Buscándome

Por: Andy Yogima

Está por demás decir que nada de esto me pertenece, -- todo es de Rowling. Solo he tomado prestados sus personajes para la elaboración de está historia, sin fin de lucro, mero entretenimiento =

Capítulo 2. Cita

Ya avanzada la noche, finalmente había logrado salir del despacho de Dumbledore. Luego de unas interminables horas de clase había tenido que escuchar las palabras del hombre. Que no eran, más que lo mismo de siempre. Estar prevenidos. ¡Cómo si no tuviera esa idea en mente! Afortunadamente había logrado salir gracias a su oportuno comentario de que Hermione se había quedado sola en casa. Inmediatamente Albus le había pedido (por no decir que le había ordenado) que se retirará. Sin pensarlo dos veces, ahora se encontraba camino a su despacho para recoger un par de pergaminos antes de irse.

Luego de recoger lo necesario, sacó un pequeño reloj con cadena que no servía. Movió las manecillas hasta el doce, tres segundos después fue trasladado a su hogar. Aquel método de trasporte había sido propuesto por Dumbledore como una medida más de seguridad.

Encontró la casa en completa calma. Pasó al segundo piso, revisando la habitación de Ron. Aún no había llegado. Giro hacia la recámara de su amiga. Dormía tranquilamente. Se acercó a ella encontrando a Hedwing durmiendo en su mesa de noche. Sonrío confiado que la lechuza hubiera llevado su carta a la chica. Visualizó un pedazo de pergamino junto al ave. Frunció el ceño. No se parecía al papel que había utilizado. Tomó la hoja desenrollándola.

- Hermione –murmuro tratando de despertar a la chica, sentándose a su lado- despierta.

- ¿Qué ocurre? –pregunto frotando sus ojos. Se reincorporo sentándose.

- ¿Quién te envío esto? –cuestiono mostrando el pergamino. La chica parpadeo enfocando el objeto.

- Tú... bueno, lo trajo Hedwing.

- Yo no lo envíe.

- ¿Pero Hedwing...?

- Te envíe una carta avisando que llegaría tarde –explico seriamente. Reviso a la lechuza con cuidado para no despertarla- no esta lastimada. Quien la haya interceptado no le hizo daño.

- ¿Qué crees que signifique esto?

- Que no volverás a quedarte sola –estableció terminante mirando por la ventana. Cerciorándose que no hubiera alguien cerca.

- Por favor, Harry –dijo en tono molesto- puedo cuidarme sola. Nadie me atacó, ni podrán hacerlo.

- Sabes que es por tu seguridad. Y no vamos a esperar a que te pase algo malo para actuar.

- ¡No me regañes! –gritó saltando de la cama. Hedwing ululó molesta por haber sido despertada tan bruscamente- no soy una niña.

Harry la miro, aún molesto. Sabía que tenía razón. Hacia mucho que ambos habían dejado de ser unos niños. Y si él era capaz de cuidarse sola, ella debería tener la oportunidad de demostrarlo. Cerró los ojos respirando profundamente. Volvió a mirarla, arrepentido.

- Lo siento –murmuro bajando la cabeza.

Hermione lo observo descubriendo que ya se había tranquilizado. Durante las últimas semanas, Harry se había vuelto muy explosivo. Sobre todo con ella y su 'seguridad'.

- No puedes cuidarme las 24 horas del día -susurro más tranquila poniendo su mano sobre la mejilla del chico- siempre te lo he dicho, toda está situación me parece una locura. ¿Alguien más fuerte que Voldemort? ¿Acaso existe?

- Ahora me buscan a mí y, siendo Ron y tú mis mejores amigos... –tomó la mano de Hermione con la suya, envolviéndola en un gesto fraternal- podrían lastimarlos intentando dañarme.

- Tranquilo, todo esto se solucionará antes de lo que piensas... y podrás dejar de lidiar con chicos de Slytherin –sonrío. Harry le devolvió la sonrisa, claramente divertido.

Afuera, la noche llegaba a su fin. Las estrellas comenzaban a desaparecer mientras el sol luchaba contra las nubes oscuras. Repentinamente el celular de Hermione sonó cortando las risas de ambos. La chica acudió rápidamente al llamado.

