Notas: ¡¡Kiaaaaaaa!! No se suponía que Sirius besara a James en este maldito fanfic!! XD Pero bueno u.u a veces pasa... ya me voy, adiós. Por cierto, dedico las escenitas de Remus a Sakuratsukamori, que me pidió hasta el cansancio (el mío, el suyo no) un poco más del hombre lobo o.o así que como no deseaba parecer que ignoraba sus comentarios, aquí está. Pero no esperen nada más de mi parte :P
Muchas gracias a Sakuratsukamori (SIRIUS, CARAJO >D!!), Helen Black Potter, Diabolik (ya explicaremos eso XD), Ana-San (ya, pues, akí te dejo más que un beso xPP) y BISHOUJO-HENTAI (rayos! debí escribir eso XD!!!) por sus reviews n-n.
ADVERTENCIA: Lemon O.o no se anden quejando luego de que no les aviso antes de poner estas cosas (aunque realmente nunca había publicado nada así xD)
WUNDERDING
7- Lustful Letter. Take my body in your hands.
Las gotas de lluvia escurrían frías por las paredes exteriores, por el techo y las ventanas cerradas, arrastrándose como largas y delgadas serpientes de cristal que dibujaban cortinas oscuras sobre los pasillos de Hogwarts.
Sirius podía escuchar los latidos del corazón de James. Sentirlos golpeando contra su pecho e incluso el ritmo de su respiración acelerada.
Sonrió, todavía dentro de su boca, y lentamente rompió el contacto, haciendo que James jadeara audiblemente, sus lenguas levemente extendidas hacia el frente en un vago intento por poder volver a juntarse...
Respiró profundamente, golpeando los labios de James con su aliento, e inclinándose hacia él posó suavemente la cabeza sobre el hombro tensado de su mejor amigo, quien se quedó ahí, contra la pared con los ojos cerrados y el rostro encendido en rubor.
"¿Qué pasaría..." susurró, moviendo sus labios contra el cuello suave de James, quien se estremeció dentro de su abrazo. "...si yo te dijera que...?"
La respiración de James se levantó ligeramente, cuando las manos de Sirius vagaron con delicadeza por su espalda envuelta en la gruesa túnica de Hogwarts, y el animago en cuestión volvió a sonreír, conciente de lo que sus caricias provocaban en el cuerpo del otro muchacho.
Dejando escapar un sonido gutural, desprendió lentamente su cuerpo del de Potter, sintiendo cómo el aire encerrado en el pasillo que se arremolinaba entre sus cuerpos le impulsaba hacia atrás.
"Heh." jadeó, y sus manos se alejaron de la cintura de un agitado Prongs. "...creo que no importa.."
"¿Qué?"
Ensanchó su sonrisa y miró dentro de los ojos castaños de James. Las orbes marrones que se derretían dentro de su rostro, viendo su propio reflejo en ellas y sintiendo cómo su estómago se revolvía al percatarse del inusual brillo que les encendía aquella noche.
Carraspeó, inclinando el rostro, y sacudió su cabeza de forma negativa.
"No, realmente no tiene importancia..."
Potter tembló ligeramente, antes de extender sus manos y aferrar suavemente la túnica de Sirius, quien se inclinó hacia él con la fuerza del débil tirón a su ropa.
"Sirius, tú..."
"No." interrumpió éste, levantando una mano hacia el rostro tostado y posicionando las yemas de sus dedos sobre los labios repentinamente fríos de su amigo. "No quiero que me lo digas..." murmuró, cogiendo con suavidad el mentón de James entre los dedos de su otra mano. Y lanzándole una mirada melancólica, depositó dos besos castos en sus labios antes de retroceder un par de pasos, hacer una reverencia mezcla de una sonrisa cansada y alejarse de él a pasos largos, hacia las escaleras que conducían a la torre de Gryffindor.
