Heee, después de mucho tiempo de no actualizar (y de haber comenzado a escribir este capítulo :-P) finalmente aquí está, para todas ustedes pequeñas psicópatas violentas n----n! No entiendo por qué un de pronto no podía escribir más, y de repente un día todo fluyó o.oU.. tal vez no es la gran cosa, pero bueno. Espero que les guste. Este capítulo iba a ser el último, pero aparentemente duraremos uno más, así que bueh… gracias por leer, y por favor dejen reviews ;0;!

Ps.– ¿Por qué murciélagos? Bueno, desde que supe que los ojos de Sirius eran grises mi mundo se iluminó y repentinamente empecé a escribirlo como una especie de Luna Lovegood masculina o.o no sé, me gusta visualizarlo así, medio psicópata, que dé el suficiente miedo como para que Harry se haya podido asustar de él en el tercer libro y todo eso o.o seh, mi Sirius está loco, pero si eso les molesta, adelante, no me voy a quejar si ustedes lo hacen.

WUNDERDING

8- I just wanna feel you… Only tell me "No", and I will let you alone.

Le incomodó el humo del cigarrillo golpeándole el rostro durante las primeras horas de la mañana, así que frunciendo el cejo envió una mirada irritada a su amigo, sentado al borde de la ventana de la torre y observando el amanecer ávidamente, con aquél típico airecito abstracto en la mirada que le diferenciaba de los demás muchachos de su edad y que le hacía ser Sirius Black.

Su mirada vacía, ajena a cualquier clase de emoción que no fuese el odio, el desdén, la burla o la crueldad que de vez en cuando conseguía exteriorizar y que podría aterrar al más valiente de los hombres sobre la tierra.

Remus siempre había deseado saber el por qué...

Aunque si bien en el fondo se suponía la raíz de todo, le habría gustado que Sirius le tuviese al menos un poco de la confianza que le tenía a James.

De cualquier modo carraspeó, incómodo, y dicha mirada oscura se giró ligeramente hacia él, sin un movimiento importante de la cabeza del animago, antes de perder el interés y ser devuelta al frente, en donde un murciélago de los que Sirius había adoptado acababa de llegar volando.

Extendiendo la mano hacia el frente dejó que el roedor se posara tranquilamente sobre su dorso, y en silencio y sin apagar su cigarro, le acarició la cabecita con los dedos de su otra mano, ausente. Al parecer se trataba de Thanatos, el más zalamero de todos y al que le faltaba un trozo de la oreja derecha.

Un escalofrío recorrió el cuerpo de Remus en ese momento, pero prefirió no decir nada salvo un escueto "Buenos Días" que Sirius respondió con un gruñido ininteligible.

Cuando entró el licántropo al baño se encontró con una toalla fuera de su lugar, un rastro de pisadas todavía húmedas que iba de la ducha al lavamanos y varias prendas regadas por el piso, descuidadamente.

"Maldita sea." masculló, entre dientes, maldiciendo nuevamente a Sirius Black por ser tan desgraciadamente descuidado.

Era siempre el primero en levantarse y el último en meterse a la cama (lamentablemente sus 7 mascotas se aparecían sólo por las noches y él, como buen amo, tenía que estar ahí cuando ellas llegaran de visita) pero también el más desordenado, desobligado e irresponsable de todos.

Incluso más que Peter, y eso ya era decir bastante.

Así que, pisando descaradamente las camisas con sus pies desnudos, buscó su toalla y se metió a la ducha, dejando un rastro de prendas propias detrás de él.

–––––––––––––––––––––––––––

Cuando salió del baño pasaban apenas de las 6 AM, por lo que tuvo tiempo de sobra para arreglarse sin ninguna clase de presión.

Sirius estaba todavía sentado en la ventana, con el uniforme ya vestido, con un montón de murciélagos revoloteando a su alrededor e iluminado débilmente con la tenue luz del amanecer.

Se había terminado ya el tercer cigarrillo (o fueron esas las colillas que Moony pudo ver en el piso, cerca de él) e iba por el cuarto, cuando, incómodo, el joven prefecto volvió a carraspear.

"Creí que recordabas que está prohibido fumar dentro del castillo..." dijo, en voz baja pero firme, y los ojos de Sirius se movieron nuevamente para verle. "...y que no me gusta que tus mascotas entren a la torre..."

