Después del adiós (Por estar contigo2º parte)

By Tenshi Lain

Notas en tinta turquesa:

Estos personajes no son míos, los de Gravitation son de Maki Murakami y los de Yami no Matsuei son de Yoko Matsushita (Suertudas...) Excepto algunos secundarios que son solo MÍOS.

Escribo este fic, porque me pareció que la historia que empece en "Por estar contigo" podía tener una buena continuación. Sobra decir que también es un crossover...

Tratándose de esta series está más que claro, pero como hay que decirlo: esta historia contiene Shonen Ai(amor entre chicos)

Cap. 3

Una semana había pasado desde el concierto del violinista, y Yuki hacía todo lo posible para olvidar, pero sin ningún éxito. Ni siquiera la escapada del fin de semana que había hecho con Risa le había ayudado a apartar aquellos pensamientos por más de unos minutos.

Sin embargo no le había querido contar sus inquietudes a la joven por más que esta le insistió. En consecuencia y tras una fuerte discusión, la chica se había ido a casa de su hermana dando un sonoro portazo al salir.

Yuki no podía reprochárselo. Él también se hubiera enfadado con un comportamiento así. Se quedaba perdido en sus pensamientos a cada rato, ignorando por completo la presencia de la chica.

. Vale, quédate ahí meditando - fue lo que le gritó antes de irse.

Pero es que en esos momentos, era lo único que quería hacer. Meditar, recapacitar y preguntarse. Por lo que había podido deducir de las palabras de Hijiri, estaba claro que el chico se había visto envuelto en alguno de los casos de aquel par. Y también estaba seguro, a juzgar por la melancolía de su voz, de que se habían llevado a alguien cercano, pero no parecía resentido por ello. Y también estaban las últimas palabras que le había dicho antes de marcharse. Tal vez él tuvo una relación más cercana a los shinigamis que la que él mismo tuvo en su momento.

Yuki suspiró con cansancio mientras se frotaba los ojos. Llevaba todo el día encerrado en casa dándole vueltas al tema. Había intentado trabajar para pensar en otra cosa, pero no había conseguido nada más que desesperarse. La pantalla seguía en blanco.

Alargó la mano y cogió la cajetilla de tabaco, solo para comprobar con frustración que estaba vacía. Gruñó un par de insultos y se levantó. Tendría que ir a buscar una máquina expendedora, porque a aquellas horas los estancos ya hacía mucho que habían cerrado. Se colocó una chaqueta y salió del piso.

Caminó por las tranquilas calles de la ciudad con un par de cajetillas en el bolsillo, ya mañana compraría un cartón. No tenía ganas de regresar a su piso a contemplar la pared de enfrente. Así que en vez de seguir recto, giró a la izquierda. Sus pasos le llevaron de nuevo al parque que tantos recuerdos le traía, donde la última vez tuvo aquella borrosa visión. Una leve sonrisa curvó sus labios mientras se recargaba en la barandilla del mirador.

. ¿Quien me iba a decir que un criajo desgarbado como tú me traería tan de cabeza incluso después de muerto? - murmuró mientras el humo salía levemente de sus labios.

Entonces algo vibró en su interior, como una campanilla de cristal cuyo sonido es transmitido por las hondas en el agua. Conocía aquella sensación, era la misma que tenía cuando algo que no era natural estaba cerca. Desde niño había ido capaz de percibir lo oculto, en el templo de su familia le habían enseñado a desarrollar aquella facultad. Pero a medida que fue creciendo, fue dejando de lado aquellas habilidades hasta casi olvidarlas.

Aunque en los últimos tiempos había vuelto a ser consciente de ellas. En especial cuando encontró a los dos shinigamis. Aunque el aura que percibía en esos momentos también era oscura como la que había sentido en Hisoka y Tsuzuki, esta era mucho más fría y llena de odio.

Un grito no muy lejano quebró la noche y Yuki, sin saber muy bien por que, corrió en la dirección en la que su instinto le decía que estaba aquella aura. Corrió por un camino custodiado por sendas hileras de cerezos sin flor hasta llegar a una escalera de piedra que daba a un pequeño bosquecillo. Corrió entre los secos y nudosos troncos, apenas iluminado por algunas farolas lejanas. Hasta que se detuvo junto a los latidos de su corazón al llegar a un pequeño claro.

No daba crédito a sus ojos, aquello era imposible, no podía existir tal aberración.

