Notas Finales: Y ya estamos D! Agradezco de antemano a todas aquellas (y aquellos, porque uno nunca sabe o.oU) que me haian seguido hasta aquí :3 A todas las que leyeron, gustaron y me dejaron un mensaje de apoyo que realmente, todas las que escriban, deben saber lo bien que me hace sentir (tb las que solamente leyeron, aunque uno o dos reviews no hubieran estado de más TwT..). Según esto ya tengo empezado el fanfic que seguirá a Wunderding, pero falta ver algunas cositas x.x
Un adelantito al final del capítulo, para que me vayan diciendo si les agrada o mejor me dedico a vender garnachas en el mercado® ToT.. bueh, es todo. See you o.o!

WUNDERDING
10- The face behind the mask. I can't hate you…

Le costó algunos segundos darse cuenta de lo que estaba sucediendo. Mas cuando las manos de Sirius le apretaron la cintura y sintió cómo se le enterraba el rostro en la nuca todo pareció aclararse, tan rápido, tan precipitado cayendo cada idea pesadamente dentro de su cabeza y amoldándose bloque a bloque como las proporciones blancas y negras de un enorme tablero de ajedrez.

Así se sentía él, sumergido en un mar de confusión oscurecido bajo la tormenta de felicidad que amenazaba por estallar; tan estúpido, tan hambriento, tan necesitado… Sus brazos se envolvieron en torno al cuello de Sirius, gimiendo en el pequeño intervalo y escuchando cómo Black, frente a él, gemía también cuando sus cuerpos golpearon la pared y algunos libros cayeron al piso o sobre ellos descuidadamente.

"Sirius…" jadeó James, entre besos. "Discúlpame, yo no quise..." pero interrumpió su disculpa al escuchar a Sirius reír dentro de su propia boca antes de morder juguetonamente su lengua en el proceso. Luego se apartó ligeramente, y James, todavía con sus manos en torno al cuello de Padfoot, inclinó el rostro tímidamente.

"Señor Potter… ¿Qué sucede con usted?" su nariz fría acarició suavemente la frente pálida de James, quien sonrió, sintiendo cómo le ardían las mejillas y el corazón le latía apresuradamente. Sirius disfrutaba de todo esto. De poder acariciar la espalda pequeña del chaser y poder besarle abiertamente, sin tener que enfrentarse a las dudas y remordimientos pasados.

Era muy agradable…

"…P-Padfoot…"

"¿Humm?"

"So-sobre… la carta…"

El cuerpo de Black se tensó ligeramente, y James pudo sentirlo cuando los hombros anchos de su joven amante parecieron ponerse rígidos.

Los labios del más alto se posaron apacibles sobre los otros momentáneamente.

"No vayas…" fue todo lo que dijo, mientras ahuecaba la mejilla de Prongs con una de sus manos. "Quiero que hoy te quedes conmigo.."

"P…pero ese chico…"

Una de las cejas de Sirius se arqueó alarmantemente, y James inclinó la cabeza al darse cuenta de esto, apoyando la frente contra el cuello del otro y apretando ligeramente su abrazo.

"Perdóname si te estoy molestando…"

"James…"

Los ojos avellanos se levantaron ligeramente.

"¿De verdad te interesa tanto esa persona?"

"¡No!" la respuesta brotó de sus labios por reflejo, incluso antes de haber escuchado la mitad de la pregunta pero sabiendo bien lo que deseaba decir. Le escocía la cara de rubor, pero eso no era ninguna clase de impedimento. "Ya te lo había dicho, Sirius… yo te amo, y ese chico no es más que…"

"Pero te interesa…"

James se encogió de hombros.

"…no románticamente…"

"¿Entonces?"

"Me.. me intriga saber quién puede ser…"

"¿Y para qué deseas saberlo?" inquirió Black, apartando levemente el cuerpo del chaser para poder verle bien. Había una sonrisa indefinida en sus labios, y Prongs tampoco pudo darle alguna clase de significado. "¿Es que no te basta saber lo que siento por ti?"

