Capítulo número doce. Reconciliaciones, explosiones y besos.

HOGWARTS

Carolina esperaba una carta en el Gran Comedor. Los últimos días habían estado calmados. James había parecido entender de momento el significado de la palabra no, y había dejado de acosar a Lily a cada momento, aunque ahora le enviaba ramos de flores todas las mañanas. "Al menos huelen bien, y no tengo que aguantar sus tonterías", dijo Lily cuando despertó con un ramo de rosas en su mesilla por tercera mañana consecutiva. Carolina amenazó con hacer un hechizo a Susana y a Marcus cuando fueron a agradecerle (¡otra vez!) que empujara a Marcus en la feria. Carolina ante los demás ponía buena cara y una sonrisa, aunque por dentro estaba triste por la pelea que había tenido con su novio. Estaba como ausente en las conversaciones de los demás, y tenía que hacer un esfuerzo sobrehumano para prestar atención. Lo que le dolía es que a Severus parecía no haberle afectado la discusión, estaba como siempre... o eso parecía, porque a él también le había afectado bastante, quería muchísimo a Carolina, pero como buen Slytherin, su orgullo lo primero.

El correo llegó al Gran Comedor. Los estudiantes, ya estaban acostumbrados a él, aunque siempre sería un espectáculo digno de ver la llegada de las lechuzas. Cartas de familiares diciendo que les echaban de menos, periódicos como el "Profeta" o "Corazón de bruja", vociferadores, chucherías o dinero... de todo se podía encontrar en el correo. Pero Carolina solo esperaba una lechuza... bueno, en realidad dos, la de su hermana Clara y la de Severus, pero sabía que la de Severus no llegaría.

Galatea, la lechuza parda, se posó delante de Carolina, y educadamente le entregó su carta.

-¿Carta de tu hermana Clara? –preguntó Susana al ver la lechuza- Os lleváis bastante bien, ¿no?

-Sí, al principio temí que el venir a Hogwarts afectara a nuestra relación, porque siempre habíamos estado juntas, pero por suerte no fue así, y nos seguimos llevando igual de bien que siempre. Aunque evidentemente, no es lo mismo que antes, la distancia se nota. Pero nos queremos mucho.

-Tienes suerte –dijo con un suspiro Lily. Sus amigas no le preguntaron nada. Lily ya les había contado su historia con su hermana.

-¿Qué te cuenta Clara?-preguntó Susana para ocupar el incómodo silencio que había seguido a las palabras de Lily.

-Nada en especial, lo de siempre. Que soy una suertuda, que no me porte bien, y que a ver si me entra de una vez que las reglas fueron escritas para romperlas... Creo que se hubiera llevado bien con los Merodeadores. Que soy una cabezota, y que allí están bien, pero que Larry a veces es un estúpido. Larry es su novio –dijo al ver la cara de incomprensión de Lily y Susana- Se va a enterar cuando le conteste. Voy a por un pergamino y tinta. Os veo en un momento.

-Vale –dijeron sus amigas.

Carolina subió a la Sala Común, que en ese momento se encontraba vacía. Lo que les había dicho a sus amigas de la carta era verdad, pero no les había dicho todo lo que venía en la carta. Se había saltado el fragmento más importante:

"Pienso que deberías hablar con él y poner las cosas en claro. Sé que ahora estás enfadada, pero no dejes ir a la persona que quieres tan solo por una discusión. Tú tienes razón, yo también pienso que lo mejor sería hacer pública vuestra relación, aunque quizás, os acarreara algunos problemas. Pero entiende también su punto de vista, es un Slytherin, y es orgulloso y ambicioso. Al hacer pública vuestra relación, se estaría tragando su orgullo y estaría perdiendo sus ambiciones entre sus amigos slytherin, es posible incluso que los perdiera (recuerda que eres "sangresucia"). ¿Tú le quieres? En tus cartas me cuentas que sí. ¿Pero lo sabe él? Quizás no quiere que te alejes de los Merodeadores porque son sus enemigos, sino por su fama de conquistadores (eso es lo que tú me cuentas). Habla con él (serás tú quien va a tener que dar el primer paso, te vuelvo a recordar lo del orgullo Slytherin). Dile que le quieres, y mucho, pero que no quieres que se avergüence que esté saliendo contigo. Si de verdad os queréis, deberías ser capaces de solucionar vuestros problemas. "

Hablar con él. La idea no era nueva. Lo había estado pensando todos los días desde la discusión. Ya era hora de llevarla a cabo. Se puso a escribir un pergamino, citando a Severus para dentro de dos días, a las doce de la noche, en el tercer pasillo, al lado de la bruja tuerta. La mandó con el corazón en puño, deseando que aceptara.

