Declaimer: Estos maravillosos, perfectos (…y sexys en el caso de Xiao y Eriol ) y divertidos personajes pertenecen a Clamp, yo solo los pido prestado para que actúen en mis retorcidas historias.
"Rescatando tu Corazón."
(by Lady Verónica Black)
¿Por qué a Sakura Kinomoto le resultaba tan difícil apartar sus pensamientos de ese hombre? Sería por la ternura que veía en sus ojos cada vez que levantaba en brazos a su sobrina huérfana; o seria el fuego oculto que veía emanar de su mirada… no lo sabía, pero desde que Xiao Lang Li se cruzo en su vida, algo dentro de ambos volvió a sentir…
-Capítulo Seis-
Shaoran volvió tarde esa noche. La casa estaba en silencio. Solo había una luz encendida sobre la encimera de la cocina, y todo rastro de la desastrosa pero divertida cena había desaparecido.
Sakura debía haberse acostado. Casi era medianoche. Intento convencerse que sentía alivio al no encontrarla despierta, pero en realidad él sabía que no era así.
Ella era como la luz del sol. Era un rayo de luz que iluminaba la vida de alguien que se había vuelta oscura y triste. Su risa había atravesado la neblina que lo envolvía desde que Hien y Sarah habían muerto.
El "Arbej á la sals" había sido incomestible, pero habían logrado salvar el pollo para hacer una deliciosa sopa. Después, mientras comían salchichas, lo cual Sakura lo hacía con el entusiasmo de una niña en una feria, la cocina se lleno de un espeso humo negro, y la ojiverde con una mirada de horror, dejo caer la salchicha en el piso con la prisa de sacar las galletitas del horno.
Decía que eran galletas de avena. Pero las bolas negras y humeantes que había en la bandeja podían haber llegado a ser cualquier cosa. Al verlas casi se mueren de la risa los tres.
Mientras ventilaban el humo, se sentaron en el porche e intentaron convencer al gato vagabundo de que se comiera el "Arbej á la sals" de Sakura. El gato, para regocijo de Naia, se negó rotundamente.
-Ya te dije que olía muy feo –apunto la pequeña.
Sakura termino enfrentándose al humo de la cocina, llevo la cacerola y tiro las arbejas quemadas y la salsa apestosa, porque en verdad le daba pena darle de comer a un pobre gato esa combinación toxica de alimentos que había preparado, cuando en verdad parecía estar muy hambriento.
El gato la recompenso con un fuerte ronroneo mientras se tomaba la leche tibia y los pedazos de pan, después salto al regazo de la chica y tras pisar varias veces sus esbeltas piernas se acomodo y se durmió.
Shaoran conocía muchas mujeres a las que no le hubiera dado mucha gracia que un gato viejo y sucio se le acostara en el regazo, y había creído que Sakura iba a ser de esas. Los trajes de seda y los gatos vagabundos no combinaban. Quizás era sólo porque llevaba unos viejos pantalones vaqueros de él, pero él tenia sus dudas.
Cuando vio llegar el primer coche de uno de sus alumnos se marcho a la academia dejando solas a Sakura y Naia en el porche con el gato dormido.
Con desgana las dejo. Interiormente asombrado de sus pocas ganas de irse.
Esa era su vida: las montañas. Enseñarles a otros lo que sabía de ellas. Nada le hacia sentir una pasión tan profunda, ni una alegría tan gratificante como hablar de cuerdas, rescates, helicópteros, poleas y salientes rocosos.
Pero sentía que el brillo de esa pasión se había apagado, era como calentarse las manos a la luz de una linterna, mientras que el calor de Sakura y de Naia parecían un fuego chisporroteando.
No tuvo más remedio que revelarse a sus emociones, porque le parecían desleales a su trabajo. Por eso, aunque no tenía mucho que hacer en la primera noche, aunque su corazón le pedía que volviera a casa, se obligo a quedarse en la academia mientras iban llegando el resto de los alumnos bebiendo café, repartiendo ropa adecuada para trabajar en la montaña y hablando de rescates del pasado.
Sabia que el café lo iba a desvelar. Y todo el tiempo que paso allí, su mente se escabullía del tema de los rescates y volvía a su casa.
A ella.