Una sonrisa irónica se extendió en los labios delgados del animago, y suspirando, mordió la colilla del cigarrillo entre uno de sus colmillos.

"Y yo creí que tu enorme cabezota reventaría con tanto ego que tiene adentro, pero lamentablemente todavía sigues vivo." repuso, con una voz fría y arrastrada que asustó a Remus.

Como sea, arqueando las cejas caminó hasta él y se sentó a su lado, tratando de ignorar las miradas celosas de los roedores.

"¿Estás molesto por algo?"

Sirius no respondió. Se limitó a morder todavía más su cigarro, consiguiendo que se torciera de forma incómoda hasta que la parte carbonizada amenazó con tocar la punta de su nariz.

"Vaya..." respondiéndose a sí mismo, Remus sonrió. El sol estaba comenzando a hacerse más fuerte y sabía que dentro de muy poco los amigos de Sirius tendrían que marcharse. "Así que pasó algo..." una risita entrecortada se escapó de sus labios antes de que apoyara su cabeza sobre la pared fría y cerrara sus ojos, fastidiado. "Déjame adivinar: James se dio cuenta." dijo, lanzando una teoría al aire de forma casual.

Nuevamente Padfoot no respondió, pero sólo por un momento, e incluso antes de que Lupin pudiese retomar la palabra, volvió a gruñir.

"No.. no fue eso..."

"Ah!" dibujando una expresión de satisfacción en su rostro, Remus cabeceó. "Pero entonces sí ha sido James."

"..."

"Dime, ¿Pretende hacerlo?"

Desprendiendo el cigarrillo de sus labios, los dedos del animago presionaron la parte caliente contra las piedras frías del piso.

Freya, uno de los murciélagos, chilló, agitando sus alas, y después los demás le imitaron amontonándose en una esquina.

"...viene el sol..." dijo, en voz baja, y tras extender su mano hacia ellos para que cada uno de los animales se alimentara por última vez en la noche, cabeceó. Una mueca de dolor apenas perceptible se dibujó en su rostro cuando los agudos colmillos de los murciélagos se abrieron paso entre su piel, pero no se quejó.

Remus se encogió de hombros. Peter se había movido sobre su cama.

Le incomodaba ver esa clase de cosas y Sirius lo sabía bien, y posiblemente fue por eso que ninguno comentó nada al respecto.

"¿Qué fue lo que te dijo?"

"No sé." respondió Black, sinceramente, frunciendo el cejo. "En realidad él no me dijo nada..."

Los ojos dorados de Moony se ensancharon ligeramente.

"¿Entonces?"

Riendo entre dientes, Sirius dejó ir al primero de sus compañeros con un movimiento de sus dedos.

"En realidad fue algo mucho peor.."

En ese momento el sonido de dos pies desnudos tocando el piso frío les hizo volver el rostro a ambos, hacia un costado de la habitación en donde James Potter acababa de levantarse, con los pantalones del pijama mal acomodados y la camisa desabotonada hasta la mitad, cayendo por uno de sus hombros.

Sirius se mordió el labio inferior, aunque Remus no supo si fue por lo que veía o por el dolor que sus mascotas le ocasionaban en el brazo. Entonces regresó la mirada al frente, con su piel pálida tenuemente ruborizada (aunque un sonrojo, por más débil que fuese, era completamente visible sobre su piel blanca) y el cejo fruncido de una forma que no hacía salvo cuando se sentía culpable (en el remoto caso de que Sirius Black llegase a arrepentirse alguna vez de algo).

"Buenos días." saludó a James, con su voz tranquila, y éste le miró con una sonrisa.

"Hola Moony." sus ojos avellanos se toparon con el perfil trasnochado de Sirius, y sonrió ligeramente, pero al ver que éste no se volvía se ruborizó también e inclinó la mirada.

Tal vez seguía con la idea de que no había sido todo más que un sueño, aunque un dolor desconocido entre sus piernas le estaba incomodando, y era mejor así, al menos por el momento.

En todo caso Sirius le había besado la noche anterior en aquél corredor, sin pedirle permiso, y se había marchado cuando parecía que iba a decirle algo importante. 'Yo envié esas cartas.' Su corazón había batido con fuerza cuando casi creyó ver que en los labios amados se dibujaban las cuatro palabras mágicas que hubiesen cambiado su vida y le hubieran hecho feliz, pero...