James se quedó un momento más ahí (realmente no supo cuánto tiempo fue), tratando de digerir lo que acababa de suceder... tocó sus labios una y otra vez, como si creyese que los besos de Sirius Black no habían sido más que un sueño, una fantasía tejida por su propio inconsciente, deseando más que nada cerciorarse de que todo había sido real...
Se inclinó para tomar sus anteojos rotos y luego emprendió él mismo el camino de regreso a la torre.
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La sangre se escurrió sobre la porcelana en lento descenso, oscura y penetrante, embarrando los cristales rotos y mezclándose con el agua que le esperaba abajo.
James Potter empujó su cabeza hacia atrás, gimiendo débilmente, sintiendo cómo los cristales fríos se desprendían de su piel mientras que con sus dedos empujaba hacia un costado la armazón ahora hueca de sus anteojos.
Los había perdido hacía algunas horas, cuando aquél sujeto había aparecido en el corredor.
Murmuró algo ininteligible, inclinando la nariz y sintiendo cómo el rostro comenzaba a escocerle de forma incómoda.
¿Qué pasa contigo, James? su propia voz susurró dentro de su cabeza y James se sacudió en un intento de silenciarla. ¿Desde cuándo vas por ahí besando a quien se te ponga enfrente, James?
Nunca... Jamás antes había hecho algo así... ¡Incluso jamás antes había besado realmente a alguien, y mucho menos a un chico!
Porque era un muchacho, ¿verdad?...
Quiero matarte, James Potter...
Sintió cómo algo se arrastraba por su espalda y un escalofrío desagradable le recorrió.
Deseo estrangularte en placer y hacer que chilles pidiendo por más...
Y lo peor de todo es que parecía estarlo deseando...
Aterrado ante sus propios pensamientos, se echó hacia atrás, mirando dentro de sus ojos en el reflejo que le sonreía burlón frente a él. No le gustaban los espejos. Al perder el contacto con sus dedos, el chorro de agua salpicó la porcelana bruscamente, saltando sobre el lavabo y salpicando de añil su rostro tostado. Ya no le dolían los cortes ni el resto del cristal todavía incrustado en su piel; más no así el horror que comenzaba a acumularse dentro de su pecho y su corazón acelerado.
Te gusta, ¿Verdad?
¡¡NO!!
No podía gustarle, ¡Era completamente estúpido! Porque no podía enamorarse de un sujeto que había lanzado una flecha un día, arriesgándose a matarlo para después colarse en su habitación y obligarle a hacer cosas que no deseaba.
No las deseaba...
¿Quién eres tú? Alcanzó a gemir antes de que el sonido de pisadas en la habitación le hiciera volver el rostro de golpe.
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Remus se sentó a su lado, cerca del fuego de la chimenea dentro de la sala común que lentamente iba quedándose sola.
Estaba muy cerca realmente; había un par de pulgadas de distancia entre ambos cuerpos, pero sumergida en su lectura como estaba, ella no se había percatado de nada.
Eso siempre sucedía con ellos...
Suprimiendo un quejido suave, el joven licántropo se apartó ligeramente, reclinó su espalda contra el terciopelo suave y rojo del sofá y alcanzó a mascullar un carraspeo arrastrado.
Lo suficiente para que Lily Evans se percatara de que había alguien ahí, a su lado, tratando de llamar la atención.
Los ojos verdes se levantaron, repentinamente, pero cuando el rostro amable del prefecto de Gryffindor se atravesó en su mirada, débilmente iluminado por la luz del fuego, ella sonrió.
"Buenas noches, Lupin." saludó, olvidándose de su libro.
Y aunque Remus era bastante bueno ocultando sus emociones, esa noche no pudo evitar que aquella sonrisa alegre se escapara de sus labios.
"¿Cómo estás, Evans?"
Porque finalmente, ella de verdad estaba prestándole atención...
