Todo lo que ya hayan leído en los libros de JK Rowling, es exclusivamente suyo. Lo demás, es puro invento, inspirado en la canción de Coldplay, homónima a la historia. Sin fines de lucro.
Capitulo 9
And honey you should know
That I could never go on whitout you
Green Eyes (1)
Y no se que hacer.-
Ron y Hermione guardaron silencio. La verdad era que ellos tampoco hubieran sabido que hacer.
No sé que decirte, Harry.- dijo por fin Hermione. –Es de verdad demasiado complicado.-
Lo sé. Sé que no puedo dejar a Anne, y menos ahora. Y sé que ella tampoco puede dejar a su pareja. Pero sé también que lo que más queremos los dos es estar juntos. Y es eso lo que debería importarnos. Pero somos sólo un par de cobardes.-
En eso estoy de acuerdo.- apuntó Ron. –Y sobre todo tú. Si no hubieras esperado al día que se fue a la Argentina para decirle lo que sentías por ella, seguramente nada de todo esto estaría pasando. Estoy seguro de que ustedes estarían aún juntos, comiendo perdices.-
No me hagas sentir más culpable de lo que ya me siento, por favor.- pidió Harry. –Sé que todo esto es culpa mía. No necesito que me lo recuerden a cada momento.-
El silencio reinó sobre el cuarto.
No puedes casarte con Anne, Harry.- aseguró Hermione, después de un rato. –A la larga, será peor. Esto se convertirá en una bola de nieve imparable si no la derrites ahora. No puedes casarte con ella si no la amas.-
Sé que no puedo hacerlo. No quiero hacerlo.- reconoció. –Pero no sabes el daño que le haría a ella. Y no se lo merece. Ella fue la única que me ayudó cuando Gin no estuvo. Ella fue la que me dio todo su amor sin que yo se lo pidiera. No puedo retribuírselo de esta forma. No lo merece.-
¡Y tu tampoco mereces seguir sufriendo por los demás!- explotó Hermione. –Desde que te conozco que postergas todo por los otros, sin pensar en lo que pueda pasarte a ti mismo.-
Tenía razón. Por no cambiar los planes de Ginny, no había dicho nada hasta que ya fue demasiado tarde. Por no herir el corazón de Anne, la había dejado ir una vez más. Por no herir a Anne, estaba condenándose a una vida de infelicidad y costumbrismo.
No debes hacerlo, Harry.- agregó Ron. –Sufrirá ella, y sufrirás tu. Y Ginny también está sufriendo con esto. Y lo sabes. Si sigues con esto, los condenarás a los tres.-
Harry se quedó callado. No sabía que decir. Los dos tenían razón. No podía seguir con todo ese engaño.
Lo sé, chicos. Lo sé. Pero también sé que no puedo dejar a Anne. Ella no comprendería todo esto, si hace tan sólo un mes y medio le dije que la amaba, que era lo más importante en mi vida. Es un cambio demasiado brusco. Sé que no lo comprendería. Sé que sufriría muchísimo. Y no quiero eso para ella. Ella no lo merece.-
No sé que más decirte para que lo entiendas, Harry.- dijo seriamente Hermione. –Mejor piénsalo sólo. Vamos, Ron.-
Tomó a su marido de la mano y lo sacó del cuarto, dejando a su amigo sólo.
°°°°°
Abrió los ojos. Miró hacia un costado y vio a Donnato a su lado. Sonrió ampliamente, recordando la noche que habían pasado juntos. Se movió en la cama y se acomodó cerca de él. Le besó la mejilla.
Él se despertó ante el gesto. La miró con ternura, también sonriendo al recordar la noche anterior.
Hola, linda.- dijo en un inglés seductor, con acento italiano.
Hola.- respondió, besándolo. –Debo irme.- dijo cuando se separaron. –Tengo que preparar las cosas para la boda, antes de que llegue Harry.- prosiguió, naturalmente. –Llega dentro de unas semanas.- siguió, poniéndose la falda.
¿Qué¿De que hablas?- pregunto Donnato, indignado.
De mi boda¿de que más?.- contestó ella, abotonando su camisa.
Donnato la miró incrédulo. No podía creer que acabara de engañar a su esposo y hablara con tal soltura de su boda.