"No es nada."

Eso fue todo lo que le dijo después de haberle dado aquél beso...

Tal vez Sirius se encontraba tan confundido como él. Tal vez no había sido más que una treta para reírse de él. ¿Cómo iba James a saberlo? Pero en el fondo le dolía saber que por un momento Sirius dejó que la ilusión se acumulara en su pecho para luego destrozarla con un simple 'No es nada'.

Seguramente sería mejor así, si su amistad seguía estando a salvo, pero...

Yo no puedo verte más con esos ojos.

Se ruborizó aún más cuando su mirada se topó con la otra. Esos ojos grises y vacíos que tanto amaba y que le miraban de forma ausente, casi apáticamente.

Sonrió entonces, nuevamente, y tomando sus cosas de la mesita de noche caminó hasta el baño a pasos largos.

Le avergonzaba verle a los ojos después de haber soñado con él de aquél modo.

Cuando el cuerpo de James desapareció por la puerta del baño y ésta se cerró a su espalda, los ojos azules de Lupin se volvieron hacia Sirius, implacables. Había un gesto de severidad en su mirada.

"¿Qué fue lo que le hiciste a Prongs?"

Riendo entrecortadamente y echando al aire al último de sus murciélagos, Padfoot también se levantó, frotándose la mano con la otra.

"Va siendo tiempo de que ese idiota con máscara desaparezca de mi camino."

Viéndolo con los ojos engrandecidos, Remus parpadeó. No se había esperado aquella reacción de parte de su amigo ante la intromisión de aquél sujeto en sus vidas. Realmente creyó que se lo tomaría todo como una broma (y era precisamente por esto que la situación le incomodó desde un principio), pero cuando los ojos grises de Sirius se toparon con los suyos encontró que parecían nuevamente vivos y reanimados por un fuego que jamás antes había visto en ellos.

Sonrió, ligeramente, mientras se frotaba la nuca despeinada y le siguió con la mirada por la habitación.

"Pensé que James no te interesaba de ese modo.."

Y sonriendo también, Black lo miró.

"Y yo pensé que mi amigo el prefecto tenía un poco de materia gris en esa enorme cabezota hueca."

Pero cuando Remus estuvo a punto de protestar ante el notorio insulto (él siempre se estaba metiendo con su condición de prefecto), la siguiente pregunta de Sirius le hizo olvidarse de todo su mal humor.

"¿Y cómo te fue anoche con Evans?"

La sonrisa en sus labios se ensanchó considerablemente, y caminando hasta el espejo, lanzó una mirada aprobatoria a lo que veía. De cualquier forma se había ruborizado.

"...pues..."

En realidad tenía rato deseando decirle a alguien que Lily había aceptado ir con él a Las Tres Escobas durante la próxima excursión a Hogsmeade.

–––––––––––––––––––––––––––

James se detuvo al final de las escaleras de caracol, abrazando su mochila contra su pecho y lanzando una mirada furtiva a cada esquina de la sala común.

No había mucho que ver por ahí, salvo algunos chiquillos de primero que se aprestaban en torno al único que había hecho sus deberes mientras daban de saltitos histéricos para no llegar tarde a su primera clase.

El animago suspiró, ligeramente.

Cuando salió de ducharse solamente quedaba Peter en la habitación, todavía dormido, así que no tuvo que preocuparse mucho por el tiempo que debía permanecer en aquél lugar tan pequeño.

Pero ahora, pensándolo bien y tras el alivio momentáneo de no tener que enfrentarse con Sirius de buenas a primeras, comenzaba a aterrarse cada vez más con la idea de seis clases completas en compañía del susodicho.

No podría evitarlo, eso estaba claro. Al menos si es que Sirius no lo deseaba así.

Pero…

Conforme sus pasos acortaban la distancia que le separaba de la torre de Gryffindor y el Great Hall, el sonido de tenedores y voces comenzó a acrecentarse al mismo tiempo que la presión en su pecho.

Las puertas estaban abiertas al final del pasillo y varias cabecitas con gorros eran visibles amontonadas una cerca de la otra mientras que cuchicheaban los primeros chismes del día.