- ¿Quién es? –preguntó Harry sentándose en la cama, mientras ella revisaba el mensaje.

- Del hospital, falta personal y tienen problemas –resumió.

- ¿De qué hospital?

- De los dos –dijo asustada- ¿qué voy a hacer?

- ¿Tirar una moneda? –propuso sin saber que decir.

Luego de una ardua tarde de Quidditch y una extensa noche de festejos por la victoria obtenida. Ron y el resto de los Champions disfrutaban de un surtido desayuno en un sencillo restaurante de Londres.

- Bien, muchachos les tengo una agradable noticia –habló Leo Cols, capitán y cazador del equipo. El silencio y la expectación llenaron la mesa a la espera del informe- el equipo local de Francia nos ha pedido un partido amistoso, la próxima semana.

Seis de los miembros del equipo y los tres representantes presentes del mismo, estallaron en gritos de emoción, llenando sus tarros con cerveza de mantequilla y brindando a viva voz. Afortunadamente el local se encontraba casi vacío, de lo contrario ya los habrían echado.

- ¿Qué te ocurre, Ron? –pregunto John Fiedler (golpeador) al notar el silencio del chico, en medio de la felicidad del resto que no dejaban de brindar y derramar cerveza por toda la mesa.

- No sé si pueda ir –murmuro meciendo su tarro.

- ¿Y eso?

- Bueno... –no podía hablar sobre su problema de 'encierro'. Ningún miembro del equipo sabía sobre su vida personal. Y por ende nada sobre su hogar o quienes lo habitaban.

- ¿Qué te pasa, no te deja ir tu mamá? –bromeo George Lacoc, el otro golpeador.

- Más o menos –murmuro. Todas las miradas de la mesa se posaron automáticamente en él- es que... quedé de hacerme cargo de 'algo' cuando volviera a casa y...

- Bueno, tal vez puedas pedirle a alguien más que te ayude, ¿no? –propuso Peter Levy, cazador.

- Tendrás que buscar alguna solución, y rápido –declaro Leo terminante- no puedes faltar. Nadie puede faltar –finalizo mirando al resto del equipo.

Todos asintieron de golpe sin querer discutir con el capitán, ante la posibilidad de que se 'transformará' si alguien lo contradecía sin razón. Ron suspiro resignado, Harry iba a molestarse con él, lo sabía. Se suponía que se haría cargo de 'vigilar' a Hermione esa noche y tal vez la siguiente. Tendría que buscar la manera de solucionar aquel dilema antes de volver a casa.

Sonrío con ironía pensando a quien le temía más. Al capitán del equipo Leo Cols, o a su mejor amigo Harry Potter. Tomó lo último de su cerveza de golpe, sonriendo al fondo del tarro con aquel pensamiento en mente. ¿Quién se enojaría más?

Tras una ajetreada mañana para alistarse. Hermione había decidido ir al hospital Kirsch. El centro médico muggle donde trabajaba como asistente. Podía ingresar a cualquier área donde necesitarán ayuda. Luego de enviar una nota a San Mungo diciendo que no podría ir, fue acompañada por Harry, muy a su pesar, hasta la entrada del hospital.

Ahora se encontraba en la cafetería tomando un respiro luego de una apretada agenda de trabajo. Habían sido horas corriendo de una sala para otra, atendiendo pacientes. Varios accidentados, niños extraviados, madres embarazadas y las clásicas revisiones médicas.

Suspiro cansada mirando su taza de té. Dentro de unas horas Harry pasaría por ella. Volvió a suspirar, está vez con resignación. Su amigo exageraba. Ella podía cuidarse sola, siempre portaba su varita y no había manera de que alguien la atacará.

Sonrío con ironía. Cuando Ron volviera seguramente la envolverían en una burbuja de cristal. Tal vez hasta se turnarían para acompañarla en sus trabajos. Sonrío ante la sola idea. Sonaba tan descabellada que tenía muchas posibilidades de volverse realidad.

- La famosa Hermione Granger en un hospital muggle. ¿Quién lo diría?

Levantó la cabeza encontrándose con un apuesto joven rubio. Rápidamente lo reconoció. Era imposible no hacerlo, sus rasgos no habían cambiado mucho desde la última vez que lo vio. De la que había pasado muy poco tiempo para su gusto. Su rostro se ensombreció ante el recuerdo que le produjo.