A la mujer que había invadido su vida con su risa, con sus chispeantes ojos verdes y ese pelo castaño que no hacía más que escaparse de la trenza y que pedía a gritos que una mano masculina acabara de liberarlo.
Se iba a marchar. Era obvio que ella no se quedaría en un pueblo como ese. Tenia emociones, sueños y una vida.
Y ese futuro no lo incluían a él, ni a Naia.
Él no era tan patético como para intentar cambiarla, moldearla a la forma que encajara mejor en su vida. Y si la evitaba, no llegaría nuca a hacerlo.
Cuando estaba con ella, no parecía importarle que no supiera cocinar, que cantara mal o que los rizos se le salieran de la trenza. Ni siquiera le importaba que viniera de un mundo muy distinto al de él.
Lo único que le importaba era que su risa cosquilleaba un lugar oscuro y solitario que habitaba en él, y como la luz de sus ojos le calentaba el corazón y le hacia sentir burbujas en el estomago.
-Li –se murmuro, en el silencio de la casa-, llevas demasiado tiempo solo, ya estas delirando.
En realidad no seria difícil encontrar una compañera adecuada si se lo propusiera. Podía poner un anuncio en el diario: "Se busca una mujer que ame las montañas y los niños pequeños".
Ese era el problema de la cuestión. Ser responsable de Naia le estaba haciendo cambiar su forma de pensar. Ahora pensaba en permanencia, en vallas y en cosas que fueran buenas para ella. En vez de cosas que sabía que eran buenas para él. Como libertad, independencia y ver el mundo, a solas, desde la cima de una montaña.
Había dos mujeres matriculadas en el curso. Quizá fuera posible equilibrar los dos mundos. Esas mujeres tendrían algo en común con él. Era ridículo enamorarse de una mujer que había aparecido en su vida do golpe. Era completamente ilógico.
Creía que para formar una pareja el hombre debía planificarse, prepararse. Incluso hacer una lista de lo que necesitaba en su pareja, así cuando alguna tenia una puntuación alta sabia que había ganado el juego.
Debía tener tres cualidades: que le gustaran los niños, las montañas y que supiera cocinar, entonces recién ahí se declararía.
Se le ocurrió que Candy sacaría una puntuación bastante alta en una lista como aquella. Pero faltaba algo más, el sentimiento.
Sentimientos. Algo que había evitado sin problemas durante la mayor parte de su vida. Hasta que apareció Naia y le removió el corazón.
Y ahora esa mujer. Removiendo en lo más profundo de su ser, sacando a la superficie unos sentimientos que no sabía que tenia. Una sensación, inexplicable, de que no estaba completo. De que había perdido algo.
De que algo le faltaba a su vida, tan lleno de premios, éxitos y elogios. Su vida, llena de viajes por el mundo y de cumbres conquistadas..
Suspiro y fue hacia el baño. Sé encontro que en el cesto de ropa sucia había lencería de encaje y una camisa de seda. ¡Justo cuando había logrado sacársela de la cabeza!
Había un cepillo de dientes nuevo y maquillaje en el botiquín del lavabo. No podía enamorarse una mujer que necesitara maquillarse. No era posible.
Más tranquilo, apagó las luces y fue a darle un beso a Naia. Y sintió una sensación completamente nueva: remordimiento.
Porque no había llegado a tiempo para darle las buenas noches. Porque había dejado que su propia confusión e incomodidad con Sakura lo dominara. Nunca hasta entonces le había fallado a la niña, excepto cuando estaba en una misión de rescate.
De repente, comprendió la dura realidad. Necesitaba tanto oír su "Te quiero, tiíto", como ella necesitaba oír el suyo. Esa era la mejor parte del día para él, para un hombre que había salvado gente de las garras de la muerte y conocía la sensación del triunfo ante tan dura contrincante.
-Me estoy convirtiendo en un idiota sentimental.–murmuro, moviendo la cabeza de lado a lado-. Me debo estar poniendo viejo
Siguió por el pasillo y hecho una ojeada a la otra puerta cerrada. Sakura estaba dormida, o al menos tumbada en la oscuridad. Como estaría él en breve mirando la oscuridad del techo de su habitación, desvelado por las muchas tazas de café negro que había tomado.