Prongs entró entonces en el salón, ignorando las miradas recelosas de una tribu de Slytherins ardidos desde la última broma (¿cuánto era de eso?) y las risitas nerviosas de algunas jovencitas cercanas a él. En todo caso, aunque lo hubiese deseado, no habría podido armar un escándalo tan temprano o coquetear con alguna chica siendo que el único motivo, inconsciente, claro está, por el que había bajado a desayunar en lugar de ir en primer lugar a su aula de clases era para poder ver a Padfoot y saber que nada estaba mal entre ellos.

¿Qué sucedía si le veía guiñándole el ojo a alguna niña de Ravenclaw? Bueno, posiblemente nada, dado que lo más seguro era que Sirius no le viese más que como a un buen amigo. Pero aún así…

"¡¡Heee, Jamessss!!"

La voz de Remus rompió el hilo de sus pensamientos. Las imágenes inexistentes de un Black desesperado besándole mientras le murmuraba palabras de amor al oído se esfumaron tan rápido como habían venido dando paso a la realidad, una vez más, y a la visión de Lupin sentado al final de la larga mesa de Gryffindor, con The Prophet entre las manos y una sonrisa agradable en sus labios.

"Hey." Saludó él también, devolviendo la sonrisa, misma que murió casi de inmediato cuando el rostro de Sirius Black se levantó hacia él, sentado frente a Moony y mordiendo descuidadamente una tostada con uno de sus desarrollados colmillos caninos.

No pudo dejar de notar que las ojeras se habían profundizado en la piel blanca del rostro amado y que en su mirada el aire sepulcral se había apartado ligeramente para dar paso a una lucecilla que James no había visto en sus pupilas más que cuando tiraban de la cadena del baño a un Avery-sapo o el Sauce Boxeador había estrellado algunos de sus famosos golpes en el cuerpecito frágil de Severus Snape.

Casi sonrió en aquél momento, aunque la mirada plomiza de Black seguía fija en él de forma ausente.

Sabía que había sido muy cruel entonces, pero… después de todo era Sirius. Él le hubiese matado sin ninguna consideración en aquél momento.

Parte de la herencia de los Black, seguramente, pensó con amargura.

Hubiese sido capaz de dejarle morir a manos del árbol sin mover un solo dedo para ayudarle e incluso disfrutando de cada uno de los gritos de agonía de su presa. Lo sabía bien. Lo vio en aquél momento…

"¿Prongs?"

Se encogió de hombros, resignándose a salir de sus pensamientos y lanzando una mirada tímida a Remus.

"Disculpa… estaba pensando."

"Vaya, ¿Algo muy importante?"

"No, no…" negando con la cabeza, se detuvo sin saber al lado de quién tomar asiento.

Remus todavía le veía, curioso pero no ajeno a la extraña mirada que Sirius tenía puesta sobre el otro animago.

Y James deseaba sentarse a su lado, realmente. Recargar la cabeza en su hombro, agradecerle por la última noche y…

"La última noche."

Todavía no estaba muy seguro de qué había sucedido…

¿Formaba todo parte de otro más de sus sueños desesperantes, o acaso…?

Ruborizándose, se llevó una mano a un costado, en donde claramente había encontrado una marca de uñas todavía rojiza sobre su piel que no tenía el día anterior.

Es decir, bien podría haberse lastimado mientras jugaba Quidditch, pero…

"¿¿Por qué no te sientas??"

Los ojos de Sirius, abiertos de forma anormal y sin haber dado época alguna a un parpadeo desde que sus miradas se cruzaron, seguían mirándole aún, de una forma que James no supo si amar o detestar.

"…yo…"

Entonces los labios de Padfoot se torcieron en una sonrisa alargada, tan carente de emociones y a la vez llena de algo que James no supo reconocer.

Sirius estaba contento, en todo caso… ¿Triunfal? Tal vez. Había cerrado sus ojos en aquél momento, perezosamente, mientras con un dedo mezclaba la comida que no había tocado.

"¡Sirius, deja eso!" chilló Moony, irritado y golpeando la cabeza contraria con un trozo de pan.

Riendo, él aludido despegó su mano del plato de comida, bostezando descaradamente y volviendo a mirar a James de forma extraña.