- ¿Malfoy? –dijo sin poder evitar un tono sombrío.

- Si, también me alegro de verte, Granger –dijo usando su típico acento 'Malfoy', ante el tono de la chica. Se sentó frente a ella sin apartar la vista.

- ¿Qué quieres? –exigió mordazmente.

El hecho de ver a su antiguo rival no le hacia mucha gracia. Esperaba que no tuviera un plan en mente y poder librarse de él lo antes posible. Antes de terminar en una escena embarazosa, que muy probablemente ocurriría estando cerca del chico.

- ¡Que genio! ¿Así tratas a tus pacientes? –sonrío mostrando superioridad- me alegro no ser uno de ellos.

- A lo que hayas venido, Malfoy, hazlo rápido y desaparece de mi vista.

- De acuerdo. He venido a felicitarte –su mirada fija y penetrante en la castaña- podrás presumir a todos tus amigos este día.

- ¿De qué hablas?

- Hoy tendrás el privilegio de cenar conmigo.

Por un segundo, Hermione se quedo helada. Cuando su cerebro proceso la idea y cayó en cuenta de lo que acababa de escuchar, hizo uso de toda su fuerza de voluntad para no reír. Espero que Malfoy le dijera que había sido una broma pero aquello nunca ocurrió.

- ¿Disculpa?

- Te espero en el estacionamiento del hospital a las siete –se levantó sutilmente- y sé puntual.

Camino a la salida sin voltear. Hermione la siguió con la mirada sin poder decir nada en su defensa. ¿Qué había pasado? ¿Draco Malfoy la había 'invitado' a salir? Se levantó frustrada abandonando la cafetería. Por supuesto que no iba a salir con ese 'tipo'. En parte porque jamás lo haría y en parte porque Harry pasaría a recogerla a las nueve. No tenía tiempo para 'citas'.

Llegó al sanitario parándose frente al espejo. Miro su reflejo un segundo respirando profundamente. ¿Porqué la había invitado? ¿Cuál era la finalidad? ¿Qué planeaba?

- "Señorita Hermione Granger, se le solicita en la sala 2" –al escuchar su nombre regreso a la realidad. Se enjuago la cara antes de volver al trabajo. Con el rostro del rubio aún en su mente.

Continuo su trabajo lo más normal posible, pero no podía evitar consultar el reloj constantemente. Su mente se la paso especulando posibles situaciones con respecto a Malfoy, sin ser capaz de concentrarse debidamente en sus labores.

Jenny, una enfermera con la que compartía turno, al notar su actitud le sugirió irse a descansar. Ella se había ofrecido a cubrir su turno. Cerca de las siete, Hermione aceptó su propuesta abandonando la sala, con la condición de cubrir doble turno la próxima ocasión.

Tomó el ascensor sin cruzar palabra con nadie. Miro su reloj: 7:00 p.m. Finalmente despertó de su ensimismamiento. Tal vez Malfoy la estaría esperando en el estacionamiento. Pero, tal vez no. Todo pudo haber sido una broma y ella se lo había tomado demasiado en serio.

En caso de que se presentará, no debería importarle. Solamente le diría que no saldría con él y asunto arreglado. Sin problemas, discusiones, ni nada parecido.

Salió del edificio llegando a paso lento al estacionamiento. Por simple curiosidad visualizó el campo. Abrió los ojos, sorprendida. Draco Malfoy la estaba esperando recargado en una lujosa limosina negra.

Luego de terminar sus horas de clase en Hogwarts, Harry volvió a casa llamando a Remus. Minutos después, el licántropo acudió al llamado siendo informado por el más joven sobre la extraña carta que había recibido Hermione sustituyendo la propia.

- Está es –Harry tendió la nota.

- ¿Solo esto?

- Si, no está firmada. Por eso me gustaría saber quien la envío, y porque. Hermione no lo ha tomado muy en serio, pero a mí me preocupa –comento.

Remus miro la nota con detenimiento. Había solo una sencilla pregunta escrita, pero era extraña. Quien la hubiese enviado buscaba confundir a quien recibiera el mensaje. De pronto cayó en cuenta. Aquella letra se le hacía familiar.

