Yu yu Hakusho pertenece a Yoshihiro Togashi, Sueisha, Jump comics, Fuji TV, Studios Pierrot, etc.

Esta fanfic no tiene propósitos lucrativos y tampoco la intención de violar su copyright.

Arisu Ozaki de Lioncourt

Capítulo 3 – El comienzo de una nueva vida

Kurama entró al lavabo, un pequeño compartimiento donde había una bañera, una pía y algunas cosas más. Se bañó. ¡Ah, como se sentía bien, después de todo lo que le había pasado! El agua era muy Oria, pero el Youko no se importaba. En el Makai, así como en todos los sitios, la vida de los esclavos era muy dura; no tenían familia (si tenían, o no se importaba con ellos o también era esclavizada), sus comidas eran escasas, no sabían pelear y, la minoría que conseguía escapar, generalmente se prostituía. Pero con el seria distinto. Sería alguien grande y poderoso, que los demás respetaran. Ese era su sueño.

Cuando salió se puso la ropa que Yasui le había dejado. Era un traje un poco largo, para alguien tan desnutrido como el. Era blanco y de un material muy fino; perfecto para luchar. Se sintió bien con él y se fue al salón, a sentarse donde Yasui le había mandado. Era un sofá de terciopelo, al lado de una mesita de madera donde habían unos oniguiris que el tanuki, un buen cocinero, había preparado. Los miró confuso. Ya había visto a Yuutaro comiéndose algunos, pero el estaba acostumbrado a comer un poco de pan y agua. ¡Como la vida es distinta cuando alguien te trata bien! Se los comió con voluntad, el hambre era tanta que ni notó que había alguien tras el.

-"¿Están buenos?

-"Sí, gracias por todo"- respondió con una sonrisa.

-"Puedo hacerte una pregunta, ¿Kurama?"- Yasui parecía preocupado.

El zorro asintió.

-"Tu…Hum…La persona que cuidaba del Mercado que tu estabas… ¿Era por acaso un youkai llamado Yuutaro?"- miraba hacia abajo, pero siempre con la mirada fría.

-"Si que era, ¿Por qué?"

-"No es nada. Cuando termines vete a acostarte, pues mañana te despertaré temprano para el entrenamiento y no quiero oír quejas."

Se tragó, literalmente, los oniguiris y se fue al dormitorio de Yasui para saber donde iba a dormir. Se sorprendió más cuando vio que había un colchón en el suelo, tapado por unas sábanas blancas y con una almohada por arriba. El tanuki no estaba, pero decidió seguir su consejo y se fue a dormir.

-"Intentalo una vez más. ¡Si no lo consigues de esta vez te quedas sin comer!"

Ya era la quinta vez que Kurama intentaba y no conseguía. Su maestro le había mandado que concentrara su youki en la palma de la mano, pero no tenía ni la más mínima idea de cómo hacer para que el almuerzo no le desapareciera. Cerró los ojos y juntó las manos; lo tenía que conseguir. Notó un cierto calor en las yemas de los dedos y vio que Yasui sonreía, ligeramente, de satisfacción. Miró a sus manos y observo un débil brillo plateado saliendo de ella.

-"¿Sólo eso? Eres más inútil de lo que imaginé"- la sonrisa se le había borrado instantáneamente de la cara-"¡Vas a tardar años para conseguir transformar plantas en armas!

-"¿Plantas en armas? ¿Cómo esperas que yo haga eso?"

-"Ese es un poder natural de los youkos: controlar vegetales .Pretendía que lo consiguieras antes de un mes, pero creo que será imposible. ¡Y mira que aun tienes que aprender a leer y escribir!"

Hacía tres meses que había empezado el entrenamiento. Comenzaba a las siete de la mañana y acababa a la noche, dependía del comportamiento de Kurama. Este ya había aprendido a escribir en algunos idiomas del Makai, japonés y otras lenguas humanas. Era un chico muy inteligente, Yasui se asombraba cada vez más con su capacidad de aprendizaje. Su agilidad y fuerza ya habían aumentado muchísimo, también. A cada día que se pasaba, Kurama se hacía un poco más fuerte.

