Advertencia: Todos los personajes de esta historia son propiedad de J.K. Rowling. Esto fue escrito solo por diversión y no fue hecho con fines de lucro. Este fic está basado en la canción de Sergio Dalma llamada "Galilea". No diré que es un songfic, por que no sigo la letra de la canción para la historia, sino que uso la idea general de una relación por correspondencia… espero que les guste.
Quiero agradecer a Sara Fénix Black y a Clau de Snape por haber leído el fic y haberme dado el visto bueno para la publicación¡gracias chicas! Además, quiero dedicarlo a Nocrala que desde hace un tiempo sabe de la existencia del fic, a Galilea por tener un nick tan interesante en esta historia y a Florence Rose, que es una gran amiga…
Respuestas a los reviews, al final…
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La mañana estaba radiante y el profesor de pociones del colegio Hogwarts de magia y hechicería estaba de muy mal humor, hacía dos días que había enviado la última carta y aun no recibía ninguna respuesta de Galilea¿se habría molestado por algo¿sería que ya no deseaba continuar con la correspondencia que mantenían? Miles de preguntas se formulaban en su mente y no era capaz de dar respuesta a ninguna.
Como era sábado y la mayoría de los estudiantes se encontraban en el pueblo cercano, Snape había aprovechado la mañana paseando por el lago y los límites del Bosque prohibido. Se encontraba de camino al colegio cuando divisó dos lechuzas que se dirigían hacia él, la primera era esa hermosa lechuza ámbar que le había llevado las primeras cartas de Galilea y la segunda, era la que había llevado las últimas. Eso era extraño¿por qué habría Galilea enviado a las dos aves si ambas llevaban solamente cartas en sus patas? Lo habría entendido si cargaran juntas algún tipo de paquete, pero llevando solo cartas era incomprensible.
Levantando el brazo, procuró que los dos animales se ubicaran en él y los llevó hasta su despacho. En ese lugar se dispuso a tomar las cartas y a dar de comer a las mensajeras.
Se encontraba aun analizando el por qué del envío de los dos animales, cuando se percató de los destinatarios de las notas, la que llevara la lechuza ámbar era la carta que él esperaba, pues estaba dirigida a Salvatore Stone, pero la nota que había tomado de la otra mensajera estaba dirigida a Severus Snape.
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Hermione Granger estaba bastante nerviosa esos días. No estaba segura de cual carta esperaba con más ansias, la ya tradicional nota de Salvatore o una respuesta de Severus Snape a la carta que le había enviado.
Dos días después de haber enviado la carta a su profesor de pociones, la chica estaba arrepentida de haberlo hecho, "lo más probable es que ni siquiera la lea… o peor aun, que la lea y se burle de mí. ¿Quién soy yo para creer que le interesaría saber que me dediqué a las pociones?" estas y muchas ideas más viajaban por su mente a mil kilómetros por hora desde que enviara a Atenea a entregar esa carta. Sus vicisitudes se hicieron más profundas cuando esa mañana regresó su lechuza pero no traía ningún mensaje.
Recordaba perfectamente su carta:
"Estimado profesor Snape
Aunque le parezca mentira, le escribo por que últimamente me he acordado mucho de usted y pensé que le gustaría saber que he utilizado mucho lo que aprendí en sus clases. Desde hace algún tiempo trabajo en 'Stenmarck filtros y pociones' y sus enseñanzas han sido muy importantes para mi labor.
Quiero agradecerle lo mucho que se empeñó para que yo aprendiera su materia y decirle que sus esfuerzos no fueron en vano, pues me han servido de mucho a lo largo de mi vida.
Atentamente, Hermione Granger"
"¿Cómo me atreví a mandar esa carta?" se preguntaba la joven, "debo estarme volviendo loca, Snape nunca me iba a contestar, pero no, Hermione tenía que enviarle una carta y quedarse esperando una respuesta. ¡No puedo creer que sea tan tonta!" se lamentaba.
Esos lamentos le habrían llevado todo el día de no ser por que Damar hizo su aparición en ese momento. La lechuza ambarina entró por la ventana y se ubicó directamente en el escritorio de Hermione. Valga decir que tanto Ginny como Dumbledore ya conocían en contenido de la carta que llevaba la lechuza y de la que Hermione había enviado unos días antes a Snape, pero como todo parecía ir a pedir de boca, ninguno de los dos hizo modificaciones a los contenidos de dichas cartas.
