Andraya TheLat: Yo también quiero unos hermanos mayores como ellos! Y es que yo soy la mayor ... no he tenido nunca hermanos mayores ... pero si hubiese tenido ... los hubiese querido a ellos. No te preocupes por Gandalf yo también lo tengo discriminado y todavía no ha dicho ni una sola palabra. Ni siquiera le he dejado saludar! Gracias por los ánimos que me hacen mucha mucha ilusión!
Ghiki: Te parece fuerte? Además crees que su marido SOLO era como él, xD. Soy cruel ... lo se. Yo también quiero un Légolas (un poco menos rubio, bueno de igual, le tinto el pelo y listos). No descartes que uno de los gemelos se prende de Alex... xDD
Ely : Primeramente con el pedazo de review que me ha dejado te doy todos los gallifantes que quieras tu di un número y yo te los apunto! Bueno y ahora me explico o, mejor dicho, me intento explicar. Que conste que esto es fruto de mentes enfermas de estudiantes de informática ... así que te puedes esperar cualquier cosa.
Estábamos un día mis amigos y yo en el sitio donde más tiempo pasan los estudiantes, es decir, la cafetería, y entre poner a caldo a mocosoft y comentar que íbamos a hacer este finde la conversación derivó de alguna forma que todavía no me explico hacía sendas filosóficas. En concreto terminamos hablando de la perfección y de cómo en la antigüedad idealizaban la perfección (el mundo católico claro está) en las figuras de los ángeles, y que por tanto la perfección no tenía sexo pues los ángeles son asexuales , aunque nos los pinten como querubines o jóvenes muy guapos. En ese punto uno de mis amigos que es tan fanático del señor de los anillos como yo dijo que había muchos ejemplos en la literatura como los elfos de Tolkien, lo que causó el clic en la conversación fue mi compañera del alma, que no prestando mucha atención a la conversación volvió a la Tierra en ese mismo instante para soltar una perla de la sabiduría y la deducción ¿Entonces los elfos son asexuales¡Joder, pues yo creía que el Elrond ese era un tío!. La respuesta de todo el grupo fue revolcarnos por el suelo de risa mientras que mi compañera me miraba con cara de y ahora que he dicho. Desde entonces la perfección, los ángeles son asexuales. Es por esto que cuando Alex despierta por primera vez y se encuentra cara a cara con Arwen la confunde con un ángel porque es más que hermosa y, recordando la catequesis, deduce que debe de ser asexual.
Y es que, aunque parezca imposible, mi amiga NO sabe que son los elfos, NO ha leído ninguno de los libros del señor de los anillos y NO ha visto ninguna de las películas. De hecho fue en ella en quien pensé cuando empecé a escribir esta historia. Aunque también es cierto que si que sabe que los libros existen y las películas también porque yo le he achuchado constantemente con la historia para que lea los libros. De todas formas puedes suponer que para la historia no existen las películas y Alex no ha leído nunca los libros. De hecho una vez le pregunte a mi amiga que haría si apareciese en el mundo creado por Tolkien y sabes lo que me contestó? "Seguramente no me enteraría donde estoy nunca. No los asociaría. Pero estoy segura de una cosa, me tiraba a Elrond sin pensármelo! (Por si no lo has notado le vuelven loca los morenos).
Siento si te ha ofendido algo ... pero es que a veces esto utilizo mis vivencias para escribir y las charlas de locos que tenemos tienden a salir reflejadas ... sorry de nuevo (sonrojada) no pretendía enfadar a nadie sino dar una vista diferente de alguien que cae de repente en un mundo que no conoce y se encuentra con alguien tan perfecto y con esas orejas!
Otra cosa es que si hubieses estado en el pellejo de Alex te aseguro yo que no estarías saltando de gusto, ni tendrías ganas de averiguar nada ... ejem aun le quedan cosas que pasar a esta chica.
Por cierto de veras crees que el marido de Alex SOLO es igualito a Légolas? XD.
PD. Estoy loca, lo se. No se si te he aclarado algo o te he liado más aún!
ElY BrOdY: Los gallifantes eran una especie de muñecos que daban como puntos en un programa de televisión cuando yo era pequeña. Era un programa muy divertido : grababan a los niños pequeños intentando definir algo con sus palabras y luego los concursantes tenía que adivinar que habían definido. Si lo acertaban les daba un gallifante! Bueno te digo que has acertado que tiene el pelo largo y que tiene ojeras y es alta ... en cuanto a personalidad si es sarcástica, divertida y sentimental, muy sentimental. En cuanto al color de la piel si lees el capítulo te darás cuenta de que no puede ser blanca ...xD La cuenta asciende ha 5 gallifantes, aunque tienes razón mereces más te doy 10, xD . Este también es mi primer fic ... Gracias por los comentarios!
