Quinto capítulo
Quince días desde el baile, y nuestros personajes todavía no se habían recuperado de él. Sirius estaba raro, sus amigos lo notaban pero él no les quiso decir nada. James estaba siempre en las nubes, y tampoco quiso decir quién era la chica del pelo lila. Lily evitaba a toda costa a Potter y ni siquiera le miraba a la cara. Susana al final había dejado el botón debajo del asiento de piedra, y ahora todos los días recibía una carta por lechuza de su admirador secreto. Snape y Carolina se seguían viendo a escondidas, y habían ideado un código para mandarse cartas sin peligro de ser descubiertos.
La idea de las cartas había sido idea de Snape, pues consideraba demasiado arriesgado esperar a estar los dos solos para concertar los encuentros nocturnos. Así que un día le mandó una carta a Carolina que decía:
Carolina:
Deberías tener más cuidado con tus cosas, el otro día te dejaste un libro en la biblioteca. Te lo adjunto a la carta.
Cristina se quedó un poco sorprendida por la carta cuando la recibió, pero decidió guardársela, pues había reconocido la letra de Severus. Cuando se encontró sola en su habitación, de repente la carta empezó a quemarle el bolsillo, la sacó y se encontró con que el texto había cambiado. Ahora ponía:
Mi queridísima Carolina:
¿Te gusta el hechizo que les he hecho a la carta? De esta forma tú solo podrás leerlas salvo tú. El texto solo podrás leerlo cuando te encuentres a sola, como en este instante. Encántalas tú también. Para ello, escribe en un pergamino el texto que quieres que me llegue a mí, luego, apúntale con la varita diciendo musviten al mismo tiempo que piensas mi nombre. Verás como el pergamino se ha vuelto blanco. Ahora solo tienes que escribir un texto inocente que pueda leer cualquiera. Espero que te guste la idea.
Esperando impaciente tus cartas,
Tu enamoradísimo S.S
A Carolina le gustó la idea, y frecuentemente se enviaban cartas. Unas veces eran para concretar los encuentros, en otras simplemente se decían lo mucho que se querían, o se contaban divertidas anécdotas que les habían ocurrido, en fin, eran cartas de enamorados.
A Susana también le llegaban cartas. Todos los días sin excepción, una lechuza blanca con una mancha parda en el ala le hacía entrega de una carta en su dormitorio justo antes de dormirse. Eran cartas de su enamorado, donde le decía lo mucho que la quería, le daba algunos consejos prácticos, y le pedía que no intentara averiguar quién era.
Susana esperaba impaciente estas cartas. Cada vez se iba olvidando más de Sirius Blak, (quien por cierto estaba saliendo con su ligue 119) y se preguntaba más por aquel chico. ¿Quién sería? Era la única persona que le había hablado de esa manera en toda su vida. ¿Por qué sería tan tímido? ¿Por qué no se daba a conocer? Y aunque no lo reconociera, la verdad es que se estaba enamorando de aquel chico misterioso de la fiesta. Había sido taaaaaan amable...
Una tarde de primavera, Susana se había quedado a hacer los deberes con Lily y Carolina en la biblioteca. Pero sus pensamientos estaban lejos de los libros. Era tan buena aquella tarde, ideal para tumbarse y pasar el rato con una cerveza de mantequilla en las manos. Lástima de deberes... Con gran esfuerzo tuvo que volver a centrarse en ellos. Siguió con ellos durante unas horas, hasta que de repente se hizo de noche. Entonces Lily se levantó y dijo:
- ya es muy tarde chicas, deberíamos irlo dejando, mañana continuamos.
- Sí tienes razón. No creo que avancemos mucho ahora, estando tan cansadas.- dijo Carolina. - ¿te vienes tú también a la sala común, Susana?
- Id vosotras ahora, que quiero terminar esto, tan solo me faltan dos líneas.
- Vale, venga Lily.
Susana se quedó un rato más, y luego siguió el camino que habían hecho sus amigas antes. Justo cuando se encontraba ante el retrato de la dama gorda se dio cuenta que se había dejado el libro de cuidado de criaturas mágicas en la biblioteca. Se dio la vuelta para ir a por él, pero no hizo falta, porque apareció un chico con él en las manos:
- Toma, ten cuidado Susana, no olvides tus libros.
- Gracias, ¿cómo sabías mi nombre?
- Aparece tu nombre en el libro.
Y se fue rápidamente antes de que a Susana le diera tiempo a decir nada más. Cuando entró, hojeó distraída el libro. De repente, se dio cuenta de algo ¿dónde aparecía su nombre?
Pido disculpas por los cortísimo que es este capítulo. Pero ya avisé que no eran muy largos. Aunque los últimos me están saliendo más largos, pero tampoco mucho.
