EnCuEnTrOs

Capitulo Final

Si, iba a ser fuerte. Eligió con seguridad en la hoja de inscripción. Se sorprendió de todos los deportes que habían, era extraño pensar que aquel instituto se interesara tanto por ese tipo de actividades hasta el punto de llegar a obligar a algunos alumnos a practicarlos. Pudo notar que había una clase de lo mas extraña, parecía de manejo de espadas, pero no unas espadas cualquiera, Kodachis, aquel tipo de armas lo había visto en alguna película, eran extrañas y a la vez le fascinaban, no sabía la razón. Él quería ser fuerte y tal vez lo mejor sería practicar dos deportes, no lo pensó demasiado, por lo que se apunto a los dos cursos.

Según le habían dicho las prácticas de los deportes empezarían el día después, tenía que esforzarse porque le aceptaran como el nuevo puupilo de aquella clase, le importaba demasiado. Aquella noche fue la más larga de su vida, no podía dormir, solo pensaba en la prueba del día siguiente, en su cabeza practicaba una y otra vez los ejercicios memorizados en las clases que observaba, aquello conseguía relajarlo, le hacía pensar, le hacía sentir que sabía lo que hacía. Y aquella meditación lo condució a la inminente prueba del instituto. Se levantó temprano y sin desayunar siquiera se dirigió al polideportivo, debía estar a segunda hora pero teniendo la primera hora libre no iba a desaprovecharla.

Llevaba tan solo unos pantalones cortos que apenas le resguardaban del frío pero aquello le daba sensación de fuerza, a veces le gustaba pasar frío para notar que estaba vivo. Al abrirse la puerta pudo ver aquel gran gimnasio, tenía pesas y otras muchas máquinas que en algún momento la comunidad decidió donar para aquel lugar, no estaban en el mejor estado, pero si que podían hacer sufrir a la persona que las practicara, aquel lugar no se parecía en nada al lugar en donde los del club de Kempo acostumbraba a practicar, era el nuevo lugar que el profesor, un hombre de lo más exigente, les había asignado para aquel tercer trimestre. Mirando aquellas máquinas embelesado decidió que aquel sería su lugar especial, el lugar en donde entrenaría siempre que pudiera , dentro y fuera del club, pues estaba decidido a entrar.

Pensando en todo aquello se dirigió al centro de la cancha de baloncesto, comenzó su concentración, ya no pensaba en cosas sin importancia, ya solo estaban los movimientos en su cabeza, no había nada a su alrededor, tan solo él.

Tal como la información de los movimientos llegaba a su cabeza, él se dejaba llevar. Sin pensar en lo que hacía, sin pensar que en cualquier momento podría ser descubierto.

El entrenador caminaba resoplando por las calles sin ningún tipo de emoción, le gustaba el deporte, le gustaba enseñar, pero odiaba madrugar., también habían mas motivos para su desasosiego, hacía años que no veía ningún tipo de emoción en sus alumnos, cierto era que les gustaba pero no era aquella emoción que hacía que les brillaran los ojos, no era aquello que hacía que perdieran el mundo de vista durante el combate y solo se concentraran en él. Y este año, todo indicaba a que iba a ser más de lo mismo, los alumnos que se le habían presentado diciéndole que querían practicar en su club no mostraban aquella emoción característica. Deseaba equivocarse, pero era frustrante pensar que no era así.

A medida que se acercaba a la puerta que conducía a la cancha de baloncesto oía más ruidos y aquel ruido característico, aquel ruido que representaba al cansancio, ¿se había quedado dormido y ya habían llegado todos los alumnos? Incrédulo miró al reloj, era imposible, él nunca se había dormido. Con curiosidad abrió la puerta para encontrarse con dos de sus alumnos, los alumnos que le iban a ayudar a llevar a cabo las pruebas de acceso, mirando anonadados hacia algún punto de la cancha, su mirada se dirigió hacia el mismo lugar, y por primera vez en mucho tiempo, sintió el vuelco que le daba el corazón al notar que seguían habiendo esperanzas.