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"¡¡POR MERLÍN!!" los ojos acuosos de Peter Pettigrew se ensancharon, horriblemente, cuando la vista de la mano lastimada de James apareció ante él. "¡¡James, ¿Qué te pasó?!!" entró a trompicones al baño, arrojando prácticamente la ropa limpia que llevaba entre sus brazos hacia un rincón cualquiera de la pequeña habitación. "¡¡Estás sangrando!!" chilló, asustado, y sus manos regordetas trataron de sujetar las del chaser.
"No, estoy bien." aseguró el otro, pero no evitó que los dedos de Peter se envolvieran alrededor de los suyos. Se sentía bien saber que ahí afuera había alguien que se preocupaba por él.
Alguien que no era Sirius...
"¿¿Qué sucedió?? ¿¿Usaste algún cuchillo?? ¡Oh, no, no!" los parloteos de Peter al encontrar los cristales rotos de las gafas de su amigo pasaron a segundo plano.
El agua escurriendo por el mármol blanco del baño seguía siendo más importante para prestar atención, y los ojos marrones y ausentes de Prongs así lo dijeron, no haciendo caso del chiquillo arrodillado a su lado que sostenía suavemente sus manos heridas.
Nadie había tomado antes sus manos además de él...
Sirius...
¿¿Qué había sido eso de hacía un rato??
¿Por qué lo había hecho? ¿Acaso no era más que un sueño?
Había deseado salir corriendo detrás de él, haberle abrazado y pedido que le abrazara también mientras que se dedicaba a besar repetidas veces sus mejillas hasta que repentinamente sus labios volvieran a encontrarse.
Sus labios...
Tan perfectos. Ni dulces ni salados, ni ácidos ni amargos... sólo perfectos. Calientes y fríos, ásperos y suaves, todo al mismo tiempo. Por un momento posesivos, dominantes, capaces de hacer con él lo que desearan, y al momento siguiente tan sumisos que fue James quien tuvo que sostenerle cerca para que el beso no perdiera su intensidad tan rápidamente.
¿Pero por qué?
-Sirius, tú...
-No quiero que me lo digas.
...tu me gustas mucho...
Había deseado poder decirle eso desde que su subconsciente dejó de verle como el simple mejor amigo que había sido desde hacía tanto tiempo. Casi el mismo tiempo que llevaba amándole...
Y es que era imposible no amar a Sirius Black.
Incluso siendo un niño se dio cuenta de ello. De que era completamente dependiente de los deseos, de la presencia de aquél muchacho que lo había compartido todo con él.
De que no podría dejar de pensar nunca en él; de que respiraba, vivía y continuaba adelante solamente para poder seguir a su lado...
¿Por qué?
¿Había Sirius sentido lo mismo que él en aquél momento, o se habría tratado solamente de la reacción posesiva del mejor amigo que teme perder a su hermano pequeño ante la intrusión de alguien que aceptaba abiertamente sus sentimientos para él y a quien, pese a que le incomodase aceptarlo, comenzaba a corresponder?
Si Sirius estaba simplemente asustado de perderle como el confidente, el compañero eterno, el que estaba disponible para él las 24 horas continuas, incluso durante las noches cuando se suponía que debían dormir... eso no podría saberlo.
No porque Sirius no le había dado ninguna explicación ni alguna oportunidad de explicarse él...
Deseaba seguir soñando, Sirius...
Sirius...
Si él supiera...
"¿James?" la voz indignada de Peter se levantó bruscamente, al percatarse de que su alegata in interrumpida tras varios minutos no habían llegado a oídos algunos aparte de los propios. "¡¡Caramba, James, estoy tratando de que me digas lo que sucedió!!"
La mirada ausente de Prongs se inclinó hacia él.
"¿Qué dices?"
Encogiéndose de hombros, Peter sacudió su cabeza.
"...no importa James... realmente es lo de menos..." luego se incorporó, asustado y molesto, incapaz de seguir un momento más junto a alguien que ni siquiera le prestaba atención. "Iré a dormir un rato... cuando salgas... avísame..."
Sus pasos le llevaron a la puerta.
"...y si deseas hablar... estaré aquí..."
Pero sabía bien que, nuevamente, James no estaba escuchando.