Al recibir la nota, Hermione olvidó completamente su desilusión por no recibir respuesta de su profesor de pociones y se apresuró a leer la carta que Salvatore le había enviado.
"Apreciada Galilea
Me sorprende que sea usted una persona tan perceptiva y tengo que admitir que ahora no me molesta para nada que me llegara su primera carta, aunque no la enviara usted.
He descubierto que es usted una mujer muy interesante.
Espero que no le moleste que le escriba en este tono, pero estoy agradablemente sorprendido por usted.
¿Ha realizado usted pociones revitalizantes? Son muy interesantes y requieren de mucha concentración para llegar al punto adecuado de cocción, bueno, supongo que eso ya lo sabe…
En fin, me encantaría que pudiéramos intercambiar recetas de pociones extrañas en alguna ocasión; y me gustaría, si usted me lo permite, que comenzáramos a tutearnos.
Salvatore Stone"
La joven investigadora no podía creerlo, Salvatore no solo le había contestado mucho más agradable que las veces anteriores; sino que, además, le sugería que comenzaran a tutearse… ¿estaría él tan intrigado por ella como lo estaba ella por él? Esperaba que así fuera.
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Después de que Snape envirara su carta para Galilea, se había dedicado el resto del día a meditar lo que había sucedido esa mañana.
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Snape había tomado las dos lechuzas y las había llevado a su despacio. Luego de tomar las notas y dar de comer a los animales se encontró con un problema, la carta que llevaba la lechuza ámbar era la de Galilea, pues estaba dirigida a Salvatore Stone, pero la otra estaba dirigida a Severus Snape. Ahora sabía de qué recordaba esa lechuza, era la que la Orden del Fénix usó a finales de la guerra para comunicarse con las jóvenes Granger y Weasley que se encontraban laborando desde Londres.
La letra de las dos cartas era idéntica, así que no quedaba ninguna duda H. Galilea era Hermione Granger. De hecho, los nombres hasta compartían las iniciales… al igual que él compartía iniciales con su seudónimo…
"Así que Hermione Granger es mi querida Galilea¿cómo¿querida¿desde cuándo le doy ese calificativo?" pensaba el profesor de pociones. "Esto tiene que ser obra de Albus… lo que no comprendo es por qué se le ocurrió emparejarme con esa chica. No parece lógico, le llevo 18 años, nada nos unió en los años en que ella estuvo aquí, además ella debe odiarme…" rememoraba Snape, "nunca fui agradable ¡y menos con los Gryffindor, así que no puede ser…"
Después de darle muchas vueltas al asunto, llegó a la conclusión de que todo era obra de Dumbledore y que el anciano sabía algo que él ignoraba… y por eso le había elegido esa pareja. No tenía claro cómo había conseguido el anciano que la chica participara en ese asunto, pero algo era innegable, la chica lo ignoraba todo; de lo contrario nunca habría enviado la nota a su profesor, pues sabría que se desenmascararía al hacerlo… la señorita Granger era muy lista, eso siempre lo supo.
Como Hermione-Galilea no estaba enterada de todo el embrollo, era obvio que sus cartas eran sinceras y que en realidad estaba disfrutando de su amistad por correspondencia. Así que la chica era realmente su amiga. Además, hasta minutos antes él estaba muy interesado en ella¿se estaría enamorando de su ex alumna, podía ser… Lo que más le sorprendía era que al enterarse de la identidad de Galilea no se había sentido defraudado, más bien había sido una gran noticia para él que esa chica a la que siempre había admirado por su entereza, inteligencia y buen juicio, fuera la mujer de que estaba prendado… así es, simplemente se limitó a aceptarlo ¡amaba a Galilea Hermione Granger!
Tomando un pergamino tomó una decisión, continuaría su amistad con Galilea a ver que les deparaba el destino, pero no le respondería a su ex alumna, no quería que ella llegara a la misma conclusión a la que él había llegado, al menos hasta saber si sentía lo mismo que él.
