Lamento mucho la tardanza, pero es que este capítulo me tuvo de cabeza. Porque en realidad iba a ir con el capítulo 19º pero entonces todo habría transcurrido con demasiada velocidad y no me apetecía =/ Aparte, el capítulo no tenía nombre hasta que se me ocurrió hace un momento y lo coloqué, pero aún así no me agrada. Y bueno, no sé si lo que quería transmitir con este capítulo lo he conseguido, pero he hecho lo que he podido UU ¿El próximo capítulo? Ejem, espero que dentro de poco, pero es también muy complicado de escribir, tengo que ordenar las ideas. Pero intentaré escribirlo en el menor tiempo posible

Por cierto, lo digo de antemano, me he inventado DOS personajes, para que cuando salgan la gente no se sorprenda, los creé en un fic anterior y me venían muy bien para este. ¿Quiénes son? Je, más adelante XP

Akirah, la nieta de Vegeta: Uoooh, creo que todos me vais a coger manía. Sí, es una buena familia que lo van a tratar bien Y bueno, ¿podrías emplear tu poder de saiyajin y sacarme de Azkaban? ôó es que empieza a hacer frío y no lo tolero demasiado XD Y no me gusta hacerte sufrir, lo siento U Gracias por tu review.

Paula Moonlight: jejeje, a mí es que todo relacionado con la luna y las estrellas me encanta ¿Y qué delito cometí? Es tan terrible que ni nombrarse puedo XD No dejaron que se despidiera de Hermione porque no sabían que existía, se lo llevaron inmediatamente y Sirius y Remus no creían que fueran a perder. ¡¡Uouh!! Has pillado lo del color de los ojos!!! X3 me alegra saberlo… Jejejeje… muchas gracias por tu review

the angel of the dreams: me estoy convirtiendo en alguien odiado XD Y aún no puedo decir si será pronto si se volverán a reunir ûû solo queda aguardar XD Perdona la tardanza y gracias por tu review.

jessytonksX3 me alegro que te alegres XD Muchas gracias

Zeissesi te pareció que eso era un mal trago es que aún no has leído este capítulo X3 Me alegro que te lo hayas pasado muy bien en el campamento. Gracias por el review.

JeanneKstsí, lo siento UU y ya veré si vuelven juntos… jejejejeje… y bueno… eso de que tienes contactos en el ministerio… mi estancia en Azkaban… ejem… glups… gracias por tu review U

La brujita michiru: me alegro mucho de que te guste mi fic ;; si supieras lo feliz que me hace. Y bueeee, es culpa de Rowling que sea malvada ¬¬ desde que mató a Sirius no levanto cabeza. Y la idea de que Sirius se hiciera pasar por perro vagabundo es muy buena, pero eso no va a ocurrir Muchas gracias por tus ánimos y por el review 0

DisclaimerHarry Potter y su mundo todo de Rowling, yo solo escribo porque estoy aburrida y porque me parece que Harry se merecía otra oportunidad UU

OIOIOIOIOIOIOIOIOIOIOI

Capítulo 20º: Lo que tiene que ocurrir, ocurre.

Una tarde fresca de finales de junio, los Anderson llevaron a merendar a Harry a orillas de un lago que había cerca de su casa. Andy estaba enseñando a Harry a tirar piedras y que rebotaras en la superficie del agua.

-Tienes que tirarlas así, de lado. Inténtalo –Harry tiró una piedra pero está se hundió en el lago.

-No me sale –se quejó.

-Aún debes practicar más.

Andy dejó a Harry y se fue con su esposa, que los observaba, tumbada, debajo de un árbol, donde habían merendado.

-Hola, cariño –dijo Andy y se tumbó al lado de su esposa y le dio un beso.

-Hola. Creo que ya se está acostumbrando a nosotros.

-Sí, ya nos ha cogido confianza y ya nos habla con más naturalidad.

