Susana esperaba impaciente la clase de herbología. No es que la asignatura en sí le gustara mucho, no. Lo que le interesaba era un chico de Hufflepuf. Quería hablar con Marcus Claranine e intentar averiguar cómo sabía que ese era su nombre. De repente su atención se distrajo, porque acababa de entrar en el dormitorio una lechuza. Ésta se colocó delante de Susana y empezó a ulular.
- Sssss, no vayas a despertar a las demás.- dijo Susana señalando a sus compañeras, que dormían apaciblemente, sabiendo subconscientemente que dentro de poco se tendrían que levantar y dirigirse a clase.
¿una carta para mí? Lechucita, lechucita¿no te habrás confundido? A mí las cartas me llegan por la noche, y me las entrega una lechuza blanca con una mancha parda. No una lechuza gris.
Susana miró con mirada interrogante a la lechuza, y finalmente cogió la carta. Era de su enamorado, pero¿por qué a esas horas y no por la noche como hacía normalmente? Sacudió la cabeza sorprendida y procedió a abrir la carta:
Querida Susana:
Esta será la última carta que recibas mía. Es necesario hacerlo, porque si te siguiera escribiendo, pronto tu atenta mirada me descubriría entre la maraña de estudiantes de Hogwarts. Y todavía no quiero que lo hagas. Pronto lo descubrirás, y seré yo mismo en persona quien te lo diga. Mientras tanto, por favor, espera.
Susana se quedó muy sorprendida con el contenido de la carta. Y a la vez sintió una gran pena, se había acostumbrado a recibir diariamente las cartas. El chico misterioso se había convertido en un buen amigo, que parecía saber siempre cómo se sentía (aunque ella no pudiera responder a las cartas) que le daba consejos, y le hablaba de cosas que le hacían olvidarse de sus problemas. Iba a echar de menos las cartas. Quizás fuera hora de ponerse a buscar al chico en serio, necesitaba hablar con él.
Sin embargo, cuando llegó a clase de herbología, se olvidó del chico completamente. Ahora su atención estaba centrada en Marcus Claranine. Susana se las apañó para que les tocara juntos cuando tuvieron que hacer las parejas, y mientras sembraban carponis strastanis aprovechó para hablar con él.
- ¿Cómo sabías mi nombre? En mi libro no ponía nada.
Bueno, tengo que reconocer que no fui muy sincero contigo. La verdad es que estaba en la mesa de al lado cuando tus amigas y tú estabais haciendo los deberes. No pude evitar oír como te llamaban por tu nombre.
- Pero¿por qué no me lo dijiste?
Temía que si te decía eso, pensaras que había estado escuchando vuestra conversación y que te enfadaras conmigo.
Me evitaste tener que dar un paseo hasta la biblioteca¿de verdad pensaba que me iba a enfadar contigo? Además, no fue culpa tuya el que nos oyera, estábamos hablando muy alto. Me sorprende que la bibliotecaria no nos echara.
Marcus sonrió ante lo último que dijo Susana, y luego prosiguió con los carponis. Durante el resto de la clase estuvieron hablando, y a Susana le resultó un chico muy agradable. Cuando terminó la clase, Marcus se acercó a ella y le preguntó:
Ya sé que no nos conocemos mucho, pero¿ te gustaría venir conmigo en la próxima visita a Hosmeadge? Conozco un sitio que creo que te va a gustar conocer. Invita también a tus amigas si quieren.
-Claro, entonces¿nos vemos este viernes en Hosmeadge?
-A las seis y media en las tres escobas.
-Allí estaré.
Un rato después, mientras comía en el Gran Comedor, se preguntaba cómo había podido acceder tan pronto. Sus pensamientos se vieron interrumpidos con la llegada de Carolina y Lily.
-¡Hola chicas!
-Hola Susana –dijeron al usonío las dos.
Me han invitado a una salida a Hosmeadge este viernes, para enseñarme algunos sitios.
-¿Quién te ha invitado? –preguntó Lily distraídamente.
Marcus Claranine. Me dijo que si queríais podíais venir también vosotras.
-Claro que sí, siempre es interesante conocer nuevos sitios¿verdad Lily? – preguntó Carolina a Lily, a la que se le había puesto una sonrisa de oreja a oreja al oír el nombre del chico.
-¿Qué¡Ah! Sí, sí, muy interesante.
-¿Qué pasa? –preguntó Susana sospechando algo.
-Nada.
Susana parecía dispuesta a enterase algo más de la razón de la sonrisa de Lily, pero de repente se acordó que no les había comentado nada a sus amigas de que ya no le iban a escribir más cartas.
-Chicas, el misterioso chico ya no me va a escribir más cartas. Me mandó una esta mañana para advertirme.
-¿Qué¿Por qué? – preguntó Carolina extrañada.
-Dice que si me siguiera escribiendo cartas averiguaría muy pronto quién es. Dice que me dirá pronto su identidad, pero que me lo dirá él mismo, a la cara.
-Entonces es una buena noticia –dijo Lily.
-Sí, solamente que voy a echar de menos sus cartas... ¿qué pasa Carolina?
-¿no te parece un poco extraño eso que dijo? Lo de que le averiguarías si te siguiera escribiendo. Eso parece indicar que le conoces, o que vas a estar más cerca de él pronto...
-Es cierto, no me había parado a pensarlo –respondió Susana.
Aquel viernes las tres chicas se encontraban en Las Tres Escobas esperando impacientes a Marcus Claranine.
-Se está retrasando.-dijo Lily.
-No, son las seis y veintisiete. El problema es que hemos llegado con diez minutos de adelanto .respondió Carolina.
-A mi no me miréis que no fue culpa mía. Fuisteis vosotras las que me metisteis prisa porque no íbamos a llegar pronto .-dijo Susana acusando con el dedo a sus amigas.
-¿Interrumpo algo? – dijo Marcus apareciendo de repente delante de las chicas.
-No, claro que no –dijo Susana, que fue la primera en recuperarse de la sorpresa ante la rápida aparición del chico.
-Me alegro. ¿queréis poneros en marcha y os apetece quedaros un rato más aquí tomando una copa?
-¡Ponernos en marcha! –dijeron las tres chicas respondiendo a la vez.
Marcus sonrió ante esta respuesta. De pronto pareció acordarse de que no se había presentado ante Carolina y Lily y procedió a hacerlo.
-Lamento no haberme presentado antes. Soy Marcus Claranine, aunque creo que mi nombre ya lo sabíais.
-Encantada, yo soy Carolina Jones.
-Y yo Lily Evans.
-Un placer.-y al decir esto, hizo un amago de reverencia, a Susana de repente le recordó a alguien¿pero a quién?
