Buscándome

Por: Andy Yogima

Capítulo 4. Me gustas mucho

Las últimas semanas pasaron rápidamente en medio de una situación similar. Hermione seguía aceptando las invitaciones de Draco, en parte para relajarse un poco de la pesada rutina que significa su trabajo. Por otra parte, las 'citas' ayudaban a que Pierre dejará de molestarla. Aunque solo fuera un poco, eso ya era bastante refiriéndose a Pierre.

Inconscientemente iba olvidando el verdadero motivo por el que continuaba con el 'juego' de Malfoy: descubrir el fondo de sus intenciones. Como siempre en situaciones sospechosas, sentía curiosidad por desentrañar el misterio en la mente del rubio, pero lo bien que se la pasaba en las citas le hizo olvidarse del asunto.

Pasaba entre 1 o 4 horas diariamente con el chico. Poco a poco iba descubriendo a Draco y olvidándose de Malfoy. El chico no era tan mala persona si se le trataba de la forma correcta. Aún seguía siendo (y en el fondo sabía que siempre sería) orgulloso y arrogante pero también tenía su lado sentimental.

Aún no lo sabía con exactitud, pero daba la impresión que Draco no vivía como un rey, en la mansión Malfoy. Claro, materialmente era un hecho pero por lo demás… su comportamiento siempre la dejaba pensando en que aquella máscara de frialdad que mostraba al mundo era solo una ilusión y no precisamente su forma acostumbrada de vivir.

Había escuchado muchos y variados relatos de labios del rubio, sobre Narcisa. Esto en comparación con Lucius, a quien evitaba nombrar y cuando hablaba de él siempre lo llamaba por su nombre utilizando un tono despectivo y forzado.

En cuanto a Draco, poco a poco le tomaba cariño a la chica Gryffindor. Ahora entendía porque Potter y Weasley la consideraban su amiga. Era muy inteligente, sabía escuchar y siempre tenía una linda sonrisa decorando su vivaracho rostro. En el tiempo en que la había tratado, nunca la había visto molesta y aunque estuviese cansada siempre sonreía, emanando una alegría tan grande que contagiaba.

Durante varios días se sintió tentado a darle algún obsequio pero al final desistía, analizando que siempre escogía regalos muy ostentosos que, seguramente Hermione malinterpretaría como un 'regalo vacío' (como ella curiosamente los llamaba). Su relación con ella se había forjado tanto que lo último que necesitaba era echarla a perder por una tontería como esa.

El problema era que no podía quitarse esa costumbre. De siempre dar y recibir lo mejor de las personas que estimaba y que lo apreciaban. No era algo fácil deshacerse de ese viejo hábito, heredado de su padre como todas las malas costumbres de su persona.

En la ciudad de Gante, justo el mismo día que Ron partió rumbo a Francia, Harry había recibido el informe de Remus descubriendo a quienes, el licántropo suponía eran los remitentes de las cartas a Hermione. (Cartas que continuaron llegando, prácticamente vacías con sencillas frases, sin firma ni similares).

La familia Malfoy.

A pesar de las afirmaciones que Remus había hecho, Harry aún no podía creerlo. Hacía mucho tiempo que no sabían de los Malfoy, y era sencillamente imposible que alguno de ellos supiera sobre la casa de Gante. Teniendo infinidad de asuntos en los que tirar su tiempo. ¿Por qué gastarlo en acosar a Hermione?

Durante los primeros días de obtenida aquella información, el ojiverde había hecho todo por fomentarse la negativa a esa teoría, pero aquello pronto termino ante la actitud distante de la chica en cuestión. Su horario de hospitales consistía en salir temprano de casa y volver antes que cayera el atardecer. Pero ahora, volvía muy entrada la noche todos los días. Así que aunque había intentado interrogar a la castaña, sencillamente no era posible. Pronto su preocupación fue en aumento.

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Sábado por la mañana, a pesar de no tener compromiso en los hospitales, Hermione salió muy temprano con el pretexto de una demostración de arte en Londres. A regañadientes, Harry acepto dejarla ir sola. 'El pretexto' en si, era verdad pero omitió el detalle de aclarar con quien se encontraría en dicho evento.

Cerca de las nueve de la mañana, Hermione llegó a una lujosa casa de Londres donde se llevaría acabo la exhibición, justo en la parte trasera donde había un amplio jardín adornado y con una extensa carpa blanca que daba un perfecto contraste a las pinturas. Entró maravillada por el escenario, lleno de flores, algunas esculturas y por supuesto, las pinturas.

