Disculpen la tardanza los que hayan estado esperando la continuación...

0000000000000000000000000000000000000000000000000000000000000000000000000000000000000000000000

Epidemia: Una enfermedad ampliamente extendida caracterizada por un gran numero de muertes.

"Pestilencia, enfermedad y guerra,

atormentan este triste lugar.

Y nada dura para siempre;

Esa es la verdad que debemos afrontar"

- El libro de Penas Contadas

Capitulo cuatro: Voces en la noche

LEONARDO

La oscuridad se estaba volviendo más profunda.

Nubes de tormenta se aproximaban desde el Este, sus siniestras formas eran más oscuras que la noche misma. Rápidamente cubrieron las estrellas y la luz de la luna se iba y volvía al pasar ellas por encima. Era casi como si la naturaleza pudiese sentir la energía del caos y el pánico que estaban por venir.

Miré a Abril, su cara enterrada en el hombro de Miguel. Él tenía su mano sobre la oreja de ella, con sus dedos golpeaba suavemente su cabello en un intento por protegerla de los gritos que provenían de la calle bajo nosotros. Mientras más gente se reunía, más fuertes se volvían. Pronto, las voces individuales se unieron en una sola, transformándose en un discordante y agudo lamento en la lejanía.

Era extraño, el ver a mi hermano tan estoico. Normalmente, estaría perdido emocionalmente en una situación como ésta. Nos habíamos acostumbrado a que Miguel encubriera el miedo con bromas y hablando sin parar. Estaba agradecido de que hubiese madurado lo suficiente como para reconocer las necesidades de alguien más y como para ser capaz de actuar apropiadamente frente a esa necesidad.

O quizás, él estaba recibiendo tanto consuelo de Abril como ella de él.

Sé que estaba divagando, pero no podía dejar de pensar en Raphael, Don y Casey. Donatello había dicho que dos hombres habían irrumpido en el apartamento de Casey y que algo andaba horriblemente mal con ellos. Casey vivía a varios kilómetros de acá, lo que significaba que se estaba expandiendo. Sólo podía esperar a que me hubiesen escuchado y se hubieran ido a un lugar seguro.

Seguro, podríamos sin duda abrirnos paso hasta la guarida, pero por lo que había presenciado hasta ahora, un solo pensamiento persistía en mi cabeza. ¿Qué tal si esas personas tenían alguna especie de enfermedad¿Podría ser esa la razón por la cual todos actuaban de esa manera?. Si así era, acercarnos demasiado posiblemente significaría contagiarse.

No quería correr ese riesgo.

Estaba seguro de haber convencido a Don, pero no estaba seguro con Raph. No había duda de que habría puesto problemas, él no era de los que ceden, cualquiera fuera la situación, no importa cuan extraña.

Especialmente cuando se trataba de mi idea.

Testarudo cabeza hueca.

Desee que llamase.

El sonido de disparos cortaron la noche como cuchillos. La detonación resonó contra las paredes del edificio y parecía venir justo de debajo de nosotros.

Miguelangel y Abril estuvieron de inmediato de pie., buscando con los ojos sobre la azotea, hacia la escalera que habíamos usado para subir.

Los segundos pasaron.

Nada.

Volví a mirar a Miguel. Todavía estaba inmóvil, paralizado, escuchando y observando por si surgía alguna posible amenaza. Me di cuenta que tenía una rodilla flectada, evitando cargar su peso en el pie izquierdo. Entrecerré los ojos y supe porqué. La sangre se estaba reuniendo en un oscuro charco en el piso bajo él.

.- Dios, Miguel.- me aproximé a él, preocupado. No estábamos en posición de atender apropiadamente ninguna herida. Sólo esperaba que no fuera serio.- Déjame ver.

.- ¿Eh?.- Miguel salió de repente de su trance, siguiendo mi mirada y dándose cuenta de que estaba hablando de su pie. Suspiró, decidiendo sentarse nuevamente y estirar su pierna para que yo pudiese tener una mejor vista. Tomé su tobillo e hice lo que pude para ver la herida en la escasa luz de luna.

Estaba mal. Tan mal que supe que no sería capaz de caminar por un par de horas. La hinchazón ya comenzaba a extenderse hasta el tobillo y la piel estaba caliente con la inflamación. Palpando suavemente con mis dedos, pude sentir un largo pedazo de vidrio todavía enterrado en su talón.

.- ¿Por qué no dijiste algo?.- me sonrió tristemente.

