Ynärâh

Capitulo 2 ¿el destino o la casualidad?

Peigek llevó ambas piedras a su escuela de lucha, que se encontraba a las afueras de Carvahall. Entró en ella. Dentro de dos horas sería la graduación de los jóvenes de 16 años. Las piedras sería para Ynärâh, una de las pocas mujeres de su escuela y Zoomie, el agresivo heredero del rey. En la ceremonia de graduación se entregaría cada alumno una cota de malla, una espada y una capa. Los alumnos entraban como muy pronto con 4 años, y como muy tarde a los 7. desde entonces, hasta los 16 años no salían de la escuela, y eran sometidos a un riguroso entrenamiento, que pocos podían resistir.

Cada alumno llevaba sus mejores togas ese día. Después de entregar a cada alumno la capa, la cota de malla y la espada, Peigek llamó a Ynärâh y a Zoomie.

-Elegid- dijo ocultando sus manos detrás de su espalda-.

Ynärâh era muy alta y delgada, apenas tenía curvas y también tenía una espalda muy estrecha. Su piel era pálida como la cera y suave como el terciopelo. Su cabello carbón, enmarañado, y fino como la seda. Sus ojos eran grises, tristes, furiosos y llenos de coraje.

Zoomie era robusto, pelirrojo y de ojos marrón oscuro. Era muy moreno, y fuerte.

Ambos llevaban una capa azul oscura (la que les había entregado un momento antes), una cota de malla de puro oro blanco y en sus caderas unos cinturones de donde colgaban unas espadas de oro de Eoam.

-Derecha- dijo sin rodeos Ynärâh-

- ¿Por qué tiene que elegir ella primero¡¡YO SOY EL SOBRINO DEL REY!- exclamó molesto Zoomie-.

- elige tú primero, Zoomie.

- derecha.

- Muy bien, toma- Peigek le entregó la piedra rosa rojizo-. Toma Ynärâh, bien hecho al contenerte.

Ynärâh tomó entre sus brazos la piedra verde.

- Gracias maestro- murmuró ella-.

- mi piedra es más hermosa- dijo Zoomie intentando parecer contento de tener una piedra "En cuanto salga de este tugurio la tirare" pensó molesto al ver que tanto esfuerzo eran entregados en una simplona piedra, por muy hermosa que sea,-.

La ceremonia acabó después de que un cuarteto de cuerda tocase una pieza muy tristona.

Zoomie fue el primero en marcharse, después salió Ynärâh. Está vio como Zoomie tiraba por la ladera su piedra, luego la llamó Peigek, para darle su bendición, que lo hizó en un idioma que a Ynärâh le extraño mucho. Luego, está salió con el paso apretado. Llegó a pie de la ladera y comenzó el descenso, en un momento dado resbaló y comenzó a rodar hasta que un cuerpo- seguramente el de un hombre-.

- ¿Esto es tuyo?- dijo el hombre con dureza, Ynärâh levantó la cabeza y vio la piedra de Zoomie, Ynärâh palideció y murmuró-:

- Si¿tienes algún problema?

- Por supuesto- el joven tendría alrededor de 20 años, cabello oscuro y muy corto, ojos profundos y era musculoso y robusto, tiró la piedra al suelo y agarró a Ynärâh por el cuello-.

- suéltame- ordenó Ynärâh-.

- ¿O qué?

- O no querrías saberlo.

El hombre apretó más fuerte, apareció detrás de él una mujer muy guapa. Era rubia, y sus largos cabellos le caían por los hombros, haciendo divertidos rizos. Sus ojos eran azul claro, su tez blanca, y su mirada dura.

-Roran la estas haciendo daño- advirtió la mujer-.

- Katrina no te metas. Mira la piedra, es como la que trajo Eragon antes de... de lo que sucedió... ¿de donde la has sacado?- Roran esperó pacientemente una respuesta, pero Ynärâh no respondió- ¡HE DICHO QUE HABLES!