"Puedes tomar mi lugar." dijo, sonriendo más por la expresión en el rostro de James que por otra cosa. "Me adelantaré a clases. No tengo hambre."

Prongs se limitó a asentir, torpemente, sintiendo cómo sus mejillas ardían en rubor. Pero ni bien había terminado de caminar hasta el asiento ahora vacío cuando su cuerpo golpeó ligeramente al de Sirius, quien rió entre dientes y, sin preguntar, le tomó bruscamente del rostro con una mano, tirando de su mentón hacia arriba y presionando abruptamente sus labios con los de él.

Fue todo cuestión de segundos. No bastantes para que alguien además de Remus les viera pero lo suficiente como para que James tuviese tiempo de perder el dominio de sus piernas y sus rodillas se flexionasen, pesadamente, empujándole todavía más contra un divertido Sirius Black.

"He, no vayas a dormirte aquí." murmuró, riendo, pero sin hacer algún ademán de querer apartarle de él. Su mano recorrió suavemente el camino que conducía del cuello a la oreja derecha de su mejor amigo, donde descaradamente plantó un sonoro beso justo después de murmurar algo que ni siquiera Lupin alcanzó a escuchar. "No se demoren mucho." Añadió.

Soltando a James (quien se tambaleó hasta topar contra la mesa), se alejó de ambos, andando a pasos largos, volviendo a bostezar y estirando los brazos por encima de su cabeza de forma cansada.

Algunos le miraron al salir, mezclando miradas de odio y amor, hasta que su figura alta y delgada desapareció por la puerta, con un último ondeo de la tela negra de su túnica y una serie de pisadas que desapareció junto con él.

Y James se quedó ahí adentro, con una mano puesta torpemente sobre los labios, el corazón acelerado y la mirada fija todavía en el mismo punto donde Sirius había desaparecido, casi como si aún estuviese viéndolo.

Tal vez se hubiese quedado así mismo más tiempo si el licántropo no hubiese clamado por su atención con un sonoro carraspeo que le hizo girar la cabeza tan de golpe que escuchó cómo sus huesos tronaban dentro de la piel de su cuello.

"¿¿Vas a seguir viendo hacia allá como retrasado??" inquirió Remus, sonriendo y mirando a James por encima de las páginas de su periódico.

Los ojos marrones de éste le miraron, abstractos, todavía con una mano sobre los labios, la otra aferrada a su cuello y las mejillas ruborizadas.

"¿C-cómo?"

Lupin suspiró, casi tratando de suprimir una risita burlona.

"Que si sigues babeando así pronto todos vamos a morir ahogados."

Aunque quizás fue el golpe que Moony le propinó en una pantorrilla lo que le hizo volver a poner los pies sobre la tierra, reaccionar y darse cuenta de lo que en realidad acababa de suceder.

"¡¡DIOS MÍO!!"

Hubiera deseado que la tierra se abriese y le tragase en aquél mismo momento.

–––––––––––––––––––––––––––

Así, pues, no cruzó palabra con Sirius durante el resto del día.

Ni siquiera cuando la mano de éste tocaba la suya por accidente (o eso era lo que él quería pensar) y una sonrisa extraña se dibujaba en los labios deseados. Mucho menos cuando, sorpresivamente, le tomaba por el rostro y depositaba un beso furtivo en su boca tan de prisa que apenas si tenía tiempo para darse cuenta de lo que había sucedido.

Y él no sabía qué hacer, qué decir o cómo reaccionar.

Porque amaba cada uno de los toques de Sirius, pero…

¿Por qué? La duda seguía carcomiéndole de una forma tan horrible que le asustaba.

Verse tan sumiso, tan dominable… No le gustaba en absoluto la idea, pero aún así sabía que no hubiese podido hacer nada para evitarlo.

Y era todo tan hermoso… tan mágico… justo como lo había soñado siempre…

Sirius le esperó al finalizar la última clase, tomando él mismo la mochila de James y sonriéndole tranquilamente mientras que ambos se encontraban al final del aula, frente a la puerta que daba al pasillo.

La mirada castaña de James subió hasta toparse con la sonrisa de Sirius, torpemente, pero no dijo nada.

"¿Tienes hambre?" inquirió el más alto, amablemente, al mismo tiempo que echaba a andar por el pasillo que conducía al Great Hall. "Me dijo uno de los elfos domésticos que esta noche servirían tu comida favorita. Podríamos adelantarnos a la cocina y tomar un poco, o tal vez desees ir hasta el comedor."

