Unidos aguantamos...

Divididos, ¿caemos?...

Capitulo 3: Divididos.

Raphael

Por lo que había visto y definitivamente por lo que había oído, algo estaba realmente mal con los dos hombres tirados en el piso del departamento de Casey. Estiré la mano hacia la pared detrás de mi, buscando el interruptor de la luz.

.- ¿Qué demo...?.- la voz de Casey se apagó al detenerse en la sala. Tras unos breves momentos de parpadear ante la repentina luminosidad, sus ojos se abrieron incrédulos.

Pozas de sangre seguían filtrándose en la alfombra bajo los cadáveres. Aunque no podía ver el rostro del hombre más alejado, el otro parecía estar mirando directo hacia mi. Al menos con el ojo que todavía le quedaba. Boquiabierto, sus labios estaban torcidos en un grito silencioso mientras la sangre caía por su cuello. Habían evidencias de otras heridas en su mejilla, levemente bajo su oreja.

Casi lucían como marcas de dientes.

Algo les había pasado a esos tipos antes de que atacaran a Donatello.

Don golpeó levemente con la punta del pie a uno de los hombres. Al no haber respuesta, pareció satisfecho de que el intruso estuviera, de hecho, muerto. Su mirada se desvió hacia la puerta de entrada, todavía colgando torcida en su marco.

Lo observé moviéndose a inspeccionar el pasillo, golpeando su bo contra la palma de su mano. Por una vez, estaba dispuesto a no hacer caso a la posibilidad de que otro de los inquilinos lo viera.

Casey todavía se veía impresionado. No creo que pudiera decidir qué era más alarmante, si el hecho de que acababa de matar a dos personas, o de que acababa de dejar un tremendo desastre en su sala. Creo que era más lo ultimo.

Casey no era la clase de tipo que ganaría un premio a la sensibilidad.

Retiré mi propia arma del segundo cuerpo, limpiando la punta en la camiseta del hombre antes de volver a deslizarla en mi cinturón. Viendo la ubicación de la herida, no pude menos que sonreír. Casi perfectamente centrada. Bastante bien para haberlo hecho a oscuras.

.- ¿Eh, ¿chicos, ¿quieren venir a ver esto?.- preguntó Don, de pie en la entrada, volviéndonos la espalda. Dio un par de pasos vacilantes hacia delante, desapareciendo al doblar la esquina.

Casey y yo intercambiamos miradas.

Genial. Qué podía ser más interesante que lo que había aquí dentro.

Sangre. Montones de ella. Pintaban las paredes en una fina capa, en vez de las pozas coaguladas en el departamento de Casey. La mayoría estaba concentrada justo afuera de la puerta, debajo de una abolladura en la pared contraria. Parecía como si alguien hubiese sido arrojado contra ella.

La sensación de miedo aún flotaba en el aire, dejada por la desafortunada alma que había sufrido lo peor de la destrucción.

Lo que más me molestó eran las huellas rojas de pisadas que continuaban a lo largo del corredor.

Con las puntas de sus dedos, Don siguió el contorno de la abolladura en la pared.

.- Esto es una locura.- Murmuró, para sí mismo. Se volvió hacia mi.- Tenemos que irnos. No quiero arriesgarme a que nos vean. Además, podré pensar mejor cuando esté de vuelta en la guardia.

Asentí.

,.- Casey, deberías llamar a la policía, antes de que alguien más lo haga.- Continuó, lanzando una mirada cautelosa a las puertas vecinas.

.- ¿Y decirles qué, ¡tengo dos tipos muertos en mi apartamento, y miren esto,.- se movió hacia la horripilante escena que tenía enfrente.- ¿Cómo voy a explicar esto?.

Silencio.

.-¿Chicos?

.- Sólo diles que fuiste a ver una película, volviste a casa y esto fue lo que encontraste.- Dijo Donatello, poniéndole una mano en el hombro a Casey al pasar.- No tenemos tiempo de pensar en algo mejor.

.- Siii, eso sí que va a resultar.- Murmuró Casey.- Así que Don, ¿puedo culparte cuando metan mi trasero en prisión?.

Donatello alzó las manos mientras se metía de nuevo en el apartamento.

Comenzaba a seguirlos cuando mi teléfono comenzó a sonar. Miguel. Al menos no era Leonardo, realmente no tenía ganas de explicarle todo esto a él. Indudablemente encontraría la forma de torcer las cosas en un sermón...

.- Miguel, no puedo hablar ahora. Don y yo recién nos vamos del apartamento de Casey.

