Fiduccia Riddle

Draco tragó saliva.

Podía tratarse de una mera coincidencia, podía ser otro Riddle.

Miró los papeles de adopción más abajo. No aparecía el nombre de la madre, sólo la inicial "L".

Respiró hondo y miró el nombre del padre: TOM RIDDLE

La silla en la que estaba sentado Draco se hundió y el rubio dio con sus posaderas en el suelo.

Por Merlín...-susurró.

Había conseguido que su agente encontrara la documentación de la adopción de la chica y la anterior, la de su nacimiento y se había quedado de piedra. No esperaba encontrar nada, pero a lo mejor había alguna pista sobre el parentesco con Harry. Al mirar el nombre real de la actriz se había quedado de piedra y se había olvidado por completo de Harry. Y encima del nombre del padre... y su madre empezaba por "L"... y... ¿No tenía Harry una madre cuyo nombre era Lily?

Esto no podía estar pasando.

No a él.

El deportivo rojo volaba (en sentido muggle)
100 km/h, 200 km/h, 210 km/h, 220 km/h...
Draco conducía con la mirada fija al frente, su pelo volando hacia atrás, al son del viento.

Londres

Y a Londres iba. A un curioso lugar al que mucha gente, en especial muggles, nunca habían oído hablar.

Se llamaba "El Caldero Chorreante".

Draco respiró hondo y empujó la puerta del garito, no sin antes echar una mirada a su coche. No le hacía ninguna gracia dejar su querido descapotable en una calle como esa, pero no podía hacer otra cosa.

La taberna no estaba muy llena, nunca lo había estado. Pero nada más entrar, Draco notó cómo su piel se estremecía, su vello se erizaba y un escalofrío recorría su espalda.

La magia.

El combustible de ese lugar impregnaba el aire. Y Draco la sentía en todos y cada uno de sus poros de su cuerpo.

Draco movió la cabeza sucesivamente, para despejarse y apretó los puños. La poca gente que había en el lugar empezaba a mirarle extrañada.
Se encaminó hacia la barra y se sentó en una de las desvencijadas sillas que había.