Buscándome

Por: Andy Yogima

Capítulo 3. Confusiones

Volvió a la mansión cerca de las once. Entró sigilosamente, caminando por pasillos, y corredores en completa oscuridad y calma. Llegó a su habitación, cerró la puerta tras de si, sin encender ni una vela. El cuarto era débilmente iluminado por la luz de la blanca luna, que sin ser llena podía emitir un considerable destello.

Recorriendo el cuarto a paso lento, tomó asiento frente a su escritorio. Cruzo los brazos sobre la mesa sin hacer ningún movimiento más. Rememorando los sucesos de aquella noche, con un respiro profundo.

Siempre había considerado a Potter (cara rajada), Weasley (comadreja) y Granger (sangre sucia) como unos completos... inútiles, presumidos, odiosos... al final, solo Gryffindor.

Sonrío débilmente con ironía, imaginando lo estúpido que debió haberse visto cenando con Granger, siendo 'amable' dentro de lo que su orgullo le permitía, visitando no uno sino dos establecimientos muggles. Y todo... por salvar su 'pellejo'.

Y entonces volvió a sentirlo. Aquella sensación de culpa por sus acciones, algo que nunca en su vida había experimentado. Aquella extraña voz que se había introducido en su cabeza, reclamándole que todo estaba mal... y que podría empeorar. Aquel estúpido impulso repentino que intentaba obligarlo a detener esa 'locura'.

Respiro profundamente recurriendo al ya conocido 'tratamiento' para solucionar aquellas 'situaciones'. Cerró los ojos, borrando todo recuerdo de las horas anteriores. Volvió a respirar enfocando su alrededor, para encontrar a su padre de pie frente a él.

- ¿Y bien? –hablo el mayor de los Malfoy, rompiendo el silencio incomodo para ambos.

Draco lo miro un segundo, rodando los ojos mentalmente. Bajó la mirada sonriendo débilmente con sarcasmo ante la pregunta. Su padre quería conocer los detalles de la 'velada'. Situación que no solo incomodó sino que molesto a su primogénito.

- ¿Qué es lo que quieres saber, exactamente? –preguntó burlón, sin levantar la mirada. Remarcando cuidadosamente cada sílaba de la última palabra.

El mayor Malfoy examino cuidadosamente la actitud de su hijo. Su esposa le había pedido que no hablará con Draco, esa noche, ya que seguramente estaría cansado. Lucius miro desaprobatoriamente a su primogénito. Aquella, no era la 'forma correcta' de comportarse para un Malfoy.

- ¿Le diste el broche? –preguntó de golpe.

- Si –respondió aún sin levantar la mirada- pero no estoy muy seguro que vaya a abrir el paquete.

- ¿No te aseguraste que lo hiciera? –su tono de voz era peligrosamente suave.

- Padre, aunque no lo parezca –hablo lentamente, encarando a Lucius- Granger no es una chica cualquiera –se puso de pie, enfrentándolo- y si esperas que obtenga 'algo' solo con una cena, eso será imposible... incluso para ti.

Ambos pares de ojos se enfrentaron. Mezcla de orgullo, superioridad y... ¿odio? Lucius examino por última vez la actitud de su hijo. En cualquier otra ocasión y frente a cualquier otra persona, se hubiera sentido orgulloso del chico. Pero bajo aquellas circunstancias y ante él, Lucius Malfoy, su padre, aquello era reprochable. Se encamino a la puerta con una mirada de advertencia.

- Espero que puedas rastrear la señal –abrió la puerta. Su tono sonaba algo así como "si eres capaz".- y por tu propio bien. No falles.

Draco permaneció de pie mirando la puerta por donde su padre había abandonado la habitación. Giro sobre sus talones abriendo de mala manera, el primer cajón a la derecha de su escritorio. Sacó una pequeña pantalla del tamaño de su palma.