No eres la misma Anne que yo conocía.- dijo, herido.
Lo sé. Cambié mucho. Deberías haber pensado en eso antes. Nadie te obligó a nada.- respondió ella a la acusación. Fue hasta la sala de estar y tomó su bolso del perchero en el que la había dejado la noche anterior. Regresó a la habitación. –Me voy. Espero que estés bien. Adiós.-
Salió del cuarto y luego de la casa, caminando tranquilamente, sin ningún tipo de culpa.
°°°°°
¿Qué es lo que estás haciendo aquí?- preguntó, entre enojada y sorprendida.
No lo sé.- respondió él, sinceramente.
¿Cómo que no lo sabes?.- cerró la puerta con cuidado y se apoyó en ella. Lo miró fijamente a los ojos. –¿Apareces después de quince años y no sabes que es lo que haces aquí¿A que juegas, Harry?-
No juego a nada, Ginny.-
Y entonces¿qué es lo que haces aquí?-
El se quedó callado.
¿Qué es lo que haces aquí?-
Vine porque ya no soporto vivir sin ti, Gin. Vine porque te sigo amando como el primer día. Como hace veintitrés años lo hago. Como lo haré toda mi vida.- declaró.
Ginny lo miró fijamente a los ojos. Se había quedado sin palabras. No esperaba que en cualquier momento el se apareciera por su casa y declarara sus sentimientos de esa forma. La había tomado totalmente desprevenida.
Finalmente, ablandó su gesto rígido y enojado. Sabía que él estaba siendo sincero, y de nada valía matizar sus propios sentimientos.
Sabes que yo también te amo, Harry.- dijo. Las lágrimas se abrieron paso a través de sus ojos y nublaron su vista. Las apartó con una mano y vio cómo él intentaba acercársele. Levantó su mano como gesto de impedimento. –Pero ya no podemos hacer nada.- continuó. –Ya todo lo que podría haber sido, está perdido.- se quedó callada, como meditando su próximo paso.
Harry bajó la mirada, apenado. Sabía que iba a ser rechazado, pero no esperaba serlo de una forma tan brusca y repentina. Esperaba que al menos pudieran tomar un café, o algo parecido. Esperaba al menos hablar con ella por un rato, para recobrar los veintitrés años que habían perdido.
Con sorpresa, sintió como ella lo abrazaba con fuerza, contra todo pronóstico. Lloraba desconsoladamente.
No sabes como te he extrañado.- susurró en su oído, entre sollozos. –Nunca he podido olvidarte, amor.-
Yo tampoco, Gin.- confesó él, enterrando su cara en el rojizo cabello de ella. –Te amo hoy más que nunca.-
Ella se separó un poco de él, para poder mirarle directamente a los ojos. –Pedro está dentro y va a salir si no entro rápido.- dijo, apresurada. –Ven por mí mañana, a la salida del colegio. Inventaré algo, pero tenemos que vernos.- agregó.
Por supuesto.- reaccionó. Las cosas no estaban saliendo como las había planeado, sino infinitamente mejor.
Bolivar y Alsina, a las 22:30. Mañana.- indicó. Sin esperar respuesta, lo besó fugazmente y volvió a entrar en su casa.
Y él, quedó fuera de la puerta, totalmente petrificado. No podía creer que las cosas hubieran salido tan bien. El que ella lo hubiera incitado a encontrarse puertas afuera, sólo comprobaba su teoría: Ginny seguía amándolo tanto como él a ella.
Con una nueva motivación en su corazón; con energías renovadas y la promesa de volver a verla al día siguiente, caminó hasta el hotel en el que tenía reservada una habitación, a más de cincuenta cuadras de la casa de Ginny.
Nada podía alterar la felicidad que sentía en ese momento. Nada. Se sentía el hombre más feliz y afortunado del mundo, y nada podría cambiarlo. El saber que su amor seguía siendo correspondido después de tantos años, le hizo comprender que, después de todo, el destino no era tan cruel.
°°°°°
El día había llegado.
Después de tanto esfuerzo y dedicación, viajaba a Argentina. Terminaba una de las etapas más importantes de su vida, aunque todavía no lo supiera. Empezaba una de las más dolorosas, aunque todavía no lo supiera.
