Disclaimer: el mundo de Harry Potter y sus personajes pertenecen a Rowling. Yo sólo los utilizo para escribir historias por ellos por pura diversión. No gano nada de nada con estas historias (bueno, sí, satisfacción personal ).

Esta historia es mía, y la idea también. Pero quiero agradecer a mi amiga Lourdes el haberme ayudado con los primeros capítulos.

Tengo escrito hasta el capítulo catorce. Los iré subiendo cuando tenga tiempo. No puedo decir cuando actualizaré la historia. Me puedo tirar semanas que escribo un montón, para luego tener parón de meses. Y además me cuesta un montón terminar las historias que empiezo.

Una vez leída la historia, no olvideis dejar una crítica.

1º capítulo

Otra noche que no dormía bien, y todo por culpa de esa muchacha. No podía olvidarla, era tan bella y tan amable... nunca podría olvidar aquel día, cuando la vio debajo del árbol cercano al gran lago, con la vista fija en el libro y quitándose con aquella manera suya tan encantadora un mechón de la cara. Se moría de ganas de decirle lo mucho que la quería, pero no podía, era Gryffindor y además sangre sucia, si le decía lo que sentía por ella perdería la amistad de sus compañeros Slytherin y se quedaría solo. En realidad no le caían muy bien, ni creía en todas esas cosas de la sangre limpia y la sangre sucia, pero sus amigos sí, y eran los únicos que tenía, así que tenía que simular que era como ellos para que le aceptaran. Pero esa muchacha... ni siquiera sabía su nombre...

Severus, ¿ya te has levantado? Vámonos al Gran Comedor, que luego tenemos pociones y no quiero que el asqueroso del profesor Snok nos vuelva a quitar puntos por llegar tarde –dijo Lucius Malfoy despertando a Snape de sus ensoñaciones.

Sí vamos.

Su tercer año en Hogwarts, cómo pasaba el tiempo. Echaba de menos a sus padres y a su hermana que se habían quedado en Nueva York, pero Hogwarts era tan interesante y tenía tan buenos amigos que no había tiempo para la añoranza. Claro, que no todo era bonito, ¡malditos Slytherin y sus manías de la sangre limpia! Podrían dejarla en paz de una vez, y el peor era Malfoy, que por ser de sangre limpia y tener dinero se pensaba que podía hacer todo lo que le diera la gana. Las ganas que tenía de pegarle un puñetazo cuando le veía. Los Merodeadores también se metían con Snape (un chico que parecía el perrito faldero de Malfoy) y parecían tenerle especial odio, ella no entendía ese odio tan especial. Es cierto que era tan estúpido como todos los demás, pero por lo menos no iba dándose aires como los otros, era un estúpido odioso un poco menos odioso.

Pero... ¡deja de pensar en esas cosas, que tienes clases! Se dijo a sí misma Carolina de repente. Tenía clases de pociones y allí estaba ella, en el Comedor mirando fijamente su plato y pensando en los asquerosos de Slytherin, menuda cabeza la suya.

Carolina apuró rápidamente su plato y fue a la Sala común de Gryffindor a por sus cosas, pero claro, con tanto pensar en cosas absurdas se le había hecho tarde y tuvo que ir corriendo a clases de pociones.

¡Oh no! Se me ha olvidado un libro en la Sala Común.

Pues date prisa en ir a por él Severus, no querrás que Slyherin vuelva a perder la copa de las casas por tu culpa. Es una gran casa, y no entiendo porque ha perdido estos dos últimos años frente a Gryffindor, paladines de los sangre sucia y...

Pero lo que Malfoy dijo a continuación Snape ya no lo oyó, porque había salido disparado a por su libro, sabía que tenía que haberse quedado con él para asentir a todo lo que decía, pero no le apetecía oír por enésima vez el mismo discurso, bueno cuando volviera tendría la excusa de que se había ido por el libro. En cuanto llegó a la Sala lo encontró enseguida y se fue corriendo a pociones, pero cuando estaba llegando se chocó con alguien.

Mira... – por donde andas, iba a terminar de decir, pero de repente se quedó de piedra, era ella, la chica que le quitaba el sueño, y se vio incapaz de decirle esas palabras, no podía ser desagradable con ella.- lo siento, te he tirado todos los libros, toma- terminó de decir al final entregándole su libro en la mano.

Gracias –dijo Carolina mirándolo con la boca abierta, la verdad, no se esperaba eso de Snape, quizás tendría que modificar un poco sus ideas con respecto a él.