Sin embargo, cuando se tumbó las recordó a ellas dos, con las cabezas juntas. Ambas con el cabello castaño y con mirada brillante, una del color del oro bruñido y otra del color de las esmeraldas, ambas riendo mientras veían al gato tomarse la leche. Al pensar en eso, una maravillosa lasitud y sensación de calidez y bienestar invadió su cuerpo, y se durmió en segundos recordando a la dulce niña y a la hermosa mujer que dormían en la casa.
El grito fue agudo, largo y devastador.
Sakura se despertó. Otro grito rompió el aire y se le erizo el vello de la nuca. Saltó de la cama medio dormida, y aterrorizada.
Estaban matando a Naia. Miro a sus alrededores frenéticamente, agarro su zapato de taco aguja como arma y corrió al pasillo.
Otro grito y después sollozos. Sakura irrumpió en la habitación con el zapato en alto, escrutando la oscuridad. Se relajo cuando comprendió que solo había un pequeño bulto acurrucado y lloroso bajo el acolchado. Soltó el zapato y corrió a la cama.
Aparto el acolchado con suavidad. Naia estaba hecha una bola, tenia los ojos cerrados fuertemente y las lagrimas caían sin parar por sus mejillas. Todo su cuerpo temblaba.
Sakura se metió en la cama y se puso el cuerpito de la niña en el regazo. Naia estaba muy tensa y no paraba de llorar.
-Shhh, cariño, estas soñando –le susurraba Sakura mientras le apartaba el pelo de la cara-. Es solo una pesadilla –buscó en la cama hasta encontrar la mano de Naia, que la agarro con una fuerza sorprendente.
-¿Mami? –musito la niña-. ¿Mami?
-No, cielo, soy yo. Sakura –replico, con un nudo en la garganta. Ojala pudiera arreglar los corazones rotos.
-¿Mami?
-No, linda, soy yo. Tiíta Sakura –dijo la ojiverde suavemente. ¿Cuándo le había parecido algo tan natural que la llamara de esa forma?
Naia abrió los ojos, perdidos y nublados por las lagrimas. Parecía confundida y asustada. Sakura le sonrió, deseando tener más experiencia en confortar y consolar niños.
Shaoran entró en el dormitorio y Sakura sintió un alivio momentáneo, hasta que vio que solo llevaba puesto unos pantalones cortos negros. Tenia el pecho desnudo, suave, fuerte y musculoso.
Ella solo llevaba puesto una camiseta. Entre los dos hubieran completado el conjunto.
Él cruzo la habitación con rapidez, se sentó en la cama junto a ella y acaricio con dedos fuertes el pelo de Naia, húmedo por el sudor.
Olía bien, exactamente como debía oler un hombre, aunque Sakura no tenia ni idea de porque, de repente, se creía experta en como debía oler un hombre.
-¿Tiíto?
-Sí, aquí estoy, pequeña.
Sakura vio que ante esa voz profunda y tranquila, el cuerpo de Naia se relajaba y dejaba de temblar.
-Soñé que el avión se estrellaba. Había mucho humo y fuego –la voz de Naia se entrecortaba y las lagrimas perlaban sus espesas pestañas-
-Lo sé, linda. Yo sueño lo mismo.
Sakura noto que el dolor los envolvía a ambos con suavidad. Dos personas, una fuerte y segura, la otra pequeña y dulce, se curaban poco a poco sus heridos corazones. Viéndolos así se sintió una intrusa. Comenzó a pasar a Naia a los fuertes brazos de él, pero una manito apretó la suya con fuerza y otra se agarro a los bordes de la camiseta azul marino que llevaba puesta. Sakura no queria que tirara de la prenda hacia arriba, esta y apenas si le cubría la parte superior de los muslos.
-¿El avión con el que sueñas es rojo y blanco? –pregunto la niña.
-Sí, rojo y blanco –contesto él con tristeza.
-¿Los dos tienen el mismo sueño? –susurró Sakura asombrada-. Pero vos no estabas…
-No, no estaba –dijo Shaoran-. ¿Estas mejor, pequeña?
Naia asintió y se metió el pulgar en la boca, recordándole a Sakura que a pesar de ser muy madura a veces, aun solo tenia cuatro años.
-Pero no te vayas.
