Capitulo 20 - Declaraciones Risueñas y Tutorías familiares

Estimado señor Daniel Malfoy:

Lamentamos tener que informarle una noticia que suponemos, no le traerá demasiada alegría, si bien seguramente ya estaba informado de que sucedería.

El divorcio de sus padres, Draco Malfoy, auror del ministerio, y Pansy Parkinson, ex profesora de adivinación de la academia de Salem, ha sido ejecutado efectivamente.

Deberán, tanto usted como sus padres ya informados, presentarse el 15 de abril para definir quien se quedará con su tutoría, bajo las sospechas que su madre, Pansy Parkinson, de ser mortífaga.

Esperamos verlo en la fecha ya mencionada anteriormente en las cámaras subterráneas del Ministerio de la Magia.

Sinceramente,

Seamus Finnigan

Departamento de Aplicación de la Ley Mágica

Ministerio de la Magia

***

- Interesante. – Murmuró Draco contemplando su alrededor atentamente. Sus ojos grisáceos analizando la situación rápidamente.

- ¿Qué es exactamente interesante? – Preguntó Hermione mirándolo con incredulidad. Tono intensamente cortante.

- Que estemos persiguiendo a un mortífago, que antes teníamos enfrente de nuestras narices, en el bosque Treason. – Sonrió Draco amargamente. Harry tosió ligeramente. Últimamente se encontraba muy decaído de salud, pero lo necesitaban para encontrar y llevar a Azkaban al encargado de la muerte de Albus Dumbledore. No por un absurdo resfriado dejaría que el culpable huyera…

- El bosque Treason. Uno de los más peligrosos, por las criaturas extravagantemente peligrosas que habitan en él. – Susurró Hermione, quien siempre era la parte técnica de las capturas.

- Y por la magia negra que se respira en el ambiente. – Razonó Harry secamente, tosiendo nuevamente. Hermione le miró de reojo cuidadosamente y se tentó a decirle algo, pero cerró su boca antes de pronunciar palabra.

- Los mortífagos lo utilizan como refugio ideal por semanas, cuando quieren fugarse de la justicia. – Agregó Draco, recordando inocentemente este dato. Sonrió agradablemente. – Al final, de algo sirvió tanta geografía en la Academia, ¿no? – Rieron disimuladamente. Pero el clima se tensó y los tres sacaron las varitas al mismo tiempo.

Observaron atentamente el ambiente. Fijándose en cada extraño detalle, cada movimiento de sus intuiciones podía ser clave para el asunto. Pero nada sucedió, más que la reservada tos de Harry. Comenzaron a caminar sigilosamente entre la maleza y los árboles, una zona bastante cuidada, las afueras del verdadero bosque, al que nadie solía entrar en esos tiempos. Ni siquiera los miembros del ministerio encargados del control de las criaturas. Y ellos, un trío de aurores, estaban en pos de uno de los mortífagos más buscados en ese momento.

Sino estaba en ese bosque, Harry y Draco habían jurado que Ronald Weasley no contaría ninguna otra sospecha de paradero de mortífago. Se encargarían, más bien, que nunca más estuviera en el puesto que solían llamar "el rompecabezas." (Sección donde se acomodaban todas las pistas para una resolución justificada y acertada de los hechos.)

Los tres vestían unas túnicas de un púrpura oscurecido, que poseía en el pecho y en la espalda un escudo que los identificaba a la vista como aurores del Ministerio de la Magia. Harry no dejaba de preguntarse por que Percy había hecho los escudos de los aurores de colores tan saltones… Un mortífago los reconocería a metros de distancia.

Hermione les hizo señas sigilosas, señalando al suelo, donde se ubicaban delicadas huellas de pisadas humanas, suponían por la forma. Miraron más atentamente el camino indicado por Mione y sonrieron al mismo tiempo al encontrar la primera pista. El primer argumento afirmativo de que Malcolm estaba en ese bosque. Las huellas eran bien recientes.

- No, Mione, estás no son las huellas de Malcolm. – Sonrió Draco burlonamente. Ella le miró titubeante y extrañada, frunciendo el entrecejo.

- ¿Por qué, Draco?

- Porque Malcolm es una roñosa serpiente, y éstas no dejan huellas de estas formas… - Bromeó con el viejo humor irónico de siempre.

Harry elevó su varita lentamente, buscando algo con los ojos y luego cerrándolos mientras soltaba un largo suspiro. Murmuró unas palabras inaudibles para Draco o Hermione (ésta última se percató que las palabras estaban en otro idioma) y efectuó una serie de movimientos de la varilla muy curiosos. Se mantuvo rígido unos instantes y luego volteó su mirada verdosa a sus dos compañeros.

- He encontrado a Malcolm. O aunque sea, en la dirección en la que se dirige. – Anunció triunfantemente.

- ¿Cómo? – Preguntó sorprendida Hermione, aunque estaba acostumbrada a las habilidades especiales de Harry para hallar mortífagos.

- Dejamos lo técnico por hoy, y vamos a lo práctico, que el miserable se nos escapa, tórtolos. – Susurró Draco encrespadamente. - ¿Qué dirección, Harry?

- Norte. – Draco sonrió y comenzó a calcular, murmurando para sí mismo. Harry y Mione se sonrieron burlonamente, mientras Draco giraba alrededor de ellos.