Y allí estaba, allí estaba el joven de cabellos azabache y ojos fríos, luchando contra el aire y llevando, casi de una forma imposiblemente correcta, todos los movimientos a cabo. Entonces el entrenador recordó, aquella mirada, la había visto otras muchas veces mientras que los chicos entrenaban, el aburrimiento de ver siempre los mismos movimientos sin ningún tipo de emoción, le llevaba a perderse en el paisaje, y veces se topaba con aquella miraba, pero como cambiaba de un momento a otro, ahora tenía el brillo que buscaba.

Tan absorto estaba en sus pensamientos sobre el joven que ni cuenta se dio del momento en el que puso el pie mal y estuvo a punto de caer al suelo, fue el golpe el que despertó de su trance al entrenador.

Lo vio parado en el suelo, jadeando y casi sin energía, estaba cubierto de sudor, al parecer hacía mucho rato que estaba allí. Se acercó hacia el chico y pudo notar como la mirada volvía a ser completamente fría y seria, le había notado pero aquello, sencillamente no le importaba. Quitándose la chaqueta se puso frente a él, los movimientos empezaron y sobraban las palabras, aquel iba a ser su nuevo pupilo, se iba a encargar personalmente de que el chico llegara al combate "Onni Intercentros", no solo eso, llegaría a ser el mejor.

Aoshi pudo notar como el profesor le guíaba en cada movimiento, tenía muchos errores en su aprendizaje pero era normal, no era lo mismo aprender mirando de lejos que teniendo a aquel profesor enseñándole. Se iba a esforzar mucho, de eso estaba seguro pues por fin había descubierto un modo de entrenamiento y evasión perfectos.

Pronto llegaron más alumnos y las pruebas de acceso comenzaron, todos los que habían descubierto a Aoshi aquella mañana esperaban expectantes su prueba, querían ver todo lo que el chico era capaz de hacer.

Mientras en otro lugar, una joven de baja estatura y ojos expresivos empezaba a apagarse, ¿por qué había desaparecido? ¿por qué se había ido sin despedirse? Aún recordaba la primera vez que lo vio, lo tuvo que defender de Dayu. Nunca llegó a perdonar al chico que hubiera tratado tan mal a su amigo. Aquel estúpido resultó ser el hijo de unos amigos de sus padres y como siempre parecía pasar, de pronto empezó a ver a aquellos amigos casi todas las semanas y, por consecuente, al chico en cuestión. Y aquello la condujo prácticamente e imparablemente al completo desespero, cierto era que sus padres eran unas personas de lo más buenas pero aquel chico era insoportable. Parecía disfrutar únicamente del sufrimiento de los que lo rodeaban. Hasta que de pronto se depertó un profundo interés del chico para con ella. Y envuelta en aquella situación lo volvió a ver, había cambiado, era más alto que un año atrás y parecía interesado en hablar con ella. Aquello despertó una chispa de felicidad en la chica, quería ser su amiga.

¿Quería ser su amiga? Aquella frase le recordaba tanto, amistad... siempre le había gustado aquel sentimiento y por alguna razón nunca pudo olvidar a un niño al que le ofreció su amistad de pequeña, era extraño, nunca volvió a verlo, solo fue una vez, pues el barrio en el que lo conoció no era el suyo y le era casi imposible conseguir que su abuelo la llevara allí. Era extraño haber pensado en aquel niño justo en aquel momento, o ¿no lo era tanto, los ojos llorosos que recordaba en aquel niño, eran tan parecidos a los de Aoshi. Quizás por eso quiso conocerlo, quizas por eso deseó ser su amiga, quizás por eso, solo por eso, no lo borraba de su mente.