Rápidamente localizo a Draco, admirando un bello retrato donde lucía un castillo y un pegaso con un ángel admirando al ser celestial cerca de un lago al pie del castillo.

-A puesto que si fueras un anímago, te convertirías en un pegaso -susurro acercándose de modo que solo el rubio la escuchara.

-¿Tú crees? –dijo sin apartar la mirada del cuadro.

-Claro –sonrío- no serías una criatura común.

-¿Tú que serías? –encaro a la chica.

-Mmm, tal vez un gato.

Hermione sonrío de una forma tan peculiar que Draco se sintió hipnotizado. Giro totalmente para quedar frente a ella, sin saber porque ni pensar en donde estaban, coloco su mano sobre su mejilla acariciándola hasta llegar a su barbilla que suavemente halo hacia él. Sus corazones latían aprisa sin saber lo que pasaría. Con un repentino impulso tal vez de temor, Hermione se separo rompiendo el contacto de sus ojos con un par de pasos hacia atrás. Draco la miro confundido y finalmente recobró el control de si mismo. Abrió la boca buscando una explicación a lo que acababa de pasar pero no encontró más que un nudo en la garganta.

-¡Draquito! –una voz chillona rompió el ambiente. Detrás del rubio una chica de mediana estatura, pelirroja, ojos color uva y piel blanca con una extraña sonrisa que buscaba ser sincera, se sitúo orgullosa- ¡qué bueno que te encuentro! –chillo tomando su brazo- que malo eres, llevo días buscándote. Pero cada vez que te buscaba en la mansión me decían que no estabas.

Draco la miraba como si no la conociera, o peor aún como si estuviera loca. La chica en cuestión no dejaba de sonreír mientras hablaba muy deprisa de temas a los que el rubio dejo de poner atención.

-…y lo peor fue cuando terminamos lo nuestro –balbuceo. Esa fue la gota que derramo el vaso de su paciencia, con asco evidente en su rostro, Draco retiro la mano que sujetaba su brazo casi impidiéndole la circulación.

-¿Lo nuestro? –escupió.

-Si, verás, mis amigas siempre me dijeron que tú y yo nos veíamos geniales juntos. Y, bueno, yo nunca entendí porque terminamos.

-¿Terminamos? ¿Cuándo según tú, comenzamos?

-Sé que nunca fue formal, pero… -sus ojos se llenaron de lágrimas moviendo nerviosamente las manos.

-No me interesa lo que creas –dijo fríamente- tú sola te fomentaste la ridícula idea que seríamos pareja. ¿Cuántas veces tengo que decirte que te detesto para que lo entiendas? –siseo peligrosamente suave.

-Pero Draco… -sollozó.

-Buenos días –termino a manera de despedida.

-Vaya, vaya, vaya –canturreo una voz burlona. La pelirroja giro, ya sin lágrimas en su rostro, encarando a una chica morena, de ojos negro profundo y tez blanca- ¡qué humillante!

-Ya cállate.

-La gran y sensacional Estefany Mybel, rebajándose a rogar –burlo siguiendo los pasos de la pelirroja hasta una banca.

-Créeme, vale la pena. Por obtener la fortuna Malfoy haré cualquier cosa, y rogar será lo menos –dijo meciendo una copa recién servida de champagne.

-Pues empezaste mal. Ya lo oíste, siente todo por ti, menos afecto o algún similar.

-¿Y eso a quien le importa? –bebió- se trata de que nos casemos no que exista amor. Dudo que él tenga intenciones de casarse por amor. Será tal vez por la necesidad de un heredero. No creo que exista una chica a la 'altura' de Draco.

-Supongo que tienes razón –murmuro mirando de reojo la pintura del pegaso donde Estefany había encontrado al rubio.

-Jane Lokwood. ¿Te gusta Draco? –mofo casi como una afirmación.

-Claro que no –corrigió tranquila y sinceramente.

No se lo diría a Estefany, por ahora, pero a diferencia de la pelirroja, había notado lo que Draco y una chica castaña, que lo acompañaba antes que ellas llegaran, habían estado a punto de hacer. Dejando que su imaginación viajara, supuso que aquella chica era quien había mantenido tan ocupado a Draco durante las últimas semanas que ella y Estefany habían intentado localizarlo. No se lo diría a la pelirroja, eso seguramente la haría rabiar. Por supuesto, tenía muy claro que aquella era información era importante. Muy importante.

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Draco se alejo a paso rápido de la chica, bastante molesto. No estaba dispuesto a escuchar más disparates. Se alejo de la gente preguntándose por el paradero de Hermione. Se detuvo en seco, ahora recordaba lo que había pasado o estuvo a punto de pasar, antes que Estefany se presentara. ¿Qué se suponía que debía hacer ahora?