James no respondió. Se limitó a ruborizarse todavía más mientras dirigía una mirada tímida a su mejor amigo.

…su mejor amigo, claro… aunque aquél día había estado portándose como algo más… incluso los chicos ajenos a ellos habían estado lanzándoles miradas curiosas y cuchicheando comentarios en relación a ellos que, sorpresivamente, Sirius no hacía ningún amago de detener.

Al contrario… sonrió alegremente a una chica que acababa de decir que se veían muy lindos ellos dos juntos y rió en voz alta cuando otra que mencionó que seguramente andaban desde hacía mucho tiempo.

Prongs no se había atrevido a decir nada al respecto. A hacer algo o vaya a saberse… se había limitado simplemente a mirar a Padfoot, respirar pesadamente cada vez que le tomaba por una mano y a pellizcarse mentalmente en un intento desesperado por despertar y volver a la realidad.

Esa realidad en la que Sirius Black no le veía más que como a un amigo.

Aunque… ¿Realmente deseaba regresar?

No.. no lo deseaba… Amaba tanto aquél repentino cambio. Amaba cada segundo a su lado… lo amaba todo.

Y era precisamente por esto mismo que no había querido mencionar nada.

¿Qué si, al preguntar, la magia se desvanecía y los ojos grises de Sirius volvían a verle con aquella melancolía y penumbras a las que se había acostumbrado?

Amaba también aquellas miradas suyas; tan ausentes, tan misteriosas. Tan carentes de sensaciones pero a la vez tan llenas de algo que podría volver loco a cualquiera.

Era solo que…

"James…"

Se detuvo y James se detuvo también, a pocos pasos de él.

"¿Hay algo que te incomode?"

¿¿Cómo se atrevía a preguntarle eso??

Sacudió fuertemente su cabeza, sin saber qué responderle, y suspiró al mismo tiempo que la mano de Padfoot se posaba suavemente sobre su cabello revuelto.

Un gemido apagado afloró en su garganta, escapándose sin su consentimiento y haciendo sonreír al animago a su lado, quien acariciaba cariñosamente el pelo oscuro.

"…Sirius…"

No le había llamado en toda la mañana.

Incluso aunque sus labios se hubiesen encontrado en más de una ocasión, escuchar su voz también había estado haciéndole falta.

"…yo…"

Los brazos del más alto empujaron el cuerpo pequeño del chaser contra una pared cualquiera, dejando que todo su cuerpo se posara sobre el otro y su rostro se hundiera dentro del cuello delgado de Prongs.

Titubeante, los brazos de James se cerraron también en torno al torso de Sirius, inseguros, dejando que su propio rostro fuese acariciado por los cabellos suaves y negros de la cabeza contraria.

Se estaba tan bien así…

Se quedaron un momento más ahí, abrazados, sin decir o hacer algo fuera de respirar y sentir suavemente el tacto del otro, hasta que las manos del más pequeño se deslizaron por la espalda delgada de Black y un nuevo gemido se escapó de sus labios.

"¿¿Te gusta esto, James??"

No hubo respuesta. Potter se contentó con volver a gemir, pesadamente, mientras las manos del cánido frotaban cariñosamente su propia espalda.

"…dímelo… ¿te gusta?"

La cabeza de James se movió de arriba abajo precipitadamente, no deseando romper la fragilidad del momento con algún comentario inapropiado.

"…James…"

"¿P-Por qué…?"

Las caricias no se detuvieron, pero el rostro inexpresivo de Sirius apareció nuevamente ante los ojos cubiertos por cristales.

"¿Por qué qué?"

"¿Por qué haces esto?"

Sirius sonrió.

"¿Te molesta? Si te estoy incomodando, te juro que…"

"¡No! No me incomoda… en realidad…" sus mejillas enrojecieron todavía más, de ser posible, y Padfoot rió, entre dientes, enternecido por la desconocida timidez de su compañero. "…sólo quiero que me digas el por qué…"

"Porque te gusta." Aclaró el otro, moviendo su cabeza. "…y porque me gusta… porque ambos lo disfrutamos… ¿Comprendes? No haría nada si no lo disfrutases del mismo modo que yo."

