Disclaimer: Saint Seiya y todos sus personajes no nos pertenecen, aunque pensamos secuestrar a algunos dorados y a Ikki

Las frases en cursiva son intervenciones de David

Los dialogos van entre "comillas"

Dark Kagome: si te parece aburrida y fea no la leas y punto y cunado sepamos lo que son "cichinadas" las haremos hasta entonces seguiremos escribiendo

"Capítulo 2: Lindo Despertar..."

David pasó la página del libro, realmente intrigado en la nueva (o vieja, según se mire) locura que se les habría ocurrido a sus tíos y abuelos y siguió leyendo:

Juan Carlos abrió los ojos lentamente un poco confundido, y cuando por fín enfocó la vista vio dirigirse hacia él una bola de luz a toda velocidad. Asustado se agachó instintivamente llevándose las manos a la cabeza para protegerse. Cuando le pasó por encima casi rozándolo se levantó muy sorprendido y miró de nuevo hacia el lugar del que procedía, encontrando a un chico de cabellos castaños que lo miraba con cara interrogante.

" Pero Shiryu¿qué haces esquivando eso¿Eres capaz de meterte los dedos en los ojos y no eres capaz de parar uno de mis meteoros?" – preguntó el chico, que resultó ser ni más ni menos que nuestro graaaaan adorado Seiya (si, seguro).

"¿Shiryu?"- se preguntó a sí mismo Juan Carlos mirándose de arriba abajo y luego de nuevo a Seiya, luego puso todavía más cara de sorpresa y lo señaló con un dedo –" ¡Seiya!" – miró a su alrededor y fue señalando uno a uno a los que allí se encontraban-" ¿Ikki¿Hyoga¿Shun?"

Los otros le miraban extrañados de su reacción y preguntándose si al ser el mejor amigo de Seiya se le habría contagiado parte de su estupidez. Por su parte Juan Carlos no podía creer que se encontrara entre los que por años habían sido sus héroes, percatándose por primera vez de que el lugar en el que estaba no era ni más ni menos que el coliseo de entrenamientos del Santuario en Grecia.

No muy lejos de allí, mientras que JC estaba esquivando el meteoro de Pegaso, en el recinto de las amazonas estaban Marin y June cuidando de una desmayada Shaina, que por un descuido había recibido un golpe. Las amazonas se acercaron a ella y la zarandearon para despertarla, a lo que ella respondió entre sueños:

"Cinco minutos más, mamá..." -

" ¿Pero qué mamá ni que ocho cuartos!" – le gritó Marin – "levántate ya y sigamos entrenando"- dijo algo molesta.

Shaina, que resultó ser ni más ni menos que Mila, lentamente abrió los ojos y se encontró muy cerca de ella a las dos chicas que portaban máscara, pero no las veía bien pues notaba una especie de velo oscuro que cubría sus ojos. Asustada notando algo de presión en sus sienes y pensando que esa luz cegadora que emanó del Niké pocos minutos antes podría haberle afectado a su vista se llevó las manos a la cara notando algo metálico. Entonces gritó.

"¡aaaaaaAAAAAHHHHHHHHH!"- se levantó como un resorte, las miró –" ¿Marin?... ¿June? "– se miró a sí misma y exclamó -" ¿Qué hago con una bufanda atada a la cintura?"- y miró de nuevo a las otras.

"Shaina¿estás bien?" – le preguntó June un poco preocupada, pues ese comportamiento no era típico de la cobra.

" ¿Shaina!"- respondió Mila sin entender a qué se refería, luego se miró a sí misma de nuevo y por último las otras dos que la miraban fijamente a ella también, se volvió a mirar y salió corriendo y gritando –" aaaaaaaahhhhhhh!"

Las amazonas se la quedaron mirando mientras ella se alejaba de allí como alma que llevaba el diablo y Marin dijo:

"Tanto tiempo con Seiya le ha afectado a la cabeza" - y resignada siguió con su entrenamiento con June.