"…n-no es eso…"

"Y una vez que lo veas," continuó Sirius, ignorando la débil excusa de su compañero. "¿qué harás¿No te importará quien sea? Incluso si es Severus Snape o mi ridículo hermano menor…"

James enrojeció abruptamente.

"¡P-Por supuesto que no¿Cómo puedes siquiera considerar que podría interesarme en el idiota de Snivellus!"

"¿O mi hermano?"

Hubo un segundo de silencio incómodo. Había este pequeño inconveniente: de hecho, James había gustado de Regulus Black años atrás, cuando le conoció. Aunque Sirius lo sabía, y también Prongs, puesto que el rostro y la figura del más joven hermano eran idénticos a los de Padfoot durante sus primeros cursos en Hogwarts, así que no había que ser un genio para saber el por qué de que Potter se hubiese llegado a sentir atraído por el pequeño Regulus. Y aunque eso era historia, Sirius jamás había desaprovechado oportunidad alguna para reírse a costa del azoramiento que estar cerca del joven Black le producía a James.

"Imagino que tu hermano no tiene nada que ver con esto…"

"Ah, pero cumple con la descripción que me diste la última vez… E incluso si no es él, hay 2 millones de chicos en Hogwarts que pueden encontrarse detrás de esa estúpida máscara esperando con ansia por verte lejos de mí y disponible para ser cazado por ellos."

"…Sirius…"

"¿Qué harás cuando sepas quién es?"

"Le diré que no me moleste más." Resopló Prongs, indignado. "Eso, si no trata de ponerse pesado y tengo que lanzarle un embrujo… No sé, yo…"

"¿Lo harías?" Sirius sonrió, irónico y viendo cómo su pequeño amante se ruborizaba hasta las orejas. "¿Sin importar de quién se trate?"

"N-no me importa…"

"¿Incluso si se tratase de Moony?"

Los ojos castaños de James se ensancharon, violentamente.

"�¿Moony¿Qué tiene que ver aquí?"

Riendo, Black le dio una palmada en un hombro.

"No estoy insinuando nada, pero podría ser… Hasta Peter podría ser un sospechoso¿No crees?"

"�¿Wormtail¡Pero si ni siquiera puede sujetar la varita sin que se le caiga¿Cómo podría con un arco y una flecha!"

Sirius torció los ojos.

"Yo que sé…"

"Mira, Sirius…"

"Yo sólo quería aclararlo, Jimmy, no es para que te molestes."

"P-pero…"

Frotándose la nuca con una mano, Sirius se apartó ligeramente de él.

"Quiero decir, después de haberme atrevido a decírtelo por fin, me asusta que pueda llegar alguien que te guste más, y…"

"¿Por qué dices eso?"

Como hacia la derecha no había pared, Sirius se movió hacia all�, caminando hacia la mesa y murmurando cosas en voz baja.

"Es todo lo que quería saber… ¿Qué harás cuando lo tengas enfrente?"

"¡Te repito que le daría una patada en los bajos!"

"¿No te interesa de quién se trate?"

"¡No!"

"�¿No te interesa él¿No te atrae, acaso?"

"�¡No!"

"�¿Ni siquiera un poco?" la sonrisa irónica que dibujó Sirius en sus labios consiguió que los nervios ya tensos de James dieran un tirón todavía más pesado.

"�¡NO!"

"¿Incluso si fuera yo?"

Para que los pasos apresurados de un montón de chicos atravesando el corredor afuera de la biblioteca fuesen audibles perfectamente para ambos Marauders, el silencio que se formó alrededor de ellos debió haber sido demasiado denso.

James rió, entre dientes, y se frotó la nuca.

"Vaya¿Y eso a qué viene?"

"No sé." Repuso Black, sonriendo tranquilamente a su compañero. "Pero me gustaría saber… ¿Qué harías si fuera yo?"

"¡P-pero no eres…!"

"En tal caso." Interrumpió Sirius, moviendo una mano con fastidio. "Es sólo una suposición, Jim, no es para que te alarmes…"

"Bueno…" James tosió, irritado, y giró el rostro con las mejillas visiblemente ruborizadas. Sirius se mordió el labio inferior. Deseaba tanto escuchar aquella respuesta, que por un momento se olvidó por completo de la prudencia.