A la cabeza de la chica llegó la conclusión de que Aoshi, era en verdad aquel chico. Pero ahora lo había perdido, ya no sería su amiga, ya no estaría siempre con él, le había fallado, se había fallado.

Lágrimas de tristeza llegaron a los ojos de la chica, ¿dónde estaba él?

Dayu caminaba hacia el centro comercial, llegaba tarde al cine y hacía cinco minutos que debía estar allí con sus amigos, decidió atajar por la calle de Misao y de paso probar a ver si la veía, el caso es que le encantaba hacerla rabiar, había cambiado más de lo que ella pensaba, ya no le gustaba molestar a la gente pero sabía que aquella era la única forma de llamar su atención, pues ella estaba demasiado interesada en el "nenaza", ese chico, a ese chico si que lo odiaba, estaba seguro de que la pelinegra estaba interesada en él y no iba a parar hasta desprestigiarlo frente a ella. Estaba pasando frente al balcón de la chica y allí la vió, mirando a la nada y con un brillo especial cubriendo sus ojos, estaba llorando, ¿por qué sería? Decidió que le importaban poco sus amigos si ella estaba de por medio. Llamó a la puerta repetidas veces hasta que notó movimiento en la casa, pronto la puerta se abrió y allí estaba ella, con los ojos rojos y sin su sonrisa característica, un impulso lo llevó a acariciar la mejilla de la chica y preguntarle preocupado el motivo de las lágrimas.

Misao volteó la cara y a punto estuvo de cerrarle la puerta en las narices, pero el fue rápido, le miró a los ojos y lo que vio, la hizo abrirle la puerta sin rechistar, estaba completamente preocupado.

Tal vez fueron las ganas de la chica de desahogarse, tal vez fue la insistencia del chico o tal vez fue su mirada preocupada, lo que la condujeron a contárselo todo, pero así fue, pronto se vio contándole al chico su miedo más profundo, el miedo que tenía a perder a Aoshi.

Al oir esto Dayu no pudo si no sentirse completamente estúpido y fuera de lugar, no solo a ella no le interesaba para nada, cierto era que ya se lo imaginaba, sino que cada vez que se metía con Aoshi la dañaba, no quería hacerlo. A su pesar, llegó a la conclusión de que la ayudaría a recuperarse y que encontraría al frío chico.

Fue así como empezó la verdadera amistad entre Dayu y Misao, y también como Misao aprendió a ver más alla de las apariencias.

Aquella prueba había sido agotadora, le hicieron repetir una y otra vez los movimientos más extraños que nunca hubiera visto, algunos no los había visto en ninguna de las prácticas y aquello era algo que lo extrañaba en sobremanera. Su capacidad de observación lo ayudó a seguir todos y cada uno de los pasos dificultosamente y eso fue algo que realmente le hizo sentir bien, le hizo sentir que de verdad servía para algo.

Según parecía despertaba bastante expectación frente a los alumnos veteranos, todos pararon sus prácticas cuando iba por la mitad de su prueba.

Finalmente le dijeron que había pasado la prueba, el entrenador pudo ver con orgullo el brillo en la mirada de su nuevo y más importante desde ese momento, pupilo

Esa misma noche, el entrenador no pudo dormir pensando en las nuevas técnicas que le enseñaría al chico, tal fue su emoción, que la mañana siguiente sería el primer día en años que se quedaría dormido y llegaría tarde a clase.

Cuando el rumor sobre su perfecta prueba de acceso para el club de Kempo llegó a los oídos de Hajime Saito, el profesor de manejo de Kodachis, este no pudo si no alegrarse de que el joven también se hubiera apuntado a las pruebas a su club, y no era para menos, fue aceptado inmediatamente, no por sus dotes, el joven no tenía ni la menor idea, pero se le veía como se esforzaba, se veía como luchaba para seguir el ritmo de la clase, aquel chico tenía madera de deportista.

