Sexto capitulo
A la mañana siguiente Susana seguía intrigada por lo que le había pasado la noche anterior, ¿cómo sabía aquel muchacho su nombre? Cuando llegó al Gran Comedor recorrió las cuatro mesas con la mirada hasta dar con el chico. Era de Hufflepuff. El chico tenía la mirada fija en un bollo que tenía una pinta apetitosa, como si justo antes hubiera estado mirando para otro sitio y no quería que se dieran cuenta.
-Susana, ¡estoy aquí! Siéntate conmigo –le gritó Carolina desde la mesa de Gryffindor.
Susana, no pareció prestar mucha atención al desayuno aquella mañana. Parecía más pendiente de la mesa de Hufflepuff. Carolina no dejó de advertirlo y miró con cara divertida a su amiga, ¿qué le llamaría tanto la atención de aquella mesa?
- Susana, ¿no pareces hoy muy interesada en la mesa de Hufflepuff?
- Eeee, no, no... eeee... ¿conoces a aquel chico?- dijo Susana con voz indiferente.
- Mmm. Déjame pensar. ¡Ah, sí! Es Marcus Claranine, es el prefecto de Hufflepuff, ¿por qué lo preguntas? – dijo Carolina con sonrisa pícara.
- Por nada, por nada. Por una cosa de herbología.
En esos momentos apareció una lechuza gris con una carta que se posó delante de Carolina.
-¿De quién es la carta? – preguntó distraídamente Susana.
- No sé, quizás sea de mi hermana Clara- respondió Carolina rápidamente.
Susana se quedó mirando unos segundos a Carolina extrañada ante la rapidez de la respuesta, pero enseguida se olvidó y volvió as sus pensamientos. De repente, Marcus levantó la mirada y le miró a los ojos. Susana bajó la vista rápidamente, no quería que se diera cuenta de que lo había estado observando.
- ¿Por qué te has puesto roja?- peguntó Lily de repente apareciendo por la espalda.
- Yo... ee... ¡uff!¡Mira qué hora es! ¡Tengo que terminar el trabajo de Historia de la magia!- esto último lo dijo ya corriendo hacia la puerta del Gran Comedor.
- Pero si el trabajo de Historia de la magia lo terminamos ayer... ¿qué le pasará a esta chica?- se preguntó a sí misma Lily.
- Mmm... enrojecimientos sin motivos, pérdida de memoria momentánea... creo que se nos está enamorando –respondió Carolina.
-¿Susana enamorada? Como no sea de Sirius...
- No sé, no estaba mirando precisamente a Sirius antes de irse.
- ¿Ah no? Cuenta, cuenta.
- Miraba a ese chico de Hufflepuff, -dijo Carolina señalando a Marcus.
- ¿Marcus Claranine? No sé qué decirte. Es muy amable y todo eso, pero... a Susana le gustan mucho más guapos. No es que el chico sea feo, pero es un poco paticorto, ¿no crees?
- Yo lo único que sé, es que le van a quitar puntos a Gryffindor por que estamos llegando tarde a Encantamientos.
-¿Y Susana?-dijo Lily corriendo.
-Seguramente ya estará allí. ¡Date prisa!
Cuando terminaron las clases ese día, Carolina se las apañó para estar a solas en el dormitorio. Cuando lo consiguió la carta que había recibido empezó a quemarle. Era de Snape:
Queridísima Carolina:
¿Podrías intentar estar esta noche a las doce en el pasillo del tercer piso? Tu enamorado que por tu culpa no puede estudiar bien
S.S
Carolina sonrió ante este último comentario. ¡Menudo payaso había ido a escoger!
Aquella noche esperó a que Susana y Lily se durmieran para salir a escondidas. Cuando llegó al pasillo del tercer piso se encontró a Snape.
- Feliz cumpleaños por adelantado.
- Ooh, muchas gracias, ¿pero por qué ahora?
- Porque seguramente no te podré felicitar este viernes, que es cuando es realmente. Así que... ¡feliz cumpleaños por adelantado! Abre tu regalo.
Carolina hizo lo que le pedía, y cuando abrió el paquete se encontró con un colgante con las letras C.J.
- Tus iniciales.- le dijo Snape cuando Carolina lo vio. -Seguramente iba a añadir alguna cosa más, pero se calló porque había oído unos ruidos.
Sirius y James habían ido de incursión por las cocinas. La verdad es que se habían traído un gran botín. Lo pensaban usar para celebrar una fiesta a medianoche que iban a celebrar dentro de poco. De repente se encontraron con Snape y Carolina en el tercer piso.
- Te has metido en un buen lío, asquerosa sangre sucia. Andando por los pasillos a medianoche. Le pueden quitar bastantes puntos a Gryffindor.
- No te vas a chivar, Quejicus. Tú también estás andando por los pasillos.
- Pero puedo decir que escuché como ibas a preparar una broma y que decidí esperarte esta noche.
- No te atreverás.-dijo Carolina sacando la varita.
En ese momento Sirius y James decidieron intervenir. Se quitaron la capa invisible y sacaron sus varitas.
- Atrévete a hacerle algo, Quejicus, y sufrirás. –dijo Sirius.
Ante la superioridad numérica, Snape decidió retirarse. Cuando se dio la vuelta, Carolina rápidamente cogió una hoja de papel, donde tenía escrito algo, y la hizo volar hasta él en forma de pajarita. Snape la cogió y la leyó. Inmediatamente se puso rojo y se dio la vuelta, como dispuesto a decir algo. Inmediatamente, Sirius y James le volvieron a apuntar con sus varitas. Snape pareció desistir y se fue para su Sala Común.
- Gracias, chicos.-dijo Carolina- no me hubiera gustado meterme en líos.
- De nada- respondió James-, pero, ¿qué hacías aquí?
-No quiero ser descortés, sobre todo porque me habéis salvado de una, pero, ¿me contaríais vosotros acaso los planes de los merodeadores?
- Supongo que tienes razón – asintió James.- Vamos, canuto, tenemos que ir a la Sala Común antes de que nos pillen.
Sirius se sobresaltó cuando se refirieron a él. La verdad es que se había despistado durante un rato. Había ido a coger la nota que le había mandado Carolina a Snape antes, y que a éste se le había caído al irse. La nota ponía "Quejicus".
Estúpidos Potter y Blak, tenían que haber aparecido en el peor momento. ¿Por qué no podía hablar con su novia tranquilamente? Con lo que tenía planeado aquella noche... en fin otro día sería. L verdad es que estaría mucho más enfadado si la nota no lo hubiera calmado un poco. Ponía "Te quiero", y Carolina se la había mandado ante las mismísimas narices de ese par de idiotass.