"…p-pero…"

"¿Quieres que me detenga?"

"Hum."

"¿Entonces?"

Estaba haciendo calor en aquél lugar. El corazón de James batía fuertemente dentro de su pecho y la mirada penetrante de Padfoot sobre sí no estaba ayudando en nada.

"…yo…"

Te amo.

¿Era tan difícil de decir?

"¿¿Te ha dado hambre??"

"Hum."

"…dime…"

"¿Podrías besarme?"

Sirius rió.

"¿Por qué no?"

Empujó su rostro hacia él, por entre los mechones de cabello oscuro. Podía sentir la respiración del otro sobre sus labios entreabiertos y sus mejillas calientes. Podía casi saborear el gusto dulce de la otra boca. Tan dispuesta a devolver un beso ferviente.

Pero…

"Sirius, te amo…"

Los ojos grises se abrieron bruscamente. Pudo ver los párpados cerrados de James y el fuerte rubor sobre sus mejillas.

"Te amo."

Se apartó con un movimiento de su palma derecha empujándose sobre la pared fría, dejando que un sorprendido James abriese sus ojos marrones para verle, confundido.

"¿Q-qué dijiste?"

Las pupilas castañas de Prongs temblaban ligeramente detrás de sus gafas. Podía ver claramente la humedad dentro de sus ojos, y no supo bien por qué, pero una desagradable sensación de culpa comenzó a acumularse dentro de su pecho.

¿Cómo había sido capaz de jugar de aquél modo con James?

¡Era su mejor amigo, por Merlín! Su mejor amigo… el que le confiaba todo, el que creía en él… pero, principalmente, su mejor amigo que le amaba.

Y lo peor de todo era que él lo sabía.

Lo supo siempre, desde un principio.

Todo…

James le amaba, desesperadamente. De una forma tan desenfrenada que le había resultado imposible ocultar.

Y él, idiota, sabiéndolo tan bien no le había dicho algo nunca.

Nada. Ni una miserable muestra de afecto… nada salvo las sonrisas cotidianas y los abrazos repentinos. Pero todo dentro de lo que una mejor amistad podía englobar. Nada fuera de lo común, ¿Verdad?

Al menos hasta que aquél sujeto apareció en sus vidas.

Hasta que, en un momento de locura, le pidió por una oportunidad para comprender, algo que le indicase el camino correcto y le ayudara a encontrar un nombre para los sentimientos tan extraños que había desarrollado por su mejor amigo desde un tiempo para acá.

"Yo tuve la culpa…" se dijo, en voz baja, girando el rostro para no tener que ver dentro de los ojos húmedos de su compañero. "…no debí…"

No, realmente jamás debió hacerlo.

Porque James le amaba, y si él sabía bien que desde un principio sus sentimientos fueron, si no devueltos, tal vez comprendidos, no debió jamás comenzar con un juego que a la larga no sabría cómo terminar de jugar.

"James me ama."

Él ya lo sabía. Desde siempre.

Era sólo que resultaba muy difícil y diferente escucharle decirlo en voz alta y no solamente verlo dentro de sus ojos.

Era tan extraño…

Y aún así quiso volver a escucharle…

"…lo de la noche anterior…" balbuceó James, sintiendo cómo sus mejillas ardían.

Pero Sirius rió, secamente, y le lanzó una mirada vacía.

"No debes preocuparte por lo de la noche anterior, James…" su cuello se inclinó levemente hacia el otro, hasta que sus labios estuvieron a poca distancia de encontrarse. "…te gustó y me gustó… ¿Qué hay de malo en ello?"

James estaba a punto de responder, pero sus labios abiertos fueron aprovechados por un sonriente Sirius que, depositando un beso fugaz en su boca, se empujó hacia atrás, mirándole de forma ausente.

"Claro que, si te desagrada, no lo vuelvo a hacer…"

"¡N-no, yo…!"

Padfoot simplemente sonrió.

Una última caricia en su rostro, etérea, y después el cuerpo del cánido desapareció del pasillo con un fuerte estallido y un desagradable aroma a azufre.

Y James se quedó ahí, de pie, sorprendido y sin saber cómo reaccionar.

Estaba comenzando a cansarse de aquella clase de tratos…

Tal vez.

continua