Y ahora, después de tanto rollo, el capítulo!
UN LARGO DÍA DE TRABAJO
La luz se filtraba suavemente en la habitación cuando Alex despertó debido a los escalofríos que le provocaba la suave brisa de la mañana . Se giró en la cama buscando calor cuando sintió como alguien la arropaba con una suave sábana. Se volvió a girar hacia el lado por el que había sido arropada, esta vez más despierta, y entreabrió los ojos para encontrarse con los gemelos que la observaban desde unas sillas con atención.
"Buenos días". Dijo con la voz aún teñida por el sueño.
"Te encuentras bien?". Preguntó Elrohir. La mayoría del tiempo era él quien observaba las reacciones de Alex mientras dejaba que su hermano hablara. No en balde habían pasada cientos de años con su ada de instrucción. Y no sólo en el arte de la guerra. También les había tocado contabilidad, diplomacia, y, por supuesto, siendo hijos del gran sanador que era Elrond, el delicado hacer de curar. Junto a su padre había aprendido que no todas las enfermedades son físicas y que son justamente estas las que son más difíciles de sanar. Era evidente que algo atormentaba a Alex y, aunque tanto su hermano como él se morían de ganas de interrogarla hasta que sacaran algo en claro, los dos sabían que más que ayudarla terminarían por hundirla por completo. Cuando ella estuviera preparada, hablaría, porque todos los enfermos terminaban haciéndolo. Pero es que, justamente, ninguno de los dos era famoso por su paciencia.
"Mucho mejor.". Alex intentó sonreír pero aun se encontraba muy adormilada y se le escapó un bostezo. Y era verdad, su estómago estaba lleno por la cena de la tarde anterior y se sentía descansada. No había tenido ni sueños ni pesadillas esa noche.
"Entonces te dejaremos para que te bañes y te vistas mientras vamos a por tu desayuno". Elladan se levantó e hizo un gesto para que su hermano lo acompañase. "Te hemos dejado una muda en esta silla". Sonrió y salió por la puerta arrastrando a su hermano.
Alex se desperezó como un gato y rodó fuera de la cama. Siempre había sido una persona madrugadora y ahora que su cuerpo parecía que comenzaba a responderle de nuevo estaba deseando deambular por toda la ciudad que había visto cuando llegó con ada, Elrond, se corrigió mentalmente, y con Arwen. Se dirigió hacia el cuarto de baño para encontrarse la tina ya prepara con el agua humeante. Con la presteza que la caracterizaba estuvo limpia y vestida en diez minutos. El nuevo vestido que los gemelos le habían encontrado era de un azul profundo y flotaba extrañamente alrededor de ella cuando andaba. Le venía algo ancho, seguramente porque estaba demasiado delgada, pero como tenía un cinturón a juego, lo apretó hasta que la prenda estuvo ceñida a su cintura. Y como las mangas eran largas y algo anchas, las recogió como pudo hasta los codos. Se cepilló enérgicamente y se recogió el pelo en una larga trenza. Cuando por fin se miró en el espejo descubrió que sus ojeras, a pesar de que aun existían, eran mucho menos pronunciadas que antes. Volvió al dormitorio para descubrir que los gemelos no habían vuelto y se sentó en una silla para esperarles.
Alex nunca había sido paciente. No le gustaba estar sin hacer nada porque su cabeza siempre empezaba a divagar hacía sus problemas, que en mayor o en menor medida siempre existían, y esto sólo conseguía deprimirla. Alex miró a su alrededor pensando en lo bonito que parecía todo y se preguntó por millonésima vez dónde estaba. Después de todo el tiempo que había pasado en aquel lugar sólo se le ocurría una explicación: seguramente estaba en coma y este mundo no era más de una creación de su subconsciente para poder estar con EL, para poder volver a verlo vivir. Seguramente de un momento a otro despertaría o , peor aún moriría, y saldría de donde fuera que estuviera. Pero aunque en su cabeza esta parecía la respuesta más plausible, Alex no dejaba de preguntarse como su subconsciente tenía tanta capacidad creativa, porque obviamente su subconsciente era ella. Y ella no tenía imaginación. Empezó a revolverse incómoda en la silla. Quedarse allí plantada no haría que nada mejorase y los gemelos no parecían tener prisa por regresar, así que saltó de la silla y se encaminó hacía la puerta.
