Todo los personajes, lugares, situaciones, etc. que ya hayan leído en los libros de JK Rowling, son exclusivamente suyos. Todo lo demás, es puro invento, inspirado en la canción de Coldplay, homónima. Sin fines de lucro.
Capitulo 3
Words of love and words so leisured
Words are poisoned darts of pleasure
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Tengo algo que decirte, Pedro.- le dijo, seria como pocas veces él la había escuchado.
Pedro levantó la mirada y la fijó en los ojos de ella. La notó tensa y decidida. No tenía idea alguna de que era eso que ella quería decirle.
¿Qué, cariño?.- preguntó intrigado.
Ella se sentó frente suyo y lo miró por unos minutos antes de hablar. No sabía como él podía llegar a tomar su decisión. De repente, se sintió insegura. Sus penetrantes ojos marrones no la dejaban pensar bien. Esa mirada siempre había tenido el mismo efecto sobre ella. Pensó en si podría considerar el no regresar. Vislumbró por unos segundos la imagen de la lejana Inglaterra en su mente, producto de su añoranza. La seguridad con la que había hablado en un principio regresó tan repentinamente como había decido irse.
Me voy.- dijo simplemente. Sabía que debería dar muchas explicaciones por su supuesta repentina decisión, pero prefería que fuera él quien preguntara y no ella la que hiciera un monólogo.
¿Qué?.- preguntó Pedro, incrédulo. No tenía idea alguna de que era lo que ella le estaba diciendo. ¿Me voy¿Que se supone que eso significa? –¿Me estás dejando?.- preguntó con temor.
No, por supuesto que no.- le respondió ella, como si la pregunta que él le había echo hubiera sido algo totalmente incoherente, con tono un tanto jocoso para la situación.
Entonces¿qué significa ese "me voy"?.- quiso saber él. Siempre hacía lo mismo. Nunca podía dar todas las explicaciones de una sola vez.
Todavía no lo sé.- escuchó su voz respondiéndole, desde algún lugar bastante lejano. Centró su atención en la conversación nuevamente, mirándola de nuevo.
¿Cómo que no lo sabes?.- preguntó exasperado. -¿Podrías hablar claro aunque sea una sola vez?-
No me hables así, por favor. Sabes que no me gusta.- le reprochó ella. Sabía que él tenía derecho a enojarse, pero tampoco iba a dejar que la tratara como quisiera. –Todavía no se si me voy definitivamente o sólo por un tiempo.- declaró, dejando de dar rodeos.
¿Cómo que definitivamente¿Adónde quieres irte?
Quiero regresar a Inglaterra.- confesó ella. –Extraño mucho a mi familia, a mi país.-
¿Así de repente¿Qué fue lo que pasó?.- No sabia que era lo que le había echo tomar esa decisión tan repentina. No podía entender que andaba mal para que ella hubiera tenido el deseo de irse tan repentinamente.
Ella no sabía que responderle. En realidad ni siquiera sabía que era lo que le había echo tomar esa decisión. Sólo sabía que hacía un par de meses había sentido la necesidad de regresar. De recordar. De recobrar.
No lo sé.- se sinceró. –Sólo sé que lo que más quiero ahora es regresar. Aunque sea por un tiempo. Quiero saber cómo me siento estando allí. Últimamente no se que es lo que siento conmigo.- Sabía que debía sacar todo eso afuera. Sabía que no podía soportar toda esa mezcla de sentimientos dentro suyo más tiempo.
¿Pasó algo conmigo¿Qué hice¿Hice algo mal?.- estaba desesperado. No podía entender lo que ella le decía. Todo iba tan bien... Estaban en su mejor momento, vivían juntos... Planeaban una vida en común y ella de un día para el otro le decía que quería irse. No sabía como tomar eso. No le encontraba lógica alguna.
No, Pedro. No has hecho nada mal. Sólo hiciste algo mal si consideras haberme hecho pasar ocho maravillosos años algo malo.- le dijo ella cariñosamente.
Se levantó de su asiento y caminó hacia él. Tenía la cabeza gancha y parecía pensativo. Tomó su cara entre sus manos y lo besó con infinita ternura. Necesitaba decirle de alguna forma, hacerle entender que todo ese embrollo no tenía nada que ver con él. Tenía que hacerle entender que no se iba por él. Que se iba por ella. Que necesitaba irse.
Él se separó de sus labios y la miró fijamente a los ojos, tratando de comprenderla. Descubrió, entendió, que ella realmente necesitaba irse y reencontrarse con sus raíces. Entendió que debía dejarla ir. Entendió que se amaban tanto que ni siquiera un océano podría separarlos jamás.
Blackbird... fly- Le dijo, simplemente. Estaba triste, pero sabía que debía dejarla ir.
Ella sonrió ampliamente. Se sintió aliviada al saber que Pedro la comprendía y entendía que realmente necesitaba irse.
Gracias.- Murmuró contra sus labios, antes de volver a besarlo. –No sabes lo que este viaje significa para mí.-
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Bajó del avión y en seguida divisó a su madre, que la esperaba en la puerta de arribos.
¡Anne!- exclamó ella –¡Cuánto tiempo sin verte, hija!.- agregó, con lagrimas en los ojos, mientras corría a abrazarla.
