Guía de expresiones para principiantes: (tenía que incluirlo por si las moscas.. xD)
- ^_______^ : Felicidad, inocencia o burla.
- T_______T : Sollozo, derrotado o herido.
- O_______O: Sorpresa.
- O___o (O.o): Aturdimiento.
- ¬________¬ : Decepcionado, resignado, fastidiado o suspiro.
- n_____n : Felicidad, inocencia o burla.
- ______ : Mareado, frustrado…
- xD : Risas.
Parte 2 – Segundo año
Capitulo 22 - Verano alocado: Cambios profundos y sueños ocurrentes- No me lo puedo creer… - Murmuró Ron mientras caminaba junto Draco y Harry rápidamente por los pasillos de San Mungo. – Es increíble…
- ¿Cómo pudo haber empeorado tanto en dos horas? – Cuestionó Draco, no muy lejos de alcanzar el grado de la incredulidad de Ronald.
- Ya, tranquilos. Nos han mandado para que custodiemos que nadie entre en la habitación y para calmar a la prensa… Deben estar todos allí. – Murmuró Harry en una posible fase de mal humor.
- No deberían habernos mandado a nosotros aquí. Deberían haber mandado a otras personas de otros departamentos. Miren si por casualidad del mundo, ahora acontece un ataque de mortífagos en Inglaterra… ¿Dónde está Potter, uno de los jefes del departamento? ¿Y Weasley, la estrategia? ¿Malfoy, el líder del grupo B?
- Los del MM son todos unos idiotas sin remedio… ¬_______¬
- ¿Recién te das cuenta, Ron? – Bromearon levemente Draco y Harry, pero automáticamente la risa fue ahogada.
- Ya, veamos el lado positivo… - Pidió Harry frustradamente. Draco y Ron se miraron pensativamente, para terminar suspirando.
- Inexistente. – Dijeron a coro. Y no pudieron menos que blasfemar al subministro cuando la prensa se les echó encima al llegar al pasillo donde se encontraba la habitación del Ministro.
- ¿Se encuentra bien el ministro, señor Potter? ¿Puede comunicarnos cuál es el estado actual del ministro?
- ¿Cómo ha reaccionado el Ministerio de la Magia ante la situación del Ministro, señor Malfoy? – Draco se quedó mirando pasmado al periodista que le había preguntado aquello, tragando saliva. No se encontraba del todo buen visto en el MM en esos momentos como para hacer comentarios al respecto.
- ¿Piensan pedir elecciones inmediatas para la candidatura a nuevo ministro, luego de esta inesperada recaída, señor Weasley? – Ron hizo una mueca de desdén y retrocedió involuntariamente al percibir como todos los periodistas los estaban acorralando.
- Ya basta. – Dijo Harry lo suficientemente potente para que todos los periodistas voltearan su atención hacia él. Ron se enderezó e intercambió miradas de advertencia con Draco. – Nosotros sólo hemos venido aquí a hacer nuestro trabajo, no para contestar preguntas, señores. Esto es un hospital, en todo sentido de la palabra. Así que se van de aquí o me van dando sus nombres y del periódico para el cuál trabajan, para hacer un par de denuncias... – En cuestión de instantes, y con murmullos reprobatorios, los periodistas se fueron distanciando, en dirección a la salida.
- Volverán. – Murmuró Draco observándolos de reojo.
- Obviamente. Pero podremos manejar mejor la situación, estando adentro de la habitación del ministro y viendo con nuestros propios ojos la realidad, para ofrecer mínimas respuestas. Yo no estoy dispuesto a tener a todo el MM en contra, sólo por una absurda e injustificada declaración a la prensa. Ya he tenido suficientes problemas con lo de Parkinson, así que adentro. – Harry abrió lentamente la puerta de la habitación, notándose en sus facciones que el malhumor iba empeorando.
Habiendo estado ya antes en San Mungo, no se sorprendieron de lo blanco que era todo ni de la tranquilidad que parecía reinar allí adentro, a pesar de cualquier mal que invadiera la habitación. Percy estaba recostado en una cama, la única de la habitación, inconsciente. A su lado, un doctor y una enfermera se encontraban controlando la situación y sacando opiniones sobre la salud del ministro. Del otro lado de la sala, estaba uno de los secretarios de Percy, un consejero del ministerio y el jefe del departamento de Salud Mágica. Este trío saludó cordialmente a los recién llegados. El jefe del departamento se puso de pie y se acercó velozmente a ellos.
- El ministro se encuentra en una situación muy delicada. – Informó, con voz seca. – Mi consejo sería que alguno de ustedes volviese al MM y pidiera urgentemente elecciones…
- AH, eso sí que no. – Negó Ron frunciendo el entrecejo. – Si nos han hecho venir aquí, yo no pienso volver. No cambiará nada si piden ahora las elecciones a que si las piden mañana.
- Creo que tiene razón, señor Weasley. – Corroboró el secretario de Percy, con su rostro serio y demacrado a pesar de no ser demasiado mayor de edad. – Además sería demasiado apurado pedir ya las elecciones, el ministro todavía puede mejorar…
- No. – Rechazó Harry tercamente. – Le hemos estado esperando durante un mes entero, desde su accidente. No ha sufrido mejoras (ni siquiera ha estado consciente desde hace dos semanas), sí decaídas de salud. Ahora, se encuentra en un riego máximo de fallecimiento. Hay que pedir elecciones, lo más pronto posible.
- No entiendo como un accidente pudo haber hecho esto… - Murmuró pesadamente el consejero, un hombre de edad mayor.
- Percy Weasley no es inmortal, señor Epoch. – Replicó Harry con altivez. – Es humano, los accidentes pasan, la muerte es natural en el ciclo de la vida.
- Aunque todavía tenemos la esperanza de que sobreviva. – Agregó Draco con nerviosismo, a la vez que le dirigía una mirada de precaución a Harry, viendo las expresiones de los rostros del consejero, el secretario y el jefe del departamento de salud ante la frase del auror. Potter se resignó, cruzándose de brazos y sentándose en una de las sillas cercanas.
- Dentro de dos horas tendremos que estar en King's Cross. – Anunció Ron a Draco y a Harry, observando su reloj de muñeca, sobre todo para cambiar de tema. – Me pregunto si todo ha ido bien en Hogwarts.
- Según las cartas que nos han enviado los muchachos, anduvo todo normal. – Aseguró Draco, sentándose al lado de Harry cansadamente.
- Yo ya quiero saber las calificaciones de Jo. – Fanfarroneó Ron orgullosamente en broma. Draco sonrió malévolamente, ante la idea que surcó por su mente.
- ¿Qué te aparece si apostamos por las calificaciones de nuestros hijos? – Sugirió Malfoy, sonriéndole también a Harry.
- Paso. ¬__¬ - Respondió Harry fatigadamente. – Todavía tengo que pagar la Visa saturada, como para tener deudas con ustedes ¬___¬
- Uh, qué pena, Harry. Yo acepto. n___n - Dijo Ron, con sus ojos celestes brillando especialmente.
- Diez mil gallones a que Dan ha superado a Jo en las calificaciones. – Apostó Draco sonriendo.
- ¡Acepto! – Exclamó Ron, avecinando la victoria.
- Ustedes están locos… - Murmuró Harry, sintiéndose perdido entre personas incoherentes.
- Y orgullosos de serlo. ^______^ - Suspiro resignado de Potter.
- Ejem. Volviendo al tema de importancia… - Dijo el jefe del departamento de salud, interrumpiendo la conversación ligeramente infantil. – Acabo de hablar con el doctor… - El trío de aurores observó expectante sus palabras. – Le quedan cinco horas de vida como máximo a Percy.
***
- ¡Yeah! ¡Welcome, vacaciones de verano! – Chilló felizmente Daniel cuando el Expreso de Hogwarts se detuvo en King's Cross. – Merecidas vacaciones n__n
- No me hables de merecimientos… - Murmuró Joanne, harta de las fanfarroneadas de Malfoy.
- Ni me hablas a mí de vacaciones. – Se quejó Federic. – Tendré que pasar todo el verano estudiando para ir a fines de agosto a rendir un examen de cada materia que desaprobé… Sino las apruebo, me las llevo previas a tercero. T__T
- Eso es tu culpa, por no estudiar como corresponde, Bro. – Se burló Daniel, mientras bajaba su baúl graciosamente, con un excelente buen humor.
- Cállate, que me has pegado bajo. ¬___¬
- Vamos, Fed, arriba el ánimo. Aunque sea, no la tendrás a Jo detrás de ti para que estudies. – Le guiñó un ojo James socarronamente. Joanne soltó una exclamación indignada y se dispuso a perseguir a James por todo el compartimiento, mientras el Gryffindor reía a carcajadas.
- Sis, Bro, vayámonos apurando. – Sugirió Dan, observando por la ventanilla a la fila de padres que aguardaban a sus hijos. La gran mayoría ya había bajado del tren.
- Bueno, Fed, que pases un buen verano. – Le deseó James, deteniéndose en seco frente a él. – Te enviaremos muchas lechuzas.
- Gracias. *___*
- No hay de qué. – Contestó James burlonamente, mientras bajaba su baúl y el de Joanne, la cual en ese momento se encontraba recogiendo los libros que habían estado leyendo en la última fase del viaje.