-Pero creo que aún no ha olvidado su antigua casa –añadió Joanne, su rostro se ensombreció un poco. Andy la observó, serio. –Aveces me pregunto si estamos haciendo lo correcto, quiero decir, ¿no deberíamos llevarlo de vez en cuando a ver a su antigua familia?

-Joanne –Andy parecía molesto- tenemos todo el derecho de quedarnos con Harry, y lo sabes.

-Pero, Andy…

-¡Déjalo, ¿quieres?!

-¡Andy! ¡Andy, me ha salido! ¡La piedra ha botado! –dijo Harry, muy emocionado.

-¡Muy bien hecho, Harry!

Joanne suspiró y luego se puso en pie.

-Chicos, es mejor que volvamos a casa. Ya está oscureciendo.

-Tienes razón, Joanne. Vamos a casa, Harry.

-¡Vale!

Recogieron y regresaron a casa, cada uno llevando de una mano a Harry. Volvieron a casa por el pequeño camino del pueblo que daba a cada casa que estaba fuera del pueblo, cerca de la casa de los Anderson, detrás de un arbusto fuera del camino había alguien que vigilaba la cosa con buen ojo.

Saliendo del pueblo, con paso torpe y lento, venía un hombre de pelo ralo y pelirrojo, venía distraído, mientras tarareaba una canción, desde lejos se podía oler un fuerte olor a alcohol que provenía del hombre. Cuando estaba a pocos metros de la casa de los Anderson, una voz áspera y ronca lo llamó, malhumorado.

-Sabía que tenías pocas luces, Mundungus Fletcher, pero no hasta tal punto.

El hombre se sobresaltó y miró para todos lados. De un arbusto que tenía cerca salió un hombre viejo, de larga melena morena con algunas canas; su rostro estaba desfigurado por cicatrices y a su nariz le faltaba un trozo. Y tenía dos ojos distintos, uno era pequeño, oscuro y brillante, y el otro era igual de grande que una pelota de tenis, de un azul eléctrico y giraba hacia todos lados sin parar.

-¡Ojoloco!-exclamó Mundungus y se llevó una mano al pecho, respirando profundamente. –No me pegues esos sustos.

-¡Pues no seas imprudente! ¿Y si te llegan a ver?

-Vamos, vamos, no ha pasado nada, ¿no? –Mundungus se ocultó junto a Ojoloco en el arbusto. –Lo que no entiendo es porqué tenemos que vigilar a un niño.

-Porque no es cualquier niño, es Harry Potter. Y lo vigilaremos hasta que descubramos qué es lo que planea Lord Voldemort. –Mundungus gritó por lo bajo. –En este lugar está indefenso y expuesto a cualquier peligro.

-Lo sé, lo sé –suspiró Mundungus. –Ya puedes irte, te relevo en la guardia.

-Vale. –Ojoloco se puso en pie y se colocó bien la túnica; antes de irse encaró a Mundungus con una expresión severa. –Vigílalo, no le pierdas ni un ojo de vista…

-Si me prestaras el tuyo sería más fácil –rió. Ojoloco gruñó y con un dedo amenazador le dijo:

-No te duermas, no te vayas y ni se te ocurra emborracharte, si lo haces, ya me encargaré de imponerte un buen castigo.

Mundungus tragó saliva, bastante nervioso. Ojoloco le echó un último vistazo a la casa y se alejó de allí.

OIOIOIOIOIOIOIOIOIOIOI

Removió el vaso que tenía en la mano para luego llevárselo a la boca y sentir como su contenido le quemaba la garganta. Beber no le hacía sentirse mejor pero le ayudaba a pasar el día. Pasó una mano por su larga cabellera, estaba grasienta y sucia, era hora de tomarse una ducha. Subió a su cuarto, entró en el baño, se desvistió y se metió en la ducha. Dejó que el agua fría le recorriera la piel. Cerró la llave del agua y salió de la ducha, colocándose una toalla en la cabeza y como única prenda unos pantalones.