.- Ustedes siempre me están molestando para que sea más rudo.- me reí levemente, sonriéndole de vuelta. Ese era el Miguel que conocía.

.- Cierra tus ojos, hermano. Voy a tener que tirar de esto.

.- ¿Estás seguro, ya comenzaba a acostumbrarme a él.- Bromeó Miguel, echándose para atrás sobre sus codos para ponerse más cómodo. Estaba comenzando a quitarme la bandana cuando Abril me detuvo.

.- Espera Leo.- tomó la parte de debajo de su camiseta y la pasó por encima de su cabeza, alargándomela, estirando el top elasticado que estaba usando debajo.

.- Esto es mucho más grueso que tu bandana. Probablemente más limpio también.- agregó.

.- Gracias.- le dije, ignorando su sarcasmo. Puse la camiseta sobre mi hombro. Agarrando la punta del vidrio, suavemente lo jalé hacia arriba y hacia delante, deteniéndome cuando sentí su pierna dar una sacudida. No fue intencional, sólo una natural reacción al dolor. Traté de pensar en una distracción.

.- ¡Ey, Miguel¿sabes a que me recuerda esto¿recuerdas cuando Abril nos dio esos adornos de cristal para Navidad?.- pregunté, mientras hablaba volví a jalar el vidrio.

Miguel arrugó la cara, haciendo una mueca de dolor y pensando al mismo tiempo.

.- Oh, si...- respondió finalmente.- ¿Cuantos años teníamos, dieciséis o algo así?

.- Diecisiete.- intervino Abril. Se acuclilló a mi lado, poniendo una mano sobre el brazo de Miguel.- Estaba tan enojada de que los hubieras roto, eran antigüedades...

Miguel sonrió, poniéndole sus famosos ojos de perrito perdido.

.- Vamos Abril, no tenía idea de que se trataba de algo frágil. Ya me conoces, tengo que sacudir todos mis regalos.

Le di un ultimo tirón liberando el pedazo. La sangre se derramó en mis manos, fluía ahora sin el impedimento del cuerpo extraño.

.- ¡Mierda, Leo!.- la cabeza de Miguel cayó a un lado y vi como su respiración se agitaba.- Eres un pésimo doctor...- gruñó.

.- Lo siento, al menos ya está afuera.- presioné la camiseta de Abril contra la herida, esperando que la sangre se detuviese pronto. Era mucho peor de lo que esperaba que fuera.

Miguelangel volvió a sentarse derecho otra vez, alejando su pie y la camiseta de mi. Mientras lo hacía, mi teléfono comenzó a sonar.

.- ¡Gracias a Dios!.- suspiró Abril, parecía tan preocupada por los otros tres como yo. Levanté la tapita del teléfono, dejando huellas ensangrentadas por toda la cubierta.

.- ¿Donnie?

.- Si... ¿ustedes están bien todavía?

.- Aguantando. Miguel se hirió en el pie.

.- ¿Cómo?.- Donatello sonó repentinamente preocupado.

.- Se paró sobre un pedazo de vidrio.- Donatello suspiró aliviado en el teléfono.

.- Que bueno.

¿Qué bueno?

.- Leo, cuando estaban peleando con estos tipos, ninguno de ellos, bueno, los mordió¿verdad?.

.- ¿Morder, no...- Estaba confundido.- ¿Me vas a decir qué es lo que saben?.

.- Estamos atrincherados en la bodega de Casey. Encontré una radio, la mayoría de las estaciones sólo están transmitiendo esa estúpida señal de emergencia, pero una tiene a un tipo que al menos sabe un poco.- Hizo una pausa.- Piensan que es un virus neurológico.

.- En español, Don.

.- Significa que estas personas están infectadas con algo. Algo que ataca sus cerebros y causa ira y confusión.

.- ¿Cómo la rabia?

.- No lo saben. Posiblemente. Parece ser que se transmite de la misma forma, por medio de la saliva.

.- ¿Y por medio de la sangre?

.- No estoy seguro, pero probablemente no. Si esto es como la rabia, el virus viaja por el sistema nervioso hasta el cerebro y desde ahí se transmite por medio de la saliva. Nunca se encuentra en la sangre. Por lo tanto, ustedes no tendrán problemas mientras no sean mordidos.

Abril y Miguel se volvieron los dos a mirarme, tan ansiosos como yo por descubrir que estaba pasando. Cuando dije la palabra "Rabia", los ojos de Abril se abrieron como platos.