En otro lugar, a la vez que JC y Mila descubrían su nueva situación, en la 7ª casa del zodiaco, el Templo de Libra, se encontraba Adrián, dormido. Estaba apoyado contra una columna cerca de la salida del templo. Después de un rato en esa incómoda posición se revolvió un poco y lentamente abrió un ojo, sorprendiéndose al encontrarse la armadura dorada de Libra perfectamente ensamblada frente a él, resplandeciente. De la impresión abrió el otro ojo y miró a su alrededor.

Se dio cuenta de que estaba sentado apoyado contra una columna de mármol, miró hacia su izquierda y vio más columnas, luego miró hacia su derecha. Decidió que se levantaría e iría hacia luz que provenía de lo que supuso sería la salida. Una vez en la imponente entrada del lugar miró hacia arriba y vio sobre su cabeza, en el dintel de la gran puerta, una extraña figura: Ω. Luego miró de nuevo a su alrededor distinguiendo a lo lejos lo que supuso eran más templos como en el que se encontraba y conectados por muchas escaleras que los recorrían. Entonces cayó en la cuenta de que ese símbolo era el símbolo de Libra y, por tanto, que se encontraba en uno de los templos del Santuario. "Qué sueño más raro, pero que real" pensó. Y puesto que era un sueño, según él, decidió que puesto que no tenía nada mejor que hacer y que este sueño suyo estaba siendo muy entretenido, volver adentro del templo. Se acomodó en la misma columna donde había estado recargado anteriormente, y cerró los ojos, sumiéndose de nuevo en un profundo sueño.

Dos templos más arriba, en el de Sagitario, al mismo tiempo que ocurría la pintoresca escena en Libra, Álvaro estaba también durmiendo pero en un sitio un tanto extraño. Se encontraba tumbado en la bañera, con los pies colgando fuera y roncando a pata suelta (este se duerme hasta con piedras en los riñones). Pero lo más extraño era que la bañera estaba llena de agua, por lo que el pobre Álvaro fue resbalando poco a poco hacia abajo dentro de la bañera, cubriéndose cada vez más con el preciado líquido, hasta que éste le llegó hasta la nariz y la taponó.

Cuando por fin se dio cuenta de que ya no podía respirar se despertó sobresaltado respirando muy rápido en busca de oxígeno. Cuando se dio cuenta de que estaba dentro de una bañera llena de agua puso cara de ¿qué narices hago yo aquí? Y salió de la bañera, todo empapado. Buscó a su alrededor alguna toalla con la que secarse un poco y lo que vio lo dejó pasmado. Nada más ni nada menos que la armadura dorada de Sagitario, también ensamblada, lista para soltar una flecha. Decidió que lo mejor sería salir de allí, pero primero tenía que encontrar algo de ropa.

Una vez que se hubo vestido salió del baño y buscó rápidamente la salida del templo. Estuvo un rato dando vueltas algo perdido por el lugar. Y un poco ofuscado se dejó caer un rato a descansar. Entonces sintió algo moverse a un lado suyo y se giró para encontrarse de nuevo con la armadura a pocos pasos de él. Se levantó y se alejó varios pasos, y a medida que se alejaba la armadura se le acercaba. Luego echó a correr por todo el templo para ver si la armadura lo seguía realmente o lo estaba imaginando.

Después de un rato dando vueltas como dos tontos por el templo, puesto que la armadura lo había estado siguiendo como perrito faldero Álvaro paró en seco provocando que la armadura casi le clavara una de sus flechas donde la espalda pierde su nombre. Se situó frente a ella cara a cara, por así decirlo, y la estuvo mirando larga y tendidamente. Luego dio unos pasos hacia su derecha y la armadura lo imitó. Luego dio pasos hacia la izquierda comprobando que la armadura lo imitaba nuevamente. Después otra vez hacia la derecha y luego a la izquierda. Y la armadura lo seguía a todos lados. Estuvieron así un buen rato (un pasito pa' lante ¡María! y un pasito pa' tras, juajuajua).