Asomando la nariz por el pasillo miró a un lado y a otro comprobando que los gemelos no estaban a la vista se deslizó silenciosamente por el pasillo en dirección contraria a la que había tomado para ir a la fiesta el día anterior. Paso por unos cuantos pasillos más, todos bastante espectaculares, y por fin llegó a un gran patio exterior que comunicaban con las cuadras del castillo. El patio parecía algo destartalado, como si hubiese habido un terremoto; algunos ladrillos estaban caídos y en alguna parte del muro habían enormes agujeros. Las cuadras no estaban mucho mejor pero aún se tenían en pie y resguardaban a los caballos de la intemperie. Alex entró en los establos movida por la curiosidad y descubrió que eran los más amplios que había visto en toda su vida. Ante ella habían docenas de compartimentos llenos de caballos que debían haber pasado tiempos mejores porque, aunque bien atendidos (tenían heno fresco y agua limpia), la mayoría de los corceles estaban llenos de heridas, como si hubiesen salido de un campo de batalla. Toda la gente que había por el palacio parecía estar ocupada con las reparaciones del edificio y, supuso Alex, con la reconstrucción de la ciudad y los animales habían sido tratados con anterioridad de sus heridas pero aun estaban muy sucios y quedaban rasguños sin atender.
Acercándose al primer compartimiento de la derecha descubrió un precioso corcel marrón lleno de barro y polvo. Alargó la mano para acariciarle el cuello y el animal lanzó un suave relincho y se acercó a ella hasta rozarle la nariz. Alex sonrió frotándolo con más vigorosidad, sin pensárselo más, entró en el compartimiento. Mirando alrededor localizó un cepillo, un cubo y jabón. Lleno el cubo de agua y con el jabón empezó a lavar al animal que parecía estar más que feliz de dejarse hacer. Observó al corcel y, reconociendo los gestos, aumentó la fuerza al frotar su lomo. Se encontraba por primera vez como en su casa desde que había caído en aquel lugar.
Con un suspiro de nostalgia recordó la casa donde había vivido casi toda su vida. Era una casa blanca muy grande con dos pisos y un altillo toda rodeada de campos. También en su casa había establos, aunque eran mucho más pequeños que los del palacio, y un par de ciruelos detrás de la casa. Su hogar estaba, como muchas veces le habían recordado, alejado del mundo civilizado. Cuando era pequeña su padre tenía que llevarla en coche al colegio y, cuando creció lo suficiente para poder ir sola, tardaba más de media hora caminando en llegar. Pese a la incomodidad, a ella nunca le había importado. Le encantaba el campo y le encantaba trabajar con las manos. Nunca había destacado en sus estudios, no es que fuese la más tonta de la clase, ni mucho menos, Alex solía aprobarlo todo con más o menos facilidad, pero no es, simplemente, no le gustaba.
Cuando tenía doce años, Alex tenía toda la pinta de un muchacho. Todos sus compañeros de clase solían burlarse de ella por eso pero no le molestaba en absoluto porque tenía le fuerza física necesaria para hacer a más de uno arrepentirse de sus palabras. Por aquel entonces su padre trabajaba de sol a sombra en sus campos mientras que su madre se dedicaba a la casa, coser y cocinar (su mermelada de ciruelas era famosa por la zona y sus tartas también) y Alex se repartía su tiempo libre entre la cocina de su madre y perseguir a su padre por los campos y ayudarlo con los animales que tenían. Pero entonces su padre sufrió su primer ataque al corazón. No es que fuese un hombre mayor pero había trabajado demasiado duramente toda su vida, dijo el médico, y necesita descansar más. Así que contrataron un chico joven para que su padre no tuviera que cargar con todo el peso de los campos. Alex empezó a levantarse muy temprano por las mañanas para hacer parte del trabajo en los campos con su padre hasta la hora de irse a la escuela y de ayudarlo en cuanto volvía de la misma. Ahora tenían que pagar a quien les ayudaba y no entraba el mismo dinero en casa y por esta razón Alex doblaba sus esfuerzos todos los días.
Recién cumplidos los dieciséis años su padre sufrió un segundo ataque y esta vez el doctor fue tajante: o dejaba de trabajar o la próxima vez sería la última. Alex dejó definitivamente los estudios y obligó a su padre a guardar reposo mientras que ella se ocupaba de todo el trabajo en los campos. Su padre nunca estuvo de acuerdo argumentando que él y su madre habían trabajado durante años para que ella tuviese una buena educación y Alex tardó semanas en hacerle comprender que ella no quería estudiar, que disfrutaba trabajando en el campo. Por fin accedió y dejó que su madre lo cuidase mientras guarda el reposo que su corazón necesitaba, pero al año, Alex notó que algo no iba bien. Su padre había perdido el brillo de sus ojos y, es que para él, no había nada como trabajar su tierra. Así que con los ahorros que había conseguido hasta el momento compró un invernadero cerca de su casa que hacía algunos años que no se utilizaba y le dijo a su padre que sería maravilloso tener flores para adornar la casa en fiestas. Así, todos los días después de venir de trabajar se acercaba al invernadero para ayudar a su padre a plantar todo tipo de flores y la chispa de ilusión en sus ojos volvió.