- ¿Y…? ¿Para dónde es el norte, Harry? – Los dos Gryffindor soltaron carcajadas exageradas que ruborizaron al Slytherin.

- Por aquí, Draco. – Dijo Harry aún conteniendo una sonrisa causada por tanta risa. Giró hacia la derecha y empezó a caminar. Inmediatamente Herm y Draco lo siguieron, intercambiando miradas misteriosas.

No dijeron nada durante veinte minutos de caminata intensa y rápida, donde sus oídos se mantuvieron alertas a cualquier movimiento anormal del bosque y su contenido. Trataban de caminar con pasos silenciosos y suaves en lo posible, y buscando con la mirada cualquier factor que llamara la atención.

Nada, hasta que Harry se paró inesperadamente y Draco al estar tan absorto observando a su alrededor, casi choca con él. De no haber sido por una advertencia de Hermione en un susurro, el choque se hubiera producido, pero para la suerte de los tres aurores, no lo fue.

El chillido de un águila a pocos metros de altura de ellos les alteró y el trío alzó la mirada al cielo, alcanzando a tiempo a esquivar un ataque aéreo de una identidad desconocida. Una imagen algo extraña: un hombre (que Draco y Hermione no dudaron que era Malcolm) subido a una inmensa águila que se precipitó en picada para atacarlos.

Harry apuntó a la veloz figura del pájaro que se dirigía ahora hacia él y entrecerró los ojos en pura concentración. Agitó la varita, estableciendo una forma irregular, y murmuró unas palabras firmemente que ocasionaron que un potente rayo de luz azulino emergiera de la punta de la varilla. Éste dio contra el águila justo en el momento en el que se escuchaba una terrible explosión.

Draco, entre toda la confusión, alzó la varita y conjuró un escudo alrededor de la zona para evitar cualquier escape de Malcolm. Hermione se internó entre lo que parecía ser un duelo de encantamientos mal dirigidos de Malcolm hacia Harry. Entre ella y Harry aturdieron a Malcolm lo suficiente para que Draco pudiera conjurar las esposas mágicas y aplicárselas a éste.

- Sólo han atrapado a uno más del montón de los Schatten. Quedan muchos todavía. – Susurró lentamente Malcolm antes de perder el conocimiento.

***

Ha sido atrapado el mortífago causante de la muerte del célebre mago Albus Dumbledore. Éste era Malcolm Baddock y fue atrapado esta medianoche en el bosque Treason por los tres aurores del Ministerio de la Magia más activos y exitosos que ha tenido esta última década: Hermione y Harry Potter, y Draco Malfoy.

El mortífago era el profesor de pociones del colegio Hogwarts de Magia y Hechicería hasta hace unas cuantas semanas, luego del asesinato de Dumbledore, cuando no regresó al castillo para las clases e inmediatamente los directivos del colegio y el Ministerio de la Magia decidieron despedirlo.

Declaró, sin ni siquiera tomar la poción de la Verdad, que era el culpable y el ocasionador conciente de la muerte del ex director de Hogwarts.

Fue llevado a Azkaban sin más palabras ni declaraciones. No habrá juicio, pues las pruebas sobre la mesa están todas contra él. Cadena perpetúa.

No hemos conseguido testimonios de los tres aurores.

***

Noticia de último momento. Hoy, 15 de abril, se ejecutará la audiencia por la tutoría del joven Daniel Malfoy, hijo del famoso auror del MM, Draco Malfoy, y su ex esposa, Pansy Parkinson, quien está sospechada de ser mortífaga. En la audiencia, se juzgará a Parkinson antes que nada, para comprobar las pruebas existentes de que sea una bruja al servicio de la oscuridad.

De ser así, la tutoría del muchacho pasará automáticamente a Draco Malfoy, y Parkinson sería llevada a Azkaban, por un determinado tiempo.

En el Profeta de mañana les responderemos todas sus dudas, queridos lectores.

- Sólo dice puras idioteces. – Dijo James frunciendo el entrecejo y alzando la vista para observar a sus padres, frente a él.

- ¿Qué esperabas, James? – Cuestionó secamente Lilian sin levantar la vista de su desayuno. – No conseguirán mucha información y no será nada que nosotros no estemos enterados. – James elevó una ceja, interrogativamente.

- A veces es bueno saber que opina la gente de lo que sucede, Elizabeth. – Respondió fastidiado. – De no ser así, no sabrás como actuar frente a la prensa cuando se te echará encima hoy.

- Yo sé como actuar: ignorarlos y no dirigirles la palabra. – Contestó con la misma intensidad su hermana. Harry tosió disimuladamente y Hermione les miró advertidamente. Estando en casa por unos pocos días, siendo éste el primero, ya James y Elizabeth habían peleado más de lo acostumbrado.

- Será mejor que se vistan adecuadamente. Tendríamos que estar listos en quince minutos y estar en el Ministerio en veinte. – Anunció Hermione, poniéndose de pie y volteándose a ver a su marido. - ¿Te adelantas, cielo?

- Obviamente. Draco debe estar esperándome.