Cerró su valija y el cierre del bolso que tenía a un lado. Giró sobre sus talones y contempló los papeles sobre la mesa de luz.
Caminó lentamente hacia ellos. Los tomó con la mano derecha y los observó por largo rato. Todas sus esperanzas... todos los riesgos que estaba tomando... todo su futuro se reducía a aquellos papeles.
Un grito de su madre, escaleras abajo, la sacó de su hipnotismo.
¡Ginny¡Vamos¡Llegarás tarde! –
Volvió a abrir la valija y puso los papeles en una pequeña carpeta de tres solapas, guardándola delicadamente en un compartimiento aquella.
La volvió a cerrar y tomó por la manija. Colgó la tira más larga de su bolso a su hombro derecho.
Salió de su cuarto y bajó las endebles escaleras que comunicaban toda la casa.
Llegó hasta el piso inferior y encontró a sus padres y hermanos gemelos esperándola.
Todos tenían una mirada confusa. Los cuatro la miraban con el mayor de los orgullos, y a la vez, con la mayor de las tristezas.
Ése fue el primer momento, de los muchos que iban a venir, en el que dudó de su decisión. ¿Y si viajar cambiaba tan radicalmente su vida como toda su familia había advertido¿Y si las cosas no funcionaban¿Si extrañaba demasiado y decidía volver, sin haber hecho nada¿Si se estaba equivocando? Infinitas preguntas sin respuestas cruzaron su mente en menos de un instante.
Y no tuvo tiempo de responderlas.
Su madre avanzó hacia ella y la atrapó en uno de sus consabidos abrazos. En cualquier otro momento, ella hubiera intentado zafarse de su madre, pero no en ése. Sabía que pasaría bastante tiempo hasta que volvieran a verse. Sabía que pasarían muchas cosas hasta que volvieran a verse. Sabía que ya no sería la misma Ginny la próxima vez que se vieran.
Se quedaron así por unos minutos, tratando de recordarse mutuamente, hasta que su padre llamó la atención con un suave carraspeo.
Vamos Gin. No llegarás al... al... ¿cómo es que se llama?- preguntó, robándoles una sonrisa a los presentes.
Avión, papá.- dijo ella, cariñosamente. Se separó de su madre y se acercó a su padre, envolviéndolo en un tierno abrazo. –Te extrañaré mucho, papi.- declaró.
Yo también, linda.- respondió Arthur, acariciando esa cabellera pelirroja que tanto quería. –Yo también.- agregó, besando la frente de su hija.
Ginny se separó de su padre y abrazó correspondientemente a Fred y George.
Y ustedes dos, compórtense.- advirtió, extendiendo un dedo índice y señalándolos. Y ellos respondieron con un abrazo inolvidable. –Los quiero, hermanos.-
Nosotros también.- respondieron, entre sollozos.
Vamos, Gin- dijo su padre. –Los chicos te esperan afuera para llevarte.-
Está bien.- volvió hasta el pie de la escalera y volvió a cargar su valija y bolso. Caminó lentamente hasta la puerta, con un deseo inmenso de nunca llegar a ella.
Cuando estuvo en el umbral, volteó a ver a su familia por ultima vez. Por ultima vez en mucho tiempo. Tal vez demasiado.
-Adiós familia.- dijo en un español precario. Molly y Arthur ampliaron sus sonrisas de tristeza, acompañadas ahora de lágrimas de eterna añoranza.
-Goodbye, darling.- respondieron a la vez.
Fred y George corrieron hasta la puerta y la atraparon una vez más en un cariñoso abrazo. –Te queremos mucho. Vuelve pronto.- pidieron, con cara de cachorros mal consentidos.
Escribe en cuanto llegues.- agregó Molly.
Sí mamá. Nos mantenemos en contacto. Siempre.- Ginny traspasó el umbral que la separaba de su destino y volteó una última vez su cabeza. –Adiós.-
°°°°°
1:"y cariño deberías saber que yo nunca podría seguir adelante sin ti. Ojos verdes.". Coldplay, Green Eyes, "A rush of blood to the head".
Bien, hasta aquí el noveno capítulo. Espero que les haya gustado y que dejen un review (por favor!).
Saludos!