Ante él se alzaba una criatura de unos tres metros de altura, de cuerpo escamoso en tonos oscuros y verdes. Dos grandes alas membranosas descarnadas negras, una cola reptilesca se enroscaba en el suelo agitando la punta. Pese a estar de espaldas al escritor, Yuki pudo apreciar el terror que le imponía sin ni siquiera tenerlo de frente.

Un nuevo grito desgarrado le hizo sobresaltarse. Dio un paso atrás con tan mala suerte que pisó una rama seca que crujió sonoramente al quebrarse. El monstruo se volvió a investigar y Yuki entonces pudo apreciar la totalidad de su figura. Lo que las grandes alas membranosas no le habían permitido ver: aquel ente tenía dos cabezas. Dos cabezas con una larga y lacia cabellera negra que les cubría en parte el ensangrentado rostro. Antes incluso de que por la mente de Yuki cruzara la pregunta de ¿dónde provenía esa sangre? vio que en los musculosos brazos de la criatura, en sus garras afiladas, yacía el cuerpo ya sin vida de una joven de cabellos castaños con la garganta cercenada.

Yuki no supo reaccionar a tiempo y antes de darse cuenta, estaba acorralado contra un árbol con una de aquella gigantescas garras oprimiéndole el pecho. Intentó forcejear, pero sin ningún éxito. Aquel ser era demasiado fuerte para él. Pensaba que la presión acabaría por quebrarle las costillas.

La criatura acercó una de sus cabezas mientras la otra se mantenía reticente de acercarse, alejándose todo lo que su cuello serpentino le permitía. Yuki pudo apreciar entre los grasientos y ensangrentados mechones de pelo negro un par de ojos verdosos inyectados en sangre. La otra cabeza se revolvió inquieta emitiendo agudos quejidos que le taladraban los oídos a Yuki mientras el aire de sus pulmones se resistía a entrar. La cabeza se alejó del rostro del escritor y enfrentó a su gemela. Por unos instantes, se debatieron en una discusión ininteligible. Pero de pronto se quedaron calladas y quietas.

Sin que se dieran cuenta (y eso incluía a Yuki), habían sido envueltos lentamente por una espesa y blanquecina niebla que no dejaba ver nada a más de dos metros.

Yuki sintió el nerviosismo de la criatura y como la garra opresora le liberaba dejándolo tirado en el suelo al pie del árbol. Mientras Yuki intentaba recuperar el aliento, la criatura agitaba las cabezas en todas direcciones como buscando algo.

. Es inútil que intentes encontrarnos - dijo una voz desde algún punto de la niebla.

El monstruo empezó a dar zarpazos a diestro y siniestro, pero solo logró derribar árboles.

. Tu sentido de la percepción es nulo - dijo otra voz desde otro lugar.

Podía verse claramente que la criatura estaba más que furiosa. En ese instante pareció recordar al escritor que había dejado en el suelo unos instantes antes y sin más se lanzó contra él dispuesto a despedazarlo. Yuki lo vio venir pero no podía hacer nada para esquivarlo, el último golpe en verdad lo había dejado mareado hasta el punto de que su visión era borrosa. Lo sabía, ese era su fin...

. ¡BARRERA!

La criatura lanzó un grito desgarrador al ser repelida por una fuerza invisible que le quemó parte de su coraza de escamas.

. ¿Pero que haces! - gritó una de las voces que se ocultaban en la niebla, sin obtener respuesta.

La criatura se dio la vuelta extendiendo sus alas que eran mucho más grandes que su cuerpo y alzó el vuelo, haciéndose invisible a los pocos instantes en la lejanía del cielo.

Yuki siguió con la vista nublada a la criatura y después fijó sus ojos dorados en aquella persona que se había interpuesto salvándole la vida. Una figura delgada, de estatura media, cabellos castaños rojizos cortos, pantalones de chándal azul marino con una línea blanca en el lateral y una sudadera blanca con capucha. Respiraba entrecortadamente dándole la espalda. Yuki se puso en pie apoyándose en el tronco del árbol. Aquel chico...

. Tu... ¿cómo has...? - intentó preguntar Yuki cerrando un ojo y con la vista cada vez más borrosa.

No parecía que su salvador tuviera intenciones de volverse. Incluso empezó a alejarse internándose en la niebla. Por alguna razón, Yuki no quería que se fuera, algo en su interior le gritaba que lo retuviera.