Yasui no podía negarlo: ¡el niño era un prodigio! Solo Yuutaro había sido lo suficiente idiota para no notarlo. Si bien, había destacado otra cualidad del zorro: la belleza. Pero le enfadaba mucho lo que le hizo a Kurama. Tenía un afecto muy grande por el Youko, no dejaría que le hicieran mal de nuevo.

Cerró los ojos. Tendría que contarle la verdad. Bueno, no "tenía", pero le gustaría que el supiera. Después de cinco años, su discípulo ya estaba listo para realizar sus ambiciones. Tenía inteligencia, fuerza y velocidad muy superiores a la mayoría de demonios de aquel suburbio del Makai. El año pasado se había convertido en ladrón, la profesión más buscada entre los habitantes de aquel mundo. Al principio, robaba solo. No traía tesoros muy preciosos al comienzo, solo joyas y monedas. Consiguió el respeto de muchas personas de esta zona. Hizo un bando. Ahora ya deben de ser unos cien youkais al mando de Kurama. A la mitad del año pasado, a sus dieciocho años, se había ido a vivir solo. Lejos de allí, no sabía que pasaba en el pueblo donde había nacido. Cuando viniera a visitarlo, como hacía todos los meses en busca de consejos, libros y comida, le pediría el favor. Ni que tuviera que pagarle. En realidad, sabía que el zorro también tenía ese objetivo, pero a contrario de si, Kurama creía que no tenía el poder suficiente para hacer esa hazaña. Pero ya era hora.

"Hola…Me parece que tu deber es darle bebidas a las personas, verdad, ¿Yasui?"- una bella voz, no muy gruesa, lo sacó de sus pensamientos.

Miró al engreído que estaba delante de él y se limitó a pellizcar sus orejas y, mientras tiraba de ellas, llevarlo hasta su casa.

"No necesitas tratarme como a un niño. ¿Sabías que una parte muy sensible de mi cuerpo son las orejas? Imagina si me arrancaras una…"- se recostó sobre el sofá que conocía muy bien.

"Tan arrogante como siempre. Para que viniste a fastidiarme ahora, ¿zorro tonto?"- soltó las orejas peludas de su bello discípulo y se limitó a escucharlo.

"Vine a coger la semilla que me había olvidado aquí"- le sonrió maliciosamente- "Tengo en mente un buen trabajo para ella.

Kurama había crecido mucho. Antes era muy bajo, por las pocas horas de sueño y la escasa comida. Los tres años que pasaron le habían hecho mucho bien. Era un youkai muy alto, el pelo liso y plateado le llegaba hasta un poco más debajo de los hombros y tenía músculos definidos, pero no muy groseros. Tenía dos colas, que le aparecían cuando se transformaba en zorro, y llevaba la misma ropa que había recibido del tanuki años atrás, pues la había convertido en youki. Pero no había crecido solo físicamente. Emocionalmente también había cambiado mucho. No era más aquel niñito inocente que no conoció nada de la vida. Era un Youko calculista, frío y malicioso. Mismo que fuera aún muy joven, era especialmente detallista y sensitivo, más hábil e inteligente que muchos otros más viejos que él. Pero aún así seguía siendo joven. Tenía sed de venganza por los que le hicieron mal cuando pequeño.

"Bueno. Te la daré, pero antes… ¿Puedes hacerme un favor?"

"Yasui pidiendo un favor…Esta es nueva. Dime, ¿que quieres que haga?"

"Tienes que matar a mi hermano. Tienes que matar a Yuutaro."

Hola!

Siento haber tardado tanto para poner este cap XX

Y más porque ya estaba listo….Pero bueno… ¿Qué os pareció? Prometo que no tardaré tanto para los próximos capítulos!

Gracias por los reviews no esperaba recibir tantos(4)

Abrazos,

Arisu Ozaki de Lioncourt

Ps. http/mividadezorro.weblogger. (es de la fic tb)