-No me iré. Sabes que no. Estaré aquí mientras me necesites, siempre estaré para ti, cariño –su voz, profunda y tranquila calmó a la niña, también acaricio un lugar extraño y salvaje que Sakura no sabía que existía en ella.
-Quedate tu también, tiíta –le ordeno Naia, somnolienta.
-Mientras me necesites –accedió, deseando que no le gustara tanto sentir el cálido peso de la niña en sus brazos, el contacto del fuerte hombro de Shaoran y ver su mano en la frente de la niña.
Miro a Naia y se dio cuenta de la tontería que acababa de hacer. "Mientras me necesites". Esa niña iba a necesitar a alguien durante mucho tiempo.
Enamorarse de un niño era algo muy complicado. ¿Qué iba a decirle cuando se fuera? ¿Lo nuestro no funciona? ¿No somos compatibles? ¿Y ano me importas como antes? ¿Tengo que irme por trabajo?
Miro a Shaoran de reojo. Envuelto en las sombras, la dulzura que irradiaba al mirar a su sobrina disimulaba la dureza de su expresión, y hacia que su rostro pareciera más atractivo que nunca.
Enamorarse de un hombre era aun más complicado.
Tenia que proteger su corazón de esos dos. Debía hacerlo. Tenia por delante una vida que no contaba con ellos, que no los incluía. En la que no tenían cabida si ella quería seguir viviendo como vivía en Nueva York.
Naia gimió y se sintió culpable. No era momento de pensar en sí misma.
Sabía que no cantaba muy bien pero, de pronto, le vino a los labios y al corazón, una canción del pasado, una canción de cuando era niña.
Pequeña mía, mi dulce ángel, ten sueños
de perritos, castillos y helados.
Yo te mirare mientras duermes
y le daré gracias a dios por lo que eres,
mi vida, mi razón, mi corazón.
Ten dulces sueños, mi hermoso ángel,
que yo a tu lado siempre estaré.
La niña se revolvió satisfecha entre sus brazos, pero Shaoran dio un respingo. Sakura lo miró inquisitiva.
-¿Qué sucede?
-Nada. Me has sorprendido.
-¿Por la canción?
-Su mamá solía cantarle esa misma canción cuando era bebe.
-Mi madre me la cantaba a mí cuando tenia pesadillas, y soñaba que unos feos fantasmas me querían comer jeje, yo creí que se la había inventado mi mamá para mí–musito Sakura con una extraña sonrisa.
-Yo también creía que era invención de Sarah. Simplemente porque nunca la había escuchado antes.
Ella se preguntó si no estarían envueltos en algo mucho más grandes que ellos mismos. Sorprendentemente con él a su lado y la niña dormida en sus brazos, esa idea le hizo sentir un agradable calor en el pecho.
-Esta dormida –murmuro él poco después, tan cerca que algunos pelos cerca del rostro se movieron con su aliento. Si se acercaba un par de centímetros más podría besarla.
La idea la electrifico. Casi dejo caer a Naia con las prisas de levantarse y alejarse de él.
¿Besarla? Esos labios sobre los suyos, sus manos acariciando sus curvas y revolviendo su cabello… la sensación de calidez se convirtió en una llama de fuego al rojo vivo. Era la oscuridad de la noche la que le hacia pensar cosas como esas, además de encontrarse en una situación tan intima con un hombre tan guapo y sexy.
Deposito a Naia en la cama con suavidad, y pasó por encima de él, lo que no hizo sino empeorar las cosas. Empeoraron porque sintió la dureza de su muslo bajo su propia pierna desnuda. Empeoraron porque, en su premura de escapar, rozó con los senos la dureza de su torso, y eso desato en ella un salvaje deseo que en su vida había sentido. Contra el que nunca había tenido que luchar.
Peor aun fue sentir la piel endurecida de sus manos en su cintura, para equilibrarla cuando puso los pies descalzos en el suelo.
Se irguió temblorosa, deseando echarse a correr pero conciente de que no podía. No tenia a donde ir y por mucho que corriera no podía huir de los deseos de su corazón.
-Vamos –dijo él con calma, levantándose y arropando a Naia-. Estas tiritando, el fuego debe haberse apagado. Te preparare una taza de chocolate caliente.