Bajó otra vez a la cocina, cogió una nueva botella de Whiskye de fuego y se sirvió otro vaso. Era ya muy tarde, más de media noche. La cocina estaba sumida en la oscuridad, pero parecía que eso a Sirius no lo molestaba. Podía andar a oscuras con total facilidad, como si fuera de día.

Bebió medio vaso y lo dejó sobre la mesa, quedándose mirando al vacío, recordando a Harry.

"Tío Sirius, transfórmate y juguemos a atrapar la pelota".

Un nudo se formó en su garganta, no podía olvidarse de cómo sonreía, tan inocente y alegre.

"¿Puedo dormir contigo? Es que hay un monstruo debajo de mi cama".

Esos ojos verdes, alegres y llenos de vida, que con una simple mirada ablandaban a cualquiera.

Un par de lágrimas se escaparon y recorrieron su rostro, lo ocultó entre sus manos y lloró. Tras unos segundos, cuando más o menos se había calmado, en un arranque de ira tiró el vaso y la botella a un lado, rompiéndolos y esparciendo toda la bebida por el suelo de la cocina.

Entonces, al otro lado de la puerta se escuchó un estallido, el ruido de algo caer y luego pasos apresurados.

-¡Sirius! ¡Sirius! ¿Dónde estás? –escuchó la voz de Remus, nerviosa y entrecortada.

-Estoy aquí, Remus, en la cocina.

Remus entró, empujando la puerta con fuerza. Estaba sudando y jadeaba, su rostro estaba más demacrado desde la última vez que lo vio.

-¿Qué ocurre, Moony? –preguntó, pero se quedó callado al ver las manos de su amigo; estaban llenas de sangre, y en la derecha llevaba el peluche de Harry. –Remus… que…

-Ha sido horrible… una catástrofe… -respondió Remus, pero su voz se quebró y cayó de rodillas al suelo, llorando sobre sus manos llenas de sangre y el peluche.

-Y así fue como el patito feo al final se transformó en un hermoso cisne.

-Vaaaya.

Joanne sonrió y cerró el libro.

-Y ahora a dormir, Harry.

-Sí.

Se levantó de la cama, arropó a Harry, le quitó las gafas y le besó en la mejilla.

-Buenas noches, Harry.

-Buenas noches.

Harry cerró los ojos, Joanne salió despacio del cuarto y echando una última mirada a Harry, apagó la luz y cerró la puerta detrás de ella.

-Se ha quedado dormido enseguida –dijo Joanne al entrar en el salón donde estaba su marido, leyendo El Profeta.

-Qué bien.

-Es un niño adorable –añadió Joanne con una tierna sonrisa. –Hemos tenido mucha suerte.

-Sí, somos muy afortunado –Andy abrazó a su esposa y la besó.

Mientras tanto, afuera de la casa.

-¡Atchis! Maldita sea –Mundungus se sorbió la nariz. –Esto es un aburrimiento y hasta dentro de una hora no vienen a relevarme. En fin –suspiró- solo me queda esperar.

-O morir –dijo una voz glacial a su espalda. Una mano fuerte le tapó la boca desde atrás. Mundungus intentó coger su varita del interior de su chaqueta, pero un encapuchado se le adelantó y se la arrebató, partiéndola en dos.

-No dejaremos que la utilices -dijo el encapuchado con voz femenina y silbante.

Mundungus intentó librarse de la mano que lo retenía pero esta le apretaba como si fuera unas tenazas.

-Vaya, ¿asustado? –preguntó un nuevo encapuchado, mucho más alto, que se colocó al lado de la mujer encapuchada, ante Mundungus. –Es lógico cuando sabes que vas a morir.

-Mátalo ya. Tenemos que acabar el trabajo enseguida –apremió la mujer.