- He visto este tipo de letra antes -declaro llamando la atención de Harry.

- ¿Dónde? –preguntó al instante.

- Sirius solía escribir así –Harry lo miro confundido- de hecho, la familia Black tenía una caligrafía similar.

- Pero los únicos miembros de la familia Black que quedan vivos, son ex-mortífagos –puntualizó.

- Tengo entendido que todas las familias de sangre pura, comparten ciertas características. La letra, por ejemplo –explico devolviendo la nota.

- Será una lista larga ¿no? –murmuro Harry melancólico mirando la letra.

- La caligrafía entre familias es similar, pero cada una tiene algún pequeño detalle que las distingue. Investigaré eso y te traeré los resultados en un par de días –Harry asintió, sonriendo más tranquilo- ¿Le informaste a Dumbledore?

- Si, dijo que sería mejor que utilizáramos el método de la Orden para comunicarnos.

- Sería lo mejor. Y tal vez, Ron y tú deberían dejar de acosar a Hermione –sonrío.

- ¿A qué te refieres?

- Es cierto que es una chica, pero eso no significa que no pueda defenderse.

- Supongo... –murmuro Harry cabizbajo.

En el fondo, sabía que Remus tenía razón. Pero prefería sobre-proteger a Hermione que esperar a que algo malo le pasará y nunca podría perdonárselo.

Remus lo observo, sonriente. Sabiendo lo mucho que Harry quería a sus amigos. Y que haría cualquier cosa por su seguridad, aún si les molestaba.

Después de todo el entrenamiento que Harry había llevado con los profesores y aurores, y que aún llevaba. Él estaba más que preparado para defenderse y defender, sin ningún problema. Por supuesto, aquellos entrenamientos se habían suscitado clandestinamente, desde que el chico había concluido su séptimo año. Tenía la impresión de que ni Ron o Hermione tenía conocimiento sobre aquellos entrenamientos.

Volvió a mirar al chico. La primera vez que lo había visto, jamás pensó que llegará a convertirse en lo que ahora era. Sabía que viviría en medio de peligros constantes, desde el día que nació. Pero aquello... ni James, Lily o siquiera Dumbledore pudieron haberlo previsto.

Permaneció estática mirando al chico rubio frente a ella. Vestía de manera sencilla pero elegante. Y jamás pensó que pudiera cumplir la 'invitación'. Bueno, tal vez parte de ella si lo pensó. Se acercó a él dispuesta a rechazarlo.

- Llegas 15 minutos tarde –hablo Draco repentinamente- te dije que fueras puntual.

- No iré.

- ¿Qué dijiste?

- Que no iré a cenar contigo –habló lentamente recalcando cada palabra.

- Claro que irás –sonrío arrogante- si consideras la vida de tus amigos; la comadreja y el cara rajada, vendrás conmigo.

Guardó silencio. No pensaba utilizar 'la amenaza' como un remedio para persuadir a la chica quien lucía claramente molesta. ¿La estaba chantajeando?

- Ni siquiera sabes donde viven.

- ¿Estás segura? –Hermione lo miro fijamente- si estás tan segura, ¿Por qué sigues aquí?

Hermione se sintió nerviosa. Tal vez decía la verdad. Quizá por ello la había 'invitado' para amenazarla o hacer alguna proposición que si no fuera por sus amigos, rechazaría.

Draco sonrío ante la notoria confusión que embargaba a su pareja. Con una seña, llamo al chofer, que inmediatamente abrió la puerta trasera del auto. El rubio hizo un gesto invitando a la chica a subir.

Miro su reloj: 7:30 p.m. Debía volver antes de las nueve o preocuparía a Harry. Y no podía darse el lujo de tener un problema más. Encaró al chico. Cualquier cosa que pensará decirle, lo obligaría a que fuese rápido. Lentamente se acercó, subiendo a la limosina siendo seguida por el rubio. Rápidamente se pusieron en marcha.

- ¿A dónde vamos?

- Al mejor restaurante de Londres –dijo orgulloso.