- Nos vemos dentro de unos meses. – Se despidió finalmente Fed, retirándose del compartimiento. Dan lucía una elegante sonrisa pícara en su rostro al ver a sus dos amigos trabajando para dejar todo en orden.
- ¿Nos podemos ir ya? – Les apuró, riendo luego ante las miradas asesinas que le dirigieron.
- Pero si nuestros padres todavía no habrán llegado. – Supuso Joanne, frunciendo el entrecejo. – Nos avisaron que llegarían con retraso…
- Igualmente, quiero tomar un poco de aire fresco. Hace calor, Jo…
- Está bien… - Y salieron con los tres baúles finalmente al andén. Era increíble como en pocos minutos, la mayoría de las personas habían desaparecido, quedando solo unos escasos grupos de chicos, en comparación a la multitud que habían sido instantes antes. Como bien supuso Jo, sus padres todavía no habían llegado.
- Este verano será espectacular. – Los ojos de Dan brillaban peligrosamente.
- Ni que lo dudes. – Rieron a coro Joanne y James.
- Hablando de cosas espectaculares – dijo sarcásticamente James. - ¿Dónde diablos está mi hermana?
- Allá viene, con Helena. – Señaló Joanne con la cabeza. James miró en la dirección que le indicaba su amiga y vio a su hermana, junto a su mejor amiga, riéndose de algo esencialmente gracioso, dirigiéndose hasta donde estaban ellos.
- Tendré que soportar a esa enana todo el verano en mi casa T__T – Se quejó James, refiriéndose a Helena.
- Oye, Bro, estaremos nosotros para hacer de tu verano una fiesta. – Le recordó Dan, guiñándole un ojo a su amigo.
- Dan, ¿podrías dejar de decir esas expresiones tan… tan…?
- ¿Modernas? No, están a la moda y me gustan, Sis. ^___^
- Vamos, Bro, tranquilízate un poco. – Le siguió el juego irónicamente Joanne.
- ¡Muy bien, Sis! ¡Acabas de expandir tu vocabulario culto al moderno!
- Eres un caso perdido ¬__¬
- No, Sis, yo soy cool. ^__^
- Sí, lo que tú digas, Bro. ¬___¬
- ¡Hola, chicos! – Saludó alegremente Lilian junto con Helena, la cual se hallaba ahora algo cohibida.
- Hola, Sis. – Les saludó pícaramente Daniel. Jo le lanzó una mirada asesina, antes de devolver el saludo a las Slytherin.
- Así que nuestros padres se han vuelto a retrasar… - Notó Lizzie, observando las pocas personas que quedaban en el andén.
- ¿Por qué no salimos a la zona muggle? – Sugirió Helena tímidamente.
- Porque los Muggles se preguntarían que hacen jóvenes tan jóvenes solos por King's Cross. El policía se nos acercaría y estaríamos en problemas, Sis. – Contestó Dan a la sugerencia, con una sonrisa. Al parecer, nada le haría perder su humor.
- ¿Sis? – Preguntó Helena, sin comprender.
- Sis = Sister. – Contestó Joanne suspirando. – Es una expresión utilizada entre adolescentes… Entre amigos, generalmente.
- Ah, ahí salió Sis-Teórica. – Se burló Dan.
- Y ahí salió Bro-Idiot. – Le devolvió Joanne. Se miraron fijamente, en puro desafío.
- Y ahí van de nuevo. ¬___¬ - Suspiró James cansadamente. Jo y Dan siguieron discutiendo un rato más, hasta que finalmente los adultos hicieron su aparición, aunque veinte minutos después (Lil y Helena se habían sentado en el suelo y se habían puesto a jugar al ajedrez, mientras James caminaba por el andén, silbando y admirando su alrededor.)
Ciertamente, cualquiera que viera en ese momento a los cinco adultos diría que venían de una interminable guerra, en la que habían sobrevivido de puro milagro. Lil y Herm estaban con ropas Muggles, pero se notaba en sus apariencias que estaban desconcertadas y no habían pretendido estar en King's Cross. Ron tenía el rostro enrojecido, y al igual que Draco, la túnica estaba totalmente fuera de su lugar. Por otra parte, Harry lucía una expresión de "hoy no es mi día ni lo será jamás", su rostro indiferente y malhumorado. Sus cabellos estaban más alborotados que de costumbre y parecía tener ojeras, lo que le daba un aspecto de zombi.
Lizzie y Helena guardaron el juego de ajedrez rápidamente, sin que Herm ni Lilian llegaran a decirles nada. James dejó de pasear, mirando atentamente a su padre, como si fuera la primera vez que lo tenía enfrente. Daniel y Joanne se quedaron de piedra, olvidando por un momento la discusión, y contemplando los rostros consternados y serios de los adultos.
- ¿Buen viaje, chicos? – Preguntó Hermione con una frágil sonrisa en su rostro.
- ¡Sí! – Exclamó Dan inmediatamente, con una amplia sonrisa en su rostro.
- No ¬__¬ - Contestaron al mismo tiempo Jo y James, haciéndole burla a Dan.
- ¿Por qué? – Preguntó Lizzie, interesada, alzando las cejas.
- Porque éste – Jo señaló a Dan como si fuera una bacteria indeseable. – se la pasó pavoneándose y haciendo bromas realmente estúpidas…
- Tú porque eres una envidiosa, Sis. – Le replicó Dan, sonriendo malvadamente. – Tú te pavoneabas el año pasado, a mí me toca ahora…
- ¿Y yo qué? ¿Cuándo es mi turno? T___T – Preguntó James.
- Cállate. – Le ordenaron Jo y Dan al mismo tiempo, mirándose como los peores enemigos.
- T___T
- ¿Y por qué te pavoneabas, Dan? – Preguntó Draco sonriendo.
- ¡A qué no adivinas, papá! ^_________^
- No, sino no te lo preguntaría ¬___¬ - Le murmuró fastidiada Joanne.
- ¡Saqué el mejor promedio de segundo año! ^__________^
Reacciones: Lilian y Ron miraron a Joanne boquiabiertos, mientras ésta se escondía detrás de James, ruborizada. Herm sonreía ampliamente, siendo la primera en felicitar a Daniel. Harry miraba todo con curiosidad (parecía no estar realmente en King's Cross), con una ceja ligeramente elevada en dirección a James. Draco abrazó a su hijo inmediatamente, casi llorando de la felicidad. Helena y Lilian rieron a carcajadas, observando a James y a Jo, e intercambiando sonrisas pícaras.
- No puede ser T____T – Murmuró derrotado Ron, con un tono de incredulidad y observando a su hija acusadoramente.
- ¿Qué no puede ser, papá? – Preguntó amargada y titubeante Jo, no habiéndose esperado tal reacción de su padre, aún escondiéndose detrás de James. Al fin y al cabo, tener el segundo promedio más alto era algo también, ¿no?
- ¿Cómo dejaste que éste – señaló a Daniel de la misma forma que había hecho Joanne anteriormente, en señal de recelo. – te ganara en calificaciones? T__T
- Yo no lo dejé, papá T___T
- Ahora le debo a Draco 10000 gallones. Confié en ti, hija mía, y me has decepcionado… T_______T
- O_____O – Lilian, Herm, Harry, Joanne, James, Lizzie y Helena.
- ^_______^ - Dan y Draco.
- ¿10000 gallones? – Murmuró horrorizada Lilian, mirando a su marido incrédula.
- Lamentablemente T____T – Contestó Ron. – Harry, ¿POR QUÉ NO ME PREVENISTE DE MI LOCURA?
- Claro, ahora yo tengo la culpa ¬___¬
- Querido… ¿y de dónde sacarás 10000 gallones? – Preguntó Lilian temblorosa.
- De la Visa, la salvadora. ^____^
- Ermmm… Y si te dijera que la he saturado, ¿qué me dirías?
- No… T___T Harry, tenemos que fundar un club social… "Maridos con esposas que son compradoras compulsivas que saturan la Visa"
- No, infundará más gasto que si no hiciésemos nada. – Replicó Harry pensativamente. – Además, ellas terminarán haciendo un club social de esposos-apostadores compulsivos. No nos conviene…
- Ejem. Discúlpenme que interrumpa la conversación – Intervino Lizzie educadamente, cohibida. – Pero tengo hambre T___T Quiero ir a casa ¬___¬
***
Lilian rió exageradamente, burlándose del aspecto de su mejor amiga. Helena se encontraba totalmente roja por la timidez y hasta capaz la vergüenza. No estaba acostumbrada a las cenas familiares tan grandes, ni tampoco a estar en cenas familiares ajenas. Pero Lilian le había dicho una y otra vez que no importaba, que no se avergonzara, que era simplemente su familia y no sucedería nada ignominioso.
James miró curioso en dirección a las Slytherin, con una sonrisa socarrona en su rostro. Lizzie conectó miradas con su hermano y su estómago se sacudió tembloroso al captar la astucia y la maldad en el brillo verdoso de los ojos de su hermano. Estaban planeando algo.
James desconectó sus ojos de los de Lilian, volteándose a ver a Dan y murmurándole algo en el oído de éste, sus ojos sospechosamente dirigiéndose por instantes hacia las dos Slytherin. Dan sonrió comprensivamente durante un momento y se inclinó en dirección a Jo, para repetirle lo que le había hecho James. La pelirroja les miró reprobadamente durante un instante, pero luego pareció aceptar. El trío de Gryffindor unió miradas de entendimiento triple.