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De esta manera, Severus Snape había decidido seguir siendo Salvatore Stone para su amiga Galilea. Él sabía que eso se acabaría en algún momento, pero por ahora lo mejor era buscar la forma de que se conocieran más. La ventaja que veía a escribirle con un seudónimo era que ninguno de los dos sabría del otro más que lo que conversaran y eso le garantizaba que si ella se enamoraba, sería exclusivamente del hombre que conoció por carta, no del maestro, del ex mortífago o del héroe de la última guerra.
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Habían pasado más de siete meses desde que Severus Snape descubriera la identidad de Galilea. Ella aun no sospechaba quién podía ser Salvatore Stone, pero no se preocupaba por eso, sabía que en algún momento lo descubriría.
Las cartas que se enviaban habían ido cambiando poco a poco, ahora eran más personales y aunque mencionaban sus trabajos, ninguno de los dos ponía énfasis en él.
Por este medio, Hermione conoció la historia de la infancia y adolescencia de Salvatore. Fue impresionante para ella cuando él le mencionó que había estudiado en Hogwarts y más aun cuando le contó que había participado en la primera guerra. No había querido ahondar en ese tema, pero ella comprendió que no había sido una experiencia agradable. En los relatos de Salvatore había muchos agujeros… nunca mencionaba a sus amistades, ni se refería a su trabajo, pero ella lo atribuía a que estaba muy inmerso en su labor y prefería no mencionarlo, aunque eso le impidiera mantener contacto con sus amigos.
Fue de esta misma manera que Snape se enteró que su alumna había tenido una infancia muy feliz, que había flipado al enterarse de que era una bruja y más aun al tener la posibilidad de estudiar en Hogwarts. Fue sorprendente para él saber que ella siempre había sentido debilidad por pociones y que, aunque nunca obtuvo una palabra amable de su profesor, siempre lo admiró y defendió ante sus amigos.
Podría decirse que habían conversado de casi todo y la confianza entre ellos había crecido muchísimo. Incluso en el área profesional, esporádicamente se enviaban recetas y se comentaban los adelantos que hacían en sus investigaciones.
Una mañana Hermione decidió contarle a su amiga Ginny todo lo que sucedía y pedirle su ayuda¿debería pedirle a Salvatore que se vieran¿debía buscar otra forma de comunicarse? No lo sabía…
Desde hacía meses que Ginny y Dumbledore no leían las cartas que Snape y Hermione intercambiaban. La verdad era que la pareja parecía ir muy bien, así que habían optado por dejarlo en sus manos. Fue por eso que Ginny se sorprendió bastante cuando Hermione acudió a ella.
– Necesito tu ayuda –dijo seriamente Hermione a su amiga– es urgente.
– Claro¿qué poción requiere de mi magnífica intervención?
– Ninguna –dijo la castaña mirándola a los ojos– es Salvatore Stone.
Hacía mucho que las dos jóvenes no hablaban del asunto, pues como Hermione no lo mencionaba, Ginny había optado por no tocar el tema, pues temía delatar su papel en esa relación.
– ¿Quién? –preguntó intrigada la chica, haciéndose la desentendida– ¿lo conozco?
– No, de hecho ni siquiera yo lo conozco…
– No te comprendo –dijo descaradamente la pelirroja– ¿debería saber quién es?
– ¿Recuerdas las cartas que recibí a nombre de Galilea? –preguntó dándole tiempo a su amiga para recordar.
– ¡Oh sí! Las que ibas a cortar de raíz con una carta –dijo la chica logrando que Hermione se sonrojara– ¿qué hay al respecto, no me vas a decir que te están llegando cartas de ese loco otra vez.
– ¡No es un loco! No sé cómo decírtelo, creo que lo mejor será que te cuente toda la historia, sino no vas a poder ayudarme…
– Si lo consideras necesario, soy toda oídos –dijo la pelirroja acomodándose para escuchar el relato de su amiga.
Con lujo de detalles, la castaña le contó a su amiga todas las peripecias de su aventura por correspondencia y sobre todo de la necesidad que sentía por conocer a su nuevo amigo. Después de escuchar toda la historia, Ginny se dio cuenta de que algo había cambiado en su amiga, parecía muy angustiada por ese pequeño problema, eso solo podía significar una cosa, Hermione se había enamorado de Salvatore y temía no gustarle cuando se vieran. Lo peor era que él tampoco parecía muy dispuesto a llegar a un acuerdo para verse… ¿le sucedería lo mismo que a ella?