Encendió el extraño aparato, visualizando una especie de mapa. En el centro se veía la inscripción: 'Mansión Malfoy' sobre un cuadro de considerable tamaño y alrededor calles y cuadritos de menor tamaño. Presionó un botón con la leyenda: 'start'. Un par de segundos después. No ocurrió nada.

Frunció el ceño sin entender. Volvió a presionar el botón repetidas veces obteniendo el mismo resultado. Colocó la máquina sobre el escritorio, recostándose en su cama suspirando con resignación.

Cerró los ojos, esperando poder descansar un par de horas antes que su padre volviera a importunarlo. Ya no sabía si creerle a su progenitor aquella 'farsa' de preocupación hacia él. No era común en Lucius comportarse como... humano. "Tal vez tenga el algún plan en mente" pensó antes de caer dulcemente en los brazos de Morfeo.


A pesar de la cantidad de pensamientos que inundaban su cabeza. Hermione había podido descansar lo suficiente para presentarse en San Mungo. Muy en su contra, se suponía que esa semana estaría libre. Debía descansar. Suspiro resignada. La primera condición para trabajar en el hospital mágico era: "No importa si estás de vacaciones, en la cena de Navidad o en tu cumpleaños, si el hospital te requiere debes presentarte".

Llegó al sanatorio, esperando que hubiera 'toneladas' de papeles que revisar, acomodar, etc. Para su mala suerte, Lina, otra de las enfermeras en turno se había tomado 'la libertad' de hacer su trabajo de papelería. Con respecto a esa chica, sentía una especie de recelo. Por momentos pensaba que ella estaba en 'asociación' con Steven.

Ahora había sido enviada a auxiliar al medimago Pierre. Pesadamente, ante la sonrisa extrañamente grande de Lina, llegó a la sala de partos, donde una mujer estaba dando a luz mediante cesárea.

Steven miro de reojo a la castaña, mientras la chica a petición de otra enfermera estaba preparando lo necesario para recibir al bebé. Ante la insistente mirada del medimago, Hermione discretamente se coloco tras la enfermera que apoyaba a Steven, así éste no tendría forma de verla.

Diez minutos después, nació la criatura. Un varón que dejó exhausta a la mujer, a pesar de ser cesárea. Ya que la señora había tenido que soportar las contracciones durante un tiempo considerable, antes que se decidiera que tendría que ser cesárea.

El pequeño fue entregado a Hermione, quien tras lavarlo adecuadamente y envolverlo con una frazada lo devolvió a su madre. Indicándole que tendría que llevárselo en unos minutos más a una revisión de rutina.

- ¿Por qué no viniste ayer? –preguntó Steven conduciéndola a la sala contigua.

- Tuve un par de asuntos que arreglar –respondió indiferente lavándose las manos.

- ¿Más importantes que venir? –su tono era serio pero con un ligero matiz de burla.

- Le recuerdo que está semana debí tenerla libre... –tomó una toalla secando sus manos. Se acercó a la puerta quitándose la bata extra.

- Te he pedido que me hables de tú –interrumpió cansadamente.

- ...si vine, es porque me dijeron que había mucho trabajo –continuo sin prestar atención a la ya conocida 'petición' de Steven- pero yo no lo creo, tal vez me vaya temprano.

- ¿Entonces aceptarías salir conmigo?

Ignorando la última frase del medimago, Hermione regreso a la otra sala pidiendo a la paciente que le entregará al niño. Con un último beso, la señora colocó a la criatura en brazos de la chica que rápidamente se dirigió a los cuneros, evadiendo estratégicamente a 'su jefe'.

Depositó al pequeño en una camilla, revisando su temperatura, el nivel de magia, su salud en general. Lo vistió con un mameluco azul cielo, y pañal. Recostó al bebé en una pequeña cuna a la espera que su madre estuviera lista para recibirlo nuevamente.