Sin mucha más insistencia, James y Lizzie se dirigieron a sus respectivas habitaciones y se colocaron las vestimentas formales que poseían, muy pocamente usadas por ellos. Solamente en audiencias en las que era necesaria sus presencias (escasas veces) y en reuniones importantes, más que nada.

Luego bajaron nuevamente al hall, donde se encontraba esperándolos impacientemente su madre, quien se encargó de modificar los detalles defectuosos de sus aspectos. James vestía una túnica con delicadas inscripciones rojizas en las mangas y en los bordes. Su cabello despeinado y alborotado estaba igual de informal que siempre. Mientras que Lillian poseía una túnica con los bordes y las mangas con ilustraciones de serpientes verdosas y plateadas. Su cabello castaño estaba lacio y brillante, seguramente por la aplicación rápida de alguna poción alisadora.

Ellos mismos habían elegido las túnicas el día anterior en Hogsmeade, por petición de Hermione.

Se dirigieron por chimenea a través de polvos Flu a la casa de los Weasley, donde habían quedado con Jo, Ronald y Lilian. Los tres estaban esperándolos pacientemente y luego de los saludos triviales, se dirigieron todos juntos a lo que sería el edificio del Ministerio.

***

Una larga mazmorra. Las paredes estaban constituidas de una piedra oscura, tenuemente alumbrada por antorchas. Algunos de los bancos a los dos lados estaban vacíos, pero muchos de ellos estaban ocupados. Testigos, gran parte de la Orden del Fénix, miembros importantes de la prensa. Enfrente, en los bancos superiores, estaban los miembros del Wizengamot (N/A: Corte Suprema de los Magos) En el centro, estaba Percy Weasley, el Ministro de la Magia.

James muchas veces había visto a Percy, al fin y al cabo, era el tío de Joanne. Sin embargo, en los últimos el ministro había estado mucho más preocupado por su vida social y pública, que por su vida privada y familiar. En fin, no había cambiado demasiado desde la última vez que lo había visto. Alto y delgado, con cabello moderadamente abundante, de un color potentemente rojizo, lo que representaba un símbolo de la familia Weasley. Lo que sorprendió y enfadó a James fue suponer que el ministro disponía más tiempo para encargarse de los juicios y audiencias, que de ocuparse realmente de las debilidades del ministerio.

Pero no tuvo tiempo de analizar nada más, pues Hermione le jaló hacia uno de los bancos vacíos del lado izquierdo y se encontró sentado al lado de Daniel, quien parecía estar en un mundo muy apartado de la Tierra. Sus ojos grises reflejaban indiferencia e insensibilidad, fijos en el Wizengamot, y su rostro estaba más pálido de lo normal. Intercambió miradas preocupadas con Jo, sentada del otro lado de él. Elizabeth se hallaba del otro lado de Joanne. Más allá estaban Hermione, Ron y Lillian.

Entre murmullos silenciosos, se inclinó junto con Joanne para buscar a Draco y a Harry. Obviamente, no estaban en la zona de los miembros del Wizengamot, pero no lo encontraron entre los bancos vacíos. ¿Dónde…?

Justo cuando disponía por ir a preguntarle a su madre, James observó hacia la entrada y se impresionó de contemplar el cabello rubio de Federic Esdara, acercándose hacia ellos. Los saludó a los cuatro con sonrisa amigables y se sentó al lado de James, en el final del banco.

- ¿Cómo están? ¿Preparados para la audiencia? – Preguntó como si tal cosa, tono de voz que hizo que el entrecejo de Daniel se frunciera indiscretamente. Jo carraspeó sonoramente, dirigiéndole a Esdara una significativa mirada.

- Estamos bien, sin llegar al punto de la máxima felicidad, Federic. – Contestó Joanne segundos después. – Me pregunto cuando empezará la audiencia… - Dijo mientras consultaba su reloj de muñeca.

- El Wizengamot… - Murmuró Federic mirando atentamente los rostros ocultos en las sombras de la mazmorra. – Ningún rostro nuevo, por lo que observo. ¿Dónde está tu padre, James? – Preguntó al darse cuenta de la ausencia de éste.

- Muy buena pregunta, lamento no saber la respuesta, Fed. Por lo que sé, está con el padre de Dan. – El Slytherin alzó las cejas, curiosamente.

- ¿Y la madre de Dan?

- Debe estar con los aurores de guardia, ¿no? Al fin y al cabo, está sospechada de ser… - Esta vez fue Joanne la que recibió significativas miradas y tuvo que detener su discurso.

- Bueno, parece que ya va empezar… - Anunció Lizzie con una débil sonrisa. – Dan, saldrá todo bien, ya verás.

Se hizo un incómodo silencio en la mazmorra y todos estaban expectantes, observando de reojo la entrada principal, donde ya nadie más ingresaba. El ministro se había inclinado en su asiento y se mantenía erguido orgullosamente, sus ojos adheridos indiscutiblemente hacia el frente.

Entre el mutismo, comenzaron a oírse pasos suaves y livianos, aproximándose a la mazmorra. Frente a todas las miradas atentas, las figuras indolentes y prepotentes de Draco Malfoy y Harry Potter hicieron su aparición, penetrando a la mazmorra, primero Draco, seguido de Harry.