Cuatro templos más abajo, en Leo, se encontraba Angie recostada en una cama tan tranquila soñando con gatitos que le hacían cosquillas con sus bigotes, hasta que empezó a notar que el cosquilleo era real y poco a poco fue abriendo los ojos. Lo justo para llevarse el mayor susto de toda su vida, pues justo a pocos centímetros de su cara se encontraba la testa enorme de un león que la miraba fijamente ronroneando.

Poco a poco se fue incorporando en la cama mientras le susurraba al león en voz baja "gatito guapo, gatito bueno". El pobre león la miraba con cara de "este tío está fumado" y se fue alejando poco a poco para terminar sentado sobre sus patas traseras a varios metros de ella. Ella se terminó de levantar de la cama y se dirigió hacia la puerta de salida, siempre de frente al león. Éste se levantó y la fue siguiendo hasta llegar al pasillo principal del templo.

En un acto desesperado por interponer algo más sólido que el aire entre ella y el animal Angie agarró un taburete (sabe Dios de dónde) y lo levantó, con las patas hacia el león, que se sentó de nuevo sobre sus patas traseras ladeando un poco la cabeza divertido mientras la miraba y pensaba "sé que eres tu, porque tienes la misma apariencia de siempre, pero hay algo en ti que es diferente".

- Por eso mi abuela sale corriendo cada vez que se le acerca un gato - pensó David mientras seguía comiendo palomitas.

Justo en ese momento se escucharon pasos en la entrada que se dirigían hacia ellos. Eran Saga, Mü, Aldelbarán y Máscara Mortal que se dirigían hacia el templo principal para la cena con su diosa, Athena. Ante tal escena entre el supuesto caballero de Leo y su mascota se quedaron sorprendidos, excepto Mácara Mortal (a partir de ahora MM para ahorrar) que se moría de la risa.

"¡Tú lo que quieres es que me coma el tigre!" – le gritó Angie- "¡digo el león!"- lo que provocó que se riera más fuerte y los otros la miraran con cara rara.

Y la miraban así no porque se tratara de una mujer en vez del caballero, ya que ellos la veían como si en realidad fuera el verdadero guardián de la 5ª casa, sino por que no era muy normal ver al caballero del león en ese estado, asustado a más no poder de su propia mascota que, por cierto, había cuidado desde que era apenas una bola de pelo que cabía en la palma de la mano.

Mientras tanto, el león se había acercado a los otros moviendo la cola y ronroneando mientras se dejaba acariciar por Saga y Aldelbarán, como si en verdad no fuera más que un lindo gatito inofensivo. Mu se acercó a ella y le quitó la banqueta, poniéndola en el suelo.

" Aioria¿estas bien?" – preguntó mirándola fijamente a los ojos mientras le ponía una mano en el hombro, para tranquilizarla.

"¿Aioria?" – preguntó a su vez Angie, para luego soltarse bruscamente del agarre de Mu y gritarle toda histérica, pues el león se acercaba de nuevo a ella – " ¡No me toques¡Qué corra el aire!"

" Esta bien, esta bien..." – se apartó Mu bastante confuso – "nos dirigíamos a la cena con Athena. ¿Vienes? "

"¿Cena con Athena?" – repitió ella aún más confundida.

"Si, como todos los viernes"- dijo Saga dirigiéndose hacia la salida – "hoy estas un poquito rarito... se nos hace tarde, vámonos."

Los otros se fueron tras Saga y ella se quedó pensando unos segundos. ¿Qué demonios hacía ella allí hablando con los personajes de su serie favorita¿Y por qué la trataban como si fuera el verdadero Aioria? Y lo más importante de todo ¿Cómo diablos hacía para que el maldito animalucho dejara de lamerle la cara?

Pensando en eso estaba hasta que de repente se le vino a la cabeza el extraño haz de luz que los envolvió a todos antes de aparecer ahí y pensó que si ella estaba ahí lo más seguro sería que los otros también. Salió corriendo de "su templo" hasta alcanzar a los otros que ya se iban acercando a la casa de Virgo.

