Un heroe no puede ser un heroe a menos que se trate de un mundo heroico.

Nathaniel Hawthorne.

Capitulo Siete: Caótico.

DONATELLO

Hasta la edad de dieciséis, toda mi experiencia como peleador ninja se resumía a mis hermanos. Practicando casi todos los días, aprendimos los intrincados movimientos de la batalla, volviéndonos cada vez más hábiles. Pronto, era más bailar que pelear. Éramos buenos, capaces de predecir los movimientos de cada uno. Había fluidez, del tipo que viene de pelear con un compañero igualmente preparado, igualmente talentoso, que se comporta de la misma manera.

Y luego vino la primera batalla con el pie.

Repentinamente, el juego cambió completamente. No me malinterpreten, eran hábiles. Pero sus movimientos eran torpes, sin balance y cargados con la inexperiencia de la juventud. Aunque suene extraño, fue difícil adaptarse a eso, como un bate girando a lo loco. Demasiado difícil de predecir. Por eso, y por el hecho de que ya no se trataba de una pelea de uno a uno. Cada uno de nosotros tuvo que aprender a lidiar con al menos tres luchadores al mismo tiempo. Cuando uno caía, otro estaba ahí para tomar su lugar . si, el ninjitsu tomó otro significado completamente diferente. La adrenalina y montones de fuerza bruta se volvieron el nombre del juego. La fluidez se perdió. Y recuerdo haber sentido como todo volvía a comenzar otra vez.

Casi tuve que reír, porque después de unos años, el mismo sentimiento de no poder predecir las cosas estaba volviendo. Esta pelea no iba a ser sólo un juego distinto. Demonios, ya ni siquiera estábamos jugando. Nuestros oponentes no tenían armas, ni habilidad... la única cosa que sí tenían, era una urgencia por matar como ningún otro con el que hubiéramos peleado antes.

Oh, si... y nos superaban en numero por casi quince a uno...

RAPHAEL

Sostuve los sais firmemente en mis manos, deslizando mis pulgares por las puntas, de arriba a bajo. El metal estaba frío, la punta afilada hasta la perfección. La adrenalina corría a través de mi, anticipando la ración de carne y hueso que terminaría en el duro metal. Podía sentir los latidos de mi corazón comenzando a golpear en mis oídos.

La batalla era inminente. Y yo estaba de humor para patear con ganas unos traseros.

.- Raph, quédate a mi derecha.- ordenó Don, alejándose un par de pasos de mi.- Casey, detrás de nosotros. Vigila nuestras espaldas y detén a cualquiera que logre pasar.

.- Eh... esta bien...- la respuesta de Casey estaba llena de inseguridad. En cualquier otra situación, me habría burlado de él por estar asustado: "Señor peleador de callejón" asustado de unos cuantos sicóticos?... pero supongo que tenía una buena razón: el tipo no estaba armado.

En nuestra prisa por dejar su apartamento, no nos dimos el tiempo de buscar su bate, o alguna cosa útil para el caso.

No había sido una movida muy astuta de nuestra parte, porque pelear sin armas significaba pelear de cerca, y eso no evitaba las molestias de ser mordidos. Y según Don, una mordidita era todo lo que se necesitaba...

.- Hey, Case, tal vez cuando hayamos terminado acá puedas comprarme las tres cervezas que me debes por ese partido de pool.- Dije, lanzándole una mirada sarcástica.

.- Vete al diablo, Raph, fueron sólo dos y tu lo sabes...

No tuve tiempo de rebatirlo. Los aullidos se volvieron más fuertes y la débil luz del túnel reveló un grupo de furiosos, fieros, bueno... zombies. Esa era la mejor palabra que tenía para describirlos. Cualquier cosa humana en ellos se había perdido, reemplazada por una primitiva y animal sed de sangre. Muchas de las caras estaba mutiladas más allá del reconocimiento, el cabello teñido de distintos tonos de rojo. Uno, el primero en alcanzarme y ligeramente apartado del resto, sólo tenía un ojo bueno, el otro estaba colgando en su cuenca... golpeaba arriba y abajo en su mejilla a lo que rengueaba hacía mi.

Por una vez en mi vida, me daba cuenta que no iba a ser el fenómeno más grande en la pelea.

Esquivé hábilmente sus frenéticos brazos. Giré, derribándolo con una patada que le pegó por detrás. El empujón forzó a su globo ocular de su precario apoyo, enviándolo a golpear una pared, para luego rodar rápidamente por el túnel tras nosotros.

Semejante visión pudo haber parecido perturbadora, si hubiese tenido tiempo de pensar en ella.

El resto del grupo nos golpeó como la marea. Era demasiado para seguir manteniendo una barrera defensiva, eliminándolos uno por uno. Golpee a la próxima atacante fuerte en las costillas, usando el sai en mi otra mano para rebanar su garganta. Antes de darme cuenta, otras dos mujeres estaban prácticamente sobre mi. Le pegué a una con la rodilla en el pecho, luego la golpee con el dorso de la mano en la cara, enviándola toda desparramada sobre su antigua compañera. Los labios amoratados de la otra mujer se contrajeron en un grito de sorpresa. Con un movimiento barredor, la clavé contra la pared del túnel, con el antebrazo contra su cuello, con el sai incrustado en su estomago.