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Le escuchó entrar en la habitación pasada la media noche, y realmente dudaba que hubiese sido él el único.
Sirius llegó azotando la puerta y volviéndola a cerrar tan de golpe como la había abierto. Después, entre gruñidos, se aproximó a su propia cama y, quitándose la ropa sin tomar tiempo para ponerse algo más, se arrojó sobre la cama, pesadamente, con un bufido amortiguado por el colchón bajo su rostro.
A James le hubiera gustado preguntarle por qué estaba así...
Es decir, Sirius Black estaba casi siempre de mal humor, indiferente al resto del mundo o simplemente riendo de lo que sucedía a su alrededor, y sus cambios de ánimo eran tales que en un momento podía estar siendo de lo más dulce con él y al siguiente arrojándole al piso en busca de una pelea.
Pero sus malos humores siempre se debían a algo.
Le molestaba que los demás se tomaran tantas confianzas con él, que alguien cambiara los lugares de la sal y el azúcar en la mesa o que le sirvieran té de canela en lugar de manzanilla cuando habían dicho lo contrario.
Tal vez eran motivos estúpidos, pero generalmente eso le hacía enfadar todavía más que el hecho de que un profesor le enviase a lavar los inodoros con las manos o algo parecido (siempre le habían gustado las cosas asquerosas, así que esos castigos suponían más un juego para él).
Pero tras lo que había sucedido durante las últimas horas... los últimos días...
Se estremeció ligeramente cuando sintió la mirada fría de dos ojos grises sobre sí, pero no se movió, hasta que su voz calmada le llamó entre la oscuridad.
Pero todavía así no supo si contestar...
"James.." repitió la voz de Sirius, comenzando a irritarse, y esta vez Prongs se reacomodó sobre la cama hasta que su rostro estuvo visible para Black.
"¿Qué?"
Posiblemente James estaba molesto.
Era por esto que Sirius había deseado hablar con él en un primer lugar...
El silencio que prosiguió a la respuesta de James comenzó a alargarse cada vez más, y sin saber bien lo que deseaba decirle, Padfoot se incorporó sobre la cama e hizo una mueca cuando la luz de la luna que entraba por la ventana le lastimó los ojos.
Pero para James fue tan hermoso...
Ver como de pronto la piel blanca brilló bajo el encanto de la luna y sus ojos destellaron plateados reflejando el vacío dentro de ellos e imponiéndose a su voluntad.
Ese era su hechizo. La magia de un Black que podía conquistar a cualquiera... a él principalmente... y pese a que le asustaba enormemente saber que podía ver dentro de los ojos de Sirius y no encontrar nada más que un profundo color gris, era todo tan etéreo que terminaba rindiéndose a la búsqueda de una sencilla emoción en aquella mirada.
Escuchó el pisar de sus pies desnudos sobre el piso frío, y antes de poder hacer algo, Sirius estaba arrodillado junto a él, al pie de su cama, mirándole.
Y se ruborizó cuando la mano de Padfoot buscó a la suya, rozando con las puntas de sus dedos la piel bajo las sábanas.
"¿Puedo...?" le escuchó preguntar, en una voz tan baja que incluso a él le costó trabajo escuchar. Casi tímida, temerosa de recibir una respuesta negativa.
Pero Prongs sabía lo que quería, y deseándolo también, cabeceó y se movió sobre su cama, haciendo un espacio para que el cuerpo de Sirius entrara.
La espalda de Padfoot se hundió suavemente dentro del colchón y las mantas cubrieron ambos cuerpos con un crujido de las telas.
Black se encogió de hombros, disfrutando del calor que la figura de James había dejado sobre la cama y de la textura de la tela de su pijama acariciando su piel.
Y James se ruborizó, ligeramente, al percatarse de que su amigo no llevaba encima nada más que el par de bóxers negros que le había visto poniéndose por la mañana (A/N: maldito T¬T).