"Vamos, James…"

Prongs acababa de sonreír.

"…dímelo…"

Entonces los ojos castaños se volvieron para ver a Padfoot, quien jadeó repentinamente, sorprendido.

"Me lo preguntas con tanta ansiedad que me haces creer que realmente eres tú…"

Black guardó silencio un momento, mordiéndose la lengua como auto castigo.

�¿Qué había sido eso¿Más obvio no podía ser? Sonrió de forma monótona y reemplazó el cigarrillo que se había caído rato atrás por uno nuevo.

"Bien, eso te gustaría…"

James volvió a reír.

"No sé, Sirius… estuve esperando este momento por tanto tiempo, que si el loco tras la máscara hubieses sido tú, posiblemente hubiera terminado odiándote."

El cigarro se tambaleó dentro de los labios de Sirius, quien había hecho una mueca que parecía dar a entender que deseó decir algo tan precipitadamente que hubiera sido capaz de dejar que el papel encendido le cayera sobre las manos.

"¿P-por qué?" inquirió finalmente, con la voz apagada.

"Bueno, porque me dijiste tantas cosas, y pasaron otras tantas durante este tiempo, que si supiera que realmente eras tú y hasta el momento habías estado jugando conmigo, yo…"

"¡Pero yo jamás jugaría contigo!" exclamó el más alto, alterado, y los ojos del chaser se levantaron para verlo. "Q…quiero decir… tal vez no entenderías lo que…"

"Sirius…"

A pasos largos, Black avanzó hasta él, volviendo a arrojar el cigarro al piso (el que se apagó instantáneamente) y abrazándole una vez más.

"James… pase lo que pase, quiero que sepas que eres lo más valioso que tengo en esta vida, y que si de alguna forma llegase a lastimarte, sería capaz de quitarme la vida sólo para que supieras que realmente lo siento…"

"¿Q-qué?"

"Te amo tanto, James.. que ahora que finalmente te tengo, no quiero perderte…"

"P-pero Sirius…" las manos de James sujetaron suavemente el torso del cánido. "…yo nunca…"

"No quiero que me odies, James…"

"¡Pero yo no puedo odiarte!"

Sirius sonrió en ese momento.

"…de verdad… no quiero que me odies…"

"..pero…"

"James…"

"¿S-si?"

"Dime que no vas a ir… prométemelo…"

Prongs quiso protestar, pero de su boca no brotó más que un extraño sonido gutural apagado casi de inmediato por los labios de Sirius besando los suyos. Los dedos expertos del mayor de los Black hacían un trabajo maravilloso sobre su espalda, así que, muy en contra de su voluntad, Potter no pudo más que decir que no lo haría.

"Así está bien…"

Y James rió, entrecortadamente, antes de que su espalda golpeara la dura superficie de la mesa. Se había olvidado completamente de pensar en aquél momento…

–––––––––––––––––––––––––––

Se encontraron con Moony minutos más tarde, cuando caminaron hacia la salida de la biblioteca. El joven licántropo se encontraba inclinado sobre el mostrador, reordenado los últimos libros de la noche, los que le habían entregado apenas un segundo antes un grupo de Ravenclaws.

Los ojos azules del mismo se levantaron en aquél momento, somnolientos y agotados (como solían estar siempre) y les dedicó una sonrisa apacible.

"Pensé que no iban a salir nunca…" aseguró, colocando pesadamente un grueso tomo de pastas negras sobre la mesa.

Sirius le devolvió una sonrisa irónica.

"Bueno, James y yo teníamos muchas cosas de que hablar."

Pero el hecho de que James se encogiese de hombros en aquél momento y se ruborizara mientras reía entre dientes bastó para que el prefecto lo entendiese todo.

"Hablar…" repitió, en voz baja. "Ya veo… ¿Y se lo dijeron todo?"

Prongs abrió la boca para responder, mirando a Moony con los ojos bien abiertos, pero Padfoot le interrumpió con un movimiento de su mano.

"Si, si, Loony, todo está dicho."