Unos minutos después, la silenciosa conversación fue suspendida por la presencia de Tiffany, la prima de Joanne. Lucía preciosa, en esta ocasión con una túnica de gala más discreta y repelente, como si no deseara llamar la atención. Sus cabellos estaban recogidos prolijamente con una elegante coleta, que dejaba algunos mechones de cabello sueltos, que le daba un aire de hermosura y distinción. Sus ojos celestes resaltaban por el toque de maquillaje que llevaba.
- ¿Qué tal el año en Hogwarts? – Preguntó alegremente, sentándose al lado de James y observándolo atentamente, con una sonrisa particular en su rostro.
- ¡Excelente! – Chilló Dan al ver que James miraba a Tiffany de reojo de una forma suspicaz y odiosa. – El mejor curso que he tenido en mi vida. ^___^
- Es el segundo que tienes, Daniel, no seas jactancioso. – Reprobó Joanne enojada.
- ¿Qué pasó? – Preguntó Tiffany motivadamente.
- Nada sobrenatural. – Contestó inmediatamente Joanne, exasperada.
- Ja. Salvo que te he superado en calificaciones… - Replicó Dan intensificando su mirada hacia Jo.
- ¡No es nada sobrenatural! – Joanne se levantó de su asiento, sobrepasada del enojo y la impaciencia. Sus ojos celestes perforaban a Daniel con furia. - ¡No soy perfecta! ¿Sabías o te acabas de enterar que soy humana?
- Me acabo de enterar. – Le burló Dan, sin entender específicamente que Joanne ya no tomaba nada en broma en ese estado.
- ¡Bien por ti! No soy una rata de biblioteca, ¿sabes? ¡Mi finalidad en este mundo no es comerme los libros ni sabérmelos de memoria! ¿De qué me sirve sacar todo diez, si luego en la vida no soy nada?
- Jo, tranquila… - Murmuró James, observándola con el entrecejo fruncido y ligeramente preocupado por el desconsuelo y alteración de su mejor amiga. – Nadie aquí te está juzgando por tu intelectualidad ni por tu vida… - Sonrió levemente, dispuesto a hacer una broma para distraer a Joanne. – Piensa que es el primer logro de Dan en su vida… No ha hecho nada más gratificante… Pobre, no lo puede creer todavía… - Joanne suspiró frustradamente y asintió en dirección a James, volviéndose a sentar lentamente, respirando profundamente. Tiffany le observaba entre curiosa y divertida.
- ¿Tan grave es que te haya pasado en calificaciones?
- No, lo más grave es que todos me crean perfecta y una sabelotodo. Me fastidia.
- No globalices. – Indicó James mirándola alegremente. – Yo no te creo perfecta ni sabelotodo.
- ¿Ah, no? – Sonrió Joanne, sabiendo que era el comienzo de una broma de su amigo.
- No. No sabes todo.
- ¿Qué es lo que no sé? – James alzó las cejas curiosamente y sonrió inocentemente, mirándola significativamente como si fuera lo más obvio del mundo. Sus ojos destellaban pícaramente. Joanne pestañó varias veces pasmada antes de captar la idea de James y ruborizarse vigorosamente.
- Eres un pervertido, James. – Exclamó indignadamente.
- No, tú lo eres. Oye que yo no he dicho nada, no es mi culpa que tu mente malinterprete mal las cosas. ^__^
- Maldito. ¬____¬
***
- ¿Y quién será el padrino, Remus? – Preguntó Sirius, sonriendo lujosamente. Remus se movió nervioso en su asiento y miró a Sirius embarazadamente.
- No sé todavía, Padfoot. – Dijo sinceramente Remus. – Aunque…
- ¡Yo *tengo* que ser! – Reclamó Sirius golpeando la mesa, fingiendo una inexistente furia. – Fui, soy y seré tu mejor amigo, ¿y no seré el padrino de tu boda? T___T
- ¿O sea, que fuiste mi amigo todos estos años, sólo para ser el padrino de mi boda? ¬___¬
- Sí, Moony. ¿Sabes que te quiero mucho? ^___^
- ¿Ahora eres homosexual, Sirius? – Se burló Draco riéndose a carcajadas. Ron y Harry rieron también, algo más reservados que Draco.
- ¡Oye! Que yo quiero más a mi Bella, que a este… ¡a este degenerado!
- Mira quien habla…
- Sirius Black. ¿Algún problema?
- Mmm. – Dudó Remus infantilmente, mirando a Sirius analíticamente. – Ninguno. Pero ahora me has hecho dudar que seas el padrino…
- ¿Por qué?
- Porque podrías ir en el lugar de la novia. – Contestó lógicamente Draco, que todavía no paraba de reírse.
- Ejem… No, capaz sea Nym la que decida quién será el padrino.
- Si le preguntas a ella, seguro dirá que Severus es mucho más responsable y elegante que yo para ese puesto. – Se quejó Sirius ofendido por la poca confianza de su amigo en él.
- ¿Hay algún problema en que yo sea el padrino, Black? – Amenazó una voz detrás de ellos. Al voltearse, contemplaron a un Severus Snape sonriendo maliciosamente, mostrando sus dientes perversamente, en una pose arrogante.
- Sí.
- ¿Cuál?
- Yo *quiero y *debo* ser el padrino, no tú, Snivellus. T___T
***
- Capaz este color quede mejor con la palidez de tu rostro, Helena. – Comentó Tiffany tendiéndole a la susodicha un lápiz labial. Ella lo agarró y lo examinó frunciendo el entrecejo, y se lo devolvió a Weasley.
- No me gusta como ese color disminuye la importancia del brillo de mis ojos.
- ¿Y que te parece de uno que combine con el color de tus ojos? – Sugirió Lizzie curiosamente.
- Claro… Gris… - Dijo Helena expresando su insatisfacción por el color de sus ojos. – Ojala tuviera ojos como los tuyos, Lizzie. O como los de Tiffany… Pero no, tenía que tener justamente grises…
- Capaz si profundizaras el color rojizo de sus labios no quedarían tan mal… - Debatió Tiffany observándola atentamente.
- O en todo caso, hay encantamientos especiales que sirven para cambiar el color de los ojos. Son algo peligrosos (deben ser hechos por un especialista) pero si lo que detestas son tus ojos… - Opinó Lilian.
Joanne suspiró cansadamente por tercera vez en quince minutos. No entendía como podían gastar tantos pensamientos y energía en toda esa cuestión de maquillaje. No es que no le gustara la idea de lucir bella, pero odiaba cuando se ponían quisquillosas con el tema. Ella solía tener un color predilecto y no se movía de ese. En su tiempo libre, a veces trataba de encontrar otros colores que le gustasen, pero… Estaba tan acostumbrada al suyo…
Así que le aburría y detestaba la sola idea de cambiar el físico tan absolutamente como estaba planteando Lilian. Los ojos grises no eran peores que los negros. Es más, eran doblemente especiales, pues no mucha gente tenía ese color tan extraño como el de Helena. Precisamente por eso, Joanne se levantó y decidió buscar otro lugar donde pasar la noche… Capaz habría alguna conversación interesante.
Su padre, Harry, Draco, Sirius, Remus y Snape no estaban muy lejos de allí, pero el tema que discutían no le interesaba realmente. Saber quien sería el padrino de la boda de Remus con Nymphadora Tonks y toda la discusión no le apetecía. Divisó a James y a Dan en la otra punta, comiendo dulces como infantes. Sonrió alegremente y caminó hacia ellos, sentándose junto a James.
- ¿Qué hacen, chicos?
- ¿Quieres una rana de chocolate? – Sonrió Dan tendiéndole una. Su amigo tenía los labios cubiertos de chocolate y no pudo menos que reírse antes de aceptar.
- Gracias.
- Te sugiero no comer las grajeas que quedan… Sospechamos que son las peores… - Le aconsejó James, señalando la caja que tenía enfrente, la cual tenía unas siete grajeas de colores oscuros.
- ¿Lo único que han hecho es comer dulces? ¬___¬
- No nos hemos comido todo nosotros… Dennis se ha comido bastantes, me ha tirado ranas de chocolate a la cara y… - Comenzó a excusarse Daniel.
- No acuses al pobre de Dennis de tu culpa, Dan. – Le regañó Jo.
- Pero es *tan* parecido a su padre T___T Sólo porque le he dicho que no le daría grajeas se puso a maldecidme… Y ya sabes como son los niños a su edad… La magia les brota naturalmente…
Dennis era nada más ni nada menos que el hijo de Sirius y Arabella. Tenía siete años, el cabello idéntico al de su padre y aquellos lujosos ojos azulinos honestos. Era tan bromista e imprevisto como su padre: se diría que era la viva imagen de Black-padre en su niñez. Y le había cobrado manía desde un principio a Dan, lo que era un misterio para todo el mundo.
- Genial. – Dijo Joanne, evidentemente sin hacerle caso a Malfoy. – Iré a ver si mamá y tía Mione necesitan ayuda. Con ustedes lo único que conseguiré es subir de peso.
- Nosotros también te queremos y deseamos tu compañía, Joanne. – Dijo sarcásticamente Dan. Jo le sacó la lengua antes de irse y le sonrió a James ampliamente.