- ¿Por qué? –Draco la miro confundido- ¿Por qué? –repitió- hace meses que nadie sabe de ti. De pronto vuelves e invitas a tu mayor enemiga a cenar ¿Por qué?

- Deberías estar agradecida. Serás la envidia de cualquier chica.

- Si, eso ya me lo habías dicho. Pero no me haz dado una razón –dijo sonriente al poner en tal predicamento a su acompañante.

Se dijo a si misma, que ya que iba a pasar la noche con Malfoy, buscaría la forma de que fuera lo más amena posible, sin insultos ni insinuaciones del pasado. Aún así sentía curiosidad por saber los motivos del chico para haber realizado su 'hazaña'. Pensó que si era amable, tal vez tendría más posibilidades de obtener lo que quería. En vez de que ambos sacaran sus varitas y se batieran en duelo.

Draco permaneció en silencio sin mirar a la chica. Al formular aquel plan había decidido ser amable con ella, así que no podía responder con la verdad. ¡No estaba loco! Pero tampoco podía decir una mentira demasiado grande. Por un segundo pensó en dejar aquella farsa, pero recordó que según los cálculos de su padre: Harry entraría en posesión de sus poderes al finalizar el año. Estaban a mediados de septiembre, así que el tiempo cada vez era más corto. No podía darse el lujo de desperdiciarlo por una riña de niños.

Llegaron a un lujoso restaurante, donde fueron recibidos y escoltados hacia una mesa reservada al fondo del local, rodeado por un biombo especial de tela e iluminado con velas aromáticas.

- Que lindo lugar –comento Hermione sentándose a la izquierda del chico, en un sillón unido. Cerró los ojos aspirando el aroma de las velas.

- Es mi restaurante favorito del Londres muggle –respondió tranquilamente.

Y fue entonces cuando Hermione se dio cuenta que Draco había cambiado. Aún desconocía las razones por las que la había invitado, pero lo había hecho. Se había tragado su orgullo y estaba siendo amable con ella. Aunado a eso, había escogido un restaurante muggle diciendo que era su favorito.

Draco Malfoy en un restaurante muggle cenando con Hermione Granger, la 'sangre sucia'. Definitivamente había cambiado, aunque solo fuese un poco.

Los platillos fueron servidos al instante. Hermione comía tranquilamente sin poder evitar que su cabeza se llenará de ideas. Miro de reojo a Draco. Tal vez tenía razón, debía disfrutar la velada que seguramente sería la primera y la última.

- ¿Qué haz hecho durante los meses pasados? –preguntó sacando un tema de conversación.

- Reconsiderando mi vida –respondió sin pensar. Hermione lo miro extrañada- ya sabes, con la caída de Voldemort todo cambio –añadió rápidamente sin mirar a la chica. Conciente de las palabras que habían escapado de su boca.

- ¿Ya me dirás la razón de tu invitación?

- ¿Tienes que saberlo todo?

- Todo lo que me concierne, si –dijo inocente.

Volvió a quedarse callado. Pensó en mentirle diciendo que se había enamorado de ella, o alguna locura similar. Pero por alguna razón, no pudo. Algo impidió que siquiera moviera los labios.

Hermione lo observo tratando de interpretar su expresión. Pero, como todo buen Malfoy, el rubio no mostraba un solo cambio en su rostro.

- Granger –hablo finalmente- creo, yo... estuve pensando... que tal vez... podríamos dejar atrás todo ese asunto que vivimos en Hogwarts.

- ¿Te refieres a ser enemigos?

El rubio asintió sin la menor intención de repetir sus palabras. Hermione sonrío débilmente poniéndose de pie. Aquello sonaba más absurdo que la idea de cenar juntos.

- Supongo que podemos saludarnos si llegamos a vernos ¿no? –murmuro en un tono que no convenció al rubio- creo que serán contadas las ocasiones que nos veamos –respondió ante la mirada extraña del chico- me voy a casa.

- Te llevo –dijo automáticamente.

Les tomó alrededor de treinta minutos para volver al hospital, a petición de Hermione quien mirando su reloj supuso que Harry estaría esperándola allí. Estacionándose frente al edificio, Malfoy ayudó a la chica a bajar.

- Granger –hablo el rubio tras un largo viaje sumido en el silencio- toma.