Al día siguiente, Carolina estaba un poco apagada a la hora del almuerzo. Dentro de unos segundos, el correo haría llegar su carta a Severus. Que aceptara hablar, que aceptara hablar... Necesitaba hablar con él. Ese día estaba comiendo solo con Susana, porque Lily sufría de indigestión, y como no tenía nada de hambre había decidido quedarse en la biblioteca, comprobando una cosa que había puesto en un examen, y de la cual se había dado cuenta de repente. El correo llegó, y Carolina lo hubiera estado mirando impaciente, intentando de localizar su lechuza entre la multitud, sino hubiera sido porque Susana le tiró de la manga, y con un gesto le indicó que se acercara a ella:

-¿Qué quieres?

-Te quiero contar algo, ven, aprovecha ahora el jaleo del correo y que Lily no está con nosotras.-y diciendo esta, le agarró de la manga y la llevó a un pasillo solitario-¿tienes novio?

-¿qué?-¿a qué venía eso?¿cómo lo sabía?¿cómo...?

-Sirius me dijo en la fiesta que tenías novio. Y que cómo siendo tu amiga no sabía nada de él.

-Pero Sirius en la fiesta estaba borracho, ¿te acuerdas?¡Tú nos lo dijiste!-dijo Carolina, notándosele a metros de distancia que estaba muy nerviosa.

-Estás nerviosa. No te voy a pedir que me lo cuentes, pero me duele que un conocido se entere antes de tus cosas que yo, que se supone que soy tu amiga. Yo no te he ocultado cosas, ¿por qué tú sí?

-Te prometo, que te lo contaré todo. Pero ahora no. Y yo no se lo conté a Sirius. Te prometo que te lo contaré.

-Confío en ti.-y diciendo esto se fue.

Carolina estaba sorprendida, ¿cómo sabría Sirius que ella tenía novio?Y de repente se acordó cuando le preguntó por la cadena que Severus le había regalado en tiempo. Le había parecido que había algo raro. Aunque a lo mejor solo era que estaba borracho y desvariaba en la fiesta. Porque ya se hubiera encargado de mortificar a Severus, se llevaban fatal, no creía que hubiera desaprovechado una oportunidad tan buena de chantajear a Severus.¿o no? Pero ahora su problema era la posible conversación con Severus mañana, ya se encargaría de hablar con Sirius en otra ocasión. Aunque tendría que ser pronto, el curso se acababa... de repente, Severus con sus amigos Slytherin pasaron por el pasillo. Severus tropezó "accidentalmente" con Carolina, pero rápidamente se levantó, sin una sola palabra de disculpa. Tan solo dejó una nota pequeña y disimulada en la mano de Carolina. "De acuerdo", ponía en la nota. Carolina sonrió, aún había esperanzas...

Sirius estaba sentado en su cama. Se suponía que tenía que estar dormido, había sido un día agotador. Pero en vez de eso, se encontraba mirando al vacío. Le gustaba Carolina, lo admitía. El conquistador había sido conquistado. Pero ella salía con Snape, ¿qué habría visto en ese idiota? Con su pelo grasiento y ¡¡odiaba a los hijos de padres muggles! Y los padres de Carolina eran muggles. ¿cómo podía fiarse Carolina de él? Seguro que la estaba utilizando... o quizás no era así, a lo mejor Carolina había sabido ver lo bueno que había en él... no, eso o era posible, no tenía nada bueno... iba a hablar con Carolina. Le diría que la quería, y lo que pensaba de Snape. Tenía que escucharle, antes de que el pelograsiento le hiciera daño. Y lo iba a hacer ahora. Y ni corto ni perezoso bajó de los dormitorios. Pensaba dirigirse a los dormitorios, pero el ruido al abrirse de el cuadro de la Dama Gorda le hizo saber que ese no era el mejor camino...