Remus sonrió todavía más en ese momento, no haciendo caso del apelativo que Sirius acababa de usar para con él, y se apresuró hacia el otro extremo del mostrador.

"�¿Es en serio¿Se lo han dicho todo?"

Los ojos grises de Black se entornaron con fastidio.

"Quiero decir… ¿Ya lo saben?"

"Remus…" interrumpió Sirius, con un suspiro. "Si te digo que sí, es porque ."

"Oh…vaya…" consiguió balbucear Lupin, con una sonrisa excitada dibujada en los labios. "Eso está muy bien… Es decir… ustedes dos… desde que…"

"¡Tsk!" levantando una mano, Padfoot caminó hacia la salida y arrastró a Prongs con él. "Jim todavía no está listo para saber desde cuándo¿Está bien?"

"¿Q-qué…?"

"¡Ahora nos vamos!" exclamó el cánido, en voz alta. "¡Cierra el changarro y búscanos en la sala común!"

"¡P-pero…!"

"�¡Sirius¿desde cuándo!"

"�¿Qué¿Dijiste algo? Hay algo zumbándome en los oídos…"

"�¡Sirius!"

Y cuando las atronadoras carcajadas de Sirius desaparecieron por el corredor, seguidas de cerca por los gritos indignados de James, Remus suspiró, profundamente. Había finalmente quitádose un gran peso de encima, pero… ¿Qué pasaría cuando Prongs se enterara de quién era realmente aquél sujeto¿Le odiaría?

"Es lo más probable…" susurró, para sí mismo, y giró el rostro.

Detrás del mostrador un alargado y esbelto arco de madera permanecía apoyado sobre el piso, contra una pequeña montaña de libros.

–––––––––––––––––––––––––––

Cerca de la media noche dos ojos plateados se abrieron en medio de la oscuridad. La habitación de los chicos de séptimo grado de Gryffindor se encontraba sumergida en el más completo silencio en aquél momento, roto apenas por el débil sonido de cuatro respiraciones. Dos bastante alejadas de Sirius Black, pero dos más tan cercanas que podía tocarlas con alargar los dedos de su mano.

Y una le pertenecía a sí mismo, por lo que no había ninguna clase de ciencia en descubrirlo, más sin embargo la otra, la que le golpeaba suave y cálidamente el cuello desnudo concernía a James Potter, el Gryffindor más pequeño del séptimo grado, sin tomar en cuenta al ridículo de Pettigrew. El chico más delgado, más corto en estatura, más divertido de todos y sobre todo el que más le amaba…

Sirius sonrió, sintiendo cómo su espalda entera se erizaba cuando una de las manos de Prongs se apoyaba sobre su pecho dentro de la inconsciencia del sueño.

Era tan agradable… tan caliente al tacto y tan delicioso a la vez. Suave, quemante y dulce. Todo mezclado con el más efímero roce de las yemas de sus dedos delgados… Sirius había aprendido bien todo eso incluso antes de haberse enterado. Incluso antes de que su propio corazón comenzara a ir de prisa cuando estaban juntos, y mucho antes de que, en un arrebato de locura, se hubo metido a su cama durante aquél pequeño lapso de infantilismo por el que acababan de atravesar.

Soltando un gruñido forzado, Padfoot giró el rostro.

El reloj marcaba las 11:30 de la noche. No había nadie más despierto, seguramente, en todo el colegio con excepción de él y alguna que otra lechuza. Y eso era bueno… sobre todo por el hecho de que una de esas personas durmientes resultaba ser James.

Es decir… no quería imaginarse lo que hubiera sucedido si un súbito ataque de curiosidad le hubiese llegado a Prongs, y…

"Que tontería." Bufó, en voz baja y al mismo tiempo que reía entre dientes.

Pudo sentir cómo James se revolvía junto a él, bajo las sábanas, y la nariz pequeña y fría se apoyaba sobre su garganta.

Era tan excitante…

Años atrás no hubiera siquiera podido imaginarse en una situación parecida… tal vez con Remus, e incluso hasta con Snape (¡Dios, que asco¡No vuelvas a pensar en eso, bestia!), pero¿James? No… el pequeño James Potter no…

"Pad…"

"¿Hum?"

