que conocía, quien pudiera hacerle sentir menos desgraciado...
Aunque fuera un poco menos.
No entendía ni se preocupaba por entender en ese momento...
Pero de pronto, se sintió libre de desahogar lo que llevaba dentro...
Lo que se había encargado de reprimir durante esas semanas, demasiado ocupado en escapar de sus hermanos y de la culpa...
El cielo se había abierto definitivamente, dejando caer la lluvia con toda su fuerza.
.- No lo entiendo...- dijo, las lagrimas confundiéndose con las gotas de agua. Tenía los dientes y puños apretados.- No entiendo porque ocurren estas cosas... si Dios deseaba castigarme, debió hacerlo sólo a mi, ella no tenía la culpa de nada... ¡Es injusto!.
.- No es un castigo...- respondió Karai, serenamente.- no culpes a Dios por esto... Dios no castiga... es un padre que observa a su hijo jugar en la playa... el niño juega a hacer castillos de arena sentado en la orilla...- Leo abrió los ojos muy grandes... recordaba.. algo recordaba, pero no podía saber qué era.- pero invariablemente, las olas que golpean la orilla los desbaratan... el niño llora, porque una y otra vez sus castillos se caen... el padre lo observa de lejos, pero sólo sonríe... ¿cómo va a darle importancia a unos cuantos castillos de arena, con todo lo que va a ocurrir en la vida de ese niño? Pronto, él mismo se dará cuenta, que no vale la pena llorar por ellos.
Karai se detuvo y se volvió hacía él. Leo hizo lo mismo y se encontraron mirándose cara a cara.
Por primera vez, ella dejaba caer la máscara de frialdad que siempre traía puesta...
Trataba de sonreír, pero no podía ocultar cierta tristeza...
.- Lo verás algún día... lo veremos algún día... cada sufrimiento sólo es parte de algo más... algo más grande, que hace que ese sufrimiento no signifique nada... créeme. Ella está bien.- Leo abrió la boca para decir algo, pero el nudo en la garganta se lo impidió.
.- ¿Y si no es así¿Y si...?
.- Ella está bien. Tienes que creerlo. Debes dejarla ir... hay aprender a dejarlos ir...
Leo bajó la cabeza y dejó que las lagrimas cayeran en silencio.
De alguna forma, la voz de la mujer le tranquilizaba...
De alguna forma le creía.
Quería creerle...
Lo necesitaba.
El toque de la mujer en el brazo le hizo despertar de sus pensamientos.
Tomó su brazo roto suavemente, sin causarle ningún dolor.
Leo no intentó rechazarla; ella no le miró a la cara.
Sin palabras, retrocedieron hasta la cornisa, donde él se sentó y ella se inclinó frente a él.
.- Este vendaje es muy malo.
.- No estaba prestando atención cuando lo hice...- respondió Leo en un susurro. Hábilmente la mujer deshizo el vendaje, ya todo sucio y desprolijo. Leo la dejó hacer mientras su mirada se perdía en la nada.
Cuando volvió a mirar, Karai había terminado... le había puesto unas vendas nuevas, no lo que llevaba antes... debía haberlas traído con ella todo ese tiempo... siempre supo a lo que venía.
¿Por qué?
¿Por qué ella se preocupaba así de él?
No era justo, no lo merecía...
Sus ojos se llenaron de lagrimas.
Karai le miró tranquila...
No era la mirada fría a la que estaba acostumbrado... sino una mirada llena de comprensión...
¿Por qué le miraba así?
¿Por qué no aprovechaba esta ocasión para atravesarlo con la espada y librarse de él para siempre?
¿Por qué?
¿Por qué no le hacía un favor y lo hacía de una vez?.
No estaba pensando cuando dejó caer su cabeza hacia delante...
Ella no hizo ningún intento por apartarlo.
Lo dejó hacer en silencio.
Su frente reposó sobre el hombro de la mujer, mientras ella permanecía inmóvil...
Y la lluvia los empapaba a ambos.
Permanecieron inmóviles por largo rato...
Fue sólo cuando fue consiente de su olor a jazmín y de su piel fría que Leonardo advirtió lo que ocurría...
Era tan extraño.
Apenas si podía creerlo...
Se incorporó lentamente.
Se miraron por un instante más antes de que ella se pusiese de pie.
Se apartó lentamente, fundiéndose con la cortina de lluvia que les azotaba...