Ya había pasado un mes desde aquel tropezón, y desde entonces, cada vez que Carolina y Severus se cruzaban a solas se saludaban y se sonreían. Éste comportamiento de Snape tenía desconcertada a Carolina, ¿cómo puede ser una persona tan amable y al minuto siguiente tan odiosa? Y si en realidad es así, ¿por qué luego es el perrito faldero de Malfoy? ¿Y por qué no puedo dejar de pensar en él? "Te estás enamorando", le susurró una voz en su cabeza, "tonterías, es idiota, y perro faldero tiene el pelo grasiento la nariz ganchuda y unos ojos preciosos... ¡eso no lo he pensado yo!. Se dijo Carolina sorprendida por el último pensamiento que se le había colado.

hey Carolina. Hay una excursión a Hosmeadge este fin de semana, ¿vas a venir?- le preguntó Susana, su mejor amiga.

Claro que sí. ¡Oh no! Tengo que terminar el trabajo que nos han mandado para historia de la magia, y solo tengo esa tarde libre. Lo siento no voy a poder ir.

ah ya, no importa- respondió con voz desilusionada.- ¿quieres que te traiga algo?

pues... - pero no le dio tiempo a responder porque justo en ese instante Sirius Blak y James Potter hicieron estallar una caja de fuegos artificiales, y un montón de figuritas hechas de fuego mágico que no quemaba recorrieron toda la Sala Común. Todo el mundo empezó a reírse y a aplaudir menos una chica pelirroja (Carolina también es pelirroja) que miraba con aire crítico la escena.

Críos –dijo despectivamente.

vamos Lily, reconoce que ha sido divertido – dijo Susana.

Muy divertido pero ahora se me ha olvidado lo que iba a poner en el pergamino. No sé por qué os hacen tanta gracia los merodeadores, son una panda de presumidos sobre todo ese James Potter.

serán unos engreídos pero mira que son bien guapos – dijo Susana en voz baja después de separarse de Lily- sobre todo Sirius Black.

Sí, pero no puedes fijarte solamente en eso, hay más cosas además de la belleza.

Sí, sí, claro que sí. Bueno, ¿entonces te traigo algo?

no, tengo que ahorrar, quiero comprarme el libro de pociones para modificar tu aspecto, tengo la mitad del dinero, es bastante caro.

Tantos ingredientes de pociones no pueden ser buenos, no comprendo cómo pueden dársete tan bien esa asignatura, a mi todas las pociones me quedan muy aguadas o muy espesas.

no sé.

Aquel fin de semana Carolina contempló con tristeza como la gran mayoría de sus compañeros se iba a Hosmeadge mientras ella se tenía que quedar allí estudiando

"Bueno, deprimiéndome no voy a conseguir nada, lo mejor será que me vaya a estudiar junto a mi árbol cercano al gran lago, allí me cuesta mucho menos concentrarme."

Cuando llegó al árbol se puso a hacer sus deberes, sin darse cuenta de que alguien la estaba observando, y que cada vez se iba acercando más.

Allí estaba ella, de nuevo bajo aquel árbol, tan hermosa como la primera vez, sin nadie... ¿se atrevería a decirle lo que llevaba ya tiempo guardando en su interior? Y si lo hacía, ¿se reiría despectivamente de él o le correspondería? Pero no quería engañarse, eso último no iba a pasar, ¿se atrevía o no se atrevía? Meditaba mientras sus pies le arrastraban junto a ella. Y justo cuando iba a emprender la retirada, ella se dio la vuelta. ¿Cómo podía ser tan guapa?

Hola, ¿qué haces por aquí?

Te vi tan sola y pensé hacerte compañía.

"Por favor, no me mires con esos ojos, que no puedo pensar bien" suplicaba silenciosamente Carolina.

"por favor, que no te quites el pelo de esa forma, que no me aguanto las ganas de besarte"

Y como si le estuviera leyendo el pensamiento, Carolina justo en ese instante se apartó el pelo de los ojos, como sólo ella sabía hacerlo y Snape, incapaz de aguantarse, la besó.

Fue un beso largo. Carolina no se resistió, es más, en su interior lo llevaba esperando desde hace tiempo. Pero cuando el beso terminó cogió sus cosas y salió corriendo hacia la sala común de Gryffindor, sin darle tiempo a reaccionar a un sorprendido Snape.

Ya había pasado tres semanas desde que se dieron el beso, y no habían vuelto a verse a solas, de hecho se evitaban e intentan siquiera mirarse. Susana notaba que algo raro le pasaba a su amiga, pero ésta no quería decírselo y no volvió a insistir.

El recuerdo del beso no dejaba dormir bien a Carolina, era tan bonito. Pero se lo había dado Snape, y no podía haber algo bueno entre los dos...

Snape también se acordaba del beso, y no era capaz de olvidarlo. "Le gustó también a ella, lo sé. Pero huyó... no querrá tener nada conmigo... me gustaría poder olvidarla y volver a poder dormir tranquilo, sin preocupaciones... pero no soy capaz. , no puedo olvidarme de alguien así..."