La cálida sangre corrió entre mis dedos. Retiré el arma y luego la empujé a un lado.

Era agradable, no tener que preocuparse por la ética del asunto. No tener que preocuparse por el lema "derríbalos, pero no los mates" Eso quedaba reservado para el Pie, para los matones de callejón, para jóvenes cuyo mayor crimen era el estar desorientados. Pero ciertamente no se aplicaba aquí, porque, estrictamente, estas personas ya estaban acabadas, destinadas a morir por ese loco virus.

Nop, no tenía ningún sentido ser amables.

Me tomé un segundo para buscar a Don y a Casey, pero estaban perdidos en aquel enjambre de puro caos. Había gente por todas partes, girando, golpeando, gritando.

Dios, tenían que haber por lo menos cuarenta de ellos.

Comencé a retroceder, tratando de hacerme de más espacio para pelear. Era peligroso estar así de rodeado por la muchedumbre. Necesitábamos dispersarlos, mover a algunos de ellos de vuelta al túnel por el que habíamos llegado. Seguí peleando, brutalmente, gritando obscenidades y tratando de atraer la atención hacía mi.

.- Vamos, feos, muevan sus traseros para acá y jueguen conmigo!

Funcionó. Uno tras otro, se separaban del grupo principal, siguiendo mi precipitada retirada. Teniendo más espacio, los primeros cayeron fácilmente. Sólo necesité un par de patadas giratorias. Sin sudar. Pero pronto me di cuenta que tenía un gran problema. Literalmente.

Un hombre absolutamente enorme me estaba mirando con hambre. Sus labios se curvaban de arriba a bajo, la saliva corriendo por su barbilla. Marcas de laceraciones en su brazo brillaban con un rojo furioso, tensándose con el movimiento de sus músculos. El tipo tenía que pesar al menos ciento cincuenta kilos. El doble de mi tamaño. Y tirándose contra mi con la velocidad de un tren de carga.

Mis ojos llamearon. Con un rápido giro de mis dedos, invertí la posición de mis sais, las puntas ahora miraban hacia abajo, como dagas.

Iba a dejar a este tipo como brocheta. Nadie me lanza una mirada así y se va tan tranquilo.

Ya saben lo que dicen, mientras más grandes son...

Estaba tan concentrado en el hombrote que se lanzaba contra mi que nunca anticipé el golpe que me sorprendió por detrás.

Repentinamente, el peso de otro hombre se recargó en mi espalda, su brazo envolvió mi cuello por atrás.

¿De donde había salido?

La fuerza de su salto me envió desparramado hacia delante, torciendo mi rodilla derecha, rasgando la piel de mi costado cuando ambos no fuimos al suelo. No tuve tiempo de gritar, porque antes de darme cuenta de lo que estaba pasando, mi cabeza golpeó el cemento.

Relámpagos naranjas se dispararon frente a mi visión y casi y caí inconsciente. Cerré los ojos, tratando de orientarme, tratando de ignorar el dolor quemante en mi rodilla.

Estaba recostado sobre mi costado, mi atacante medio caído debajo de mi, medio sobre mi espalda aún. No se estaba moviendo.

Pero esa era la única cosa buena. Caí en pánico para mis adentros cuando me di cuenta que ya no estaba sosteniendo mis armas.

Mierda, debía haberlas perdido cuando choqué contra el piso.

Cuando finalmente abrí los ojos, me di cuenta que una oscura silueta estaba lanzándose sobre mi, tratando de alcanzar mi cuello. Instintivamente, interpuse mi mano libre frente a mi. Apenas si tuve tiempo de detener el peso del gigante mientras se movía sobre mi. Se montó encima mío, sacándome el aire de los pulmones y dejándome con la boca abierta. Mi mano empujaba desesperada mientras él trataba de apoyarse hacia abajo.

Un aliento cálido y húmedo llegó hasta mi rostro. Aliento y saliva... muerte.

Apretando los dientes, obligué a mis brazos a mantener los dientes llenos de sangre del hombre lejos de mi.

Vagamente, escuché el grito apagado de Don, pero estaba a cierta distancia. Demasiado lejos para ofrecerme alguna ayuda.

Me dejé llevar por la ira, dejándola conducirme...

Apoyando mis caderas a la derecha, demasiado lejos para generar la fuerza que necesitaba, traje mi rodilla hacia mi pecho...

Y usé cada gramo de fuerza para tirar mi pierna izquierda contra el costado del hombre.

La velocidad y la gravedad volvieron la ventaja a mi favor.

El hombre gritó con fuerza, furioso, pero moviéndose justo lo que necesitaba.

Replegando mi hombro, rodé bajo él.

Asombrosamente, me detuve en cuatro, y decidí que era tiempo de retomar la ofensiva.

Con un grito, me lancé. Sólo había una forma para que ese tipo cayera, y yo sabía exactamente cual era.