Mundungus miró a los dos encapuchados ante él, horrorizado, hasta que su vista se nubló del dolor al sentir un fuerte dolor en su espalda, le estaban atravesando la piel, cortando y rasgando en su interior, todo acompañado de un dolor insoportable. Gritó, pero la mano que lo tenía atrapado amortiguó el grito de dolor. La mano del encapuchado comenzó a llenarse de sangre que salía de la boca de Mundungus. Los encapuchados rieron, disfrutando de aquello. Al fin lo liberaron y cayó al suelo, boca abajo, incapaz de sostenerse en pie. Sintió que le arrancaban algo de la espalda y el dolor disminuyó levemente, pero no mucho, y sintió como se empapaba de su propia sangre.

-Descansa en paz, desgraciado.

Rieron, desgarrando el silencio de la noche con sus risas frías. Se volvieron a la vez hacia la casa y alzaron la cabeza. Harry los había visto, aterrado, desde la ventana de su cuarto del segundo piso. Sabía que lo estaban mirando y podía verle los ojos… fríos…

Se apartó de la ventana y salió del cuarto lo más rápido que le permitían sus cortas piernas. A lo lejos escuchó que alguien llamaba a la puerta y tenía una idea de quien era.

-¡No abran! ¡Por favor, no! –gritó desesperado. La escalera parecía que estaba más lejos que nunca.

-¿Qué le pasa a Harry? –preguntó Andy. Su mano ya estaba en el pomo de la puerta.

-Puede que haya tenido una pesadilla. Iré a ver qué le pasa –Joanne estaba al pie de las escaleras, las cuales Harry bajaba, asustado y nervioso.

-¡No abras!

-¿Pero qué dices, Harry?

Demasiado tarde…

Un puño, fuerte y certero, impactó en la frente de Andy, tirándole de espaldas y dejándolo aturdido. Harry y Joanne gritaron y ella abrazó a Harry, protegiéndolo. El encapuchado más alto y la mujer entraron en la casa, pasando sobre el cuerpo de Andy.

-¿Quiénes sois? ¿Qué queréis? –preguntó Joanne con voz entrecortada.

-Queremos al niño –dijo la mujer.

-¡No! ¡No dejaré que se lo lleven!

-No les hagas caso… Joanne… -musitó Andy.

-¡Tú a callar, estúpido! –dijo el tercer encapuchado, el de voz jadeante y que lo había golpeado. Se colocó de pie sobre él, con las piernas a casa lado de su cuerpo, de su manga salió una daga que cogió hábilmente, y con un rápido movimiento se la clavó en la garganta. Joanne gritó y le ocultó esa escena a Harry con su cuerpo, quien sollozaba y gemía. El cuerpo de Andy se sacudió un par de veces y se quedó inmóvil.

-Uno menos –rió el encapuchado.

Joanne titubeó por unos instantes y luego empujó a Harry escaleras arriba.

-¡Corre! ¡Escóndete, Harry! ¡Rápido!

-No… -gimió Harry, asustado.

-¡Vete ya!

Se quedó parado en medio de las escaleras, mirando a Joanne, la mirada de la mujer era decidida. Harry asintió y subió corriendo. Joanne sacó su varita y encaró a los intrusos, pero antes de que pudiera decir ningún hechizo, el encapuchado que había matado a Andy estaba ante ella e hizo un movimiento rápido con la mano. Dejó caer su varita y se llevó una mano al cuello, se lo había cortado y cayó de espaldas, asfixiándose poco a poco.

-Bien, ahora a por el niño.

Harry entró en su cuarto y cerró la puerta con llave. Cogió al Señor Padfoot que estaba aún sobre la cama y se escondió debajo de ella. Abrazado a su peluche aguardaba a que todo pasara.

El tiempo pasaba lentamente, los minutos se hacían eternos, y a cada segundo Harry estaba cada vez más nervioso.

Entonces escuchó pasos que se acercaban a la puerta. La franja de luz que pasaba por debajo de la puerta se apagó. Con fuerte golpe, la puerta salió de sus goznes y se echó a un lado. Harry reprimió un grito y se acurrucó un poco más, desde su escondite vio como los tres encapuchados entraban en el cuarto y andaban por él, buscándole.