Carolina se dirigía al punto donde había quedado con Severus. Estaba muy nerviosa. Pero confiaba en que sus diferencias se acabarían resolviendo. De repente se paró. Tenía una sensación extraña, como si alguien más estuviera allí. Y no eran imaginaciones suyas, porque había como un eco de sus pasos. tap, tap, tap. Alguien se acercaba. Carolina se arrimó a la pared, si era un prefecto o un profesor podía ganarse un castigo, bueno, podría no, se lo llevaba seguro. Pero no era ni un profesor y ni un prefecto, sino:

-¿Sirius?

-¡Carolina! –dijo Sirius susurrando- te he estado buscando.

-¿qué quieres?-dijo Carolina nerviosa. Que no tardara mucho, tenía una cita, y era importante. Como último recurso, le lanzaba un desmadius para no llegar tarde.

-Necesito hablar contigo.

-¿y no puede ser más tarde?

-¡No! Tiene que ser ahora. Yo...te quiero.

Carolina se quedó de piedra. No se esperaba algo así. Seguramente era alguna broma de los Merodeadores.

-Es una broma, ¿verdad?

-No, ¿por qué no me crees? Yo te quiero, y desde algún tiempo. Dame una oportunidad para demostrártelo.

-Sirius, yo...yo ya quiero a alguien. ¡y tu no me conoces!¿y si te has enamorado de una Carolina que no existe?

-Eso no es cierto. Y la persona a la que quieres, ¿no será Quejicus?¿De verdad crees que él te quiere?¡Odia a los hijos de padres muggles! Lo más seguro es que te esté utilizando.

-No hables de lo que no sabes –dijo Carolina en un tono muy peligroso- tú no le conoces como yo – y levantó la varia apuntando a Sirius.

-Yo solo te digo que tengas cuidado. Puedes resultar lastimada.

-Tú eres el que puede resultar lastimado como no te vayas inmediatamente de aquí.

-Piensa en lo que te he dicho-y diciendo estas palabras Sirius desapareció bajo la capa invisible de su amigo Cornamenta.

Carolina estaba furiosa ¿quién se creía que era para decir eso de su novio? Él la quería. No la estaba utilizando. Al avanzar unos pasos, se dio cuenta de que Severus había estado escondido todo el rato en un recoveco de la pared:

-Creo que querías hablar conmigo.

-Sí.

A la mañana siguiente una Carolina escribía una carta a su hermana Clara:

Aunque aún quedan cosas que tenemos que aclarar, lo más importante ya lo hemos solucionado. Nos queremos. Y Severus ha aceptado salir conmigo públicamente. Pero ya será al curso que viene. Le voy a dar este curso y el verano para que informe a sus amigos. Seguramente se enfadarán con él (mis padres son muggles, como tú, gota de agua. La verdad, yo nunca he sabido que vio él en ellos para querer ser su amigo, pero en fin, el sabrá. El caso es que creo que va a intentarles convencer de que está conmigo para luego dejarme, o algo así, para poder salir conmigo a pesar de mi condición sin perder su respeto. ¿Que qué pienso yo? Que está muy tonto. Todo sea por que podamos salir en paz sin problemas.

Dudó un momento, pero luego se dispuso a contarle lo que pasó con Sirius. Ya había vuelto a mojar la pluma en el tintero, cuando llegó el antes mencionado:

-Siento lo que te dije ayer. No tenía ningún derecho. Estaba celoso, y perdí la cabeza. Lo siento. Perdóname.

-Claro. Pero no voy a tolerar que lo insultes delante mía. Pero, ¿cómo te enteraste?

-El baile de San Valentín –dijo Sirius con desgana- Vi cuando se transformaron los dos.

-¿Alguien más lo sabe?

-No. No se lo conté a nadie. Y no sé por qué. En otras circunstancias, se lo hubiera contado a mis amigos, y juntos hubiéramos visto la mejor forma de fastidiarlo con esa información. Pero esta vez...sabía que te podía dañar a ti.

-Sirius, yo le quiero.

-Lo sé. Y aunque me cueste mucho, lo voy a aceptar. Eso sí, como se le ocurra hacerte daño, prometo que todo lo que le hemos hecho hasta ahora, van a parecer fruslerías con lo que le haré.

-¿qué te piensas?¿Que yo no sé vengarme?

-Pues...-pero llegaron unas chicas de segundo y la conversación se interrumpió.