"Escucha, James..." agradecidamente estaba oscuro adentro por lo que James no pudo ver cómo Sirius se ruborizaba. "...lo... lo de hace un rato..."
Sonriendo lánguidamente, Prongs giró el rostro sobre su almohada.
El cuerpo de Peter respirando pesadamente sobre la cama apareció ante sus ojos, entre la oscuridad, y suspiró.
Todavía le dolían un poco las heridas de los dedos.
"Lo de hace un rato no tiene importancia." se obligó a decir, traicionando a sus deseos de sonreírle abiertamente a Sirius, decirle que le había encantado y pedirle un poco más. "...realmente... yo..."
"Bien." interrumpió Sirius, con su voz repentinamente fría. "Si no tiene importancia para ti, entonces no es necesaria esta conversación." estaba incorporándose cuando una de las manos de James le tomó suavemente del brazo y le obligó a volver a recostarse, casi sobre su propio cuerpo.
Se ruborizó un poco más, sintiendo cómo los latidos de su corazón se aceleraban.
La respiración de James golpeó ligeramente su mejilla izquierda, y sonrojándose todavía más, se apartó ligeramente.
"¿Por qué lo hiciste, Sirius?"
Él no respondió.
Fue su respiración rompiendo el silencio lo único que pudo James escuchar después de su pregunta, seguida por el crujido de las sábanas y un suspiro apagado de Black.
"...Sirius..." volvió a llamar.
Y enrojeció fuertemente cuando, incorporándose una vez más, Sirius apoyó una de sus manos en el otro costado de la cama, por encima de su cabeza y logrando que ambos se vieran a cara a cara, un cuerpo sobre el otro.
Las piernas de Padfoot se envolvieron suavemente alrededor de las suyas y sus caderas se apoyaron sobre las de él, logrando que ambos se rozaran de una forma que no habían experimentado antes.
Un gemido entrecortado se escapó de ambas gargantas, pero ninguno se movió, excepto Black, quien tras un momento de permanecer así, se reclinó sobre el cuerpo delgado de James y apoyó su rostro dentro del cuello del animago.
"Hueles a goma de mascar." bromeó, aspirando profundamente el aroma del cabello de Prongs y depositando un beso suave sobre la piel de su mentón.
Luego nuevamente un silencio roto apenas por los latidos apresurados de ambos corazones.
Los ojos de James se habían puesto completamente en blanco, embriagado con la sensación del cuerpo semidesnudo de Padfoot sobre el suyo, deseando estar él mismo con menos ropa... y entonces las manos de Sirius desabotonando lentamente la camisa de su pijama le hicieron jadear, asustado.
"¡Sir-!" la mano derecha de su amigo se posó sobre su boca, con la suficiente fuerza para evitarle abrirla pero no la bastante para lastimarle.
El rostro entero le ardía. Podía sentir el cuerpo de Sirius moviéndose ligeramente sobre el suyo, mientras soltaba el último de sus botones y sin previo aviso posaba la palma entera de su mano izquierda sobre la piel caliente de su torso. En ese momento fue que un nuevo gemido se escapó de su garganta, suprimido por la mano de Padfoot, y comenzó a sentir que la sangre empezaba a acumularse amenazadoramente en su ingle.
No, por dios...
Había sido siempre su sueño y su pesadilla llegar a estar en aquellas condiciones con Sirius Black.
Había deseado tanto poder sentirle tocándole de aquella forma, diciéndole que le amaba tanto como él y que permanecería a su lado para siempre, pero...
No estás diciéndome que me amas...
Sólo faltaba ese insignificante detalle.
Ese que Sirius no iba a tomar en cuenta...
Pero el embriagante aroma de su cuerpo era tan poderoso que...
"James..."
Llámame...
Di mi nombre una vez más, por favor...
Los labios de Padfoot se posaron sobre la piel caliente de su cuello, y comenzaron a moverse hacia su hombro, lentamente, apenas rozándole, hasta que en un momento se detuvieron y, abriendo la boca, la lengua húmeda del animago se extendió hasta tocarle.