.- ¿Están ustedes bien?.- sonaba ansioso.

¿Cómo supo que algo andaba mal?

.- Si, estamos bien. Mira, hablaremos cuando volvamos a la guarida.

.- Viejo, Leo quiere que prendas la TV.

.- ¿Qué, Miguel ya te dije, no puedo...- Hubo un sonido como de algo que se revolvía y de repente la voz de Leonardo rugía del otro lado.

.- ¡¡Demonios Raphael, prende la TV!

Fruncí el ceño.

.- ¿Sabes qué Leo, me estoy cansando de tu...

Esta vez fui interrumpido por un estrépito en la cocina. Me voltee, viendo a Donatello alejándose de algo, tirando a Casey hacia atrás por la camiseta. Los dos se inclinaron para recuperar balance, luego se paralizaron. Sus expresiones estaban fijas en algo frente a ellos en el cuarto contiguo.

Todavía sujetando el teléfono, corría al lado de mi hermano, buscando la fuente de su sorpresa. Cuando la encontré, sentí mi cuerpo retroceder. Era la ventana que usábamos para entrar y salir del departamento de Casey en el primer piso.

La cara de una mujer estaba presionada contra el cristal.

Sus ojos estaban nublados, amenazantes. Las palmas abiertas, arrastrando sus manos a lo largo del cristal en constantes golpes. Manchas de saliva pintaban el área de la ventana frente a su boca. Parecía como si la estuviera lamiendo.

.- ¿Raph, ¡Raph! ¡¿qué está pasando, ¡Raphael!.- la voz ahogada de Leonardo salió de mi mano derecha.

Escuché sus demandas, pero no podía desviar mi atención de la ventana. Las acciones de la mujer eran demasiados perturbadoras, estaba hipnotizado.

Donatello me quitó el teléfono.

.- Leo, cálmate. Algo... realmente inusual, está pasando por acá... si, dos tipos irrumpieron en el apartamento, y... ¿qué? ¿en el techo? ¿April está con ustedes?... Jesús... si, todavía tenemos electricidad.- Donatello hizo una pausa y me golpeteó el hombro con la mano.

.- Raph, ve a mirar afuera. En la sala.- Me dijo moviendo sólo los labios, todavía escuchando a Leonardo por el otro lado.

No tenía idea de qué se suponía que debía buscar, pero obedecí.

¿Más gente loca, ¿acaso pensaba Don que habían más como esos dos hombres y la mujer de la ventana?

Deslicé mis dedos entre los visos de la persiana, levantándolo sólo uno lo necesario para espiar a través.

Casey vivía en un apacible calle, en una zona de la ciudad estrictamente residencial . Esa era la principal razón por la cual nos sentíamos tan cómodos pasando el rato ahí. Podía verse muy poca gente yendo y viniendo, especialmente en horas de la noche. Por lo cual estaba alarmado al presenciar una pequeña multitud corriendo por la mitad de la calle.

Gente de todas las edades. Parecían como si estuviesen siendo perseguidas. Un auto pasó junto a ellos, conducido por sobre la acera para evitar atropellar a alguien. Otra persona estaba hecha un ovillo en la esquina de una parada de buses techada, con las manos envolviendo s cabeza para protegerla. Con mi oído tan cerca de la ventana, el distante chillido de las sirenas de los policías era apenas audible.

Mierda.

.- ¿Don?

Donatello estiró su mano hacia mi, diciéndome que permaneciera en silencio. Todavía estaba hablando con Leonardo y podía decir que ambos estaban en desacuerdo sobre algo. Don había alzado la voz unas cuantas notas.

.- Leo, realmente creo que deberíamos tratar de volver a la guarida... me doy cuenta de ello, pero no crees que podemos pelear para abrirnos paso... ¿en serio, ¿todos?... no, no estoy seguro de qué es lo que está mal con ellos...- exhaló Donatello tajamente, con frustración.

.- ¿Cómo se ve allá afuera?.- preguntó suavemente Casey, viniendo a pararse junto a mi.

.- La gente se está volviendo loca. Hay una gran multitud en las calles.

Casey apretó los dientes. Su pie estaba tamborileando nerviosamente en el suelo. Creo que Don escuchó lo que dije, porque hizo contacto visual conmigo mientras continuaba hablando por teléfono.

.- Ese es un buen punto Leo, pero...

La cabeza de Don giró hacia la puerta del frente. No había nada ahí, pero repentinamente me di cuenta de la causa de su preocupación. Pasos. Sonoros pasos que corrían.