NUEVA YORK

Clara y Larry (su novio), subían las escaleras al piso donde vivía Clara con sus padres hablando:

-¿Pero cómo se te ha ocurrido tirarle de los pelos a Sadushon?-le preguntaba Larry a Clara.

-¡Me estaba poniendo de los nervios!¡Esa pija estúpida! Siempre metiéndose conmigo. Ahora estoy castigada, y tengo que decirles a mis padres que la tutora quiere hablar con ellos mañana.

-¿mañana? Pero no se iban a...

-Sí, eso es lo peor, tendrán que salir por la tarde.

-¿Y no pueden decirle a la profe que mañana no pueden?

-Si quieren que al año que viene siga estudiando en ese estúpido instituto, no.

Y con un gesto de fastidio, los dos chicos entraron en el piso. Cuando lo hicieron, vieron a la señora Jones (se llama Cristina), sentada enfrente del ordenador. Y al señor Jones con un montón de hojas y mapas esparramados por la mesa, con unos útiles de dibujo y una calculadora. Carolina sonrió al verlos. Últimamente habían estado de viaje, y no había podido verlos mucho. Con ella había estado un amigo de sus padres. Lamentaba darles la noticia de que tendrían que ir mañana a hablar con su tutora. Iba a suponer un contratiempo para ellos, pero tendrían que ir. Sería muy sospechoso el que no fueran, y precisamente ellos no podían permitirse el hacer algo sospechoso.

Después de explicarles a sus padres lo que había pasado en el instituto, Larry y Carolina, se pusieron a hacer sus tareas. De repente, una lechuza entró por la ventana. Clara cogió las dos cartas que traía, una para sus padres, y otra para ella, las dos de su hermana Carolina. En la suya, le contaba lo pasado con su novio Severus y el chico que se llamaba Sirius. En la que era para sus padres, les contaba cosas de sus exámenes, y les preguntaba por ellos. Cuando su madre, al leer la carta en voz alta dijo eso, Clara no pudo evitar una mirada culpable a Larry, recordando lo que habían hablado hacía unas semanas. Pero se recordó (o autoconvenció), que si le ocultaban algunas cosas a Carolina, era por su bien.

Al mediodía, cuando sus padres volvieron del instituto, Ricardo, el padre, preguntó a Clara:

-A ti nunca te ha gustado ese instituto, ¿no?

-Nunca. Solo es de chicas, y encima, la mayoría son unas cabezahueca y unas pijas.

-Entonces no te sentirás muy triste si te decimos que al año que viene no volverás a él-dijo su madre.

-¿me han expulsado?-preguntó Clara. Nunca le había gustado ese instituto, ¡pero tampoco quería que la expulsaran!

-No. Te hemos sacado, después de comprobar con nuestros ojos un buen ejemplo de qué clase de persona no queremos que te conviertas cuando seas mayor-dijo su padre, refiriéndose a la directora- En mi vida había visto a una mujer tan, tan...mejor lo dejo.

-Al año que viene irás al instituto donde estudia Larry-dijo su madre con una sonrisa y revolviendo el cabello de su hija- así, podréis estar más tiempo juntos.

-¡Eso es genial!¡Se lo voy a decir esta tarde cuando lo vea!¿o teníamos que irnos?-dijo recordando de repente el compromiso de sus padres.

-Al final se va a hacer cargo Peter. Esta tarde hubiera sido demasiado tarde-le informó su padre.

Esa tarde vino Larry al piso de los Jones. Él también se alegró bastante cuando se enteró que su novia iba a estudiar en su mismo instituto al año que viene. Lo iban a celebrar con fanta y unas chocolatinas (Clara era adicta a ellas), cuando se dieron cuenta de que chocolatinas no quedaban:

-No te preocupes, voy yo a por ellas –dijo Clara.

Bajó los escalones de dos en dos. Era un buen día. En el portal, se fijó en una mujer de aspecto extraño que estaba de espaldas a ella mirando los buzones, pero no le dio mucha importancia. Luego se daría cuenta de que había cometido un error. La tienda donde compraba las chocolatinas se habían quedado sin su preferida, así que andó unos diez minutos, para dirigirse a otra tienda, donde sí las tenían puesta una música bastante alta, por lo que el jaleo de la calle quedaba amortiguado. A pesar de eso, se oyó un sonido fuerte, como el de un petardo muy gordo. "¿Qué habrá pasado?". Cuando salió a la calle, vio a la gente que corría, con caras asustadas. Un mal presentimiento la invadió, y aceleró el paso para llegar lo más pronto posible a su casa. Un coche de bomberos una ambulancia la adelantaron por el camino. Cuando llegó a su bloque de pisos el mundo se le vino a los pies. Estaba en llamas. Sus padres, su novio.