Extendió una pequeña caja forrada en terciopelo negro, con un sencillo pero elegante adorno en pintura plástica. Hermione miro alternadamente al chico y al obsequio.

No estaba acostumbrada a recibir regalos sin razón, y menos de alguien como Draco, que extrañamente le recordó al arrogante Steven Pierre. Por un momento pensó en rechazar el detalle, pero un argumento venido de la nada relacionado con la educación se lo impidió.

- Yo no...

- Considéralo como un regalo amistoso –interrumpió.

Hermione aún no se sentía muy convencida, pero de pronto le llegó la idea fugaz de que Harry podría aparecer en cualquier momento. Eso traería problemas. Dudosa, tomó la caja sin apartar la vista de Draco.

- Gracias... –murmuro dando media vuelta- hasta luego.

- ¿Estás segura que no quieres que te llevé a casa?

- No, está bien. Vendrán a recogerme –sonrío antes de desaparecer en la oscuridad.

Permaneció recargada en la pared alejándose de la vista del rubio. Pudo escuchar el motor encendiendo y un segundo después el auto se había puesto en marcha.

- Hermione.

Una voz a sus espaldas llamó su atención inmediatamente. Al reconocerla tembló ligeramente. Giro la cabeza encontrándose con Harry, que no lucía muy contento.

- Son casi las diez –recalco lo obvio.

- Lo siento, es que yo...

- La recepcionista me dijo que habías salido temprano... acompañada –interrumpió. Su voz, alarmantemente serena.

- Yo... bueno, un amigo me invitó a comer y... creo que se me fue el tiempo. Lo siento.

- Debiste avisarme –Hermione pensó en reclamarle, diciéndole que él no era su padre y no tenía porque decirle lo que hacía o no- ¿Quién te dio eso? –señalo el obsequio de Draco, sabiendo que Hermione no aceptaría un regalo solo porque si.

Hermione miro la caja nerviosa, maldiciéndose internamente por no haberla ocultado o por lo menos encogido. Sabía lo que Harry estaba pensando. No podía decir que 'su cita' le había dado el regalo. Aunque fuera verdad, no era característico de ella.

- Un compañero de trabajo confundió el día de mi cumpleaños –mintió sin mirar al chico, incapaz al ser conciente de que mentía.

Harry no le creyó, pero no quería poner más nerviosa a su amiga. Levantó su rostro poniendo una mano bajo su barbilla forzándola a mirarlo a los ojos descubriendo la mentira reflejada en su mirada castaña.

- Vamos a casa –dijo dulcemente. Hermione asintió bajando la mirada.

Veinte minutos después. Llegaron a casa encontrando a Ron cómodamente instalado en la sala bebiendo una taza de chocolate. Hermione subió a su habitación mientras el pelirrojo pedía hablar.

- ¿Qué pasa? –pregunto Harry sentándose frente al pelirrojo en actitud cansada.

- Mmm, Harry. Creo, tengo una mala noticia –murmuro bajando su taza, colocándola en la mesita central.

- Todo este día ha sido muy extraño –declaró dejándose caer en el respaldo, doblando la cabeza hacia atrás colocando una mano sobre sus ojos cerrados- supongo que me dirás que no puedes quedarte mañana.

- De hecho, creo que me ausentaré las próximas semanas... tal vez un mes –explico sin mirar a Harry, sabiendo que se molestaría.

- Remus cree que Hermione puede estar siendo acosada por un mago de sangre pura, recibe cartas e invitaciones. Y tú te vas a... ¿A dónde vas? –levantó la cabeza separando su mano.

- A un partido amistoso en Francia.

- Ah, si. A un partido amistoso en Francia... Francia –murmuro volviendo la cabeza hacia atrás con la mano sobre su rostro. Volvió a cerrar los ojos en un claro intento por mantener la calma- debes estar loco...

- Harry...

- Pero más loco estoy yo –interrumpió tranquilamente encarando a un confundido Ron- Remus me aconsejó tenerte paciencia. Después de todo, estás luchando por convertirte en un jugador profesional. Y el 'problema' que tenemos no debe intervenir con ello.

Ron lo miro en silencio. Lo había sorprendido notoriamente la reacción de su amigo. Esperaba que el ojiverde se molestará y volviera a regañarlo como ya era costumbre.