En cuanto se había distraído por la presencia de la pelirroja, Hermione desapareció… ¿molesta? Seguramente confundida. En relativamente poco tiempo, se había hecho con la amistad de la castaña, y ahora lo había arruinado haciendo 'algo' estúpido. 'Algo' que se le salió de control…

Pero no pudo evitarlo. Al ver la linda sonrisa decorando su rostro no pudo reprimir el deseo de besarla y… ¡rayos! No podía enamorarse. No de ella. No ahora. Y por sobre todo, NO DEBÍA.

-No debo… -murmuro recargándose en el tronco de un árbol.

Durante las últimas semanas se había olvidado de su deber. Gracias a que su padre se ausentaba seguido y por largos períodos de tiempo, casi olvidaba la maldición por la que estaba condenado. Por lo que se había visto en la obligación de 'acudir' a Hermione y que ahora no quería ni podía alejarse de ella.

Supuso que después de lo sucedido, Hermione ya se habría marchado. Suspiro con resignación dispuesto a revisar el lugar una última vez. Si no la encontraba, también se iría.

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-¿Te encuentras bien?

Levanto la vista, mirando al espejo. Primero su rostro y luego un poco a la derecha, distinguió el reflejo de una joven de su misma edad, cabello rubio, tez ligeramente bronceada y ojos color café. La miraba algo preocupada, llegó a su lado acercándole una toalla.

-Gracias –tomó el trapo secando su rostro.

-Si sigues mojándote de esa forma terminarás ahogada –mofo con una débil sonrisa.

-Estoy bien, gracias –devolvió el gesto, igualmente débil.

-¿Quieres salir? –ofreció acercándose a la puerta.

-Prefiero quedarme…

-¿En el sanitario? ¿Qué fue lo que te paso? –volvió a acercarse- ah, lo siento. Creo que no es de mi incumbencia. Es solo que, te ves tan pálida que parece que vas a desmayarte. Algo muy malo debió pasarte. ¿Cómo te llamas?

-Hermione Granger.

-Mucho gusto, me llamo Megan Thers. ¿Te parece si salimos? Este lugar está lleno de muggles y me asfixian.

-¿Muggles?

-Ay, no ¡qué dije! Ehm… yo…

-¿Eres una bruja?

-¿Tú también lo eres? –asintió- vaya, con razón me caes tan bien.

-¿No te agradan los muggles?

-No es eso. Es sobre este lugar, en fin es una larga historia –abrió la puerta invitando a Hermione a salir- pero creo que estábamos hablando de ti.

-Estoy bien, solo algo confundida –musito quedamente mirando sus pies.

-Ya veo –murmuro notando que Hermione no quería hablar del asunto, o no quería discutirlo con ella- los organizadores de está demostración son muy buenos amigos de mi madre, pero a mí no me agradan. Aún así me obligaron a venir –explico tratando de infundir confianza en la castaña.

-Mmm…

-¿Viniste sola? ¿Quieres que busque a alguien?

-No, gracias. Vine con un… amigo, pero no quiero verlo.

-Supongo que él es el "problema".

-Si, eso creo.

-Deberías hablar con él, sea lo que sea que haya hecho debe tener solución, ¿no?

-Supongo…

-¿Quieres que te acompañe a tu casa?

-No, descuida. Tengo un par de cosas más que hacer.

-De acuerdo. Por si te interesa, mi padre organizo una exposición de pinturas mágicas –extendió una pequeña tarjeta- aquí están los datos. Hasta luego.

-Adiós y gracias –miro la tarjeta. En ella, un mago apuntaba con su varita hacia un lienzo en blanco llenándolo de luces y colores. En la parte inferior tenía la fecha, hora y lugar del evento en letras fluorescentes que iban y venían.

Diecisiete de septiembre, medio día. Era dentro de dos días, el día de su cumpleaños número 21. Caminó, alejándose de los sanitarios, encontró una bella fuente en la que se sentó admirando la danza del agua. Suspiro. ¿Acaso Draco Malfoy había estado a punto de hacer lo que ella creía? Pero, ¿por qué? ¿Qué no se suponía que eran enemigos?

'Eran' murmuro una peculiar vocecilla dentro de su cabeza. Hermione sonrío con ironía. Era cierto. Ella y Draco habían dejado de ser enemigos para convertirse en conocidos y poco a poco la confianza venció a la apatía logrando grandes cambios en ambos. Definitivamente ya no eran los mismos niños que habían estudiado en Hogwarts, y ya no debían comportarse así.