Observó al recién nacido, que rápidamente se había quedado dormido, hundiéndose en sus pensamientos. Afortunadamente había logrado zafarse de Pierre, una vez más. Suspiro cansada. De nuevo, como hacia por lo menos una vez al día, la había invitado a comer. Ahora no se había visto en la necesidad de inventar alguna excusa tonta, solo lo había ignorado.

¿Hasta cuando dejaría de molestarla? Ella ya estaba harta de su hostigación. ¿Qué, él, no estaría cansado de ser ignorado? Seguramente habría millones... miles... cientos... algunas cuantas que matarían por tener una oportunidad con él. ¿Por qué esa necedad de molestarla, específicamente a ella? Volvió a suspirar, está vez con resignación. Miro al bebé.

El pequeño se agito dentro de su manta. Hermione acarició su mejilla, mirándolo con ternura. Siempre le habían gustado los niños. Era muy lindo, debajo de todas esas características típicas de los bebés, recién nacidos. Aquel pequeño tenía esa extraña 'chispa' que normalmente las madres depositaban en los bebés al verlos por primera vez. La vida.

- No te encariñes con él –escucho una voz en la puerta. Levantó la mirada encontrándose con Lina. Ella, como muchos en el hospital conocía su debilidad por los bebés.

- Yo, solo...

- Tranquila, pero la señora Balds quiere verte.

- ¿A mí? ¿Qué hice? –sonrío divertida. Tras asegurar al bebé, acompañando a Lina de regreso- no he matado a su hijo.

- No te preocupes, yo seré tu testigo –sonrío siguiendo el juego de la castaña.

- Bien, madre ¿cómo se siente? –preguntó Hermione entrando sin compañía a la sala donde descansaba la señora Balds.

- Bien, gracias –sonrío- el medimago acaba de irse. Creo que están muy ocupados.

- ¿Ya le dieron suero? –preguntó revisando las bolsas que colgaban tras la cama.

- No, la enfermera que estaba aquí se fue muy rápido –dijo algo apenada.

- No se preocupe –tomó una bolsa de suero, de un gabinete bajo. Lo conectó cuidadosamente a una jeringa.

- ¿Puedo pedirle un favor, señorita?

- Claro, ¿qué se le ofrece? -termino de administrar el suero. Acomodó la almohada y las frazadas.

- Gracias. Le pedí a otra enfermera que llamará a mi esposo, pero creo que no lo hizo. Él está trabajando ¿podría llamarlo?

- Por supuesto –sonrío.

Tras recibir las indicaciones de la señora Balds. Salió hacia la oficina de las enfermeras desde donde llamó al padre del pequeño que acababa de llegar al mundo. Tomó el recado del hombre para su esposa, abandonando la sala minutos después. Dio vuelta en una esquina chocando con Steven quien sonrío peligrosamente feliz a la joven impidiéndole el paso.

- Pierre, ¿me permite pasar? –pidió lo más amable que su paciencia le consintió.

- Claro, en cuanto aceptes salir a comer conmigo –sonrío con elegancia. Evitando que su 'víctima' se alejará.

- Ehm... yo, bueno. Tengo que llevar un recado a...

- Solo tienes que decir "si" ¿Qué tan tardado es eso? Iremos a comer y...

- Ella no puede ir contigo –viraron sus miradas detrás de Steven donde un apuesto rubio miraba desafiante al medimago.

- ¿Quién eres tú? –preguntó molesto.

- Ella no irá contigo, porque saldrá conmigo –dijo arrogante.

- ¡¿Qué?!

Hermione abrió la boca sorprendida por la 'afirmación' que había hecho el chico. Pero cambió completamente su actitud cuando Steven la encaró buscando su respuesta.

- Lo siento, Pierre. Pero le había prometido que iría con él –explico sin mirar a ninguno señalando al rubio para no verse en el predicamento de llamarlo 'Draco' o 'Malfoy'- intenté decírselo, pero...