Lastimosamente Ginny no tenía tiempo de comunicarse con Dumbledore para decidir una vía de acción, así que tomó la iniciativa.
– ¿No crees que deberían verse de una vez? –preguntó Ginny a su amiga– creo que es la mejor manera de despejar todas tus dudas. ¿A qué le temes?
– No lo sé –dijo indecisa la castaña– supongo que no soy buena para relacionarme cara a cara con alguien que me interesa…
– ¡Ajá¡Admites que te interesa! –dijo la pelirroja señalándola– eso es todo un avance. ¿Qué piensas de él¿crees que sea el indicado para ti?
– No lo sé, lo único de lo que estoy segura es que sería difícil encontrar a alguien más adecuado para mi. Es simpático, se dedica a las pociones, tiene buen sentido del humor, le agrado, no sé… creo que esto puede funcionar; pero no sé qué es lo que siente él y no me parece que pueda averiguarlo por medio de cartas…
– Estoy de acuerdo contigo, vas a tener que ir a verlo.
– ¿Cómo? –dijo Hermione abriendo mucho los ojos.
– No te digo que sigas a la lechuza –aclaró la joven señora Longbotton– digo que se pongan de acuerdo y se vean en algún restaurante y conversen en persona…
Hermione recobró el aliento poco a poco y le prometió a su amiga que consideraría su propuesta. Después de todo no perdía nada haciéndolo.
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Después de una intensa conversación con la joven señora Longbotton, el director del colegio Hogwarts, se dispuso a almorzar. Como cada día, tomó asiento en la mesa del profesorado con Minerva McGonagall a un lado y Severus Snape al otro. Para molestia de McGonagall, ese día no le puso la más mínima atención, pues todas sus energías las tenía destinadas a su otro amigo.
– He notado que últimamente tienes mucha correspondencia –dijo inocentemente el anciano.
El profesor de pociones parecía dispuesto a ignorar a su amigo, principalmente por que estaba seguro de que él tenía mucho que ver con todo el lío de las cartas y no quería darle más información de la que ya tenía.
– Me alegra que te hagas una persona más sociable, Severus –dijo el director, pero nuevamente recibió silencio por respuesta.
Estaba visto que el profesor de pociones no iba a seguirle el juego, así que se decidió por comer en silencio y esperar a que el resto de los profesores se retirara. Tal y como lo supuso, Snape se quedó el último…
– Solo quiero que conteste una pregunta, profesor –dijo Snape con voz apenas audible– ¿por qué lo hizo; por qué comenzó este juego de las cartas? Yo estaba muy bien antes de esto…
– Te equivocas, no estabas bien. Cada vez estabas más gruñón e insoportable, ya ni los Slytherin te soportaban, en cambio de unos meses para acá hasta te he visto sonreír. Creo que valió la pena…
– Pero ahora no sé que hacer, ahora ella quiere conocerme, sabe lo que va a suceder cuando me vea –suspiró profundamente– se irá y todo se habrá acabado.
– Dudo que eso sea lo que suceda, Severus. Pero si fuera así, siempre es mejor haber amado y perdido que no haber amado… piénsalo. Además, estoy seguro que ella es una persona juiciosa que no se dejará llevar por prejuicios.
– Lo sé, siempre fue mi alumna más destacada…
De haber sido Moody en lugar de Dumbledore, su ojo mágico habría rodado por el comedor debido a todo lo que abrió sus ojos. ¡Snape lo sabía! Eso no estaba en sus planes… pero si lo pensaba bien, era algo maravilloso… sabía quién era la chica y aun así estaba angustiado pensando que todo terminaría.
– Lo sabías… –aseguró Dumbledore a media voz– ¿desde hace cuánto?
– Desde hace unos meses, siete para ser exactos –dijo Snape sin darle importancia.
– ¿Cómo…? –pero no pudo terminar la pregunta.
– Ella me escribió una carta, pero no a Salvatore, sino a mi. Las dos llegaron a la vez, la misma letra, la misma redacción… además, usó una lechuza que había utilizado ya con las cartas que firmaba como Galilea –las palabras de Snape eran serenas e indiferentes, señal de que estaba muy preocupado por el tema.