Desde que habían llegado a aquella casa, el-niño-que-vivió se había vuelto sumamente sobre-protector con Hermione y él. Sobre todo con la chica, por razones entendibles pero molestas en cierto momento.

- Harry...

- Está bien, solo ve y diviértete... –se puso de pie caminando hacia la escalera a paso lento- pero no te atrevas a volver sin la victoria –sonrío- buenas noches.

- Buenas noches, y gracias –sonrío sin moverse del sillón.

Y entonces cayó en cuenta. ¡¿Hermione recibiendo cartas e invitaciones a salir?! Suspiro imaginando lo irracional que se vería eso. Pensó en asaltar con preguntas a su amigo, pero ya que partiría en un par de días decidió que lo mejor sería descansar apropiadamente todo lo que pudiera. Los entrenamientos con Leo se caracterizaban por ser de sol a sol y extremadamente agotadores, esto producto de la ideología del capitán sobre 'nunca perder'.

Se recostó tranquilamente en el sofá disfrutando lo último de su chocolate. Cuando volviera tendría tiempo de sobra para mofarse de la chica.

Hermione se encontraba en su habitación, cómodamente recostada y cubierta por las cálidas mantas, sin poder conciliar el sueño. Sobre su escritorio reposaba el regalo de Draco. Un bello broche hecho de rubí, bañado en oro. Tenía forma de corazón, unas pequeñas alas y un diamante miniatura. Un obsequio notoriamente costoso. Propio de un Malfoy.

En su mente dibujó la escena más relevante de aquella noche. La cena con Malfoy. El cambio tan extraño que había percibido en el chico. El broche. Sus constantes lapsos de pensamientos. Todo había sucedido como si fuera un sueño. Un sueño que le agradó tener. Cayendo en cuenta que no volvería a ocurrir. A menos que Malfoy tuviera alguna idea descabellada en mente. De la cual no sería participe, por lo que no volvería a aceptar otra invitación (si es que la había).

Sonrío ante la sola idea. Giro bajo las cobijas mirando el prendedor. Sonrío aún más agradeciéndose a si misma el haber aceptado la invitación. No tanto el regalo, jamás le habían gustado los obsequios 'vacíos' y mucho menos aquellos con los que intentarán 'comprarla'.

Cerró los ojos tranquilamente, en un nuevo intento por dormir.

Continuará...

Notas de la autora: OK. Aquí le presento el capítulo 2. Que debo añadir, pensaba publicar antes, pero a algún chistoso se le ocurrió que sería divertido borrar un par de archivos "inútiles" de mi computadora -- En fin, tuve que volver a escribir el capítulo, sinceramente me gustó más el original, pero que le vamos a hacer. Espero sus comentarios para levantarme el ánimo y seguir escribiendo = p Procuraré no tardarme tanto, ya saben que no lo hago con la intención, son causas fuera de mi control.

Ahora si, contesto los reviews (que fueron de gran ayuda, cuando ya no tenía ganas de repetir el capítulo) = ):

Wizard Cat Harriet: Espero que te haya gustado este chap. Me tomó menos tiempo que el original, pero quedó más o menos. Gracias y cuídate = )

ross malfoy: Gracias por tus comentarios, de verdad que me esforcé con este chap, espero tus comentarios. Gracias y besos = )

Paula Moonlight: Imagínate que de cosas tendrá que hacer nuestro dragoncito para ganarse la confianza de Hermione. Gracias por tus comentarios, espero que te haya gustado el chap. Besos y cuídate = )

KagRin Adriana: No fue mi intención tardarme tanto -- Prometo que no volverá a ocurrir (o al menos lo intentaré = p) Gracias por tus comentarios. Besos y cuídate = )

YRE: Lista la continuación, haré todo lo posible por no tardarme tanto = ) Espero que te haya gustado. Gracias y cuídate

Muchas gracias a todos los que dejaron un review, fueron de mucha ayuda = ) Y espero recibir más, ji, ji = P

Nos vemos en el próximo capítulo. Cualquier duda, sugerencia, comentario, etc, ya saben: ¡un review!

Cuídense.

Su amiga,

Andy Yogima.