- Señor Pierre, disculpe –una enfermera apareció detrás del hombre, llamando la atención del trío- tenemos problemas en la sala 15 -dijo nerviosa. Aquella sala era de cuidados intensivos.

Steven miro a Hermione no muy convencido de lo que la chica acababa de decirle. Pensó en seguir 'discutiendo', pero decidió dejarlo para otra ocasión, en que estuvieran a solas. Aunado, por supuesto al asunto en la sala 15.

Se despidió de Hermione dando un par de pasos para quedar frente a Malfoy, ambos de la misma estatura. Lo miro a manera de despedida con un ligero tinte de molestia. Aquel matiz fue perfectamente notado por el rubio, dado que había utilizado esa variedad de cambios por muchos años de su vida.

Levantó el mentón ligeramente mostrando altivez y superioridad al medimago. Cambió su mirada a una astuta. Un segundo después, Steven se retiro con una última mirada de advertencia, casi amenaza al rubio. Por un momento, Hermione no supo definir quien era más arrogante.

Permaneció de pie examinando la actitud de Malfoy, quien al mirarla cambió completamente su reacción. Repentinamente, recordó el encargo que le habían hecho hacía varios minutos.

- ¿A dónde vas? –cuestiono el chico.

- Ahora vuelvo –cortó dando vuelta hacia la habitación de la señora Balds.

Draco respiro tratando de no molestarse. Siendo un Malfoy no estaba acostumbrado a ese tipo de... trato humillante. Se acercó a una pequeña banca dispuesto a esperar a la chica, lo más pacientemente que su ausente orgullo le permitiera. Y cayó en cuenta de lo extraño que era todo eso.

Miro a la nada, analizando los últimos minutos. Llegó al hospital, preguntando por la 'enfermera Granger'. Al conocer su paradero se encaminó al lugar de referencia. Fue entonces cuando encontró a la chica siendo ¿acosada? –Agitó levemente la cabeza-. No, más bien 'invitada' a comer. El tipo aquel se veía arrogante. –Sintió una leve punzada- Intervino en la 'conversación' sintiéndose diferente.

Algo en él burbujeo llameando molestia. Rápidamente actúo. Afortunadamente, Hermione había seguido su juego. Con un repentino impulso, llamó al chofer de la limosina que aguardaba fuera del hospital, pidiéndole que se retirará. Apagó el celular, tras enviar el mensaje.

- Número uno... –levantó la cabeza encontrándose con Hermione.

Ya no portaba el uniforme de enfermera. Vestía un pantalón de mezclilla, negro. Una blusa sin mangas, rosa y el cabello suelto, a diferencia de minutos antes cuando lo traía sujeto en una coleta alta. Al examinar su nuevo atuendo, Draco volvió a sentir una extraña punzada en el estomago. Se puso de pie, encarando a la chica borrando todo rasgo extraño en su rostro.

- Gracias por ayudarme hace un momento –murmuro bajando levemente la cabeza. Antes que Draco pudiera hablar, continuo- número dos: no sé porque lo hiciste, pero no saldré contigo.

- Yo creo que si lo harás –dijo arrogante, encaminándose a la salida del edificio. Frustrada, Hermione lo siguió.

- No –dijo rotundamente- ayer me amenazaste diciendo que sabías donde vivían Harry y Ron, pero no es cierto...

- Ayer no estabas tan segura de ello –mofo divertido.

- Como sea, no iré contigo. Y no vas a chantajearme –detuvo el paso cruzando los brazos. Draco la miro, una ligera sonrisa formándose en la comisura de sus labios.

- Pero si me lo debes.

- ¿Qué? ¿De qué hablas?

- Te salvé del "medimago" –recalcó la última palabra con asco, como si desconfiará de aquel título.

- Pero...

- Dijiste que irías a comer conmigo.