Malfoy se sentó, sin poder evitar su nerviosismo, en la primera fila de bancos, un poco más delante de donde se encontraban James y compañía. Harry, en cambio, continuó su rumbo y se paró frente al Wizengamot, inclinándose y murmurando unas palabras a Percy, con su rostro firme y serio. Percy le dirigió una mirada de advertencia y Harry le devolvió una que perfectamente indicaba peligro y disconformidad. Sin decir más, se volteó y se sentó al lado de Draco, intercambiando inaudibles palabras con éste.

Luego de ellos, ingresó Pansy Parkinson, seguida inmediatamente por cinco aurores de nivel avanzado. Ella se sentó elegante y engreídamente en la silla, cuyos brazos estaban llenos de cadenas elásticas, que entrechocaron amenazadoramente, pero no la ataron. Los aurores permanecieron en las puertas de ingreso, ahora cerradas.

- Pansy Parkinson. – La voz de Percy sonaba seca. – Se la ha traído a este lugar desde su actual residencia para prestar declaración ante el Ministerio de la Magia, para responder por los cargos relacionados con las actividades de los mortífagos de la que está acusada. De ser aprobada esta versión, perderá la tutoría de su hijo presente, Daniel Malfoy, junto con la determinada sentencia.

- Audición del 15 de abril ante la junta de la Ley Mágica por Pansy Parkinson: Percy Ignatius Weasley, ministro de magia; Miembros del Wizengamot; Laura Madley, viceministra; Copista del tribunal, Stewart Ackerley. ¿Testigo para la defensa?

- Lucius Malfoy. – Dijo una voz apacible desde la parte posterior de la sala. Todos lo miraron fijamente, salvo Pansy, quien sonreía casi triunfantemente mirando al frente. James observó de reojo como Daniel se incomodaba en su asiento y no pudo evitar sonreír solazadamente al percatarse que las miradas intensas de odio de Draco y Harry estaban instantáneamente dirigidas a Lucius. Federic y James intercambiaron miradas, sabiendo que pensaban lo mismo. 'Esto se está poniendo interesante…'

Lucius se sentó en la silla que estaba al lado de Parkinson con autosuficiencia. Miró sonriendo malvadamente en dirección a Harry y Draco, quienes le devolvieron la mirada olímpicamente. Harry se inclinó levemente, hacia que sus labios rozaran los oídos de Draco.

- Parece que esta mañana irán dos en vez de una persona a Azkaban, Draco. – Susurró suavemente, sólo para que Draco le oyera, sin dejar de mirar al padre de éste.

- Hay intensos argumentos en su contra, señora Parkinson.

¿Qué me dice de haber participado en el ataque a Londres, hace unas cuantas semanas?

- Mentira, señor Ministro. – Contestó solemnemente ella. – Miembros del ministerio podrán asegurar que yo me encontraba entre la defensa de Londres.

- ¿Cómo sabía usted de que tal ataque se efectuaría?

- Cómo todo el mundo, señor Ministro. – Voz burlona. – Los aurores buscaban refuerzos unos días antes del ataque. Era de suponer que éste se ejecutaría, y me dirigí al ministerio para intentar lograr que me permitieran participar en la defensa.

- ¿Fue aceptado su pedido?

- Por supuesto.

- ¿Documento que lo afirma?

- Inexistente. Un trato de palabra y estrujones de manos.

- ¿Con quienes?

- Stephen Barker y Albus Dumbledore. – Harry frunció el entrecejo incautamente. Dumbledore no podía atestiguar por aquello y no recordaba que le hubiera mencionado nada de Parkinson en el grupo de defensa. Sin embargo, el testimonio de Stephen aseguraría aquello. Pero no dejó de invadirlo la extrañeza e inseguridad hacia la información brindada.

- ¿Stephen Barker, jefe del departamento de seguridad mágica? – Parkinson asintió lentamente. Entre las personas sentadas en los bancos, Barker se levantó y se dirigió al centro de la mazmorra, observando atentamente al Wizengamot.

- ¿Veritaserum? – Pidió Weasley y en cuestión de segundos lo tuvo en sus manos. Stephen se sentó del otro lado de Parkinson y permitió que uno de los miembros del Wizengamot introdujera tres gotas de la poción de la verdad en su boca. En unos cuantos segundos, sus ojos estaban perdidos y lucía terriblemente débil.

- ¿Puede asegurar usted, Stephen Barker, que la señora Pansy Parkinson, días antes del ataque, se presentó en el ministerio, ofreciéndose como parte de la defensa? – Harry contemplaba atentamente cada uno de los gestos y expresiones del rostro de Barker. Dudar de un camarada no era algo común en él, pero primero prevenir. No apareció nada que lo hiciese dudar de que decía la verdad.

- Puedo hacerlo.

- ¿Y qué me dice del ataque de Londres? ¿La vio entre la defensa de Londres? – Preguntó Lucius Malfoy con voz absolutamente venenosa.

- Sí, participando activamente de ésta. – Draco y Harry intercambiaron miradas dudosas.

***

- No te preocupes, Draco, todo saldrá como debe salir. – Aseguró Lillian en el receso luego de la declaración de Barker.

- Me preocupa. Me fío del testimonio de Barker, pero… ¿por qué Albus no me comentó nada…?

- Capaz no tuvo tiempo de hacerlo, Draco.