Distinguió a Mione no tremendamente lejos de su localización actual y se dirigió con una extensa sonrisa de bienestar en su rostro, mientras curioseaba las temáticas de las diferentes conversaciones mientras pasaba. La mayoría conversaba del futuro casamiento de Tonks y Lupin (la forma tan romántica en la que Remus le pidió matrimonio o sospechas de la justificación del casamiento o de anécdotas sobre la parejas, cosas así.) Otros de un tema preocupante: la salud del Ministro. Tuvo que admitir que esta vez había un nivel más acrecentado de personas en aquella cena "familiar." Aunque el término "familiar" también solía aplicarse a miembros de la Orden y allegados. O sea…
- ¿Divirtiéndote, Jo? – Preguntó Hermione con una sonrisa cálida.
- Por supuesto, tía Mione. – Sonrió pensando que tal vez no se estaba divirtiendo tanto como suponía. – Estoy buscando a mi mamá, ¿la has visto?
- Hace un segundo estaba por aquí… - Contestó Mione pensativamente, examinando rápidamente la sala con la mirada. – Allá viene. – Era verdad, Lilian caminaba hacia ellas directamente.
- ¡Ma! – Saludó enérgicamente Joanne, abrazándola en un involuntario estímulo de cariño. Desde que había llegado a Londres, no había tenido un encuentro directo con su madre. - ¿Cómo estás? – Lily por un instante pareció extrañarse por la reacción de su hija, pero luego sonrió de la misma forma que Mione: maternalmente. Besó la frente despejada de Jo levemente.
- Muy bien, Jo. ¿Tú? ¿Qué tal fueron los exámenes? – A pesar de ya saber el promedio, Lilian no se preocupaba tanto como Ronald por el resultado, sino por el proceso.
- No tan difíciles como yo había supuesto. – Declaró Joanne con un dejo de decepción.
- ¿Qué materias optativas eligieron? – Cuestionó Hermione.
- Estudios Muggles – Comenzó Jo lenta y pensativamente. Lilian intercambió una mirada estupefacta con Herm. – Creemos que la sociedad actual necesita tener conocimientos bien establecidos con relación a los Muggles. – Justificó la elección de dichosa materia. Herm y Lilian aprobaron la decisión, asintiendo.
- Cuidado de las Criaturas Mágicas. – Continuó la joven pelirroja. – Es entretenido, además… Es una buena rama natural para estudiar en el colegio. – Esta justificación fue algo más dubitativa, pues no pensaba contarles realmente a Lilian y a Herm por qué la había elegido.
- Y finalmente, Adivinación. – Sonrió inocentemente a ver las caras estupefactas de ambas madres. – No nos gustaba la idea de estudiar Ruinas ni tampoco Aritmancia, pues ninguna de las dos sirven realmente… Aunque Adivinación… Pero los chicos la querían, y eran dos contra uno… Así que… Mamá, ¿ya se sabe el sexo del bebé? – Sonrió buscando cambiar de tema.
- No, a fines de este mes lo sabremos. – Sonrió Lilian encantadoramente.
***
Un silencio tenso e incómodo invadió la habitación que anteriormente había tenido un aire profundamente alegre y desinteresado. El trío de Gryffindor intercambió ceñudas miradas, mientras que Lizzie y Helena perdían su sonrisa jovial. Tiffany simplemente permaneció seria y concentrada. En cambio, entre los adultos, había un claro aire de consternación y amargura. ¿Por qué? Porque acababa de aparecer Stephen Barker a través de los polvos Flu, en la chimenea del salón de los Potter. Y sólo iba a parecer un miembro del ministerio para interrumpir la fiesta, en un caso extremo de emergencia. Y eso parecía ser realmente una emergencia.
Harry, Draco y Ronald se acercaron a Barker casi inmediatamente e intercambiaron unas sencillas palabras que bastaron para que en el trío de aurores surgieran diferentes reacciones: Ron hizo una mueca profunda, Draco emitió una exclamación exasperada y Harry soltó un simple suspiro de frustración y malestar.
Barker se volteó y desapareció nuevamente por la chimenea, Ron caminó hacia Lilian y Hermione y les comunicó en susurros lo que había sucedido. Draco mantenía con Harry una grave conversación que concluyó minutos después, permitiéndole a Harry tomar un poco de polvos Flu y retirarse del salón.
La cena familiar había concluido.
***
- ¿Qué creen que haya pasado? – Preguntó Lizzie sentándose sobre su cama y mirando a Joanne y a Helena. Las tres lucían sombrías miradas. En cuanto todos los adultos se retiraron, Mione mandó a las tres chicas y a los dos chicos a acostarse, cada uno en la correspondiente habitación. (Dan y James en la de este último y las chicas en la de Lilian.)
- O algún ataque (espero que no) o algo le ha pasado al Ministro. – Opinó Joanne. Todavía no se habían sacado la ropa de la cena a pesar que ya había pasado una hora de aquello.
- De haber sido un ataque, la mayoría de las personas de la Orden hubieran salido desfiladas hacia el foco del ataque, ¿no les parece? – Replicó Helena. Las otras dos asintieron.
- Entonces, sólo nos queda una posibilidad. – Concluyó Lizzie lúgubremente.
***
- Quieto, Dan. – Sugirió en un susurro James, mientras intentaba que la puerta no expresase ningún gemido. – Salvo que quieras que mi madre se despierte…
- Es que nunca había paseado por esta zona de tu casa de noche, James. Es fantástico.
- Es solamente el pasillo que conduce al cuarto de mi hermana, Dan. Sólo eso.
Abrió la puerta sigilosamente y observó atentamente entre las sombras en completo silencio para advertir si había algún movimiento. Permaneció con los oídos alertas a cualquier sonido de movimiento externo (refiriéndose a la habitación de sus padres) o interno (la habitación de su hermana.) Al no percibir nada, ingresó de puntillas, tratando de identificar en cual de las tres camas estaba Joanne. Sabía en cual definitivamente no estaba, pero todavía tenía la posibilidad de encontrarse con la cama de Helena. ¿Cuál podría ser el daño de equivocarse?
Posiblemente, si te estás preguntando esto, no tienes idea del problema que un muchacho entre en la habitación de tres muchachas, las cuales se encontraba secretamente dormidas.
Pero James sí lo sabía, y no estaba dispuesto a cometer ningún error. Sacó la varita, murmuró el encantamiento lumus y luego se apresuró velozmente a obstaculizar la luminosidad de su varita, permitiendo solamente que un pequeño rayito de luz alumbrase una de las camas. Agradeció su buena suerte. Joanne fallecía en esa cama, dormitando tranquilamente.
- Nox.
Caminó hacia aquella cama y se inclinó pausadamente de rodillas al lado de ésta. Los cabellos de Jo estaban dispersos curiosamente por toda la almohada. James no pudo menos que sonreír encantadoramente al ver la placidez del rostro de su mejor amiga en sueños. Tuvo que sacudirse para volver a la realidad y entender que no era hora de que él también se pusiera a ilusionar.
Posó una de sus manos en el hombro de su amiga y lo sacudió suavemente. No seas idiota, James, Jo no tiene un sueño ligero. Así no se levantará más. Le pellizcó tímidamente una de sus mejillas. A continuación, uno de los peores sustos de su vida aconteció.
Joanne se levantó rápidamente, sentándose cómodamente y le sonrió ampliamente. James cayó hacia atrás del asombro y el susto que le dio la reacción tan repentina, colocándose una mano sobre el techo y sintiendo como el corazón le latía a mil por hora.
- Así que vagando por los pasillos e irrumpiendo en la habitación de tres damiselas… No lo esperaba de usted, señor Potter. – Se burló en un susurro Joanne, mientras salía de la cama y se colocaba unos sencillos zapatos. Ayudó a incorporarse a su amigo.
- ¿Sabías que vendríamos?
- Obviamente. Como si no fueras mi mejor amigo…
- No entiendo por que aceptaste cursas adivinación si lo haces sumamente bien.
- Yo no tengo un don adivinatorio, James. Soy tu amiga desde hace más de doce años… Y sino es por eso, poseo mi intuición femenina… Mi sexto sentido, como lo llaman ahora.
- Bueno, doña Weasley, vamos a mi habitación rápido antes de que el sexto sentido de mi madre nos descubra.
***
- Mi padre consiguió un libro sobre animagos. – Anunció James mostrándoselos a Jo y a Dan, ambos sentados sobre su cama, mientras él estaba enfrente del escritorio, no muy lejos. Dan y James llevaban puestas unas simples blusas y shorts de verano, mientras Jo vestía una simple, aunque atractiva prenda para dormir que le cubría el tronco y caía suelta hasta una altura variable de las piernas, un camisón de un color celeste pálido.
- ¿Dice cómo saber cuál es nuestro animal destinado? – Preguntó Joanne, mirando a James atentamente.
- Mi padre me lo dio hace un par de horas. No he tenido tiempo para leerlo. Aunque con Dan lo hemos estado mirando y es simplemente increíble. Tiene un montón de consejos e indicaciones…
- Déjenme leer un poco. – Pidió Joanne, consultando el índice y dirigiéndose a una selecta página. Luego de quince minutos de concentrada lectura, en la cual James aprovechó para acomodar un poco su habitación y Dan para descansar mirando el techo, Joanne soltó un breve discurso.