Hermione bajo los brazos viéndose derrotada. Suspiro con resignación alcanzando al rubio que ya se había adelantado un par de pasos. Por un momento sintió un sabor amargo al haber faltado a su palabra sobre no aceptar más invitaciones del rubio. Ello le hizo pensar que Draco tramaba algo. Y tarde o temprano lo descubriría. Sonrío divertida.

- ¿Y a dónde iremos hoy? –preguntó usando un tono infantil.

- A un local sencillo que acabo de descubrir.

- Ya veo –murmuro confundida. Definitivamente no era la respuesta que esperaba escuchar.

¿Otro lugar muggle? Hermione no pudo evitar reflejar la sorpresa en su rostro, formulando varias hipótesis sobre el comportamiento de Draco. Por supuesto, aquello no era normal en él. Y como buena Gryffindor no aceptaría quedarse con la curiosidad, averiguaría el porque de toda esa farsa.

- Por cierto –hablo llamando su atención- ¿quién era ese sujeto?

- ¿El del hospital? Ah, él es Steven Pierre.

- ¿Qué es de ti? –murmuro. Hermione no percibió el dejo de molestia en su voz.

- En realidad es... como mi jefe. Pero está loco –añadió rápidamente sin poder acostumbrarse a llamar "jefe" a Pierre.

- ¿Un jefe que te invita a salir? –dijo despectivamente.

- Está loco –repitió como si con eso explicará todo.

Caminaron por espacio de veinte minutos llegando a un pequeño local con una manta roja cubriendo el techo. A pesar de su aspecto exterior, que no era muy llamativo. El interior era cálido, sencillo pero elegante. Por supuesto, Draco Malfoy no se acercaría a un local que no fuera por lo menos 'aceptable'.

Al tomar una mesa, casi al fondo donde había menos clientela. Rápidamente fueron atendidos y provistos de los mejores platillos del menú.

- ¿Hoy si me permitirás acompañarte a tu casa?

- No –sonrió. Draco dejo de comer encarando a la chica- bueno, con una condición. Que dejes de darme regalos –el chico la miro interrogante- no me gustan los regalos vacíos. Ni aquellos con lo que quieran comprarme –sinceró con la clara intención que Draco intentará defenderse ante aquel argumento.

- Esa no era la intención –estableció regresando su atención a los alimentos.

- ¿Podrías mirarme a los ojos y decir lo mismo? –pidió tranquilamente.

A pesar de haber sido 'entrenado' para mentir desde muy pequeño, no tuvo el valor de levantar la mirada y enfrentar a su acompañante. No era la primera vez que se veía envuelto en esa situación. Repentinamente no podía mentirle a Hermione.

- Si dejo de darte regalos, ¿podré acompañarte a tu casa? –cambió de tema, aún sin mirar a la chica ni a su plato.

- No.

- Pero dijiste...

- ¿Por qué tanto interés en ir a mi casa? –asaltó manteniéndose tranquila- entonces es cierto. No sabes donde vivo.

- Claro que sé donde vives –hablo de nuevo arrogante. Miro a Hermione, notando que no le creía- de acuerdo, supongamos que no sé donde vives, ¿por qué no quieres llevarme?

- Eso es algo personal. Y no quiero hablar de ello.

- Pero supongo que no vives sola.

- Si tanto te interesa, vivo con Harry y Ron.

¡Bingo! Había obtenido información importante directamente de la fuente. Llevó el vaso con agua hasta sus labios frenándose a si mismo, la típica reacción que tendría de insultar a los amigos de Hermione, sabiendo que hacerlo sería algo que indudablemente molestaría a la chica y muy posiblemente arruinaría la poca comunicación que había logrado con ella.

Hermione lo miro de reojo esperando el comentario del rubio. Pasaron varios minutos, sin ninguna palabra ofensiva. ¿Qué significaba eso?


Respiro con tranquilidad tras haber descubierto el misterio que envolvía la nota que Harry le había dado. Nota que días antes, Hermione había recibido. Con la ayuda de la única frase escrita en el pergamino, dedujo el origen de aquel peculiar mensaje.