Los primeros días del tercer trimestre serían recordados para Aoshi como los más duros y a la vez los más libres y alegres. Todos los días se levantaba a las 5 de la mañana, arreglaba un poco sus cosas para la clase, arreglaba su cuarto y posteriormente, hiciera frío o calor, se enfundaba sus pantalones para salir a correr, empezó progresivamente como el entrenador Hannya le informó que debía hacerlo, pero la idea de aquel hombre sobre progresivo era un tanto extraña, aun que también podía ser considerada como bestia.

Empezó a correr progresivamente durante 15 minutos seguidos para dirigirse hacia el polideportivo donde el hombre le esperaba con las pesas bien preparadas, le extrañaba ser el único que entrenara alli siempre pero supuso que sería porque iba más rezagado que sus compañeros. En parte era asi, pero también había una razón oculta para él, tenía potencial.

Aquellos días lo agotaban, llegaba a las clases a las 8 de la mañana completamente mojado por la ducha y le era casi imposible no dormirse durante las clases.

Al acabar las clases llegaba el entrenamiento con Saito, era un hombre con aspecto duro pero realmente bueno con las Kodachis, le enseñaba los movimientos con maestría y le hacía esforzarse para conseguir los movimientos más básicos lo antes posible. Al llegar a casa, Aoshi era más parecido a un vegetal que a una persona.

Así pasaron los días, los meses y más tarde, los años.

Pronto el joven Aoshi se convirtió en uno de los alumnos más famosos del instituto al que asistía, el deporte que practicaba insaciablemente le fue formando una nueva figura, ya no era aquel chico enclenque con el que Dayu se metía, no parecía una niña, ahora era fuerte y vivo, y aunque abandonaba la frialdad en los combates, seguía siendo inexpresivo en todos los aspectos. Estaba orgulloso de sus logros, por primera vez era alguien y no se arrepentía de nada, o tal vez si, se arrepentía de haber tenido que abandonarla, de haberla abandonado a ella. Misao, se preguntaba cómo estaría, se preguntaba si saldría con Dayu. Después de todo ya habían pasado tres años desde que se fue, y él estaba muy interesado en ella.

Por otro lado, Misao había encontrado todo el apoyo que necesitaba en Dayu, aprendió a apreciarlo, a comprender sus bromas y él a controlarse y a dejar de quererla. Tal vez ella se olvidaría de Aoshi, pero a él no lo querría. El chico también se había apuntado a un gimnasio para practicar Kempo con Misao, y pronto, los dos serían enviados al "Onni Intercentros", daba igual que no ganaran nunca, el nivel era muy bueno, era un orgullo poder participar.

En lo más profundo, sin haberselo mencionado nunca a Dayu, soñaba con volver a ver a Aoshi, y tenía una corazonada.

El día del combate se acercaba inminentemente y a los oídos de todos había llegado la noticia de un alumno muy bueno y ventajoso, todos tenían ganas de conocerlo y por fin, luchar contra él.

La noche antes del combate, Aoshi decidió ir a meditar a un parque allí recordó el día en que la conoció, el primer día. ¿Por qué no la olvidaba? Recordaba sus ojos como si los acabara de ver, recordaba aquella mirada que lo seguía de reojo en los pasillos del instituto pero que ni siquiera le hablaba, era ella, toda su esencia le llamaba. Estaba seguro de que le gustaba, y debía enfrentarse a sus miedos pasados para seguir con su futuro, aun que estuviera con Dayu debía declarársele, debía hacerlo y lo haría. Si ganaba el combate iría a su antigua ciudad a declararse.

Luces, olor a sudor, trajes negros de ninja, tatamis, padres animando a sus hijos, el combate empezaba en apenas unas horas y los nervios se notaban a flor de piel en todos los futuros contrincantes, Aoshi no podía si no mantenerse completamente tranquilo, lo que no sabía era que Misao y Dayu estaban por llegar al centro.