A lo que estuvimos cerca otra vez, enredé mis dedos en el pelo del hombre, empujando su cabeza hacia delante. Con la parte de atrás de su cabeza expuesta, le tiré mi codo lo más fuerte que pude.

La vértebra del tipo sonó como la cáscara de un huevo. Estaba muerto antes de que cayera al suelo.

Sintiéndome levemente descompuesto, pero victorioso, volví a estar sobre mis pies. Mi rodilla derecha estaba vibrando, latiendo en una cadencia constante con mi corazón. Pero no estaba rota. Porque si lo estuviera, yo no sería capaz de mantenerme en pie, ¿verdad? Me obligué a mi mismo a olvidar el asunto, preparándome para lo siguiente.

No tuve que esperar demasiado por otro oponente.

Dos mujeres me atacaron por la izquierda, mientras que otro hombre vino directamente hacia mi.

En cuestión de segundos, tres nuevos cadáveres cubrían el suelo.

Raphael, once; zombies, cero.

.- ¡Raph!

Era Casey. Estaba sudado, y un poco sangriento, pero en cualquier caso, ileso. Y estaba sosteniendo mis sais.

.- ¿Perdiste estos?.- me los tiró a través del túnel, los dos al mismo tiempo. Los atrapé fácilmente.

.- Gracias, viejo. Sabía que te habíamos traído para algo.

Como lo habíamos hecho muchas veces en el pasado, los dos peleamos lado a lado nuestro camino hasta Donatello. Lenta pero metódicamente, el drenaje comenzaba a quedar vacío.

Cuando finalmente encontramos a Donatello, estaba terminando a los últimos tres. Eran varones, jóvenes, los tres con poleras con las letras griegas TEK en el frente.

Tiró al primero al suelo con su movimiento favorito, un golpe con el bo en la cabeza, seguido de una vuelta del arma por el dorso de su mano, para clavar la punta opuesta en el estomago de su contrincante.

Perfectamente ejecutado.

Pero con lo que no contaba era con que tan rápido iban lo otros dos tipos a correr hacia él.

Y con lo cansado que iba a terminar teniendo que lidiar con más oponentes que Casey y yo.

Antes de que tuviera tiempo de voltearse, uno de los hombres se las arregló para envolver uno de sus brazos alrededor de sus hombros. El segundo tipo saltó sobre los dos, tirando a Donatello contra una pared.

Sin pensarlo, ya estaba en movimiento.

Uno de los sasi dejó mi mano en menos de un segundo, volando a través del túnel e incrustándose por sí mismo en la garganta de uno de los tipos.

Su rostro se paralizó. Con la sangre fluyendo rítmicamente a través de la herida, cayó al suelo sin hacer un sonido.

Estaba por tirar el segundo sai cuando me di cuenta que no tendría que hacerlo.

Donatello rodó por el lado, aplastando al segundo tipo entre su caparazón y el cemento.

Enfundé el arma dejando escapar un suspiro de alivio. Casey gritó de alegría. Estábamos bien.

O eso pensé.

Cuando Don se volvió hacia mi, sentí mi cara ponerse pálida.

Lo que vi me paralizó.

La mano de Donatello estaba presionando su cuello, la sangre caía en cascada, lentamente entre sus dedos.

Sus ojos estaban de par en par con horror.

Oh, Dios... parecía como si lo hubiesen mordido...

.-

Fin del cap.

Que tal! tanto tiempo...

Por fin tenemos actualización.

Y junto con estrenar este nuevo capitulo, estreno nueva modalidad.

Como la historia no es estrictamente mía (yo sólo la traduzco), no está de más que le agregue comentarios...

Así que voy a ir dejando algunas palabritas al final de cada cap, a modo de review...

Una cosa que encuentro que esta chica hace muy bien en la historia, es describir la personalidad de Raphael... ese lado oscuro y violento, ese lado animal y furioso, frío a la hora de acabar con alguien, que demuestra que el guerrero por excelencia en el grupo es él, (en los cómics, es frecuente que se declare a sí mismo como un asesino) es el que surge de la batalla empapado en sangre, con los músculos tensos, listo para la siguiente pelea... (a que no les parece sexy... un recado para Ksk. Jeje)

Si Leonardo es, de alguna forma, la sabiduría, Raph definitivamente es la fuerza.

Y Don... Don es el trasfondo suave y gentil... de todos, es al que menos me gustaría hacer sufrir o que le pasara algo...

Bien, eso sería.

Sassy ha prometido que los capitulos que siguen están en camino. Nos ha dejado un mensaje incluso (lo dejó como review, por si quieren verlo, pero igual lo pongo traducido)

"Hola a todos. No hablo español, así que esto va a tener que ser en inglés... quiero decirles gracias por sus reviews, su apoyo y por leer la historia, es todo un honor tener mi historia traducida..."

Ya ven, se puso muy contenta al saber que había gente que esperaba la continuación...

Eso sería todo por el momento.

Prometí también traducir la continuación de Bad Places, pero esta vez voy a esperar que se termine de escribir (según la autora, sólo le falta el ultimo cap. Pero por si, voy a esperar hasta que le ponga el the end, para no dejar la historia cortada)

Medea out.