Se lo llevaba con ella.
Parte del peso...
Le había permitido depositar parte de su dolor sobre sus hombros.
Para luego llevárselo con ella.
Le hubiese gustado entender...
Pero no hizo ningún esfuerzo por ello.
Tal vez ni ella pudiese encontrarle explicación.
Como fuese, en algo lograba calmarlo...
Dejó que desapareciera entre la lluvia antes de ponerse de pie él también.
Dios, como dolía...
Más que la lluvia golpeteando sus heridas como múltiples agujas.
El ver su cara cada vez que cerraba los ojos, el escuchar el eco de su voz, llamándole...
Sólo para voltear la cabeza y descubrir que ahí no había nadie.
La sensación de su cuerpo aún latiendo en sus manos...
La expectación... como si en cualquier momento la fuera a ver aparecer...
Esperar a verla en cada momento...
Y que ese momento nunca llegase... despertar en medio de la noche bañado en lagrimas sabiendo que nunca llegaría.
Porque ya jamás la volvería a ver.
Cerró los ojos con fuerza.
Dios, como dolía.
La culpa por todo lo que no hizo o dijo en su momento.
La incertidumbre de no saber si ella al final le habría perdonado...
Si al final habría encontrado algo de paz.
Sin embargo...
Había un momento...
Un momento durante la noche, justo aquel en que ya no podía más y caía rendido...
En ese momento, casi estaba seguro...
Casi podía oír su voz diciéndolo...
Que estaba bien.
Que le extrañaba, pero que estaba bien.
Fuera verdad o sólo un juego de su subconsciente...
Era lo único que le permitía conciliar el sueño.
Tal vez Karai tenía razón.
Dios, cuanto deseaba que la tuviese.
Porque cuando pensaba en ello, se sentía envuelto por algo cálido...
A pesar de la lluvia como agujas en su piel.
Casi podía sentirla abrazándole.
Cerró los ojos, dejándose llevar por esa sensación.
Aún si no era verdad, si todo era sólo su imaginación...
Cerró los ojos y fingió que ella estaba ahí, abrazándole.
Se quedó inmóvil, hasta que lentamente, la sensación comenzó a abandonarle...
Abrió los ojos.
Lo entendía.
Ella debía partir.
Debía dejarla ir.
Debía hacerlo.
Cerró los ojos y enfrentó el rostro a la lluvia.
La dejaba ir.
Podía esperar...
Podía esperar hasta el día en que la volviese a ver.
Y esperaría...
Era lo único a lo que podía aferrarse.
Bajó la cabeza.
Hasta entonces...
Hasta entonces nada iba a ser lo mismo, nada iba a ser fácil...
Herido, por dentro y por fuera...
Se volvió hacia donde probablemente estarían sus hermanos, aguardando por él bajo la lluvia...
Pero no estaba tan solo después de todo.
Se daba cuenta...
Era sólo que no les había permitido acercarse.
No podía mejorar todo lo rápido que ellos desearían...
Pero lo intentaría... de a poco.
Tal vez...
Tal vez se fuera a casa con ellos esta vez...
Tal vez podía comenzar con eso.
Ah, now that warmly, so tenderly
reawakened breeze
keeps gazing at the lonely sky
and smiling down on me
still with the same radiance it had on that day;
I keep waving my hand
at the everlasting memory of you.
.-
Fin del cap.
Bueno, ya se veía que la cosa iba a acabar por ahí¿no? jejeje
¿Por qué tequila? No sé, se me ocurre un trago bien macho...
¿por qué olor a jazmín?... es algo que siempre se me ha ocurrido muy oriental... (y Lady Shiba (Batman) huele a Jazmín también).
Los lyrics al principio y al final son de "Kimi ga iru" deSeki Tomokazu (Para los fanáticos de Sakura Card captor, es el que le hace la voz en japonés a Touya... da la casualidad que también canta).
Hay una cosa, si, que no es tan inventada.
En la versión original de Karai, ella sí tenía una hija que sí murió por culpa de unos tipos del Pie traidores... es más...
Las tortugas fueron testigos de ello.
Karai le hizo jurar a Leo que la vengaría matando a los culpables, él jura...
Y cumple.
Otra cosa que va con copyright, es eso de los castillos de arena... no sé de quien es, porque lo leí hace tiempo, pero por si acaso...
Listo! palabras finales aquí a la vueltecita en el epilogo.