Aquella mañana la joven Misao se había despertado completamente feliz, no sabía por qué presentía que aquel iba a ser un buen día y debía prepararse para el combate, Dayu y ella entrenaron bien entrada la mañana para luego cambiarse y dirigirse rápidamente hacia el lugar indicado, se les hacía tarde, siempre serían igual de irresponsables.

Cuando ya estaban anunciando el principio del "Onni" se oyó un gran estruendo, la puerta se abrió para dar paso a una fatigada y nerviosa Misao, lástima que Aoshi no hubiera estado en esa parte de la sala y no la hubiera reconocido.

La campana del primer combate llegó, la segunda, la tercera y la cuarta fueron seguidas prácticamente, todo iba a acabar pronto, habían niveles muy distintos, en el terreno de las chicas Misao no destacaba pero conseguía salir adelante y en el de los chicos Aoshi y Dayu fueron ganando terreno.

En un principio Dayu no consiguió reconocer a Aoshi, pero en algún momento, algun momento del combate calló en la cuenta, enfadado se dirigió a él y no pudo si no enfrentarse a Aoshi cara a cara, lo odiaba, ¿cómo pudo haber dejado asi a Misao? Él no consiguió encontrarlo y eso también le hacía sentir más furia, y además estaba aquello, la había dañado y sabía que ella era correspondida, siempre lo supo. El reto estaba servido, uno contra uno, iban a llegar al final solo para enfrentarse cara a cara, aun que superaran sus propios límites.

Y así fue, llegaron a su límite, el bullicio de pronto se calmó, ya no había ningún sonido a su alrededor, todo era expectación, era la final, todos estaban atentos del último combate, el que decidiría al ganador de todo el "Onni" de toda la región. Dayu y Aoshi se miraban fijamente, cara a cara, sin miedos, solo ellos, estaban completamente enfrentados, metidos en él, el panorama era estupendo, los dos tenían el brillo de decisión en sus ojos.

La campana emitió aquel estridente sonido, solo se oyeron golpes en el tatami y dos personas miraban atentas al combate, Hannya estaba contento de haber aparecido aquel día tan temprano como era su costumbre, había descubierto a su pupilo y entre los dos habían llegado a donde estaban, más bien, él había llegado a donde estaba, justo en el lado apuesto del entrenador se encontraba Misao con lágrimas en los ojos, por fin lo había vuelto a ver, por fin lo tenía frente a ella y estaba tan cambiado. Un leve rubor cubrió sus mejillas mientras los nervios comenzaban a embargarla.

Mientras tanto Aoshi daba lo mejor de él mismo, tantos años sufriendo por él, deseaba ganarlo, estaba seguro de que si lo hacía conseguiría estar en paz con él mismo. De pronto Aoshi saltó al aire y Dayu le siguió, aquella técnica combinaba un ataque en el aire, era muy complicada y los dos parecían estar seguros de poder llevarla a cabo. Todo el dojo seguía los movimientos con la mirada, de pronto, Aoshi pudo percibir un olor familiar, algo que le llamó la atención y le hizo perder su concentración característica. Allí estaba ella, con lágrimas en los ojos, aquel despiste lo pagó con un golpe certero en la boca del estómago, Dayu estaba aún más sorprendido, no quería hacerle tanto daño, se esperaba que Aoshi le parara.

Aoshi cayó de espaldas en el suelo, la chica pegó un salto que la dejó en pie frente a la figura caida del chico, todo el mundo se quedó parado mirando la reacción, todo lo que en realidad fueron décimas de segundo le pareció a la gente una eternidad, Aoshi se levantó enseguida, era su oportunidad para declararse, debía ser una señal, entonces, recordó la promesa que se hizo el día anterior, si ganaba se declararía.