Inclino la cabeza hacia atrás mirando por la ventana. Siendo de noche, las espesas nubes negras cubrían el cielo, acompañadas por una leve brisa fresca. Un segundo después, un ligero brillo blanco atravesó un par de nubes. Era la luna.

Alarmado, Remus se levanto de un brinco corriendo hacia el escritorio. Del último cajón, extrajo una pequeña libreta. Fue entonces cuando notó una ampolleta sobre el escritorio. Recordó que hacía un par de horas, Snape le había visitado entregándole la poción mata-lobos. Sumido en su trabajo, no le había prestado mucha atención.

Rápidamente tomó la ampolleta, ingiriéndola de golpe. Hizo una mueca de asco mirando la ventana. Lentamente la luna se volvía blanca y redonda. Lo más rápido que pudo, arreglo su escritorio y el despacho, ocultando los papeles más importantes bajó un poderoso hechizo.

Minutos después fue a su habitación, cerrándola con llave. Cerró las ventanas y colocó un hechizo alrededor del cuarto preparándose para la transformación.

Sobre el cielo, iluminando el firmamento. La luna se mostraba imponente, completa y blanca. Dando inicio a la transfiguración de Remus.


Como la noche anterior, Narcissa espero pacientemente la llegada de su hijo. Teniendo la ventaja que Lucius no estaba en casa, siguió a su primogénito hasta llegar a su habitación. Esperó unos minutos fuera del cuarto, dando tiempo al joven para que cambiará su ropa y se relajará.

- Adelante –murmuro cansadamente ante el sonido que hizo Narcissa al tocar la puerta.

- Draco –saludo cerrando la puerta tras de si.

El rubio yacía recostado en su amplia cama con una mano sobre su frente. Elevó la mirada recibiendo a su madre. Respiro con aire de tranquilidad al verla.

- Vaya, creí que eras Lucius –susurro sin moverse.

- Supongo que no quieres verlo –concreto sentándose al pie de la cama.

- Odio que solo le interese el poder de Potter. Creé que ganarse la confianza de cualquiera de sus amigos es muy fácil... y no ayuda mucho todos los insultos que les dije hace años... infundados por él –murmuro inaudible las últimas tres palabras. Su madre, no lo escucho.

- ¿Cómo va tu amistad con Granger?

- Me soporta –dijo secamente.

- Tu padre solo quiere salvarte. Sabes lo que pasará si Potter entra en posesión de sus poderes.

- ¡Eso no fue lo que pensó cuando me obligó a hacer aquel estúpido hechizo! –declaro furioso poniéndose de pie.

- Tu padre...

- No lo justifiques –corto fríamente cruzando los brazos, de frente a la ventana- hace mucho tiempo que sé el tipo de persona que es Lucius Malfoy.

Narcissa lo miro en silencio, sin poder contradecirlo. Siempre supo quien era su esposo, pero su matrimonio había sido arreglado con la finalidad de fortalecer los lazos amistosos entre los Black y los Malfoy. Sin apartar la mirada de su hijo, cayo en cuenta que él ya no llamaba "padre" al mayor de los Malfoy.

Se acercó al rubio a paso lento, brindándole un cálido y fuerte abrazo con una sonrisa sincera en sus labios. Draco correspondió el gesto sabiendo que su madre era como cualquier otra, cariñosa, amorosa: humana. Pero que tenía que fingir ante Lucius y la sociedad.

- ¿Verás de nuevo a Granger? –se separó un poco del menor acariciando su rubio cabello.

- Creo que si... espero... –levantó la vista descubriendo que había hablado de más- el tiempo se acaba y...

- Y tú tienes que descansar –interrumpió sonriente depositando un suave beso en su mejilla- buenas noches, Draco.