HOGWARTS-

-¿Dónde está el despacho del director?

Ésta era la pregunta que hacía insistentemente una chica a todos los chicos que encontraba por los pasillos del colegio. Hasta que por fin alguien le dio una respuesta. Un halo de tristeza envolvía a la chica, que supo aguantar con entereza las burlas de algunos Slytherin cuando vieron que vestía ropas muggles, y que evidentemente no era estudiante.

Carolina estaba en la Sala Común, leía las cartas que habían llegado desde su casa. Su hermana y sus padres le aseguraban que seguramente sacaría buena nota en sus exámenes, le contaban algunas cosas sin mucha importancia, y al final, como siempre, le recordaban lo mucho que la querían. Estas cartas tranquilizaron a Carolina, y se dijo que era una tonta, que la pesadilla que había tenido hacía unos días, sobre su familia, sólo era eso, una pesadilla. Nada les había pasado, nada.

La profesora McGonagall entró en la Sala Común de Gryffindor. Llevaba rostro grave, y el observador atento también habría notado tristeza y lástima:

-Señorita Jones, al despacho del director.

-¿Yo?

-Sí, -pausa- hay cosas que tiene que saber.

Carolina siguió a la profesora intrigada y preocupada ¿qué habría pasado? Cuando vio a su hermana Clara en el despacho, sintió como sus peores temoren empezaban a convertirse en realidad.

-Hola Carolina – y sin poderse contener, Clara se abrazó a su hermana y empezó a llorar- papá, mamá, han muerto –dijo entre sollozos.

Carolina se encontraba en su dormitorio, recogiendo sus cosas, se iba. Afortunadamente no se había cruzado con nadie, no se sentía con capacidad para responder a ninguna pregunta. ¡No podía ser cierto! Acababa de recibir una carta de sus padres. ¿Cómo iban a estar muertos? Era una pesadilla. Una horrible pesadilla. Se iba a ir, pero antes se despediría de Severus. Habían quedado para ese día como siempre en el tercer pasillo, y le pillaba de camino. Tenía que despedirse de él, aunque eso supusiera admitir en voz alta que...no, no podía pensarlo. Cuando llegó al pasillo, vio algo que en circunstancias normales le hubiera paralizado el corazón y hecho llorar. Pero ese día no era capaz de llorar, era un fantasma que no sabía si algún día volvería a vivir. La gorila de Tina Grace tenía cogido a su novio, y se estaba besando con él. Tenía que ser una pesadilla, este hecho lo confirmaba. Y dentro de un momento se despertaría.

Se dirigió con su hermana a un carruaje que habían dispuesto para ellas, después, cogerían un tren para ir a Londres, y de ahí un avión para ir a Nueva York y acudir al entierro de sus padres y al de Larry Lewis. No estaba despierta, tenía que despertarse. Echó una mirada al castillo de Hogwarts, intuía que iba a pasar mucho tiempo antes de volverlo a ver. Mucho tiempo.

El testamento de sus padres ya se había leído, los bienes se repartirían entre ellas dos cuando tuvieran mayoría de edad, y hasta entonces quedaban bajo la custodia de Patrick Smith, un antiguo amigo de sus padres. No eran las únicas que estaban de luto. Los padres de Larry, los señores Lewis habían perdido a su hijo, pero aún así, fueron capaces de hablar con Clara, y decirle que la consideraban como su hija, y que para cualquier cosa que contara con ellos.

Clara no llegó a matricularse en el instituto donde su novio iba. Desapareció en el verano. Se escapó de casa y no la encontraron. Dejó una nota en la que decía que no se preocuparan por ella, y cada dos meses enviaba una carta a Carolina.

Carolina, por su parte, no fue a Hogwarts al principio del nuevo curso. Se matriculó en un instituto de magia de allí de los Estados Unidos. Su nuevo tutor, el señor Smith, dijo que lo mejor es que no se fuera tan lejos, y Carolina no protestó mucho. Había algunas cosas en Hogwarts a las que no le apetecía enfrentarse, no de momento.