-Pequeñajo, ¿dónde estás? –dijo el encapuchado de voz jadeante, intentando sonar agradable pero con escaso resultado. –Solo queremos jugar contigo. ¡MIERDA, SAL DE DONDE ESTES!

-¿Quieres callarte? Así vas a hacer que salga muy rápido.

-Dejad de discutir los dos –dijo la mujer. –Dejadme que yo me encargue. Solo tenéis que saber donde buscar.

Anduvo, tranquila, por toda la habitación, de un lado para otro, buscando detrás de las cortinas, dentro del armario y debajo del escritorio. Al final se giró hacia la cama y sonrió triunfante.

-Creo que ya sé donde está.

Harry vio los pies de la mujer junto al escritorio, y cuando se quiso dar cuenta ya no estaban allí. Asustado, y a la vez sorprendido, se frotó lo ojos y miró hacia un lado, y gritó. Mirando debajo de la cama estaba la mujer. Harry podía verle el rostro claramente, sonreía de forma triunfal, su cara era fina y pálida, sus labios eran rojos y sus ojos los más fríos que Harry nunca había visto, pero de algún modo les eran conocidos. Lamujer estiró un brazo para agarrarlo, Harry retrocedió pero no tenía salida.

-¡Ven aquí!

-¡No! –gimió asustado.

Y entonces el señor Padfoot se iluminó con un brillo azulado que alumbró toda la habitación. La cama fue lanzada hacia el otro extremo de la habitación, llevándose consigo a uno de los encapuchados. La mujer y el otro salieron disparados a la pared, quedando aturdidos del golpe.

Poco a poco el peluche dejó de brillar y volvió a ser igual que antes. Harry, viendo la oportunidad, cogió a su peluche y salió de la habitación para esconderse en otro lugar.

Al poco tiempo los tres encapuchados se recuperaron y volvieron a su trabajo.

-¡Estúpido mocoso! ¡Cuando lo coja se va a enterar!

-¡Ni se te ocurra! Nos ordenaron llevarlo intacto, y es lo que vamos a hacer.

-Yo prefiero llevarlo muerto.

-¡Pues quédate con las ganas!

-¡Nos ha atacado!

-No ha sido él, ha sido el muñeco que llevaba consigo –añadió el encapuchado mayor, que no participaba en la disputa que mantenían la mujer y el encapuchado de voz enfermiza.

-¿Estaba encantado? –preguntó la mujer.

-Seguramente, y eso significa que no podremos acercarnos a él sin recibir otro ataque como ese.

-¿Y qué sugieres que hagamos? ¿Pedir ayuda? –preguntó el otro encapuchado.

-No daría tiempo. Dentro de poco vendrá alguien a relevar la guardia del de fuera.

-¿Entonces?

-Hacer que salga por sí solo, que se confíe.

-Jajajajajajajaja, eres más estúpido de lo que pensaba, hermano. Sabe que nos hemos cargado a tres personas. Será pequeño pero dudo de que sea tonto.

-No soy estúpido, por lo que veo soy el único que emplea la cabeza por aquí. No haremos que confíe en nosotros, sino que uno de nosotros se hará pasar por la persona en la que más confía.

Dentro del armario del cuarto de matrimonio de los Anderson estaba oculto Harry, detrás de varias cajas y sábanas limpias. Abrazado a su peluche llamaba entre sollozos a Sirius.

-Harry, ¿dónde estás?

Levantó la cabeza y miró a la puerta del armario. Esa voz la conocía.

-Sal, ya se han ido.

-¿Sirius?

Sí, era la voz de su padrino, pero guiado por sus instintos o por su miedo no salió de su escondite. Entreabrió la puerta y miró para ver si se trataba de su padrino. Si no lo era, se le parecía mucho. La estatura, la cara, la voz, los ojos eran iguales, pero su pelo estaba más corto que la última vez que lo había visto, se lo habría cortado.

-Vamos, volvamos a casa.

Harry rompió a llorar y salió del armario para abrazarse a las piernas de su padrino.

