"Por el piquete de mis pulgares,

algo malo viene a estos lugares".

William Shakespeare, Macbeth

Capitulo 2: Heroísmo e histeria

LEONARDO.

Suspiré, alzando mis brazos hacia arriba, estirando mis hombros. El movimiento causó una leve corriente de aire, haciendo vacilar la llama de las velas alrededor de la alfombra para meditación.

Me senté y observé las sombras danzando extrañamente a través de la habitación.

Por mucho que lo intenté, no logré sentirlo esta noche.

Por Dios, Maestro. ¿Habrá alguna vez en que no lo extrañe?

Levantándome lentamente, soplé las velas y pensé en ir a la cama. Pero sabía que no estaba cansado. Me había tomado el día libre de entrenar y probablemente ese fuera el porqué no podía concentrarme en mi meditación. La falta de ejercicio siempre hacia que mis músculos se sintieran nerviosos y ansiosos.

En vez de eso, decidí encaminarme a casa de April. Ella y Miguelangel eran búhos nocturnos y estarían despiertos por lo menos por otro par de horas viendo películas. Además, sabía que necesitaba compañía en ese momento, era difícil estar sólo cuando extrañaba tanto al maestro Splinter.

Aunque había fallecido hacía un año ya, habían noches en que la pérdida parecía tan reciente. Sentía como si mi corazón se rompiera una vez más.

El aire en los túneles del drenaje se sentía más cálido de lo que debería estar para la época del año. Estaba transpirando tras sólo unos cuantos minutos de haber dejado la guarida. La época de verano siempre era un tiempo difícil para nosotros, y tenía el presentimiento de que ese año iba a ser especialmente malo. Raphael se quejaría constantemente sobre lo caluroso que estaba, dándole lata a Donatello para que reparase el aire acondicionado. Ellos tenían la misma discusión todos los veranos.

La bocina de mi celular casi me hace saltar. Comenzó con una animada interpretación de la obertura de Guillermo Tell, (el ring tone de Miguelangel). Contesté y me sorprendí cuando escuché la voz de April en vez de la de mi hermano.

.- ¿Leo, Dios¿dónde estás¡la gente se está volviendo loca por ac�! Me encerré en mi habitación y Miguel está...

.-¡Whoa April, tienes que calmarte...- le interrumpí.- Ya casi estoy en tu departamento. ¿Qué quieres decir con que la gente se está volviendo loca?

.- ¡Se están matando unos a otros en las calles!.- prácticamente gritó en el teléfono.- ¡Tienes que ayudarnos!...- hubo un fuerte estrépito de fondo y luego la escuché gritar el nombre de Miguel.

Me eché a correr.

MIGUELANGEL

Sabía que estábamos jodidos.

Con la sensación de movimiento en cámara lenta de una pesadilla, había arrastrado a April y la había llevado al dormitorio. No creía que ella tuviera la capacidad de hacerlo por sí misma. El corto viaje sólo había requerido de unos cuantos segundos, pero se había sentido como si fueran horas mientras corría por el pasillo.

Arrojándola sobre la cama, le tiré mi teléfono, diciéndole que llamara a Leo. Con Don y Raph donde Casey, él era probablemente el más cercano. Haciendo girar la cerradura a lo que salía, me volví a enfrentar a quien fuera (o lo que fuera) que estaba viniendo hacia la puerta de enfrente.

¿qué demonios estaba mal con estas personas?

Con mi mente a toda velocidad, trataba desesperadamente de pensar en alguna clase de plan. Mi más grande problema era la misma puerta de enfrente. El edificio de April era viejo y no habían demasiados cerrojos protegiendo los apartamentos. La cerradura que tenía April era rudimentaria y le habíamos estado rogando por meses para que la cambiara. Sabía que si alguien realmente quería entrar, probablemente lo lograría.

El otro problema era que no veía nada con que poder reforzarla. Todo lo que había en la sala, o era muy pesado para levantarlo por mi mismo, o demasiado liviano para que sirviera de algo. Así que hice la única cosa que se me ocurrió.

Retrocedí y esperé por el mejor entrenamiento que iba a tener en mucho, mucho tiempo.

Aguantando la respiración, escuché el retumbar de los pasos en el pasillo. Los escuché repiquetear en la escalera. Por el ruido y por lo que había visto por la ventana, estimaba que debían haber por lo menos veinte de ellos.

Vagamente me pregunté que era exactamente lo que iba a hacer si ellos trataban de entrar.