- Tenemos que hacer una pócima, la cual los ingredientes y procedimientos aparecen aquí. – Jo señaló un párrafo extenso en el libro. – Esta pócima activará nuestra forma animaga… Las diferentes formas para que reconozcamos nuestra forma son a través de sueños, apariciones, alucinaciones o intuiciones inesperadas. Generalmente, las dos primeras. Si no nos sentimos cómodos con nuestra forma animaga, podemos elegir el animal sin ningún problema extra.
- ¿De dónde sacaremos los ingredientes? – Preguntó Dan frunciendo el entrecejo.
- Eso no es un verdadero problema. Mi padre tiene un "laboratorio" en las mazmorras de aquí. – Contestó James despreocupadamente. – Podremos conseguir ingredientes de allí o irlos a comprar al Callejón Diagon.
- ¿Y una vez que sepamos nuestras formas, qué haremos? – Preguntó Dan nuevamente.
- ¿Qué les parece si cada uno guarda en secreto su forma, así quedará el enigma hasta el día de la transformación? – Sugirió Joanne alegremente.
- Fantástico. – Colaboró James.
- Luego de saber nuestro animal destinado y aceptarlo, tendremos diferentes sueños donde supuestamente deberíamos aprender a manejar nuestra forma. Tendremos que dejar pasar tres meses desde cuando tomamos conocimiento de nuestra forma, y tendremos que elaborar otra poción, que nos permitirá adaptarnos a nuestra forma en la vida real. Luego se hace un encantamiento a la medianoche, no importa el lugar, y tendríamos nuestra primera transformación, que no puede durar más de una hora.
- ¿Y si no nos transformamos correctamente? – Cuestionó temblorosamente Malfoy.
- Se realiza un encantamiento para que vuelvas a tu forma humana y se vuelve a intentar hasta que lo consigas. Con el entrenamiento, dejará de haber imperfecciones en tu transformación.
- O sea, Dan, que prepárate para un año de entrenamiento. – Se burló James con una ligera sonrisa en sus labios. – Bueno, manos a la obra sino hay más preguntas…
- Ese "manos a la obra" no me ha gustado. – Gruñó Jo mirando a James acusadoramente. - ¿Qué vas a hacer ahora fuera de los planes, Potter?
- Nada. – Sonrió inocentemente James.
- ¿Y qué quieres hacer *ahora*?
- ¿Vamos a buscar los ingredientes? ^____^
- ¿Ya? ¿Ahora? – Preguntaron sorprendidos Joanne y Daniel al mismo tiempo.
- Obvio. ¿Sino cuando? ¿Cuándo regrese mi padre y nos pille en su laboratorio secreto?
- No estaría mal. – Propuso Dan socarronamente.
***
Todo parecía absolutamente nuevo. Aquellos pasillos que encerraban sombras oscuras tras de sí, aquellas ventanas que obstaculizaban un escape, aquella sensación de que alguien te estuviera observando desde atrás, aquellos pasos tan amortiguados y tan audibles a la vez en aquel piso tan… ¿extraño? No poseía las palabras adecuadas para explicarlo. Lo único que le pudo decir a James cuando éste los guió por aquel lugar fue que esa mazmorra parecía pertenecer a un mago oscuro en vez de a un auror del Ministerio. Ni soñando su padre tendría algo asó debajo de su hogar.
Brevemente, le recordó a las mazmorras que conducían a la sala común de Slytherin. Todo demasiado tétrico. Se preguntó si ese estilo de decoración le gustaría a Harry por alguna razón en especial… Pero aquella serpiente de mármol que parecía mirarle desde aquella pared donde estaba colgada… Aquel cuadro de sombras enganchado de la pared… Y aquel sonido abrumador que ingresaba por sus oídos: el silencio tenso e implantado. Capaz eso le gustaba a su padrino porque podría llegar a volver loco al visitante que no sabía donde estaba…
Se aferró al brazo de James cuando sintió un silbido anómalo unos metros adelante. Daniel se quedó rígido en su lugar, contemplando entre las sombras con un dejo de temor. James parecía estar al corriente de donde provenía ese sonido y estaba más tranquilo que si hubiese estado en Hawai tomando sol.
Con un simple movimiento de varita, Joanne descubrió que aquel sonido pertenecía a una gárgola que tenía el don de hablar la lengua humana inglesa. Pestañó varias veces, intentando comprender a que tenía forma aquella gárgola. Al poco tiempo lo descubrió, un león, sentado sobre sus patas traseras y con las patas delanteras caídas ligeramente, haciéndole rememorar a Jo la imagen de un perro cachorro pidiendo que lo adopten. Tenía una melena abundante y sus ojos tenían color, un color dorado.
- Ermmm. James…
- Es la gárgola que protege la entrada al laboratorio. No cualquiera puede ingresar. Papá previene cualquier ingreso de mortífago o intrusos a su "cuartel secreto." ^___^
- ¿Y nosotros podremos entrar?
- Obviamente, sino, ¿para qué soy el hijo de Harry Potter? ¬___¬
- ¿Para pavonearte? – Contestó dubitativamente Dan sonriendo.
- Muy gracioso ¬___¬
- Ingresemos. No tengo ganas de quedarme en este pasillo. ¿Por qué a tu padre le gusta todo tan tenebroso, James? Cualquiera que no lo conociera diría que es un mago oscuro.
- Supongo que de tanto odiarlos, se terminó enamorando del estilo de sus enemigos. – Contestó James pensativamente. – Pero le da un toque inconfundible a la casa. ^__^ Todo arriba es muy colorinche y parece todo alegre. Aquí es todo como más real. Venga, entremos. Alexander, ¿podrías dejarnos pasar? – El león le miré ceñudamente y luego volteó su mirada a Jo y a Dan.
- ¿Quiénes son estos jóvenes, mi Lord? No puedo dejar entrar a desconocidos.
- Son mis mejores amigos, Alex. ^____^ Daniel Malfoy y Joanne Weasley.
- ¿Hijo de Lord Draco Malfoy? ¿Hija de Lady Lilian y Lord Ronald Weasley?
- Correcto, Alex. Ahora sí, ¿podemos pasar?
- Como usted guste, mi Lord. Buenas noches, Lady Joanne y Lord Daniel. – Colocó sus patas delanteras sobre el suelo y caminó unos cuantos pasos para cederles el paso. James sonrió e inclinó la cabeza en una leve reverencia y abrió la puerta, ahora visible, del laboratorio.
- Adelante, Jo, Dan.
Joanne entró primero por inesperada educación de su amigo Malfoy y contempló mitad atónita, mitad maravillada, el salón increíblemente exótico. Un aroma raro se coló por sus fosas nasales y no pudo menos que sentir algo de nauseas. No muy lejos de ella estaban algunos calderos de diferentes tamaños. Del otro lado, toda la pared estaba ocupada por un grandísimo armario lleno de frascos con ingredientes, sobres con hierbas y cosas por el estilo. La sola visión revolvió el estómago de Jo.
Dan se colocó a su lado. Pero no lucía la misma expresión de repugnancia que su amiga, sino todo lo contrario. Le maravillaba ver los calderos y los intestinos de sapo en aquel frasco reluciendo, o sentir ese aroma tan anormal… Además, la sala poseía una iluminación especial. Solamente se alumbraba lo que mirabas. Por eso la zona de la biblioteca de libros de pociones, herbología y criaturas mágicas estaba a oscuras. Nadie del trío parecía interesado en esa sección.
- Bien, Jo, ¿qué ingredientes? – Preguntó James luego de unos instantes de contemplación. Joanne parecía adormecida, pues tardó un tiempo en leer el pergamino que tenía apretado en su puño.
- Intestinos de rana, piel de Runespoor, alas de Doxy… Huevos de Ashwinder, saliva de hombre lobo, trompa de Lobalug… - Dan frunció el entrecejo.
- Todos animales… ¿A caso no lleva hierbas?
- Pero déjame terminar de leer. Son bastantes ingredientes… Es una poción especial y requiere de tiempo. Casi dos meses, para ser exactos. – Replicó Joanne.
- Pero debemos ir tomando ciertas cantidades en ciertos momentos. – Indicó James mientras observaba el armario, en busca de los ingredientes dichos por su amiga. Se dio vuelta un segundo al sentir un ruido infrecuente del otro lado de la habitación. Dan y Jo también voltearon al sentirlo. Era demasiado lejos de ellos, o sea que ninguno de los miembros del trío lo había ocasionado.
Provenía del sector de la biblioteca, ahora iluminada. Se les pusieron los nervios de punta y los tres miraron al mismo tiempo un punto definido del armario indiscretamente.
- Sabía que los encontraría aquí, James. – El trío se dan la vuelta temblorosamente, observando hacia la biblioteca y la silla que estaba allí.
- ¿Quién eres? – Preguntó James lentamente.
- ¡Soy Tu Padre! – Respondió el hombre indignado al no ser reconocido.
- ¡NOOOOO! Espera un momento… ¿papá? – Exclamó James.
- Sí, salvo que tu madre me haya mentido y yo no sea tu padre legítimo… ^___^ - Sonrió Harry mientras se acercaba a ellos.
- Y… ¿Cómo sabías que íbamos a estar aquí? – Preguntó James sorprendido y todavía afectado por el susto que se había llevado.
- Por algo soy tu padre, no sólo para que te pavonees. – Sonrió ampliamente Harry, guiñándole un ojo a Dan.