-Harry, ¿cómo estás? ¿Has pasado mucho miedo? –Sirius se agachó y abrazó a Harry que lloraba. –Todo ha pasado, volvamos a casa.

Se separó para poder mirar a Sirius, pero entonces se percató de algo que no cuadraba ahí. Lo miraba con unos ojos tan fríos que se quedó paralizado, y su sonrisa era malévola.

-¿Sirius?

-Grave error, pequeñajo.

Harry retrocedió un par de pasos y antes de llegar más lejos, el extraño le pegó un puñetazo, lanzándolo hacia un lado del impacto y dejándolo inconsciente, en el suelo. Un hilillo de sangre salía de su boca.

-¿Eres imbécil? –le gritó la mujer fuera de sí y se acercó al niño.

-Tranquila, está vivo aún.

-Debías ceñirte al plan, hermano –añadió el otro encapuchado que estaba en la puerta.

-Blah, blah, blah, todo son objeciones –se burló el que se parecía a Sirius y que era el de voz enfermiza. –Ya lo tenemos, ¿no? Pues andando.

La mujer cogió a Harry en brazos y lo ocultó con su capa, luego salieron de la casa y desaparecieron tras pasar el cuerpo de Mundungus.

Media hora más tarde, más o menos, Remus iba hacia la casa, a relevar a su compañero. Se acercó al arbusto cerca de la casa y encontró el cuerpo de su compañero boca abajo.

-¿Durmiendo en tu guardia, Dung? ¡No deberías, debemos vigilar a Harry! –lo reprochó Remus y lo agitó. A Remus le dio vueltas la cabeza al ver su mano llena de sangre. Examinó a Mundungus y vio que lo habían apuñalado por la espalda. Nervioso y asustado, tocó un pequeño amuleto que tenía en el bolsillo con forma de fénix y este se iluminó.

-Aguanta, Dung. Pronto llegarán refuerzos.

Sacó su varita y se puso en pie. La puerta de la casa estaba abierta y tuvo un mal presentimiento, echó a correr hacia ella y vio un cuerpo tirado. Se agachó a ver, era el señor Anderson, tenía un puñal en la garganta y estaba rodeado de un gran charco de sangre. Tomó su pulso, no había, estaba muerto. Lo dejó atrás y vio entonces el cuerpo de la señora Anderson al pie de las escaleras. Tenía los ojos muy abiertos y una mano sobre la garganta, que se la habían cortado. Remus levantó su varita y armándose de valor, subió las escaleras.

Vio dos puertas, una más cerca de él y otra al fondo del pasillo. Entró primero a la que tenía más cerca. Era el cuarto de un niño, de Harry, y estaba patas arriba. Sus piernas temblaron y casi cae al suelo, pero cogió fuerzas y empezó a buscar a Harry, pero sin resultado.

-Harry… -gimió.

Entonces salió y fue a la otra habitación. Esta estaba intacta, a excepción de la puerta del armario. Se lanzó sobre él y miró dentro, en un rincón estaba el señor Padfoot; lo cogió y ya no podía controlarse, comenzó a llorar y a temblar. Se volvió y vio entonces unas pequeñas gotas de algo oscuro en el suelo.

-¡Lumos!

Acercó la luz al suelo y pudo ver que claramente era sangre. Lanzó un gemido angustiado y se echó a llorar. No podía ser. Lo que más temían había ocurrido. Y él no pudo hacer nada.

Oyó unos pasos subiendo las escaleras y cuando quiso darse cuenta Tonks y McGonagall estaban a su lado.

-¡Lupin, ¿qué ha pasado?! –exclamó la profesora McGonagall, parecía nerviosa y su rostro estaba sudoroso.

-Remus… ¿Harry, dónde…?

-No está… se lo han llevado… lo tienen… -gimió antes de que sus palabra quedaran ahogadas por su llanto.

Continuar

Hikaru in Azkaban

Presa 19985ψ∆ de la prisión de Azkaban

Miembro de la Orden Siriusana