¿Se había apagado el fuego? De eso nada. Fuego era tomar chocolate con él en medio de la noche cerca de su hermosa boca y su fuerte cuerpo. Eso era fuego para ella.
Él paso a su lado y le rozó el brazo con el pecho desnudo. Era un peligro publico. "Vete a la cama", se ordenó. En vez de hacerlo, cuando con una sonrisa él le ofreció su mano en la oscuridad para guiarla, ella la acepto. "Ay por Dios", pensó, "Como si necesitara un guía para salir a oscuras del dormitorio".
Pero cuando la mano fuerte, seca y firme sé cerro sobre las suya, tuvo la extraña sensación de haber encontrado su guía. Él que la guiaría por el resto de su vida.
-Maldito anillo –mascullo por lo bajo.
-¿Perdón? –dijo él.
-No veo nada –mintió ella. Por primera vez en su vida veía todo claro, demasiado claro.
-¿Mejor así? –preguntó él encendiendo la luz del pasillo-. Tienes las piernas con carne de gallina. Ve a ponerte algo mientras yo preparó el chocolate.
Ella se miro las piernas, la camiseta apenas si le llegaba a cubrir parte de los muslos. Dio un gritito, se volvió y corrió hacia el dormitorio, cerrando la puerta con firmeza. Lo oyó reírse suavemente a lo lejos.
"Quedate aquí", se aconsejo ella misma. Estaba a salvo ahí, seria una tontería abandonar la seguridad de su habitación.
Pero, ¿porqué no hacer tonterías?
Se había visto forzada a entrar a un mundo de adultos a la edad de diecisiete años, había asumido responsabilidades y tensiones muy superiores a las correspondientes a su edad. Nunca se había permitido ninguna tontería, en especial de ese tipo. De esas que le hacían sentir calor en las mejillas y mariposas en el estomago, que hacia que su corazón temblara y se le pusiera la carne de gallina.
Encontro unos pantalones de algodón grises horribles. Lo suficientemente horribles como para disimular lo que ocurría en su interior. El tipo de pantalones que una mujer sólo se pondría sí sólo queria una taza de chocolate y nada más.
Ella no quería, decidió, nada más.
Se ato el pelo en una desordenada cola de caballo y salió de la habitación.
Entró en la cocina y él se volvió, sonriente. No se había cambiado, seguía solo con el pantalón corto y al parecer no sentía frió ni tenia piel de gallina.
Lo miro, perdiéndose en la perfección de sus amplios hombros, su pecho escultural, los brazos musculosos, el estomago plano y la sugerente hilera de vello oscuro que había bajo su ombligo.
Miro sus labios. Esa noche deseaba algo más que una taza de chocolate, deseba sus besos, sus caricias, su corazón, todo su ser.
-Ven aquí conmigo junto al fuego, estas temblando.
Fue hacia él. El calor del fuego era maravilloso, se sentó en una silla y lo observo moverse con familiaridad y comodidad por la cocina. Intento concentrar su mirada en el fuego, pero no pudo apartarla de él.
-¿Te parece bien el mismo sabor de la otra vez? –preguntó él llevándole una taza.
-Perfecto –le sorprendió que si voz sonara igual que siempre. Era la voz de la protegida de Madame Beltsy, compradora de una de las boutiques más exclusivas y caras del mundo a la edad de veinticuatro años, no la de una jovencita insegura y tímida. Tomo un sorbo de chocolate y cerro los ojos-. Esta buenísimo, tienes mucho talento en la cocina.
-Es de sobre –río él-. Lo único que he hecho es calentar la leche y verter el contenido en la taza.
-Otra verdad sobre mí: hasta elegir el sobre correcto me parece un talento sorprendente.
Él volvió a reír, una risa relajada, cálida y autentica.
-No hacia falta que prepararas la cena. ¿Porqué lo hiciste?
-Afán crónico de éxito. No soy capaz de admitir que algo no se me da bien. Normalmente suelo salir del apuro.
-Probablemente lo hubieras hecho bien si hubieras venido el jueves.
-El autobús de lectura –dijeron al unísono, riendo.
-¿Tiene muchas pesadillas? –pregunto Sakura. Vio como se apagaba la calidez en los ojos de él.