Mamá.- dijo Anne, con entusiasmo y emoción, ya abrazada a ella. Hacia mucho tiempo que nos se veían, cierto. Desde que se había vuelto a instalar en Italia, sólo había ido dos veces a verla, y de su última visita, ya pasaban dos años.
Pero que bien te ves, cariño.- la elogió su madre.
No me mientas. Siempre dices lo mismo, mamá.- le respondió jocosamente.
Sólo digo la verdad, linda. Se ve que el matrimonio te sienta bastante bien.- agregó, poniéndole una leve nota de resentimiento a la última frase.
Ya te expliqué por teléfono que fue algo de improvisto, de un día para el otro.- explicó, tratando de que su madre entendiera. –No creas que fue bonito que no estuvieras conmigo ese día, mamá.- intentó justificarse. Habían comenzado a caminar hacia la salida por entre la gente que iba y venía.
Está bien, está bien. Ya me lo has dicho. Pero lo importante es que ahora si soy partícipe de tu casamiento, hija.-
Por supuesto que lo eres. Y lo fuiste también en Londres, sólo que no físicamente.- aseguró Anne.
Bien, bien- aceptó finalmente. –Pero podrías explicarme de nuevo, por favor¿porqué es que Harry no vino? No entendí lo que me dijiste en tu carta.-
Tiene mucho trabajo allá en Londres. Le dije que posponíamos la ceremonia para cuando él pudiera venir y organizarla conmigo. Pero dijo que si no lo hacíamos ahora, probablemente deberíamos esperar mucho tiempo más y que no quería eso. Que no quería entorpecer más las cosas.- explicó Anne. Ya estaban en la playa de estacionamiento y su madre había abierto el baúl del auto para que guardara sus valijas. Lo hizo y fue a sentarse en el lugar del acompañante. Su madre se sentó al volante y habló de nuevo.
¿Entorpecer las cosas¿Qué cosas, hija?.- quiso saber.
No lo sé. Simplemente dijo eso.- le respondió, mientras ambas se ponían los cinturones de seguridad. –No quise preguntarle más. Sabes cómo es de reservado. Probablemente no me hubiera dicho nada. Supongo que lo quiso así porque yo varias veces le había dicho que uno de mis sueños era el casamiento por Iglesia. No lo sé.- vaciló unos momentos antes de continuar. El automóvil ya estaba en marcha y transitaba por las artísticas calles romanas. –Insistí tanto para que nos casáramos, que supongo quiso darme el gusto después de tanto tiempo.-
Probablemente. ¿Y cuando es que viene?.- peguntó Elizabeth.
Tengo que escribirle cuando las cosas estén medianamente preparadas. Quiere estar todo el tiempo que le sea posible en el trabajo para terminar cuanto antes y poder estar tiempo completo aquí.- respondió Anne.
Como debe ser. Esta situación tiene un aroma extraño, hija. No quiero preocuparte, pero lo tiene.- dijo con tono sospechoso Elizabeth. Harry siempre había sido de su agrado, pero nunca había terminado de ganarse su entera confianza. A veces tenía actitudes, como ésta, que le resultaban un tanto sospechosas.
Deja eso, madre.- le reprochó seria Anne. Siempre que las cosas estaban más que bien con Harry, ella le veía algo mal. El automóvil se había detenido frente a su casa y Elizabeth había apagado el motor. Bajó del auto y abrió el baúl para que Anne pudiera sacar sus cosas. Su hija ya había bajado y la enfrentó en la parte trasera del auto, mirándola fijamente a los ojos. Siempre se exasperaba cuando sembraba dudas sobre el comportamiento de su pareja y ahora esposo. Le habló con un tono que no admitía réplicas. –Ya tienes bien sabido que Harry es así. Esta situación no tiene ningún aroma extraño. Ninguno.-
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Sabía que si no se iba en ese momento, ya no podría hacerlo. Sabía que necesitaba salir de ahí, al igual que había necesitado ir. Sabía que si no se iba en ese momento, caería presa de sus encantos nuevamente y ya no tendría salida. Ya no podría juntar el valor para dejarlo. Para dejarlo otra vez.
Se movió lentamente, apartando las cobijas que les servían de abrigo, tratando de no despertarlo. Si esos ojos verdes la miraban otra vez, no sabría cómo resistirse a la tentación.
Se vistió lo más rápido que pudo, sin hacer ruido y garabateó una simple nota que le dejó sobre la mesa.
Lo miró una última vez antes de salir de su cuarto, antes de salir de su vida para siempre. Sabía que si se iba, ya no había vuelta atrás. Sabía que si se volvían a encontrar en el futuro, volverían a caer en el mismo juego y los daños serían mayores aún. Sabía que ése era el adiós.
La imagen de su eterno amor se nubló por culpa de las rebeldes lágrimas que en vano intentaba contener. Hacer eso le dolía más que nada en el mundo, pero debía hacerlo. La esperaban y lo esperaban.
Juntando fuerzas, sin saber de dónde las había sacado, traspasó el umbral de la puerta y la cerró. Cerró un pasado y una historia que no debían volver a abrirse. Caminó hacia la salida y vaciló una vez más. No quería, pero debía. Debía, pero no quería. Como toda la vida, el deber ganó la pulseada y la obligó a irse. La puerta se cerró con un sonido hueco. Con el sonido del adiós. Adiós.
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