Muchas gracias a mis reviewers Arwen, Yashi y Ruby y a todos los que siguen conmigo. Este fic se aproxima a su fin, dos capis como mucho, que espero tener listos durante este mes y enviar juntos. De nuevo perdón por el retraso, pero junio es junio (aunque en medio de los exámenes es cuando mas inspirada estoy).

8888888888888888888888888888888888888888888888888888888888888888888

A veces es difícil decidir dónde situar la línea que separa la infancia, aquel tiempo en que buscabas la aprobación de otros y la madurez, aquella en que la otorgas. Esa al menos fue siempre la idea que yo tuve al respecto. No podía estar más equivocado, y si no lo estaba, quizá no haya llegado aún mi momento. Y sin embargo, son muchos los que vienen a mí buscando un asentimiento de cabeza, una palabra de conformidad.

También tú lo hiciste, Kikyou, aún cuando poco después se tornaran los papeles, y fui yo quien te buscaba como un perro. Soy un ser orgulloso, y todo lo que he tenido que hacer para acercarme a ti, para mantenerte cerca, si bien a muchos les habrá parecido común, vago, e incluso ineficaz, fueron para mi, como tu sabes, pequeñas hazañas épicas.

Como aquella vez, estando nuestra partida a medias, que reclinabas tu cuerpo contra la ventana de mi apartamento, la que ofrece una vista panorámica sobre nuestra monstruosa ciudad. No era la primera vez que entrabas en mi apartamento. No sería la última. Pero si que era la primera vez que no saldrías de allí cuando termináramos nuestra conversación; la primera vez que saldrías de allí casi a escondidas, para no levantar sospechas, al amanecer. Aunque entonces ni tú ni yo lo habíamos previsto.

¿Cómo un hombre y una mujer fríos encuentran calor el uno en el otro? Por mis experiencias pasadas diría que existen dos razones: una son los matrimonios concertados, la otra, la psicodélica magia del alcohol, verdadero Dios de la fertilidad.

Tal vez fue por eso, o tal vez por la exaltación de nuestros sentidos después de una corta confrontación con subalternos de Naraku. Quizá fue porque en aquel momento tu te sentías juguetona y un poco impertinente a fuerza de ron, mientras que yo, ebrio de instinto y furioso por una batalla perdida trataba de controlar mi youki.

Me negaba a discutir el desastroso resultado de aquel pequeño enfrentamiento. Como si por no convertirlo en palabras no hubiéramos perdido tiempo y propiedad material: el coche que había explotado en mil pedazos contenía armamento, lo que hizo que la explosión alcanzara y prendiera fuego al edificio contiguo. Para ti, mientras no se perdieran vidas todo se reducía a un pequeño inconveniente.

Mis gruñidos incongruentes alcanzaban tus orejas, poseídas por una especie de murmullo sordo que no te dejaba oír bien, consecuencia. Probablemente de la explosión. Tus ojos escondían una travesura, a punto se ser llevada a cabo, y aquella sonrisa descarada en tu rostro… siempre nos entendiste fácilmente a los demonios, muchas veces me han sorprendido tus instintos de hembra, de perra, y en aquel gruñido vibrante entendiste qué podías hacer por mí.

Pero el perro seguía siendo yo.

Fue un momento extraño, y muchas veces en mi vida he querido devolverte ese comportamiento descarado y grotesco en ti, sin haberlo conseguido nunca. ¿Por qué aquel día? ¿Que ocurrió de especial aquel día? Tu reina se comió mi caballo, mientras sorbía mi whisky sin soda, y tu sonrisa orgullosa era patente mientras te apoyabas en la ventana. A pesar de todo yo iba ganando la partida que se desenvolvía desde semanas atrás. Entonces me preguntaste, tus ojos brillando de ebriedad si alguna vez había follado a una ningen. Entonces eras siempre así de dura, tu incapacidad de llamarlo de otra manera, más aceptada, más hipócrita era tu insignia de profana, profana en el amor. ¿Me preguntarías ahora si te haría el amor? Pues eso es lo que querías decir, una invitación expresa que acepté con gusto.