"Te amo…"

Su mano subiendo por la espalda pequeña y delgada del joven chaser fue respuesta suficiente para éste, quien rió suavemente antes de recuperar su actitud previa al movimiento inoportuno.

"Yo también te amo, James…" susurró Sirius, aunque bien sabía que no le habría escuchado. Tal vez porque había estado muy ocupado dando saltos por toda la habitación mientras gritaba una y otra vez lo bien que se sentía, o quizás porque minutos antes sus cuerpos se habían entretenido bastante uno con el otro mientras jugaban al extraño juego del amor, pero el caso era que Prongs estaba cansado, y bastante, y no despertaría al menos hasta el día siguiente y bien entrada la mañana.

De eso Sirius estaba muy consciente…

Así que sin preocuparse más, y tras depositar un beso suave y corto sobre la frente del cervatillo, se puso de pie, arrastrando consigo la camisa blanca del uniforme (Notas del autor: qué? Se debe ver de lo más sexy con ropa formal, carajo) apenas aferrada a sus hombros anchos y tomando su varita mágica de la mesita de al lado.

"Abra…" saludó, cordialmente, cuando un par de brillantes ojos le miraron desde el otro extremo de la habitación, fijamente y justo debajo del pestillo de la ventana abierta.

El pequeño murciélago chilló, y sin pudor alguno agitó sus alas y voló hasta que se hubo posado sobre una de las manos extendidas del animago.

"¿En dónde están los demás?" inquirió el humano, y el roedor se limitó a jurungarse las alas con el hocico. Y mientras lo observaba, Sirius terminó de abrir la ventana, se dejó caer sobre el alféizar, y con elegancia se llevó un cigarrillo a los labios mientras lo encendía con un movimiento grave de su varita.

Permaneció algunos minutos así, sin decir nada y observando los amplios campos de Hogwarts mientras que su mascota se acicalaba las alas apoyado sobre uno de sus hombros.

El humo del cigarro se mezclaba con la débil y delgada nubecilla de vapor que se elevaba por encima de su nariz hasta desaparecer entre el aire frío de la noche. Las pequeñas brazas que consumían el papel iluminaban tenuemente su rostro en un dulce tono dorado y bermejo que encantaba al vampiro, e incluso el frío y distante color de sus ojos parecía turbado por el suave vaivén del fuego devorándolo todo.

Giró entonces el rostro.

El reloj de la sala común acababa de marcar las 12 en punto de la noche, y las campanadas fueron ligeramente audibles para él, que poseía un desarrollado oído posterior a su transformación.

"Las doce…" masculló, mordiendo la colilla con uno de sus agudos colmillos, y sin más se puso de pie, dispuesto a regresar a la cama, abrazar a James y dormir sabiendo que aquella faceta de su vida había terminado finalmente.

Finalmente…

Más sin embargo, tras arrojar el cigarrillo encendido dentro de un vaso con agua y abrir las cortinas, fue bastante sorpresivo el hecho de no encontrarse en la cama más que un cúmulo de sábanas y almohadas revueltas que, si bien habían resultado bastante útiles horas antes, en aquél momento no tenían nada que rescatar entre ellas salvo el recuerdo y el vago pero persistente aroma a ciervo.

"James…"

Aquél nombre fue lo primero que se cruzó en su cabeza cuando el viejo reloj de péndulo marcó la quinta campanada. James. James Potter y una carta… y él, tan estúpido como siempre, no sabiendo hasta cuándo podía continuar y cuál era el momento idóneo para detenerse.

No lo había conseguido… el juego había terminado, y ahora él iba a pagarlo todo…

"�¡Maldición!" gritó, en voz alta, y sin ninguna clase de parsimonia abrió su baúl con un movimiento de su varita mágica.

Se limitó a coger el arco que su viejo tío le había obsequiado hacía años, y tras otro movimiento de su varita, un familiar antifaz se materializó en su mano izquierda.