¿Debía lanzar golpes asesinos, Dios, algunos de ellos eran mujeres. Además, no tenía idea de lo que estaba pasando o qué eran ellos antes de...

El primer grupo de personas pasó corriendo por fuera del apartamento de April, y continuaron por el corredor. Por un segundo pensé que tal vez habíamos tenido suerte y nos iban a dejar en paz por completo.

Pero no.

¡Mierda!

Precedido por un horrible rasguido, alguien había comenzado a lanzarse a sí mismo contra la puerta. La voz apenas sonaba humana.

Un momento después, una segunda persona se le unió, luego una tercera.

Vi como los goznes de arriba se rompieron primero, enviando una lluvia de astillas de madera a lo largo de la alfombra de bienvenida.

Un golpe final envió la puerta hacia delante, un cuerpo pasó a través y aterrizó en el suelo.

Mis ojos se habían ajustado los suficiente a la oscuridad como para saber que se trataba de la mujer sin un brazo.

La sangre aún chorreaba desde el muñón en pulsos continuados, imitando los latidos de su corazón.

Permaneció con la cabeza baja, balanceándose y pateando cuando otros dos hombres pasaron sobre ella.

El primero de ellos vino a mi rápidamente, caminaba vacilante y fuera de balance, podía bajarlo fácilmente con una patada barredora. El segundo parecía incluso más desorientado, chocando contra un largo florero de vidrio a un costado del sofá de la sala. El florero golpeó el suelo con fuerza, rompiéndose en cientos de pequeños pedazos.

Un grito ahogado de April hizo eco desde la habitación.

Mala movida de su parte.

Mientras me hacía cargo del segundo tipo, otras tres personas se abalanzaron sobre la puerta. Al escuchar el grito, su atención se alejó de mi y se concentró más profundamente en el apartamento.

Se abalanzaron directamente hacia la fuente de su voz.

Una mujer resbaló en los trozos de vidrio y pude retenerla tomándola por la camiseta. Ella se giró furiosa, siseando y estirando sus garras hacia mi cuello. La arrojé hacia atrás, hacia el sof�, donde quedó hecha un ovillo. Para entonces, yo ya estaba volviendo hacia los otros, quienes ya se habían deslizado junto a mi hacia el pasillo.

.- ¡Ey!.- grité tan alto como pude.- ¡Vuelvan y peleen, malditos pirádos!

Funcionó. Lo que fuera que andaba mal con esas personas, ciertamente no los hacía más astutos.

Un par de ellos volvió atacándome, sus brazos balanceándose con furia. Me los eché a los dos a la vez, pateando a uno en la cara y al otro tirándolo por sobre mi hombro. Mientras caían, tres más corrieron a ocupar su lugar.

Eran grandes. Eso era todo lo que podía decir de los tres que siguieron en esa oscuridad. Uno de ellos tosía incontrolablemente, enviando alguna especie de liquido, salpicando el suelo. Estaba agradecido de no poder ver qué era.

En vez de esperar a que ellos vinieran a mi, yo corrí hacia ellos, azotando duro a uno en la cara con un nunchaco. Aulló de dolor, trepándose sobre uno de los cuerpos desparramados en el suelo.

Justo después de que mi arma golpeara, sentí otro crujido a mis pies. Un pedazo de vidrio fue a parar bajo mi talón, haciendo que mi rodilla se doblara por la sorpresa y el dolor. Me caí.

Mientras caía, traté de girarme sobre mi espalda, para tener al menos una pierna libre para defenderme.

Gracias a Dios no tuve que hacerlo.

Un cálido liquido golpeó mi pecho, aposándose en el centro y luego escurriendo por los costados. Sangre.

Entornando los ojos, me di cuenta que cada hombre tenía al menos diez centímetros de afilado metal sobresaliendo por sus estómagos.

Leonardo.

Cerré mis ojos, permitiéndome recuperar el aliento. Las katanas hicieron un escalofriante sonido al deslizarse cuando las retiró de sus cuerpos, empujando éstos hacia el corredor.

.- ¿Estás herido?.- preguntó Leonardo, su voz monótona. Siempre se ponía así cuando estaba peleando.

.- Estoy bien.

.- Toma a April y vayan a la salida de incendios. Hasta el techo. Hay gente por todos lados allá fuera.

Usé mi caparazón para rodar hasta ponerme de pie, haciendo mi mayor esfuerzo para no cojear. Leonardo permaneció junto a la puerta, custodiando la entrada.