Abandonó la habitación de un sorprendido Draco, que no acababa de creer lo que había dicho sin pensar. Sonrío a si misma cerrando la puerta sigilosamente. Se encamino a su habitación para esperar a Lucius.

Cambiando su impecable atuendo por una pijama igualmente elegante color lila, se acomodó en una silla reclinable cerca del balcón. Miro la luna sintiéndose más tranquila y feliz, pero con una molesta sensación de preocupación... ¿o miedo?

Al mirar los grises ojos de su hijo, tras hacer un comentario en relación con Hermione Granger se extraño, casi en seguida sonrío al percibir el peculiar brillo entre los matices grises de sus ojos. Supo, entonces, que Draco Malfoy estaba por experimentar un nuevo sentimiento dentro de si. Algo para lo que no se le había 'preparado', pero que sabía ciegamente que ella estaría a su lado para apoyarlo y... orientarlo un poco.

Respiro con la esperanza que aquella chica pudiese hacer entrar en razón a su hijo. Aquel ser hermoso que había sido corrompido por un demonio de nombre Lucius. Alguien con quien desafortunadamente aún tenían que compartir el techo y las reglas, y seguramente por mucho tiempo más.

En medio del silencio creado por la noche y la soledad del castillo, pudo escuchar el recibimiento que los elfos domésticos daban al dueño de la mansión. Alarmada se puso en pie, regresando a la calidez de la habitación. Apagó aquellos pensamientos sobre su hijo, con la seguridad que a su marido no le agradarían en lo absoluto. Ni como una mera especulación, ni mucho menos como una realidad.

Continuará...

Notas de la autora: OK. Capítulo 3, uff un poco tardado. Lo sé, lo siento -- Anduve de niñera y eso me quito algo de tiempo, ya ando en un nuevo proyecto y eso también resta minutos. En fin, el punto importante ¿qué les pareció? Espero recibir sus comentarios, sugerencias, reclamos, etc, etc.

Ahora, respondo a los reviews D

Wizard Cat Harriet: Muchas gracias por tus comentarios ) que bueno que te guste la historia, espero que igualmente haya sido de tu agrado este capítulo. Cierto, debes ampliar tus gustos. De ahí que aunque tengo mis parejas predilectas, procuro escribir de todo ) Sobre la actitud entre Harry y Ron... espero que no te refieras a lo que estoy pensando, entre ellos no hay más que una gran amistad. De hecho puede que Ron ya no salga mucho, esto en si va a centrarse en Draco y Hermione. Me alegra que sigas de cerca la historia, se pondrá cada vez mejor. Besos y cuídate )

Icee Queen: No tienes una idea de lo bien que me caen comentarios como el que hiciste, de verdad. Siempre suben el ánimo e impulsan a escribir hasta que duele la mano - Que bueno poder contar contigo, espero tus comentarios sobre este capítulo. Muchas gracias y besos

Asil Black: Gracias por darte un tiempo para dejar un review. No importa que sea corto, con que dejes tu opinión basta. Besos y gracias )

ross malfoy: Ya somos dos, Draco es adorable - Que bueno que alguien me comprenda, ese loco que se atrevió a tocar mis archivos recibirá su castigo, ji, ji. Pero bueno mientras, yo le sigo. Capítulo 3, espero tus comentarios que cada vez se pondrá mejor. Besos y cuídate )

herms16: Buena suposición, efectivamente el broche tenía el objetivo de localizar a Hermione. Pero como vez, el encantamiento fidelio pudo más - Gracias por tus comentarios, espero que te haya gustado este capítulo. Besos )

naokomisumi: ¡Listo!, espero que el capítulo haya sido de tu agrado y que continúes leyendo el fic. Gracias )

Muchas gracias a todos los que dejaron reviews. Espero que los que leen el fic pero no han dejado comentarios, se animen. Créanme siempre sube el ánimo recibir sus opiniones.

Cuídense. Nos vemos en el próximo capítulo )

Su amiga,

Andy Yogima.