Pero… estuvieron a punto de besarse… y… ¿Cómo se suponía que debía reaccionar ahora? ¿Volver con él y seguir como si nada pasará, o pedirle una explicación? Claro, ¿Qué iba a decirle? "No lo sé, repentinamente sentí ganas de besarte y…"

¿Y si todo lo que Draco le había dicho era verdad? Tal vez buscaba conocerla porque le gustaba. ¿Ella, gustarle a Draco? Era posible. Pero también existía la otra posibilidad: que todo fuera mentira.

Se puso de pie dispuesta a volver a casa y pensar las cosas con más calma. Giro bruscamente chocando frente al autor de sus problemas. Draco. Ante la impresión de encararse en esa forma, ambos retrocedieron pero Hermione torció los pies perdiendo el equilibrio. En un acto reflejo, Draco la tomó por la cintura evitando la caída pero juntando sus rostros de sobremanera.

De nuevo aquella sensación se hacia presente, como una especie de atracción que los obligaba a unir sus labios. El ritmo de sus corazones aumentaba peligrosamente volviéndose un solo golpeteo. Un ligero tono rosado coloreando las mejillas de Hermione, efecto no causado en Draco quien como todo un Malfoy podía controlar ese tipo de reacciones.

Todo sucedió tan rápido que no dio tiempo a ninguna otra reacción. Draco hizo el primer movimiento terminando con el espacio que separaba sus labios. Suavemente tomó posesión de los delicados labios de Hermione quien respondió cruzando sus brazos tras la nuca del rubio. En segundos que se volvieron mágicos, descargaron pasión fundiéndose cada vez más ansiosos, acercando sus cuerpos lo más posible. Pronto el ardiente beso se volvió más suave hasta desaparecer a falta de oxígeno. Hermione bajo sus manos para sujetar los fuertes brazos de Draco quien se negaba a soltarla. Mantuvieron los ojos cerrados y sus frentes unidas regulando la respiración.

-Draco, ¿qué…?

-Déjame hablar –interrumpió dulcemente. Abrió los ojos separando su rostro pero sin romper el abrazo- antes que te vayas, de nuevo –Hermione mantenía la mirada en el suelo levemente sonrojada. Tomó su rostro por el mentón hasta que sus miradas volvieron a unirse acariciando su mejilla con delicadeza.

Por primera vez, Hermione pudo ver en los ojos grises de Draco algo más que arrogancia y/o superioridad. Ternura. La miraba de una manera tan dulce que se volvía magnético.

-Me gustas mucho –susurro suave pero audiblemente aflojando el abrazo, permitiendo que Hermione se separará.

-Debes entender que esto parece una broma –dijo nerviosamente, luego de un expectante segundo en silencio. Draco la miro sin cambiar su porte serio, con ese extraño gesto de ternura- es decir, un día apareces y me dices que quieres ser mi amigo. De acuerdo, eso pasa. Creo que haz dejado de ser el 'cabeza hueca' de hace años, haz madurado y… ahora me vienes con 'esto'. ¿Qué es lo que te propones?

-Hermione, sé que no suena congruente pero, ¿qué quieres que yo haga?

-No lo sé, creo que es un juego –dijo terminante.

-¿Qué?

-Creo que solo estás jugando conmigo –continuo molesta, aumentando el tono de su voz- es lo que pensé desde el día que te presentaste en el hospital. No sé que quieras de mí, pero debe ser algo grande, muy grande para que te hayas 'sacrificado' tanto los últimos días. ¡¿Qué es lo quieres de mí?! ¿Qué tengo que te pertenezca? –Draco la miro impasible- tu silencio es ensordecedor –dio media vuelta alejándose del rubio que ni siquiera se molestó en seguirla. Solo la miro con una mezcla de culpa y contrariedad.

Hermione abandono el evento ante la mirada suspicaz de Megan quien se encontraba en el recibidor. Pensó en seguirla pero decidió esperar al próximo evento, confiando en que la castaña se presentara.

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Últimamente Harry pasaba mucho tiempo solo. Con Ron en Francia y Hermione ausentándose continuamente, lo mejor que podría hacer era conseguir una mascota. Sonrío ante el pensamiento.

Ya había planeado hablar con Hermione, pero por curiosidad y sabiendo que la chica volvería hasta después de las seis. Entró a su habitación encontrando todo en orden, y se regaño mentalmente por romper la intimidad de su amiga. Giro dispuesto a salir, cuando un brillo extraño llamo su atención encaminándolo al mueble junto a la cama. Encontró un extravagante broche en forma de corazón que a simple vista se caracterizaba por su costo. ¿De dónde había sacado Hermione aquella pieza?