Sus ojos marrones se ensancharon, fuertemente, y todos los músculos de su cuerpo se tensaron. Nuevamente un gemido ahogado se atoró en sus labios, cuando la mano derecha de Sirius le apretó un poco más la boca, y la izquierda empezó a descender al mismo ritmo que su lengua, deteniéndose en los sitios interesantes, hasta tocar torpemente el borde de sus pantalones.
Su corazón se desbordó cuando los dedos de Black se introdujeron dentro de la tela del pijama, uno por uno, y empezaron a escurrirse cada vez más abajo.
Una lágrima caprichosa se apretó en uno de sus ojos, y tratando de jadear, sus manos presionadas bajo el cuerpo del otro intentaron empujarle.
No lo hagas...
"Debí decírtelo antes, James..."
Toda resistencia se desvaneció en ese momento.
"...sé que estaba asustado, pero te deseo tanto..."
Deseo...
Yo también te deseo tanto...
"...y entonces..."
Los dedos de la mano izquierda de Sirius tocaron el pie de su cintura, y James jadeó pesadamente, contra la palma contraria.
"..entonces apareció él..."
Una risa entrecortada se escapó de los labios de Padfoot.
Una risa a la que James estaba tan acostumbrado...
Una que había estado escuchando mucho últimamente, aunque no podía recordar en qué momento.
"...y me dio miedo que aquél extraño pudiese arrebatarte de una forma tan sencilla de mis brazos..."
¿De qué estás hablando?
"...pero no quiero que te enamores de alguien más..."
Dos de sus dedos tocaron entonces la ingle de James, quien gimió más profundamente, retorciéndose bajo el cuerpo del otro, justo antes de que su mano entera se cerrara alrededor del miembro excitado del más pequeño.
"...porque James..."
La respiración agitada de Sirius le golpeó el rostro y de pronto su mano le soltó.
"...tú me perteneces..."
Cualquier cosa que Prongs hubiese deseado decir murió dentro de la boca de Sirius, nuevamente sobre la suya, y jadeando fuertemente abrió los labios, sintiendo cómo la mano de su amigo comenzaba a moverse sobre la piel de su ingle, subiendo y bajando de forma constante.
Ambas lenguas se enredaron bruscamente, y entre jadeos entrecortados comenzaron una pelea oral entre ambas bocas mientras que el miembro de James palpitaba más y más dentro de las caricias tortuosas de su mejor amigo.
"...Si-riuss..." alcanzó a gemir Potter, cuando sus bocas se distanciaron ligeramente, y riendo entre dientes Sirius alcanzó su varita de la mesita de noche y la agitó por encima de sus cabezas.
Las cortinas cayeron a su alrededor, oscureciendo por completo la cama, y en voz baja murmuró un hechizo silenciador.
Luego la varita se perdió bajo la cama, con un sonido hueco, antes de que la mano libre de Black sujetara con fuerza uno de los brazos de James que amenazaban con tratar de empujarle.
"No lo harías.." susurró, riendo, y depositó dos besos sobre la palma abierta de su amigo antes de regresar a sus labios de forma tosca.
Se desprendió entonces, bajando por su mentón, hacia su cuello, mordiendo y lamiendo cada trozo de la piel bajo su boca, disfrutando del sabor y la textura del cuerpo pequeño bajo el suyo y los sonidos que la boca ahora abierta de James podía ya dejar escapar sin temor a ser escuchado.
"Si-ri-ussss.."
Le fascinaba escucharle gemir... llamar su nombre con aquella voz cargada de pasión que siempre deseó escuchar. Tanto que deseó reír en voz alta y gritarle a quien tuviera que gritar, incluso si se trataba de él mismo, que en aquél momento había ganado la batalla y James Potter le pertenecía más que nunca.
Su mano se retiró de golpe del miembro endurecido, y tirando de sus pantalones, sujetó también la otra mano de James, mientras se incorporaba lo suficiente para poder continuar besando el resto de su cuerpo sin encontrar obstáculos en su camino.