Dio dos pasos alejándose del apoyo del árbol, pero sus pies no pudieron sostener su peso. Cayó de rodillas con un sonido hueco sobre el césped húmedo. Ya apenas podía mantener los ojos abiertos. Escuchó los pasos de varios pies a su alrededor y voces, pero no pudo entender lo que decían.

Unas manos en sus hombros lo hicieron girar de forma que quedó mirando al borroso cielo estrellado mientras, una mano cálida le retiraba el pelo de la frente. Ya no fue consciente de nada más.

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Le dolía la cabeza, pero eso en él ya era casi costumbre, así que ignorando las punzadas en su sien y el zumbido en sus oídos intentó volver a dormirse sin abrir los ojos siquiera. Pero el sueño no venía y aquel zumbido insistente parecía acrecentarse. Se revolvió en la cama intentando taparse la cabeza con su almohada, pero no la encontró. Palmeó la cama buscándola y cogió algo blando y... ¿peludo?

Entreabrió los ojos extrañado solo para encontrarse con un oso de peluche de color caramelo mirándolo sonriente. Parpadeó un par de veces como para intentar aclarar su visión y comprobar que lo que veía era de verdad ¿Qué demonios hacía un oso de peluche en su cama? Y otra cosa ¿desde cuando su cama tenía sábanas de color azul celeste con rombitos amarillos?

Se incorporó en la cama y comprobó que no estaba ni en su cama ni en su habitación. No reconocía nada del lugar ¿dónde demonios lo habían llevado?
Entonces se dio cuenta de que lo que en principio le había parecido un molesto zumbido en realidad eran unas voces que venían de algún lugar fuera de la habitación. Parecía una discusión (bastante airada por cierto) aquello aun lo desconcertó más.

Cerró los ojos y se frotó la frente haciendo un esfuerzo por recordar. Todo lo sucedido la noche anterior llegó a su mente de golpe dejándolo mareado: el parque, la niebla, el monstruo, la chica muerta, aquellas voces desconocidas y aquel chico del chándal...

Se sentó al borde de la cama dispuesto a levantarse y salir de allí sin hacer ruido. Tal vez sus anfitriones ni notaran su marcha teniendo en cuenta la forma en que se gritaban.

En aquel momento la puerta se abrió y una pequeña silueta se coló dando un suspiro de resignación. Yuki se la quedó mirando en silencio y con los ojos tan abiertos como ella.

Era una niña... bueno, creía que era una niña a juzgar por su tamaño y su figura, pero no estaba muy convencido. Sus cabellos era extrañamente vaporosos, como si en vez de pelo tuviera niebla, una hermosa niebla azulada que enmarcaba una cara redondeada y bonita con un par de grandes ojos de color turquesa. Vestía una ajustada camiseta de manga corta que le dejaba la barriga al aire, donde se veía al lado de su ombligo una especie de pequeño tatuaje, una Clave de Sol de color negro. Pantalones piratas ajustados y verdes y unas botas marrones que le llegaban a las rodillas, parecidas a las que alguna vez vio en las viejas películas americanas de piratas y corsarios.

La niña, le observó unos instantes en silencio y después dio un chillido y salió de la habitación dando un portazo. Yuki enarcó una ceja ¿por qué se asustaba? Era él el que debería de haber gritado, no todos los días se ve a una criatura tan extraña (aunque después del de la noche anterior...), pero entonces fue consciente de algo de lo que no se había dado cuenta: Solo llevaba puestos los calzoncillos.

Por muy extraña que fuera aquella niña de seguro la había sorprendido encontrarlo casi desnudo. No pudo evitar sonreír. Las voces que hasta hacía unos momentos habían estado discutiendo, sonaron mucho más cerca.

. ¿Qué pasa¿por qué gritas?

. No... nada, nada - decía la pequeña algo nerviosa -. Ya se despertó.

. Vaya... - dijo otra voz con algo que a Yuki le pareció desilusión.

. Voy a entrar... - dijo la primera voz que a Yuki le sonó extrañamente conocida.

. No debes entrar - dijo la segunda voz muy seria.

. ¿Quieres empezar de nuevo? - dijo con tono retador.

. Chicos, chicos, calma... - intervino la niña.

. Se ha despertado antes de que pudiéramos llevarlo a su piso, lo mínimo que podemos hacer es explicarle...

. ¿Por qué tendré la sensación de que lo has hecho adrede? - dijo con ironía.

. Eso es cosa tuya.

. Haz lo que quieras Niwa, ya te las apañarás después con el jefe. No quiero saber nada de esto.