- ¿Y Parkinson no me podría haber comentado?

- Eso no tiene redundancia de importancia ahora, Draco. – Cortó Harry mientras examinaba unos pergaminos apoyados sobre la mesa. – El caso es que tiene los argumentos para evitar la sentencia. Y que Lucius Malfoy sea la defensa, no me está gustando nada.

- ¿A caso crees que ése puede vencernos? – Chillaron al mismo tiempo Ron y Draco. Harry negó frustradamente con la cabeza, poniendo los ojos en blanco.

- No me refiero a eso. Sino que estén planeando hacer algo en contra nuestro utilizando a Daniel. ¿Sino, para qué va a defender a Parkinson?

- ¿Porque le cae bien? – Contestó Ron sonriendo ligeramente, luego poniéndose serio ante la mirada asesina de Herm, Lillian y Draco.

- Tiene mucha lógica lo que dices, Harry. – Aprobó Lilian pensativamente, mientras tomaba un poco de café. Se hallaban teniendo un pos-desayuno en una cafetería muggle, no muy lejos de la zona del ministerio. Hermione miró de reojo a los cinco jóvenes, que tomaban unas bebidas Muggles charlando animadamente.

- ¿Qué es lo que le dijiste a Percy al entrar, Harry? – Preguntó Hermione seriamente, observando a su marido fijamente. Éste hizo un gesto de impaciencia y de rencor reflejándolo en una mueca.

- Le pedí una cita para mañana a la mañana en su despacho.

- Ni tendrías que haberle preguntado. – Replicó Lilian. – Tendrías que haber ido, al fin y al cabo, eres Harry Potter, miembro importante de la asamblea de aurores del MM. Ahora no irá mañana al Ministerio.

- Será él el que afronte las consecuencias de su ausencia a la cita, no yo. – Sonrió astutamente Harry.

- Si tú lo dices…

***

- Es hora que el Ministerio dé sus pruebas de porqué cree que la señora Pansy Parkinson forma parte del círculo de brujos oscuros, antiguos seguidores del Dark Lord. – Anunció Percy cuando todos estuvieron en sus correspondientes puestos y en silencio. – El señor Draco Malfoy es el encargado de este tema… Adelante. – Los ojos de Weasley se localizaron sobre la figura orgullosa de Draco, sentado en la silla delante de todos los presentes.

- Fue acusada hace aproximadamente cuatro años de participar en la tortura hasta la muerte de Emmeline Vance, miembro de la Orden del Fénix, cabe recordar. Sospechábamos que ella había sido una de las espías que le otorgó información a los mortífagos del lugar donde se encontraba la señora Vance. Los cargos fueron anulados, por la escasez de pruebas y testigos al favor de la sentencia.

- En varias ocasiones se la encontró pasando información del Ministerio de la Magia a Agatha Timms, mortífaga que no hace falta recordar, está en Azkaban, cumpliendo su sentencia de veinte años allí.

- Fue despedida de la Academia de Salem, tras sospechas de haber amenazado, hasta llegar a atacar, a ciertos alumnos, hijos de miembros importantes de la comunidad mágica mundial.

- Pero más allá de eso, fue perdonada por el MM y el Wizengamot, con la advertencia de que cualquier movimiento extraño de su parte terminaría sentenciada a Azkaban, bajo mi custodia personal. La pasada semana, he renunciado a esa custodia, como todos deben saber, ofreciendo las razones de dichosa elección. – Suspiró un instante y velozmente intercambió una significativa mirada con Harry, que no estaba muy lejos de donde él se encontraba.

- Hay un punto que hay que destacar. – Continuó Draco. – Se le había prohibido toda clase de testigo para la defensa en esta audiencia. Y sin embargo, estoy viendo a Lucius Malfoy, sentado a su lado. – Intercambió desafiantes miradas con su padre. Miradas de odio y recelo. - ¿Puede decirme por qué, señor Ministro? – Preguntó con un tono particularmente inocente e interesado.

- Por una nueva ley, sacada por el Ministerio de la Magia, hace una semana, señor Malfoy. – Dijo Percy frunciendo el entrecejo. – Acaba de demostrar que no lee el Profeta…

- No lo creo necesario, señor Ministro. La poca información que posee dichoso diario es muy poco relevante y demasiado engañosa. La mayoría de lo que aparece allí son mentiras o acontecimientos irresolutos, pues el Ministerio de la Magia nunca permitirá informar realmente a la comunidad de todas las causas y consecuencias de un ataque tan singular, como fue el de Londres. Trabajo en el Ministerio, y sin embargo, no he escuchado nada sobre dichosa ley.

Percy permaneció callado unos instantes hasta que carraspeó sonoramente y tomó un pergamino de los que se encontraban apoyados a su lado, comenzando a anotar algunas líneas en él y pasándoselo a Stewart Ackerley, el copista.

- Una ley que permite que cualquier persona, aunque esté al máximo de las pruebas en contra de su libertad, tenga la oportunidad de una sólida defensa, con un testigo para ello. – Dijo Percy luego que un silencio tenso inundara el salón.