Con una mano en la pared, me moví tan rápido como pude hacia la habitación de April. Toqué suavemente, esperando no asustarla.

.- April, abre la puerta, soy Miguel.

Hubo una pausa, luego la puerta se abrió crujiendo vacilante. Habían golpes en el piso sobre nosotros, al menos dos o tres pares de pies que corrían. Ella casi cayó de vuelta en el dormitorio, pero alcancé a agarrar su mano.

.- Tenemos que movernos April. No vamos al techo.

.- Ok.- murmuró, apretando con fuerza mi mano.- No puedo ver muy bien.

Eso era probablemente algo bueno.

La guíe de vuelta a la sala, con cuidado por entre los cuerpos tirados en el piso. Me di cuenta de los horrible que olía ahí, era tan horrible que no podía siquiera describirlo.

Al ir hacia la ventana, vi que Leo se había movido fuera de la puerta del apartamento, deshaciéndose de dos personas más.

April abrió la ventana, tirándola hacia arriba con un suave gruñido.

El ruido del exterior era casi abrumador. La mayoría eran gritos, con el ocasional claxon de un vehículo o el ruido de un vidrio roto. La calle estaba ahora llena de gente, todas moviéndose en distintas direcciones. Era difícil decir quien perseguía y quien estaba siendo perseguido. Vi a un hombre ser derribado sobre el césped, y ser desgarrado por dos mujeres jóvenes.

.- April¡vamos!.- Puse mis manos en sus caderas, medio guiándola, medio empujándola fuera de la ventana y hacia la salida de incendios. Tropezó, pero rápidamente logró afirmarse, comenzando a escalar. La seguí muy cerca de ella.

El edificio era de sólo cinco pisos, así que no nos iba a tomar demasiado llegar hasta el techo. Miré tras de mi, esperando ver a Leonardo. En vez de eso, tuve otro golpe de adrenalina.

Unas cuantas personas de abajo nos habían visto en la escalera y estaban ahora subiéndose a la cima de un contenedor de basura. Aunque sus movimientos eran espasmódicos, me di cuenta que era sólo cuestión de tiempo hasta que alcanzaran la salida de incendios.

.- ¡Leo!.- sabía que mi voz se perdía con todo ese ruido, pero grité de todas formas. Miré hacia el segundo piso, debatiéndome entre dejar a April y regresar a buscarlo. Afortunadamente, vi a mi hermano saltar a través de la ventana unos cuantos segundos después.

Se movía rápido. Realmente rápido. No me tomó demasiado darme cuenta porqué. Para cuando hubo alcanzado el tercer piso, gente comenzó a emerger desde el departamento de April. Los primero sólo permanecieron de pie en el descansillo de la escalera, saltando de arriba abajo y agitando la barandilla. Pero luego, unos hombres comenzaron a escalar seguidos por dos mujeres más.

Alcanzando ya el techo, vi a Leo detenerse, sacando una katana de su espalda. Comenzó a golpear tan fuerte como podía uno de los lados de la escalera bajo él. Con unos cuantos golpes duros de cada lado, el metal se separó. Entonces escaló hasta el techo y lo ayudé, tirándolo por sobre el borde.

.- Aquí, encárgate de este lado.- Dijo Leo, alcanzándome la otra katana. Cada uno cortó la barra que nos correspondía, aliviados cuando el pedazo de escalera cayó graciosamente a la calle bajo nosotros.

Todavía jadeando, Leonardo comenzó a correr a lo largo de ese lado del techo. Estaba mirando por sobre el borde, asegurándose de que no había otra forma de subir. Quería ayudar, pero el dolor en mi se estaba extendiendo a toda mi pierna. La sangre todavía corría por mi tobillo. Hice una mueca, tratando de voltearlo para poder ver la herida. Sólo la punta de largo y afilado pedazo de vidrio sobresalió. El resto estaba todavía incrustado en la piel.

April permaneció de pie por unos momentos, mirando a la escalera. Podía ver que su cuerpo estaba todavía temblando. Cuando se hubo asegurado de que nadie podía seguirnos, vino a sentarse junto a mi, recostando su cabeza en mi hombro. Ninguno de los dos habló.

Leonardo se nos unió unos cuantos minutos después. Se estiró completamente sobre su espalda, dejándose caer con cansancio.

.- Ey¿Miguel?.

.- ¿Si?

.- Llama a Raph.

Continuará.