Y mientras salía de la habitación a todo correr se lo llevó al rostro. Parecía tan diferente en aquél momento que incluso él dudó que todo aquello fuese menos que un sueño… pero sin tiempo para detenerse a pensar, se echó el arco por encima de los hombros y, llevándose una flecha cualquiera a los labios, desapareció, con un fuerte estallido que apestaba a azufre.

Aún no había terminado de bajar las escaleras cuando recordó que lo podía hacer.

–––––––––––––––––––––––––––

James respiró profundamente por décima ocasión. La túnica se arremolinaba alrededor de su cuerpo, pesadamente, y lamentó una vez más el no haber venido con algo más caliente que un simple pijama cubierto por la túnica del colegio.

Sus ojos de ciervo eran de bastante ayuda en aquél momento, mientras caminaba dentro de la solitaria torre de astronomía, y en silencio avanzaba a través de los múltiples aparatos de observación que Madame Sinistra disponía por toda la habitación, pero no por eso dejaba de sentirse bastante inseguro respecto a lo que estaba haciendo.

Apoyó ambas manos sobre las ventanas cerradas y con un empujón estas se abrieron dejando paso a la vista del cielo negro y moteado de estrellas que cubría Inglaterra. El aire frío se coló precipitadamente en ese momento, y abrazándole, hizo que James gruñera de frío y se apoyara sobre el alféizar, incómodo.

"¿Qué estoy haciendo?" se preguntó a sí mismo, cuando un trozo de pergamino fue visible para él entre uno de sus puños.

Era todo tan estúpido… se sentía él tan estúpido.

¿Por qué había venido, en todo caso? Hacía minutos que el reloj de la torre había marcado las 24 horas, y aunque resultaba bastante gratificante para él darse cuenta de que seguramente él no viniese y no tuviera que enfrentarse a algo para lo que realmente se sabía no preparado, muy en el fondo no podía evitar sentirse culpable.

"Si ya tengo a Sirius…"

Es verdad. Aquella noche, en un arranque de locura, desesperación o tal vez celos (y no podía evitarse una sonrisa cuando pensaba en esto último) Sirius Black le había confesado sus sentimientos, en esa forma tan única, tan suya, pero aún así se lo había dicho y era eso lo único que debía importar.

Pero entonces¿por qué, para qué¿Qué pretendía con todo aquello¿Adónde deseaba llegar?

"Torre de astronomía, 24:00 hrs. No lo olvides."

Eso era lo que decía el último trozo de pergamino que le había enviado. Y había sido precisamente Sirius quien lo había cogido… y por encima de lo que cualquiera hubiera podido imaginar (incluso era más sencillo esperar que Padfoot quisiera ir él mismo a esperar a aquél sujeto para partirle la cara) le había pedido… más bien, ordenado, que no fuera. Que no se presentara a aquella cita… y James lo había prometido. No iré. Así que era por esto que no conseguía comprender qué estaba haciendo en aquél lugar por aquellas horas.

Giró el rostro. Uno de los murciélagos de Padfoot acababa de pasar frente a él, a través de la ventana y seguramente con dirección a la torre de Gryffindor en busca de su merecida cena.

"Tal vez debería irme…" murmuró, encogiéndose de hombros. "Lo más probable es que no venga…"

Pero justo en el momento en que comenzaba a hacerse a la idea, el sonido de una puerta de madera abriéndose a su espalda y seguido de una serie de pasos que se acercaban le hicieron volver el rostro, automáticamente, sólo para toparse de frente con una figura alta y oscura que le miraba desde el otro extremo de la habitación.

"…tú…"

El muchacho de pie frente a él, con el rostro oculto detrás de un antifaz blanco le sonrió, intrépido. Varios mechones de cabello negro le caían sobre los ojos, desordenados, y su cuerpo entero permanecía oculto dentro de los pliegues de la túnica que llevaba puesta.

"Pensé que no vendrías." susurró la voz del desconocido, suavemente, y por un momento James creyó conocerla.

"¿P-Por qué creíste eso?"

"No lo sé." riendo, el arquero continuó caminando hacia él. "Tal vez… no sé… imaginé que Sirius Black podría habértelo prohibido…"

Las mejillas de James enrojecieron visiblemente ante el comentario, pero se limitó a fruncir el cejo prolongadamente.