Alex sabía bien cuales eran sus defectos y sus virtudes, ella hacía, principalmente, dos cosas bien: trabajar y mandar. Prueba de ello fue que en los dos años que ella administró los campos de su padre había triplicado su capital. No sólo eso, sino que las flores que salían del invernadero eran muy cotizadas por la zona y había tenido que contratar otras dos personas para ayudarla. A los dieciocho años y pasando por poco el metro ochenta de estatura Alex no podía ser confundida con un chico, y tenía grandes planes de futuro. Ya tenía en mente la compra de unos campos cercanos a los suyos, pertenecientes a una familia vecina que no se podía hacer cargo de ellos y cuyos hijos se habían ido a la ciudad no queriendo trabajar la tierra de sus padres. Entones su padre murió. Un día fue a ayudarlo como siempre en el invernadero y se lo encontró en el suelo, ya sin vida. Fue un duro golpe par ella, que había adorado a su padre, de carácter fuerte, siempre estricto pero cariñoso; aunque fue peor para su madre, que a las pocas semanas murió también, habiéndose apagado poco a poco sin su marido. Una noche se durmió y cuando Alex fue a despertarla ala mañana siguiente para decirle que el desayuno ya estaba no tuvo respuesta. Alex aún añoraba la dulzura de su mamá. Y pese a que fue duro, Alex siguió siendo viviendo feliz porque de algún modo, sus padres la habían amado tanto, que el ser desgraciada hubiese sido traicionar su memoria. Además comenzó a prepararse la entrada a la universidad porque pensaba estudiar agrónomos mientras seguía haciendo que su capital creciese.
Alex sacudió la cabeza intentando alejar los recuerdos enjuagando al muy agradecido caballo que parecía querer restregar la cabeza contra ella. Alex rió y saltó hacía atrás cuando quiso morderle la oreja pero el vestido que llevaba era demasiado largo y terminó de forma muy poco digna con sus posaderas en el suelo. Cuando el animal se acercó a ella de nuevo Alex notó que cojeaba levemente y, buscando alrededor de nuevo, encontró una venda que apretó de forma experta a la pata torcida.
"Menos mal que eres un caballo". Dijo Alex. "Porque yo sólo se ocuparme de caballos y de perros". El animal hizo un sonido como de afirmación y Alex sonrió.
"Nos has cambiado por un bicho de cuatro patas?". Preguntó Elladan apareciendo por la puerta con su hermano.
"No os he oído entrar. Me habéis asustado!". Alex miró a Elladan y vio que tenía pintada en la cara una mueca de niño ofendido. "Además sois vosotros los que me habéis dejado abandonada en la habitación".
"Hemos ido a por tu desayuno. Y como no sabíamos que te gustaba ..". Comenzó Elrohir.
"Pues nada, que mi lindo hermanito se ha pasado más de media hora eligiendo que íbamos a llevarte para luego llevárnoslo todo!".Terminó su gemelo. Alex miró a un enrojecido Elrohir y no pudo evitar sonreír.
"Gracias por tomarte tantas molestias Rohir". Le dijo Alex imitando como lo llamaba su gemelo y Elrohir sonrió de oreja a oreja.
"No deberías ocuparte de esto, seguro que alguien que puede hacerlo".
"Todo el mundo parece ocupado con la reconstrucción de la ciudad y el palacio, y estos animales necesitan que se ocupen de ellos". Mientras hablaba acariciaba la cabeza del caballos que acababa de limpiar y este emitía sonidos de placer. "Además me gusta limpiar caballos". Los gemelos la miraban como si le hubiese crecido otra cabeza. "Es cierto, lo único malo es este dichoso vestido, no os lo toméis a mal, es bonito, pero es que es incomodísimo!". Alex se revolvió ajustándose el vestido y los gemelos comenzaron a reír.
"Bueno no tenemos nada mejor que hacer hoy, no nos esperan en ninguna parte, así que mientras yo voy a por el desayuno que hemos dejado en el cuarto, vosotros podéis empezar a trabajar". Elladan hizo un gesto hacia las decenas de caballos apostados en las cuadras.
"Por más que intentes escabullirte Ell, quedarán caballos para cuando vuelvas". Le contestó Alex con ironía.
"Lástima". Fue la lacónica respuesta. Y salió de las cuadras camino de nuevo a la habitación de Alex.
"Bueno será mejor que empecemos, o no acabaremos nunca!" Dijo Elrohir. "Nos esperan nuestros amigos". Alex sonrió, a este par no hay quien los paré, pensó, han tardado menos de cinco segundos en ponerse a limpiar caballos con esas rúnicas tan elaboradas que llevan.
"Es cierto nos espera un largo, largo día de trabajo". Sentenció Alex mientras le ofrecía la mejor de sus sonrisas y se metía en el siguiente compartimiento con el cubo y la esponja preparados.
TBC ...