Dumbledore estaba realmente sorprendido… siete meses hacía que Snape sabía que Hermione Granger era Galilea y no había terminado con esa correspondencia¿significaría eso algo más? No lo sabría a menos que le preguntara a Snape, pero la verdad es que no se atrevía a hacerlo.
– Mira Severus, creo que…
– No se esfuerce, profesor –dijo él con una mirada de tristeza– lo que yo sienta no tiene nada que ver… solo importa lo que ella quiere…
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Unas cuantas cartas más de ida y vuelta y terminaron citándose un sábado por la tarde en un restaurante muggle que Severus Snape escogió. Es importante aclarar que Hermione estaba gratamente sorprendida de que un mago la citara en un lugar muggle¿sería que él era de origen muggle igual que ella¿o era su manera de decirle que no era partidario de la pureza de la sangre? No estaba segura, pero estaba muy impresionada con el lugar de su "cita".
Ese sábado en particular, Hermione estaba tremendamente nerviosa. Su amiga Ginny se había trasladado al apartamento de su jefe para ayudarla a alistarse y había insistido en ropa elegante y maquillaje perfecto. Hermione se había dejado hacer, la verdad es que su amiga siempre lucía muy bien y, esa noche, ella quería verse hermosa.
Cuando estuvo lista, sintió un ataque de pánico¿y si él no se presentaba¿y si no le agradaba Salvatore, o peor aun¿si ella no le agradaba a él? Ginny Longbotton tuvo que armarse de paciencia para convencer a su amiga de que todo saldría bien y que lo mejor era que partiera para el restaurante si no quería hacer esperar a su amigo.
La joven castaña se apareció en el callejón trasero del restaurante cuando aun faltaban diez minutos para la hora de su cita. Lentamente, se dirigió a la entrada y súbitamente se detuvo. Allí, sentado en la barra estaba Severus Snape, su profesor de pociones ¿era una coincidencia? Ella había quedado con Salvatore de verse en la mesa del fondo del restaurante a las ocho de la noche… ¿qué hacía Snape allí faltando diez minutos para la hora de su cita?
Sobreponiéndose de la impresión, Hermione Granger ingresó al local y caminó decididamente hacia la barra. Era extraño volver a verlo, de todas formas ella avanzó hacia él y él la miraba directamente… La mente de Hermione comenzó a analizar la situación y a plantearse posibilidades, lo que no pudo negar fue que la que más le gustó era la que decía que Salvatore Stone y Severus Snape eran la misma persona.
– Hola profesor –saludó la chica cuando se encontró a su lado.
– Señorita Granger –respondió él a modo de saludo.
– ¿Puedo saber qué hace aquí? –preguntó ella un poco mosqueada.
El profesor se quedó viéndola de arriba abajo, tal y como lo hacía durante sus años de colegio.
– Esto es un lugar público, no tengo por qué tener un motivo para encontrarme aquí –dijo secamente.
– Lo sé –dijo ella comenzando a enojarse– pero no parece uno de sus lugares favoritos –le rebatió la chica sabiendo que estaba en lo cierto.
– Tampoco uno de los suyos –dijo él– y no por eso le estoy preguntando.
Esto exasperó bastante a Hermione, pero consiguió aguantarse. Como táctica, decidió cambiar de conversación.
– No respondió a mi carta –dijo ella directamente.
– Lo sé.
– ¿No va a decirme por qué no lo hizo? –preguntó ella mirándole fijamente.
– No –respondió él lacónicamente.
– Me gustaría saberlo… –dijo la castaña.
Para sorpresa de Hermione, su profesor de pociones sonrió, pero no una sonrisa de medio lado, no¡una sonrisa espléndida, entonces le respondió.
– No quería que esto acabara, se habría terminado la diversión y…
Lastimosamente para Snape, fue interrumpido en ese momento por el maître.
– Su mesa está lista señor Stone –dijo el hombre indicándole el camino.
Pero al pobre hombre le fue imposible comprender lo que sucedió. La joven castaña que se encontraba hablando con el señor Stone, comprendió inmediatamente lo que había sucedido con las cartas. Snape había descubierto que ella era Galilea y, según sus conclusiones, había optado por divertirse a su costa. Inmediatamente pegó un grito, le dio una cachetada al profesor y salió hecha una furia del restaurante.