Examino minuciosamente el broche, en la parte baja tenía un recubrimiento dorado. Rozó la zona con su dedo, se sentía un ligero bulto. Con la uña rasco la capa dorada revelando un anillo color sangre fundido en cristal. Sorprendido y molesto extrajo bruscamente la pieza arrojándola contra la pared, al contacto se destruyo en cientos de pequeñas astillas.

Era un localizador. Lo último en seguridad que utilizaban los aurores. No sabía si era posible que localizaran un lugar protegido por el fidelio pero era mejor no correr riesgos. Eso no quitaba la furia que invadía a Harry, alguien le había entregado aquel broche a Hermione con un solo objetivo, y como un rayo un solo nombre acudió a su mente: Draco Malfoy.

Tomó el broche y a paso rápido salió de la casa, más furioso de lo que nunca se hubiera sentido. Ahora era un hecho, el hurón estaba acosando a Hermione con esas ridículas cartas y con obsequios. Como una bomba todo tenía sentido. La primera vez que Hermione se comportó extraña traía consigo un regalo cuyo remitente ocultó. Seguramente Malfoy… ¡eso era! Ese mismo día habían ido a comer y le entregó el broche.

¡¿Pero, cómo era posible que Hermione, siendo ella, aceptara el juego de Malfoy?! ¿Qué había detrás de ese asunto? Formulándose teorías, una cada vez más ilógica que la anterior, llegó a San Mungo encontrándose de frente con la última persona en el planeta a quien hubiera querido ver, el responsable que perdiera el poco control que había logrado mantener.

Draco Malfoy.

Continuar

Notas de la autora: OK, me tarde… un poquito…bueno, un poco… de acuerdo ¡bastante! Pero no fue mi intención dejar ese espacio de tiempo tan largo, hubo problemas fuera de mi control -- y ya no quiero hablar de eso porque me deprimo. Así que vamos a cosas más importantes: el capítulo 4. Como se habrán dado cuenta, aquí empieza la acción. Nuestro queridísimo Draco ya acepto sus sentimientos y podríamos decir que esa era la parte más fácil del asunto, ahora viene lo peliagudo… que Hermione le corresponda, ¿o acaso ya lo hace? Espero sus comentarios, quejas, sugerencias, amenazas, etc., etc.

Ahora si, respondo reviews D

PiaGranger: Gracias por tus comentarios, espero seguir viéndote por acá. Por cierto, ¿me pusiste dos reviews en el mismo capítulo? Es que no estoy muy segura de que ocurrió. En todo caso, muchas gracias ya verás que poco a poco la situación se pondrá mejor. Draco debe o más bien quiere luchar por el amor de Hermione, la chica no está muy segura, y aunque el rubio cuenta con el apoyo de su madre, por parte de Lucius la cosa se pondrá fea. Besos )

Lucre: Creo que todas las que leen y yo que escribo este fic tenemos algo en común: sabemos que Draquito es un amor - Me tarde un poco con este capítulo, pero procuraré mantener un ritmo constante. Besos y gracias )

Pájaro-de-fuego: Me mantendré al pendiente de tu fic aunque no siempre pueda dejar un review, ten por seguro que lo seguiré leyendo. Gracias por tus comentarios también me esforzaré. Ánimo y besos )

Wizard Cat Harriet: Espero que te haya gustado este capítulo, siempre me esfuerzo pero tengo que reorganizar mi tiempo, je, je, sé que puedo hacerlo. No creo que haya mucho Ron&Hermione, ya sabes el pelirrojo se fue y quizá se mantenga así, pero tal vez Harry meta su cuchara un poco, no garantizo nada. Sobre darle celos a Draco… creo que con Pierre tenemos ¿no? Digo porque el medímago no se va a dar por vencido tan fácil y sin pelear. ¿Crees que a Harry le gusta Hermione…? Bueno, no diré nada sobre eso, tal vez si, tal vez no… Gracias por tus comentarios y cuídate )

Ross Malfoy: Cierto ¿a quién no le gusta Draco? Si es un amor - Por Lucius, prepárate porque no se ha puesto todo lo malvado que puede. Gracias por tus comentarios, me alegra ver que sigo contando con tu apoyo. Cuídate y besos P

OK, es todo por este cap. Espero sus comentarios ya saben, cuídense y nos vemos en el capítulo 5.

Su amiga,

Andy Yogima.