- ¿Ya estabas aquí adentro…?
- La soledad de este lugar es benéfica para los sentidos. Además, como ya he mencionado, sospechaba que ustedes iban a estar por aquí.
- Y… ¿cuántas horas tendré que pasar acomodando tus carpetas, papá? – Preguntó James agachando la cabeza tal cual perro derrotado, sospechando el castigo que se le venía encima.
- ¿Mis carpetas? ¿Te estás ofreciendo voluntariamente? – Sonrió Harry haciéndose el incrédulo.
- ¿No vas a castigarme?
- Yo no. ^___^ - Dijo Harry y por un instante recordó la frase que unas tantas veces le había dicho Hermione. "Si sigues sin ponerle límites, lo terminarás maleducando."
- ¿Y entonces? – Preguntó James sin comprender.
- Estoy aquí, enviado por mi intuición y por mi buena voluntad (y ganas de dejar de cumplir las normas del MM), para ayudarlos a ser animagos ilegales, como ya anteriormente les había prometido y si no estoy equivocado (corríjanme si es el caso), se han olvidado.
- ¿En verdad? – Preguntó Dan, con los ojos brillantes de la emoción. Joanne estaba con la boca abierta, en una pose tan patética que a James le hubiera gustado tener una máquina de fotos para memorar ese momento. Y hablando de James, estaba que no cabía en sí de felicidad y orgullo por tener un padre tan… tan… tan paternal.
- Bueno, manos a la obra sino hay más preguntas… - Anunció Harry, frotándose las manos y sonriendo entusiastamente.
- Ese "manos a la obra" no me ha gustado… - Opinó Joanne. Dan comenzó a reírse a carcajadas exageradas, al mismo tiempo que James y Harry le hacían señas de silencio.
- Si sigues haciendo ese bullicio, mamá se enterará que estamos aquí… Y no quiero ni siquiera imaginarlo. – Se estremeció James levemente.
- No digas lo Innombrable, trae mala suerte. – Aconsejó Harry. – La experiencia hace al experto… Y yo no quiero más experiencias… T____T
***
- Aja… Ahora en vez de ser auror, soy psicólogo… Qué cambio tan robusto de mi vida… en pocos meses, mi estado civil pasa a ser divorciado, con un hijo en mi tutoría, una de las cabecillas del cuartel de aurores del Ministerio y ahora cambio de profesión… - Murmuró Draco malhumorado mientras caminaba pesadamente por los pasillos de la casa de su mejor amigo.
Le acababa de pedir un favor, de esos que se piden de hermano a hermano… Pero no entendía por que él era el ideal para eso. Había gente muchísimo más inteligente y capacitada que él para entender una mente infantil como aquella… Por ejemplo: Lilian Weasley. Pero no Draco Malfoy. Definitivamente, los Malfoy no se dedicaban a la psicología, por alguna razón tendría que ser…
- ¿Cuál puerta me había dicho que era? ¿La tercera a la derecha o la quinta a la izquierda? ¿O la del fondo al frente? – Se preguntó confundido deteniéndose en la mitad del pasillo y tratando de recordar. Con un par de muecas, definió que lo mejor sería ir viendo en cada una de las habitaciones sospechadas y comprobar cuál era la correcta. Sólo tomaría más de su valioso tiempo, pero todo por un hermano, ¿verdad?
- ¿Qué tal si voy tirando todas las puertas abajo? – Se preguntó mentalmente, observando pensativamente la primera puerta. – Sería mucho más rápido y eficiente… Además, no gastaría tanto tiempo… - Se detuvo un instante. – Pero no puedo hacer eso, es la casa de mi hermano… Así que todo por un hermano: a abrir civilizadamente las puertas. Qué aburrimiento…
Así que cumpliendo su palabra de serpiente, comenzó su búsqueda para hallar el objeto a analizar, por pedido de su hermano Potter. La primera no, era un baño. La tercera no, era sala con una pequeña biblioteca, la tercera era una sala de juegos de mesa Muggles y otros artefactos. La cuarta era una sala bastante peculiar, una habitación bastante grande. Con un poco más de determinación por saber qué era, se dio cuenta que era la habitación de James. ¿Por qué era la habitación de James? Por los posters en las paredes (sobre Quidditch y artes de duelo.)
La quinta resultaba ser una nueva sección de corredor (lo que significaba que al estar protegida por una puerta, llevaba a alguna parte crucial de la casa.) Y finalmente, la sexta puerta que era al del fondo, era la biblioteca principal de la casa, donde Harry le había dicho que encontraría a su hija, estudiando Artes Oscuras, seguramente. Draco entró lo más discretamente que pudo y carraspeó al hallarse aproximado a Lizzie.
- Buenos tardes, tío Draco. – Sonrió Lizzie, cuando se volteó y descubrió quien era el que había interrumpido su concentrada lectura.
- Buenas tardes, Lizzie. ¿Cómo van tus estudios? ¿Qué estás estudiando? – Se sentó en la silla al lado de la joven y miró el libro con ligera curiosidad, anteriormente fingida.
- Pues, estoy haciendo una investigación para los deberes de Defensa. Sino conoces a tu enemigo, nunca podrás defenderte de él. – Explicó sonriendo ampliamente y tendiéndole el libro a Draco.
- Yo leí este libro a tu edad. – Reconoció Draco, al contemplar la portada del libro. – Es un libro muy interesante y con datos muy certeros y francos. Si bien no es del todo completo (es un libro de cuarto nivel, ¿cómo va a tener datos súper expandidos?) es muy bueno.
- Ya lo creo por lo poco que he leído. – Afirmó Lilian asintiendo. – Nunca antes había escuchado hablar de algunas de las cosas que aparecen aquí.
- No se suele hablar de la magia negra en conversaciones, Lizzie. No es un tema muy interesante para miembros del Ministerio, si bien la Orden suele hablar mucho de esos temas. Salvo que participes en los grupos de mortífagos – Dios no lo quiera – no te enterarás de mucho por aquí sobre magia negra hablando. – Lilian pestañó varias veces, mirando a Draco fijamente y luego desvió su vista nuevamente hacia los pergaminos esparcidos por la mesa.
- ¿Eras de Slytherin cuando estabas en Hogwarts, no, tío Draco?
- Orgullosamente Slytherin, Lizzie. – Lilian sonrió.
- ¿Tu familia venía de antecedentes Slytherin durante muchos años, no?
- Aja. Casi como la tuya, salvo que los Potter son clásicamente Gryffindor. – Lizzie se mordió un labio y fijó la vista nerviosamente en sus zapatos.
- O sea que yo quebré la tradición Potter… - Emitió una mueca.
- ¡OH! No sólo tú, también Daniel quebró la tradición de los Malfoy. – Rió ligeramente Draco.
- ¿Y por qué siendo mi padre típicamente Gryffindor y tú originalmente Slytherin, eran, son y serán amigos?
- De qué lado estés no es cuestión del destino, sino de tu propia elección. – Respondió Draco sonriendo ampliamente. – Tu padre me hizo ver la luz…
- ¿La luz del túnel? ¿Esa que dicen que te ilumina antes de que te mueras?
- No, sino no estaría aquí. ¬___¬ Me hizo ver la luz de la Verdad. Había sido dominado por mi padre desde el día del nacimiento y hacer mi amistad con tu padre fue mi primer acto de rebeldía hacia él. Quería ser libre, y no se me ocurrió mejor camino que hacerme amigo del famoso Harry Potter, al que todos llamarían luego el salvador del mundo. No era mi principal idea unirme a la Orden del Fénix, pero… En ese acto de rebeldía, tu padre me enseñó unas cuantas cosas que… Me hicieron tomar una decisión.
- ¿Qué cosas?
- La amistad. La confianza mutua. La vida. El amor. La alegría. La libertad de decisión…
- ¿Te arrepientes de haber hecho ese acto de rebeldía? – Cuestionó Lizzie frunciendo el entrecejo frustradamente. Draco permaneció unos instantes en silencio, pero luego negó con la cabeza.
- Jamás. No me imagino que vida podría haber tenido siendo mortífago ni quiero llegar a imaginarla jamás. ¿Tan diferente sería a la de ahora? Estoy más que seguro que sí. No sé si ahora mismo estaría con vida, ¿quién sabe? Prefiero ser mil veces auror.
- ¡Pero eras un Slytherin!
- Ser Slytherin no significa ser mortífago. La gente confunde muchas veces que la astucia y el deseo de llegar a la meta, sin importar de todo lo que suceda en el camino, que poseen los Slytherin los lleva inmediatamente a ser mortífagos o magos oscuros. Y no es así. Tú eres un ejemplo, Lizzie. Eres una Slytherin, pero perteneces a la familia Potter. Mucha gente pensará que eres la oveja negra de la familia, nunca les creas. Eres una Potter, más allá de ser Slytherin.
- ¿Daniel es la oveja negra los Malfoy?
- No, Dan no. Yo soy la oveja negra de los Malfoy. Yo hice la revolución de mi familia, no él. – Dijo con cierta ironía Draco, sonriendo tristemente, recordando su juventud.
- ¿Por qué te casaste con Parkinson?
- Erm… El amor no tiene razón y es tan ciego, que a veces… No sabes realmente a quién amas. Confié en Parkinson muchos años, los últimos mantuve el matrimonio por Dan… Pero todo en la vida tiene un final. La vida termina, ¿no? El amor termina… - Lizzie miró a Draco pasmada y nuevamente bajó la vista a sus zapatos.