Como todo buen maître, el hombre, con su mejor cara de poker, se limitó a preguntar a su cliente.
– ¿A qué hora llega su acompañante?
– Acaba de irse –le contestó Snape en un murmullo.
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Eso es todo por el momento, muchas gracias por seguir leyendo el fic, eso me dice que al menos se divierten un poco con él. También les agradezco que me dejaran un mensaje, eso me levanta el ánimo y me anima a seguir escribiendo. Ahora las respuestas a los reviews:
Malu Snape Rickman: Hola wapa, acabo de leer tu fic y es genial, pronto te enviaré el review. Gracias por seguir leyendo este fic, espero que te siga gustando ahora que nos acercamos al final.
Elanor Blackriver: Hola chica, que mira que eres productiva, he leído cosas nuevas tuyas y están bastante bien. Por cierto, creo que yo también mataría a Ginny y a Dumbledore, pero es que no es para menos, es que son terribles e imparables.
Galilea: Hola wapa, me encantó tu mensaje, me he reído bastante por lo que escribes¡eres muy graciosa! Vi que publicaste un fic nuevo de esta pareja, no dudes que lo leeré pronto. Por cierto, que a mi también me gusta mucho lo que escribes, así que pronto tendrás un review mio.
MeilinSnape: Hola chica, que bien que te guste el fic, este tiene un poco de humor y supuse que te gustaría. Por cierto, me encanta tu nueva firma… cada vez pones una mejor. La verdad es que Obi Wan está wapísimo en esta nueva película.
Miss-Andreina-Snape: Hola chica, me alegra ver que te sigue gustando el fic. Ya estoy escribiendo el nuevo capítulo de Matrimonio, pero es que no tengo mucho tiempo así que va despacio… Espero haber cumplido tus expectativas… como viste ya se conocieron, solo que me temo que las cosas no salieron como esperaba Snape. Bueno wapa, nos vemos.
Aliance: Hola chica! Cierto no me llegó tu primer review, esta página regularmente presenta problemas de este tipo, así que no nos estresemos… Como viste ya se destapó el pastel y ambos saben quién les escribe… ahora solo queda el desenlace… espero que te guste.
Kymie: Hola wapa¿Qué tal? Espero que muy bien… Como pudiste ver, Snape no solo sospechó si no que averiguó quién enviaba las cartas y las cosas se complicaron ya para la parejita, pero eso es lo que sucede cuando la gente no se escucha ni se dan oportunidades para explicarse. En fin, que me alegra que te gustara el capítulo y espero que este también te agrade.
martita-felton: Hola niña! Que ya me he leído el de los "Pecados capitales" está graciosísimo y espero enviarte los reviews esta semana que viene (si es que me da chance de conectarme por un buen ratito…) Me alegra que te guste el fic, este capítulo tiene como la parte más enredada de la historia, ahora solo queda el desenlace espero que te guste.
Sheamoonie: Hola wapa¿Qué tal con los estudios? Espero que la presión vaya disminuyendo pronto y que termine el semestre de la mejor manera. Me alegra que te gustara el capítulo y aunque se que este lo leerás probablemente dentro de mucho tiempo, espero que te guste. ¡suerte!
MarisolBlack: Hola niña! Que me alegra que continuaras con tu fic… espero que pronto tengamos más (no puedo evitar pedirlo… aunque sé que soy la menos apropiada…) Me alegra que te gustara lo de Salvatore, a mi me pareció divertido mantener las iniciales… Por cierto, lo de Ginny y Dumbledore a ratos me parece que es más que interferencia, pero bueno, ellos son así… cuídate.
Chica-Felton-Malfoy: Hola wapa, me alegra que te quedara buen sabor de boca con el capítulo anterior, espero que este no sea menos. Bueno, espero que sigas leyendo… nos leemos.
Edysev: Hola wapa. Me alegra que te gustara lo de Salvatore Stone… me apetecía mantener las iniciales de los nombres, así que tuve que idearme uno, primero era "Silvester" pero me gustó más el toque italiano del "Salvatore". Como viste ya ambos saben quién es el otro… ahora solo queda ver como se resuelve esto, espero que te guste.
