Lamento decirles...o me alegra decirles... que todavía falta. ¿Me tendrán aún paciencia? El anillo ya ha sido destruido, pero las cosas no vuelven tan pronto a la normalidad... ¿podrán finalmente encontrarse Alondra y Frodo? No saben qué agradecida estoy a los que se tomen el trabajo de leer mi fantasía... Un beso a todos...
Apenas hubo empujado a Gollum, Alondra apareció en su cuarto. La piedra había desaparecido de su mano, pero aún se notaban las marcas en su palma, en forma de gota, por haberla oprimido tanto. Lo extraño es que ella no recordaba haber vuelto voluntariamente. No sabía si era de día o de noche, pero tenía que volver. Tenía que saber qué ocurrió. Intentó salir de su cuerpo como siempre y no lo consiguió. Comprendió que ya no podría hacerlo. Había cumplido su misión; ya no tenía el poder de llegar a Frodo. Lo extrañó desesperadamente. No había tenido en cuenta que esto podría pasar. Creyó que siempre podría llegar a él… Con la cara contra la almohada, lloró con toda el alma, llamándolo una y mil veces.
La destrucción de Mordor fue arrasadora. Todo cayó en bloques y se desmoronó con una rapidez pasmosa. Los valientes que habían acudido a desviar la atención del Gran Ojo para que Frodo llegara a las Grietas, rodeados de enemigos en una misión suicida, quedaron de pronto solos, mientras los cobardes huían en todas direcciones. La misión se había cumplido. El Anillo del Mal, contra toda esperanza, había sido destruido.
Frodo y Sam, solos, lejos de todo, estaban atrapados en medio de la lava ardiente y las rocas. Se alejaron todo lo que pudieron hasta quedar exhaustos, perdidos, en medio de la nada. Frodo, además, sufría terriblemente con su mano herida. Pero estaba en paz. Ya no había rueda de fuego, ni Ojo, ni anillo… Y su mente quedó abierta y serena, y todos los recuerdos de Alondra fluyeron claros y nítidos. Sus palabras de aliento, su pequeña mano de luz rozando su rostro, sus ojos comprensivos, su risa clara. Lástima que fuera sólo una imagen…
. —Bueno, Sam-musitó-ya está hecho. Parece que no veremos lo que sigue de la historia, pero hicimos nuestra parte… ¿verdad que sí?
. —Sí que la hicimos, mejor dicho, usted la hizo. Yo sólo cumplí con lo que prometí, que era no dejarlo solo. Y no siempre pude….
. —Ya no digas eso, Sam… lo importante es que ya está. Lo ves, hasta Gollum nos ayudó sin querer. Si él no me hubiera arrancado el anillo…
. —Con dedo y todo, el maldito.
. —Con dedo y todo, y valió la pena. Y bien que me duele.-Se quedó pensativo, mientras Sam lo miraba con compasión-Sabes, llegué por un momento a pensar que vi, a alguien más, allá en las Grietas… no sé, fue todo muy confuso...
. —Yo no estoy seguro de a qué se refiere usted, pero yo vi cuando el maldito ése se tropezó al borde del foso… fue todo tan rápido… Todos gritábamos, había ruido, pero entre todo eso hubiera jurado que oí el nombre de la Dama Galadriel…
. —Yo no lo oí, pero creí… en fin.
Se quedaron en silencio.
. —Sabe, Señor Frodo…-dijo al cabo de un rato Sam, pero no pudo seguir.
.--¿Qué, Sam?-dijo Frodo casi sin fuerzas.
. —Yo siempre creí que volveríamos. Aun contra toda esperanza.-Calló, y luego dijo:-Si hubiera sabido que no lo haríamos, hubiera tenido el valor de hablarle… a Rosita, quiero decir. Estuve frente a ella antes de irme, y no le dije nada. No pude. Pensé: bueno, cuando vuelva le hablo. Ella me miraba como esperando que yo le diga algo, y no pude. Y ahora…-no pudo seguir, con un fuerte nudo en la garganta.
. —Sam, cuánto lo siento… Yo te arrastré a esto… Pero por lo menos tú tienes un consuelo que yo no tengo. Tú sabes que en la Comarca alguien te esperaba, alguien real, alguien que podrías abrazar y con quien compartir tu vida. Yo tuve la compañía de un ser etéreo, una hobbit de pura ilusión, que seguramente fue creada para darme fuerzas y aliento, y que la mayor parte del tiempo se perdía en los laberintos de mi mente torturada. Ahora que casi puedo verla y recordarla como era, de nada me sirve anhelarla, ya que ella no existe como tu Rosa…
. —Señor Frodo…-Sam, ya agotado, desmoralizado, se desvanecía.
Frodo no tardó en perder también el conocimiento.
Alondra no supo nada más de Frodo en mucho tiempo. Meses. No sabía si había sobrevivido o no; si volvería a verlo algún día… Ahora sentía que su vida no tenía sentido. Se sentía sola y olvidada. Vacía y perdida. Ya no tenía sueños ni podía salir de su cuerpo, y la piedra había desparecido. Sólo le quedaba la cadenita de Bilbo, y la miraba cada vez que tenía ocasión.
El sol había vuelto a salir, y todo parecía normal…
Pero al tiempo un extraño personaje apareció por la Comarca, acompañado de otros Hombres que infundían miedo a todos los hobbits. El viejo encapuchado aparecía pocas veces en público, pero tenía un extraño poder de convencer y forzar las voluntades. Algunos hobbits pasaron a servirle y ayudarlo. Los pocos que se le oponían la pasaron mal. Alondra sabía que este peligro no tenía comparación con el que había sucumbido en Mordor; no tenía miedo, aunque la indignaba lo que sucedía. La Comarca empezó a sumirse en la desolación y miseria.
El hermano de Alondra no cesaba de agradecerle en secreto los consejos que su hermanita menor le había dado.
. — ¡Mira si me hubiera casado! Y si hubiera tenido un bebé, a estas alturas estaría desesperado por su destino. ¿Quiénes son estos abusadores¡Por qué se meten con una tranquila y feliz población de hobbits!
. —Que no te oigan, Feren. Esto no es nada. Saldremos de ésta. El peligro mayor ha pasado.
.--¿Y por qué estás tan, pero tan triste, ranita mía? Es el viajero que no volvió¿verdad?
Alondra no dijo nada, sólo lo miró con los ojos húmedos.