- ¿Qué hacías tú cuando tenías mi edad?
- Ehhhh… ¿Qué hacía? Nada ^___^ Eso es lo que hacen los adolescentes, ¿no?
- Gracias ¬____¬
- No, en serio, ¿a qué te refieres con "hacer"? – Preguntó Draco, alzando significativamente una de sus cejas.
- En todo sentido de la palabra. – Sonrió juguetonamente la joven.
- Todavía, a tu edad, no había tenido mi primer beso, si es a lo que te refieres. Mis días eran estudiar artes oscuras, entrenar Quidditch, molestar a tu padre y… ¿los deberes? Ya ni me acuerdo…
- A propósito, ¿por qué viniste aquí, a la biblioteca, tío Draco? ¿Necesitas algún libro para un trabajo del Ministerio? ¿O llegaste de casualidad? – Preguntó Elizabeth pensativamente y frunciendo el entrecejo al ver que Draco evitaba su mirada.
- Necesitaba un libro. – Dijo levantándose de su asiento y caminando hacia una de las estanterías. Miró uno de los libros cercanos y lo agarró con una sonrisa falsamente alegre. – Sobre los dragones. Me lo pidió Charlie. Ahora me voy, Lizzie. Creo que Helena te estaba buscando… Y James también…
- ¿Ah, sí? – Preguntó indiferente. Pero se puso de pie, cerró el libro y recogió los pergaminos. – Te acompaño, tío Draco.
***
- ¡EH, Dan, intenta no golpearme con la Bludger si quieres que defienda bien los aros! – Gritó Helena sarcásticamente.
- ¡No es mi culpa que la Bludger te tenga manía, Esdara! – Exclamó sonriendo socarronamente Daniel.
- ¡No es mi culpa que seas un malísimo golpeador, Malfoy!
- ¡Cállate que no sabes lo que es bueno!
- ¿Ah, no?
- ¡NO!
- ¡Cállense ustedes dos! ¡Dan, defiende a Jo antes de que Lilian le saque la Quaffle! – Exclamó James ligeramente enojado y azorado. Potter hizo una picada inesperada y subió nuevamente, con el cabello vibrando y obstruyéndole de vez en cuando la visión. En eso, observó hacia abajo, donde unas manchitas pequeñitas le observaban… Les observaban.
- ¿Quiénes son? – Preguntó Joanne en un murmullo, deteniéndose justamente al lado de James y observando hacia abajo.
- Creo que son… - Se miraron y sonrieron burlonamente. Imitaron una expresión de espanto y descendieron en picada al mismo tiempo en dirección a las manchitas.
- ¿Qué hacen por aquí, papá, mamá, tíos y tía? – Preguntó James sonriendo ampliamente y con los ojos esmeraldas brillándole en desafío.
- Vinimos a divertirnos nosotros también. – Anunció Harry, exhibiendo jactadamente su escoba, apoyándose en ella con una pose de indiferencia. James y Joanne contuvieron las risas burlonas mirando hacia otro lado inocentemente.
- ¿Eso, si yo no lo he entendido mal, es un reto? – Cuestionó Daniel acercándose junto con las dos chicas de Slytherin.
- La vieja generación vs. la nueva generación. – Asintió Draco triunfantemente.
- ¡Hecho!
Los jóvenes se agruparon silenciosamente para decidir las posiciones. James obviamente iba de buscador. Joanne y Lilian de cazadoras, Daniel de golpeador (a pesar de las quejas de Helena que era patético, Joanne le replicaba diciendo que era envidiosa de la habilidad de Malfoy con las Bludger…) y Helena de guardiana.
La "vieja" generación no necesitó ni discutir las posiciones: después de tantos años jugando juntos o en contra, las tenían asimiladas. Harry, buscador; Ron, guardián; Draco y Lilian, cazadores; Hermione, golpeadora. Con unas señales significativas, Lily y Draco se alinearon cada uno en un extremo del campo de Quidditch. Algo similar hicieron Jo y Lizzie (N/A: Para evitar confusiones: en esta escena, Lilian P. va a ser Lizzie (no le llamaré Lilian, véase.)
¿Quién era el árbitro? Simplemente, no había. Se creían lo suficientemente decentes como para no hacer faltas graves a sus propios hijos/padres y había un trato que habían hecho antes de empezar el partido: si cometías una falta, luego no la niegues.
Y así empezó el partido. Con una agilidad envidiable, Joanne fue la primera en agarrar la Quaffle, esquivando una Bludger enviada por su tía Mione. Se zambulló en una picada espectacular y al ser su camino obstruido por Lilian, le entregó en un pase certero la pelota a Lizzie, que pasaba ágilmente a su lado en ese momento. Evitó un nuevo ataque de Bludger, pero no logró esquivar el bloqueo del aro que provocó Ron, así que se la pasó inmediatamente a Jo, detrás de ella, para ver si podía abrir el área y la posibilidad de tanto. Pero demoraron demasiado en la estrategia: Draco le sacó la Quaffle a la pelirroja.
El "viejo" Malfoy progresó diestramente por el campo de juego, evitando las Bludger asesinas que le mandaba su propio hijo. No se esperaba un cruce provocado con Joanne frente de sí en los aros, y tuvo que dejar caer la Quaffle, que fue rápidamente tomada por Lilian, quien se la volvió a entregar a Draco en una punta del área. Nuevamente, el rubio se la pasó a Weasley y ésta, demostrando su destreza en el campo de cazadora, despegó una de sus manos del palo de la escoba y con un mínimo salto, le pegó a la Quaffle para ubicarla en el aro izquierdo, siendo imposible que Helena llegase a evitarlo. (N/A: Lo siento si me expando mucho, pero es que ando traumada con HP Quidditch World Cup xD)
Dan hacía de malabarista con su pequeño palo de golpeador, jugueteando infantilmente y haciéndose el insensible ante el primer tanto del equipo contrario. James estaba muy lejos de allí para que su expresión fuera notada, pero las cazadoras y la guardiana mantuvieran la cabeza en alto mientras volvían a sus posiciones, para el saque de Helena.
Así jugaron por lo menos durante dos horas. La Quaffle iba y venía por todos lados, siendo manoteada por casi todos los jugadores del campo. Los Bludgers revoloteaban peligrosamente entre los jugadores, sin llegar a darle a ninguno, realmente. En cuanto a la Snitch, solamente hizo una aparición, y esa fue la definitiva del partido. Iban 280-130, a favor de los adultos.
El primero en verla fue James, quien se hallaba en ese momento más cerca que su padre de la Snitch. Trató de hacerse el distraído mientras se acercaba para no llamarla la atención de su padre y que éste percibiera a la Snitch. Pero su plan falló: Harry miró justamente hacia el lugar donde estaba la Snitch y a James alternativamente. Padre e hijo se miraron fijamente, en señal de provocación, y se lanzaron al mismo tiempo hacia la pequeña pelota dorada. Ésta se encontraba justamente en la mitad de la distancia que mantenían los Potter. O sea que Harry y James daban la impresión de irse a chocar de frente.
Pero James no solamente se había hecho el distraído para no avisar a su padre sobre la Snitch, sino para captar con el tiempo necesario la mirada de Dan y avisarle de que había encontrado la Snitch. ¿Por qué? Demasiado tiempo entrenando juntos, les había hecho crear estrategias a la hora de jugar en un mismo equipo. Harry tuvo que reducir la velocidad, al contemplar que una Bludger se dirigía expuestamente hacia él. Esto provocó una ventaja de James sobre la Snitch.
Finalmente, resultó ser la nueva generación Potter quien atrapó la Snitch, pero al mismo tiempo que la cogía, Draco marcaba un tanto para su equipo. El partido concluyó 290 – 280, a favor de la vieja generación.
- ¡Fue por culpa de Dan, que no dirigía bien la Bludger! ___
- ¡No, fue por culpa tuya, Esdara, que en vez de defender los aros te estabas maquillando!
- No es verdad. ___
- ¡Igualmente, deberían haber metido más tantos! – Se quejó Daniel mirando ceñudamente a Lizzie y a Jo. James pasaba derrotadamente por allí y le dirigió una elocuente mirada a su mejor amigo.
- ¡Eres tú el culpable de mis pesares! ¡Te mereces lo peor! T___T – Y en eso, en un gesto amistoso de Dan y un manotazo de rechazo de parte de James, la escoba de Daniel se tambaleó peligrosamente, casi haciéndole perder el equilibro, a causa de Potter.
- ¿Quieres asesinarme, Jamie? T___T
- Era mi idea principal. ^___^
- ¿Así demuestras cuánto me quieres? T___T
- Sip, además, descargo mi frustración y bronca. Siéntete honrado de que te haya elegido para eso, Dan. ^____^
- No sabes cuan honrado me siento… ¬_____¬
***
- ¿Cómo que nunca habías paseado por aquí? – Preguntó Daniel pasmado e incrédulo, mirando a James como si fuera un Colacuerno Húngaro extremadamente furioso.
- Pues, no… O.o
- ¡¡¿¿Es tu propia casa y no la has recorrido completamente en abundantes y aburridos trece años??!!