Y James se estremeció, nuevamente, como si la mano de Sirius jamás se hubiese desprendido de su ingle, y jadeó profundamente sintiendo las caricias de la lengua de Black sobre cada porción de su cuerpo, mezclada con la sensación cálida de su respiración y el cosquilleo de los mechones de pelo negro que le escurrían por la frente y tocaban suavemente su piel.
Cada vez más abajo, hasta que, llamándole en voz alta, la boca de Padfoot se cerró alrededor de su erección, tan repentinamente que su llamado se convirtió en un grito.
"¡¡Sirius!!"
¡SIRIUS, SIRIUS, SIRIUSSS!
Amaba tanto su nombre; cada letra en la palabra, cada sonido, cada respiración. Amaba la forma en la que estaba tocándole. La forma en la que sus labios y su lengua sabían trabajar sobre su cuerpo y la forma en la que le había reclamado, aunque no fuese aquella ridículamente romántica que había planeado tantas veces.
Era tan estúpido pensar en Sirius Black con flores, chocolates y algo más sabiendo que se trataba de la persona más insípida que había pisado Hogwarts.
Pero aún así lo amaba tanto...
Los colmillos caninos que el animago había desarrollado se clavaron suavemente sobre la piel de su ingle, y soltando un sonido gutural, se sacudió bruscamente sobre las sábanas.
"Sirius, voy a..."
"¡No! Todavía no..." riendo, Padfoot abrió los labios, posó suavemente su lengua sobre la cabeza de la erección de su amante y luego un beso de despedida antes de incorporarse, tirar del cuerpo ahora también semidesnudo de James y bruscamente sentarle sobre su regazo.
Empujó con una de sus manos los pantalones fuera de las piernas de Potter, y acariciando cada porción de su piel, besó nuevamente su cuello, mordisqueando la piel enfebrecida del hombro derecho del agitado mejor amigo que abrazaba contra su cuerpo, de espalda a él.
Podía sentir su propia excitación bombeando dentro de su ropa interior, e irritado tiró de la tela fuera de sus propias piernas, dejándole sentir a James por primera vez el tacto de su cuerpo entero contra el suyo, roto solamente por la tela de la camisa abierta del pijama que no importaba en aquél momento.
Acercó dos dedos Sirius a la boca de James, y por reflejo éste los atrapó entre sus labios, dejando que el otro los moviera libremente dentro de su boca mientras que él se dedicaba a suavizar con lengua y dientes cada trozo éstos.
Y tras un minuto sintió cómo el otro los sacaba de su boca, sin dejarle protestar, y arrastrados previamente por su espina dorsal, se introdujo el primero dentro de su entrada, lentamente pero no lo suficiente como para evitar que James soltara un quejido de incomodidad.
Sirius se limitó a morderle el cuello en un gesto de apoyo que James sabía que estaba ahí pero que el otro jamás se atrevería a expresar con palabras.
Cuando su cuerpo pareció acostumbrarse a él, el segundo invadió sus entrañas, suavemente, pegándose al otro y haciéndole sacudirse bruscamente.
El otro brazo de Sirius se cerró alrededor de su cintura, fuertemente, y con movimientos lentos empezó a mover ambos dedos dentro de James, abriendo y cerrando, girando y empujando cada vez más hasta que los jadeos de Prongs comenzaron a volverse más placenteros y supo que estaba listo.
Entonces los retiró, bruscamente, para sin previo aviso reemplazarlos por su miembro excitado.
El grito de James desapareció dentro del hechizo silenciador, y empujándose hacia el frente él sólo, jadeó con más fuerza.
Le dolía, pero el dolor se mezclaba con una desesperante sensación de placer que se extendía por toda su espalda y sus piernas; que le hizo desear más de aquél dolor, sólo un poco más...
Los músculos alrededor del miembro de Padfoot parecieron relajarse en ese momento, y con una sonrisa, empujó dentro de él, bruscamente, haciendo a James saltar también sobre su regazo, con un gemido ronco.