Allí levantado, en medio del tatami se quedó apenas unos segundos, los ojos cerrados y la concentración taatuada en su cara, Hannya se levantó de su asiento, conocía aquel movimiento, era el que más desgastaba a su pupilo y al mismo tiempo, el que más certero actuaba sobre todos, pero le costaba llevarlo a cabo, necesitaba mucha concentración, ¿lo conseguiría? De pronto, su cara se quedó desencajada de la sorpresa, Aoshi había llegado a su Ki más alto y fuerte, a partir de ahí todo pasó rápidamente, como una película a cámara rápida de esas en las que no entiendes nada, los que estaban acostumbrados a los movimientos rápidos pudieron notar lo que hizo en realidad, para los demás fue como ver a dos Aoshis, aquello era realmente fuera de lo normal. La gente despertó con la campana que indicaba que el combate había finalizado, Dayu estaba en el suelo con los ojos abiertos sin entender nada y Aoshi justo a su lado mirando hacia Misao.

La pelinegra lo miraba todo sorprendida, aquel movimiento era casi imposible, sabía que necesitaba mucho entrenamiento para llevarse a cabo y él lo había conseguido, era especial, por eso lo quería.

El combate finalizó y Aoshi fue directo a hablar con Hannya a pesar de las ganas que tenía de estar con ella, de explicarle por qué se fue así, de contarle como la había echado de menos. Mientras él hablaba con el entrenador, Misao lo miraba feliz y entretenida solo con como el viento jugaba con su pelo, en aquel momento, Dayu se le acercó, al norarlo, Misao abrazó a su amigo para consolarlo y el joven le dijo al oido que debía enfrentar al pelinegro.

En aquel mismo momento Aoshi los estaba viendo, ya todo estaba pasado y a pesar de lo que había pensado la noche anterior, no daba igual que ella estuviera con Dayu. Salió del recinto y camino afuera sin rumbo fijo, entonces lo vió, otro parque, era curioso como siempre iba a parar a aquellos lugares, sin pensarlo se sentó tras un arbusto como años atrás y fue así como aquella situación se repitió. Las ramas pisadas, él girándose sorprendido, ahora ya no lloraba pero se sentía igual de vulnerable ante ella.

Misao se sentó a su lado y empezó a mirar al río, entonces, le preguntó lo que desde hacía años le rondaba por la mente, el por qué de su desaparición. Hubo un rato de silencio en que Aoshi meditó en si tenía que contarlo todo o si era mejor callarlo, prefirió desahogarse, y poco a poco le fue contando la inseguridad que siempre sintió frente a ella. Al terminar Misao se dio cuenta de algo, empezó a hablar, le contó el incidente que le pasó tantos años atrás cuando, siendo tan solo una niña encontró a un niño llorando y decidió convertirlo en su mejor amigo, como no pudo olvidarlo nunca. Aquello dejó a Aoshi sorprendido, si que le recordaba, con la mirada aún fija en el río tan solo pudo decir una cosa que la dejó sorprendida y a la vez con lágrimas en los ojos.

"Yo también pasé por aquello, solo que yo era el niño y la niña me salvaba, ella me trajo la esperanza y más tarde me di cuenta de que me trajo el amor"

Las lágrimas que caían por los ojos de Misao le hicieron recordar que aún estaba vivo y que tenía derecho a vivir lo que años atrás, por miedo , no consiguió tener. Ella era su luz. Y cuando, minutos después de haberse abrazado a él, le miró a los ojos y sonrió, supo por qué nunca la pudo olvidar.

FiN

Bien hasta aquí esta historia para la que nunca encontraba tiempo para llevar a cabo, espero que os haya gustado como me ha gustado a mi escribirla. Muchos besos, encontrareis más actualizaciones mias en breve. Muakasssssssss.

P.D. no he podido contestar a los reviews como es debido por problemas técnicos, sabed que me ha gustado mucho recibirlos y que me encantaría recibir más aún que se que por mi tardanza no lo merezco. TT Gracias por vuestro apoyo

Mary-chan