- ¡Roran suéltala! La vas a matar- Roran accedió a soltarla-.

- Soy Ynärâh y hoy me gradué como la mejor de mi curso en la escuela de lucha que está en la ladera. Como premio me dieron esa piedra que está en el suelo.

- ¿salió de las Vertebradas?

- Lo trajo mi maestro, se lo había comprado a un joven de no se donde.

- Muy bien te creo.

- ¿Qué sucedió cuando ese tal Eragon encontró la piedra?

- la trajo a casa y la intentó vender, pero no lo consiguió. La piedra lo puso muy raro, y de pronto me fui yo. Solo se que en menos de una semana me enviaron un mensaje diciendo que mi padre había muerto, luego, al llegar me dieron la noticia de que Eragon había desaparecido. También desapareció un amigo de mi padre. Te aconsejo que te deshagas de la piedra.

- Ya, pero no lo haré, no necesito dinero, de momento. Quiero irme de aquí: ya se que la forma más rápida es por mar, pero quiero ir por el desierto, y allí solo necesito mis dotes como cazadora.

- ¿Irás a las montañas de Beor?

- Si.

De pronto un niño de unos dos años salió de una casa y corrió hacia Katrina. Era moreno, y tenía unos grandes ojos azules.

- ¡QUÉ MONO!- exclamó Ynärâh si poderse retener-.

- es mi hijo- dijo Roran-, James. Ahora, vete.

- Buenas tardes- dijo con frialdad Ynärâh, cogió la piedra y la metió en un saco junto a sus pocas pertenencias, siguió andando hasta Carvahall-.

Allí vio a una mujer bajita y de cabello rizado. Paso por su lado, pero la mujer le agarró el brazo.

- ¿Cómo estás preciosa?- dijo y sin esperar respuesta la arrastro hasta las afueras de Carvahall.

- Oiga, yo tengo que hacer cosas, mire es muy...

- Me vino a ver Peigek- dijo, eso basto para que Ynärâh se callara-. Dijo que eras su mejor alumna, que tenía curiosidad por ver lo que te reparaba el futuro. Me ha suplicado que te leyera el futuro, y yo, no he podido negarme, entre otras cosas por que me amenazó... ¡ME TRANSFORMARÍA EN SAPO! Siempre e tenido curiosidad por saber que se siente al ser sapo ¡ASI DEMOSTRARÍA QUE SOLO ESISTEN LAS RANAS!- Ynärâh la miro con miedo-. Bien ¿qué me dices?

- Que yo de pequeña tuve un sapo- dijo Ynärâh con un rostro de incredibilidad-.

- digo en lo de adivinar el futuro.

- Dispara- dijo Ynärâh sin poder contenerse-.

- Muy bien- la mujer sacó de una bolsa un puñado de huesos lisos, apenas más largos que un dedo. Luego los tiro en la arena-. Interesante, muy interesante.

- ¿Qué dicen?

- Algo muy curioso, pero que no te revelaré, guapísima. Guerra, amor... ¿estás sola en el mundo? Y enemigos. Una gran fuerza te invadirá, y no podrás contenerla... ¡LO SABÍA! Aquí lo dice muy claro. ¡CLARÍSIMO! Si, sin duda tengo que llevarte a donde los vardenos ¡es un asunto de máxima urgencia!

-¿Quiénes son esos?- preguntó un poco asustada Ynärâh-.

- ¿No lo sabes¿Donde te has metido en estos años?

- No he salido.

- Bueno. Hay que pensar en cuantos días vendría bien llegar... sin agotarme mucho, pero siendo poco el tiempo empleado. En dos días si todo va bien... dame la mano.

- ¿Para qué?

- Damela- al final Ynärâh accedió a dársela. Sintió como si alguien la agarrara de los hombros y tirase de ella hacia arriba. A la vez giraba con brusquedad¿cuanto estuvieron así¿dos horas¿tres¿cuatro? Al fin con un estallido cayeron en una superficie de arena... el desierto de Hadarac.