- Te recuerdo que no es una casa común y corriente. Tiene pasadizos y demás cosas, habitaciones secretas… Y es una mansión. ¿Entiendes la magnitud de esa palabra, Dan? ¬____¬
- Eso sonó demasiado fanfarrón… - Apuntó Malfoy frunciendo el entrecejo. Joanne hizo una exasperación con los ojos y se cruzó de brazos tercamente.
- Bien, ¿van a seguir peleando o me ayudaran a descubrir dónde rayos estamos y para qué sirve este lugar?
- Opción b. ^^
Nuevamente, una "aventura" del trío en las enormes dimensiones de la noche tormentosa de un pacífico verano. Caminando por los pasillos, dieron con una estatua muy curiosa que resultó ser la entrada aun pasillo secreto, que James jamás había visto u oído hablar. Las antorchas de las paredes estaban apagadas y no daban la impresión de querer prenderse. El piso estaba extremadamente obsceno (tanto que si llegaba a verlo Mione, le atacaría un infarto y les regañaría a los elfos domésticos.) y era claramente visible que esa zona de la casa no era visitada por nadie actualmente. Joanne chilló un par de veces, cuando ratas se cruzaron en su camino o cuando ruidos extraños llegaban a sus oídos. Dan y James, si bien no estaban aterrados, muchas veces los chillidos de Jo les hacían pegar inmensos saltos o intensos escalofríos les invadían de vez en cuando.
Si el lugar no les agradaba y no había nada positivo en la situación, ¿por qué seguían explorándolo?
Por pura intuición aventurera de James, apoyada por un sorprendente entusiasmo de Dan y duplicada en intensidad por las ganas de Jo de averiguar un poco más de algo. Ni Dan ni James podían precisar de qué más podía aprender allí, pero Jo se mantenía firme que encontraría algo demasiado útil.
No sabía cuanta razón tenía…
Sus varitas se hallaban encendidas por el hechizo lumus y sus pasos intentaban de ser silenciosos, pero entre tanto tenso silencio (roto de vez en cuando por breves intercambios de palabras) y el polvo acumulado les hacía estornudar de vez en cuando. Si bien el polvo apaciguaba sus pisadas… Aunque en realidad, no sabían realmente de qué querían ocultarse, estaban segurísimos que desde allí, los padres de James no los podrían escuchar al menos que armaran un gran escándalo.
Pronto supieron de qué se escondían sus instintos. Al llegar al final del corredor, bastante extenso por cierto, un gemido monstruoso les paralizó completamente. Joanne, que tenía la acostumbre de aferrarse inmediatamente al brazo de James, casi lastima al joven a causa de la fuerza con la que se aferró. Daniel no estaba muy lejos de querer unirse a James (aunque la simple escena causaría millones de incógnitas sobre sus gustos en cuanto a relaciones amorosas…), pero se mantuvo lo más impasible posible que pudo. James sencillamente agarraba su varita con fuerza y miraba estático hacia el frente, donde sorprendentemente había…
Un Kneazle. James tardó en identificarlo, pero un murmullo de Joanne le informó qué criatura era. Pequeño, parecido a un gato, tenía un pelaje pardo moteado (jaspeado o lunares), y sus orejas y cola eran como las de un león.
El trío se quedó de piedra, preguntándose que podía hacer un Kneazle en un corredor solitario… Y provocando aquellos ruidos anormales y sonoros. Daniel, en un gesto de inminente inconsciencia e irresponsabilidad, se inclinó cerca de la criatura, que lo observaba atentamente, y le acarició suavemente la cabeza, algo dubitativo. El Kneazle permaneció indiferente a esto. Jo se acercó también.
- Capaz maullaba por la tristeza y la soledad. – Dijo Joanne, encogiéndose de hombros.
James, no obstante, se fijó detrás de la pequeña criatura, donde parecía haber un compartimiento pequeño oculto astutamente. Se acercó pausadamente, casi en un trance, y apoyó sus rodillas en el suelo para intentar abrir el compartimiento en el extremo inferior del pasillo. Luego de unos instantes, lo logró y tuvo que alejarse levemente, pues el polvillo le ocasionó un profundo ataque de tos. Se alentó a echar una mirada y encontró un libro, de tamaño normal y vulgar, por su puesto, cubierto por una intensa capa de suciedad. Se levantó con el libro en sus manos, observándolo cautelosamente.
- Esto era lo que nuestra intuición buscaba. – Les sonrió a Dan y a Jo, volteándose a verlos. Se quedó pasmado por lo que vio: el Kneazle estaba lamiendo la mejilla de Dan juguetonamente y éste reía levemente.
***
Harry observó cautelosamente el contenido del frasco, con una mirada concentrada y analítica gravemente acentuada, mientras giraba el frasco lentamente frente a sus ojos esmeraldas. La poción que contenía el recipiente poseía un color azul grisáceo y era de consistencia íntegramente líquida. La primera fase del procedimiento a seguir para ser animagos era esa pócima y estaban a punto de llevar ese primer paso a cabo.
Harry le tendió el frasco a James, con una sonrisa simple aunque sus ojos destellaban confiada y sobrenaturalmente. Su hijo lo tomó con la misma sonrisa en su rostro y observó alegremente a Jo, a su lado, que en sus manos tenía un vaso colmado por una sustancia líquida de color platinado. Dan, apartado de sus dos mejores amigos, observaba nerviosamente el único frasco que quedaba por supervisar: el suyo justamente, el cual tenía un tono rojo-marrón oscuro y era un poco más espeso que el de sus dos amigos.
Una vez que el trío de Gryffindor completo tuvo los tres brebajes que requería, agradecieron al padre de James por primera vez desde que se había propuesto para ayudarlos en el laboratorio privado, y resolvieron por beber las inequívocas pócimas.
Ninguna sensación especial les invadió (solamente la sensación de sequedad en la garganta y un inexplicable vacío en el estómago) e inmediatamente le cuestionaron el por qué a Harry, quien les respondió que según lo que le habían dicho unos amigos particulares del Ministerio (ya que él no había tenido la experiencia de las pociones animagas destinadas), ni el primer ni el segundo paso causaban instantáneas consecuencias luego de ingeridas (el dolor en el estómago era seguramente causado por la ansiedad, según Harry). Sino que actuaban pasivamente y hasta a veces, no actuaban. Podrían tener su visión animaga esa misma noche o recién dos meses después. No importaba verdaderamente para la continuidad del proyecto, lo que realmente era necesario, era que el organismo aceptara el potaje y eso sólo se sabría dentro de unas limitadas seis horas…
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Se encontraba entre una densa niebla, que le impedía la perfección y ampliación de su visión. Por instantes, solamente pudo contemplar el color nubloso de la blancura clara de la niebla rodeándole e indeterminadas formas a su alrededor, cercándolo completamente. Luego comenzó a despejarse la importuna neblina y con este despeje, llegó la absoluta claridad del ambiente desconocido.
Se encontraba en una zona abierta de un valle, donde un único río corría lentamente, sin demasiado caudal, sin apuro y pasivo, emitiendo sonidos suaves y laxantes. La vegetación era abundante: había árboles de hoja ancha y caduca, y árboles de hoja aciculiforme y perenne. Las flores elegantes adornaban las costas de los ríos: los jazmines fragantes, el intenso lilo, las comunes rosas… Se sintió completo y privativo en aquel natural lugar, rodeado de aquel aire tan puro y dulce.
Una extraña excitación brotó dentro de él cuando una brisa cálida rozó su piel delicadamente, casi provocativamente. Deseó correr precipitadamente, saltar felizmente, caminar libremente, examinar plenariamente todo su alrededor, explorar cada místico rincón del lugar… Vivir ingenuamente. Así que decidió dirigirse a la costa del río con un raro antojo de beber un poco de agua fresca. Se inclinó levemente y probó tímidamente el agua franca. Tenía un sabor minúsculamente dulce y le refrescó la garganta hermosamente. Bebió un poco más hasta que se clasificó por satisfecho y se volteó para dirigirse a los arbustos y las flores. Curioseó entre aquellas hojas y pétalos colorinches con inusual simplicidad e inocencia.
Pero en un momento, sintió un intenso dolor sobre su cabeza y la agitó inquietantemente, percibiendo como una furia comenzaba a brotar en su sangre misteriosamente. Dio un par de vueltas alocadas hasta que descubrió deductivamente la razón de su incomodidad: había quedado patéticamente enganchado con un par de ramas gruesas de un poderoso árbol. Por un momento le pareció tan obvio… Hasta que una sencilla pregunta se formuló en su cerebro: ¿cómo podía haberse enganchado de un árbol…?
Y comprendió inmediatamente la razón y una emoción llena de felicidad le invadió sin límite alguno.
Ya saben… Se aceptan (más bien, se suplican xD) reviews!! T_T Gracias por continuar leyéndome. ^o^
El siguiente capítulo capaz tarde en llegar pues empiezan los exámenes finales en mi colegio muggle T_T Y tengo un objetivo que cumplir! (Además de pasar de año, obviamente xD) Igualmente… Ya estoy avanzando en ese capítulo. Cómo apreciarán en este capítulo, estoy intentando volver a hacer los capítulos largos… (Como en HPdestino) ^^ Espero que este cap. les haya gustado! Sino, la culpa es de mis betas Kris e Iris, ¿vale? xDDD Espero sus opiniones!
~ Parvati ~