"¿Y qué si ha sido así?"

"Nada, supongo." repuso el otro, sin dejar de sonreír.

Se había acercado ya bastante a Prongs como para que su rostro delgado fuera visible bajo la luz pálida de la luna.

"…James…"

"Mira, yo nada más…" una de las manos del incógnito se cerró alrededor de la barbilla de James, interrumpiendo cualquier clase de cosa que éste deseara decirle, y sin más se inclinó hasta que hubo posado sus labios sobre la boca entreabierta por la sorpresa del joven chaser.

"Tendrías que haberte dado cuenta antes de a quién perteneces, James Potter…"

Los ojos castaños del animago se ensancharon, enormemente, cuando el rostro del extraño se separó ligeramente del suyo y le miró a los ojos.

Aquella mirada gris, penetrante… ¿Por qué sentía que la había visto antes? Tal vez se trataba de una de las respuestas más obvias, más sin embargo al estar junto a él todo parecía ponerse borroso y las respuestas que creía haber encontrado se nublaban junto con la luz de su cordura.

Y por eso no pudo resistirse cuando el arquero le volvió a besar, sujetando firmemente su rostro con ambas manos y empujándole contra una pared cualquiera.

"N-no…" jadeó Potter, empujándole con ambas manos pero encontrándose con que el cuerpo delgado era bastante más resistente de lo que se había esperado. "D-déjame… basta…"

"Lo estás diciendo con tu boca, pero tu cuerpo me dice otra cosa…" repuso el desconocido, sonriendo dentro de los labios de James y soltando una de sus mejillas para enroscar hábilmente su brazo alrededor de la cintura estrecha del Gryffindor.

"Ah…-ha… no…" era algo en aquella boca. Algo en el sabor de aquellos labios, de aquella lengua, y tal vez en el tenue aroma de aquél cuerpo lo que le impedía alejarse de él. Aquél efímero toque dulce, impregnado de violencia y misterio que le aferraba, que le estrujaba y sin saber por qué le hacía sentirse protegido, querido, y en casa.

¿Por qué¿Por qué?

¿No bastaba entonces con el cariño que Sirius le había estado dando en aquellos días¿Es que no era suficiente para él¡Era Sirius, con un demonio! El chico al que había deseado los últimos siete años; el chico por el que lo hubiera dado todo si se detenía a verle, quien… quien sabía besar mejor que nadie y le amaba tanto como él.

¿Pero entonces?

Dos colmillos se enterraron en su labio inferior, y abriendo violentamente los ojos, se topó con una mirada llena de sorna y deseo detrás de la máscara.

Aquél beso…

"Si-rius…" jadeó James, y el otro le soltó, bruscamente, empujándole todavía más contra la pared.

A pesar de todo seguía sonriendo.

"¿Cómo?"

"Sirius…" repitió el animago, tratando de apartarse.

Los dos ojos grises todavía le miraban, divertidos.

"¿Si?"

"¡Eres tú¿No es cierto!"

"¿Y qué pasa si lo soy?"

El rostro de James se encendió de rubor. De rabia… No le gustaba en absoluto aquella broma, incluso si no se trataba de él, y la sonrisa en aquellos dos labios estaba poniéndole todavía más irritado.

"�¡Te lo dije hace un rato¡Si eres Sirius, yo… yo…!"

"¿Vas a dejar de hablarme¿Me golpearás¿O irás corriendo a contárselo a Lupin?"

Hubo un momento de silencio seguido a las ásperas palabras del arquero, roto apenas por el sonido de sus respiraciones agitadas y el péndulo del reloj en la pared.

El cuerpo del desconocido se apartó del suyo, un par de pasos, y llevándose las manos al rostro, amenazó con remover el antifaz.

"¿De verdad le amas?"

"Yo…"

"Sólo deseo que me digas eso…"

"…."

Era bastante incómodo no poder responder a aquella pregunta sabiendo de sobra que hubiera sido capaz de todo por Sirius Black.

"Sin importar quién sea…" continuó su joven admirador. "Eso fue lo que dijiste hace un rato… sin importar quien sea yo, lo único que deseas es que te deje en paz¿No es cierto?"