- ¿Con qué finalidad se aplica esa ley, señor Ministro? – Preguntó insolentemente Ronald, poniéndose de pie para que Percy pudiera advertir quien había hablado. Las personas sentadas en los bancos intercambian opiniones en murmullos, aunque sin perderse ni un detalle del roce de los aurores con el Ministro. - ¿Para dejar libre a aquellos magos que torturan y matan cruelmente a personas de nuestra comunidad? Puede que usted no se haya dado cuenta todavía, pero el Wizengamot está manchado, parcialmente compuesto por personas infieles a los ideales del MM. Nosotros, los aurores, tenemos largas listas de sospechosos, que no podemos mandar a una justa audiencia pues forman parte de un círculo íntimo y privado del MM.

- Esto es un tema que debería tratarse en una junta del Cuartel de Aurores, señor Weasley… - Comenzó a decir Percy, pero Harry le interrumpió.

- ¿Juntas que nuestro Ministro nunca está presente? ¿O el Wizengamot? Pedimos la presencia de éstos, pero parece que están sordos a nuestros urgentes llamados, señor Ministro… - Dijo en un tono neutral y tranquilo, aunque con una chispa de burla e ironía. Percy quedó de piedra, sin saber que decir ante las directas acusaciones. En el salón, sólo se escuchaban las plumas con los pergaminos de los miembros de la prensa, que escribían briosamente.

- Volvamos a la audiencia, por favor. Este tema no tiene ni remota cercanía a la sentencia de Parkinson… - Gran parte de las personas en los bancos susurraron frases en contra de la opinión del Ministro.

***

- Pido a los miembros del jurado – Prosiguió Percy Weasley – que levanten las manos si creen que Pansy Parkinson merece cadena perpetua en Azkaban.

La mayoría de los magos que formaban el Wizengamot levantaron las manos simultáneamente, sin vacilar, mirando fijamente a Parkinson, sentada indiferentemente en la silla enfrente de ellos, mirándolos monótonamente. La multitud sentada en los bancos comenzó a aplaudir entusiastamente. En menos de cinco minutos, cinco aurores rodeaban a Parkinson y la jalaban hacia la salida de la mazmorra.

- ¿A dónde se la llevan ahora? – Preguntó Daniel a Ronald, sentado a su lado. El joven Malfoy estaba terriblemente pálido y con los ojos escasos de brillo.

- A una mazmorra subterránea del ministerio. Dentro de una hora y media, hará su última declaración y será llevada a Azkaban. – Contestó Ron sin mirarlo directamente.

***

- ¿Qué quieres hacer, Dan? – Preguntó Joanne en un murmullo insistente y intensificando su mirada enfadada en dirección al rubio.

- Sólo síganme, no hagas preguntas. No ahora. – Respondió Daniel sin voltearse a verla.

James intercambió extrañadas miradas con Joanne y apuraron el paso para no quedarse atrás. Federic Esdara susurraba algunas indicaciones de orientaciones directas y certeras a Daniel, que ambos Gryffindor no llegaban a escuchar completamente. Elizabeth simplemente se mantenía silenciosa, con la vista fija en el suelo, siguiendo a su hermano y a una de sus mejores amigas, sin demasiadas ganas de opinar o de ocuparse del asunto.

- No avisamos a nuestros padres… - Continuó quejándose Joanne preocupada, sin reconocer la zona que estaban circulando del ministerio. – Deben estar inquietos por nuestra ubicación… y…

- Cállate por favor, Joanne. – Pidió soberbiamente Esdara. Jo cerró la boca, indignada, y James apretó sus labios en una expresión de furia.

- No puedes hacer callar a Joanne, Federic. Ella está exponiendo sus intranquilidades para que *tus* plantes no se arruinen, ni nos hagan a *nosotros* el futuro imposible. – Gruñó James, destacando ciertas palabras con voz potente.

- Ninguno de nuestros planes de arruinará, salvo que no guardes silencio, James. – Replicó Esdara frunciendo el entrecejo.

- *Yo* guardaré silencio cuando *yo* quiera, no cuando *tú* me digas, y *no* hasta que no nos respondan a Jo y a mí. – Dijo James, comenzando a perder la paciencia con el dúo. Jo le miró una mirada de advertencia y le susurró unas palabras tranquilizantes, que no funcionaron en ese momento.

- Bien. – Dan se volteó a ver al cuarteto que seguía sus pasos. Lilian finalmente levantó la mirada del suelo, prestando atención por primera vez a la discusión. – Les contaré nuestro plan. Vamos a rescatar a *mi* madre de las garras del ministerio, para que no esté en Azkaban el resto de su vida.

- Solamente ahora tenemos la oportunidad. Si dejamos pasar ésta, no habrá otra. – Agregó Federic presuntuosamente. – Sino quieren ayudarnos – Intercambió desafiantes miradas con los dos Gryffindor, que estaban a punto de contradecir la idea – pueden darse la vuelta y permanecer callados, sin participar de esto y sin afectarnos. Pero bien, terminarían demostrando que no les importa la amistad que han mantenido por años con Daniel.

- Así que esa era tu jugada, Esdara… Hacerlos quedar a Joanne y a mí como infieles, indiferentes a los problemas de nuestro amigo. Hacernos dudar y titubear… Ya veo… - Susurró fastidiosamente James, con su poderosa mirada esmeralda fija en el Slytherin.