Donatello siguió hablando.

.- Parece ser que cuando una persona es infectada, se vuelve frenética e intenta atacar cosas. Si llegan a toparse con alguien, lo mismo lo matan sin dudar, o sólo lo mutilan. Así que terminamos con un cadáver o alguien más con el virus.

Repentinamente recordé estar viendo la película "Old Yeller". Fue idea de Abril, por supuesto, ella dijo que era un "clásico". Había sido la única vez que había visto un animal con rabia y había parecido tan irreal que aquel lindo y tierno perrito pudiera transformarse en algo tan despiadado.

.- Don¿ahora qué¿de dónde viene esto?

.- Todavía están tratando de descubrirlo. Ingeniería genética, bioterrorismo... quien sabe. Estaban hablando en la radio de cómo dos hombres el año pasado fueron capaces de crear sintéticamente el virus de la polio en base a cosas que habían ordenado por internet. Cualquier cosa es posible. Podría ser algo tan simple como evolución. El virus de la rabia pudo haber mutado uno de sus genes. Pasa en la naturaleza todo el tiempo, como con el SIDA o el Ebola. La rabia siempre ha afectado a la gente, pero normalmente no la hace actuar así, o no se esparce tan rápidamente.

.- Entonces ¿qué hacemos?.- estaba completamente perdido. Sabía que todos volteaban a verme en busca de liderazgo, pero esta definitivamente no era mi área. Todavía tenía cientos de preguntas, pero mi cerebro no podía darles forma de oraciones coherentes.

No importaba que tan fuerte eran los gritos, de alguna forma, todavía no parecían reales.

Estaba siendo agarrado y zarandeado por la idea de que tal vez las cosas no volvieran a ser las mismas otra vez.

.- Ojalá supiera. Están recibiendo reportes por todo Nueva York, incluso de los suburbios. Sólo puedo imaginar que tan lejos puede llegar todo esto en los próximos días.- respondió Don solemnemente.

Hubo un silencio entre nosotros. Su voz no sonaba muy esperanzadora. Por alguna fuerza clarividente, pude sentir el miedo de mi hermano, lo sentí mezclado con mi propia incertidumbre.

La combinación me revolvió el estómago.

.- Escucha, Leo, quédense donde están. Mi mejor idea es tratar de salir de aquí en los próximos días o algo así. Si tenemos la oportunidad, iremos hacia ustedes. Eso será lo más fácil ya que Miguel está herido.

.- Esta bien para mi. No nos moveremos.

.- Bien. Ey, Casey quiere hablar con Abril.

.- Claro.

Alargue el teléfono a Abril, quien lo arrancó ansiosamente de mi mano. Sólo había alcanzado a decir hola cuando escuchamos disparos. Era de muy cerca. Venían de nuestro lado del edificio.

.- ¡No puedo seguir subiendo¡las escaleras se terminan!

Era la voz de una niña pequeña, muy aguda y al borde de las lagrimas.

La mano de Abril voló hasta su boca.

Tras un breve instante de reserva, supe que debíamos hacer algo. Ser visto por alguien debía ser la ultima de nuestras preocupaciones ahora.

Demonios, para la mañana probablemente no tuviera la menor importancia.

Salté hacia el borde, cayendo sobre mis rodillas para poder apoyarme contra el bordillo de cemento. La oscuridad estaba dificultando la visión, pero pude distinguir tres sombras en el extremo de la escalera que antes había cortado .

La niña pequeña era la más cercana, buscando frenética en los ladrillos frente a su cara algo en qué sostenerse. Había una brecha de por lo menos tres metros hasta la cima del edificio.

Miguelangel estaba a mi lado, enterándose de la situación. Mirándolo, sólo podía pensar en una idea.

.- ¿Confías en mi Miguel?

.- De alguna forma, no me gusta como suena eso.- husmeó hacia la niñita, dándose cuenta de lo que teníamos que hacer. Ella oyó nuestra voces e inclinó su cabeza hacia arriba. Nos congelamos, esperando el grito.

Pero nunca llegó.

.- ¡Por favor, ayúdennos!.- gritó, estirando su mano.

Su reacción me había dejado perplejo. ¿Por qué no estaba asustada de nosotros?.

Entonces lo comprendí.

Porque no podía vernos. Estaba demasiado oscuro y la luna estaba reflejándonos por detrás. Para ella nosotros probablemente eramos como dos grandes sombras.