James no respondió. Sus ojos avellanos firmemente puestos en el rostro inclinado del otro estaban temblando, casi con tanta vehemencia como su cuerpo alterado.

"Y en ese caso voy a dejarte en paz…"

"¿Q-qué…?"

El extraño sonrió, divertido.

"Yo solamente deseaba estar contigo… supongo que me explico¿No?" la sonrisa bailoteó un segundo más en sus labios, conforme deshacía el nudo hecho en las cintas que ataban la máscara a su rostro. "Pero si tú no lo deseas, no pretendo obligarte…"

"…yo… no estoy diciendo que…"

El otro se detuvo en ese momento.

"¿Entonces serías capaz de…?"

"�¡No¡Yo sólo quiero que me digas quién eres tú!"

"�¿Y entonces qué?"

"….yo…"

Una sonrisa melancólica se dibujó en los labios del arquero, repentina, y su mirada se levantó para hacer frente a la del animago.

"Desearía que las cosas fuesen tan sencillas como en el momento en que comencé con todo esto… James…"

Su corazón latía, acelerado. Prongs podía sentirlo claramente dentro de su pecho.

"…jamás pretendí que fuese a terminar todo de este modo, y mucho menos que en cierto momento de este juego me diese cuenta de que me había enamorado perdidamente de ti…"

"…ah…"

"Pero así ha pasado." Continuó el otro, riendo entre dientes.

Aquella risa que tanto amaba…

"…y ahora que lo considero más seriamente…"

El antifaz cayó al piso en aquél momento con un sonido sordo. El corazón de James se había descontrolado de una forma horrible, y sus ojos cubiertos por los cristales de sus anteojos se habían ensanchado terriblemente.

Se lo había esperado tanto, todo el tiempo, pero al mismo tiempo había deseado estar equivocado…

¿Y qué hacer ahora¿Qué?

Los dos ojos grises se levantaron y le miraron, vacíos.

"…de verdad, no quiero que me odies…"

El sonido espontáneo y rotundo de una explosión siguió a las últimas palabras, y segundos después, entre una humareda de azufre y polvo, él se había marchado de ahí, dejándole una vez más solo, en silencio y sumergido dentro de la oscuridad.

Encogiéndose sobre sí mismo, James cayó pesadamente al suelo.

Había dos lágrimas bastante visibles acumulándose dentro de sus ojos bien abiertos. Se había llevado una mano a la boca, la otra al pecho, y casi como si creyera que haciendo todo aquello el dolor, la angustia y la felicidad dentro de su pecho reducirían el acelerado ritmo con el que batían dentro de su corazón.

Deseaba tanto que fueras tú…

"Sirius…"

Sabía bien que no podría odiarle. Nunca. Ni siquiera porque, cuando le dio la cara, aun estaba sonriendo.

Notas: Si, si… yo sé que esto no parece un final, pero les juro que lo es. Las explicaciones prometo colocarlas en el capítulo siguiente, El Epílogo, donde veremos por el qué de todo, y también lo que James tiene que decir al respecto n-n Queda decir que esto no iba a terminar así, ya que consideré seriamente escribir otro final… pero bueeeeno… igual y siempre pasa P muchas gracias por leer hasta aquí. Las amo, bye n.n!

ENGEL Adelantitos o.o!

"¡No menciones a mi madre!"
"�¿Por qué¿Es ella una perdedora mariquita igual que tú!"
Los ojos de Sirius enrojecieron violentamente, al mismo tiempo que se incorporaba y regresaba la vista hacia él.
"�¡Te lo advierto, Potter, si me buscas me vas a encontrar!"
"�¿Para qué puedo querer yo a un mariquita como tú¿Para que venga llorando a mí cuando alguien le grita!"
"�¡Cállate!"
"Ay, me duele, ay!"
"�¡CIERRA LA BOCA, CUATRO OJOS, O SI NO...!"
Y estaban ambos incorporándose para tirarse uno sobre otro de ser necesario, cuando un repentino dolor en el pecho obligó a James a arquearse bruscamente, con un gemido.