- Ayudaremos. – Contestó Joanne pocos instantes después, silenciosamente. – James y yo seremos prudentes y no hablaremos ni opinaremos. Ustedes manejan la situación. ¿Entendido? – Miró intensamente a James, que asintió lentamente.

- Perfecto.

***

La sala parcialmente iluminada por el mínimo fuego de las antorchas colocadas sobre las frías paredes, emitiendo una tenue luz increíblemente suave, frágil y delicada, como una cálida brisa primaveral. Abrieron la puerta lentamente, al mismo tiempo que ésta producía un inaudible y sutil gemido. La sala no poseía ventanas, ni chicas ni grandes. Les invadió una sensación de encierro y sofocación, sorprendentemente helada.

Entraron temblorosamente y contemplaron una sombra, acurrucada miserablemente en el fondo de la sala, murmurando incoherencias y palabras inverosímiles. No muy lejos de ésta, había una criatura, con apariencia de ser enorme, por la reducida y estrecha que era la habitación. Se sentía su ahogante y venenoso aliento, a pesar de la distancia que tenía con el quinteto. Sus suspiros, anhelantes de absorber la felicidad y ánimos de vida de cualquier ser que se le cruzara frente a su anónimo y escalofriante rostro, oculto bajo una capa del color de las tinieblas. Un Dementor.

James levantó su varita poderosamente y tras un gracioso y jovial movimiento de ésta, conjuró el encantamiento correspondiente para crear un Patronus. Y uno realmente espectacular, que mantuviera a raya las energías negativas que emitía la criatura.

Daniel y Federic se adelantaron hacia la persona oculta en la oscuridad de la mazmorra, y la agitaron por los hombros, para que su mente se concentrara en la realidad y sus ojos se centraran en los suyos, los grisáceos opacos de Dan. Lo hizo y soltó una exclamación ahogada, por dos simples y lógicas razones: ver a su hijo y a sus amigos en la sala-cárcel, junto a ella, y dejar de sentir las influencias oscuras del Dementor en ella. La luz tenue de la sala la aturdió visiblemente y más lo hizo el Patronus de James, que iluminaba entera y sobresalientemente la sala, una luz natural, hecha por la fantástica y pura magia del joven.

- Ma… - Susurró suavemente Dan. – Te salvaremos. No dejaremos que te pudras injustamente en Azkaban. No lo mereces, Ma, yo creo en ti…

Federic sonrió y ayudó a Pansy a incorporarse lente y elegantemente, por lo débil que se encontraba la mujer, junto con Dan. Le hicieron una seña significativa a James y éste desconfiguró su Patronus rápidamente. Joanne les miraba nerviosamente, Lilian permanecía en la puerta, observando todo abstraídamente. Salieron de la sala, los jóvenes con la adulta, y comenzaron a deslizarse veloz, pero sutilmente, por el pasillo interminable…

***

Escape de Parkinson de las Garras del Ministerio

Sucedió entre las siete y las siete y cuarenta y cinco minutos de la noche, luego de su declaración al Ministerio de la Magia, tras estar frente a toda la Corte Suprema de Magos, siendo juzgada por sus delitos. Estaba encerrada junto a un controlado Dementor y aseguraron mágicamente la puerta, para que sólo se pudiera forcejear la cerradura desde afuera, no desde adentro. Los pasillos estaban levemente vigilados, atentamente.

Alguien ayudó en el escape, y estuvo previamente planeado: los movimientos eran demasiado cautelosos y paulatinos para que fuera un plan sacado de la nada e instintivamente. Ella sola no puedo haber sometido a la criatura oscura a su voluntad y a la vez escapar ilesa y viva.

Las sospechas se dirigieron rápidamente hacia su testigo para la Defensa: Lucius Malfoy, padre de Draco Malfoy, ex marido de Parkinson, con la que tuvo a su hijo único, Daniel Malfoy. No obstante, Lucius Malfoy mostró sus pruebas y ofreció los suficientes testigos para demostrar que no se encontraba en el momento del escape en el Ministerio de la Magia. Se mostró pasmado ante la noticia de que Pansy Parkinson había escapado.

Procedimos a dirigirnos al cuartel de Aurores, para saber cómo estaban manejando la situación de la fuga de Parkinson y cuál era la sensación y clima que en ese momento se veía en el departamento. Pudimos conseguir una declaración exclusiva de Harry Potter.

- ¿A qué hora exactamente llegó la noticia de la fuga al departamento, señor Potter?

- Siete y cuarenta y tres minutos. Pero el escape había sucedido demasiados minutos antes. Los aurores que nos encontrábamos en ese momento en el MM, nos distribuimos por las cercanías en busca de su pista. Ordenamos una lista de las personas que ingresaron al MM desde la mañana y que permanecieron hasta aquel momento, y también una búsqueda intensa por los pasillos, departamentos y mazmorras del MM: estaba la posibilidad de que Parkinson no hubiera salido de las paredes del MM.

- ¿Se encontró alguna pista de su situación actual o de cómo y con quién escapó, señor Potter?