.- Esta bien Leo, nos vamos. Te llamaré de vuelta..- Cerró la tapita del teléfono y se movió hacia la entrada del sótano. Iba rápido, indicándonos que le siguiéramos.

Dejé que Casey fuera primero, dándole una ultima y desconcertada mirada a la mujer de la ventana. Sus acciones no habían cambiado para nada. Era como si se hubiese quedado atascada en la ventana.

Silenciosamente, troté escaleras abajo tras Casey.

El sótano no tenía puerta, me molestaba que no pudiéramos levantar una barrera tras nosotros, incluso cuando ésta sería más sicológica que física.

La habitación estaba tal cual la dejamos, las latas de cerveza estaban amontonadas en una pirámide sobre la mesa, las bolas de pool colocadas en el dispensador, listas para otra partida. Un triunfo más, y me hubiera llevado a casa los cincuenta dólares que Casey y yo habíamos apostado al inicio de la tarde.

Era increíble cuánto había cambiado la noche en treinta minutos.

.- Nos vamos a la bodega..- Nos dijo Donatello, haciéndonos a un lado. Agarró una radio reloj que habíamos puesto en la mesa junto con las latas de cerveza.

Me percaté de su plan. O más bien, del plan de Leonardo. Nos íbamos a atrincherar a nosotros mismos dentro de la pequeña diminuta bodega de Casey.

Vacilé, de repente reacio a seguir adelante con la idea. Recordé la conversación de Don y Leo en el teléfono. ¿Por qué no podíamos tratar de volver a la guarida, ¿o mejor, tratar de encontrarnos con ellos? ¿no sería mejor si estuviéramos todos juntos?.

.- Espera un minuto Don. No creo que esto me guste.

Casey, quien ya había desaparecido dentro de la bodega, asomó la cabeza y miró a Donatello con preocupación.

Donatello no consideró mi opinión. Atrajo el cable de la radio del suelo, tomando también un paquete medio comido de Doritos que estaban sobre la mesa de pool. Habiéndose asegurado que no dejaba atrás nada de valor, se volteó avanzando hacia Casey.

Crucé mis brazos frente a mi pecho, rehusándome a seguirlo. Después de haber dado unos cuantos pasos pasándome de largo, se giró, mirándome irritado. Me habló en voz baja.

.- Raph, por una vez en tu vida, ¿podrías, por favor, confiar en que el juicio de alguien más podría ser mejor que el tuyo, no estoy de acuerdo con esto tampoco, pero creo que es lo más seguro que podemos hacer llegados a este punto. Especialmente si estoy en lo cierto respecto a lo que está pasando.

Gruñí, considerando su opinión.

.- Raph, no voy a pararme a pelear contigo. Ahora por favor, mete tu trasero en esa habitación antes de que alguien llegue corriendo por esas escaleras.- Donatello se me quedó mirando fijo, algo que jamás antes había estado ni cerca de hacer en toda su vida. Bajo otras circunstancias, probablemente me habría hecho reír, sino hubiera quedado desconcertado por su osadía.

Pero también había visto algo más en sus ojos que me hizo escucharlo.

Miedo.

Donatello sabía algo que yo no. Y lo estaba asustando más que la mierda.

Podría haber estado más que enojado, pero no era estúpido. Desvié la mirada y caminé en silencio dentro de la bodega.

Me pareció escuchar que Don exhalaba a lo que pasaba junto a él, como si hubiese estado reteniendo el aliento.

Casey había comenzado a batallar con una gran cómoda de metal para herramientas, tratando de empujarla desde la esquina. Don y yo fuimos a ayudarle y entre los tres fuimos capaces de arrastrarla hasta la puerta. Levanté unas cuantas cajas más desde una repisa, buscando reforzar los lados de la cómoda.

Incluso con la puerta bloqueada, no podía sacudirme esa sensación de preocupación. No me gustaba el hecho de que estuviéramos efectivamente separados de nuestros hermanos y de April. Vi a Casey echar su cabeza para atrás contra la pared, respirando lenta y pausadamente. Olvidé lo difícil que era esto para él. Él era extremadamente claustrofóbico. Pero en este caso, la fobia a los maniátilunáticos perdidos por ahí, había ganado.

Donatello estaba ocupado buscando un toma corriente. Estaba sobre sus manos y rodillas, guiando el enchufe de la radio por el espacio detrás de un pequeño refrigerador. Habiendo encontrado lo que buscaba, se echó hacia atrás, tirando del botón de encendido.

.- Veamos si alguien tiene algunas respuestas.

Continuará.