"Siriusss..."
Chasqueando la lengua, volvió a empujar dentro de su amigo, volver a salir y empujar una vez más, esta vez más fuertemente.
"¡Maldita sea!" le escuchó gritar, de pronto, antes de que las manos de Prongs se aferraran a las sábanas de la cama mientras se inclinaba todavía más. "¡Hazlo de una vez!"
El sudor le goteaba por la nariz, el mentón y la frente y cubría todo su cuerpo. Sirius podía verlo gracias a su condición de animago, y nada en el mundo hubiera podido borrar de su mente la satisfactoria imagen en blanco y negro del pequeño cuerpo excitado que sostenía entre sus brazos en aquél momento.
Así que riendo, le aferró con más fuerza por la cintura y embistió nuevamente, y otra vez, y de nuevo, cada vez con más fuerza y velocidad, sintiendo cómo sus sentidos se nublaban y una sensación de poder infinito se apoderaba de todo su cuerpo.
El ritmo se volvió constante al cabo de unos segundos, cuando las caderas de James comenzaron a moverse también, al mismo tiempo que él, haciendo más sencilla la entrada y salida a su cuerpo.
Los gemidos y jadeos de ambos se encerraron dentro de los doseles y las sábanas se revolvieron bajo sus cuerpos, pero no les importó.
No les importaba nada en aquél momento, cuando sus mentes se habían borrado por completo para darle espacio infinito a las sensaciones que experimentaban, al hecho de saber que finalmente sus más oscuros deseos estaban volviéndose realidad y al placer que escuchar los aullidos apasionados del otro les causaba.
La ingle de James volvió a palpitar, fuertemente, y con un grito rasgado se desbordó, salpicando las sábanas y las rodillas de Sirius cerradas alrededor de su cintura.
Y segundos después, con un grito propio, Padfoot llegó a la cima dentro del cuerpo delgado de Prongs, llenándole de una sensación cálida que se expandió por sus entrañas de forma agradable.
Luego ambos se derrumbaron sobre la cama, uno sobre el otro, respirando pesadamente y con los ojos entrecerrados.
Hubo un momento de silencio apacible después de que sus respiraciones se nivelaron, y lentamente Sirius aflojó su agarre y desprendió su cuerpo entero del de Prongs, escuchándole gemir.
Y se quedó sentado un instante junto a él, mirando de forma ausente cómo los hombros de su amigo subían y bajaban con la respiración agitada.
Su mano derecha se extendió hacia él, rozó con la punta de sus dedos el camino que iba desde la nuca hasta la cintura, y silenciosamente se inclinó para besar su frente humedecida.
Pudo ver a James sonreír, ligeramente, y sonrió él también, antes de buscar su ropa y ponérsela con un movimiento ágil.
"...sin embargo..." dijo, en voz baja, y una sonrisa arrogante se extendió por sus labios. "...ahora puedo decir que me he derrotado a mí mismo..."
Los ojos cansados de Prongs se ensancharon, ligeramente, y vio cómo las cortinas se abrían bajo el brazo de Sirius, dando paso a la luz pálida de la luna que iluminó tenuemente la piel suave del más alto.
Sirius ni siquiera se volvió para mirarle en ese momento. Se puso de pie, y en silencio dejó que las cortinas se cerraran a su espalda, con un sonido seco, y sus pisadas se escucharan alejándose de la cama.
Y James se quedó ahí, todavía respirando agitadamente, con su excitación y la de Sirius cubriéndole el cuerpo junto a una capa delgada de sudor.
No podía pensar nada en aquél momento. Los pensamientos coherentes se rehusaban a su cabeza, y sintiendo cómo empezaba a marearse, prefirió cerrar sus ojos y dormir.
Ya mañana se encargaría de encontrarle un sentido a todo aquello.
De despertar y darse cuenta de que nuevamente había estado soñando con él...
continua...