Hay hombres que dicen te quiero con el corazón saliéndoles del pecho, como mi hermano, pueden decirlo mil veces, y nunca mienten. ¿Te dijo alguna vez Miroku que te quería, ¿Te lo he dicho yo, ¿Te lo diría?

Y aquella noche mientras nos rendíamos al hedonismo del placer corporal bajo la luz de una lámpara de mesa, firmamos un contrato que no necesitaba papel, ni siquiera palabras, tan solo la comprensión de nuestras propias limitaciones, tanto personales como las exigidas por el tiempo y el espacio en que vivimos. El infierno de la ciudad de Ángel.

Dicen que nadie conoce a nadie y es cierto. De lo que ocurrió esa noche pude haber esperado muchas cosas, pero no que nada cambiase superficialmente mientras por dentro se formaban barricadas. Te fui infiel una vez, Kikyou, si acaso hay algo a lo que ser infiel; pero aquella vez mientras hacía el amor a aquella bailarina, no podía dejar de ver tu rostro, y mientras la follaba, no pude evitar ir lento y profundo, como a ti te gusta.

8888888888888888888888888888888888888888888888888888888888888888888888

El agua donde he estado sumergida durante más de una hora comienza a enfriarse, pero no puede hacer nada contra el calor que irradia de mi cuerpo como ondas expansivas. Después de tanto tiempo, un calor comenzado en mi estómago se extiende poco a poco hasta la punta de mis dedos, hasta que puedo sentirlo cosquillear a través del tendón de mi dedo gordo. Cuando el calor alcance mi cabeza, mi imaginación se disparará más allá de lo controlable. Pero aún quedan unos minutos para eso.

Quizá había llegado el momento de abandonar la ciudad, buscar un sitio más tranquilo, comenzar una nueva vida. Ya no quedaban muchas esperanzas para que ésta fuera fácil, cómoda, años gastados aprendiendo a ser una buena líder, horas estudiando estrategias, ¿para qué? Ni siquiera tenía una carrera, ni siquiera un papel que confirmara mis estudios secundarios, la guerra había arrancado incluso de los primarios.

La flexibilidad de sus piernas, notó al elevarlas hasta tocar la pared sobre su cabeza, prueba de su intenso entrenamiento, doloroso y espartano.

Pero aún le quedaban posibilidades. Si bien no podría dar clases de autodefensa, si podría trabajar de camarera, de cajera, ¡diablos de lo que fuera, pero ¿quien iba a contratarla? Después de todo no puedes añadir en tu currículo como experiencia profesional, el pertenecer a un sindicato criminal, a una banda callejera, el haberse manchado las manos de sangre. ¿Qué podía ofrecer? ¿Un currículo de media página? Eso es todo, a pesar de haber sido uno de los cerebros de la organización todo lo que quedaba era un vacío burocrático y el horror de que quizá la buscaran para devolverla al infierno.

Pero ¿Cómo decírselo a Sesshomaru, su reacción, seguro, no sería buena. ¿La obligaría a hacer lo que no quería hacer? ¿La mataría antes de dejarla llevar a cabo lo que pretendía? Esto es lo que se obtiene de una relación de circunstancia, precariedad y dudas. ¿Cómo saber que esperar?

Ya iba siendo hora de salir de la bañera, aún quedaban asuntos por resolver, cosas que dejar cerradas. Era sin duda lo mejor que podía hacerse, aunque el terror y los fantasmas la persiguiesen, aún podría vivir con esperanza.

Al envolverse en el albornoz y alcanzar la puerta echó una última ojeada al Predictor que reposaba sobre la papelera como confirmación de lo que había decidido.

8888888888888888888888888888888888888888888888888888888888888888888888

¿Qué os ha parecido? Esto no os lo esperabais, ¿eh, dejadme leer vuestras opiniones, R&R!