Miguel se inclinó hacia delante, descansando su estomago en el cemento. Agarré sus tobillos, haciendo lo posible por clavar lo talones al piso, comencé a bajarlo por el lado del edificio.

Instantáneamente sentí su peso contra mis manos y mis dedos se hundieron profundo en su piel.

¿Qué demonios estábamos haciendo, era una locura...

.- Ok, chiquilla, necesito que te pares tan alto como puedas y estires tus brazos hacia arriba.- le dijo Miguel a la niña.

Lo sostuve firme por unos cuantos segundos más hasta que gritó nuevamente.

.- ¡Leo, dame unos seis centímetros más!

No sabía si podría. Él ya estaba demasiado pesado y agregándole el peso de la chica...

Abril, percatándose de mi dilema, vino y envolvió ambos brazos alrededor de una de las piernas de Miguel. Sabía que ella no podría hacer mucho, pero un poco era mejor que nada.

Enviamos a Miguel peligrosamente más abajo, hasta que sentí aún más peso en mis manos.

La tenía.

.- Abril¡empuja!

El sudor cayó por mi frente mientras empujábamos a los dos hacia arriba. Tan pronto como su pecho estuvo sobre el bordillo de cemento, Miguel usó sus brazos para levantar a la niña por sobre él.

Por lo que podía ver, parecía tener como unos diez años. Inmediatamente saltó al suelo, jadeando.

En un impulso, Abril puso sus manos alrededor de ella. Sin un dejo de recato, la chica se fue contra ella, permitiéndole abrazarla. Abril se aseguró de que se volviera lejos de nosotros.

Que inteligente. La ultima cosa que necesitábamos era que comenzara a gritar.

La próxima persona era una chica también, pero mayor, tal vez de dieciocho o veinte años. Aunque era más pesada, también era más alta, lo que significaba que Miguel no necesitaba inclinarse tanto por sobre el bordillo.

Mis músculos estaban en agonía, pero logramos empujarla hacia arriba.

Ella me echó una mirada y casi cae hacia atrás otra vez. Escuché su jadeo antes de que corriera hacia Abril, agarrándola a ella y a la pequeña. Su mano atrapó la camiseta de Abril y comenzó a empujarla lejos de nosotros.

No le tomó demasiado tiempo encontrar su voz. Gritó, pero no fuertemente, era más un quejido.

Probablemente su cerebro estaría sobrecargado. Después de todo lo que había pasado esa noche¿Cuánto más podría sorprenderse?.

Abril se volvió hacia ella, tratando de calmarla. Básicamente, estaba poniendo su mano sobre la boca de la chica para mantenerla en silencio.

Hey, lo que fuera que funcionara. Todavía teníamos otra persona que rescatar.

La ultima silueta en la escalera, un hombre, no parecía haberla escuchado. Era pequeño, no mucho más grande que la mujer anterior. Llevó un poco más de tiempo, pero lo empujamos hacia la azotea.

Ahí fue donde todo se salió de control.

.- ¡Mierda bendita!

Pasando por alto el hecho de que probablemente habíamos salvado su vida, el hombre luchó por desembarazarse de mi hermano. Se le cayó la mandíbula y sus ojos se abrieron tan desmesuradamente que creí que se le saldrían disparados de la cabeza.

Por un momento sólo se quedó ahí, inmóvil como una estatua, mirando ora a mi, ora a Miguel.

Di un paso adelante con las palmas en alto.

.- Hey, está todo bien, nosotros sólo...- No me dio oportunidad de terminar.

La mano del hombre se fue hasta su bolsillo trasero y volvió a salir con algo pequeño y negro en ella.

Un arma.

Los disparos que habíamos escuchado antes, eran de él.

Traté de moverme, pero no fui lo suficientemente rápido.

Una fuerte, estrepitosa, explosión rompió en la noche y vi un reguero de sangre emerger de mi hombro.

Me sentía como si estuviera ardiendo. Me tambalee, a punto de caer al suelo.

El arma volvió a dispararse, pero por mi parte, el dolor había amortiguado todo sonido. Mi pierna comenzó a temblar y me di cuenta de que la segunda bala me había dado en el muslo.

Rehusándome a sucumbir ante el aturdimiento provocado por el shock, boqueando en busca de aire, intenté permanecer en pie.

No pude.

Casi le di la bienvenida al frío del piso. Recostado ahí, traté desesperadamente de eludir la agradable oscuridad que comenzó a surgir tras mis ojos.

Luego...

Luego, no hubo nada.

Continuará.