"Espérenme, yo también voy! "– les gritó cuando estaba a varios metros de ellos. "A lo mejor así me entero de donde están los otros"

Y por último, pero no por ello menos importante, estaba Tamy, que se encontraba en el templo consagrado a Athena, sentada en el gran trono, también inconsciente. Estaba recostada con la cabeza apoyada en uno de sus brazos y su lado se encontraba el gran patriarca, Shion de Aries, que la estaba contando alguna cosa referente a la seguridad en el Santuario o vete tú a saber, porque la verdad nadie le estaba haciendo caso.

Cuando al fin se dio cuenta de que su querida princesa ni caso le hacía pues estaba durmiendo se le acercó y le dio unos suaves golpecitos en el hombro para despertarla. Ella poco a poco fue abriendo los ojos para encontrarse de cerca con la mirada de Shion.

" ¿Está usted bien, Athena?" – preguntó.

"Umm, eh?... Yo a ti te conozco" – respondió Tamy mientras acercaba su mano hacia los dos puntitos que Shion tenía en su frente, intrigada a más no poder sobre esos curiosos lunares que hacían la función de cejas.

Shion agarró suavemente la mano de su "princesa" y la dejó de nuevo sobre su trono – "claro que me conoce"- respondió, como si fuera lo más normal del mundo que cada dos por tres ella le hiciera eso – "¿seguro que se encuentra bien, señorita Kido?"

Tamy puso cara de no entender de qué hablaba, o más bien a quien hablaba, y se giró en busca de alguien más en la habitación, pero solo estaban ellos así que supuso que era a ella a quien se dirigía.

"Me encuentro perfectamente, gracias"- y se levantó para salir de ahí-" creo que me iré un ratito fuera... "– y justo cuando dio el primer paso notó algo rozando sus piernas. Se miró y descubrió que llevaba puesto un vestido blanco largo hasta los pies con bastante vuelo. Luego miró a Shion muy asustada, de nuevo a su vestido, y salió corriendo por una de las puertas laterales, gritando algo sobre un estúpido vestido.

Luego apareció justo por la puerta de enfrente gritando como loca y Shion lo único que hacía era seguirla con la mirada. Salió corriendo otra vez por otra puerta y a los pocos segundos llegó de nuevo justo por la puerta de detrás de Shion, lo esquivó y salió por otra puerta, para que al poco apareciera de nuevo por la primera puerta por la que salió, todavía gritando. Paró unos minutos para coger aire y de nuevo salió corriendo por otra puerta, pero esta vez fue a parar a una gran habitación, que resultó ser la habitación de la verdadera Saori y allí se cambio de ropa, unos pantalones vaqueros y una camiseta. Después salió de la habitación y regresó con Shion, arrastrando el Niké, que en ningún momento había soltado.

Justo cuando entró de nuevo al salón principal estaban llegando los primeros caballeros dorados a la cena, que al verla hincaron sus rodillas en el suelo en señal de respeto. "Umm, creo que puedo terminar acostumbrándome a esto" pensó con una sonrisa traviesa en su rostro.

Shion la miraba todo el rato viéndola arrastrar el Niké por el suelo como si fuera una simple escoba mientras pensaba que los dioses de ahora ya no eran como antes, meneando la cabeza mientras dejaba escapar un pequeño suspiro. Luego se fue hacia sus caballeros para entablar conversación con ellos.

En ese momento se volvió a abrir la puerta dejando ver a más caballeros dorados que llegaban, entre ellos Mu y los otros, y detrás de ellos aparecieron Adrián, Álvaro y Angie.

" Esto cada vez está más interesante" – pensó David – "tengo que decirles que me dejen ver la serie, siento una gran curiosidad por ver como era."

Luego de eso dejó el libro abierto por la página siguiente sobre la mesita, se levantó y fue a la cocina. Se le habían acabado las palomitas.

Continuará

Notas de Autoras:

Tamy: BUAAAAAAAA BUAAAAAAA a nena no gusta vestido BUAAAAAAAA

Angie: Ya ta, ya ta, ya paso

Mila: Quiero quitarme esa cosa de la cara!

Angie: y yo al león de encima pero no se puede y ya.

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