- Falta analizar, imagina que no ha pasado ni dos horas desde que todo ocurrió. Las pistas por el momento son demasiado escasas para basarnos en algo concreto. ¿Cómo escapó? Con ayuda, obviamente. Usaron el encantamiento Patronus, pues quedó la energía positiva de éste en la mazmorra. El Dementor estaba demasiado noqueado. La puerta fue abierta con un avanzado Alohomora Ipem o similar. Fue más de una persona la que cooperó en esto.

- ¿Qué medidas piensa tomar el Ministro, frente a esta fuga, señor Potter?

- Está fuera de mi conocimiento actual, lo lamento.

- ¿Puede hablarnos de la ley que le permitió a Parkinson tener un testigo para la defensa, señor Potter?

- Esa ley permite que cualquier persona, aunque todas las pruebas estén a favor de la sustracción de su libertad, tenga la oportunidad de una sólida defensa, con un testigo para ello.

- ¿Está de acuerdo con esta nueva ley?

- Diré esto exclusivamente para el Ministro, mensaje de todos los aurores que trabajan para el MM. Nos parece muy… ilógico, que una persona que no goza de posibilidades de salvación, frente a todas las pruebas que nosotros, los aurores, ofrecemos. Está poniendo en duda nuestras pistas, investigaciones, estrategias y movimientos para la captura de los magos oscuros (anteriormente llamados 'Mortífagos.') Le daré un ejemplo, así se da cuenta de la perdida de tiempo y de la terrible desconfianza: de haberse aplicado esta ley semanas antes, Baddock Malcolm hubiera tenido la posibilidad de defenderse, a pesar que *todos* vimos como asesinaba a Albus Dumbledore y que *todos* están al corriente de la estrategia rigurosa que tuvimos que adoptar los aurores para capturarlo. Es una ley que no merece ser llamada ley.

- Estamos al tanto de que usted ha sido amigo de Draco Malfoy desde hace muchos años, ¿podría mencionarnos algunas de las razones del divorcio con Parkinson, señor Potter?

- Ser infiel es la suficiente razón como para un divorcio. Y no ser solamente infiel en el sentido de tener amantes, sino también en toda cuestión del MM y del círculo de magos tenebrosos. Parkinson es una mortífaga y Draco un auror. Éste la toleró durante años, por su hijo. ¿Qué más quiere saber del asunto? Es como cualquier matrimonio. Cuando llega su fin… llega, no se puede evitar.

- ¿En que sentidos le ha afectado la muerte de su antiguo mentor, Albus Dumbledore?

- Le extrañaré incansablemente, y estoy seguro que no sólo yo lo haré. La comunidad *deberá* extrañarlo. No encuentras todos los días a un Albus Dumbledore por la calle. Y hará falta sus consejos, sus estrategias, su mentalidad, su vitalidad, su alegría, en esta guerra próxima. Demasiado próxima, para mi gusto.

***

Miraron interesantemente a la madre de Joanne, y observaron un leve color rojizo en sus mejillas anteriormente pálidas. James intercambió joviales sonrisas con Dan y Jo, quienes le devolvieron la expresión, inundada de ansiedad. Era su última noche en Londres, concluyendo el plazo de unos días que les había dado Severus para la audiencia.

En esas últimas veinticuatro horas no había sido encontrado ningún rastro trascendental de Parkinson, y los adolescentes agradecían su suerte. Pues, el ministerio estaba en la búsqueda también de quienes podrían haber ayudado a Parkinson, y aseguraban tomar represiones contra éstos, en cuanto supieran quienes habían sido. Y estaban muy lejos de saberlo, advirtieron inmediatamente. Habían pensado que en los primeros que se fijarían serían en ellos, pues no era demasiado inusual que un hijo fuera en presunción de un rescate a su madre, pero en ningún momento alguien les miró a ellos. Con esto comprobaban que había casos en las que las respuestas eran obvias, pero nadie las averiguaba.

Así que estaban en ¿una cena familiar? Sí, suponían que así podía llamarse. En casa de los Weasley… Todas las cenas familiares tenían una razón de existir. O sea, que la gran noticia sería de parte de ellos. Le preguntaron a Joanne millones de veces si sabía de la *gran* noticia, pero ella negaba sinceramente, ni siquiera había sospechado que algo anormal hubiera estado sucediendo.

Bien, allí estaban. Sirius y Arabella Black, Remus Lupin y su reciente pareja (bueno, reciente era equivalente a nueve meses, véase.), Harry y Hermione, Draco, Lilian y Ron, Severus Snape (supusieron que fuera alguna absurda idea de Lillian), Arthur y Molly Weasley, junto con el cuarteto de adolescentes, Dan, Jo, James y Elizabeth. Y todos mirando a Lillian. Muchos de los presentes sonreían, obviamente ya sabiendo la noticia (Harry, Ron, Hermione y Draco.)

- Bien… Bueno… - Comenzó algo titubeante Lillian. Ron compartía el nerviosismo de su esposa, mientras que Herm y Harry intercambiaban murmullos audibles, pero igualmente no se llegaba a entender lo que decían. - Seré directa, pues… no creo que el tema tenga demasiado desarrollo para un discurso… - Los ojos verdosos de Lillian se dirigieron velozmente hacia Joanne, quien la miraba intrigada.

- Jo, tendrás un hermanito.

Reviews, por favorrr! Qué no cuesta mucho y me alegras la existencia! T.T