-Empiezan a pasarse. Antes las tenia todas las noches, ahora sola cada dos semanas o algo así.
-¿Y vos?
-Hace bastante que no tengo una.
-¿Y los dos sueñan lo mismo?
-Eso parece. A mi hermano y a mí solía pasarnos, por eso de ser gemelos. Naia es un poco, como decirlo… vidente.
-¿Vidente?¿Qué quieres decir con eso?
-Naia parece estar en contacto con cosas que los demás no vemos, no sé si se puede decir que ve el futuro. Es más bien como si tuviera una fuerte intuición de lo que va a suceder, ella dice que a veces solo sabe que algo va a pasar. Dice que lo siente en su corazón.
-Me ha dicho que habla con su madre –dijo ella lentamente. Él la miro fijamente-. Y que su madre le contesta. Hoy quería preguntarle como guisar el pollo.
-Vaya, ¿y porque no dejaste que lo haga?
Ambos se echaron a reír. Sakura nunca antes se había reído con tanta facilidad con alguien del sexo opuesto. Nunca había sentido lo que es "encajar" con otro ser humano, exceptuando eso sí a sus padres.
-Una vez lleve a Naia a una expedición de salvamento –comentó él-, me condujo directamente al hombre extraviado. Dijo que había oído algo.
"No te vas a ir".
Sakura la oyó tan claramente como si Naia hubiera entrado a la cocina y le repitiese las palabras dichas en la tarde. Oyó la certeza de su tono, y sintió un escalofrío.
-Será mejor que te bebas eso y te vallas a la cama, pareces agotada. Además tengo que levantarme temprano.
-Dime, ¿Qué es lo que hacen en la academia?
-Depende. Con este grupo haré cosas bastante básicas, empezaremos con orientación, es decir, saber leer una brújula y un mapa. Después un repaso de primeros auxilios y algo de supervivencia. Un poco de escalada y aprender a transportar una camilla.
A ella le encantaba su voz. Su mundo le parecía fascinante, todo él le parecía fascinante. Se sintió maravillosamente bien, el cacao la reconfortaba por dentro y el fuego y su voz la reconfortaban por fuera.
-Será mejor que nos vallamos a la cama –dijo él, por fin.
-Sí, será lo mejor –asintió ella, añadiendo "por separado" para sí misma.
No se movieron.
De pronto él lo hizo, y no fue para apartase de ella, se paro frente a Sakura y la miro a los ojos. Ella se levanto de la silla sin desconectar sus miradas.
"Shaoran…."
Él acorto la distancia que los separaba y se inclino hacia ella, ella se puso de puntas de pie.
Una tontería.
Sus labios apenas si se rozaron.
"No es una tontería. Es magia"
-Gracias por hacer la cena esta noche –dijo él con voz ronca. Ella beso su labio inferior con delicadeza y reverencia, saboreando su suavidad y sabor a chocolate. Luego se aparto unos centímetros y mirando a los ojos le dijo:
-Gracias por el chocolate.
"Aléjate y vete, Sakura"
-Gracias por cuidar hoy de Naia –Shaoran beso su boca con más intensidad, saboreando lentamente el interior de esta.
Tanto agradecimiento estaba terminando con el control de la chica.
-Gracias por haber ido cuando lloraba. –añadió él suavemente y entonces se rindió. Sakura noto como se rendía, como el puño de acero de su control aceptada su derrota ante la dulzura de los labios del ambarino.
Ella se acercó aun más a él y con una mano lo tomo del cuello acercando más su boca a la de él, rogándole en silencio que profundice el beso.
-No te vas a ir, Sakura… nunca.
Sakura de golpe se apartó de él y miro a su alrededor.
-¿Qué sucede? –inquirió él.
-Juraría que he oído a Naia.
Él escucho atentamente, minutos en los cuales logro recomponerse y recobrar su autocontrol. El momento había pasado. Lentamente dio unos pasos para atrás separándose del cálido cuerpo de la ojiverde.
-Es muy tarde.
Sakura desvió la mirada, procurando mirar cualquier sitio menos sus labios, intentando apagar el deseo de besarlo que gritaba en su interior, exigiéndole sentir la tibieza de su dulce boca contre la suya.
Hambre, sentía hambre, pura y dura. Tantos años sin interesarse en los hombres, de abstinencia, eran los causantes del monstruoso deseo que la invadía.