. Hisoka... - llamó la voz de la niña antes de que se escuchara un portazo en algún punto apartado de la habitación - ¿pero que pasa contigo? Estás como idiotizado desde que llegamos a Tokio.

. ¿Tú también vas a reprenderme? - dijo molesto el tal Niwa.

. No, pero hasta que no te calmes a mi no me busques - se escuchó como el silbido del viento y el sonido de una ventana al abrirse. Después un suspiro y silencio.

Yuki se había puesto su ropa, que yacía en el respaldo de una silla cercana, procurando no perderse detalle de la conversación. Aunque no había podido sacar nada en claro. No le molestaba ser cotilla, era su forma de "vengarse", ya que aquellos desconocidos le habían visto prácticamente desnudo.

Se sentó en el borde de la cama tras abrocharse los pantalones esperando que aquel tal Niwa se decidiera a entrar. Sabía de sobras que estaba allí ante la puerta, veía la sombra de sus pies por debajo de la puerta, lo que no comprendía era porque no entraba de un vez.

Estaba a punto de levantarse y abrir la puerta ya cansado de esperar, cuando el pomo giró levemente y la madera cedió. Al instante entró el mismo chico pelirrojo que había conocido la noche anterior en el parque. Vestía el mismo chándal y parecía empeñado en no querer darle la cara.

. ¿Dónde estoy? - preguntó secamente Yuki, haciendo que el muchacho se estremeciera - ¿Por qué me has traído aquí? - siguió sin obtener respuesta - ¿Sabes hablar? - preguntó finalmente con sorna.

. ¿Hubieras preferido que te dejara en el parque inconsciente a merced de vete a saber que? - contestó con voz baja recargando la espalda contra al puerta y con la cabeza gacha de forma que su flequillo tapara parcialmente su cara.

. No me has contestado.

. Ni tú.

Un nuevo silencio se instaló en la habitación. Yuki frunció el ceño, aquel mequetrefe lo estaba exasperando.

. ¿Dónde estoy? - repitió Yuki haciendo acopio de paciencia.

. En un piso.

. Eso ya lo veo - una pregunta cruzó su mente acaso aquel estúpido quería tomarle el pelo -. Y... ¿era preciso dejarme desnudo?

. Pensé que estaríais más cómodo para dormir - dijo el chico del chándal encogiéndose de hombros.

. Que considerado - dijo Yuki con desprecio - ¿Que era esa cosa del parque¿y cómo lo hiciste para espantarla?

. Son muchas preguntas no crees - dijo con una sutil sonrisa en sus labios que no pasó inadvertida por el escritor. Yuki ya estaba hasta las narices del comportamiento de aquel mequetrefe, así que antes de que este pudiera reaccionar, se levantó, lo cogió por la pechera de la sudadera y le gritó.

. ¡Déjate ya de tonterías desgraciado¡no estoy para tus juegos! O me contestas o no respondo - el joven pronunció más su sonrisa y finalmente elevó el rostro hasta que sus miradas se encontraron.

. Tan impulsivo como siempre ¿eh, Yuki?

El rubio abrió los ojos de par en par y soltó el agarré lentamente. Dio dos pasos atrás sin dejar de mirar a aquel muchacho que sonreía abiertamente. Su corazón latía violentamente tras el súbito paro que le causó el shock del reconocimiento, su boca se quedó seca y las palabras se ahogaron en su garganta.

. Vaya - dijo el chico arreglándose la sudadera -, por lo visto no has perdido fuerza. Eso ha dolido.

Yuki seguía sin poder pronunciar palabra. No daba crédito a su ojos, no podía ser...

. ¿Qué pasa¿te comió la lengua el gato? - bromeó el chico retirándose hacia atrás el flequillo con una mano y dejando al descubierto un par de hermosos ojos de color amatista.

. Shuichi - fue lo único que salió de sus resecos labios.

CONTINUARÁ...

Aquí tenéis el capitulo tres, algo sombrío, pero bien lleno de misterios y con sorpresa final, aunque supongo que algunos ya lo sospechaban XD ¡Reaparece Shuichi¿pero como¿No se había muerto al final del otro fic? Eso lo explico en el próximo capítulo. ¡y en ese mismo daré un aviso importante! (Espero que no os enfadéis ;.;)

Siento no poder responder los reviws, pero de verdad que los agradezco de todo corazón (no me lo tengais en cuenta)

Ja ne!