Capítulo III: El regreso de la primavera.

- Maestro, quería darle las gracias por haber accedido a repasar mi trabajo. – la muchacha le sonrió dulcemente.

- No tienes porque dármelas, es un buen trabajo.

- ¡Pero debo hacerlo! gracias a usted me siento mucho más segura.

- Deseo que todo te salga bien.

- El maestro Souma es tan amable con nosotras – dijo otra muchacha que acompañaba a la primera.

- Fue una suerte que nuestro profesor contara con usted para la conferencia de la Universidad. – la primera estrujó entre sus brazos el trabajo que le había entregado el hombre que estaban llenando de alabanzas.

El hombre se limitó a sonreír débilmente hasta que alzó la vista y descubrió ha alguien que le hizo estremecerse de pies ha cabeza.

- Bueno, ahora tengo que irme.

- Esperamos volverlo a ver muy pronto maestro Souma. – dijeron las dos muchachas a la vez.

Pero el maestro ya se había puesto en marcha, buscando a esa persona que pensaba que había visto, mientras se repetía una y otra vez que no podía ser posible, que su mente le estaba jugando una mala pasada.

Buscó a la persona durante un buen rato por el campus de esa Universidad, hasta que se paró de golpe para reírse de si mismo ¿cómo podía ser tan necio? albergar semejante esperanza, sí, era un auténtico necio.

- ¿Hatori-san?

No se giró, permaneció quieto y muy sorprendido.

- ¿Hatori-san¿eres tú?

Que estúpido, el carácter de presuponer las cosas siempre le perdía, era superior a sus fuerzas y entonces volvió a reírse de si mismo, mientras se giraba lentamente para mostrarle la mejor de las sonrisas a esa persona.

- ¿Hatori-san?

- Había olvidado que contigo la esperanza jamás desvanece.

- ¿Cómo? – Hatori amplió su sonrisa y le acarició una mejilla.

- Cuanto tiempo ¿qué tal va todo?

- Bien. ¿Cómo van las cosas Hatori-san? Me hace muy feliz verte.

- Todo sigue igual. – ambos permanecieron en silencio durante unos instantes.

- ¿Y Akito¿Está bien?

- Sí, ahora está mejor, pasó un par de meses muy débil, pensé que… - la miró intensamente, ella podía leer su mente – deberías venir ha vernos alguna vez, hace tiempo que no lo haces.

- ¡Lo siento mucho!

- No, tranquila, no te lo reprocho.

- He estado fuera, por eso no pude visitar a la familia Souma.

- Bueno, ahora ya no tienes excusa ¿por qué no vienes para el cumpleaños de Momiji?

- ¡Oh no! no quisiera molestar en una fecha tan importante.

Le acarició dulcemente la cabeza mientras seguía sonriendo.

- Ahora tengo que irme, me esperan.

- Me gustó mucho volverte ha ver Hatori-san. – hizo una reverencia.

Se alejaron los dos por caminos distintos hasta que el doctor Souma se paró y se giró.

- ¡Tohru! – ésta lo observó con sorpresa – te esperamos.

Volver a verla había sido como una agradable bocanada de aire fresco, ahora comprendía su ausencia a la vez que se culpaba por haber pensado que Tohru Honda se había olvidado de los Souma. Tenía ganas de ver como Tohru se presentaba para el cumpleaños de Momiji en la casa familiar, ver todas sus caras.

Al doblar una esquina se fijó en uno de los escaparates de su derecha, era una pastelería cargada de colores que transportaban la imaginación a un mundo de sabores, se fijó en su reflejo y se vio completamente distinto, feliz.

Casi dos años esperando a que regresara la primavera.