-Perdóname –farfullo él-. Es tarde y estoy cansado. Perdona, he perdido la cabeza.
-Sí, claro. Yo también.
-Eres la clase de mujer que provoca esto en un hombre, ¿verdad?
-Bueno, ha habido alguno que otro tipo raro que ha querido cantarme al oído –admitió ella irónica.
-No me parece raro que alguien quiera cantarte al oído, eres hermosa.
-Shaoran, vos, yo, nosotros…
-No podemos. Ya lo sé.
"¿Cómo lo sabía?"
-Vos te vas –dijo él-. Y yo me quedo. Y Naia no puede quedarse en el medio de tu mundo y el mío.
Ya estaba, había dicho claramente porque no podía ser lo de ellos.
-Eres demasiado racional –dijo ella con aprobación.
-Lógico –enmendó él.
-Por favor, Shaoran. Bésame.
-Sakura…
-Sólo para que te recuerde. Después. Mucho después de que me vaya.
Y la beso. La beso de una manera que nunca olvidaría. Un beso que podía guardar en su corazón y recordarlo para siempre.
La hacia arder, la abrazaba con fuerza. Dejo marcado su corazón y su alma. Fue excitante, fiero, dulce y suave. Se apartó de él lentamente al terminar el beso y vislumbro en su rostro un deseo tan intenso como el de ella. Sus ojos se habían oscurecido de pasión, estaban ardiendo.
Gimió con consternación, corrió a su dormitorio y cerro la puerta. Apoyada sobre ella dejo que las lagrimas fluyeran de sus ojos como torrentes.
Había sido una estupidez hacer eso.
Era una viajera experimentada. Ya sabía que había que recoger los recuerdos cuando uno se marchaba, y nunca dejar que la relación pase a términos sentimentales.
Quizás solo un beso antes de subir al avión si es que la llevaba al aeropuerto. O en la estación de autobuses. Un beso rápido y un adiós para siempre. Había sido una estupidez pedirle que la besara por ultima vez. Cuando aun iba a pasar varios días con él.
¿Cómo iba a mirarlo sin recordar sus besos?
"Tiene que dar el curso de rescate", pensó, metiéndose en la cama y encogiéndose contra el frío que invadía su corazón al pensar que no podría volver a besarlo.
Seguramente apenas si lo vería en los días siguientes.
Se seco las mejillas húmedas. Se sentía triste y alegre al mismo tiempo, pero más confusa aun cuando con solo diecisiete años juro que no volvería a querer a nadie. La muerte de sus padres la había lastimado demasiado. Y ahora se encontraba a punto de romper su promesa.
Cerró los ojos, pensando que su tristeza la mantendría despierta toda la noche. En cambio, la invadió una extraña calidez al recordar cuanto había querido a sus padres, y se durmió profundamente recordándolos. No despertó hasta que el ruido de una puerta cerrándose fuertemente le indico que Shaoran se había marchado al trabajo.
Continuara…
Nota de la Autora:
Holas mis queridos lectores, Cómo les va? Primero que nada me disculpo por haber tardado tanto en publicar un capítulo de este fic, pero espero que la tardanza halla valido la pena y el capítulo les halla gustado.
Como ven, al fin sucedió algo entre Sakura y Shaoran, la verdad ha sido bastante intenso, como me gustaría a mí que me agradecieran las cosas a mí de esa forma ahh me gusto tanto esa escena, o por lo menos la idea del primer beso de esta parejita tan bonita. Espero que a ustedes tb les halla gustado. Bueno ahorita los dejo porque tengo varias cosas que hacer, ando con finales y comienzo de curso, además de un montón de fics que continuar. Ahora sí, un beso gigante a todos y se me cuidan muchísimo!.
Espero sus comentarios! GRACIAS A TODOS POR DEJAR REVIEWS!
Att. Lady Verónica Black.
"Que la magia los acompañe, las estrellas guíen su camino, pero más que nada griten a todo pulmón: ¡¡Viva Xiao Lang Li, Eriol Hiragizawa, Harry Potter y Sirius Black; Los hombres más lindos y sexys que hay!"
¡¡DEJEN REVIEWS, PORFISS…!
